Una naturaleza arrogante es la raíz de la resistencia del hombre a Dios (Parte 1)
Hoy voy a hablar acerca de la naturaleza, la esencia y el carácter de la humanidad corrupta. ¿Qué es la naturaleza? La naturaleza es la esencia inherente de los hombres, eso que existe dentro de ellos que influye en su capacidad de control y dirección. Todo lo que alguien odia, detesta o le gusta es un reflejo de su carácter, que está relacionado directamente con su esencia-naturaleza. De hecho, la naturaleza es la esencia, y la naturaleza de una persona determina su esencia. La esencia y la naturaleza revelan el carácter de una persona. El carácter que revelan las personas en su discurso, sus acciones y su conducta pone de manifiesto su naturaleza, que es su esencia. Este es el concepto de naturaleza. Es decir, lo que a alguien le gusta, lo que odia o detesta y lo que persigue, todo refleja su naturaleza. Estas son las cuestiones clave a analizar para comprobar si la esencia-naturaleza de alguien es, a la larga, buena o mala. Por ejemplo, si a una persona le gusta hacer el mal, entonces la esencia-naturaleza de esa persona es bastante mala; si le gusta hacer el bien y actuar con justicia, la esencia-naturaleza es buena. Dicho esto, ¿entendéis todos el concepto de naturaleza? La naturaleza es la esencia. Antes se dijo que las personas poseen la misma esencia que su espíritu. Sea cual sea el espíritu que hay en ellas, sea cual sea su clase, esa es la clase de naturaleza que tienen. Por supuesto que eso no es incorrecto, pero decir ahora que el espíritu determina la naturaleza sería un poco vago y nada práctico. ¿Qué voy a usar para explicarlo? Usaré el carácter para explicar la naturaleza y la esencia del hombre, porque el carácter es lo que se revela, lo que la gente ve, toca y con lo que se pone en contacto, por consiguiente, es más concreto y objetivo. Respecto al espíritu, la gente piensa que es vago y misterioso y que no tiene demasiado contenido, debido a que no pueden imaginarlo, verlo ni tocarlo y tampoco tienen una manera de explicarlo. Hablar en todas las oportunidades acerca del espíritu y el alma no sería apropiado y tampoco es necesario. No resulta relevante al momento de explicar la cuestión de la naturaleza, porque esas cosas son invisibles, no son concretas. Lo que ahora discutimos es más concreto y real y puede resolver el problema de la corrupción de las personas. Si usamos esta clase de lenguaje para expresar y explicar este problema, nos es posible conseguir resultados.
Acabamos de hablar del concepto de naturaleza, pero ¿qué es en realidad la naturaleza humana? ¿Lo sabéis? Desde que Satanás corrompió a la humanidad, su naturaleza, que es además su esencia, ha cambiado. Entonces, ¿qué es la esencia humana? De lo que ahora hablo es de la esencia y la naturaleza de las personas, y no va dirigido a un individuo determinado. Después de la corrupción de la humanidad por parte de Satanás, la naturaleza de las personas ha empezado a deteriorarse y han perdido, poco a poco, la razón que tiene la gente normal. Ahora ya no actúan como seres humanos en la posición del hombre, sino que están llenas de aspiraciones descabelladas; más allá de la posición del hombre. Sin embargo, anhelan algo más elevado. ¿Qué quiere decir eso de “más elevado”? Desean sobrepasar a Dios, los cielos y todo lo demás. ¿A qué se debe que la gente revele este carácter? Después de todo, la naturaleza del hombre es demasiado arrogante. La mayoría entiende el significado de la palabra “arrogancia”. Es un término peyorativo. Si alguien revela arrogancia, los demás creen que no es buena persona. Cuando alguien es increíblemente arrogante, los demás siempre presuponen que es una persona malvada. Nadie quiere que lo relacionen con este término. Sin embargo, de hecho, todo el mundo es arrogante y todos los humanos corruptos tienen esa esencia. Algunas personas dicen: “No soy en absoluto arrogante. Nunca he querido ser el arcángel ni he querido superar a Dios o a todo lo demás. Siempre me he comportado especialmente bien y he sido responsable”. No es necesariamente así; estas palabras son incorrectas. Cuando las personas se vuelven arrogantes en naturaleza y esencia, pueden a menudo rebelarse contra Dios y oponerse a Él, no prestar atención a Sus palabras, generar nociones acerca de Él, hacer cosas que lo