Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II) Parte 2

B. Cómo maneja la gente su entorno personal

El segundo punto, cómo maneja la gente su entorno personal en la vida cotidiana, ¿a qué área de la humanidad normal se refiere? (La del entorno en el que uno vive). ¿Y eso en qué consiste? Se compone principalmente de dos grandes ámbitos: el entorno en el que uno vive, que solo abarca su vida personal, y los entornos públicos con los que entra en contacto de manera frecuente. ¿Y en qué consisten concretamente estas dos grandes áreas? El estilo de vida de cada uno, así como su gestión de la higiene y de su entorno. Para desglosarlo un poco más, ¿en qué consiste el estilo de vida de una persona? El trabajo y el descanso, la alimentación y aspectos como la preservación de la salud en el día a día y el conocimiento general de la vida cotidiana. Comenzaremos por la primera, trabajo y descanso. Deberían llevarse a cabo de forma regular y programada. Salvo en circunstancias especiales, como cuando el trabajo exige quedarse despierto hasta tarde o hacer horas extra, el trabajo y el descanso suelen ser regulares y programados. Ese es el camino correcto. Hay quienes prefieren quedarse despiertos por la noche. No duermen cuando anochece, sino que se mantienen ocupados con todo tipo de cosas. No se acuestan hasta que los demás se levantan y empiezan a trabajar, por la mañana temprano, y cuando los otros se acuestan por la noche, es cuando ellos se levantan y se ponen a trabajar. ¿No hay gente así? Siempre fuera de sintonía con los demás, siempre especiales: esas personas no tienen una razón muy sólida. Los ritmos de todo el mundo deberían estar básicamente sincronizados en circunstancias normales, salvo casos especiales. ¿Cuál es el siguiente? (Alimentación). Los requisitos alimentarios de la humanidad normal son fáciles de cumplir, ¿verdad? (Sí). Esta es fácil. Sin embargo, ¿no hay opiniones falaces sobre la alimentación? Algunos dicen: “Creemos en Dios y todo está en Sus manos. No hay forma de comer que pueda dañar el estómago. Comeremos lo que queramos, a nuestra propia voluntad, con libertad. No es un problema, Dios nos protege”. ¿No hay gente con ese entendimiento? ¿No hay algo un poco distorsionado en eso? Un entendimiento así es anormal; quienes lo tienen no son normales en su forma de pensar. Hay otros que confunden el conocimiento normal y de sentido común para la vida con mostrar consideración hacia la carne. Creen que poner atención en el conocimiento del sentido común para vivir es mostrar consideración hacia la carne. ¿No hay gente que cree eso? (Sí). Por ejemplo, algunas personas tienen problemas de estómago y no comen cosas picantes y estimulantes. Hay quien les dice: “Eso es una preferencia alimenticia tuya; muestras consideración hacia la carne. Tienes que rebelarte contra ello. Habrá lugares a los que irás donde esa sea la comida y tendrás que comerla. ¿Cómo no ibas a hacerlo?”. ¿No hay gente con ese tipo de entendimiento? (Sí). Algunas personas no pueden comer una determinada comida y, sin embargo, insisten en comerla, a su pesar, para rebelarse contra la carne. Yo digo: “Puedes no comerlo si no quieres. Nadie te condenará si no lo haces”. Ellos responden: “¡No, tengo que hacerlo!”. En ese caso, su malestar es merecido. Ellos mismos se lo han buscado. Ellos mismos se imponen los preceptos, así que son ellos quienes tienen que cumplirlos. ¿Estaría mal no comérselo, entonces? (No). No. Otras personas con determinados problemas de salud son alérgicas a algunos alimentos. Deben evitar esas cosas y no ingerirlas. Algunos son alérgicos a los chiles, por lo que no deberían comerlos, y, sin embargo, insisten en ello. Siguen comiéndolos, creyendo que eso es rebelarse contra la carne. ¿No es una interpretación distorsionada? Efectivamente. Si no están en condiciones de comer algo, que no lo coman. ¿Por qué luchan contra su cuerpo? ¿No es insensato por su parte? (Lo es). No hay necesidad de atenerse a ese precepto, ni de que se rebelen contra su carne de esa manera. Cada persona tiene su propia condición física: algunos tienen el estómago delicado; otros, el corazón débil; los hay que tienen una visión deficiente; otros son propensos a sudar, y hay quienes no sudan nunca. La condición de cada persona es diferente, de modo que debes hacer ajustes en función de la tuya. Una sola frase puede servir para esos casos: aprende un poco de sentido común en la vida. ¿Qué