Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I) Parte 4

Una de las características más obvias de la esencia de un anticristo es que monopolizan el poder y dirigen su propia dictadura. No escuchan ni respetan a nadie y, a pesar de los puntos fuertes de la gente, o de las ideas correctas u opiniones sensatas que esta exprese, o de los métodos adecuados que planteen, no les prestan atención; es como si nadie estuviera cualificado para colaborar con ellos, o para participar en cualquier cosa que hagan. Este es el tipo de carácter que tienen los anticristos. Algunas personas dicen que esto es tener una mala humanidad, pero ¿cómo va a ser eso sencillamente una mala humanidad? Se trata de un carácter satánico absoluto, y tal carácter es sumamente cruel. ¿Por qué digo que su carácter es sumamente cruel? Los anticristos se apropian de todo lo de la casa de Dios y los bienes de la iglesia, y los tratan como propiedad personal, todo lo cual les corresponde administrar, y no permiten que nadie intervenga en ello. Lo único en lo que piensan cuando hacen el trabajo de la iglesia es en sus propios intereses, su propio estatus y su propio orgullo. No permiten que nadie perjudique sus intereses, y mucho menos permiten que cualquiera con aptitud o que sea capaz de hablar de su testimonio vivencial amenace su reputación y su estatus. Y por eso, tratan de suprimir y excluir como competidores a los que son capaces de conversar acerca de un testimonio vivencial y que pueden comunicar la verdad y proveer al pueblo escogido de Dios, y tratan desesperadamente de aislar por completo a esa gente de todos los demás, de arrastrar completamente sus nombres por el barro y hacerlos caer. Solo entonces los anticristos se sienten en paz. Si estas personas nunca son negativas, y son capaces de seguir realizando su deber, hablando de su testimonio, apoyando a los demás, entonces los anticristos echan mano de su último recurso, que consiste en buscarles faltas y condenarlas, o inculparlas e inventar motivos para atormentarlas y castigarlas, hasta que hacen que las echen de la iglesia. Solo entonces los anticristos se relajan completamente. Esto es lo más insidioso y malévolo de los anticristos. Lo que más miedo y ansiedad les causa son las personas que persiguen la verdad y poseen un testimonio vivencial verdadero, porque las personas con tal testimonio son las que obtienen mayor aprobación y apoyo del pueblo escogido de Dios, en vez de los que parlotean sin sentido sobre palabras y doctrinas. Los anticristos no poseen un testimonio vivencial verdadero, tampoco son capaces de practicar la verdad; en el mejor de los casos, son capaces de hacer algunas buenas acciones para ganarse el favor de la gente. Pero por muchas buenas acciones que hagan o por muchas cosas bonitas que digan, siguen sin poder compararse con los beneficios y las ventajas que un buen testimonio vivencial puede aportar a la gente. Nada puede sustituir los efectos de la provisión y el riego proporcionados al pueblo escogido de Dios por aquellos que son capaces de hablar de su testimonio vivencial. Por eso, cuando los anticristos ven a alguien hablando de su testimonio vivencial, su mirada se convierte en una daga. La rabia se enciende en su corazón, aumenta el odio, y se apresuran a callar al orador e impedirle que siga hablando. Si sigue hablando, la reputación de los anticristos quedará completamente arruinada, sus feos rostros quedarán completamente expuestos a la vista de todos, por eso los anticristos encuentran un pretexto para perturbar a la persona que da su testimonio y la reprimen. Los anticristos se permiten solo a sí mismos desorientar a la gente con palabras y doctrinas; no permiten que el pueblo escogido de Dios le glorifique platicando acerca de su testimonio vivencial, lo que indica el tipo de personas a las que más odian y temen los anticristos. Cuando alguien se distingue con un pequeño trabajo, o cuando alguien es capaz de platicar acerca de un testimonio vivencial verdadero y el pueblo escogido de Dios se beneficia, se edifica y recibe apoyo a partir de él, y se gana grandes elogios de todos, la envidia y el odio crecen en el corazón de los anticristos, y estos tratan de aislarlo y reprimirlo. En ninguna circunstancia permiten que tales personas emprendan ningún trabajo, para evitar que amenacen su estatus. Las personas con la realidad-verdad sirven para acentuar y resaltar la pobreza, la miseria, la fealdad y la perversidad de los anticristos cuando están frente a ellos, por lo que cuando los anticristos eligen a un compañero o colaborador, nunca seleccionan a gente con la realidad-verdad, nunca seleccionan a personas que puedan hablar de su testimonio vivencial, y nunca seleccionan a personas honestas o capaces de practicar la verdad. Estas son las personas que los anticristos más envidian y odian, y son una piedra en el zapato para los anticristos. No importa cuánto hagan estas personas que practican la verdad que sea bueno o de beneficio para la labor de la casa de Dios, los anticristos se esfuerzan al máximo por solaparlo. Llegan a tergiversar los hechos para atribuirse el mérito de las cosas buenas, mientras echan la culpa de las malas a otros, a fin de enaltecerse y menospreciar a otras personas. Los anticristos sienten muchos celos y odio hacia los que persiguen la verdad y son capaces de hablar sobre su testimonio vivencial. Temen que estas personas amenacen su propio estatus, y por eso hacen todo lo posible para atacarlas