Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I) Parte 7
Cuando me encuentro con personas e interactúo con ellas, sin importar quiénes sean o cuánto dure la interacción, ¿alguna de ellas siente: “Él siempre está intentando controlarme, se encarga de todos los asuntos de mi casa, siempre está queriendo conquistarme”? ¡No te conquistaré! ¿De qué serviría? Lee las palabras de Dios por tu cuenta, reflexiona sobre ellas y entra en ellas lentamente. Si eres una persona que persigue la verdad, el Espíritu Santo obrará en ti y Dios te dará bendiciones y guía. Si no eres alguien que persigue la verdad, si siempre te resistes a todo lo que Yo digo y no quieres oírlo y no lo aceptas, al final, siempre quedarás en evidencia y las cosas te saldrán mal; no tendrás la dirección de Dios. ¿Por qué ocurre eso? (Dios lo escruta todo). No es solo que Dios lo escrute todo. Pasad por esto y experimentadlo por vosotros mismos. Cuando Yo digo algo, independientemente de si la gente está de acuerdo o no, de que lo acepte o no, ¿el Espíritu Santo lo apoya o no se molesta? (Lo apoya). Desde luego que el Espíritu Santo lo apoya, y no lo socavará en absoluto. Sería bueno que recordarais esto. Ya sea que la gente pueda aceptar lo que digo o no, llegará un día en que los hechos estarán a la vista, todos lo verán, y dirán: “¡Lo que dijiste fue siempre cierto! Tú lo dijiste hace tiempo, ¿cómo es que yo no tenía idea de ello?”. No importa si, en ese momento, creíste que Mis palabras surgían de Mi imaginación o de Mi mente o del conocimiento; un día, después de experimentar algunas cosas, pensarás: “¡Lo que Tú dijiste ha sido siempre la verdad!”. ¿Y cómo habrás alcanzado esa comprensión? A partir de la experiencia. Si logras llegar a ese conocimiento, ¿será por medio del análisis mental? Desde luego que no; habrás sido guiado por el Espíritu Santo, será obra de Dios. Los no creyentes se pasan toda la vida con un poco de conocimiento sobre algunas de las reglas de los cielos, la tierra y todas las cosas, pero ¿pueden ganar la verdad? (No). ¿Qué les falta, entonces? (No tienen la obra del Espíritu Santo). Correcto. No tienen la obra del Espíritu Santo, eso es lo que les falta. Así que, no importa cómo me observes y me evalúes como persona ni cómo trates las palabras que digo y las cosas que hago, a la larga, esto debe tener su resultado. Dios actuará, Él revelará si tu elección fue acertada o errónea, si tu actitud fue correcta o incorrecta y si algo falló en tu punto de vista. Dios apoya la obra de Su carne. ¿Por qué Dios no respalda a otras personas, entonces? ¿Por qué no respalda a los anticristos? Es porque el Espíritu y la carne son uno; tienen la misma fuente. De hecho, esto no es apoyar; una vez que has experimentado hasta el final, independientemente de si son palabras que pronunció Dios encarnado o que vinieron a ti por el esclarecimiento del Espíritu Santo, serán congruentes. Nunca se contradirán, estarán de acuerdo. ¿Tenéis confirmación de esto? Algunas personas la tienen, mientras que otras aún no han llegado a este punto de su experiencia y no poseen confirmación de ello. Eso quiere decir que su fe todavía no ha alcanzado ese punto; aún es muy pequeña. En otras palabras, cuando tu convicción alcanza cierto nivel, de pronto llega un día en que sientes que una frase común, dicha por esta carne común, una frase que, cuando la oíste, no te pareció nada impresionante, se ha convertido en tu vida. ¿De qué manera se habrá convertido en tu vida? Sin darte cuenta, dependerás de ella para actuar. Se habrá convertido en una guía para tu vida diaria. Y cuando te falte una senda, esa frase se convertirá en tu realidad y en un objetivo que te marca el camino; cuando estés sufriendo, te permitirá salir de la negatividad y comprender cuál es tu problema. Después de tal experiencia, verás que, por más común que parezca esa frase, hay peso y vida en sus palabras. ¡Es la verdad! Si no te concentras en perseguir la verdad y no la amas, puede que condenes a Dios, a Su encarnación y las verdades que Él expresa. Si eres una persona que persigue la verdad, llegará un día en tu experiencia en el que dirás: “Es bastante fácil llevarse bien con Dios. Es bastante fácil llevarse bien con Dios encarnado”. Sin embargo, nadie dirá: “Me he estado llevando con Él como si fuese una persona”. ¿Por qué? Porque tu experiencia con las palabras de Cristo y la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo en ti cuando no lo ves, durante tu vida diaria, son lo mismo. ¿Qué evocará en ti ese “lo mismo”? Dirás: “Dios ha adoptado una forma exterior común y corriente, una forma de carne, y por eso la gente ha pasado por alto su esencia. Es precisamente porque las personas tienen actitudes corruptas que no pueden ver ese lado de Dios que es Su esencia. Solo ven la parte que el hombre puede ver. ¡La gente de veras carece de la verdad!”