significa aquí “sentido común”? Significa que debes saber qué alimentos te perjudican y cuáles te benefician. Si algo no sabe bien pero es saludable, debes comerlo por el bien de tu salud; si algo es sabroso pero enfermas al comerlo, no lo comas. Eso es sentido común. Más allá de eso, la gente también debe conocer algunas maneras sensatas de mantenerse sana. En las cuatro estaciones del año, deja que el tiempo, el clima y la estación dicten lo que comes: este es un principio fundamental. No luches contra tu cuerpo: este es un pensamiento y una comprensión que deberían tener las personas con una humanidad normal. Algunas personas tienen enteritis y sufren diarrea cuando comen alimentos estimulantes. Entonces, no los comas. Sin embargo, hay quien dice: “No tengo miedo. Dios me protege”, y por ello sufren diarrea después de las comidas. Hasta dicen que es Dios que los somete a prueba y los refina. ¿No son absurdos? Si no son absurdos, son unos glotones terribles que comen sin reparar en las consecuencias. Esa gente tiene muchos problemas. No pueden controlar su apetito, pero dicen: “No tengo miedo. ¡Dios me protege!”. ¿Cómo es su comprensión del asunto? Está distorsionada; no entienden la verdad pero intentan aplicarla ciegamente. El hecho de que tengan enteritis y, sin embargo, coman indiscriminadamente, y cuando les dé diarrea como resultado, digan que es Dios el que los está sometiendo a una prueba y los está refinando, ¿no es una aplicación ciega de los preceptos? Que una persona tan absurda diga semejante sandez, ¿no es una blasfemia contra Dios? ¿Obraría el Espíritu Santo en una persona tan ridícula? (No). Si no entiendes la verdad, no debes ir ciegamente aplicando preceptos a las cosas. ¿Sometería Dios indiscriminadamente a alguien a pruebas? Desde luego que no. Ni siquiera estás calificado para eso; no estás a la altura, y por eso Dios no te pondrá a prueba. Alguien que no sabe qué alimentos le harán enfermar es un idiota con un intelecto poco desarrollado. ¿Pueden las personas que carecen de racionalidad e intelecto comprender las intenciones de Dios? ¿Pueden comprender la verdad? (No). ¿Pondría Dios a tal persona a prueba, entonces? No. Eso es carecer de razón y decir necedades. Hay principios para que Dios pruebe a las personas; están dirigidos a personas que aman la verdad y la persiguen, a personas a las que Dios utilizaría y que podrían dar testimonio de Él. Él pone a prueba a personas de fe verdadera que pueden seguirlo y dar testimonio de Él. Nadie que busque solo la comodidad y el disfrute y no persiga la verdad en absoluto, y desde luego nadie con una aprehensión distorsionada de las cosas, tiene la obra del Espíritu Santo. Siendo así, ¿los sometería Dios a pruebas? Es una imposibilidad total.

Algunas personas tienen acceso a hierbas medicinales chinas o alimentos saludables, que consumen frívolamente. Algunas mujeres a menudo se untan la cara con productos que protegen la piel, la blanquean y la estiran. Pasan dos horas al día aplicándose maquillaje y tres horas retirándolo, lo que acaba por estropear su piel hasta hacerla irreconocible. Incluso dirán: “Nadie puede superar la ley natural de que la belleza se desvanece con la edad; ¡solo mira cómo envejece mi piel!”. El hecho es que no parecerían tan envejecidas si no hubieran estropeado tanto su rostro: fue precisamente la aplicación de esos productos lo que las hizo envejecer. ¿Qué pensáis al respecto? (Ellas mismas se lo han buscado). ¡Se lo tienen merecido! Hay ciertos conocimientos de sentido común necesarios para vivir en una humanidad normal que es preciso entender, como el conocimiento general sobre la conservación de la salud y la prevención de enfermedades: que los pies fríos pueden causar dolor de espalda, por ejemplo, o cómo hay que tratar la hipermetropía precoz o cuáles son los perjuicios de pasar demasiado tiempo sentado frente al ordenador. Uno debería entender un poco sobre estos cuidados de sentido común para su salud. Algunos dirán: “Para creer en Dios, basta con leer Sus palabras. ¿De qué sirve aprender todo eso del sentido común en materia de salud? La duración de la vida de un hombre la determina Dios; ningún conocimiento sanitario servirá de nada. Cuando te llegue la hora de morir, nadie podrá salvarte”. A primera vista parece correcto, pero, en realidad, es un poco absurdo. Es algo que diría alguien sin comprensión espiritual. Aprenden a recitar palabras y doctrinas trilladas y a parecer espirituales, cuando, en realidad, no tienen comprensión pura alguna. Intentan ciegamente aplicar los preceptos cuando les pasan cosas y hablan lo mejor que pueden, sin poner en práctica ninguna verdad. Hay quien les dice que las gachas de harina de maíz son nutritivas, por ejemplo, que son buenas para la salud. No lo aceptarán. Sin embargo, en cuanto oigan a alguien decir que la carne de cerdo estofada es saludable, se la comerán hasta hartarse la próxima vez que la vean, e incluso dirán mientras mastican: “¿Qué le voy a hacer? Debo comerlo, ¡es por mi salud!”