Solo con temor a Dios se puede recorrer la senda de la salvación (Parte 3)
¿Le resulta fácil a un creyente temer a Dios y evitar el mal? De hecho, no es un asunto sencillo; si no persigues la verdad, no puedes lograrlo. Por ejemplo, alguna gente dice: “En realidad no es fácil creer en Dios, y además has de cumplir con tu deber, sufrir y pagar un precio”. ¿Cómo te sientes cuando oyes estas palabras? ¿Qué problema hay en decir estas palabras? Si no tienes un corazón temeroso de Dios, ¿qué dirías? Dirías: “Así es, he dejado mi hogar para cumplir con mi deber hace muchos años, echo de menos a mis hijos y a mi madre y no he sufrido poco. Si no recibiera bendiciones, ¡sería injusto!”. ¿Hay temor de Dios en estas palabras? (No). Si una persona no tiene un corazón temeroso de Dios y dice tales palabras, ¿cuál es la calidad de su comportamiento? ¿Acaso no se queja de Dios, no entra en conflicto con Él? Si pronuncia palabras de queja contra Dios, ¿cree en realidad que Él es un Dios justo? Si una persona no tiene terror a Dios en su corazón, si no logra temerle, ¿le resulta fácil evitar el mal? (No). No logra evitar el mal. Esa persona dice: “Si no recibiera bendiciones después de renunciar a mi familia y a mi carrera, ¡sería muy injusto!”. Si acto seguido tú replicaras: “Eso es totalmente cierto”, ¿qué te parecerían esas palabras? ¿Es eso evitar el mal? El hecho de que puedas decir “eso es totalmente cierto” solo prueba que tú, como la otra persona, también te estás quejando de Dios. La queja ya ha salido de tu boca para convertirse en maldad. No solo no puedes evitar el mal, sino que eres capaz de quejarte y hacer el mal. Aunque sea un mal menor, no deja de ser una queja contra Dios. Si el pequeño mal de hoy no se resuelve, entonces mañana corres peligro de traicionar a Dios; así de terrible es el carácter corrupto del hombre. ¿Comprendéis este asunto con claridad? Si una persona no tiene un corazón temeroso de Dios, entonces tanto las cosas que dice en voz alta, como las que piensa en su corazón, o las que naturalmente brotan de ella, todas son malvadas. Si no tienes un corazón temeroso de Dios, hasta un asunto insignificante puede poner al descubierto tu carácter corrupto, tu talante, tus afanes y tus intenciones; incluso puede poner en evidencia tu insatisfacción con Dios. Los que no tienen un corazón temeroso de Dios dicen lo que les da la gana. Dicen lo que piensan y, después de decirlo, se convierte en un hecho. Desde la perspectiva de Dios, tales personas no le temen ni evitan las cosas malvadas. En cambio, cuando las ven, ellos mismos se involucran en cosas y se convierten en cómplices de las personas malvadas. Si tienes un corazón temeroso de Dios, si te aterra, si vives en Su presencia, entonces, ¿cómo deberías responder a las palabras de esa persona? ¿Qué quiere decir con sus palabras? No está dispuesta a renunciar a las bendiciones. Quiere obtener bendiciones, pero no está dispuesta a sufrir ni a pagar el precio, por eso dice: “En realidad, no es fácil creer en Dios”. ¿Acaso no alberga un sentimiento de queja? Estas palabras contienen un sentimiento de queja; esta persona está disgustada con Dios, se queja, y piensa que las exigencias que les hace a las personas son demasiado altas; piensa que Dios quiere que pague un precio demasiado alto por las pocas bendiciones que le da; piensa que Dios no debería actuar así, que no ama al hombre, que no siente verdadera misericordia por el hombre, que lo atormenta; piensa que no es fácil para una persona cambiar el sufrimiento por la bendición: ¿no es esto lo que está insinuando? (Sí). Entonces, ¿cómo deberías responderle? Fíjate en esta respuesta, a ver si os parece correcta. Deberías decir: “¿A qué equivale nuestro pequeño sufrimiento? Ya ves cuánto ha sufrido Dios. Para salvar a la humanidad, Dios bajó a la tierra desde el cielo, se encarnó humilde y secretamente entre los hombres y sufrió grandes humillaciones; para salvar a la humanidad, sacrificó incluso Su vida. El sufrimiento de Dios supera con creces lo poco que hemos sufrido nosotros. Nuestro sufrimiento no equivale a nada. Es más, debemos sufrir; ¿acaso nuestro sufrimiento no tiene como fin que podamos ser bendecidos?”