Una naturaleza arrogante es la raíz de la resistencia del hombre a Dios (Parte 2)
Antes solía pasarme por las iglesias y visitaba a todo tipo de familias anfitrionas y creyentes. ¿Por qué ya no estoy dispuesto a entrar en contacto con demasiada gente? La gente es muy mala, la mayoría no tiene ni conciencia ni razón, no tienen espacio para Dios y siempre conspiran en torno a Él, por eso elijo mantenerme alejado de la gente, y solo hago el trabajo que me corresponde. Algunos dicen: “¿Acaso Dios no vive entre los hombres?”. No cabe duda de que vivo entre los hombres, pero no puedo habitar entre los malvados, es demasiado peligroso. Estaría bien si tuviera un cuerpo espiritual, podría hacer lo que fuera entre la gente; un cuerpo espiritual como el de Jesús sería perfecto, podía actuar como Él quisiera y nadie se atrevía a perseguirlo. Sin embargo, ahora tengo un cuerpo normal de carne, uno particularmente normal, sin nada sobrenatural, así que la gente no puede aceptarlo; siempre tienen nociones y quieren examinar a Dios. Si a este tipo de persona, con este tipo de carácter, se le impusiera un poco de disciplina y castigo, si tuviera que soportar un dolor de cabeza durante un mes, ¿creéis que sería útil? No serviría de nada. Se levantarían después de ese dolor de cabeza de un mes y desahogarían su enojo. ¿Creéis que la disciplina por sí sola puede provocar cambios? No. Por tanto, hay muchas personas con las que he entrado en contacto en el pasado, pero muy pocas de ellas aman la verdad. Solo puedo deciros que la gente no debe creer en Dios para obtener algo de Él. Únicamente debes preocuparte de cumplir bien con tu deber, de emplear toda tu energía. Si tu calibre es demasiado bajo, no es apto para el uso, debes apresurarte y renunciar. Debes ser obediente y educado, hacer lo que debes, no lo que no debes, y además actuar de manera razonable. Eres una persona. Si Dios no te diera aliento, vida y energía, no podrías hacer nada. La gente no debe pedir nada ni competir con respecto a su cualificación; estar cualificado no sirve de nada. Si una iglesia te nombra su líder, es tu responsabilidad, y si nombran líder a otra persona, es su responsabilidad. Por supuesto, en cuanto al trabajo, debes compartir, pero no debes comparar tu cualificación con la de los demás y pensar: “Hace mucho que soy una persona calificada en esa iglesia, deberían respetarme. Yo soy el mayor, tú eres el segundo”. No digas tal cosa, es absurda. Algunos también dicen: “He renunciado a mi propio trabajo para gastarme por Dios, he renunciado a mi familia, ¿y qué he obtenido? No he obtenido nada, y Dios sigue aleccionando a la gente”. ¿Qué opinas de estas palabras? La gente debe adoptar la actitud correcta y, en primer lugar, tener claro que es humana, que sigue formando parte de la humanidad corrupta. Si te nombran líder, sé líder; si no te nombran líder, sé un simple seguidor; si te dan trabajo, tendrás la oportunidad de hacer algo; si no te dan trabajo, no podrás hacer nada. No presumas, es una mala señal que demuestra que caminas hacia un extremo, hacia la muerte. No te jactes diciendo: “He ganado a un grupo de personas en alguna parte, son mis frutos. Si no hubiera ido, nadie más podría haberlo hecho. Cuando fui, el Espíritu Santo hizo una gran obra”. No te jactes de esta manera. Más bien, debes decir: “Ganar a estas personas fue el resultado de la obra del Espíritu Santo, una persona solo puede hacer una cierta cantidad de trabajo. Si terminamos de difundir el evangelio y Dios nos manda de regreso a casa, nos iremos a casa”. No digas: “¿Qué hice mal para que Tú me envíes a casa? Si no puedes decirme el motivo, no volveré a casa”. No exijas eso. Plantear tal exigencia demuestra que tu carácter es especialmente arrogante. Si no has cometido ningún error, ¿no se te puede enviar a casa? Si actúas correctamente, ¿no se te puede enviar a casa? Aunque actúes correctamente y lo hagas bien, si te mandan a casa, allí es donde debes volver. Si se te poda, debes aceptarlo y someterte. Es una obligación, una responsabilidad, y no debes defenderte. Job creía en Dios y solo se concentraba en temerle y evitar el mal. Job no pidió nada, y Jehová lo bendijo. Algunos dicen: “Se debió a que Job era bueno con Dios, así que por supuesto que Él lo bendijo; fue a cambio de la fe y el trabajo justo que Job realizaba”. Esto no es correcto, no fue un intercambio, sino que Jehová quiso bendecirlo. ¿Por qué Job no se quejó cuando Jehová se lo quitó todo? ¿Por qué no dijo: “Actúo con rectitud, estoy muy calificado, no deberías tratarme así”? No se trata de una cuestión de “deberías” o “no deberías”. En lo que respecta a creer en Dios, no sería correcto que la gente siempre pudiera hacer sus propias elecciones y hablara constantemente sobre nociones y doctrinas humanas. Eso es arrogancia y rebeldía humanas. Las elecciones adulteran a los humanos.