. ¿No es falso lo que dicen? (Lo es). Es un engaño. Poseer lo que la gente con humanidad normal debería poseer, saber lo que la gente debería saber, conocer lo que hay que conocer en la etapa de la vida que corresponde a tu edad: eso es tener humanidad normal. Algunas personas de veintitantos comen indiscriminadamente. Son capaces de comer cubitos de hielo en un día helado. Los ancianos se asustan al verlos y les instan a parar, les dicen que les dolerá el estómago. “¿Me dolerá el estómago? Estaré bien”, dicen, “Mírame: estoy en perfectas condiciones físicas”. A su edad no saben nada de esas cosas. Espera a que tengan cuarenta años; dales un cubito de hielo para que se lo coman entonces. ¿Lo harían? (No). Y cuando tengan sesenta años, olvídate de tomar hielo: tendrán miedo de acercarse a él. El frío será demasiado para que su cuerpo lo soporte. Eso se llama experiencia: aprender las lecciones de la vida. Si alguien a los sesenta años todavía no sabe que su estómago no puede aguantar demasiados cubitos de hielo, que su cuerpo no los puede tolerar, que le van a sentar mal, ¿cómo se llama eso? ¿Son deficientes en humanidad normal? Les falta experiencia vivida. Si alguien de sesenta y tantos años aún no sabe que el frío es malo para la espalda, que los pies fríos provocan dolor de espalda, ¿cómo habrá vivido esos sesenta y tantos años? Simplemente se las habrá arreglado para salir adelante. Algunas personas alcanzan a comprender muchas cosas de sentido común acerca de la vida a los cuarenta años —conocimientos sensatos sobre la salud, por ejemplo— y tienen algunos puntos de vista correctos sobre las cosas materiales, el dinero y el trabajo, y sobre sus parientes, los asuntos del mundo, la vida, etcétera. Tienen una comprensión pura de esos temas y, aunque no crean en Dios, siguen entendiéndolos un poco mejor que quienes son más jóvenes. Son personas con sentido del bien y del mal cuyo pensamiento es normal. En las dos décadas que han vivido desde los veinte años, han comprendido muchas cosas, algunas de las cuales se acercan a la verdad. Esto demuestra que son personas con capacidad de comprensión, personas de gran calibre. Y si es alguien que persigue la verdad, su entrada en la realidad-verdad será mucho más rápida, porque habrá experimentado mucho en esos veinte años y habrá ganado algunas cosas positivas. Sus experiencias serán coherentes con la realidad-verdad de la que habla Dios. Sin embargo, si a esa persona le falta mucho en su humanidad y no tiene puntos de vista correctos ni el pensamiento de la humanidad normal ni, mucho menos, la inteligencia de la humanidad normal con respecto a la vida y a las personas, los acontecimientos y las cosas que surgen en esos veinte años, entonces habrá vivido esos años en vano. En varios lugares en los que he estado, he descubierto que algunas de las hermanas mayores no saben cocinar. Ni siquiera pueden planificar una comida equilibrada. Hacen sopa de lo que debería freírse y fríen lo que debería ir en una sopa. Los productos cambian con las estaciones, pero en sus mesas siempre hay los mismos platos. ¿Qué sucede allí? Eso es una verdadera falta de inteligencia, ¿no? Carecen del calibre de la humanidad normal. Ni siquiera saben cocinar los diversos alimentos que encuentran en su vida cotidiana, como la col y la patata. No están a la altura de las tareas más sencillas y no pueden realizarlas. ¿Cómo se las han apañado en los últimos cincuenta o sesenta años? ¿Podría ser realmente que sus corazones no exigieran nada de sus vidas? Si una persona no puede obtener experiencia de nada de lo que hace, ¿qué deber podría desempeñar bien alguien así? El hecho es que la gente puede aprender a hacer cosas, si se aplica y entrena durante un tiempo. Si alguien sigue sin poder hacer nada después de varios años de estudio, ¡su intelecto y aptitud deben de ser pésimos!