. ¿Qué te parece? A primera vista, parece correcto y, desde el punto de vista doctrinal, no hay errores, pero ¿hay aquí un testimonio? (No). No hay testimonio. Solo expresa una doctrina superficial en voz alta para exhortar a alguien. ¿Puede esto resolver algún problema? Si quieres resolver problemas, ¿cómo debes platicar con esta persona? Si oyeras estas palabras de queja, ¿qué sentirías en tu corazón? Sentirías que, al cumplir con su deber mientras creía en Dios, no lo hizo con su corazón particularmente dispuesto a sufrir por ello, pero tras meditar un momento, pensarías: “Si no está dispuesto, que no lo esté. ¿Qué tiene que ver eso conmigo? Si se queja de Dios, no se está quejando de mí y no me representa ningún beneficio. Es su relación personal con Dios, así que debe ocuparse de ello él mismo. ¿Qué tiene que ver conmigo?”. Tratarlo así parece sensato, y no está mal, pero si eres alguien que tiene un corazón temeroso de Dios, cuando esto te sucede, primero debes pensar: “Esta persona cree en Dios, y aun así se queja de Él, cuando habla tergiversa los hechos. Este tipo de persona no puede aceptar la verdad en ninguna circunstancia. Salvarse es una cosa muy importante, entonces ¿está bien que no sufra en absoluto? Es más, ¿por qué sufre la gente? ¿Acaso no se debe a sus actitudes corruptas? Dios tiene buenas intenciones al permitir que las personas sufran. Esto las beneficia, las perfecciona y las fortalece; si las personas no sufren, no pueden aprender sus lecciones ni pueden obtener la verdad, ni tampoco ajustarse a las intenciones de Dios. Sufrir un poco es misericordia y gracia de Dios; es amor de Dios por la humanidad. ¡Eso es la salvación! ¿Cómo pueden hablar así? Debo platicar con ellos. No puedo permitir que malinterpreten y se quejen de Dios, no puedo permitir que vayan por todas partes y difundan estas palabras para influir en los demás. En este asunto, debo hablar en nombre de Dios. Debo ayudarles a resolver sus malentendidos acerca de Dios, y a tener una adecuada comprensión de la fe en Él. Si malinterpretan a Dios de esta manera, ¿no lo están tratando injustamente? ¡El amor de Dios y la salvación de Dios del hombre son inmensos! ¿Cómo pueden pensar así?”. Si piensas así, ¿no significa eso que tienes un corazón temeroso de Dios? (Sí). En cuanto al asunto de temer a Dios, no solo dices palabras correctas, sino que tienes en ti un corazón temeroso de Dios, eres capaz de lograr la sumisión a Él, no te rebelas ni te quejas en absoluto. Así, te conviertes en alguien que teme a Dios. Cuando se trata de temer a Dios, has obtenido la verdad. No te limitas a gritar una consigna, sino que eres capaz de dar testimonio de Dios y de mantenerte firme en él. Con este conocimiento, ¿qué deberías decirle a esa persona? Debes decir: “Dios pone mucho cuidado en la salvación del hombre. Los que no poseen un corazón temeroso de Dios a menudo se quejan y se resisten a Él, y no tienen en cuenta en absoluto Sus intenciones. Si sufren un poco o no ven las bendiciones de Dios, se quejan, sus corazones se rebelan y se vuelven negativos y contradictorios. Esto demuestra que es natural que las personas de carácter corrupto se resistan a menudo a Dios, y que la naturaleza humana es hostil a Él. Las personas que pagan un pequeño precio, que renuncian a algo y que se esfuerzan un poco, lo hacen para alcanzar la salvación, pero no por Dios. Sufres a causa de tu carácter corrupto. Si quieres obtener la verdad, tienes que sufrir un poco. Para decirlo de una manera menos agradable, la gente merece sufrir; Dios no te provoca sufrimiento, ni te hace sufrir. Si tienes un carácter rebelde, ¿puedes evitar el sufrimiento? Es tu carácter corrupto el que te hace sufrir, no tiene nada que ver con Dios. Si realmente entendieras la verdad y te sometieras a Dios en todas las cosas, ¿seguirías generando negatividad? ¿Te seguirías quejando de Dios? ¿Seguirías sufriendo estas cosas? Así pues, independientemente de aquello que la gente sufra, es el resultado de sus actitudes corruptas; no puede culpar a otros, y mucho menos a Dios. Se trata de cosechar lo que se siembra. Si no sufres, debes perecer; debes ser castigado. ¿Qué escogerías? Dios no quiere que sufras, pero sin sufrimiento, ¿serías capaz de someterte a Dios? Sin sufrimiento, ¿serías capaz de actuar según los principios-verdad? Sin sufrimiento, ¿serías capaz de escuchar las palabras de Dios?”