Cuando reveláis vuestras actitudes arrogantes, ¿sois conscientes de ello? Algunas personas no lo son, y dicen: “No soy arrogante, nunca he dicho nada arrogante”. De hecho, incluso si no eres consciente de ello, sigues teniendo un carácter arrogante, solo que aún no se ha revelado. El hecho de que aparentemente no lo hayas revelado no prueba que no tengas un carácter arrogante; es posible que tu corazón sea más arrogante que el de los demás, simplemente sabes fingir, así que no se revela, pero las personas con discernimiento son capaces de verlo. Por tanto, todo el mundo tiene un carácter arrogante, esa es la naturaleza común del hombre. Los de naturaleza arrogante son capaces de rebelarse contra Dios, de oponerse a Él, de cometer actos que lo juzgan y traicionan y de hacer cosas que los enaltecen a ellos mismos y son un intento de instaurar sus propios reinos independientes. Imaginemos que varias decenas de miles de personas de un país aceptaran la obra de Dios, y la casa de Dios te enviara allí para guiar y pastorear a los escogidos de Dios. E imaginemos que la casa de Dios te concediera la autoridad y te permitiera trabajar por tu cuenta, sin Mi supervisión ni la de nadie. Pasados varios meses, te habrías convertido en una especie de gobernante soberano, todo el poder recaería en tus manos, llevarías la voz cantante, todos los escogidos te venerarían, te adorarían, se someterían como si fueras Dios, te cantarían alabanzas con cada palabra, diciendo que predicas con profundidad y afirmando insistentemente que tus declaraciones eran lo que necesitaban, que supiste proveerlos y guiarlos, y en sus corazones no habría lugar para Dios. ¿No sería problemática esta clase de labor? ¿Cómo la habrías llevado a cabo? Que esta gente fuera capaz de tener semejante reacción demostraría que en tu labor no dabas el más mínimo testimonio de Dios, sino únicamente testimonio y lucimiento de ti mismo. ¿Cómo pudiste lograr tal consecuencia? Algunos dicen: “Lo que yo comparto es la verdad; por supuesto, ¡nunca he dado testimonio de mí mismo!”. Esa actitud tuya, esa manera, es la de tratar de hablar con la gente desde la posición de Dios, no una actitud de permanecer en la posición de un ser humano corrupto. No dices más que palabras rimbombantes y exigencias a los demás; eso no guarda ninguna relación contigo. Por lo tanto, como consecuencia, lograrías hacer que la gente te idolatrara y envidiara hasta que, finalmente, todos se sometieran a ti, dar testimonio de ti, enaltecerte y ponerte por las nubes. Cuando eso sucediera, estarías acabado; ¡habrías fracasado! ¿No es esta la senda por la que vais vosotros ahora mismo? Si se te pide que guíes a unos miles o a decenas de miles de personas, te sentirás eufórico. Entonces darías lugar a la arrogancia, comenzarías a tratar de ocupar la posición de Dios en tus palabras y gestos y no sabrías qué ponerte, qué comer ni cómo caminar. Te regodearías en las comodidades de la vida, te sentirías elevado y no te dignarías a reunirte con los hermanos y hermanas corrientes. Te convertirías en un completo degenerado; serías puesto en evidencia y se te descartaría, y serías abatido como el arcángel. Todos sois capaces de esto, ¿no es así? Entonces, ¿qué deberíais hacer? Si un día se os ordenara ser responsables de la labor del evangelio en todos los países, y fuerais capaces de caminar por la senda de un anticristo, ¿cómo podría expandirse la obra? ¿No sería esto un problema? ¿Quién se atrevería, pues, a dejaros ir por ahí? Después de que te enviaran allí, nunca regresarías; no prestarías atención a nada de lo que Dios dijera y seguirías luciéndote y dando testimonio de ti mismo como si estuvieras salvando a la gente, realizando la obra de Dios y haciendo creer a la gente que Dios había aparecido y estaba aquí obrando; y a medida que la gente te idolatrara, no cabrías en ti de gozo y hasta consentirías que te tratara como a Dios. Llegado ese momento, estarías acabado, serías desechado. Sin darte cuenta, este tipo de naturaleza arrogante terminaría siendo tu ruina. Este es un ejemplo de una persona que va por la senda de los anticristos. Aquellos que han llegado a este punto están sumidos en la inconsciencia; tanto su conciencia como su razón han dejado de servir ninguna función, y ni siquiera saben cómo orar o buscar. No esperes hasta entonces para pensar: “Debo vigilarme a mí mismo en detalle, he de orar con sinceridad”. Para entonces será demasiado tarde. Has de saber sobre este asunto con antelación, has de buscar: “¿Cómo debo actuar para dar testimonio de Dios, para hacer bien mi trabajo sin dar testimonio de mí mismo? ¿Qué métodos debo usar para hablar con los demás, para liderarlos?”