Palabras diarias de Dios: El carácter de Dios, lo que Él tiene y es | Fragmento 252

Muchas son las noches insomnes que Dios ha soportado por el bien de la obra de la humanidad. Desde lo más alto hasta las más bajas profundidades, Él ha descendido al infierno viviente en el que el hombre mora para pasar Sus días con él, nunca se ha quejado de la mezquindad que hay entre los hombres, nunca le ha reprochado a este su desobediencia, sino que ha soportado la mayor humillación mientras lleva personalmente a cabo Su obra. ¿Cómo podría Dios pertenecer al infierno? ¿Cómo podría pasar Su vida allí? Sin embargo, por el bien de toda la humanidad, y para que toda ella pueda hallar descanso pronto, Él ha soportado la humillación, y sufrido la injusticia para venir a la tierra, y entró personalmente en el “infierno” y el “Hades”, en el foso del tigre, para salvar al hombre. ¿De qué forma está el hombre cualificado para oponerse a Dios? ¿Qué razón tiene para, una vez más, quejarse de Dios? ¿Cómo puede tener el descaro de volver a mirar a Dios? El Dios del cielo ha venido a esta, la más sucia de las tierras de vicio, y nunca ha desahogado Sus agravios ni se ha quejado del hombre, sino que acepta en silencio los estragos y la opresión del hombre. Nunca ha devuelto el golpe ante las exigencias poco razonables del hombre, nunca le ha hecho requerimientos excesivos ni irrazonables. Simplemente realiza toda la obra que requiere el hombre sin queja alguna: enseñar, iluminar, reprochar, el refinamiento de las palabras, recordar, exhortar, consolar, juzgar y revelar. ¿Cuál de Sus pasos no ha sido para la vida del hombre? Aunque ha eliminado las perspectivas y la suerte del hombre, ¿cuál de los pasos que Dios ha llevado a cabo no ha sido para su destino? ¿Cuál de ellos no ha sido por el bien de la supervivencia humana? ¿Cuál de ellos no ha sido para liberarlo del sufrimiento y la opresión de las fuerzas oscuras tan negras como la noche? ¿Cuál de ellos no es por el bien del hombre? ¿Quién puede entender el corazón de Dios, que es como el de una madre amorosa? ¿Quién puede entender el ansioso corazón de Dios? El apasionado corazón de Dios y Sus ardientes expectativas han recibido a cambio fríos corazones, miradas insensibles e indiferentes, con las reprimendas y los insultos repetidos del hombre, cortantes observaciones, sarcasmo y menosprecio; con el ridículo del hombre, con su pisoteo y su rechazo, con su malentendido, sus gemidos, su distanciamiento y su evitación; con nada más que engaños, ataques y amargura. Las palabras cálidas han sido enfrentadas con un ceño feroz y el frío desafío de mil dedos recriminatorios. Dios no puede sino soportar, con la cabeza inclinada, servir a las personas como un buey dispuesto. Cuántos soles y lunas, cuántas veces ha mirado a las estrellas, se ha marchado al alba, ha regresado al anochecer, dando vueltas en la cama, ha soportado agonía mil veces mayores que el dolor de Su partida del lado de Su Padre, sufrido los ataques, la ruptura, la trata y la poda del hombre. La humildad y el ocultamiento de Dios se han visto correspondidos por el prejuicio del hombre, con los criterios y el trato injustos del hombre y Su anonimato, Su paciencia y Su tolerancia han recibido a cambio la avariciosa mirada del hombre; este intenta golpear a Dios hasta la muerte, sin remordimiento, y pisotearlo en el suelo. La actitud del hombre en su trato hacia Dios es de “rara inteligencia”, y Dios, a quien el hombre intimida y desdeña, está aplastado bajo los pies de decenas de millares de personas; mientras tanto, el hombre mismo se levanta hasta lo más alto, como si quisiera ser el rey del castillo, tomar el poder absoluto, recibir audiencia detrás de una pantalla, para dejar a Dios como el aplicado y cumplidor director entre bastidores, al que no se le permite defenderse ni causar problema; Dios interpreta el papel del “Último Emperador”, tiene que ser una marioneta, desprovisto de toda libertad. Los hechos del hombre son impensables, ¿cómo, pues, está cualificado para exigirle a Dios tales o cuales cosas? ¿De qué manera está cualificado para proponerle sugerencias a Dios? ¿Cómo está cualificado para exigir que Dios se compadezca de sus debilidades? ¿De qué forma es apto para recibir la misericordia de Dios, Su magnanimidad y Su perdón, una y otra vez? ¿Dónde está su conciencia? Hace mucho que le rompió el corazón a Dios, que se lo dejó hecho pedazos. Dios vino en medio del hombre, rebosante de alegría y entusiasmo, y esperaba que el hombre fuera caritativo con Él, aunque sólo fuera con un poco de calidez. A pesar de ello, el corazón de Dios tarda en ser consolado por el hombre; lo único que ha recibido son un bombardeo de ataques y tormento; el corazón del hombre es demasiado codicioso, su deseo demasiado grande; nunca puede ser saciado, siempre es tramposo e imprudente; nunca le permite a Dios libertad alguna ni derecho a la palabra, ni le deja a Dios más opción que someterse a la humillación, y permitir que el hombre lo manipule como quiera.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (9)

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