Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I) Parte 6

¿Qué más les interesa a los anticristos, además de su deseo y ambición de controlar a la gente? En esencia, nada. No están demasiado interesados en ninguna otra cosa. Los anticristos no participan activamente cuando se trata de saber si cada persona está realizando el deber que corresponde, si la organización del personal es adecuada, si alguien ha trastornado y perturbado la obra de la iglesia ni si cada uno de los aspectos de esta progresa sin contratiempos. Así mismo, no se preocupan por conocer en qué parte de la obra hay un problema, qué sección de ella sigue siendo débil, en qué segmento aún no se ha pensado ni en qué parte el trabajo no se está haciendo de manera correcta. Tampoco preguntan al respecto. Nunca se interesan por estas cosas; jamás hacen ese trabajo concreto. No realizan un seguimiento meticuloso de ninguno de los aspectos de la obra como, por ejemplo, la traducción, la edición de vídeos, la producción de películas, la redacción de textos, la difusión del evangelio y otros similares. En tanto no involucre su fama, ganancia o estatus, es como si el asunto no tuviese nada que ver con ellos. Entonces, ¿qué es lo único que hacen? Simplemente se encargan de algunos asuntos generales, del trabajo superficial que la gente ve y al que esta le presta atención. Terminan con eso, lo sacan a relucir como una de sus credenciales y comienzan a disfrutar de los beneficios de su estatus. ¿Les importa a los anticristos la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios? No. Solo les importan su reputación y su estatus, los asuntos en los que pueden destacarse y lograr que la gente los aprecie y los venere. Así que, sin importar los problemas que surjan en la obra de la iglesia, no se preocupan por ellos ni preguntan al respecto; independientemente de lo grave que sea un problema, de lo grande que sea la pérdida que genere a los intereses de la casa de Dios, no sienten que sea un problema. Decidme, ¿acaso tienen corazón? ¿Son personas leales? ¿Aman y aceptan la verdad? Esto plantea un signo de interrogación. Bueno, ¿qué deben hacer todo el día para que la obra de la iglesia sea un desastre? Para demostrar que no tienen la más mínima consideración por las intenciones de Dios, con esto es suficiente. No hacen el trabajo esencial que Dios les ha encomendado, sino que se mantienen ocupados exclusivamente con asuntos superficiales y corrientes, para que las demás personas crean que están trabajando; muestran que dedican su tiempo a cumplir con un deber para que la gente vea que tienen fervor y fe, lo que pone una venda en los ojos de algunas personas, pero no trabajan en ningún aspecto de la obra esencial de la iglesia; no se ocupan de ningún trabajo que implique regar y proveer la verdad. Nunca usan la verdad para resolver problemas, solo se encargan de algunos asuntos generales y hacen una pequeña parte del trabajo que los hace quedar bien. En lo que respecta a la obra esencial de la iglesia, son superficiales e irresponsables, no tienen el menor sentido de la responsabilidad. Nunca buscan la verdad para resolver los problemas, independientemente de cuántos surjan, y realizan sus deberes por inercia. Tras haber llevado a cabo algunos asuntos superficiales y generales, creen que han hecho un trabajo real. Mientras los anticristos cumplen sus deberes, hacen maldades de manera descontrolada y actúan de manera arbitraria y autoritaria. Hacen un desastre de la obra de la iglesia y la arruinan por completo. Ningún aspecto de la obra se hace a un nivel adecuado y sin errores; ninguna faceta de la obra se realiza de manera adecuada sin que lo Alto tenga que intervenir, haga preguntas acerca de ella y la supervise. Aun así, tras haber sido reemplazados, algunos continúan quejándose y mostrando su descontento en gran medida; elaboran argumentos ilusorios para justificarse, y les endilgan la responsabilidad a los líderes y obreros de niveles superiores. ¿No es eso absolutamente inadmisible? Cuando no ha sucedido nada, es imposible ver la verdadera actitud de una persona hacia la verdad, pero esta se revela una vez que a la persona se la poda y se la reemplaza. Quienes aceptan la verdad son capaces de aceptarla en cualquier circunstancia. Si se equivocan, pueden admitir su error; pueden afrontar los hechos y aceptar la verdad. Las personas que no aman la verdad no admiten estar equivocadas, aunque su error haya quedado en evidencia, ni mucho menos aceptan que la casa de Dios se encargue de ellas. ¿Y qué es posible que algunas incluso utilicen a modo de justificación? Dicen: “Mi intención era hacer el bien, solo que no lo hice. No se me puede culpar por haber actuado mal. Tenía buenas intenciones, y sufrí, pagué el precio y me esforcé. Hacer algo de manera incorrecta, ¡no es lo mismo que hacer el mal!”. ¿Es correcto utilizar esta justificación, esta excusa, para negarse a aceptar que la casa de Dios se encargue? Cualesquiera sean las justificaciones y excusas que use una persona, no podrán ocultar su actitud hacia la verdad y hacia Dios. Esto está relacionado con su esencia-naturaleza y es un fiel reflejo de ella. Ya sea que algo haya sucedido o no, tu actitud hacia la verdad representa tu esencia-naturaleza. Es tu actitud hacia Dios. Solo basta observar la forma en la que tratas la verdad para ver la forma en la que tratas a Dios.

