19 El Rey del reino ha vencido
Ⅰ
Con el rayo del Este, Dios comienza a hablar,
el empíreo se ilumina y las estrellas se transforman.
Los hombres son clasificados y limpiados.
Bajo este resplandor,
el hombre se revela en su forma original.
Ojos deslumbrados, llenos de confusión,
sus feos rasgos no pueden ocultar.
Dios volvió a comenzar en la morada del gran dragón rojo
y una nueva obra emprendió en el universo.
Pronto, los reinos de la tierra no existirán,
en el reino de Dios se convertirán
porque la victoria es suya y triunfante regresó.
Ⅱ
Los hombres esperan y observan, asombrados.
Ahora, con la llegada de la luz de Dios,
todos se regocijan en el día que nacieron
y lo maldicen al mismo tiempo.
Emociones mezcladas, difíciles de expresar.
Las lágrimas de autorreproche forman ríos,
en sólo un momento se van,
barridas por la fuerte corriente.
Dios volvió a comenzar en la morada del gran dragón rojo
y una nueva obra emprendió en el universo.
Pronto, los reinos de la tierra no existirán,
en el reino de Dios se convertirán
porque la victoria es suya y triunfante regresó.
Ⅲ
Una vez más se acerca, el día de Dios,
despertando a la raza humana,
dándole a la humanidad un nuevo punto de partida, otra vez.
El corazón de Dios late y siguiendo ese ritmo,
las olas golpean los arrecifes rocosos,
las montañas brincan y las aguas bailan con gozo.
Es difícil para Dios expresar lo que siente.
Dios quiere que la maldad
quede reducida a cenizas bajo Su mirada
y que sus hijos rebeldes se vayan
y que no regresen nunca más.
Dios volvió a comenzar en la morada del gran dragón rojo
y una nueva obra emprendió en el universo.
Pronto, los reinos de la tierra no existirán,
en el reino de Dios se convertirán
porque la victoria es suya y triunfante regresó,
porque la victoria es suya y triunfante regresó.
Adaptado de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 12