. Así es como debes prepararte. Si de verdad un día se dispone que salgáis a trabajar y seguís siendo capaces de exaltaros y dar testimonio de vosotros mismos, lo que provocará que lleves a la ruina a las personas a tu cargo, tendrás problemas y luego sufrirás el castigo de Dios. ¿Está bien que no os diga estas palabras? Antes de decirlas, erais capaces de hacerlo; si después de habéroslas dicho seguís siendo capaces, ¿acaso no tenéis un problema? Todos debéis pensar en cómo hacer vuestro trabajo, en cómo comportaros de la manera más apropiada. Todo lo que decís y hacéis, cada acción y movimiento, cada palabra y acto y cualquier intención de vuestro corazón, todo debe estar a la altura del estándar, no se deben hacer excepciones con nadie ni aprovechar ningún resquicio. Aunque la arrogancia es la naturaleza del hombre y no es fácil que cambie, sigue siendo necesario que las personas conozcan sus actitudes arrogantes, que tengan los principios de práctica. Debes pensar lo siguiente: “Si me encargaran algunas iglesias, ¿cómo habría de actuar para no quitarle a Dios su puesto? ¿Cómo debería actuar para no ser arrogante? ¿Cuál sería la forma adecuada de actuar? ¿Cómo sería necesario que actuara para llevar a la gente ante Dios, para que den testimonio de Él?”. Debes reflexionar sobre estos asuntos hasta que queden claros. Supongamos que alguien pregunta: “¿Puedes liderar las iglesias apropiadamente?”, y tú dices: “Puedo”, pero, en cambio, conduces a las personas a tu propia presencia. ¿No sería un problema que se someterían a ti, pero no a Dios? Como líder u obrero, si no sabes qué es llevar a la gente ante Dios o llevarla ante ti mismo, entonces, ¿puedes servir a Dios? ¿Puedes resultar adecuado para que Dios te use? En absoluto. ¿No son anticristos aquellos capaces de conducir a la gente ante ellos mismos? Si alguien cree en Dios, pero no hay espacio para Él en su corazón, no lo temen, no tienen un corazón sumiso ni la voluntad para someterse a Él, esa persona no cree en Dios. Entonces, ¿en quién cree en realidad? Diseccionadlo vosotros. Luego no digáis: “No soy arrogante, soy una buena persona, solo hago cosas buenas”; esas palabras son infantiles. ¿Todo el mundo es arrogante menos tú? De esta manera, has dejado en evidencia, pero sigues sin conocerte a ti mismo, y sigues diciendo que no eres arrogante, ¡no tienes vergüenza! Estás tan adormecido que no importa cómo se te desenmascare. ¿Sabéis por qué os digo esto? ¿Por qué dejo así en evidencia a la gente? Si no los pongo al descubierto así, ¿llegarán a conocerse a sí mismos? Si no los pongo al descubierto así, seguirán pensando que son muy buenos, que hacen su trabajo bastante bien, que no tienen defectos para señalar y que en general no son malas personas. Incluso si fueran todos buenos, no deberían hallarse en un estado arrogante ni deberían pensar que están preparados ni jactarse. No pongo al descubierto los estados de las personas de este modo para condenarlas a muerte, ni para decirles que no pueden salvarse, sino más bien para permitirles que se conozcan verdaderamente a sí mismas, que comprendan su propia esencia corrupta y su naturaleza, para que puedan alcanzar un verdadero conocimiento de sí mismas. Esto les resultará beneficioso a la hora de despojarse de sus actitudes corruptas. Si podéis manejar Mis palabras de exposición y poda de la manera correcta, podéis evitar volveros negativos, sois capaces de cumplir con vuestro deber con normalidad y hacer vuestros los asuntos de la casa de Dios, y si podéis asumir la responsabilidad sin ser superficiales y podéis ser leales a Dios, entonces esta actitud es correcta, y podréis cumplir bien con vuestro deber.