. ¿No es así? (Sí). Así es como sucede. Si, por ejemplo, hay varios aspectos de la obra que no puedo realizar, es seguro que en muchas personas surgirán nociones. No obstante, cuando puedo hacer un poco de cada aspecto de la obra, todos están un poco más tranquilos y, de alguna manera, sienten consuelo en su interior: “Vale. Parece Dios, es todo lo que puedo decir. Parece Dios encarnado, parece Cristo. Probablemente sea Cristo”. Ese es el único tipo de definición que tiene la gente. Sin embargo, si Yo sólo hablara sobre la verdad y pronunciara algunas de las palabras de Dios y no hiciera nada más que eso —si no brindara consejos prácticos sobre ningún trabajo o no fuera capaz de aconsejar—, eso disminuiría la consideración que las personas tienen por esta carne y el peso que Le asignan. La gente cree que la carne debe estar dotada de ciertas habilidades y ciertos talentos. ¿Es esto, de hecho, talento? No. Dios puede conceder a la gente todo tipo de talentos, dones y habilidades, así que decidme, ¿posee Dios mismo esas cosas? ¡En abundancia! Entonces, hay algunas personas que no pueden resolver el rompecabezas y dicen: “¿Cómo puedes enseñarnos a cantar cuando Tú mismo no puedes hacerlo? ¿Acaso no se trata de un profano dando instrucciones a profesionales? ¿No va eso en contra de los principios?”. Os diré algo: Yo soy la excepción. ¿Por qué? Si no podéis hacer algo bien, debo extender Mi mano para ayudaros; si podéis hacerlo, no tengo problema en mantenerme al margen, no quiero intervenir; eso me dejaría agotado. Si podéis hacer algo bien, ¿qué necesidad tengo de extender Mi mano para ayudaros? No estoy aquí para presumir, y no soltaré ideas elevadas. Simplemente os quiero enseñar, tanto en el ámbito de las habilidades profesionales como en el de los principios-verdad. Una vez que hayáis aprendido las habilidades y comprendido los principios, será un gran alivio para Mi corazón, ya que esas cosas están fuera del trabajo que me corresponde hacer. Algunos dicen: “Si ese no es un trabajo que te corresponda, ¿por qué lo haces?”. Se debe hacer, y las personas distan mucho de estar capacitadas para la tarea. Si Yo no aconsejara como lo hago, las obras generadas no tendrían nada de especial y dar testimonio de Dios produciría resultados mediocres. Además, si Yo no tuviera obras significativas que mostrar, me sentiría un poco negligente e incómodo, por eso trabajo un poco, cuanto me lo permiten Mi energía y Mi condición corporal. ¿Por qué? Hay varias cosas que deben tenerse en cuenta. Cuando toda la especie humana ve las cosas que la gente ha hecho y las absorbe, las perspectivas, los puntos de vista y la capacidad de comprensión que tienen las personas solo difieren en términos del tiempo que hace que son creyentes, de su experiencia y de su calibre, pero el punto de partida de todas es básicamente el mismo. Su punto de partida son las experiencias que tienen de las realidades-verdad en función de su comprensión de la verdad. Esas son las cosas que puede hacer la especie humana. Yo no podría hacer cosas o producir obras desde la perspectiva de una persona común. ¿Qué perspectiva debo tomar, entonces? ¿La de la carne? Tampoco podría hacer eso. Sería inapropiado, ¿no creéis? Adoptaría, por supuesto, la perspectiva de Dios y Su obra desde la carne para pronunciar esas palabras, hacer esas cosas y expresar esos puntos de vista. ¿El valor de estas cosas se puede medir en términos monetarios entre los seres humanos? (No). No se puede. Es porque estas cosas, una vez que son obras terminadas, son cosas que perdurarán por siempre para la especie humana. Claro que las obras comunes también lo harán, pero como estas cosas durarán por siempre y hacia el futuro y serán una contribución para toda la especie humana, ya sea que se trate de una guía para creer en Dios o de provisiones y ayuda, debo hacer algunos trabajos más importantes, ¿no es verdad? Por eso debo pronunciar palabras y producir obras desde una perspectiva que los seres humanos no puedan adoptar. ¿Para qué hago eso? Para hacer crecer la fama de la iglesia. ¿Es esa motivación correcta? (Sí). Decidme, para dar testimonio de Dios, ¿es ventajoso que se aumente la fama de la iglesia? (Sí). ¿Lo favorece o lo frena? (Lo favorece). Eso es seguro; definitivamente lo favorece. Cuando algunos grupos de no creyentes o grupos religiosos ven estas obras, se asombran de lo bien hechas que están las películas y siempre quieren conocer al cineasta entre bastidores. Yo no me reuniré con esas personas. No tengo tiempo para hacerlo y no sé cuál sería el propósito de su reunión conmigo. Entonces, ¿de qué serviría que me reuniera con ellas? Si esas personas que ven las películas pueden aceptar la verdad, será suficiente, y si están dispuestas a investigar el camino verdadero, mucho mejor. No es necesario que se reúnan conmigo. En resumen, Yo hago algunas obras importantes para que, cuando la especie humana las vea, le aporten de alguna manera un mayor beneficio. ¿Es algo bueno o malo dejar estas cosas a los seres humanos? (Algo bueno). Vale la pena; merece la pena hacerlo.
