Palabras sobre la actitud hacia la verdad y hacia Dios (Fragmento 1)

Algunas personas llegan a creer en Dios cuando ven que las palabras expresadas por Dios son realmente la verdad. No obstante, cuando llegan a la casa de Dios y ven que Dios es una persona corriente, forman ciertas nociones en su corazón. Sus palabras y sus actos se vuelven desenfrenados, se vuelven disolutos y hablan de forma irresponsable, juzgando y calumniando como les place. De este modo se ponen en evidencia los malvados. Estas criaturas sin humanidad suelen hacer el mal y perturbar la labor de la iglesia, ¡y nada bueno les espera! Se resisten abiertamente a Dios, y lo calumnian, juzgan e insultan, blasfemando abiertamente contra Él y oponiéndose a Él. Tales personas son merecedoras de un severo castigo. Algunas personas integran a las filas de los falsos líderes, y después de haber sido destituidos, sienten un resentimiento constante hacia Dios. Aprovechan la oportunidad de las reuniones para seguir difundiendo sus nociones y exponiendo sus quejas; incluso pueden proferir improperios o palabras que manifiesten su odio. ¿No son acaso demonios tales personas? Después de que la casa de Dios se haya deshecho de ellos, sienten remordimientos, y alegan haber dicho algo indebido en un momento de insensatez. Algunas personas no logran discernirlos, y dicen: “Dan mucha lástima y están compungidos de corazón. Dicen que están en deuda con Dios y no lo conocen, así que perdonémosles”. ¿Puede darse el perdón tan a la ligera? La gente tiene dignidad, ¡y no digamos Dios! Cuando estas personas terminan con sus blasfemias y calumnias, parecen compungidas ante algunos, que las perdonan y dicen que actuaron en un momento de insensatez; pero ¿fue realmente un momento de insensatez? Siempre tienen alguna intención en su discurso, e incluso se atreven a juzgar a Dios. La casa de Dios les sustituyó, y perdieron los beneficios del estatus, y por miedo a ser descartados, emiten muchas quejas y lloran después con amargura y remordimientos. ¿Sirve esto de algo? Una vez pronunciadas las palabras, son como el agua vertida en el suelo, que no se puede recuperar. ¿Toleraría Dios que la gente se le resistiera, lo juzgara y blasfemara a su antojo? ¿Lo ignoraría sin más? De ser así, Dios no tendría dignidad. Algunas personas, tras su resistencia, dicen: “Dios, Tu preciosa sangre me redimió. Tú nos haces perdonar a la gente setenta veces siete; ¡Tú también deberías perdonarme a mí!”. ¡Qué desvergüenza! Algunas personas difunden rumores sobre Dios, y se vuelven temerosas después de calumniarle. Temerosos de ser castigados, se arrodillan rápidamente y rezan: “¡Dios! No me abandones, no me castigues. Confieso, me arrepiento, estoy en deuda contigo, hice mal”. Dime, ¿esa gente puede ser perdonada? ¡No! ¿Por qué no? Lo que han hecho ofende al Espíritu Santo, y el pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo nunca será perdonado, ¡ni en esta vida ni en la otra! Dios se mantiene fiel a Sus palabras. Tiene dignidad, ira y un carácter justo. ¿Crees que Dios es igual que el hombre, que si alguien es un poco más amable con Él, pasará por alto sus transgresiones anteriores? ¡De ninguna manera! ¿Te irán bien las cosas si te resistes a Dios? Es comprensible que hagas algo mal a causa de una insensatez pasajera o que muestres de vez en cuando un poco de carácter corrupto. Pero si te resistes directamente, te rebelas y te opones a Dios, y si lo calumnias, blasfemas contra Él y difundes rumores sobre Él, entonces estás totalmente condenado. No hay necesidad de que tales personas sigan rezando; solo deben esperar a ser castigadas. ¡Son imperdonables! Cuando llegue ese momento, no digas con descaro: “¡Dios, por favor, perdóname!”. Por mucho que supliques, será inútil, siento decirlo. Una vez comprendida parte de la verdad, si la gente luego transgrede a sabiendas, no se la podrá perdonar. Anteriormente se ha dicho que Dios no recuerda las transgresiones. Eso se refería a las transgresiones menores que no implican decretos administrativos de Dios y no ofenden Su carácter. Entre ellas no se incluyen la blasfemia y la calumnia contra Dios. Pero si blasfemas contra Él, lo juzgas o lo calumnias una sola vez, esto será una mancha permanente que no se podrá borrar. La gente desea blasfemar contra Dios e insultarlo a su antojo, y luego aprovecharse de Él para obtener bendiciones. ¡No existe peor bajeza en el mundo! La gente siempre piensa que Dios es misericordioso y bondadoso, que es benevolente, que tiene un corazón vasto e inconmensurable, que no recuerda las transgresiones de la gente y permite que tanto estas como sus actos previos queden en el olvido. Lo pasado, pasado está en los asuntos triviales. Pero Dios nunca perdonará a los que se resisten abiertamente a Él y blasfeman en Su contra.

