Palabras diarias de Dios: La aparición y la obra de Dios | Fragmento 60
Toda persona de la humanidad debería aceptar la observación de Mi Espíritu, escrutar detenidamente cada una de sus palabras y acciones, y, además, mirar Mis maravillosos hechos. ¿Cómo os sentís en el momento de la llegada del reino a la tierra? Cuando Mis hijos y Mi pueblo afluyen a Mi trono, comienzo formalmente el juicio delante del gran trono blanco. Es decir, cuando comienzo en persona Mi obra sobre la tierra, y cuando la era del juicio se acerca a su fin, empiezo a dirigir Mis palabras y a dejar libre la voz de Mi Espíritu a todo el universo. A través de Mis palabras, limpiaré a todas las personas y las cosas entre todo lo que está en el cielo y en la tierra, de forma que la tierra ya no sea más inmunda y licenciosa, sino un reino santo. Renovaré todas las cosas, a fin de que sean provistas para Mi uso, a fin de que no tengan más el aliento terrenal, ni estén más manchadas con el sabor del suelo. Sobre la tierra, el hombre ha ido a tientas en busca del objetivo y los orígenes de Mis palabras, y ha observado Mis hechos, pero nadie ha conocido nunca realmente los orígenes de Mis palabras, y nadie ha observado realmente lo maravilloso de Mis hechos. Sólo hoy, cuando vengo personalmente en medio del hombre y hablo Mis palabras, el hombre tiene un poco de conocimiento de Mí, eliminando el sitio para “Mí” en sus pensamientos, creando en su lugar otro para el Dios práctico en su conciencia. El hombre tiene nociones y está lleno de curiosidad; ¿quién no querría ver a Dios? ¿Quién no querría encontrarse con Él? No obstante, la única cosa que ocupa un lugar definido en el corazón del hombre es el Dios que este siente que es confuso y abstracto. ¿Quién se daría cuenta de esto si Yo no se lo dijera claramente? ¿Quién creería verdaderamente que Yo existo realmente? ¿Seguro sin un atisbo de duda? Existe una inmensa diferencia entre el “Mí” en el corazón del hombre y el “Mí” de la realidad, y nadie es capaz de establecer comparaciones entre ellos. Si Yo no me hubiera hecho carne, el hombre nunca me habría conocido, e incluso si hubiera llegado a hacerlo, ¿no seguiría siendo tal conocimiento una noción? Cada día camino entre el flujo incesante de personas, y opero a diario dentro de cada persona. Cuando el hombre me vea realmente, será capaz de conocerme en Mis palabras, y comprenderá los medios por los que hablo así como Mis intenciones.
Cuando el reino llegue formalmente a la tierra, de entre todas las cosas ¿qué no permanece en silencio? ¿Quién, entre todas las personas, no tiene miedo? Ando por todas partes a lo largo del mundo-universo, y lo dispongo todo personalmente. En esta ocasión, ¿quién no sabe que Mis obras son maravillosas? Mis manos sostienen todas las cosas, pero también estoy sobre todas ellas. ¿No son, hoy, Mi encarnación y Mi presencia personal en medio del hombre el verdadero significado de Mi humildad y ocultación? Exteriormente, muchas personas me aplauden por bueno, y me alaban por hermoso, ¿pero quién me conoce de verdad? ¿Por qué pido hoy que me conozcáis? ¿No es Mi objetivo avergonzar al gran dragón rojo? No deseo obligar al hombre a alabarme, sino hacerlo a que me conozca; a través de lo cual llegará a amarme y, por tanto, a alabarme. Dicha alabanza es digna de su nombre, y no las palabras vacías; sólo una alabanza así puede alcanzar Mi trono y elevarse a los cielos. Como el hombre ha sido tentado y corrompido por Satanás, como ha sido absorbido por el pensamiento de nociones, me he hecho carne con el fin de conquistar personalmente a toda la humanidad, descubrir todas las nociones del hombre y destrozar su pensamiento. Como consecuencia, este ya no se pavonea delante de Mí ni me sirve más usando sus propios conceptos; por consiguiente, el “Mí” de sus nociones se descarta completamente. Cuando el reino viene, comienzo ante todo esta etapa de la obra, y lo hago en medio de Mi pueblo. Al haber nacido Mi pueblo en el país del gran dragón rojo, sin duda no hay sólo un poco, o una parte, de su veneno dentro de ti. Así pues, esta etapa de Mi obra se centra principalmente en vosotros, y este es un aspecto de la relevancia de Mi encarnación en China. La mayoría de las personas son incapaces de comprender incluso un fragmento de las palabras que hablo, y cuando lo hacen, su entendimiento es borroso y confuso. Este es uno de los puntos de inflexión del método por el cual hablo. Si todas las personas fueran capaces de leer Mis palabras y entender su significado, ¿quién entre los hombres podría salvarse entonces, y no ser echado en el Hades? Cuando el hombre me conozca y obedezca será cuando Yo descanse, y el momento justo en que él podrá comprender el significado de Mis palabras. Hoy, vuestra estatura es demasiado pequeña, casi lastimosamente pequeña; ni siquiera es digna de ser elevada, por no hablar de vuestro conocimiento de Mí.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 11
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