¿Qué abordamos recién en nuestro debate acerca del comportamiento de los anticristos con respecto al control de la gente? (Que a los anticristos solo les interesa controlar a las personas). Así es. Las personas que son particularmente arrogantes y que tienen un amor especial por el estatus tienen un marcado “interés” en controlar a la gente. Ese “interés” no es positivo; es un deseo y una ambición, es negativo y es peyorativo. ¿Por qué estarían interesadas en controlar a la gente? Desde una perspectiva objetiva, es su naturaleza, pero hay otro motivo: la gente que quiere controlar a otras personas tiene una pasión y un afecto especiales por el estatus, la fama, la ganancia, la vanidad y el poder. ¿Puedo expresarlo de esa manera? (Sí). Y esa pasión y ese afecto especiales, ¿no son similares a los de Satanás? ¿No es esa la esencia de Satanás? Satanás se pasa todo el día pensando en cómo desorientar y controlar a las personas; todos los días les inculca ideas y puntos de vista falaces, ya sea mediante el adoctrinamiento y la educación o a través de la cultura tradicional o la ciencia, un nivel elevado de conocimiento y la enseñanza y, cuanto más les inculca estas cosas, ellas más lo adoran. ¿Con qué objetivo inculca estas cosas en la gente? Una vez que lo ha hecho, las personas tienen las ideas, las filosofías y el modo de vida de Satanás. Esto equivale a que eche raíces en sus corazones. Ellas viven bajo sus reglas y su vida será la de Satanás, la vida de los diablos. ¿No es así? ¿No es esta también la naturaleza de los anticristos al controlar a las personas? Quieren convertir a todos los demás en personas parecidas a ellos; quieren lograr que todos vivan para ellos, que estén a su disposición y hagan cosas por ellos. Y todo debe estar bajo su control: los pensamientos y las expresiones de las personas, el estilo de su discurso, sus ideas y puntos de vista, y la perspectiva y la actitud que adoptan para actuar, incluso su actitud hacia Dios, su fe y su voluntad y ambición de realizar sus deberes; deben controlarlo todo. ¿Hasta qué punto llega ese control? Primero le lavan el cerebro a la gente y la adoctrinan y, a continuación, hacen que todos imiten aquello que ellos hacen. Se convierten en el “padrino”. Para lograr que la gente sea así, los anticristos utilizan muchos métodos, tales como la desorientación, el adoctrinamiento, la intimidación, ¿qué más? (Los ataques psicológicos). Eso forma parte de la desorientación. ¿Qué más? (La coerción y el soborno). ¿Cómo sobornan a las personas? Algunas personas hacen maldades de manera descontrolada mientras realizan sus deberes en la casa de Dios. ¿Pueden los anticristos ver esto con claridad? Lo tienen muy claro. ¿Se encargan de ello, entonces? No. ¿Por qué no lo hacen? Desean usar estos asuntos para sobornarlas. Les dicen: “Te he hecho un favor al no encargarme de ti. Debes agradecérmelo. Te he visto haciendo algo malo, pero no te he reportado ni me he encargado de ti. He sido indulgente. ¿No me debes gratitud a partir de ahora?”. Así, esas personas se sienten agradecidas y los consideran sus benefactores. Entonces, los anticristos y ellas son como cerdos revolcándose en el mismo chiquero. Mientras están en el poder, los anticristos pueden sobornar a ese tipo de personas que hacen el mal, que perjudican los intereses de la casa de Dios, que emiten juicios sobre Él y socavan la obra de Su casa en privado. Este es el tipo de pandilla de malvados a la que protegen los anticristos. ¿No es esta una clase de control? (Lo es). El hecho es que los anticristos saben, en el fondo de su corazón, que esas personas no son las que protegen los intereses de la casa de Dios. Todos ellos lo saben —hay un acuerdo tácito—, y, por lo tanto, trabajan codo a codo. Dicen: “Somos como dos gotas de agua. No tienes en cuenta los intereses de la casa de dios. Tú embaucas a dios y yo también; tú no persigues la verdad y yo tampoco”. A ese tipo de gente sobornan los anticristos. ¿No significa esto sobornarlos? (Lo es). No tienen reparos en permitir que los intereses de la casa de Dios se vean afectados. Aprueban, en detrimento de los intereses de la casa de Dios, que estas personas hagan maldades de forma descontrolada y que vivan a expensas de ella. Es como si ellos las mantuvieran, y estas personas, de manera inconsciente, les estuvieran agradecidas. Cuando llega el momento en que la casa de Dios se encarga de estas personas malvadas, ¿qué opinan de los anticristos? Se dicen a sí mismas: “¡Ay, no! Ya lo han despedido. Si no fuera así, podríamos haberlo pasado bien un tiempo más; nadie era capaz de encargarse de mí cuando él me cubría”. ¡Aún les tienen cariño! Es evidente que todos estos actos de los anticristos son trastornos y perturbaciones, cosas que desorientan a las personas, acciones malvadas que están en contra de Dios. Y cualquier persona que no ame la verdad no odiará estas acciones malvadas e incluso las cubrirá. Por ejemplo, había cierto líder que protegía a los anticristos. Lo Alto le preguntó si alguien en la iglesia causaba trastornos y perturbaciones o hacía maldades de manera descontrolada, o si había