Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 577

Hay un principio fundamental en la forma del tratamiento de los seres humanos por parte del Señor de la creación, que también es el principio más alto. La forma como Él trata a los seres creados se basa completamente en Su plan de gestión y en Sus exigencias; Él no necesita consultar a ninguna persona y tampoco necesita hacer que nadie esté de acuerdo con Él. Él hace lo que tiene que hacer y trata a las personas como tiene que tratarlas y, haga lo que haga o trate como trate a las personas, todo está alineado con los principios por los cuales obra el Señor de la creación. Como un ser creado, lo único que se debe hacer es someterse; no debería haber otra opción. ¿Qué muestra esto? Demuestra que el Señor de la creación siempre será el Señor de la creación; Él tiene el poder y las aptitudes para orquestar y gobernar a cualquier ser creado como le plazca y no necesita ninguna razón para hacerlo. Esta es Su autoridad. No hay nadie entre los seres de la creación que, siempre que sean seres creados, tenga el poder o esté calificado para emitir juicio sobre cómo debería actuar el Creador o sobre si lo que Él hace está bien o mal; tampoco hay un ningún ser creado que esté calificado para elegir si debe ser gobernado, orquestado o arreglado por el Señor de la creación. De la misma manera, ni un solo ser creado cuenta con las aptitudes para elegir cómo los gobierna o los arregla el Señor de la creación. Esta es la verdad suprema. Sin importar lo que el Señor de la creación haya hecho a Sus seres creados, y sin importar tampoco cómo lo haya hecho, los humanos que Él creó solo deben hacer una cosa: buscar, someterse a, conocer y aceptar este hecho colocado ahí por el Señor de la creación. El resultado final será que el Señor de la creación habrá llevado a cabo Su plan de gestión y habrá completado Su obra, haciendo que Su plan de gestión avance sin obstrucciones; entretanto, puesto que los seres creados han aceptado el gobierno y los arreglos del Creador, y como se han sometido a Su gobierno y a Sus arreglos, ellos habrán obtenido la verdad, habrán entendido la voluntad del Creador y habrán llegado a conocer Su carácter. Además, hay otro principio que debo contaros: haga lo que haga el Creador, se manifieste como se manifieste y sea grande o pequeña la obra que lleve a cabo, continúa siendo el Creador, mientras que toda la humanidad, creada por Él, sigue estando integrada por seres creados, independientemente de lo que hayan hecho y de cuántos talentos o dones hayan recibido. En lo que respecta a la humanidad creada, por más gracia, bendiciones, misericordia, bondad o benevolencia que haya recibido del Creador, no debería creerse distinta de las masas, que puede estar en pie de igualdad con Dios y que ocupa un rango superior entre los seres creados. Con independencia de cuántos dones te haya otorgado Dios, de cuánta gracia te haya concedido, con cuánta amabilidad te haya tratado o de si te ha dado unos talentos especiales, ninguna de estas cosas son tus activos. Eres un ser creado y, por tanto, siempre lo serás. Nunca debes pensar: “Soy un pequeño tesoro en las manos de Dios. Él no me levantaría la mano. La actitud de Dios hacia mí siempre será de amor, cuidado y suaves caricias con cálidos susurros de consuelo y aliento”. Por el contrario, a ojos del Creador, eres igual a todos los demás seres creados; Dios puede utilizarte como desee y orquestarte como lo desee, así como disponer a voluntad que desempeñes cualquier función entre toda clase de personas, acontecimientos y cosas. Esto es lo que ha de saber la gente y la sensatez que debe tener. Si uno entiende y acepta estas palabras, su relación con Dios se volverá más normal y entablará una relación más legítima con Él; si uno entiende y acepta estas palabras, orientará su posición adecuadamente, asumirá su lugar en ella y cumplirá con su deber.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al entender la verdad se pueden conocer las obras de Dios

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