y excluirlas. Prohíben a los hermanos y hermanas se relacionen con ellos o se acerquen a ellos, o que apoyen o alaben a estas personas que saben hablar de su testimonio vivencial. Esto es lo que más pone en evidencia la naturaleza satánica de los anticristos, que siente aversión por la verdad y detesta a Dios. Y también demuestra que los anticristos son una contracorriente maligna en la iglesia, que ellos son los culpables de la perturbación de la obra de la iglesia y de poner impedimentos a la voluntad de Dios. Los anticristos, a menudo, incluso inventan mentiras y tergiversan los hechos entre los hermanos y hermanas, menospreciando y condenando a las personas que pueden conversar acerca de su testimonio vivencial. Sin importar el trabajo que esas personas hagan, los anticristos encuentran excusas para excluirlos y reprimirlos, y los critican diciendo que son arrogantes y sentenciosos, que les gusta presumir y que albergan ambiciones. En realidad, estas personas tienen cierto testimonio vivencial y poseen algo de realidad-verdad, una humanidad relativamente buena, conciencia y razón, y son capaces de aceptar la verdad. Y aunque es probable que tengan algunos defectos y fallas y, en ocasiones, revelen un carácter corrupto, son capaces de reflexionar acerca de sí mismas y arrepentirse. Estas son las personas a las que Dios salvará y que tienen esperanza de ser hechas perfectas por Él. En suma, estas personas son aptas para llevar a cabo un deber. Cumplen los requisitos y los principios para hacerlo. Pero los anticristos piensan para sí: “De ninguna manera voy a soportar esto. Quieres desempeñar un papel en mi campo de acción, quieres competir conmigo. Eso es imposible, ni lo pienses. Eres más ilustrado que yo, más elocuente, más popular que yo, y persigues la verdad con más diligencia que yo. Si tuviera que colaborar contigo y me robaras el protagonismo, ¿qué haría yo?”. ¿Consideran los intereses de la casa de Dios? No. ¿En qué piensan? Solo piensan en cómo mantener su propio estatus. Aunque los anticristos se saben incapaces de hacer un trabajo real, no cultivan ni promueven a las personas de buena aptitud que persiguen la verdad; a las únicas personas que promueven son a aquellas que los adulan, aquellas que son propensas a idolatrar a otros, que les dan su visto bueno y los admiran de corazón, a las personas embaucadoras, a las que no tienen comprensión de la verdad y son incapaces de discernir. Los anticristos mantienen a estas personas a su lado para que les sirvan, para que vayan de aquí a allá a su servicio y para que pasen los días girando en órbita a su alrededor. Eso les da poder a los anticristos en la iglesia e implica que muchas personas se vuelvan cercanas a ellos y los sigan, y que nadie se atreva a ofenderlos. Todas esas personas que los anticristos cultivan son personas que no persiguen la verdad. La mayoría carecen de comprensión espiritual y no saben hacer nada más que acatar los preceptos. Les gusta seguir las tendencias y a quienes tienen el poder. Son la clase de gente que se siente envalentonada al tener un amo poderoso; son una banda de atolondrados. ¿Cómo dice ese dicho de los no creyentes? Más vale ser cola de león que cabeza de ratón. Los anticristos hacen exactamente lo contrario: actúan como cabezas de ratones y se dedican a cultivarlas como defensoras acérrimas y fervientes partidarias. Cuando un anticristo tiene el poder en una iglesia, siempre reclutará como ayudantes a personas atolondradas y a aquellos que saben seguir ciegamente, mientras que dejará fuera y reprimirá a la gente de calibre que puede comprender y practicar la verdad, que puede trabajar, en especial a los líderes y obreros que tienen la capacidad de llevar a cabo trabajo real. De esta manera, se forman dos bandos en la iglesia. En uno están aquellos que tienen una humanidad relativamente honesta, que cumplen su deber con sinceridad y que persiguen la verdad. El otro bando es una pandilla de personas atolondradas liderada por el anticristo, a quien estas siguen ciegamente. Estos dos bandos continuarán enfrentándose hasta que los anticristos sean puestos en evidencia y descartados. Los anticristos siempre luchan y actúan contra quienes realizan su deber con sinceridad y persiguen la verdad. ¿No perturba esto gravemente la obra de la iglesia? ¿No trastorna y perturba la obra de Dios? ¿No es esta fuerza de anticristos una traba y un obstáculo que evita que se lleve a cabo la voluntad de Dios en la iglesia? ¿No es una fuerza perversa que se opone a Dios? ¿Por qué actúan de esta manera? Porque, en su mente, saben bien que, si estas personas con cualidades positivas se alzaran y fueran líderes y obreros, se transformarían en sus contrincantes; serían la fuerza opositora de los anticristos y no escucharían para nada sus palabras ni las obedecerían, así como tampoco seguirían cada una de sus órdenes. Estas personas bastarían para constituir una amenaza para el estatus de los anticristos. Cuando ellos las ven, surge el odio en sus corazones e interiormente no tendrán paz ni consuelo si no las excluyen, vencen y arruinan su reputación. Por eso deben trabajar rápidamente para cultivar su propio poder y reforzar sus filas, así pueden controlar a más personas del pueblo escogido de Dios y ya no tendrán que volver a preocuparse por que un puñado de perseguidores de la verdad amenace su estatus. Los anticristos forman su propia fuerza en la iglesia, escogiendo a aquellos que los escuchan, los obedecen y