algún anticristo que desorientara a las personas. El líder dijo: “Vale, preguntaré por ahí. Deja que lo averigüe por ti”. ¿No era eso parte de su trabajo? Usando ese tono —“Deja que lo averigüe por ti”—, evadió a lo Alto, que después no volvió a escuchar hablar del tema. El líder no averiguó, ¡no quería ofender a aquellas personas! Cuando lo Alto volvió a preguntarle “¿Has averiguado algo?”, dijo: “Sí. No hay ninguno”. ¿Era cierto? Él era el anticristo más grande de todos, el principal culpable de perturbar la obra de la iglesia y de perjudicar los intereses de la casa de Dios. Él mismo era un anticristo, ¿qué había ahí que él debiera averiguar? Con él allí, nadie podía comprobar ninguna cosa mala que la gente que estaba a su cargo hiciera, ni ningún trastorno o perturbación que causaran. Él impedía que lo hicieran. Por lógica, en esas circunstancias, ¿no había separado de Dios a las personas a su cargo? Sí. Y, tras haberlas separado de Él, ¿a quién le hacían caso esas personas? ¿No le hacían caso a él? Entonces, se convirtió en el bravucón del pueblo, en el líder de los bandidos, en el tirano local. Consiguió tener a todas esas personas bajo su control. ¿Qué método usó? Engañó a lo Alto y timó a sus subordinados. A ellos, los sobornó y les dijo palabras agradables y, en el caso de lo Alto, recurrió al engaño e impidió que supiera lo que estaba sucediendo abajo. No le mencionó nada de ello y también creó una fachada. ¿Qué fachada creó? Le dijo a lo Alto: “Todos los hermanos y las hermanas reportan que en nuestra iglesia hay una persona increíblemente malévola, incapaz de realizar cualquier deber y cuya humanidad es escasa. ¿Qué opinas? ¿Puedo encargarme de ella?”. Al oírlo, las manifestaciones de dicha persona dejaron en claro que se trataba de alguien malvado de quien era preciso encargarse. Entonces, lo Alto dijo: “En ese caso, puedes hacerlo. ¿Ya os habéis encargado de ella?”. “Lo hicimos el mes pasado y la echamos”, dijo él. ¿Ocurrió todo en realidad como él lo contó? ¿Qué se descubrió acerca de lo que en realidad estaba sucediendo tras una indagación más detallada? Que esa persona no se llevaba bien con él. Y la razón por la que no se llevaban bien era que este líder no hacía un trabajo real y siempre armaba bandas y grupillos entre los hermanos y hermanas; daba muestras de ser un anticristo, y esa persona pudo discernirlo, y reportó y puso al descubierto dichos problemas. Tan pronto como lo hizo, los subordinados del líder adjunto la descubrieron y él, por consiguiente, la castigó y la echó. Este anticristo hizo un buen trabajo al lograr que todos los que estaban a su cargo se alzaran contra ella y la rechazaran. Finalmente, él se encargó de ella y la echó, tras lo cual informó a lo Alto la “buena noticia”. De hecho, eso no era lo que en realidad estaba sucediendo. ¿Ocurren estas cosas en la iglesia? Sí. Estos anticristos aplastan a los hermanos y a las hermanas, a quienes pueden discernirlos y dar a conocer sus problemas, así como a quienes pueden descubrir su esencia-naturaleza. Incluso anteponen las quejas contra sus víctimas, en las que informan a lo Alto de que son ellas las que están causando perturbaciones. ¿Quiénes son los que están causando perturbaciones en realidad? Son los anticristos quienes perturban y controlan a la iglesia.

¿Cuáles son las técnicas de los anticristos para lograr que la gente los obedezca? Una de ellas es utilizar diversos medios para controlarte, para ejercer el control sobre tus pensamientos, tus métodos, la senda que transitas, e incluso utilizan el poder que ejercen para controlar el deber que realizas. Si te acercas a ellos, te darán un deber sencillo que te permita destacarte; si siempre los desobedeces, señalas sus defectos y pones al descubierto el problema de su corrupción, dispondrán que hagas un trabajo que a la gente no le guste; por ejemplo, pondrán a una hermana joven a hacer un trabajo sucio y cansador. Determinan trabajos fáciles y en un entorno limpio para todo aquel que se acerque a ellos, los adule y les diga siempre lo que quieren oír. Así es como los anticristos tratan a las personas y las controlan. Es decir, a la hora de ejercer el poder sobre el personal y los traslados, la distribución de las tareas depende exclusivamente de ellos; son los únicos a cargo. ¿Es esto solo una especie de ambición y deseo? No, no lo es. ¿No se corresponde esto de manera exacta con el punto ocho de las manifestaciones de los anticristos: “Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios”? ¿Qué quiere decir “Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios”? ¿Qué tiene de malo esta manifestación? ¿En qué sentido es incorrecta? En que aquello a lo que quieren que la gente se someta no se corresponde bajo ningún aspecto con la verdad. No está de acuerdo con los principios-verdad. Va totalmente en contra de los intereses de la casa de Dios y de Sus intenciones; ni una pizca de ello protege los intereses de la casa de Dios y nada de ello concuerda con la verdad. Aquello a lo que quieren que la gente se someta no es otra cosa que sus ambiciones, deseos, preferencias, intereses y