Hablemos ahora un poco de la gestión de la higiene. Hace poco fui a dos lugares donde los alrededores de las casas eran un desastre total. En un principio, todo estaba muy ordenado allí, así que ¿cómo acabaron esos lugares convirtiéndose en semejantes “pocilgas”? La razón es que la gente que vive allí no sabe cómo tener todo bajo control. No tienen la conciencia y los requisitos de higiene de la humanidad normal. No se trata simplemente de que sean perezosos; más allá de eso, se han acostumbrado a vivir en tales condiciones. Esparcen basura por el suelo y dejan cosas en cualquier sitio, sin norma ni restricción alguna. Cuando han limpiado un espacio, pueden mantenerlo limpio solo un día o dos; unos días después, está tan desordenado y sucio que es difícil de mirar. Decidme, ¿cómo se le llama a un entorno así? Y la gente de allí puede comer con ganas y dormirse en tales condiciones, ¿qué gente es esa? Son como cerdos, ¿no? No tienen conciencia ni entienden nada de higiene, de su entorno, de estructura, de gestión. No se dan cuenta, por muy sucio o desordenado que esté. Tampoco les molesta; no les preocupa ni les inmuta. Siguen viviendo como hasta ahora, sin particularidades ni exigencias. Hay sitios en los que se cuida mucho la higiene y el entorno, y uno pensaría que la gente se preocupa por la limpieza, que sabe gestionar sus alrededores…, pero hasta que llega una inspección sorpresa nadie sabe que han estado enviando a gente a limpiar el lugar antes de las inspecciones. Si les avisas con antelación, está garantizado que el lugar estará limpio; si vas sin avisarles, encontrarás un entorno diferente, que seguro estará sucio y desordenado. En las habitaciones de algunas de las niñas hay ropa y zapatos esparcidos por todas partes, y fuera, las herramientas de trabajo, como azadas y picos, están amontonadas junto con la ropa. Algunos dirán que han estado tan ocupados que no han tenido tiempo de limpiar. ¿Tan ocupados han estado? ¿Ni siquiera han tenido tiempo de respirar? Si es así, está bien, están ocupados, pero ¿seguro que han estado tan atareados? ¿Qué les resulta tan difícil de gestionar su espacio? ¿Qué tiene de agotador mantener un entorno limpio y ordenado? ¿Tiene algo que ver con la humanidad? ¿Por qué a la gente le gusta tanto vivir en una “pocilga”? ¿Por qué estarían tan a gusto en un entorno así? ¿Cómo pueden mostrarse completamente insensibles a lo que les rodea? ¿Qué sucede allí? ¿Cuál es la causa de los entornos mal gestionados? Si voy a algún sitio de vez en cuando y les aviso con antelación, lo dejarán impecable, pero dejarán de limpiar si voy a menudo. Dicen: “Vienes a menudo, así que prescindiremos de las formalidades. Así es como somos. ¡Es agotador estar limpiando todo el tiempo! ¿Quién tiene la energía? Estamos tan ocupados con el trabajo todo el día, ¡que ni siquiera tenemos tiempo de cepillarnos el pelo!”. Dan justificaciones como esa. ¿Y qué otras dan? “Esto es temporal. No necesitamos que esté en perfecto orden. Bastará como está”. En efecto, todo es temporal, pero aunque vivieras en una tienda de campaña, tendrías que ocuparte de ella, ¿no? Eso es humanidad normal. Si ni siquiera tienes esa pizca de humanidad normal, ¿en qué te diferencias de las bestias?