Esta es la forma que tengo de llevarme bien con vosotros. La relación que tengo con vosotros es esta que veis y sentís. Así que, ¿qué tipo de relación tiene Dios con vosotros? ¿Se puede sentir? Es lo mismo. No vayas a pensar: “Dios encarnado es una persona; es fácil llevarse bien con Él. Sin embargo, el Dios del cielo, con Su majestad y Su ira, no. ¡Él es aterrador!”. Dios es como Yo. Él no te conquistaría ni te controlaría con una observación o un método ni con la fuerza. No lo haría. Se relacionaría con vosotros de la misma forma en que vosotros sentís que os lleváis conmigo: os enseño lo que puedo y os permito comprender lo que puedo. Y con respecto a las cosas que no podéis entender, no os adoctrino a la fuerza. Algunos puede que digan: “Dices que no nos adoctrinas a la fuerza, pero, entonces, ¿qué haces cuando predicas la verdad todo el tiempo?”. ¿Eso es adoctrinamiento? Eso se llama proveer para vosotros; no os estoy obligando a hacer avances, os estoy regando. El riego es correcto, es una cosa positiva. Algunos dirán: “Cuando Dios conquista a la gente, ¿no es lo mismo que cuando los anticristos lo hacen?”. (No). ¿En qué sentido no es lo mismo? Se utiliza la misma palabra para la conquista de las personas en el caso de los anticristos y en el caso de Dios; ¿cuál es la diferencia esencial entre ambos usos de la palabra? ¿Podéis explicarla con claridad? Si ni siquiera podéis hacer eso, vuestro entendimiento de la verdad es, simplemente, demasiado escaso. (La conquista de la gente por parte de Satanás es el control forzoso, mientras que la de Dios consiste en la provisión de la verdad, en comunicarle a la gente los principios-verdad para que pueda practicar y, así, ganar vida). Entonces, os pregunto: Satanás controla y conquista a la gente, pero ¿posee la verdad? (No). ¿Qué es Satanás? ¿Sobre qué base conquista a las personas? En otras palabras, ¿qué capacita a Satanás para conquistar a las personas e intentar ganarlas? Satanás no tiene nada de nada. Así que, ¿qué usa para conquistar a la gente? ¿Qué puede proveerle una vez que la ha conquistado? Él solo puede corromperte; solo puede jugar contigo y arruinarte y, al final, cuando te haya arruinado por completo, te enviará al infierno. ¿De qué tipo de conquista y control se trata? De simple maltrato. Su objetivo al controlarte y conquistarte es evitar que te sometas a Dios y a la verdad y hacer que te sometas a él. Para Satanás, está mal que te sometas a Dios y es correcto que te sometas a él. Si lo haces y él te controla y te conquista, habrás abandonado a Dios y lo habrás rechazado completamente. ¿Cómo funciona, entonces, la conquista de la gente por parte de Dios? Dios mismo es la verdad; Él es la realidad y la fuente de todas las cosas positivas, la fuente de la verdad. Entonces, ¿qué son las personas? Son una especie de seres corrompidos por Satanás. No tienen la verdad. Por eso, Dios debe juzgar y castigar a las personas, probarlas y refinarlas, mediante la expresión de la verdad y la exposición de las actitudes corruptas del hombre, para que puedan comprender las palabras que Él pronuncia, reconocerlo como el Creador y reconocerse a ellas mismas como Sus seres creados, presentarse ante Él, postrarse ante Él y aceptar Su soberanía y Sus disposiciones. ¿No está todo esto de acuerdo con la verdad? (Sí). Entonces, ¿qué es esta conquista? Es ganar personas, es salvación; es una cosa positiva. No te hará daño. ¿No hay una diferencia entre eso y la conquista de Satanás? Es apropiado que Dios conquiste a la gente. Él es la verdad, la fuente de todas las cosas positivas. ¡Decir que Él “conquista a la especie humana” es una manera muy acertada de expresarlo! Los seres humanos no poseen la verdad, Satanás los ha corrompido profundamente y los ha convertido en personas de su índole. Por eso las personas no se someten a Dios y lo niegan y lo rechazan. ¿Qué debe hacerse al respecto? Dios debe expresar la verdad y usar los métodos del castigo y el juicio para lograr que las personas comprendan quién es Él, quién es el Creador, quiénes son los seres creados y quién es Satanás, y hacer que reconozcan al Señor y regresen a Él, que reconozcan al Creador y admitan, en Su presencia, que son Sus seres creados. Eso es lo que significa la conquista. Los que son conquistados por Dios, ¿comprenden la verdad o no? (Sí). Y la gente que Satanás conquista, ¿qué gana? No comprende ninguna verdad y se aparta de Dios, lo traiciona y lo rechaza, tiene nociones sobre Él y hasta sigue a Satanás y a los anticristos. Puede que incluso emita juicios sobre Dios y se rebele contra Él y lo maldiga, negándose a reconocer Su soberanía y más aún a someterse a ella. ¿Son esos seres creados aceptables? (No). Son exactamente lo opuesto a la gente que Dios ha conquistado; es el efecto contrario al que tiene la conquista de Dios sobre las personas.