Aunque la mayoría de la gente de la iglesia cree de verdad en Dios, no tienen corazones temerosos de Dios. Esto demuestra que la mayoría de la gente no tiene verdadero conocimiento del carácter de Dios, por lo que les resulta difícil temer a Dios y apartarse del mal. Si las personas no temen a Dios ni les aterroriza en su fe, y dicen lo que les da la gana cuando la obra de Dios afecta a sus propios intereses, cuando terminen de hablar, ¿se habrá acabado todo? Por tanto, deben pagar un precio por lo que dicen, y esto no es un asunto simple. Cuando algunas personas blasfeman contra Dios y lo juzgan, ¿saben de corazón lo que están diciendo? Todos los que dicen estas cosas saben de corazón lo que dicen. Aparte de algunos que han sido poseídos por espíritus malignos y cuya razón es anormal, las personas comunes saben de corazón lo que están diciendo. Si dicen que no lo saben, están mintiendo. Cuando hablan, piensan: “Yo sé que Tú eres Dios. Digo que no estás haciendo lo correcto, ¿qué puedes hacerme? ¿Qué harás cuando acabe de hablar?”. Hacen esto intencionadamente, para molestar a otros, para atraer a otros a su lado, para hacer que otros digan y hagan cosas parecidas. Saben que lo que dicen desafía abiertamente a Dios, que va contra Él, y que es una blasfemia en Su contra. Después de haber reflexionado, piensan que lo que hicieron estuvo mal: “¿Qué dije? ¡Fue un momento irreflexivo y realmente me arrepiento!”. Su arrepentimiento demuestra que sabían exactamente lo que estaban haciendo en ese momento; no es que no lo supieran. Si piensas que fueron momentáneamente ignorantes y que estaban confundidos, que no habían entendido del todo, esto no es completamente correcto. Las personas pueden no haber entendido por completo, pero si crees en Dios debes tener un mínimo de sentido común. Para creer en Él debes tenerle miedo y temerle. No puedes blasfemar contra Dios, juzgarlo o difamarlo a tu antojo. ¿Sabes lo que significa “juzgar”, “blasfemar” y “difamar”? Cuando dices algo, ¿no sabes si estás juzgando a Dios o no? Algunas personas siempre hablan de que han sido anfitriones de Dios, y a menudo lo ven, y han escuchado Su enseñanza cara a cara. Hablan largo y tendido de estas cosas con quienquiera que pase por allí, todo sobre cuestiones externas; no tienen ningún conocimiento verdadero. Puede que no tengan malas intenciones cuando dicen estas cosas. Puede que tengan buenas intenciones de cara a sus hermanos y hermanas y deseen animar a todos. Pero, ¿por qué eligen hablar de estas cosas? Si sacan a relucir este asunto de forma proactiva, entonces sí que tienen alguna intención: principalmente, presumir y que la gente les admire. Si dieran confianza a la gente y la alentaran en su fe en Dios, podrían leerles más Sus palabras, que son la verdad. ¿Por qué insisten entonces en hablar de tales cosas externas? La causa de que digan esas cosas es que simplemente carecen de un corazón temeroso de Dios. No tienen miedo de Dios. ¿Cómo pueden comportarse así de mal y hablar sin compostura delante de Él? ¡Dios tiene dignidad! Si la gente se diera cuenta de esto, ¿seguirían haciendo tales cosas? La gente no