Hay una iglesia en la casa de Dios que está muy bien situada, cerca de montañas y agua. Se ha construido una carretera y los árboles bordean el río cercano. Incluso tiene un cenador con rocas ornamentales al lado. De verdad, es muy bonito. Un día, vi desde lejos una cosita amarilla en esa carretera limpia. Al acercarme, vi que era una cáscara de naranja. A saber quién tiraría despreocupadamente su basura allí. Y en el cenador, que también había estado limpio, alguien había estado comiendo pipas de girasol y tirando las cáscaras por todo el suelo. Decidme, ¿esa persona era alguien que conoce las reglas? En la humanidad normal, ¿hay estándares obligatorios para la higiene y el entorno de cada uno o no los hay? Algunos dirán: “¿En qué sentido no tengo estándares? Me lavo los pies todas las noches. Algunas personas no lo hacen. Algunos ni siquiera se lavan la cara al levantarse por la mañana”. Vale, puede que tengas los pies limpios, pero ¿por qué tu entorno de trabajo parece una pocilga? ¿A qué equivale esa limpieza tuya? En el mejor de los casos, demuestra que eres terriblemente egoísta. Te gustaría gestionarlo todo, ¿cómo podrías ser amo de todas las cosas, si ni siquiera puedes gestionar un recinto? ¡Eso es realmente desvergonzado! Esta gente no solo es incapaz de gestionar su entorno, sino ni siquiera su propia higiene, y tira la basura al suelo. ¿Cómo desarrollaron ese hábito? Pueden justificar el hecho de tirar cáscaras de fruta al suelo llamándolo compost. Entonces, ¿por qué no ponerlas en un montón de compost o en un cubo de basura? ¿Por qué tirarlas en el camino o en ese cenador? ¿Es un cenador un lugar para el compost? ¿No es eso hacer caso omiso de las normas? (Lo es). Es una terrible escasez de humanidad, de razón y de moral: ¡son gente vulgar! Decidme, ¿hay alguna manera de resolver este problema? ¿Cómo se puede detener? ¿Bastará con supervisión? ¿Quién podría vigilar tanto las cosas? ¿Qué se puede hacer? (Multarlos). Sí, ese es el último recurso. Hay que implantar un sistema adecuado. Se acabó la impunidad. Esta gente es tan ruin…, ¡es incorregible! En algunos lugares, hay cajas de cartón podridas, tablas podridas y jirones de papel esparcidos por todas partes, y la gente de allí dice que los guarda para utilizarlos más adelante. Dado que son cosas útiles, ¿por qué no ordenarlas por tipo, en pilas ordenadas? ¿No quedaría mejor y ocuparía menos espacio? La mayoría de la gente no sabe gestionar. Las cosas están apiladas y esparcidas desordenadamente en sus espacios, de forma que no queda espacio libre. Los montones se van volviendo más desordenados a medida que crecen, y con el desorden viene la suciedad, hasta que el lugar se convierte en un vertedero, repelente para todos los que lo ven. ¿Las personas que viven en esos entornos tienen una humanidad normal? ¿Son personas de calibre, si ni siquiera pueden tener control sobre el entorno en el que viven? ¿Qué diferencia queda entre esas personas y las bestias? Parte de la razón por la que la mayoría de las personas no saben cómo gestionar los espacios en los que viven es que no tienen conciencia de la higiene, ni saben cómo gestionar su entorno. No se les ocurren esas cosas y desconocen cómo debe ser el entorno vital de las personas. Son como animales, inconscientes del tipo de entorno en el que deberían vivir. La otra parte tiene que ver con que los gerentes no saben cómo gestionar estos asuntos. Ellos no saben cómo gestionar estos asuntos, y los que están siendo gestionados no son proactivos o conscientes de esas cosas. Al final, con la “cooperación” de todos, el lugar se convierte en una “pocilga”. Cuando esas personas llevan tiempo en un lugar, salgo de él con cierta sensación: “¿Por qué este sitio nunca está limpio? ¿Por qué nunca parece un hogar?”. Decidme, ¿ver un espacio así podría levantar el ánimo de una persona? (No). ¿Ir allí os levantaría el ánimo? (No tendríamos muchos sentimientos al respecto). Esa sería vuestra respuesta real: no muchos sentimientos. Hice planes para algunos de esos lugares y, cuando el trabajo estuvo terminado y las cosas se habían reordenado, todos disfrutamos de lo que vimos. Sin embargo, unos días después, las cosas volvían a estar hechas un desastre. Tenía que encontrar a alguien adecuado para gestionar la tarea, si quería mantener la higiene. Eso es porque la mayoría de la gente es muy sucia y hace un desastre en cualquier trabajo que esté desempeñando. Algunas personas recogen verduras y no saben dónde lavarlas. Insisten en buscar un lugar limpio para hacerlo, lo que hace que ese sitio se ensucie en consecuencia. ¿Cómo te sentirías al verlo? ¿No son estas personas una manada de bestias? ¡No tienen humanidad! Mirar a esa gente, a la que no le importa nada