nociones. ¿No es esta la esencia del problema? Esta es una de las formas en que se manifiesta la esencia de los anticristos. ¿No se acerca esto al meollo del asunto? Esta forma de actuar de los anticristos debería ser fácil de discernir. Hay algunos líderes y obreros que postulan puntos de vista adecuados y correctos y, a pesar de que algunas personas no están convencidas y no pueden aceptarlos, esos líderes son capaces de insistir en implementarlos y ponerlos en práctica. ¿Cuál es la diferencia entre este comportamiento y el de los anticristos? Ambos parecen similares a simple vista, pero existe una diferencia en su esencia. Lo que hacen los anticristos es ir en contra de la verdad y de los principios de la obra de la casa de Dios de manera intencional y, con el pretexto de que están cumpliendo un deber para la casa de Dios y sometiéndose a la verdad, logran que la gente haga aquello que ellos dicen. Esto está mal a un nivel absurdo y atroz. Algunos líderes y obreros defienden puntos de vista correctos. Aquello que se ajusta a los principios-verdad debe ser defendido; eso no es ser arrogante ni sentencioso ni implica limitar a las personas, es defender la verdad. Ambos comportamientos parecen similares por fuera, pero sus esencias son diferentes. Uno defiende los principios-verdad y el otro defiende puntos de vista erróneos. Todos los actos de los anticristos vulneran la verdad, son hostiles a ella y están motivados enteramente por sus ambiciones y deseos personales. De ahí que los anticristos quieran que la gente se someta solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. Ese es el meollo de este punto. Lo que discutimos hace un momento es un hecho comprobado. ¿A qué hacen referencia aquí los deseos y las ambiciones? Se refieren a algunas personas que no hacen las cosas obvias que haría un anticristo, pero que de todas formas tienen estas tendencias. Presentan estas tendencias y manifestaciones, lo que significa que tienen esos deseos y ambiciones. Independientemente del grupo en el que se encuentren, siempre desean darle órdenes a la gente como un funcionario: “¡Tú, ve a cocinar!”. “¡Tú, ve a avisar a fulano!”. “Esforzaos en vuestro deber y demostrad más lealtad, ¡dios está observando!”. ¿Es necesario que digan esas cosas? ¿Qué tipo de tono es ese? ¿Quiénes son ellos para estar siempre comportándose como señores y amos? No son nada, sin embargo, se atreven a decir cosas como esas. ¿No carece esto de razón? Algunos pueden decir: “Son idiotas”. Pero no se trata de idiotas comunes y corrientes, son especiales. ¿En qué? Cuando discuten o deliberan sobre un asunto con alguien, ya sea que estén en lo correcto o no, siempre deben salir ganando; tengan razón o no, deben tener la última palabra, llevar la batuta y tomar las decisiones. Independientemente de cuál sea su estatus, ansían tomar las decisiones. Si otra persona se impone al expresar una opinión correcta, se enojan, abandonan su puesto, dejan de hacer su trabajo y renuncian. Dicen: “Podéis decir lo que queráis; de todos modos, ¡no parece que hicierais lo que yo digo!”. ¿No tienen esa ambición y ese deseo? ¿Cuáles son las consecuencias de que personas como esas sean señores y amos, de que estén a cargo, de que se conviertan en líderes? Se convierten en anticristos comunes. ¿Tenéis vosotros ese tipo de manifestaciones? ¡No sería nada bueno! ¿No significaría una gran calamidad que un creyente, en lugar de ganar la verdad, se convirtiese en un anticristo?

¿Qué opinan los no creyentes de la gente? Cuando se encuentran con una persona, se fijan primero en su apariencia y su ropa; cuando oyen a otros hablar, siempre quieren ver si están dotados de conocimiento. Si descubren que tu apariencia y tu ropa no son gran cosa y que no eres muy instruido ni culto, te menosprecian, y cuando hablan contigo quieren llevar la delantera. Yo digo: “Si quieres discutir, adelante, habla tú”. Me muerdo la lengua, le cedo la palabra. La mayoría de las personas en la casa de Dios Me escucha, vaya adonde vaya. Así que busco oportunidades de oír hablar a otros, de dejar que sean ellos quienes hablen más; intento permitir que todos se expresen desde el corazón y que hablen de sus dificultades internas y de sus conocimientos. Mientras escucho, puedo oír algunas divergencias. Puedo oír algunos de sus problemas y defectos, qué contratiempos han surgido con la senda que transitan, qué área de la obra de la iglesia no se está realizando de manera adecuada, qué problemas en ella aún no han sido solucionados y si es necesario resolverlos. Me concentro en tratar de encontrar esas cosas al escucharlos. Si estamos debatiendo alguna cuestión, por ejemplo, si Yo digo que un vaso es de papel y tú insistes en decir que es de plástico, diré: “Está bien. Tienes razón”. No discutiré contigo. Algunas personas piensan: “Si tienes razón, ¿por qué no discutes?”