Hay algunas personas que a menudo vulneran los principios en sus actos. No aceptan la poda, saben en sus corazones que lo que los demás dicen concuerda con la verdad, pero no lo aceptan. ¡Son tan arrogantes y sentenciosas! ¿Por qué decimos que son arrogantes? Si no aceptan la poda, entonces no son obedientes, ¿y acaso la desobediencia no es arrogancia? Creen que hacen bien las cosas y que no cometen errores, lo cual significa que no se conocen a sí mismas, y eso es arrogancia. Por tanto, hay algunas cosas que necesitas analizar a conciencia; has de profundizar en ellas poco a poco. Cuando realizáis la obra de la iglesia, si logras la admiración de los demás y te hacen sugerencias, y se abren a ti en la enseñanza, quiere decir que has hecho bien tu trabajo. Si siempre constriñes a las personas, paulatinamente llegarán a discernirte y se distanciarán de ti, esto demuestra que no tienes la realidad-verdad, así que todo lo que dices son indudablemente solo palabras y doctrinas cuyo fin es constreñir a otros. Algunos líderes de la iglesia son reemplazados, ¿y por qué sucede eso? Porque solo dicen palabras y doctrinas, siempre alardean y dan testimonio de sí mismos. Dicen que resistirse a ellos es lo mismo que resistirse a Dios y que quienquiera que informe de la situación a lo Alto está perturbando la obra de la iglesia. ¿Qué clase de problema es este? Estas personas se han vuelto ya tan arrogantes que han perdido la razón. ¿Acaso no muestra eso que en realidad son anticristos? ¿No dará esto lugar a que empiecen a fundar sus propios reinos independientes? Algunos de aquellos que acaban de empezar a creer los venerarán y darán testimonio de estos líderes, y ellos lo disfrutarán mucho y se sentirán muy complacidos. Alguien tan arrogante ya está perdido. Una persona capaz de decir “resistirse a mí es resistirse a Dios” ya se ha convertido en un Pablo moderno. No es diferente a cuando Pablo dijo: “Para mí, el vivir es Cristo”. ¿Acaso los que hablan así no corren un grave peligro? Aunque no funden reinos independientes, siguen siendo auténticos anticristos. Si tal persona liderara una iglesia, esta se convertiría enseguida en un reino de anticristos. Algunos, después de convertirse en líderes de iglesia, se centran especialmente en decir sermones grandilocuentes y en alardear, hablan misterios para que la gente los admire y, a consecuencia de esto, se alejan más y más de la realidad-verdad. Esto lleva a que la mayoría de la gente venere teorías espirituales. La gente escucha a quienquiera que hable de manera grandilocuente; al que habla sobre la entrada en la vida, no le prestan atención. ¿Acaso esto no lleva a la gente por mal camino? Si alguien habla sobre la realidad-verdad, nadie escucha, lo cual es un problema. Nadie, excepto esta persona, puede liderar la iglesia, porque todos veneran teorías espirituales; aquellos que no pueden hablar sobre teorías espirituales son incapaces de mantenerse firmes. ¿Puede una iglesia así obtener todavía la obra del Espíritu Santo? ¿Puede la gente entrar en la realidad-verdad? ¿Por qué rechazan las pláticas acerca de la verdad y se niegan a conversar sobre las experiencias reales, hasta el punto de que no están dispuestos a escuchar Mi enseñanza respecto a la verdad? Esto demuestra que estos líderes ya han desorientado y controlado a estas personas. Los demás los escuchan y se someten a ellos en lugar de someterse a Dios. Resulta evidente que estas personas son del tipo que se somete a sus líderes en lugar de someterse a Dios. Porque aquellos que creen en Dios sinceramente y persiguen la verdad, no pertenecen a la clase de los que adoran o siguen a los hombres; en sus corazones tienen un lugar para Dios y corazones temerosos