traicionan y que las enaltecen y dan testimonio de sí mismas. Dices que no eres arrogante, pero supongamos que te entregaran una iglesia y te permitieran dirigirla; supongamos que Yo no te podara ni nadie de la casa de Dios te criticara o ayudara, tras liderarla durante un tiempo, pondrías a la gente a tus pies y harías que te obedecieran incluso hasta el punto de admirarte y venerarte. ¿Y por qué habrías de hacer eso? Esto vendría determinado por tu naturaleza; no sería sino una revelación natural. No tienes necesidad alguna de aprender esto de otros, ni ellos tienen necesidad de enseñártelo. No es preciso que te lo impongan o te obliguen a hacerlo. Este tipo de situación surge de manera natural. Todo lo que haces es para que la gente te enaltezca, te alabe, te idolatre, te obedezca y te haga caso en todo. Permitirte ser un líder hace surgir de manera natural esta situación, y eso no se puede cambiar. ¿Y cómo surge esta situación? Está determinada por la naturaleza arrogante del hombre. La manifestación de la arrogancia consiste en la rebelión contra Dios y la oposición a Él. Cuando las personas son arrogantes, vanidosas y sentenciosas tienden a establecer sus propios reinos independientes y a hacer las cosas de cualquier manera que quieran. También traen a otras personas a sus manos y a sus brazos. Que la gente pueda hacer cosas así de arrogantes solo demuestra que la esencia de su naturaleza arrogante es la de Satanás, la del arcángel. Cuando su arrogancia y vanidad alcanzan cierto nivel, ya no lleva a Dios en el corazón y lo deja de lado. Desea entonces ser Dios, hacer que la gente la obedezca, y se convierte en el arcángel. Si tienes una naturaleza satánica así de arrogante, no llevas a Dios en el corazón. Aunque creas en Dios, Él ya no te reconoce, te considera una persona malvada y te descartará.
Hemos predicado el evangelio una y otra vez a muchos líderes dentro de los círculos religiosos, pero, sin importar cuánto hablemos de la verdad con ellos, no la aceptan. ¿Por qué ocurre esto? Porque su arrogancia se ha vuelto su segunda naturaleza y Dios ya no tiene lugar en su corazón. Algunas personas podrían decir: “Las personas que están bajo el liderazgo de ciertos pastores en el mundo religioso realmente tienen mucha energía, es como si Dios estuviese entre ellos”. ¿Confundes tener entusiasmo con tener energía? Sin importar lo elevadas que puedan sonar las teorías de esos pastores, ¿acaso conocen a Dios? Si realmente temiesen a Dios en el fondo de su corazón, ¿harían que las personas los siguieran y los exaltaran? ¿Serían capaces de controlar a los demás? ¿Se atreverían a impedir que otros busquen la verdad e investiguen el camino verdadero? Si creen que las ovejas de Dios en realidad son suyas y que todos deberían escucharlos, ¿acaso no se consideran Dios? Las personas así son todavía peores que los fariseos. ¿Acaso no son auténticos anticristos? Así, su arrogancia es funesta, y puede conducirles a cometer actos de traición. ¿Acaso no suceden esas cosas entre vosotros? ¿Podéis atrapar a las personas de esta manera? Podrías, es solo que no se te ha dado la oportunidad y se te está podando sin parar, así que no te atreverías a hacerlo. Algunas personas también se exaltan a sí mismas de forma indirecta, pero hablan con mucho ingenio, de modo que la gente corriente no puede discernirlo. Algunos son tan arrogantes que dicen: “Es inaceptable que otra persona dirija esta iglesia. Dios tiene que pasar por mí para llegar hasta aquí y solo puede daros un sermón después de que yo le haya explicado la situación de esta iglesia. Aparte de mí, nadie más puede venir aquí y regaros”. ¿Qué intención hay detrás de lo que dice? ¿Qué carácter revela? Es arrogancia. Cuando la gente actúa así, su conducta manifiesta resistencia y rebeldía contra Dios. Así que la naturaleza arrogante de las personas determina que se exalten a sí mismas, se rebelen contra Dios y lo traicionen, atrapen y arruinen a otros, además de arruinarse a sí mismas. Si mueren sin arrepentirse, al final serán descartadas. ¿No es peligroso que una persona tenga un carácter arrogante? Si tiene un carácter arrogante, pero es capaz de aceptar la verdad, entonces todavía hay margen para salvarla. Debe pasar por el juicio y el castigo, y despojarse de su carácter corrupto para alcanzar la verdadera salvación.