. Depende del asunto. Si es algo que se refiere a la verdad, es apropiado que Me hagáis caso; si se trata de un asunto externo, sin importar lo que digáis, no me involucraré; tales cosas no tienen nada que ver conmigo. No sirve de nada discutir sobre ese tipo de cosas. Hay algunas personas que polemizan sobre ciertas cuestiones referidas a los estados. A ellas les digo: “A Mi manera de entender, eso es así”. Remarco “a mi manera de entender” al principio; en eso hay un poco de autoconocimiento. Presento un hecho que me es familiar para ilustrar el asunto, y digo: “La situación es así ahora, pero en caso de que existan algunas circunstancias en particular, Yo no las conozco”. Eso es todo lo que puedo hacer para evaluar el asunto con ese hecho, pero no presumo lo mucho que sé. Solo me limito a darles un poco de información como referencia; no intento colocarme en una posición más elevada que la de ellas y aplastarlas para demostrarles lo brillante que soy, que lo sé todo y que ellas no saben nada. Esa no es Mi perspectiva. Cuando converso con algunas personas y menciono un dato que ellas no conocen, dicen: “Te pasas el día entero encerrado, ¿qué sabes tú?”. Ellas no conocen esa información, pero de todas formas quieren discutir y pelear conmigo respecto a ella. Yo digo: “Es verdad, Yo no salgo, pero sí sé esto. Solo te hablo acerca de ella, eso es todo. Puedes creerlo o no”. ¿Qué de eso se puede discutir? Discutir sobre esa clase de cosas es un carácter. Algunas personas, cuando se trata de asuntos externos, incluso quieren competir por la superioridad, y dicen: “¿Cómo te enteraste de esto? ¿Por qué yo no lo sé? ¿Por qué tú puedes hablar de ello en detalle y yo no?”. Yo digo, por ejemplo: “En los años que llevo aquí he descubierto algo peculiar acerca del clima: es bastante húmedo”. Esta es una observación a la que he llegado después de permanecer en este lugar durante mucho tiempo; es un hecho. Sin embargo, algunas personas lo oyen y dicen: “¿Es así realmente? ¿Cómo es que no he sentido la humedad, entonces?”. Que no hayas percibido la humedad no quiere decir que no sea húmedo. No puedes guiarte solo por lo que percibes, debes tener en cuenta los datos. Los pronósticos diarios dan muchos detalles; una vez que has visto una buena cantidad de ellos sabes que, de hecho, este es un lugar húmedo. No es algo que simplemente me he imaginado, y no estoy hablando a partir de una sensación. ¿Por qué? En la base de las paredes que se encuentran a la sombra siempre hay musgo durante todo el año. En la primavera hay lugares por donde ni siquiera me atrevería a caminar de tan resbaladizos que son. Esta observación nació de haber atravesado estas cosas, de haberlas experimentado, de verlas con Mis propios ojos y sentirlas personalmente. Hablar de esta manera no es contradecir los hechos, ¿verdad? Pero hay personas que Me desafían respecto a estas cosas cuando hablan conmigo; Yo digo que este es un lugar húmedo y ellos dicen que no lo es. ¿No son personas atolondradas? (Lo son). Hay enunciados que se hacen en función de la realidad, porque nacen de la experiencia, y no se figuran de la nada. ¿Por qué digo que no son figuraciones? Porque presentan los detalles con claridad, de manera minuciosa y sistemática, y cuando una persona ve y experimenta lo que describen dichos enunciados, esto coincide exactamente con lo que se dijo. Entonces, ¿no son precisos esos enunciados? (Sí). Sin embargo, incluso ante estos enunciados precisos, hay algunas personas que siempre son conflictivas y discuten conmigo de esa manera. ¿Qué es lo que defienden? ¿Acaso es esto una lucha a muerte? ¿Están peleando por sus vidas? No es eso por lo que pelean, solo quieren competir para ver quién sabe más. Simplemente, les gusta discutir; eso es un carácter. ¿Cómo creéis que se debería tratar a esas personas? ¿Es necesario que las dejéis en evidencia y que discutáis con ellas hasta quedar rojos de ira? (No). No sirve de nada discutir con gente tan ignorante. Es rebajarse. Solo dejadlos ser. ¿No bastará con eso? ¿Qué sentido tiene discutir con personas así de ignorantes e imprudentes? Si hay una discusión o un debate porque alguien no comprende un asunto que afecta la verdad, está bien; pero ¿no es una muestra de ignorancia discutir sobre estos asuntos externos? El carácter de los anticristos implica, principalmente, no aceptar la verdad, ser arrogantes y sentenciosos, sentir aversión por la verdad. Los anticristos incluso no aceptan ninguna palabra correcta, ni observaciones y enunciados que se condicen con los hechos; los investigarán y discutirán y pelearán contigo con respecto a ellos, y ni que hablar de la verdad. ¿No es eso un carácter? (Sí). ¿Qué carácter es? Arrogancia. Lo que quieren decir es: “Tú solo entiendes una parte de la verdad, ¿no es así? No comprendes los asuntos externos, así que, ¡harías bien en escucharme a mí hablar de ellos! No hables de más, eso me hace enojar mucho. A ti no te corresponde gestionar estos asuntos externos. Cuando se trate de tus responsabilidades, de hablar de la verdad, te escucharé, pero deja de hablar de estas cuestiones externas. ¡¿Por qué no te callas?! Tú nunca te has enfrentado a estas cosas, así que ¿qué sabes? ¡Debes escucharme a mí!”. En todo quieren que la gente los escuche a ellos. Desean conquistar a todos sin siquiera analizar quiénes son. ¿Qué carácter es ese? ¿Posee un mínimo de razón? (No).