. Una vez dichas estas palabras, ¿podría tu interlocutor comprenderlas? Para empezar, ¿concuerdan estas palabras con las intenciones de Dios? ¿Están de acuerdo con la verdad? (Sí). Dado que concuerdan con la verdad, ¿no debería pronunciarlas una persona que teme a Dios? (Debería). Alguien que es capaz de pronunciar estas palabras está evitando el mal. Entonces, ¿qué debe poseer una persona para obligarse a evitar el mal? (Debe tener un corazón temeroso de Dios). Solo con un corazón temeroso de Dios será capaz de evitar el mal, de someterse y dar testimonio de Él. Tales personas evitarán el mal de manera natural.
Entonces, ¿en qué estado diríais que viven a menudo esas personas que no tienen un corazón temeroso de Dios? ¿Tienen relación con Dios? (No). Alguna gente dice: “Eso no es cierto. Oran a diario, leen las palabras de Dios, acuden puntuales a las reuniones y llevan a cabo su deber con normalidad. ¿Cómo puedes decir que no tienen relación con Dios? Si no creyeran en Él, ¿podrían hacer todo eso?”. ¿Es correcta esta manera de hablar? (No. Se trata solo de una acción externa. Si no buscas la verdad cuando actúas, entonces no tienes un corazón temeroso de Dios y nada de lo que hagas tiene que ver con Él). Si en su creencia en Dios las personas no viven frecuentemente ante Él, entonces no serán capaces de tener ningún temor de Dios y, por ello, serán incapaces de evitar el mal. Estas cosas están conectadas. Si en el fondo vives a menudo ante Dios, te mantendrás a raya y le temerás en muchas cosas. No dirás nada irrazonable, no irás demasiado lejos ni harás nada disoluto ni nada que Dios aborrezca. Si aceptas el escrutinio de Dios y Su disciplina, evitarás hacer muchas cosas malvadas. De esta forma, ¿acaso no habrás evitado el mal? Si dices que crees en Dios, pero a menudo tienes el corazón aturdido, sin saber cómo obra Dios para salvar al hombre, ni cómo debe el hombre perseguir la verdad, ni si la amas, ni cuáles son los acontecimientos que deben motivar tu oración a Dios; si todos los días estás confundido, sin ser serio en nada, limitándote a cumplir los preceptos; si tu corazón es incapaz de estar en paz ante Dios y no oras ni buscas la verdad cuando algo te ocurre, si a menudo actúas de acuerdo con tu propia voluntad, vives de acuerdo con tu carácter satánico y revelas tu carácter arrogante, y si no aceptas el escrutinio de Dios o Su disciplina y no tienes un corazón sumiso, entonces, en el fondo, siempre vivirás ante Satanás, y tanto este como tu carácter satánico te controlarán. Tales personas no sienten el menor temor hacia Dios. Simplemente son incapaces de evitar el mal y, aún si no hacen cosas malvadas, todo lo que piensan sigue siendo malvado, no está conectado con la verdad y va en contra de esta. Entonces, en esencia ¿esas personas no tienen conexión con Dios? Aunque Dios las gobierna, sus corazones nunca se han presentado ante Él y nunca le han orado realmente; nunca han tratado a Dios como tal, nunca Lo han tratado como el Creador que tiene soberanía sobre ellos; nunca han reconocido que Él es su Dios y su Señor, y nunca han considerado adorarlo con sinceridad. Tales personas no entienden lo que significa temer a Dios y piensan que tienen el derecho de hacer el mal. Dicen para sus adentros: “Haré lo que me plazca. Me haré cargo de mis propios asuntos; no le incumbe a nadie más”. Consideran la fe en Dios como una especie de mantra, como una forma de ceremonia. ¿Acaso esto no los hace incrédulos? ¡Son incrédulos! En la mente de Dios, todas estas personas son unos malhechores. Todo lo que