los adulan, y ascendiéndolos para que estén a cargo de cada uno de los aspectos de la obra. ¿Acaso eso beneficia la obra de la casa de Dios? No. No solo no la beneficia, también genera trastornos y perturbaciones en la obra de la iglesia. Si esta fuerza perversa tiene más de la mitad de la gente de su lado, existe la posibilidad de que la iglesia se venga abajo debido a que la cantidad de personas que persiguen la verdad en la iglesia constituye una minoría, mientras que aquellos que contribuyen con la mano de obra e incrédulos que solo están ahí para comer pan hasta hartarse son, al menos, la mitad. En esta situación, si los anticristos concentran su fuerza en desorientar y atraer a esas personas a su lado, naturalmente tendrán la delantera cuando la iglesia elija líderes. Por eso la casa de Dios siempre hace hincapié en que, durante las elecciones, se debe hablar sobre la verdad hasta que quede clara. Si eres incapaz de desenmascarar y derrotar a los anticristos hablando sobre la verdad, estos podrían desorientar a la gente y ser elegidos líderes, y apoderarse de la iglesia y controlarla. ¿No sería peligroso? Si uno o dos anticristos aparecieran en la iglesia, no se justificaría tener miedo, pero si los anticristos se convirtieran en una fuerza y obtuvieran cierto nivel de influencia, eso sí justificaría el temor. Por esa razón, los anticristos deben ser arrancados de raíz y expulsados de la iglesia antes de que alcancen ese nivel de influencia. Esta tarea es una de las de mayor prioridad y es necesario realizarla. Es más, a aquellos incrédulos de la iglesia, especialmente a aquellos con una inclinación a alabar y seguir al hombre, a seguir a la fuerza, a quienes les gusta ser cómplices y secuaces de diablos y formar grupillos, a los incrédulos y diablos como ellos se los debe echar cuanto antes. Esa es la única manera de evitar que tal gentuza forme una fuerza para perturbar y controlar la iglesia. El pueblo escogido de Dios debe ver esto con claridad; aquellos que comprenden la verdad deben asumir esta responsabilidad. Todos los que cargan con la obra de la iglesia, los que son considerados con las intenciones de Dios, deben percibir estas cosas tal como son. Deben, especialmente, ver a quienes son de la índole de los anticristos tal como son, así como a los diablos mezquinos que gustan de halagar y adorar a la gente, y después ponerles restricciones y echarlos de la iglesia. Hay una enorme necesidad de practicar de esta manera. La gente como los anticristos pretende, específicamente, estar en buenos términos con esas personas atolondradas, inútiles, buenas para nada y viles que no aceptan ni aman la verdad. Se las ganan y “colaboran” con ellas de manera muy armoniosa, estrecha y entusiasta. ¿Qué tipo de criaturas son esas personas? ¿No son miembros de las bandas de los anticristos? Si lo Alto debiera reemplazar a la “cabeza de ratón”, estos solícitos retoños no lo soportarían; juzgarían a lo Alto diciendo que es injusto y se unirían para defender al anticristo. ¿Puede la casa de Dios permitir que prevalezcan? Lo único que puede hacer es tenderles una red por encima y deshacerse de todos ellos. Son demonios de las bandas de los anticristos y ni uno de ellos debe quedar libre. La gente como los anticristos rara vez actúa sola; la mayor parte de las veces reúnen un grupo de, al menos, dos o tres personas con las cuales actuar. Sin embargo, hay algunos casos aislados de anticristos que actúan de manera individual; eso es porque no tienen talentos o, quizás, porque aún no han tenido su oportunidad. Lo que tienen en común con los otros, eso sí, es su especial amor por el estatus. No asumas que no aman el estatus solo porque no tienen habilidades ni educación. Eso es un error. No has llegado a ver claramente la esencia de un anticristo; si una persona es un anticristo, le gusta el estatus. Al ver que los anticristos son incapaces de colaborar con nadie, ¿por qué cultivan semejante grupo de atolondrados, de gentuza, de canallas para que les laman las botas? ¿Tienen la intención de colaborar con estas personas? Si realmente pudieran hacerlo, el enunciado “los anticristos son incapaces de colaborar con nadie” no tendría sentido. No pueden colaborar con nadie; ese “nadie” se refiere, principalmente, a la gente positiva, pero, teniendo en cuenta el carácter de los anticristos, tampoco pueden colaborar con sus cómplices. Entonces, ¿qué están haciendo al cultivar a estas personas? Forman un grupo de atolondrados que son fáciles de mangonear, de manipular, que no tienen puntos de vista propios, que hacen todo lo que les dicen los anticristos; que avanzarán juntos para proteger el estatus de estos. Si un anticristo dependiera de sí mismo, estaría completamente solo y no le resultaría fácil salvaguardar su estatus. Por esa razón, se gana a un grupo de personas atolondradas para que lo sigan como un rebaño día tras día y hagan cosas por él. Incluso, al hablar sobre cómo estas personas persiguen la verdad y sufren, desorienta al pueblo escogido de Dios; dice que merecen ser cultivadas; hasta dice que cuando estas personas tienen un problema lo consultan con él y le hacen preguntas; que son todas personas obedientes y sumisas. ¿Acaso están llevando a cabo su deber de manera colaborativa? El anticristo busca un grupo de personas que actúen por él, que sean sus secuaces, sus cómplices, para consolidar su estatus. Eso no es colaboración, es dirigir su propia operación. Tal es la fuerza de los anticristos.