Algunas personas siempre dicen: “¿Por qué Dios usa el juicio y el castigo para salvar a las personas en los últimos días? ¿Por qué son tan severas las palabras de juicio?”. Hay un dicho que puede que conozcáis: “La obra de Dios varía en cada individuo; es flexible y Él no se atiene a los preceptos”. La obra de juicio y castigo en los últimos días se dirige primordialmente a la naturaleza arrogante de las personas. La arrogancia abarca muchas cosas, muchas actitudes corruptas; el juicio y el castigo atacan directamente a esta palabra, “arrogancia”, a fin de eliminar completamente el carácter arrogante de las personas. Al final, no se rebelarán contra Dios ni se resistirán a Él, así que no se esforzarán por fundar sus propios reinos independientes ni se exaltarán ni darán testimonio de sí mismos ni actuarán vilmente ni le harán demandas extravagantes a Dios. De esta manera, se han despojado de su carácter arrogante. La arrogancia se manifiesta de muchas maneras. Por ejemplo, digamos que alguien que cree en Dios le exige Su gracia; ¿en qué te basas para exigirla? Eres una persona corrompida por Satanás, un ser creado; el hecho de que vivas y respires es ya la mayor de las gracias de Dios. Puedes disfrutar de todo lo que Dios ha creado en la tierra. Dios te ha dado lo suficiente, así que ¿por qué ibas a exigirle más? Porque la gente nunca está contenta con lo que tiene. Siempre piensan que son mejores que los demás, que deberían tener más, entonces, siempre se lo exigen a Dios. Esto refleja su carácter arrogante. Aunque no lo digan en voz alta, cuando la gente empieza a creer en Dios, puede que piensen en sus corazones: “Quiero ir al cielo, no al infierno. No solo quiero ser bendecido yo, sino toda mi familia. Quiero comer bien, llevar ropa buena, disfrutar de cosas bonitas. Quiero una buena familia, un buen marido (o esposa) y buenos hijos. En definitiva, quiero reinar como un rey”. Todo gira en torno a sus exigencias y demandas. El carácter que tienen, las cosas que piensan en sus corazones, esos deseos extravagantes, todo ello caracteriza la naturaleza arrogante del hombre. ¿Qué me lleva a decir esto? Se trata del estatus de las personas. El hombre es un ser creado que provino del polvo, Dios formó al hombre del barro, y le insufló el aliento de vida. Tal es el bajo estatus del hombre, pero aun así la gente se presenta ante Dios exigiendo esto y aquello. El estatus del hombre es muy indigno, así que no debería abrir la boca para exigirle nada a Dios. Entonces, ¿qué debe hacer la gente? Deben trabajar duro con independencia de las críticas, arrimar el hombro y someterse gustosamente. No se trata de abrazar con alegría la humildad, no hay que hacer tal cosa; ese es el estatus con el que nacen las personas; deben ser sumisas y humildes de manera innata, porque su estatus es humilde, así que no deben exigirle cosas a Dios ni tener deseos extravagantes con respecto a Él. Esas cosas no deberían encontrarse en ellos. He aquí un ejemplo sencillo. Una familia rica contrató a un sirviente. Su cargo en este hogar adinerado era muy poco relevante; sin embargo, le dijo al señor de la casa: “Quiero usar el sombrero de tu hijo, quiero comer tu arroz, llevar tu ropa y dormir en tu cama. ¡Dame todo lo que uses, tanto lo de oro como lo de plata! Aporto mucho con mi trabajo y vivo en tu casa, ¡te lo exijo!”