piensan a lo largo del día es malvado. Son los degenerados de la casa de Dios, y Él no reconoce a esas personas como miembros de Su casa. ¿Qué clase de personas están en la casa de Dios? Las que temen a Dios y evitan el mal, las que se someten a la obra de Dios. Aquellas que solo creen en el nombre de Dios, que no Lo aceptan como su Señor y Dios; ¿son parte de Su casa? Aquellas que no aceptan a Dios como su Creador, que no aceptan el hecho de que Él es la verdad, ¿acaso pertenecen a Dios? Desde luego que no. Solo las que aceptan la verdad pertenecen a Dios, solo las que tratan a Dios como tal le pertenecen. Con gente que sabe que Dios es la verdad, que sabe aceptarlo como su Señor y ve que es el Soberano de todas las cosas, ¿cómo se expresan esas personas? ¿Qué estado tienen en su corazón? ¿Cómo practican cuando les suceden cosas? (Buscan la verdad en todo). Ese es un aspecto. ¿Qué más? (Se someten a todos los entornos, personas, acontecimientos y cosas que disponga Dios, pueden aprender de ellos y reciben la verdad). (No se atreven a hacer nada que se resista u ofenda a Dios). Estas son otras maneras de expresarse. Lo principal es que, cuando les sucede algo, tanto si comprenden la verdad como si no, ya puedan poner la verdad en práctica o no, ante todo sienten terror de Dios; no actúan irreflexivamente según su propia voluntad, pueden temer a Dios y no ofenderlo. Los demás ven que no hablan irreflexivamente, que sus acciones son calmadas, en lugar de impetuosas o disolutas, que están profundamente en paz, que pueden esperar, que se comunican con Dios en su interior y Lo buscan, que tienen un corazón sumiso a Él y en ellos habita un corazón temeroso de Dios. Los que viven estas cosas pueden conectar y establecer un vínculo entre cualquier cosa que les sucede y las palabras de Dios, y su relación con Él es normal. Algunas personas, aquellas que no llevan a Dios en su corazón, son incapaces de vivir estas realidades, y seguro que sus actitudes son arrogantes, disolutas y libertinas. Se pasan el día riendo y bromeando, no ponen el corazón en cumplir con el deber, dicen y hacen lo que se les pasa por la cabeza, sacan los colmillos y las garras, y son temerarias e impetuosas en todo lo que hacen. Se nota a primera vista que son como los no creyentes. ¿Acaso alguien con esta clase de revelaciones y comportamientos vive ante Dios? ¿Cree con sinceridad en Él? ¿Lleva a Dios en su corazón? Claro que no. Dios condena y aborrece a esa gente.
Hoy hemos estado hablando sobre uno de los temas más importantes que hay. ¿Con qué tiene que ver este tema? (Con la salvación). Si las personas desean ser salvadas cuando creen en Dios, lo fundamental es si tienen o no corazones temerosos de Dios, si Él ocupa o no un lugar en su corazón, si son capaces o no de vivir ante Dios y mantener una relación normal con Él. Lo esencial es si las personas son capaces o no de practicar la verdad, y alcanzar la sumisión a Dios. Tales son la senda y las condiciones para ser salvados. Si tu corazón no es capaz de vivir ante Dios, si no oras a menudo a Dios y no tienes comunicación con Él y pierdes la relación normal con Dios, nunca serás salvado, pues has bloqueado la senda de la salvación. Si no tienes ninguna relación con Dios, has llegado al final. Si Dios no está en tu corazón, entonces es inútil afirmar que tienes fe, creer solo nominalmente en Dios. No importa cuántas palabras y doctrinas seas capaz de decir, cuánto hayas sufrido por tu fe en Dios, o los dones que poseas; si Dios está ausente de tu corazón y no temes a Dios, entonces no importa cómo creas en Él. Dios dirá: “Apártate de mí, malhechor”. Serás clasificado como un malhechor. Estarás desvinculado de Dios. Él no será tu Señor ni tu Dios. Aunque reconozcas que Dios tiene soberanía sobre todo, y que es el Creador, no adoras a Dios y no te sometes a Su soberanía. Sigues a Satanás y los diablos; solo Satanás y los diablos son tus señores. Si, en todas las cosas, confías en ti mismo, y sigues tu propia voluntad, si confías en que tu destino está en tus propias