la higiene y no sabe cómo gestionar su entorno, ¡hace que a uno le invada la ira! A estas personas se les ofrece un entorno agradable para vivir, con todo bien arreglado. En primavera brotan todo tipo de flores y hierbas; tienen montañas, agua, un cenador; tienen lugares donde trabajar y donde vivir, y todo tipo de comodidades. ¡Qué bonito! Sin embargo, ¿cómo acabó? Lo dieron por sentado; no apreciaron la amabilidad. Pensaron: “Este es un entorno más agradable que la mayoría, pero es más bien un lugar rural. El suelo no es más que hierba y barro”. Con esa mentalidad, destrozaron el lugar sin pensarlo. No pensaron en gestionar su entorno. ¡Cuánto brilla por su ausencia en una humanidad así! No posee lo que la humanidad debería; esa gente ni siquiera se puede mantener al día de los diversos aspectos de su entorno de vida de la forma más elemental. Decidme, ¿cómo es posible que a la gente no se le ocurra valorar un entorno tan agradable en el que vive? ¿Cómo no se les ocurrió ocuparse de él? ¿Por qué? ¿Es que están tan ocupados con sus deberes que les falta tiempo? ¿O qué otra cosa les sucede? ¿Hay alguien que no esté ocupado con sus deberes? Hay quienes viven en entornos peores que el vuestro y, sin embargo, cuidan bastante bien su espacio. La gente lo ve y les da el visto bueno, con admiración y estima hacia ellos. Y luego está vuestro entorno de vida: los demás ni siquiera necesitan entrar; te despreciarían con solo echar un vistazo al exterior. ¿No es acaso tu culpa? Tus acciones y comportamientos han generado este entorno penosamente descuidado en el que vives. Cuando la gente ve el entorno en el que vives, para ellos es lo mismo que ver tu esencia. ¿Puedes culparlos, entonces, por despreciarte? Que una persona sea elevada o despreciable, noble o vulgar, no lo deciden las valoraciones de los demás, sino lo que ella misma vive. Si posees las cualidades de la humanidad normal, eres capaz de vivir la verdadera semejanza humana. Podrás demostrar tu noble cualidad y los demás te valorarán y estimarán de forma natural. Si no posees esas cosas, no entiendes el sentido común de la higiene y no sabes cómo cuidar tu entorno, por lo que vives todos tus días en una “pocilga” y te sientes bastante satisfecho al respecto, eso revela tu cualidad de bestia. Significa que eres vulgar y despreciable. Una persona tan vulgar y despreciable, con una humanidad tan vulgar y despreciable, sin una pizca del pensamiento, los puntos de vista, los requisitos y la búsqueda que la humanidad normal debería tener; sin nada de eso, ¿puede esa persona comprender la verdad? ¿Puede entrar en la realidad-verdad? (No). ¿Vosotros también creéis que no puede? ¿Por qué no? Algunos dirán: “Hace ya mucho tiempo que renunciamos a todas esas cosas mundanas en nuestros años de creer en Dios. ¡No nos importan esas cosas! ‘Vivir una vida de calidad’…, ¡eso es algo mundano!”. ¿No hay quienes dicen eso? Entonces, ¿el aire que respiras es algo mundano? La ropa que llevas, todas las cosas materiales que utilizas, ¿son cosas mundanas? ¿Por qué no encuentras un lugar al aire libre para las reuniones? ¿Por qué reunirse en una habitación? ¿No es absurda la gente que dice eso? Te diré una cosa: si una persona así quiere entrar en la realidad-verdad, le resultará difícil. Si una persona desea entrar en la realidad-verdad, primero debe poseer una humanidad normal; más allá de eso, debe desechar esos malos hábitos que hay en su vida para buscar algo parecido a un estilo y un objetivo en la vida que tenga calidad, modales y moralidad. ¿Es adecuada esta forma de decirlo? Entonces, ¿es fácil solucionar esos problemas? ¿Cuánto tiempo se tarda en cambiar de estilo de vida y desprenderse de un mal hábito? ¿Qué método hay que utilizar para entrar lo antes posible en ese aspecto? ¿Qué procedimientos existen, aparte del castigo? (La supervisión mutua). La supervisión mutua es un método, pero todo dependerá de que la gente lo acepte. En mi opinión, imponer multas es una medida poderosa y realmente eficaz. En cuanto mencionas multas en metálico, tocas los intereses de la gente. No les queda más remedio que cumplir, por temor a que sus intereses se resientan. Eso es lo que se logra mediante la imposición de multas. Sin embargo, ¿por qué no se consigue nada al hablar sobre la verdad con esas personas? Porque no tienen una humanidad normal ni las condiciones necesarias para aceptar la verdad. Por eso, compartir la verdad con ellas es un método ineficaz. En cualquier entorno de trabajo, primero aprende a clasificar los objetos por tipo; segundo, a mantener el orden; tercero, a mantener la higiene y la limpieza, y, por último, a cultivar el hábito de tirar lo que es basura. Eso es lo que debería poseer la humanidad normal.