de Dios, así que ¿cómo iban a dejarse constreñir por los hombres? ¿Cómo podrían someterse obedientemente a un falso líder que no tiene la realidad-verdad? Lo que más teme un falso líder es a alguien que tiene la realidad-verdad, alguien que teme a Dios y evita el mal. Si alguien no posee la verdad y, sin embargo, quiere hacer que los demás lo obedezcan, ¿no es ese el diablo o Satanás más arrogante posible? Si monopolizas la iglesia o controlas al pueblo escogido de Dios, entonces has ofendido el carácter de Dios y te has conducido a tu propia ruina, además, puede que ni siquiera tengas la oportunidad de arrepentirte. Todos debéis tener cuidado; se trata de un asunto muy peligroso, algo que cualquiera podría hacer muy fácilmente. Habrá quien diga: “No voy a hacer tal cosa; sencillamente, no voy a dar testimonio de mí mismo”. Eso solo lo dices porque llevas trabajando poco tiempo. Más adelante, probablemente te atrevas a hacerlo. Poco a poco te irás volviendo más atrevido, cuanto más lo hagas, más atrevido serás. Si las personas a las que lideras presumieran de ti y te escucharan, sentirías de forma natural que tu cargo es importante, que eres increíble: “Fíjate en mí, soy bastante bueno. Puedo liderar a toda esta gente y todos me escuchan; a los que no me escuchan, los subyugo. Esto demuestra que tengo cierta capacidad de trabajo, y que estoy a la altura de este”. Con el paso del tiempo, los aspectos arrogantes de tu naturaleza empezarían a revelarse, y te volverías tan arrogante que perderías la razón y estarías en peligro. ¿Eres capaz de verlo con claridad? En cuanto revelas tu carácter arrogante y desobediente, estás en problemas. Ni siquiera escuchas cuando hablo, la casa de Dios te reemplaza, y aun así te atreves a decir: “Que el Espíritu Santo lo revele”. Si lo dices, quiere decir que no aceptas la verdad. Tu rebeldía es inmensa, ha dejado en evidencia tu esencia-naturaleza. No conoces a Dios en absoluto. Por eso os digo todo esto hoy, para que os vigiléis de cerca. No os exaltéis ni deis testimonio de vosotros mismos. A consecuencia de ello, es probable que la gente trate de fundar sus propios reinos independientes, porque a todos les gusta el estatus, la riqueza y la gloria, la vanidad, ser un empleado de alto rango y demostrar poder: “Fijaos con qué severidad dije esas palabras. En cuanto actué de forma amenazadora, se acobardaron y se volvieron dóciles”. No demuestres este tipo de poder; es inútil y no prueba nada. Solo muestra que eres particularmente arrogante y que tienes mal carácter; no prueba que tengas ninguna habilidad y mucho menos que tengas la realidad-verdad. Después de escuchar sermones durante unos cuantos años, ¿os conocéis a vosotros mismos? ¿No os parece que las circunstancias en las que os halláis son peligrosas? Si no fuera porque Dios habla y obra para salvar al hombre, ¿no estaríais fundando reinos independientes? ¿Acaso no queréis monopolizar las iglesias de las que sois responsables, para influir en esa gente, para que ninguno de ellos pueda escapar a tu control, para que tengan que escucharte? En cuanto controlas a la gente, te transformas en un demonio, en Satanás. Es muy peligroso que tengas tales pensamientos; ya has entrado en la senda del anticristo. Si no reflexionas sobre ti mismo, y si no eres capaz de confesar tus pecados a Dios y arrepentirte, ciertamente serás apartado y Dios no te prestará atención. Debes saber cómo arrepentirte, cómo transformarte para ajustarte a las intenciones de Dios, para garantizar que no ofendes Su carácter. No esperes a que la casa de Dios determine que eres un anticristo y te expulse; entonces ya será demasiado tarde.
Otoño de 1997
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