manos, entonces en lo que crees es en ti mismo. Aunque pretendas creer y reconocer a Dios, Él no te reconoce. No tienes relación con Él, y por eso estás destinado a ser finalmente desdeñado por Dios, a ser castigado y descartado por Él; Dios no salva a gente como tú. Las personas que verdaderamente creen en Dios son aquellas que aceptan a Dios como el Salvador, que aceptan que Él es la verdad, el camino y la vida. Son capaces de esforzarse sinceramente por Dios y cumplir con el deber de un ser creado, experimentan Su obra, practican Sus palabras y la verdad, y caminan por la senda de la búsqueda de la verdad. Son personas que se someten a la soberanía y los arreglos de Dios, y que siguen Su voluntad. Solo cuando las personas tienen esta fe en Dios pueden salvarse; si no, serán condenadas. ¿Es aceptable que la gente tenga ilusiones cuando cree en Dios? En su fe en Dios, ¿puede la gente obtener la verdad cuando se aferra siempre a sus propias nociones y a sus figuraciones vagas y abstractas? En absoluto. Cuando la gente cree en Dios, debe aceptar la verdad, creer en Dios como Él lo pide, y someterse a Sus orquestaciones y arreglos; solo entonces puede alcanzar la salvación. No hay otro camino aparte de ese; hagas lo que hagas, no debes incurrir en ninguna ilusión. El hecho de comunicar sobre este tema es muy importante para la gente, ¿verdad? Es una llamada de atención para vosotros.
Ahora que habéis oído estos mensajes, ya deberíais entender la verdad y tener claro lo que conlleva la salvación. Lo que le gusta a la gente, por lo que se esfuerza, lo que le apasiona, nada de esto es importante. Lo más importante es aceptar la verdad. En el análisis final, ser capaz de obtener la verdad es lo más importante, y lo que puede permitirte alcanzar el temor de Dios y evitar el mal es la senda correcta. Si has creído en Dios durante varios años y siempre te has centrado en la búsqueda de cosas que no tienen relación con la verdad, entonces tu fe no tiene nada que ver con ella, y nada que ver con Dios. Puedes decir que crees y reconoces a Dios, pero Él no es tu Señor, no es tu Dios, no aceptas que Él tenga soberanía sobre tu destino, no te sometes a todo lo que Dios dispone para ti, no reconoces el hecho de que Él es la verdad, en cuyo caso tus esperanzas de salvación se han desvanecido; si no puedes caminar por la senda de la búsqueda de la verdad, caminas por la senda de la destrucción. Si todo lo que persigues, en lo que te concentras, por lo que oras y lo que pides, se basa en las palabras de Dios y en lo que Dios pide, y si tienes cada vez más la sensación de que te sometes y adoras al Creador, y sientes que Dios es tu Señor, tu Dios, si estás cada vez más contento de someterte a todo lo que Dios orquesta y dispone para ti, y si tu relación con Él es cada vez más estrecha, y cada vez más normal, y si tu amor a Dios es cada vez más puro y verdadero, entonces tus quejas y malentendidos sobre Dios, y tus deseos extravagantes hacia Él serán cada vez menos, y habrás alcanzado por completo el temor a Dios y el evitar el mal, lo que significa que ya habrás puesto el pie en la senda de la salvación. Aunque caminar por la senda de la salvación viene acompañado de la disciplina, la poda, el juicio y el castigo de Dios, y estos te hacen sufrir mucho dolor, este es el amor de Dios que te llega. Si, cuando crees en Dios, solo buscas ser bendecido, y solo buscas el estatus, la fama y el provecho, y nunca eres disciplinado y podado, o juzgado y castigado, entonces, aunque tengas una vida fácil, tu corazón se alejará cada vez más de Dios, perderás la relación normal con Él, y tampoco estarás dispuesto a aceptar el escrutinio de Dios; querrás ser tu propio jefe, lo que demuestra que la senda que recorres no es la correcta. Si has experimentado la obra de Dios por un tiempo y tienes un sentido creciente de cómo la humanidad está tan profundamente corrompida, y es tan propensa a oponerse a Dios, y si sientes ansiedad por si llega un día en que hagas algo que se oponga a Dios, y tienes miedo de que