¿Qué decís, es difícil cooperar con otras personas? En realidad, no lo es. Incluso se podría decir que es fácil. Sin embargo, ¿por qué la gente sigue pensando que es difícil? Porque tienen un carácter corrupto. Para aquellos que poseen humanidad, conciencia y razón, cooperar con los demás es relativamente fácil, y pueden sentir que se trata de algo placentero porque no es fácil para nadie lograr las cosas por sí mismo y sea cual sea el campo en el que se involucre o lo que esté haciendo, siempre es bueno tener a alguien ahí para indicar las cosas y ofrecer ayuda; es mucho más fácil que hacerlo por tu cuenta. Además, hay límites en cuanto a lo que el calibre de las personas puede hacer o lo que ellas pueden experimentar. Nadie puede ser experto en todos los ámbitos. Es imposible que alguien pueda saberlo todo, ser capaz de todo, hacerlo todo; eso es imposible, y todo el mundo debería poseer tal razón. Y, así, hagas lo que hagas, ya sea importante o no, siempre necesitarás a alguien ahí para ayudarte, para señalarte el camino y darte consejos o cooperar contigo para hacer cosas. Es la única manera de asegurarse de que las harás del modo más correcto, de que cometerás menos errores, y será menos probable que te desvíes; se trata de algo bueno. Servir a Dios, en particular, es un asunto importante, ¡y no resolver tu carácter corrupto puede ponerte en peligro! Cuando la gente tiene un carácter satánico, se rebela contra Dios y se opone a Él en cualquier lugar y momento. La gente que vive según el carácter satánico puede negar, oponerse a Dios y traicionarlo en cualquier momento. Los anticristos son muy estúpidos, no se dan cuenta de ello, piensan: “Ya he tenido bastantes problemas para hacerme con poder, ¿por qué iba a compartirlo con nadie? Dárselo a los demás significa que no tendré nada para mí, ¿verdad? ¿Cómo puedo demostrar mis talentos y habilidades sin poder?”. No saben que lo que Dios les ha encomendado a las personas no es poder o estatus, sino un deber. Los anticristos solo aceptan el poder y el estatus, dejan de lado su deber y no hacen ninguna labor real. Por el contrario, solo buscan la fama, el beneficio y el estatus, y lo único que quieren es hacerse con el poder, controlar al pueblo escogido de Dios y entregarse a los beneficios del estatus. Hacer las cosas de esta manera es muy peligroso: ¡es oponerse a Dios! Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de llevar a cabo el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento. Hoy, como un líder u obrero, estás sirviendo a Dios, lo cual no es algo corriente. No estás haciendo cosas para una persona, y mucho menos trabajando para pagar las facturas y poner comida en la mesa; en cambio, estás cumpliendo con tu deber en la iglesia. Y dado, en particular, que este deber proviene de la comisión de Dios, ¿qué implica cumplirlo? Que eres responsable ante Dios de tu deber, tanto si lo haces bien como si no; en última instancia, hay que rendir cuentas a Dios, tiene que haber un resultado. Lo que has aceptado es una comisión de Dios, una responsabilidad sagrada, así que da igual lo importante o lo insignificante que esta responsabilidad sea, es un asunto serio. ¿Cómo de serio es? A pequeña escala, se trata de si puedes obtener la verdad en esta vida y de cómo te contempla Dios. A una escala mayor, está directamente relacionado con tus posibilidades y tu destino, con tus resultados; si cometes maldades y te opones a Dios, serás condenado y castigado. Todo lo que haces cuando cumples con tu deber es registrado por Dios, y Dios tiene Sus propios principios y normas para calificar y evaluar; Dios determina tus resultados basándose en todo lo que manifiestas cuando cumples con tu deber. ¿Es un asunto serio? ¡Claro que sí! Entonces, si se te asigna una tarea, ¿eres tú el único responsable? (No). No puedes encargarte tú solo, pero sí requiere que te responsabilices de ella. Es tu responsabilidad; debes llevar a cabo tal encargo. ¿Qué implica? Implica la cooperación, cómo colaborar en el servicio, cómo colaborar para cumplir con tu deber, cómo colaborar para completar tu encargo, cómo colaborar para seguir la voluntad de Dios. Implica todo eso.

La cooperación armoniosa implica muchas cosas. Al menos, una de estas muchas cosas es permitir que los demás hablen y hagan sugerencias diferentes. Si eres realmente razonable, sin importar el tipo de trabajo que realices, primero debes aprender a buscar los principios-verdad, y también debes tomar la iniciativa de buscar las opiniones de otros. Mientras te tomes en serio todas las sugerencias, y luego resuelvas los problemas con un solo corazón y una misma mente, en esencia lograrás una cooperación armoniosa. De este modo, encontrarás muchas menos dificultades en tu deber. Más allá de los problemas que surjan, será fácil resolverlos y afrontarlos. Este es el efecto de la cooperación armoniosa. A veces surgen disputas por asuntos triviales, pero mientras no afecten al trabajo, no supondrán un problema. Sin embargo, en los asuntos clave y en los importantes que afectan al trabajo de la iglesia, debes llegar a un consenso y buscar la verdad para resolverlos. Como líder u obrero, si siempre te consideras por encima de los demás y te deleitas en tu deber como si este fuera un cargo público, siempre entregándote a los beneficios de tu estatus, siempre haciendo tus propios planes, considerando y disfrutando tu propia fama, ganancia y estatus, siempre ocupándote de tus propios asuntos, y siempre buscando ganar estatus mayor, manejar y controlar a más personas y extender el ámbito de tu poder, esto es un problema. Es muy peligroso tratar un deber importante como una oportunidad para disfrutar de tu posición como si fueras un funcionario del gobierno. Si siempre actúas así, sin deseo de trabajar con otros, sin querer diluir tu poder ni compartirlo con nadie ni permitiendo que ningún otro te haga sombra ni te robe el protagonismo, si solo quieres disfrutar del poder por tu cuenta, entonces eres un anticristo. Pero si buscas a menudo la verdad, si cuando practicas te rebelas contra la carne y contra tus motivaciones e ideas, y eres capaz de asumir la responsabilidad de colaborar con los demás de forma activa, abres tu corazón para consultar y buscar con otros, escuchas atentamente sus ideas y sugerencias, y aceptas los consejos que son correctos y están en consonancia con la verdad, venga de quien venga, entonces estás practicando de forma sabia y correcta y eres capaz de evitar tomar la senda incorrecta, lo que te protege. Has de olvidarte de los títulos de liderazgo, dejar de lado las inmundas ínfulas de estatus, tratarte a ti mismo como una persona corriente, ponerte al mismo nivel que los demás y tener una actitud responsable hacia tu deber. Si siempre tratas tu deber como un título oficial y un estatus, o como una especie de laurel, e imaginas que los demás están ahí para servir a tu posición y trabajar para ella, es un problema, y Dios te detestará y se disgustará contigo. Si crees que eres igual a los demás, que solo tienes un poco más de comisión y responsabilidad de Dios, si puedes aprender a equipararte con ellos, e incluso puedes rebajarte a preguntar lo que piensan los demás, y si puedes escuchar con seriedad, atención y cuidado lo que dicen, entonces cooperarás en armonía con los demás. ¿Qué efecto tendrá esta cooperación armoniosa? El efecto es enorme. Ganarás cosas que nunca habías tenido, que son la luz de la verdad y las realidades de la vida; descubrirás las virtudes de los demás y aprenderás de sus puntos fuertes. Hay algo más: tú concibes a los demás como estúpidos, poco inteligentes, tontos, inferiores a ti, pero cuando prestes atención a sus opiniones, o cuando otras personas se abran a ti, descubrirás, sin darte cuenta, que nadie es tan ordinario como crees, que todos pueden ofrecer pensamientos e ideas diferentes, y que todos tienen sus propios méritos. Si aprendes a cooperar en armonía, además de ayudarte a aprender de los puntos fuertes de los demás, eso puede revelar que eres arrogante y sentencioso, y hará que dejes de imaginar que eres inteligente. Cuando dejes de considerarte más inteligente y mejor que los demás, dejarás de vivir en ese estado narcisista y de autoapreciación. Y eso te protegerá, ¿verdad? Esta es la lección que debes aprender y el beneficio que debes obtener al cooperar con otros.