. ¿Cómo debería tratarlo el amo? El amo diría: “Debes saber qué clase de cosa eres, cuál es tu papel; eres un sirviente. Yo le doy a mi hijo lo que quiere, porque ese es su estatus. ¿Cuál es tu estatus, tu identidad? No estás capacitado para pedir estas cosas. Deberías ir a hacer lo que debes, a cumplir con tus obligaciones, de acuerdo con tu estatus y tu identidad”. ¿Tiene algo de razón esa persona? Hay muchas personas que creen en Dios que no tienen tanta razón. Desde que empiezan a creer en Dios, albergan motivos ocultos y, a partir de ahí, le plantean exigencias a Dios sin cesar: “La obra del Espíritu Santo tiene que seguirme mientras difundo el evangelio. Además, debes perdonarme y tolerarme cuando hago cosas malas. Si trabajo mucho, tienes que recompensarme”. En resumen, la gente siempre le pide cosas a Dios, siempre son codiciosos. Algunos, que han trabajado un poco y han liderado una iglesia bastante bien, piensan que son superiores a los demás y a menudo difunden palabras como: “¿Por qué Dios me pone en un cargo importante? ¿Por qué no deja de mencionar mi nombre? ¿Por qué sigue hablando conmigo? Dios tiene muy buena opinión de mí porque tengo calibre y porque estoy por encima de la gente corriente. Estáis incluso celosos de que Dios me trate mejor. ¿Por qué tenéis celos? ¿Acaso no veis cuánto trabajo y cuánto sacrificio hago? No deberíais tener celos de las cosas buenas que Dios me da, porque me las merezco. He trabajado muchos años y he sufrido bastante. Merezco el reconocimiento y estoy calificado”. Hay otros que dicen: “Dios me permitió unirme a las reuniones de colaboradores y escuchar Su enseñanza. Yo estoy calificado, ¿lo estás tú? En primer lugar, tengo un alto calibre y persigo la verdad más que vosotros. Es más, me esfuerzo más que vosotros y puedo hacer el trabajo de la iglesia, ¿podéis vosotros?”. Esto es arrogancia. Los resultados del desempeño de los deberes y el trabajo de las personas son diferentes. Algunos tienen buenos resultados, mientras que a otros les va mal. Algunas personas nacen con buen calibre y también son capaces de buscar la verdad, por lo que los resultados de sus deberes mejoran rápidamente. Esto se debe a su buen calibre, que está predestinado por Dios. Pero ¿cómo se resuelve el problema de los malos resultados en el cumplimiento del deber? Debes buscar constantemente la verdad y trabajar duro, entonces tú también podrás alcanzar poco a poco buenos resultados. Mientras te esfuerces por la verdad y alcances el límite de tus capacidades, Dios lo aprobará. Pero, con independencia de que los resultados de tu trabajo sean buenos o no, no debes tener ideas erróneas. No pienses: “Estoy calificado para ser igual a Dios”, “Estoy calificado para disfrutar de lo que Dios me ha dado”, “Estoy calificado para hacer que Dios me alabe”, “Estoy calificado para dirigir a otros” o “Estoy calificado para aleccionar a otros”. No digas que estás calificado. La gente no debería tener estos pensamientos. Si los tienes, eso demuestra que no estás en el lugar que te corresponde, y que ni siquiera cuentas con la razón más elemental que debe tener un ser humano. Entonces, ¿cómo puedes deshacerte de tu carácter arrogante? No puedes.