Si alguien como un anticristo tiene estatus y va a un lugar en el que la gente no sabe que es un líder, ¿estará feliz al respecto? No. Vaya donde vaya, usará todos los medios a su alcance para decirles a todos: “Yo soy el líder; hacedme algo de comer. ¡Debo comer algo rico!”. ¿Cuál diríais que es Mi opinión sobre el estatus? (No tienes interés en él). ¿Cómo se manifiesta esa falta de interés? Cuando voy a alguna parte, insisto cuanto puedo a la gente del lugar que no se corra la voz libremente sobre Mi identidad ni que dejen que nadie la descubra. ¿Por qué lo hago? Porque cuando las personas lo descubren, es un verdadero sufrimiento. Si lo desconocen, puede que me hablen un poco de lo que albergan en su corazón, pero una vez que lo saben es un sufrimiento porque ya no sueltan prenda. Decidme, ¿no me sentiría solo si nadie me hablara desde el corazón? Yo me esfuerzo al máximo para que las personas no se enteren, para que puedan tratarme como si fuese una persona corriente y me digan lo que quieran decirme. Es muy agradable que las personas se sientan libres y sueltas, que Yo no las tenga siempre amarradas y que no sean siempre tan respetuosas en Mi presencia. No es necesario que se comporten de esa manera; a Mí no me gusta. Quienes no comprenden la verdad piensan: “Seguro que a Ti te agrada, así que te trataré de esa manera”. Cuando veo a gente así, me oculto. Cuando veo a alguien que está todo el tiempo rebajándose, me escondo tan rápido como puedo. De ninguna manera quiero estar en contacto con ese tipo de gente, es demasiado molesto, ¡demasiado complicado! Los anticristos, en cambio, son diferentes. Desean ganar el respeto de las personas, recibir un trato especial dondequiera que vayan. ¿Y qué esperan todavía más? Que en su presencia la gente a la que lideran obedezca sus órdenes al pie de la letra y sin negociar, hasta el punto del absolutismo. Entonces piensan: “Mira. ¿Qué te parecen los soldados que lidero, el equipo que dirijo? Todos hacen lo que digo obedientemente”. Experimentan una sensación especial de éxito. Entrenan a las personas para que sean como marionetas, como esclavos, sin pensamiento independiente, opiniones propias o puntos de vista; hacen que cada una de ellas esté adormecida y atontada. Así, los anticristos se sienten alegres y complacidos en lo profundo de su ser al sentir que su trabajo ha dado resultado, que sus deseos y ambiciones han sido satisfechos. Si las cosas no son de esa manera, su corazón se entristece: “¿Por qué las personas no hacen, simplemente, lo que les digo? ¿Qué método debo usar para lograr que me obedezcan? Vale, si no sabes que soy estupendo, ¡tendré que mostrártelo! Tengo una licenciatura y llevo mi diploma encima en todo momento para que puedas verlo. Aprobé el examen de inglés para estudiantes universitarios avanzados y fui presidente del centro estudiantil. Como veo que no me entendéis muy bien, ¡presumiré un poco para vosotros!”. Cuando hablan de la obra, dicen: “Manifestad vuestras ideas, expresad vuestras opiniones libremente; no os sintáis constreñidos por mí”. Entonces, las personas comienzan a expresar sus opiniones y, cuando terminan, esta “persona superior” con una licenciatura dice: “Vuestras opiniones no sirven. Todas son mediocres, son opiniones de gente común. Realmente debo intervenir, ¿lo veis? ¡No podéis hacer el trabajo! En realidad, no quiero ocuparme de esto, pero si yo no estuviese aquí, no seríais capaces de llevar esta carga, así que debo echar una mano. He pensado mucho en este asunto, y así es como lo manejaremos. Ninguna de las ideas que habéis mencionado funcionará, yo os daré una mejor. Eso era lo que los arreglos de la obra nos exigían hacer en el pasado; a partir de ahora, ya no seguiremos esos preceptos. Ya no lo haremos de esa manera”. Algunas personas dicen: “Si no actuamos según los arreglos de la obra, eso ocasionará una gran pérdida para la casa de Dios”. Él responde: “No lo penséis tanto. ¿Acaso a la casa de Dios le importará esta pequeña suma de dinero? Concentrémonos en los resultados, eso es lo importante. De ahora en adelante, simplemente haced lo que yo digo. Si algo sale mal, ¡yo me haré responsable!”. Nadie puede disuadirlo. ¿Acaso no se limita a soltar un rollo de ideas grandilocuentes? ¿Cuál es su objetivo al hacerlo? Lo hace para presumir y recordarles a todos y cada uno, todo el tiempo, que él existe y que es brillante. ¿En qué sentido es brillante? En que es inescrutable para las personas corrientes. Incluso si comparten una misma opinión con otras personas, si es otro quien la expresa, los anticristos la rechazarán y después comenzarán de cero y se adelantarán al replantearla. El grupo los escucha y dice: “¿No es la misma idea?”