En Mi trato con las personas, escucho con atención lo que dice la mayoría. Me empeño en examinar a personas de todo tipo, escucharlas hablar y estudiar el lenguaje y el estilo que emplean al hacerlo. Se solía dar por sentado, por ejemplo, que, debido a que la mayoría de las personas solo tienen una educación muy básica y no conocen las habilidades inherentes a un oficio, no es necesario interactuar con ellas. En realidad, no es cierto. Cuando entras en contacto con ellas, o incluso con algunas personas excepcionales, eres capaz de comprender cosas que albergan en lo más profundo de su corazón que no eres capaz de ver ni percibir, como sus pensamientos y puntos de vista, algunos de los cuales están distorsionados y otros son correctos. Por supuesto, esa “corrección” puede estar muy lejos de la verdad; puede no tener nada que ver con ella, pero te permitirá conocer más aspectos de la naturaleza humana. ¿No te resultará positivo? (Sí). En eso consiste la percepción; es una forma de mejorar la tuya. Algunos dirán: “¿Para qué mejorar nuestra percepción?”. Es beneficioso para tu comprensión, discernimiento y disección de los distintos tipos de personas, y aún más para tu capacidad para ayudarlas. Esa es la senda en la que se hace gran parte del trabajo. Algunas personas son falsamente espirituales y piensan: “Ahora que creo en Dios, no les presto atención a los medios de comunicación, no veo los noticieros ni leo los periódicos. No interactúo con el mundo exterior. Todas las personas, de todas las profesiones y condiciones sociales, ¡son diablos!”. Bueno, te equivocas. Si tienes la verdad, ¿sigues teniendo miedo de relacionarte con diablos? Incluso Dios tiene que tratar a veces con Satanás en el reino espiritual. ¿Cambia Él por eso? Ni un poco. Tienes miedo de tratar con diablos y, en ese miedo, hay un problema. Lo que en realidad es de temer es que no entiendas la verdad, que tu comprensión y punto de vista acerca de la fe en Dios y la verdad sean incorrectos, que tengas muchas nociones y figuraciones, y que estés siendo demasiado dogmático. Por eso, tanto si eres líder como obrero o jefe de un grupo, sea cual sea el trabajo del que seas responsable y el papel que desempeñes, debes aprender a cooperar con los demás y a tratar con ellos. No pregones ideas grandilocuentes ni finjas siempre ser superior para que la gente te haga caso. Si siempre estás pregonando ideas grandilocuentes y nunca eres capaz de poner en práctica la verdad ni de cooperar con los demás, te estás poniendo en ridículo. ¿Quién te hará caso entonces? ¿Cómo se produjo la caída de los fariseos? Siempre predicaban teorías teológicas y pregonaban ideas grandilocuentes. Y, mientras lo hacían, ya no llevaban a Dios en su corazón; lo negaban e incluso se valían de las nociones, leyes y preceptos del hombre para condenar a Dios y oponerse a Él, y para clavarlo en la cruz. Sujetaban sus Biblias todo el día, las leían y estudiaban, y eran capaces de recitar las Escrituras con fluidez. ¿Y cuál fue el resultado? No sabían dónde está Dios ni cuál es Su carácter, y aunque Él había expresado muchas verdades, no aceptaron ni una pizca de ellas, sino que se opusieron a Él y lo condenaron. ¿Acaso no fue ese su fin? Sabéis muy bien cuáles fueron los resultados. ¿Tenéis puntos de vista tan falaces en vuestra fe en Dios? ¿No estáis cerrados? (Lo estamos). ¿Me veis a Mí cerrarme? En ocasiones leo el periódico o veo entrevistas a invitados especiales y otros programas por el estilo; algunas veces charlo ociosamente con los hermanos y hermanas y otras, con alguien que está cocinando o limpiando. Converso un rato con cualquiera que veo. No pienses que, por haber asumido una tarea, por tener algún talento especial o incluso por haberte encargado de una misión especial, eres más especial que los demás. No es cierto. En cuanto te creas más especial que los demás, ese punto de vista equivocado te encerrará imperceptiblemente en una jaula; construirá una muralla de hierro y bronce entre ti y el exterior. Entonces, sentirás que estás por encima de todos, que no puedes hacer esto y aquello, que no puedes hablar o tener comunicación con tal o cual persona, que ni siquiera te puedes reír. ¿Y qué ocurre al final? ¿En qué te conviertes? (En alguien solitario y aislado). Te vuelves alguien solitario y aislado. Fíjate cómo los emperadores de antaño siempre decían cosas como “Yo, en mi soledad, soy esto y lo otro”; “Yo, en solitario, soy esto y lo otro”; “Yo, a solas, pienso”; siempre declaraban estar solos. Si te declaras siempre solo, ¿cuán grande has de creerte? ¿Tan grande que realmente te has convertido en el hijo del cielo? ¿Es eso lo que eres? En esencia, eres una persona corriente. Si siempre te crees grande y extraordinario, tendrás problemas. Saldrá mal. Si gestionas tus asuntos mundanos con un punto de vista tan equivocado, las formas y los medios de tus acciones cambiarán, tus principios cambiarán. Si siempre piensas que eres diferente, que estás por encima de todos los demás, que no debes hacer tal o cual cosa, que hacerlas está por debajo de tu estatus y posición, ¿no saldrá todo mal? (Así es). Pensarás: “Con un estatus como el mío, ¡no puedo contarles todo a los demás así, sin más!”. “Con un estatus como el mío, ¡no puedo decirles a los demás que soy rebelde!”