Decidme, ¿es fácil o difícil llevarse bien conmigo? (Fácil). ¿Cómo lo sabéis? ¿Por qué decís que es fácil? Os lo diré y podréis ver si Mi explicación de Mí mismo es correcta y precisa. Primero, Mi racionalidad es normal. ¿Cómo se puede explicar esa normalidad? Quiere decir que tengo estándares precisos y una perspectiva precisa con respecto a todos los asuntos. En ese sentido, ¿no son todos Mis puntos de vista y Mis afirmaciones sobre cada clase de cosa y Mi actitud hacia cada tipo de cosa, normales? (Sí). Son normales o, al menos, se ajustan a los estándares de la humanidad normal. Segundo, la verdad me mantiene a raya. Esas son dos cosas que posee, como mínimo, la racionalidad normal. Y hay un aspecto más que hay que tener en cuenta: la razón por la que podéis ver que es fácil llevarse bien conmigo es que Yo tengo la medida correcta y conozco los estándares para cada tipo de persona. Tengo la medida correcta, así como formas y medios que rigen mi manera de tratar a los líderes y a los hermanos y hermanas corrientes, de tratar a los ancianos y a los jóvenes, de tratar a las personas arrogantes que tienden a presumir, de tratar a aquellos que tienen entendimiento espiritual y a quienes carecen de él, etcétera, para cada tipo de persona. ¿En qué consisten, principalmente, esta medida correcta y estas formas y medios? En estar de acuerdo con los principios-verdad, no hacer las cosas de manera aleatoria. Pongamos, por ejemplo, que Yo te valorara por ser un estudiante universitario o que te desdeñara por ser un campesino. Esos no son los principios. Entonces, ¿cómo entiendo esos principios? Observo el calibre y la humanidad de una persona, el deber que realiza, su fe en Dios y su actitud hacia la verdad. Valoro a las personas basándome en una combinación de esos diversos aspectos. No obstante, hay otra razón por la que me veis como alguien con quien es fácil llevarse bien, y es algo sobre lo que muchas personas quizás tienen nociones y son incapaces de aceptar. Piensan: “Tú tienes estatus, sin embargo, ¿por qué no pareces alguien con estatus? No lo reafirmas, no eres petulante. Las personas, en su mente, creen que deben admirarte, pero ¿por qué cuando te ven, les resulta más adecuado considerarte del mismo nivel o incluso inferior?”. Y así, piensan que es fácil llevarse bien conmigo y se relajan. ¿No es así? Así es como sucede. En consecuencia, creen que no soy alguien a quien temer y que es genial llevarse bien conmigo de esta manera. Decidme, si Yo os reprimiera a cada paso y os podara sin razón y os reprendiera y sermoneara todo el día con el rostro sombrío, ¿las cosas no serían diferentes? Pensaríais: “¡Es tan difícil llevarse bien contigo con Tu personalidad excéntrica y Tus cambios de humor!”. En ese caso, no sería fácil llevarse bien conmigo. Es precisamente porque os parezco normal en todos Mis aspectos —en Mi personalidad, en Mis placeres y enojos, en Mis tristezas y alegrías—, y porque en vuestra imaginación las personas que tienen prestigio y estatus elevado deben ser elevadas, sin embargo, el Yo que veis ahora es de lo más común, que bajáis la guardia y sentís que es fácil llevarse bien conmigo. Es precisamente por eso. Además, ¿os parece que utilizo una jerga burocrática cuando hablo? (No). No lo hago. Cuando se trata de cosas que no entendéis, os ayudo tanto como puedo en todo lo que puedo y rara vez os ridiculizo. ¿Por qué sí lo hago muy de cuando en cuando? Hay ocasiones en que me siento muy exasperado y no puedo evitar decir unas pocas palabras que os ridiculizan, pero también debo tener en cuenta que podéis llegar a debilitaros y por eso os hablo de esta manera lo menos posible. En cambio, soy tolerante, indulgente y paciente. Os ayudo todo lo que puedo, donde puedo, y os enseño cuanto puedo sobre lo que puedo. Eso es lo que hago en la mayoría de las circunstancias. ¿Por qué? Porque la mayor parte de la gente es muy deficiente cuando se trata de dar testimonio de Dios y de comprender la verdad, pero lo sabe todo de temas como comer, beber y celebrar, ropa y maquillaje, juegos o cualquier otro asunto mundano. Por otro lado, sobre asuntos que implican la verdad y creer en Dios, es ignorante; cuando se trata de dar testimonio de Dios y de usar sus habilidades profesionales, sus fortalezas y sus dones para trabajar un poco en testimoniar por Él, para producir obras que den testimonio de Él, no tiene nada que decir. ¿Qué debo hacer Yo al ver semejante situación? Debo enseñaros, instruiros poco a poco y formaros lo mejor que puedo. Selecciono las cosas que comprendo, que sé y que puedo hacer y os las enseño, una y otra vez, hasta que una obra está completa. Os enseño todo lo que puedo, tanto como puedo. Y en cuanto a las cosas que no puedo enseñar o que no se pueden aprender, entenderéis lo que sea que entendáis de ellas. Dejemos que esas cosas sigan su curso natural, no os forzaré a comprenderlas. A fin de cuentas, hay quienes dicen: “Los que comprendemos una profesión hemos cedido ante un profano. Nosotros, que comprendemos esta profesión, no hemos sido capaces de lograr que se haga nada y esta persona que no sabe nada de la profesión siempre nos tiene que estar enseñando. ¡Es tan humillante!”. No es humillante. Toda la especie humana se queda en blanco a la hora de dar testimonio de Dios como creyentes. Si la gente naciera con la capacidad de dar testimonio de Dios, ¡nadie se opondría a Él! Como las personas son de la índole de Satanás y tienen una esencia-naturaleza hostil hacia Dios no son capaces de hacer cosas que impliquen la verdad ni dar testimonio de Él. Así que, ¿qué deben hacer las personas, entonces? Siempre y cuando dediquen el mayor esfuerzo posible para hacer lo que puedan, será suficiente. Si tengo la energía para ofrecer ayuda y enseñaros, os ayudo. Si no la tengo o estoy ocupado con otras cosas y no puedo sacar un hueco, entonces haced lo que podáis. Eso concuerda con los principios, ¿no es así? Solo puede ser de esa manera. No os obligo a ir más allá de vuestras capacidades. No sirve de nada; no se puede hacer. Al final, la gente piensa: “Es bastante fácil llevarse bien contigo, y Tus requisitos son fáciles de cumplir. Dinos qué hacer y haremos lo que nos digas”. Puede que algunas personas sean podadas de vez en cuando. La mayoría sale bien parada, con la comprensión correcta. Unas pocas dejan su trabajo y otras provocan perturbaciones en secreto, no se esfuerzan por cumplir su deber y no hacen trabajo real. Esas personas son reemplazadas. Si no estás dispuesto a hacer el trabajo, entonces deja el lugar a otro. ¿Por qué debe ser tú a quien se use para hacerlo? Te reemplazaremos, es así de simple. Fácil, ¿no? Si, en el futuro, esas personas se arrepienten, cambian y hacen bien su trabajo, se les dará otra oportunidad; si siguen causando trastornos y perturbaciones de la misma manera, jamás se las volverá a usar. Me convendrá usar a alguien obediente. ¿Qué sentido tiene enredarse con ese tipo de personas todo el tiempo? ¿Verdad? Sería difícil para ellos y agotador para Mí. Hay principios para Mi manera de manejar estas cosas y también hay principios para la forma en que me llevo bien con otros. Otra razón por la que es fácil llevarse bien conmigo es que, al relacionarme con las personas, nunca les pido cosas que sean demasiado exigentes para ellas. Haz lo que puedas, y las cosas que no puedas hacer Yo te las explicaré en detalle, una por una. Lo que puedas, hazlo de todo corazón; si no lo haces con todo tu corazón, no te obligaré a ello. Y con respecto al resto, o sea, a tu manera de creer en Dios, eso es asunto tuyo. Si no obtienes ninguna ganancia al final, serás el único culpable. ¿Qué pensáis de Mis principios para tratar a las personas? ¿Creéis que son un poco indulgentes? Ese no es el caso, para nada. La manera en que manejo el tema está totalmente de acuerdo con los principios. ¿Con qué principios? Escuchadme y entenderéis.