. Ellos responden: “Lo sea o no, soy yo quien la dijo. No habéis sido vosotros quienes la expresaron. Fui yo quien tuvo la iniciativa con esta idea”. No importa cuántas vueltas den sobre lo mismo, su objetivo es convencer a todo el mundo, que la gente se entere: “No por nada soy un líder; no por nada soy el líder del grupo y la persona a cargo. No soy pura palabrería; no estaría en esta posición sin mis talentos, dones y capacidades”. Si algo sucede mientras ellos no están, nadie más puede estar al mando, y si están allí, deben ser ellos quienes lo hagan. Todos deben estar atentos a su expresión y solo pueden respirar aliviados cuando son los anticristos quienes deciden; de lo contrario, todo el mundo se siente nervioso. Si no son ellos quienes están al mando, no será posible resolver la tarea en cuestión. ¿No tienen un objetivo al hacer esto? A veces piensan para sí mismos: “¿Es correcto lo que estoy haciendo? Será mejor que no haga esto; me estoy poniendo en ridículo. ¿No es así como actúan los anticristos? Eso no servirá, lo que importa es mi orgullo. ¿‘Anticristo’? Lo Alto no me ha condenado, ¡así que no soy un anticristo!”. Y continúan actuando como hasta entonces. A veces saben perfectamente que lo que están haciendo vulnera los arreglos de la obra y los principios-verdad, que es obvio que están teniendo en cuenta su propio orgullo y su estatus, que tienen sus propias intenciones; sin embargo, siguen haciendo lo mismo que hasta el momento, sin pensar ni una vez en las consecuencias y sin un corazón temeroso de Dios. ¿No es este un problema de carácter? ¿A qué cosas les lleva este tipo de carácter? A ser en extremo egoístas y a ir desbocados haciendo el mal. ¿Realmente no saben, en su interior, cuál es la forma correcta de actuar? ¿Realmente no entienden que lo que están haciendo vulnera los principios? ¿Realmente no saben que lo que están haciendo es desorientar y controlar a otros? ¿No saben que están haciendo el mal? Saben y comprenden estas cosas. Entonces, que puedan seguir actuando de la misma manera significa que no aman la verdad y que sienten aversión hacia ella. Rechazan cualquier punto de vista, forma, método o afirmación siempre que no salga de su propia boca. ¿No es eso ambición? (Sí). En ello hay ambición e intenciones malvadas. ¿Qué intenciones malvadas? ¿Qué se esconde detrás? (Lograr que la gente haga lo que ellos dicen). Lograr que la gente haga lo que ellos dicen. No pueden dejar pasar una ventaja como esa o una oportunidad de destacar, ni permitir que otros las tengan. Siempre deben ser ellos quienes tomen las decisiones, siempre deben ser ellos quienes estén al mando, siempre deben ser suyos los frutos del trabajo y todo el mérito. Al final, hacen que todos desarrollen una tendencia. ¿Cuál? La de pensar que la obra solo puede funcionar cuando ellos están en el grupo; sin ellos, es como si nadie más pudiera soportar la carga. De esta manera, ¿no han alcanzado su objetivo? Esas personas han quedado bajo su control. ¿Cuál es la antesala de ser controlado? Que te conquisten y derroten por completo. Los anticristos te atormentan para que te rindas ante ellos de manera que no distingas el bien del mal, no intentes en absoluto discernirlos o relacionar con ellos ningún aspecto de la verdad, creas firmemente que todo lo que dicen está bien y ya no te atrevas a analizar si están haciendo lo correcto o no. Esas son las consecuencias que se producen después de que los anticristos han desorientado y controlado a las personas y, acto seguido, estas empiezan a seguirlos. ¿No es así? (Sí). ¿No es esta una clara manifestación de que los anticristos hacen que los obedezcan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios? (Sí). ¿Cuáles son las motivaciones y las intenciones malvadas detrás de todo lo que hacen? ¿Cuál es el origen de sus acciones, sus formas y medios e incluso sus afirmaciones? Es el deseo de derrotarte, de someterte, de hacer que te rindas ante ellos y demostrarte quién es el jefe, quién está calificado para tomar la iniciativa, quién tiene la última palabra aquí, y no es la verdad; que nadie excepto ellos podría ser el señor de estas personas o estar al mando o tomar las decisiones. A ti te gustaría mencionar la verdad, pero no tienes manera de hacerlo. Te gustaría plantear opiniones diferentes, pero ni siquiera te lo planteas. ¿Qué carácter de los anticristos es este? Es la crueldad; quieren conquistar y controlar a las personas. No importa si miras los deseos y ambiciones de los anticristos o sus acciones reales, todo ello demuestra su carácter cruel y su aversión por la verdad. Estas formas, revelaciones y manifestaciones que tienen los anticristos para conquistar y controlar a la gente, así como su esencia, coinciden a la perfección con el tema principal sobre el que estamos hablando. Los anticristos hacen que la gente se someta solo a ellos, lo que implica que la gente debe hacer lo que ellos dicen y que hacerlo es someterse a Dios. Si alguien discrepara y dijera que lo que están haciendo es contrario a la verdad, replicarían: “¿Contrario a la verdad? Dinos, ¿qué es la verdad? Si puedes explicarlo claramente, me rendiré ante ti, pero si no puedes, ¡te avergonzaré!”