. “Con una posición como la mía, no puedo contarles cosas tan denigrantes como mis debilidades, defectos, errores y faltas de educación. ¡No puedo permitir en absoluto que alguien se entere de esas cosas!”. Sería agotador, ¿no? (Sí). Si vivieras de una forma tan agotadora, ¿podrías cumplir bien con tu deber? (No). ¿Dónde surge el problema? Surge de tus puntos de vista sobre tu deber y tu estatus. Independientemente de lo gran “funcionario” que seas y del cargo que ocupes, y sea cual sea el número de personas que tengas a tu cargo, en realidad, no es más que un deber diferente. No eres distinto de los demás. No puedes verlo como realmente es, sino que en el corazón siempre sientes: “No es un deber diferente; en realidad, se trata de una diferencia de posición. Necesito estar por encima de los demás. ¿Cómo voy a cooperar con ellos? Bien podrían cooperar ellos conmigo, ¡yo no puedo hacerlo!”. Si siempre piensas así, siempre deseas sobresalir, siempre quieres que los demás te aúpen a hombros, estar por encima de ellos y mirarlos por encima del hombro, no te será fácil cooperar con las personas. Siempre pensarás: “¿Qué sabrá esa persona? Si supiera cosas, los hermanos y hermanas la habrían elegido como líder. Entonces, ¿por qué me eligieron a mí? Porque soy mejor. Por lo tanto, no debería debatir ningún asunto con esa persona. Si lo hiciera, significaría que no soy grande. Para demostrar que lo soy, no puedo discutir asuntos con nadie. No hay nadie apto para discutir sobre el trabajo conmigo, ¡nadie en absoluto!”. Así piensan los anticristos.

En China continental, el Partido Comunista reprime las creencias religiosas. Es un entorno terrible. Quienes creen en Dios corren el peligro de ser detenidos en cualquier momento, por lo que los líderes y los obreros no se reúnen con tanta frecuencia. A veces, ni siquiera pueden celebrar reuniones entre compañeros una vez al mes; para hacerlo, esperan a que las condiciones lo permitan o hasta encontrar un lugar adecuado. ¿Cómo se lleva a cabo el trabajo? Cuando se organiza el trabajo, hay que encontrar a alguien que lo transmita. Una vez encontramos a un hermano de nuestra zona para que transmitiera la organización del trabajo a un líder de la región. Este hermano era un creyente corriente y, cuando le hizo saber la organización del trabajo, el líder la leyó y dijo: “¡Eh! Esto es lo que esperaba”. ¿De qué alardeaba delante de ese hermano? Estaba dándose aires para que cualquiera que mirara dijera: “Vaya, qué seriedad. ¡Qué estilo!”. Y eso no es nada; después de eso, dijo: “¿Este es el tipo al que envían a entregarme la organización del trabajo? Su rango no es lo suficientemente alto”. Que significaba lo siguiente: “Soy un líder de la región, un líder importante. ¿Cómo es posible que envíen a un creyente ordinario a entregarme cosas? ¿No es extralimitarse? Lo alto sí que me desprecia. Soy un líder de la región, por lo que al menos deberían haber enviado a un líder de distrito para entregarlo y, sin embargo, consiguieron a un creyente común y corriente para hacerlo, ¡su rango no es lo suficientemente alto!”. ¡Vaya clase de persona es este líder! ¿Cuánto se precia de su estatus para decir que el mensajero no tiene suficiente rango? Utiliza su título como pretexto para hacer valer su autoridad. ¿No es algo propio del diablo? (Lo es). Es propio del diablo, sí. En el trabajo de la iglesia, ¿somos quisquillosos con quién se envía a entregar cosas o a dar avisos? En un entorno como el de la China continental, los hermanos y hermanas afrontan riesgos muy grandes mientras se dirigen a hacer entregas. Sin embargo, cuando este hermano llegó con la organización del trabajo, el líder le dijo que no tenía el rango suficiente, dando a entender que debieran haber buscado a alguien con suficiente rango, alguien que se correspondiera con el líder en términos de posición y estatus, y que hacer lo contrario era menospreciar al líder. ¿No es ese el carácter de un anticristo? (Lo es). Es el carácter de un anticristo. Esta persona endiablada no puede hacer ningún trabajo real ni tiene habilidades. Sin embargo, aun así, hace ese tipo de exigencias y pone tal énfasis en el estatus. ¿Cuál era su latiguillo? “Su rango no es lo suficientemente alto”. A quien habla con él, le pregunta primero: “¿Qué nivel de líder eres? ¿El responsable de un grupo pequeño? Fuera de aquí, tu rango no es lo suficientemente alto”. Si es el hermano en lo Alto el que celebra una reunión, siempre seguirá adelante y dirá: “Este hermano es el más grande entre los líderes de la iglesia, y yo le sigo. Donde él se siente, yo estaré a su lado, de acuerdo con el rango”. Así de claro lo tiene él. ¿No es un descaro? (Sí). Es un auténtico descaro. ¡No tiene conocimiento de sí mismo! ¿Qué tan descarado es? Lo suficiente como para disgustar a las personas. Aunque tenga el título de líder, ¿qué es capaz de hacer? ¿Qué tan bien lo hace? Necesita mostrar algunos resultados antes de poder alardear de su preparación. Eso sería lo adecuado; eso sería lo lógico. Sin embargo, diferencia a las personas de acuerdo con su rango, ¡sin haber conseguido ningún resultado, sin haber realizado ningún trabajo! ¿Y cuál es su rango entonces? Como líder de la región, no ha hecho mucho trabajo