Algunas personas dicen que no tienen un carácter corrupto, que no son arrogantes. ¿Qué personas son esas? Se trata de personas sin razón, y además son las más necias y arrogantes de todas. De hecho, son más arrogantes y rebeldes que nadie; cuanto más dice alguien que no tiene actitudes corruptas, más arrogante y sentencioso es. ¿Por qué los demás son capaces de conocerse a sí mismos y de aceptar el juicio de Dios, y sin embargo tú no? ¿Eres una excepción? ¿Eres un santo? ¿Vives en el vacío? No reconoces que la humanidad ha sido hondamente corrompida por Satanás, que todo el mundo tiene un carácter corrupto. Esto implica que no comprendes para nada la verdad, y eres el más rebelde, ignorante y arrogante de todos. Según tú, hay mucha gente buena en el mundo y solo alguna mala, entonces, ¿por qué está lleno de oscuridad, de suciedad y corrupción, lleno de conflictos? ¿Por qué todos toman y roban a los demás en el mundo de los hombres? Ni siquiera los creyentes en Dios son una excepción. Las personas siempre están luchando y peleando unas con otras. ¿Y de dónde proviene esta lucha? Es producto de su naturaleza corrupta, por supuesto, la misma revelación de sus actitudes corruptas. Las personas que tienen una naturaleza corrupta revelan arrogancia y rebeldía; aquellos que viven en un carácter satánico son beligerantes y combativos. Este tipo de personas son las más arrogantes de todas, no obedecen a nadie. ¿Por qué la gente confiesa a menudo sus pecados, pero no se arrepienten? ¿Por qué creen en Dios, pero no pueden poner la verdad en práctica? ¿Por qué creen en Dios durante muchos años, pero no pueden ser compatibles con Él? Debido a la naturaleza arrogante de las personas. La humanidad siempre se ha rebelado y se ha resistido a Dios, nunca ha estado en absoluto dispuesta a aceptar la verdad e incluso la ha odiado y rechazado. Esto no se debe a que las exigencias que le hace Dios al hombre sean muy altas, sino a que la gente se resiste a Dios con demasiada fiereza y sin piedad, tanta que podría convertir a Dios en su enemigo y crucificarlo. ¿Acaso no es esa humanidad corrupta demasiado fiera, arrogante e irrazonable? Dios expresa muchas verdades, Él tiene misericordia y salva a las personas y perdona sus pecados, pero el hombre no acepta para nada la verdad, siempre condena y se resiste a Dios, y no se reconcilia con Él. Ahora, ¿en qué nivel se encuentra la relación del hombre con Dios? El hombre se ha convertido en el enemigo de Dios, en Su antítesis. Dios expresa verdad para desenmascarar, juzgar y salvar a las personas; estas no lo aceptan ni le prestan ninguna atención. No hacen lo que Dios les exige, en su lugar hacen cosas que Él odia y detesta. Dios expresa la verdad, pero la gente la aparta de sí. Dios juzga y castiga las actitudes corruptas de las personas, y no solo no aceptan la verdad, sino que discuten y se sublevan contra Dios. ¿Qué tan arrogantes son las personas? La raza humana corrupta reniega y se resiste a Dios con descaro. Aunque crean en Dios, siempre persiguen una gran fortuna, recompensas y la entrada en el reino de los cielos. Además, también quieren gobernar y ejercer la autoridad. Es la representación de un modelo de arrogancia, el mismísimo carácter corrupto del hombre.