. Cuando dicen eso, algunas personas se asustan de verdad y responden: “En realidad, no puedo explicarlo con claridad, así que haré lo que tú dices”. Así, los anticristos han cumplido su objetivo. ¿Hay gente que hace eso? (Sí). ¿Habéis hecho vosotros algo así? (No). Es una habilidad que tienen los anticristos. Una persona corriente se da por vencida al ver que no puede persuadir a otros, no posee esa técnica. Por un lado, no puede hablar y expresarse de esa manera, no sabe hablar y debatir bien. Por otro, no tiene un corazón lo suficientemente despiadado. Quienes pueden hacer ese tipo de cosas deben tener, en su interior, un carácter perverso, deben ser crueles y bastante despiadados y no importarles los sentimientos de nadie. Si alguien discrepa con ellos, lo torturarán hasta la muerte e, independientemente de la crueldad con que lo hagan, su conciencia no sentirá reprobación ni será consciente de ello. Alguien diría: “Ya está dando suficiente lástima, ¿por qué lo estoy obligando a hacer lo que yo digo? Lo dejaré libre. Él cree en Dios, no en mí. Puede hacer caso a quienquiera que hable conforme a la verdad, sin importar quién sea. Lo dejaré pasar esta vez”. ¿Piensan de esta manera los anticristos? No; los anticristos no poseen esa racionalidad en absoluto. Son bastante inequívocos sobre sus propias ambiciones y deseos. Se aferran a ellos y no los sueltan, como un lobo que ha atrapado una oveja en sus fauces. Si intentas negociar con un lobo para evitar que se coma una oveja, ¿funcionará? No. ¿Por qué? Porque ese es su carácter. ¿Qué piensa el lobo? “Tengo hambre. Me gusta comer ovejas. Esto es correcto. Ya sea que quiera comérmela o no, es correcto”. Esa es su filosofía, el criterio y el origen de sus acciones. De la misma manera, cuando los anticristos conquistan y controlan a las personas, ¿acaso piensan: “Yo no soy Dios. Es una vergüenza que controle a las personas. Si ellas logran discernirme, ¿cómo haré para dar la cara en cualquier lado?”? ¿Tienen ese sentido de la vergüenza? (No). No tienen sentido de la vergüenza. Entonces, ¿qué le falta a su humanidad? Vergüenza, racionalidad y conciencia. Esas cosas no están presentes en su humanidad. Sin ellas, ¿siguen siendo humanos? No lo son. No todos los que aparentan ser humanos lo son necesariamente: algunos son demonios, algunos son cadáveres andantes y otros son animales. ¿Qué clase de cosa son los anticristos, entonces? Son diablos; algunos de ellos son demonios malvados y otros, espíritus malignos. En suma, no son humanos. Como no están dotados de la razón, la conciencia y la vergüenza de la humanidad normal, los anticristos son capaces de competir contra Dios por las personas y sus corazones. Esto demuestra su esencia-naturaleza de ser perversos. No se puede justificar que compitan contra otros por estatus, ¡y mucho menos que compitan contra Dios por estatus y por las personas! Esto demuestra más aún que son auténticos anticristos, que son diablos y satanases.
Hemos hablado sobre las manifestaciones de los anticristos hasta el punto ocho. ¿Sois capaces, ahora, de establecer una relación entre vosotros mismos y los anticristos, así como entre vosotros y quienes transitan la senda de los anticristos y los que poseen el carácter de estos, para ver qué clase de personas sois? (Sí). Podéis establecer algunas relaciones. ¿Qué problemas de las personas se pueden resolver haciendo esto? (Puede prevenir que tomemos el camino equivocado). Puede prevenir que toméis el camino equivocado. ¿Qué más? (Nos permite discernir a las personas, los acontecimientos y las cosas que nos rodean). Os permite discernir a algunas de las personas que os rodean. Poder discernir a otros forma parte de ello, pero, principalmente, debéis saber cómo tener discernimiento de vosotros mismos, del carácter de anticristo que tenéis dentro y de la senda que camináis. Eso te ayudará a no desviarte en el cumplimiento de tu deber y a no tomar la senda de los anticristos. Una vez que alguien ha tomado la senda de los anticristos, ¿le resulta fácil regresar? No. Una vez que lo ha hecho, no le resulta fácil regresar. ¿Sabéis cuál es el motivo? (Que el Espíritu Santo ya no obra en él). Ese es el motivo principal. Tomar la senda equivocada es peligroso porque has decidido luchar contra Dios, competir contra Él por Su pueblo escogido y pelear contra Él hasta el final; no estás buscando la verdad ni estás buscando aceptar la salvación de Dios. Toma una senda como esa y estarás en problemas. Adoptarás una postura de oposición a Dios y lo harás por tu voluntad subjetiva, es decir, que tus pensamientos, puntos de vista, opiniones y elecciones serán todos hostiles hacia Dios. En caso de que, antes de tomar esta senda, poseas algunas manifestaciones, actitudes y esencias objetivas que sean contrarias a Dios y hostiles a Él, pero en todo momento, en el fondo, tengas cuidado de no transitar la senda de la hostilidad hacia Dios o la senda de los anticristos, entonces hay una posibilidad de que seas salvado. Si finalmente tomas la senda de los anticristos, la senda de la hostilidad hacia Dios, entonces estás en peligro. ¿Cuán grande es el peligro? Tan grande como para