real; está por debajo de este rango. Si tuviera que diferenciar a las personas según su rango, ¿podría alguien estar a Mi altura? No. ¿Veis que hago diferencias en función del rango cuando interactúo con las personas? No. Independientemente de con quién me encuentre, hablo un poco con ellos si puedo, y si no tengo tiempo, los saludo y ya está. Ese anticristo, sin embargo, no piensa así. Para él, la posición, el estatus y el valor social son más importantes que nada, incluso más valiosos que su propia vida. ¿Marcáis diferencias en función del rango cuando hacéis vuestros deberes juntos? Algunas personas marcan las diferencias con respecto al rango en todo lo que hacen; a la mínima, dirán que otras personas están sobrepasando su rango en el trabajo que hacen y en los comunicados que dan. ¿Qué rango están sobrepasando? Primero cumple bien con tu deber. No sabes hacer bien ningún deber ni ningún trabajo y aun así sigues marcando diferencias en función del rango. ¿Quién te ha pedido que lo hagas? Todavía no es el momento de hacer diferenciaciones basadas en el rango. Lo estás haciendo demasiado pronto; no te conoces. Hay veces en las que vamos a un sitio y nos encontramos con personas para resolver un problema. ¿Buscamos a las personas adecuadas en función de su rango? Básicamente, no. Si eres el responsable del trabajo, iremos a buscarte y si no estás, buscaremos a otro. No diferenciamos rangos, ni estatus, ya sea alto o bajo. Si alguien se encarga de hacer esas diferenciaciones, no tiene conocimiento de sí mismo ni entiende los principios. Si estableces diferencias basadas en el estatus, el rango y los títulos en la casa de Dios con tanta minuciosidad como lo hacen los no creyentes, ¡entonces realmente careces de razón! No entiendes la verdad; te falta mucho. No entiendes en qué consiste creer en Dios.

Acabamos de hablar sobre la práctica de colaborar con otros. ¿Resulta fácil colaborar con otros? Cualquiera que pueda buscar la verdad, que tenga un poco de sentido de la vergüenza y humanidad, conciencia y razón, puede practicar la colaboración con otros. Son las personas sin humanidad, que siempre desean tener el monopolio del estatus, que siempre piensan en su propia dignidad, estatus, fama y ganancia, las que no pueden colaborar con nadie. Por supuesto, esta es también una de las principales manifestaciones de los anticristos; no colaboran ni pueden lograr una colaboración armoniosa con nadie. No ponen en práctica ese principio. ¿A qué se debe? A que no están dispuestos a ceder el poder; no están dispuestos a permitir que otros sepan que hay cosas que ellos no pueden ver con claridad, que existen asuntos sobre los que necesitan pedir consejos. Le presentan a la gente una ilusión, le hacen creer que no hay nada que ellos no puedan hacer, nada que no sepan, nada en lo que sean ignorantes, que tienen todas las respuestas y que para ellos todo es factible, posible y alcanzable; que no necesitan a los demás ni ayuda, recordatorios o consejos de otros. Ese es un motivo. ¿Cuál es el carácter más evidente de los anticristos, aparte de ese? Es decir, ¿cuál es el carácter que puedes ver más claramente cuando te encuentras con ellos con solo oír una o dos frases? La arrogancia. ¿Cuán arrogantes son? Su arrogancia va más allá de la razón, es similar a una enfermedad mental. Por ejemplo, si al tomar un sorbo de agua lucen atractivos, lo mencionarán como algo de lo cual presumir: “Mirad lo bien que me veo cuando bebo agua”. Son particularmente buenos haciendo alarde de sí mismos y fanfarroneando; son especialmente descarados y desvergonzados. Ese tipo de cosa son los anticristos. Para ellos, nadie está a su altura. Son muy hábiles para presumir y carecen por completo de autoconocimiento. Algunos anticristos son bastante feos. Sin embargo, piensan que su cara ovalada, sus ojos con forma de almendra y sus cejas arqueadas los hacen ver bien. No tienen siquiera esta pizca de autoconocimiento. Cuando una persona promedio alcanza los 30 o 40 años, puede evaluar, con mayor o menor precisión, su propia apariencia y sus capacidades. Los anticristos, en cambio, no poseen esa racionalidad. ¿Qué problema se presenta aquí? Que su carácter arrogante ha excedido los límites de la racionalidad normal. ¿Cuán arrogantes son? Aunque tengan la apariencia de un sapo, dirán que se ven como un cisne. En esto hay algo así como una incapacidad para distinguir lo que es de lo que no es y para evitar dar vuelta las cosas. Tal grado de arrogancia llega al punto de la desvergüenza; es incontenible. Cuando las personas comunes hablan bien de su propia apariencia, lo encuentran inmencionable y se sienten incómodas. Después de haberlo hecho se sienten avergonzadas por el resto del día y se ruborizan. Los anticristos no se ruborizan. Se elogian por aquello que han hecho bien, por sus fortalezas y por cualquier aspecto en el que sean buenos y mejores que otros. Estas palabras simplemente brotan de su boca como si fueran parte del habla normal. ¡Ni siquiera se sonrojan! Es una arrogancia que supera toda medida, vergüenza o racionalidad. Por eso, a ojos de los anticristos, toda persona normal —en especial toda persona que busca la verdad, que posee la conciencia y la razón de la humanidad normal y un pensamiento normal— es