Dios se hizo carne para salvar al hombre, pero a cambio de recibir a Dios, las personas exigían manutención, recompensas, bendiciones, e incluso iban presumiendo de que habían recibido a Dios, y diciendo que Él las amaba, para que los demás las tuvieran en alta estima. Un pequeño número era claramente consciente de que Aquel al que recibían era Dios y, sin embargo, a cambio exigían dinero a las iglesias. Tales personas arrogantes dicen que no tienen un carácter corrupto, y que su creencia es superior a la de cualquier otra persona, que son más leales a Dios y actúan mejor que nadie. Algunas personas presumen de sí mismas, dicen: “Llevo veinte años creyendo en Dios. Cuando yo me convertí, no existía la iglesia; yo difundía el evangelio por dondequiera que iba”. ¿Por qué presumes tanto? No tienes nada de que presumir. Según tu comportamiento actual, deberías abofetearte, maldecirte, detestarte y odiarte a ti mismo. ¿Entonces de qué presumes? Tu carácter arrogante es demasiado pronunciado, ya has alcanzado la cúspide, el extremo. Ya sea que la gente diga mucho o diga poco, su tono, sus intenciones y sus palabras, todo ello tiene un sabor y una esencia arrogantes. Pondré un ejemplo sencillo. Digamos que la iglesia tiene a una persona que acaba de empezar a creer, que es bastante fiable, que persigue con sinceridad. Algunas personas puede que lo menosprecien, que le digan con altivez: “¿Cuántos años llevas siendo creyente? ¿De dónde eres? ¿Tienes algunas nociones? ¿Qué verdades no tienes claras todavía? ¿Cuentas con estas verdades básicas? Cuando dispongas de ellas, debes ir a difundir el evangelio”. ¿Con qué cualificación cuentas tú para dar lecciones de ese tipo a nadie? También eres humano. Es solo que aceptaste un poco antes. Sin embargo, no te has despojado todavía de la arrogancia que posees en la esencia de tu propio carácter corrupto. ¿Qué cualificación tienes para darles lecciones a los demás? Por supuesto, puedes hablar con ellos, pero tus perspectivas e intenciones son incorrectas, tu actitud es equivocada y la naturaleza de esta es muy odiosa. Cuando lo Alto se aproxima a algunas personas para conocer la situación de la obra evangélica, les pregunta si hay dificultades para difundir el evangelio, o qué problemas hay que resolver en la obra evangélica. A lo que ellos contestan: “La obra funciona con normalidad, no hay problemas”, y adoptan una actitud indiferente intencionalmente. Rara vez informan los problemas que existen en la obra evangélica o la forma en que se están resolviendo, y mucho menos mencionan las dificultades que es necesario que lo Alto resuelva. ¿De qué tipo de problema hablamos? ¿Demuestran cumplir con el deber de forma responsable? ¿Manifiestan lealtad a Dios? Repiten una y otra vez que se someten y siguen a Dios, que han visto al Dios verdadero, que son realmente sumisos, que están realmente dispuestos a gastarse por Dios, a pagar el precio, pero, al final, son capaces de manifestar semejante carácter y decir palabras como esas. ¿Qué esencia creéis que tiene realmente este tipo de persona? ¿Cuál podría ser el desenlace de alguien así? ¿De qué son dignos? Si Yo no dijera estas palabras, si no mostrara ningún interés en asuntos como este, ¿a qué punto diríais que podrían llegar estas personas? Las consecuencias son tan terribles que es mejor no pensar en ellas. Cuando hablo y converso con algunas personas en un tono normal, se vuelven arrogantes, piensan que soy una persona corriente. Se dejan llevar y empiezan a soltar sandeces, quieren entrometerse y evaluarlo todo, y siempre quieren hacer alarde. Cuando veo que es una persona así, no le presto atención. Sinceramente, he observado que la mayoría de la gente es bastante desagradable. Inmediatamente después de conocerlos, no he terminado de decir tres frases cuando ya empiezan a hacer reverencias y a arrastrarse; menos de una semana después de conocerlos, ya se atreven a aleccionar a Dios. Después de haber estado en contacto con una persona así durante un tiempo, me disgusta, no le presto atención, y más tarde oigo que ha hecho algo malo, que es malvada. Poneos en el lugar de otra persona y pensad un momento: si os encontrarais con este tipo de situación mientras educáis a vuestros hijos, ¿cómo os sentiríais? La gente cría a sus hijos para que los cuiden en su vejez y les acaben dando una adecuada sepultura. Si sus hijos no les prestan atención cuando envejecen, se dan aires y los sermonean, o los maltratan e intimidan y no son para nada buenos con ellos, ¿cómo van a sentirse? ¿Acaso no se sentirán enfadados y tristes? Ahora mismo sois jóvenes, con un nivel de experiencia poco profundo y aún no podéis apreciar esto. He estado en muchos lugares y he conocido a mucha gente. Entre esas personas, de aquellas con las que pude sentarme de igual a igual y compartir, charlar sobre la vida, ni una sola dijo: “Dios es bueno conmigo. Necesito tener un poco de conciencia y razón, no haré nada que vulnere mi conciencia”. La gente no puede hacer ni siquiera lo más mínimo con conciencia o humanidad. Ni siquiera pueden hablar desde su propia posición ni atenerse a su deber, ya no digamos practicar la verdad, cosa de la que tampoco son capaces. Si la gente se vuelve demasiado arrogante, será más severa que el arcángel, irán un paso más allá.