tiene un corazón temeroso de Dios. Dicen arbitrariamente cómo es Dios y de qué forma es por sus propios motivos, para lograr sus objetivos personales y para conseguir que los demás piensen bien de ellos. Esto es sencillamente juzgar a Dios y blasfemar en Su contra. Esas personas no sienten ningún temor a Dios en el corazón. Todas ellas son personas que se resisten a Él y blasfeman en Su contra. Todas ellas son espíritus malignos y demonios. Algunas personas han creído en Dios durante unos años, pero tras capturarlas el gran dragón rojo, se convierten en Judas, e incluso siguen al gran dragón rojo blasfemando contra Dios. Algunas personas predican el Evangelio, haciéndose eco de los religiosos al decir cosas que juzgan la obra de Dios y lo condenan. Saben que hablar así es resistirse a Dios y blasfemar contra Él, pero se despreocupan. Hablar así es inapropiado, independientemente de tus motivos. ¿No podrías decir otra cosa? ¿Por qué tienes que decir estas cosas? ¿No es una blasfemia contra Dios? Si esas palabras salen de tu boca, estás blasfemando contra Él. Es impío que digas esas cosas, tanto si lo haces deliberadamente como si no. No tienes un corazón temeroso de Dios. Les sigues la corriente a los demás y dices palabras blasfemas para agradar a los demás y ganártelos. Qué impío eres; ¡estás aliado con el diablo! ¿Quiere Dios que juegues con Él, le juzgues, le delimites y blasfemes en Su contra de forma arbitraria? ¡Hacer tal cosa es horrible! Si dices algo incorrecto y eso ofende el carácter de Dios, estás condenado. ¡Es un asunto fatal! Algunas personas piensan: “La gente religiosa está engañada por pastores y ancianos, y la mayoría de ellos han dicho cosas que blasfeman contra Dios y juzgan y condenan Su obra. Algunas personas han aceptado la obra de Dios durante los últimos días y se han arrepentido. ¿Se salvarán entonces? Si Dios los abandonara a todos, habría muy pocas personas que se salvarían; casi ninguna se salvaría”. No puedes ver este asunto con claridad, ¿verdad? El carácter de Dios es la justicia, y Él es justo con todos. En tiempos de Noé, solo se salvaron ocho personas en el arca; el resto fue destruido. ¿Te atreves a decir que Dios es injusto? La humanidad está profundamente corrompida. Todos ellos pertenecen a Satanás; todos se resisten a Dios, y todos son viles y carecen de valor. Si no pueden aceptar la obra de Dios, serán destruidos, como antaño. Algunas personas pueden pensar para sí mismas: “Si a ninguno de nosotros lo puede salvar Dios, ¿entonces Su obra no sería en vano? Me parece que Dios no puede salvar a la humanidad sin el hombre. Si Dios abandona al hombre, Su gestión habrá desaparecido”. Te equivocas. Dios continuará Su plan de gestión igualmente, incluso sin el hombre. La gente se sobrevalora. No tiene un corazón temeroso de Dios, no es devota en absoluto ante Él, y no tiene ninguna actitud de buena conducta. Como la gente vive bajo el poder de Satanás y pertenece a Satanás, puede juzgar a Dios y blasfemar en Su contra en cualquier momento y lugar. Esto es horrible: ¡es una ofensa al carácter de Dios!

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