Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 523

Cuando Dios lo estaba castigando, Pedro oró, “¡Oh Dios! Mi carne es desobediente y Tú me castigas y me juzgas. Me gozo en Tu castigo y en Tu juicio, e incluso si no me quieres, en Tu juicio contemplo Tu justo y santo carácter. Cuando me juzgas para que los demás puedan contemplar Tu justo carácter en Tu juicio, me siento contento. Si esto puede manifestar Tu carácter y permitir que Tu justo carácter lo vean todas las criaturas, y si esto puede hacer que mi amor por Ti sea más puro, para que pueda alcanzar la imagen de uno que es justo, entonces Tu juicio es bueno porque así es Tu voluntad misericordiosa. Sé que todavía hay mucha rebeldía en mí y que todavía no soy digno de venir delante de Ti. Quiero que me juzgues aún más, ya sea a través de un ambiente hostil o de grandes tribulaciones; no importa cómo me juzgues, para mí es precioso. Tu amor es tan profundo y estoy dispuesto a ponerme a merced tuya sin la más mínima queja”. Este es el conocimiento que Pedro tiene después de haber experimentado la obra de Dios, y también es un testimonio de su amor por Dios. En la actualidad, vosotros ya habéis sido conquistados pero, ¿cómo se expresa esta conquista en vosotros? Algunas personas dicen, “Mi conquista es la gracia y la exaltación supremas de Dios. Sólo ahora me doy cuenta que la vida del hombre es hueca y sin sentido. Vivir es tan inútil que preferiría estar muerto. Aunque el hombre pasa su vida corriendo por todas partes, engendrando y criando hijos generación tras generación, al final al hombre no le queda nada. En la actualidad, después de que Dios me conquistó, he visto que no tiene valor vivir de esta manera; realmente es una vida sin sentido. ¡Será mejor morir y terminar con esto!” ¿Puede ganar Dios a las personas que han sido conquistadas? ¿Se pueden convertir en especímenes y modelos? ¡Tales personas son una lección de pasividad; no tienen aspiraciones y no luchan por ser mejores! Aunque cuentan por haber sido conquistadas, tales personas pasivas no pueden ser perfeccionadas. Al final de su vida, después de haber sido perfeccionado, Pedro dijo, “¡Oh Dios! Si viviera unos cuantos años, me gustaría alcanzar un amor más puro y más profundo por Ti”. Cuando estaba a punto de ser clavado en la cruz, en su corazón oró, “¡Oh Dios! Tu tiempo ha llegado ahora; el tiempo que Tú preparaste para mí ha llegado. Debo ser crucificado por Ti, debo dar testimonio de Ti, y espero que mi amor pueda satisfacer Tus exigencias y que se pueda hacer más puro. Para mí hoy, poder morir por Ti y ser clavado en la cruz por Ti, es consolador y reconfortante, porque nada me es más grato que poder ser crucificado por Ti y satisfacer Tus deseos, y poder darme a Ti, poder ofrecerte mi vida. ¡Oh Dios! ¡Eres tan amoroso! Si me permitieras vivir, estaría aún más dispuesto a amarte. Mientras esté vivo, te amaré. Quisiera amarte con mayor profundidad. Me juzgas y me castigas y me pruebas porque no soy justo, porque he pecado. Y Tu justo carácter se me hace más evidente. Esto es una bendición para mí porque puedo amarte con mayor profundidad, y estoy dispuesto a amarte de esta manera incluso si Tú no me amaras. Estoy dispuesto a contemplar Tu justo carácter porque esto me capacita más para vivir una vida que tenga sentido. Siento que mi vida es ahora más significativa porque soy crucificado por Tu causa, y es valioso morir por Ti. Pero todavía no me siento satisfecho porque sé muy poco de Ti, sé que no puedo cumplir por completo Tus deseos y te he retribuido demasiado poco. En mi vida no he sido capaz de regresarte mi todo; estoy lejos de eso. Al mirar hacia atrás en este momento, me siento tan en deuda contigo, y sólo tengo este momento para compensar todos mis errores y todo el amor que no te he retribuido”.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio

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