Algunas personas tienen un calibre ligeramente mayor, son capaces de realizar ciertos trabajos y se las elige para ser líderes de la iglesia. Después de convertirse en líderes, empiezan a volverse arrogantes antes de haber hecho mucho trabajo real. Nadie se atreve a podarlas ni a señalar sus errores; si les hablas de manera enérgica o con cierta severidad, se enfadan y dicen: “No lo voy a hacer. Si quieres que lo haga alguien, oblígalo tú. A ver si alguien lo puede hacer mejor que yo. Que el Espíritu Santo los revele”. ¡Qué arrogancia hay en sus palabras! ¿Qué grado de rebeldía tiene la gente? No tienen ningún sentimiento respecto a las palabras que dicen o las cosas que hacen; son totalmente inconscientes. A medida que disecciono la arrogancia de sus palabras y su actuación, las motivaciones que albergan en sus corazones y la fealdad que van revelando poco a poco, acaban por comprenderse a sí mismos. Así de adormecidos están. Sin tal disección y aclaración, ¿podrían conocerse a sí mismos? ¿Serían capaces de hacer algo humano? Solo se portarán un poco mejor si los golpeo constantemente con un palo, ¡así de inútiles son! Han alcanzado este nivel de arrogancia, la disciplina resulta totalmente inútil. Algunas personas dicen: “Después de leer muchas de las palabras de Dios, siento que son la verdad, y que las palabras que Él ha usado para poner al hombre en evidencia son correctas, pero llevo varios años creyendo en Dios, ¿por qué no me ha disciplinado?”. Veamos qué os parece esto: cuando el arcángel traicionó a Dios, si Dios lo hubiera disciplinado y castigado de inmediato, ¿habría sido capaz de traicionarlo? ¿Podría haberse resuelto la naturaleza de su traición? ¿Habría sido posible eliminar su carácter arrogante? Pues no. Así, la gente de hoy es arrogante hasta el punto de ser diez o veinte veces más arrogante que el arcángel. La disciplina por sí sola no es suficiente, deben aceptar el juicio y el castigo, deben aceptar y perseguir la verdad; solo entonces Dios puede obrar sobre ellos, solo entonces puede probarlos y refinarlos. Si no puedes aceptar la verdad, no importa cuántos años creas, porque Dios no obrará en ti. Si no tienes conciencia ni razón, entonces eres una de las bestias; Él no tiene nada que decirte, independientemente de lo que hagas, no eres disciplinado y si perturbas a la iglesia, serás echado. Después de decir tanta verdad, fíjate si la gente la persigue o no. Si dices: “No estoy en absoluto dispuesto a perseguirla, quiero regodearme en la degeneración. Estoy dispuesto a convertirme en un degenerado”, entonces, esperas recibir un castigo. Yo no disciplino a nadie en este momento, solo les hablo mientras desenmascaro y juzgo su corrupción. Si te lo tomas en serio, entonces persigues en una dirección ascendente; si no haces caso, significa que esperas el posterior castigo. En este momento, además de la provisión de la verdad, también hay desenmascaramiento, juicio y castigo, y luego hay escarmiento y retribución. Por supuesto, la retribución y el escarmiento llegarán tarde o temprano; quién sabe qué día vas a acabar vulnerando un decreto administrativo y, entonces, estarás muerto. No obstante, os exhorto a cada uno de vosotros a no esperar a que llegue el escarmiento para despertar y perseguir. Llegado ese momento, ya será bastante tarde para arrepentirse y estaréis condenados. No habrá más oportunidades de arrepentirse. Alcanzado ese punto, será demasiado tarde para perseguir, además de inútil. Más vale que aproveches el presente para despertar pronto, para hacer algunas cosas humanas, conscientes. No te obstines en continuar por el camino equivocado.