que no te resulte sencillo regresar. Algunas personas acaban de decir que el Espíritu Santo ya no obrará en ti, ¡eso es de lo más obvio! ¿Cómo podría obrar el Espíritu Santo en una persona así? Una vez que has tomado este tipo de senda, que has tomado esa decisión, estás en peligro. Si comprendes esto en tu corazón, pero lo haces igualmente, tomas ese camino y haces esa elección y a la hora de actuar siempre procedes según tus propios principios y tus viejas formas, sin darte la vuelta ni arrepentirte, sin dar marcha atrás, eso representa tu elección. Te has decidido a tomar esta senda y a ser hostil hacia Dios. No es que no comprendas lo que estás haciendo: estás cometiendo un pecado a sabiendas. Igual que Pablo, que dijo: “¿Quién eres Tú, Señor? ¿Por qué quieres derribarme?”. Él sabía muy bien que el Señor Jesús era el Señor, que era Cristo, pero de todas maneras se opuso a Él hasta el fin. Eso es cometer un pecado a sabiendas. Pablo no dio testimonio del Señor ni lo exaltó. Pensó: “¿No eres una simple persona corriente? ¿Acaso no me estás derribando solo porque tienes el poder para hacerlo? Puede que tengas el poder, pero yo aún creo en el Dios del cielo. Tú, la encarnación, no eres Dios; no estás relacionado con Él. Eres el Hijo de Dios y eres nuestro igual”. ¿No era esa su opinión? ¿Cuál era la base de esa opinión de Pablo? Después de enterarse de que el Señor Jesús era Cristo encarnado, sostuvo su opinión como hasta entonces. Este fue un problema grave y, a partir de ahí, se decidió su final. Dado que se aferró a esa opinión todo el tiempo, ¿podría haber cambiado la senda que transitaba? La senda que transita una persona se basa en sus opiniones: cualesquiera que sean tus opiniones, esa es la senda que transitas. Y viceversa: dependiendo de la senda que transites, esas son las opiniones que surgirán en ti, las opiniones que tendrás, las que te influirán y te dirigirán. En cuanto tomes la senda de la hostilidad hacia Dios, esas opiniones tomarán forma y echarán raíces dentro de ti y, entonces, una cosa será cierta: de seguro te opondrás a Dios a ultranza; de seguro te aferrarás siempre a tus opiniones, conocimientos y actitud equivocados y elevarás un clamor contra Él hasta el final. De ninguna manera darás marcha atrás, ni aunque alguien te lo diga, ni aunque el Espíritu Santo te esclarezca, ni aunque los hermanos y hermanas te exhorten, ni aunque Dios te ilumine. No habrá vuelta atrás. Esta es tu decisión. Se te darán no una ni dos sino tres oportunidades de arrepentirte; si a la tercera no lo has hecho, ya no habrá más ocasiones en el futuro. No importa cuánto trabajes y pagues el precio después, eso no conmoverá a Dios: Él ya habrá tomado una decisión con respecto a ti. ¿Qué habrá decidido Dios para ti? Que se te hará rendir servicio, que serás utilizado, y después de que se te haya utilizado, Él te pondrá en algún lugar donde se te escarmentará y se te castigará, tal como Él ha decidido. ¿Cómo es que Dios toma una decisión semejante? ¿Es a causa de un pensamiento momentáneo que tuviste? ¿Es en base a tus ideas pasajeras? ¿A que, por un instante, pusiste un pie en la senda equivocada? No. Dios se basa en las opiniones que tienes en lo profundo de tu corazón, en tu actitud hacia la verdad a largo plazo y en la senda que decides transitar. Tú has decidido actuar de esta manera y no importa lo que nadie te diga, porque será en vano; estás decidido a usar esta teoría como base para la senda que has de transitar en el futuro. Y dado que lo has decidido, ¿no tiene Dios que determinar tu desenlace? Tu desenlace se determinó hace mucho tiempo, no es necesario que Dios espere hasta el último momento para hacerlo. En el caso de algunas personas, Dios siempre mira sus manifestaciones: cuando ellas alcanzan, por fin, el final del camino, su desenlace se determina en función de sus diversas manifestaciones. Algunas han hecho más obras buenas que malas, han albergado más actitudes buenas y positivas hacia Dios que actitudes negativas y malvadas; y a partir de la medición de la suma de sus distintos comportamientos y manifestaciones, se determina su desenlace definitivo. Hay otras personas, sin embargo, cuyo desenlace lo determina Dios tras echar un vistazo a la senda que transitan. Entonces, ¿Dios les da a las personas oportunidades antes de determinar su desenlace? Sí. ¿Cuántas? Probablemente no haya una cantidad concreta. Depende de la esencia-naturaleza de la persona y también de su búsqueda. Algunas pueden tener tres oportunidades. Otras son incorregibles, increíblemente necias e intransigentes y no aceptan ninguna verdad en absoluto; su desenlace se determina antes de las tres oportunidades. No obstante, para algunas personas, Dios dispone determinados entornos según su estado y en función de su edad y las cosas por las que han pasado, puede darles cinco oportunidades. Eso depende de su naturaleza, de su esencia y de su actitud al aceptar la verdad. Dios determina el desenlace y el destino de una persona en función de estas cosas.