mediocre, no tiene talento digno de mención, es inferior a ellos y carece de sus fortalezas y virtudes. Es justo decir que no desean colaborar ni debatir las cosas con nadie en ningún caso porque son altivos y creen que nadie está a su altura. Puede que escuchen sermones, lean las palabras de Dios y entiendan lo que estas ponen al descubierto o sean podados de vez en cuando, pero, de todas maneras, no admitirán haber puesto en evidencia su corrupción ni haber cometido una transgresión y mucho menos haber sido arrogantes y sentenciosos. No son capaces de comprender que son solo personas comunes, de un calibre común. No pueden entender tales cosas. Como sea que los podes, seguirán pensando que su calibre es el correcto, que son superiores a la gente normal. ¿No es esto irremediable? (Así es). Es irremediable. Así es un anticristo. Sin importar cómo se lo pode, simplemente no es capaz de bajar la cabeza y admitir que es un incompetente, que es un inútil. Para él, admitir sus problemas, sus fallas o su corrupción sería como ser condenado, como perecer. Esa es su forma de pensar. Cree que, en cuanto otros noten sus defectos o él reconozca que su calibre es pobre y que carece de entendimiento espiritual, su fe en Dios perderá energía y no le encontrará sentido, porque su estatus ya no estará asegurado; lo habrá perdido. Piensa: “¿Tiene algún sentido vivir sin estatus? ¡Sería mejor morir!”. Y si tiene estatus, su arrogancia es incontenible y hace cosas malas de manera descontrolada; y en caso de que se choque con una pared y sea podado, querrá abandonar su cargo y se volverá negativo y holgazán. ¿Quieres que actúe de acuerdo con los principios-verdad? Ni lo pienses. ¿Qué es lo que cree? “¿Y si mejor me das un cargo y me dejas actuar por mi cuenta? ¿Quieres que colabore con otros? ¡Imposible! No me busques un compañero, no lo necesito; nadie es apto para serlo. O simplemente no me uses a mí, ¡haz que lo haga otro!”. ¿Qué tipo de criatura es esta? “Solo puede haber un macho alfa”. Esa es la mentalidad de los anticristos y así es como se muestran. ¿No es esto irremediable? (Así es).

En el primer punto, que dice que los anticristos son incapaces de colaborar con nadie, ¿qué conlleva ese “incapaces”? Que no colaboran con nadie y que no logran colaborar con otros. ¿No son estas dos variantes de ello? Los dos significados están implícitos en él, tal como lo determina la esencia de los anticristos. Aunque puede que otros trabajen junto con ellos, la esencia no será de verdadera colaboración; los demás solo son criados, les proporcionan apoyo, haciendo recados y ocupándose de ciertos asuntos por ellos. Esto está muy lejos de ser considerado una colaboración. Entonces, ¿cómo se define la “colaboración”? De hecho, su objetivo principal es llegar a comprender los principios-verdad, actuar de acuerdo con ellos, resolver cada problema, tomar las decisiones correctas —decisiones que estén de acuerdo con los principios, sin desviaciones— y reducir los errores en el trabajo, de manera que todo lo que hagas resulte en el desempeño de tu deber, evitando actuar conforme a tus deseos y causar disturbios. La primera manifestación de que los anticristos quieren que los obedezcan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios, es que son incapaces de colaborar con nadie. Algunos pueden decir: “Ser incapaz de colaborar con nadie no es lo mismo que querer que los demás se sometan solo a ellos”. Ser incapaz de colaborar con nadie significa que no hacen caso a las palabras de nadie ni solicitan las sugerencias de nadie, ni siquiera buscan las intenciones de Dios ni los principios-verdad. Simplemente, actúan y se comportan según su propia voluntad. ¿Qué está implícito en esto? Que ellos son quienes reinan en su trabajo, no la verdad ni Dios. Así que el principio de su trabajo es lograr que otros obedezcan lo que ellos dicen y que los traten como si ellos fueran la verdad, como si fueran Dios. ¿No es esa su naturaleza? Algunos dirán: “Si no son capaces de colaborar con nadie, quizá es porque comprenden la verdad y no necesitan colaborar”. ¿Es eso lo que está sucediendo? Cuanto alguien más entiende y practica la verdad, más fuentes consulta e indaga a la hora de actuar, y más debate y comparte las cosas con la gente, en un esfuerzo por minimizar los daños y las posibilidades de que ocurran errores. Mientras más entiende la verdad una persona, más razón posee y más dispuesta está a colaborar con otros. ¿No es así? Y quien menos dispuesto está a colaborar con otros y menos capaz es de hacerlo, el que no hace caso ni contempla las sugerencias de nadie más, quien al actuar no tiene en cuenta los intereses de la casa de Dios y es renuente a indagar si sus acciones se ajustan a los principios-verdad, menos aún busca la verdad y la entiende. ¿Qué es lo que cree erróneamente? “Los hermanos y hermanas me han elegido para ser su líder y dios me ha dado esta oportunidad de serlo, así que todo lo que hago está de acuerdo con la verdad. Cualquier cosa que haga es correcta”. ¿No es un malentendido? ¿Por qué tendría semejante malentendido? Algo es seguro; tales personas no aman la verdad y, además, simplemente no la comprenden. No hay ninguna duda de eso.

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