Yo, Dios encarnado, obro dentro de la humanidad; ¿puedo reemplazar por completo al Espíritu Santo o al Espíritu de Dios en la realización de la obra? No. Así que no trato de exceder Mis límites diciendo que me gustaría reemplazar a Dios en el cielo y hacer todo Su trabajo. Eso sería magnificarme y no soy capaz de ello. Soy una persona corriente. Lo que puedo hacer, lo hago. Hago bien lo que puedo hacer, lo hago hasta completarlo y lo hago correctamente. Pongo todo Mi corazón y Mi fuerza en ello. Eso es suficiente, ese es el trabajo que me corresponde. Sin embargo, si no pudiera entenderlo y me resistiera ante este hecho y no lo reconociese, sino que siempre quisiera aparentar ser grande, siempre intentara brillar, siempre tratara de presumir unas habilidades increíbles, ¿eso estaría de acuerdo con los principios? No. ¿Creéis que entiendo este asunto? ¡Lo entiendo demasiado bien! El alcance de lo que la carne de Dios puede decir y de la obra que puede hacer es el alcance de la obra que Él lleva a cabo en la carne. Más allá de ese alcance, la experiencia privada que cada persona tenga de la disciplina y la poda por parte de Dios, el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo e incluso las visiones que Dios otorga y a quiénes perfecciona y a quiénes descarta, y qué opinión y actitud tiene Él con respecto a todas las personas, todas esas cosas son asunto de Dios. Si os relacionáis conmigo de manera cercana, Yo también puedo ver estas cosas, pero independientemente de cómo mire, ¿cuánto puedo ver de ellas? La cantidad de personas que puedo ver tiene un límite y también la cantidad de personas con las que me relaciono; ¿cómo podrían estar incluidas todas y cada una de las personas? Eso sería imposible. ¿No deberíais tener claro este tema? Decidme, ¿soy claro sobre este asunto? Lo soy. Esto es lo que debería hacer una persona normal. Yo no pienso en cosas que no sean las que debo hacer. ¿La gente puede hacer eso? No; no tiene esa racionalidad. Hay quienes Me preguntan: “¿No estás siempre observando en secreto? ¿No estás siempre indagando sobre quién está haciendo qué y qué cosas malas dicen de Ti en privado o quién está emitiendo juicios sobre Ti para sus adentros e investigándote?”. Seré honesto contigo: jamás he indagado en esas cosas. ¿Quién se ocupa de esos asuntos? El Espíritu de Dios. Dios lo escruta todo; Él escruta todo en la tierra y escruta los corazones de las personas. Si no crees en el escrutinio de Dios, ¿no es anormal tu razón? (Sí). Entonces no eres alguien que realmente cree en Dios, estás adoptando la posición equivocada y ha ocurrido un gran problema. Te exijo que creas en Dios, y creo en esto de manera absoluta. Así que Mis palabras y obras se construyen sobre esa base: no hago cosas que excedan Mis límites; no hago cosas que estén más allá del alcance de Mis habilidades. ¿No es eso un carácter? (Sí). Algunas personas no lo ven así; piensan que tengo esta identidad, este estatus y este poder y, por eso, se preguntan por qué no actúo de esa manera. Creen que necesito comprender y captar más cosas para que parezca que tengo más prestigio, mayor estatus, más habilidades y más autoridad. La autoridad y las habilidades que Dios me da, eso es lo que poseo. No son cosas por las que Yo luche ni cosas que arrebate. La autoridad de Dios, Sus habilidades y Su omnipotencia no son cosas que la carne insignificante pueda representar. Si no tienes claro eso, entonces algo anda mal con tu razón. Si no puedes entender el fondo de este asunto después de muchos años de creer en Dios, es que eres demasiado necio e ignorante. Hay muchas cosas sobre las que no pregunto, pero ¿no las sé en Mi corazón? (Sí). ¿Qué sé? ¿Conozco los nombres de todos? ¿Sé cuántos años lleva creyendo en Dios cada persona? No necesito saber esas cosas. Es suficiente con que conozca los estados de cada uno, lo que le falta a cada uno, el nivel de entrada en la vida que ha ganado y qué verdades debe oír, con qué verdades se lo debe regar y de cuáles se lo debe proveer. Con saber esas cosas basta. ¿No es eso lo que me corresponde? Saber lo que me corresponde, lo que debo decir y las obras que debo hacer, ¿no es racionalidad? (Sí). ¿Cómo surge esa racionalidad? Si Dios encarnado no tuviese siquiera esta racionalidad, si ni siquiera tuviera ese criterio para medir todas las cosas y los acontecimientos, entonces ¿de qué verdad podría hablar? Si Dios encarnado peleara con el Espíritu de Dios y compitiera con Él por el estatus, ¿no habría salido algo mal? ¿No sería incorrecto? ¿Podrían ser las cosas de esa manera? No; eso es algo que jamás podría ocurrir.