A la gente le pasan todo tipo de cosas y a menudo no saben cómo afrontarlas; ¿estaría bien si no se esforzaran por comprender la verdad? Es fácil para las personas tomar la senda incorrecta cuando no comprenden la verdad. ¿Por qué lo digo? Las personas se guían por las actitudes corruptas de Satanás, y las cosas que les salen de adentro son cosas que revelan naturalmente; ninguna de ellas está de acuerdo con la verdad y todas traicionan a Dios. Entonces, ¿por qué siempre deben escuchar sermones? Escuchar sermones todo el tiempo, reflexionar sobre ellos y tomarlos en serio; orar y buscar constantemente; presentarse ante Dios con un corazón temeroso de Él, devoto y que anhela la verdad; establecer momentos de cada día para los devocionales, la oración y para comer y beber las palabras de Dios; compartir con otros y colaborar en armonía con los demás para trabajar; actuar cada día según estos principios y aferrarse a ellos, son elementos detallados de la práctica de las personas que Dios observa para ver si dan resultado. Algunos puede que pregunten: “¿Acaso no son meros procedimientos?”. ¿Qué es un procedimiento? Estas no son cosas externas; solo puedes aferrarte a ellas si tienes las agallas para hacerlo. Sin esas agallas, ¿cuántos días podrías sostenerlas? No serías capaz. Algunos líderes nunca comen y beben las palabras de Dios ni participan en devocionales. ¿Qué significa esto? Que no son verdaderos creyentes. Si no lo son, ¿cómo llegaron a ser líderes? En algunos lugares no hay nadie adecuado para el trabajo, de modo que la iglesia tiene que apañárselas utilizando a estas personas. Ellas piensan, erróneamente: “He sido escogido líder. Puedo desempeñar este trabajo aunque no coma ni beba las palabras de Dios; cualquiera que tenga piernas y una boca puede hacerlo”. Eso es necedad. Dios no se fija en si puedes hacer el trabajo, Él mira lo que has hecho. El trabajo que tú puedes hacer también lo puede hacer otro; cualquiera con un poco de inteligencia normal puede hacerlo. No pienses que por haber sido elegido líder y poder hacer ese trabajo, tienes el éxito asegurado, que por ello has sido perfeccionado y tienes una oportunidad de sobrevivir. No es así como funciona. Dios nunca se fija en cuánto haces, Él mira qué has hecho, la senda que transitas. No te engañes. Puede que pienses: “Hay muchas personas a quienes no eligieron, pero a mí sí. Al parecer, soy excepcional, tengo un calibre mayor que los demás y soy mejor que el resto”. ¿Qué tienes tú de bueno? Aunque seas bueno, ¿seguramente no tienes derecho a no practicar la verdad y a vulnerarla mediante tus acciones? Aunque seas bueno, ¿seguramente no tienes derecho a no participar en devocionales ni oraciones y a no buscar la verdad con tus actos? No tienes esos derechos. Tu capital no es el estatus o un título. Esas son cosas pasajeras, externas. Dios se fija en tu lealtad, en tu práctica y en tu búsqueda de la verdad y tu actitud hacia ella; mira tu sumisión; observa la actitud que tienes hacia tu deber y tu misión. Hay quienes se esfuerzan mucho en cumplir su deber, pero no lo hacen conforme a los principios-verdad. Si les dices que deben actuar de acuerdo con los principios-verdad, se resisten, se enfurecen y no lo aceptan. Así como así, quedan en evidencia. ¿Qué queda en evidencia? Que no aceptan la verdad. ¿Qué tipo de personas son las que no aceptan la verdad? Incrédulos. ¿Con qué se mantienen ocupados, ciegamente, los incrédulos? ¿Por qué están tan motivados mientras se mantienen ocupados? Tienen un objetivo; ven que: “Aquí hay una oportunidad de que yo me convierta en un funcionario y si lo hago, podré beneficiarme de la iglesia y ser venerado por todos. ¡Este lugar es genial! Este vale de comida es demasiado fácil de conseguir, así como este prestigio y este beneficio; este estatus es muy fácil de obtener, ¡ser un funcionario aquí es de lo más sencillo!”. Jamás pensaron que llegarían a ser un “funcionario” en toda su vida. Sin embargo, cuando pierden su “puesto”, muestran su verdadero ser y ya no hacen más esfuerzos por la casa de Dios. ¿Seguirán siendo capaces de sufrir y pagar el precio? No. Entonces, ¿no quedan en evidencia? Algunas personas lo dan todo una vez que tienen estatus: se esfuerzan y sudan sin quejarse, independientemente de cuánto sufran; sin embargo, en cuanto pierden el estatus se vuelven negativas hasta el punto en que no pueden soportar esa negatividad. Entonces, ¿no quedan en evidencia? El estatus las ha dejado en evidencia. ¿Hay alguna necesidad de ponerlas a prueba? No. Muy bien, terminaremos aquí nuestra enseñanza de hoy.
1 de octubre de 2019
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