Algunas personas se elogian a sí mismas diciendo que poseen buena humanidad, pero si de verdad tienes humanidad, ¿por qué harías cosas arrogantes? ¿Por qué no puedes hacer nada humano? ¿Por qué no tienes la menor conciencia ni razón? La gente es tan arrogante que quiere cualquier cosa, excepto a Dios; veneran a cada estrella, diablo y Satanás, pero no adoran a Dios ni se someten a Él; son capaces de hacer cualquier maldad. He estado en muchos lugares. Algunas personas que Me han recibido han cobrado una suma enorme por la comida y el alojamiento y, encima de todo, la comida y los artículos de uso diario los paga la iglesia. Lanzo la pregunta, ¿cómo es que estas personas carecen de conciencia? ¿Acaso no soy apto para comer una comida que hayan preparado? Antes de eso habían dicho que estaban dispuestos a recibirme, pero cuando llegué, se comportaron de esta manera vergonzosa. ¿Siguen siendo humanos? ¿Todavía tienen humanidad? No seas simplista; no puedes hacerlo, no tienes humanidad y eres una bestia. Tu naturaleza y tu arrogancia te condenan. La gente tiene muy poca fe. Son tan arrogantes y rebeldes que no les queda espacio para Dios. ¿Es digno de llamarse humano alguien que está corrompido hasta este punto? Este es el modelo mismo de un diablo, de Satanás. La gente piensa: “Aunque Tú tengas la verdad, no eres más que una persona, ¿qué puedes hacer? ¿En qué puedes ayudarme? ¿Qué puedes hacerme? ¿Adónde puedes llevarme? Siento desprecio por ti. No me importa si Tú eres Dios o no”. Eso no les importa. Me atrevería a decir que si el jefe de vuestra empresa fuera a tu casa, no le dejarías marcharse aunque lo intentara; tendrías que obligarlo a quedarse en tu casa durante dos días y lo tratarías bien. Así pues, la gente no debe hablar siempre con arrogancia, no debe decir que quiere a Dios más que nadie, que practica la verdad mejor que cualquiera, que se esfuerza, que ha pagado un precio mayor y que es más leal que los demás. No presumas de ti mismo, no estás cualificado para hacerlo, no has pagado ese precio ni has hecho mucho trabajo eficaz. Aunque hayas trabajado un poco, eso no equivale a entregarse sinceramente a Dios ni mucho menos a una lealtad total hacia Él ni incluso a la sumisión hasta la muerte. Puede que perseveres entre tres y cinco años, pero a medida que pase el tiempo, serás incapaz de seguir haciéndolo, por lo que serás superficial y te quejarás. No pienses que eres superior al resto. Comparado con los demás, no estás a un alto nivel, estás muy por debajo de ellos y mucho menos puedes compararte con los santos de las eras. ¿Estás realmente capacitado para presumir de algo? Todos decís: “Si me pusiera en contacto con Dios más adelante, garantizo que no lo engañaría”. Es necesario poner a prueba tu promesa durante un tiempo. No estoy dispuesto a ponerme en contacto con más gente; acercarme a ellos y observar su conducta es suficiente para enfadarme. Entre vosotros, es posible que algunos sepan lo enfadado que estoy debido a este asunto. Me enfado especialmente cuando veo a esas personas que no persiguen la verdad en absoluto, que siempre quieren ostentar el poder y controlar a los demás. Los odio. Los que no persiguen la verdad en absoluto, son malos, no tienen humanidad; no me acercaré a esa gente de ninguna manera. Cuando vean que no les presto atención, es posible que se quejen. Son gente muy poco razonable. Ahora mismo, la mayoría de la gente no sabe cómo perseguir la verdad: su estatura es demasiado pequeña y la poca humanidad y razón que posee son demasiado pobres, así que no tengo forma de entablar conversación con ellos. Si interactúas con una persona así durante dos días, te despreciará, se volverá arrogante, terriblemente arrogante e, independientemente de lo que digas, no te escuchará.
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