Hay mujeres que se peinan y salen, sin barrer antes el pelo que ha caído. Hacen eso a diario. ¿Se puede cambiar un hábito así? Cuando termines de peinarte, debes limpiar y ordenar todo de inmediato. No dejes que otros lo limpien: gestiona bien tu propio entorno. Si quieres gestionar bien tu entorno, debes empezar por ti mismo. Limpia tu propio espacio en primer lugar. Aparte de eso, uno debe tener conciencia cívica de los entornos públicos que habita. La responsabilidad de gestionar los espacios donde la gente vive y descansa, por ejemplo, debe recaer en todos. Si ves algunos trozos de mondadura de naranja en el suelo, recógelos y tíralos a la basura. En algunos lugares de trabajo, hay astillas y virutas de madera, barras de hierro y clavos por todas partes cuando se termina el trabajo. Si vas por allí, fácilmente podrías pisar un clavo si no tienes cuidado. Es muy peligroso. ¿Por qué no limpian e higienizan una vez que han hecho su trabajo? ¿Qué clase de hábito desagradable es ese? ¿Tienen justificación para eso que hacen? ¿Qué pensaría la gente al ver un lugar de trabajo tan desordenado y sucio? ¿No es así como hacen su trabajo las bestias? Las personas con humanidad deben limpiar bien las cosas cuando terminan un trabajo y así los demás sabrán a simple vista que fueron humanos quienes realizaron el trabajo. Las bestias no limpian después de hacer un trabajo, como si la limpieza no les correspondiera y no tuviera nada que ver con ellas. ¿Qué clase de lógica es esa? He visto a más de uno que no limpia después de hacer un trabajo. Todos tienen esa mala costumbre. Les he dicho que todos los días, cuando terminen su trabajo, deben encargarse de que alguien recoja toda la basura. Que limpien todos los días. De esa forma, el lugar estará limpio. Deben cultivar un hábito como ese. Para cultivar un hábito de vida, hay que empezar por mantener un entorno y esperar a acostumbrarse a él. Entonces, un día, cuando ese entorno cambie, ellos mismos se sentirán incómodos al ver que algo está sucio. Es lo mismo que les ocurre a algunas personas que llevan tres o cinco años viviendo en el extranjero, que piensan que allí todo es mejor. Llega el día en que regresan a su ciudad natal y sienten que de repente se han vuelto elegantes. Miran con desprecio a los que no se preocupan por la higiene, a las personas cuyas casas están sucias. Ni siquiera soportan pasar unos días sin ducharse. ¿No fue su entorno el que lo dictó? Así es como funciona. Así pues, debéis empezar por cuidar la higiene personal y de vuestro entorno. Esa es la forma de sentirte cómodo en el desempeño de tu deber, y es lo que deberían poseer las personas con una humanidad normal. En varios lugares en los que he estado, he visto habitaciones de chicas que son un auténtico revoltijo, un desorden total. Algunos dirán: “Quieres que seamos ordenados; ¿debería ser como en un campo de entrenamiento militar?”. No hace falta. Haz la cama y limpia tu habitación todos los días. Mantén la limpieza. Conviértelo en un hábito. Si haces esas cosas todos los días y se convierten en un hábito, en una norma, tan automáticas como comer, habrás cultivado este tipo de hábito de la vida diaria y habrán aumentado tus exigencias para con tu entorno. Y cuando hayas subido ese peldaño, todo tu porte, tu perspectiva mental, tu gusto, tu humanidad y tu dignidad se elevarán. No obstante, si vives en una “pocilga”, un lugar que no es para humanos, sino más bien la guarida de una bestia, no posees semejanza humana. Al entrar en una sala, por ejemplo, algunas personas, al ver que la habitación y el suelo están limpios, se limpiarán la suciedad de los zapatos fuera durante un rato. Seguirán sintiéndose sucios, por lo que pasarán a quitarse los zapatos antes de entrar. Cuando el dueño de la habitación vea lo limpios y respetuosos que son con él, también los respetará. Otras personas entrarán con los zapatos llenos de barro y no les importará ensuciar el piso. No tienen la más mínima conciencia al respecto. El dueño de la habitación se da cuenta de que, por naturaleza, no tienen respeto por las normas. Los ve con malos ojos y, por eso, los desprecia y no los dejará entrar en la habitación en el futuro. Les hará esperar fuera, y esto es lo que implicará: “No mereces entrar; estropearías el lugar si lo hicieras, ¡y cuánto tiempo tendría que pasar limpiándolo!”