Algunas personas están constantemente preocupadas y dicen: “¿Tú siempre indagas sobre nosotros y nos investigas en secreto? ¿Dios siempre está tratando de evaluar lo que pensamos de Él y la opinión que tenemos de Él en nuestro corazón?”. Yo no pienso en esas cosas. ¡Son superfluas! ¿De qué sirve pensar en ello? Todo eso está bajo el escrutinio de Dios. Las acciones del Espíritu de Dios tienen un alcance determinado, y las de Dios encarnado mucho más. Dios encarnado es Dios, Él es la salida y la expresión de la verdad, y la obra que Él hace en esta etapa es representativa de esta etapa y no de la última. Dios encarnado solo puede hacer la obra que corresponde a este período y a este alcance. ¿Puede esta obra ser representativa de la próxima etapa, entonces? Bueno, no sabemos lo que pasará en el futuro. Eso es asunto de Dios. Yo no abarco tanto. Hago lo que me corresponde hacer a Mí; hago las cosas que debo y puedo hacer. Nunca excedo Mis límites ni digo: “¡Soy todopoderoso! ¡Soy grande!”. Ese es el Espíritu de Dios; Dios encarnado solo representa una expresión y una salida para la obra que Dios está llevando a cabo durante este período. El alcance de Su obra y qué obras debe realizar ya han sido determinados por Dios. Si tú dijeses: “Cristo encarnado es todopoderoso”, ¿sería correcto o incorrecto? Mitad correcto, mitad incorrecto. El Espíritu de Dios es todopoderoso; no se puede decir que Cristo lo sea. Deberías decir que Dios es todopoderoso. Esa es una forma oportuna y precisa de expresarlo que se ajusta a la realidad. ¿Qué racionalidad debo poseer? Todos dicen que soy Dios, Dios mismo, que soy Dios encarnado. ¿Me creo, por ello, capaz de sustituir a Dios mismo, a Su Espíritu? No podría hacerlo. Incluso si Dios me diera el poder y la capacidad, no lo conseguiría. Si Yo pudiera sustituir a Dios de esa manera, ¿no sería una especie de blasfemia intangible contra Su carácter y Su esencia? ¡La carne es muy limitada! Esa no es la forma de entenderlo; no es la perspectiva desde la que se debe abordar este tema. ¿No es cierto? (Sí). Entonces, dado que tengo estos pensamientos, estos principios para hacer las cosas y estas consideraciones al hacer cada una de ellas, a muchas personas no les parece que sea Dios; incluso hay algunas que, antes de relacionarse conmigo, albergan ciertas fantasías, figuraciones y nociones y son cuidadosas y cautelosas al actuar; pero después, en cuanto me conocen, piensan: “Es solo una persona, ¿verdad? No hay nada que temer en él”. Después de eso, se relajan, se vuelven audaces y se atreven a ir desbocadas haciendo cosas malas. ¿Cómo se llama a esas personas? Incrédulas. Si solo crees en Dios encarnado y no en el Espíritu de Dios, eres un incrédulo; y si solo crees en el Espíritu de Dios y no en Dios encarnado, también lo eres. Dios encarnado y el Espíritu de Dios son uno solo; Ellos son uno. No pelean entre Ellos, mucho menos están separados el uno del otro y aún menos son, cada uno, Su propia entidad. Ellos son uno; solo que Dios encarnado debe abordar Su obra y a Dios desde la perspectiva de la carne. Eso es lo que incumbe a la carne y no tiene nada que ver con vosotros; son los asuntos de Cristo y no tienen nada que ver con la especie humana. No puedes decir: “Así que crees que tú también eres una persona corriente. Vale, entonces somos el mismo tipo de persona; somos iguales”. ¿Está bien decir eso? Es un error. Algunas personas dicen: “Pareces alguien con quien es fácil llevarse bien, así que dejemos de lado las formalidades. Tratémonos como colegas, como amigos; seamos confidentes, trabemos amistad”. ¿Está bien eso? Esas personas no tienen entendimiento espiritual, son incrédulos. Cuanto más compartes tus sentimientos con ellas y les hablas de la verdad, los hechos y la realidad-verdad, más te desprecian. Esas personas son incrédulos. Cuanto más hablas de misterios profundos y pronuncias consignas, doctrinas y abstracciones, cuanto más reafirmas tu estatus, alardeas y presumes, más te estiman. Esos son incrédulos. Cuando ven a alguien que tiene principios y es comedido en su actuar, alguien cuyas acciones están de acuerdo con la verdad, que puede abordar las cosas positivas y negativas con límites claros y con discernimiento, cuanto más muestra esas características, más lo desprecian y menos digno de su atención lo consideran. Esos son incrédulos.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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