. No los respetará. Cuando vea que no poseen semejanza humana, ni siquiera los respetará. Si alguien llega a ese punto en la vida, ¿sigue siendo humano? Un animal doméstico es mejor que él. Así pues, las personas deben vivir la semejanza humana para ser llamadas humanas, y deben poseer una humanidad normal para vivir la semejanza humana. Dondequiera que viva alguien, sea cual sea el deber que desempeñe, debe acatar las normas. Debe cuidar su espacio y su higiene, tener sentido de la responsabilidad y buenos hábitos de vida. Debe ser atento y serio en todo lo que hace, y mantenerlo hasta que lo haya hecho bien y conforme a los estándares. De este modo, la gente verá en el desempeño de tu deber, en la forma en que tratas a los demás y lidias con las cosas que eres recto y decente, una buena persona. Sentirán admiración por ti y llegarán a respetarte de manera natural. También te estimarán y valorarán, por lo que no te embaucarán ni te intimidarán. Te hablarán con seriedad, sin burlas ni desprecios. No sé cómo percibe la gente Mi aspecto, pero tengo un presentimiento: cuando me encuentro con la mayoría de las personas, no hacen bromas ni hablan con frivolidad. No sé por qué. Puede ser que la gente perciba algo: “Eres una persona muy seria, y también eres serio en Tu forma de hablar y en Tus acciones. Eres una persona recta; no me atrevería a hacer una broma cuando interactúo contigo. Está claro a primera vista que Tú no eres ese tipo de persona”. Si, cuando vas a un lugar y hablas, conversas e interactúas con la gente, las personas sienten que hay algo ahí en tu humanidad y moralidad; puede que no sean capaces de decir claramente qué es, pero tú sabrás en qué piensas cada día y siempre tendrás principios y estándares sobre cómo ves las cosas y cómo te relacionas con la gente. Si así es como te relacionas e interactúas con los demás, entonces dirán que eres muy prudente, muy serio y prudente en todo lo que haces, es decir, que tienes muchos principios. ¿Qué sentimiento les inspirará en última instancia? Reflexiona sobre ello con calma. Si estás equipado en tu comportamiento con las cosas que aquellos con humanidad normal deberían tener, no importa cómo la gente pueda valorarte a tus espaldas. Si sienten, en el fondo de su corazón, que eres una persona recta y prudente, alguien con una actitud seria y responsable hacia todas las cosas, que tiene virtudes nobles, entonces, después de relacionarse e interactuar contigo durante un tiempo, llegarán a aprobarte y a estimarte. Y, entonces, tú valdrás algo como persona. Si, después de relacionarse contigo durante un tiempo, ven que no haces nada bien, que eres perezoso y glotón, que estás poco dispuesto a aprender nada, que tu nivel de exigencia supera tus capacidades, que eres bastante avaro y egoísta y, además, que no te preocupas por la higiene y no piensas en cuidar de tu entorno; si ven que no tienes ni idea de nada de lo que haces, que eres de un calibre bastante escaso y que no eres digno de crédito, incapaz de hacer bien ninguna de las tareas que te encomiendan, entonces serás un cero a la izquierda para todos y te invalidarán como persona. No tener importancia alguna para los demás no es gran cosa, todo sea dicho; lo que importa es que si también eres vulgar, despreciable y sin valor en el corazón de Dios, como una bestia, sin corazón ni espíritu, entonces estás en un aprieto. ¡Todavía estás muy lejos de la salvación! Para cualquier persona cuya calidad humana no esté a la altura, cuya forma de hablar y de actuar sea totalmente desordenada, que sea como una bestia, ¿hay esperanza de salvación? Están en peligro, tal y como yo lo veo. Tarde o temprano, serán descartados.

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