probablemente lo ofendas y seas abandonado por Él, y por lo tanto sientes que nada es más espantoso que oponerse a Dios, entonces tendrás un corazón temeroso de Dios. Sentirás que, cuando la gente cree en Dios, no debe alejarse de Él; si se aleja de Dios, si se aleja de la disciplina de Dios y de Su juicio y castigo, entonces esto equivale a perder la protección y el cuidado de Dios, a perder Sus bendiciones, y todo habrá terminado para la gente; solo podrán volverse cada vez más depravados, serán como la gente de la religión, y seguirán siendo propensos a oponerse a Dios mientras crean en Él, y así se habrán convertido en anticristos. Si puedes darte cuenta de esto, entonces orarás a Dios: “¡Oh, Dios! Por favor, júzgame y castígame. En todo lo que hago, te ruego que me escrutes. Si hago algo que vulnera la verdad y va en contra de Tus intenciones, júzgame y castígame severamente, no puedo estar sin Tu juicio y castigo”. Esta es la senda correcta por la que deben caminar las personas en su fe en Dios. Así que mide según este estándar: ¿Os atrevéis a decir que habéis puesto un pie en la senda de la salvación? No os atrevéis porque todavía no os habéis convertido en uno de aquellos que persiguen la verdad, en muchas cosas, no buscáis la verdad y no sois capaces de aceptar y someteros a ser podados, lo que demuestra que estáis muy lejos de caminar por la senda de la salvación. ¿Es fácil poner un pie en la senda de la salvación si no eres alguien que persigue la verdad? En realidad, no lo es. Si las personas no han experimentado el juicio y el castigo de Dios, si no han experimentado la disciplina, la reprensión, y la poda de Dios, entonces no es fácil que se conviertan en alguien que persigue la verdad, y por consiguiente, es muy difícil que pongan un pie en la senda de la salvación. Si, después de escuchar este mensaje, sabes que es la verdad, pero aún no has puesto un pie en la senda de perseguir la verdad y alcanzar la salvación, y no consideras esto como algo grave, pues te parece que, tarde o temprano, llegará el día en que lo hagas —no hay apuro—, entonces ¿qué clase de perspectiva es esta? Cuando tienes tal punto de vista, estás en problemas, y te será difícil poner un pie en la senda de la salvación. Así que, ¿cómo deberías decidirte a poner un pie en esta senda? Debes decir: “¡Ah! En este momento todavía no he puesto un pie en la senda de la salvación; esto es bastante peligroso. Dios dice que las personas deben vivir ante Él en todo momento, y que deben orar más, y que sus corazones deben estar en paz y no ser impulsivos; así que debería empezar a poner todo esto en práctica ahora mismo”. Practicar de esta manera es entrar en el camino correcto de la fe en Dios; así de sencillo. ¿Qué clase de personas son las que escuchan las palabras de Dios y luego van y las ponen en práctica? ¿Son personas buenas? Lo son, son personas que aman la verdad. ¿Qué clase de personas son si, después de escuchar las palabras de Dios, permanecen insensibles, indiferentes, inflexibles, si tratan las palabras de Dios con ligereza y hacen oídos sordos y miran para otro lado? ¿Acaso no son personas atolondradas? La gente siempre pregunta si hay algún atajo para salvarse cuando se cree en Dios. Yo os digo que no y luego os hablo de esta sencilla senda, pero después de oírla no la ponéis en práctica, lo cual es una muestra de que no reconocéis una cosa buena cuando la oís. ¿Pueden salvarse tales personas? Aunque queda alguna esperanza para ellos, no es mucha; la salvación será muy difícil. Puede haber un día en que se despierten del sueño, en que piensen para sus adentros: “Ya no soy joven, y no he atendido a mis deberes correspondientes mientras creía en Dios durante todos estos años. Dios requiere que la gente viva ante Él en todo momento, y yo no he vivido ante Él. Debo darme prisa y orar”. Si entran en razón en su corazón y comienzan a atender sus correspondientes deberes, entonces no es demasiado tarde. Pero no lo dejéis para demasiado tarde; si esperáis hasta tener setenta u ochenta años, y vuestro cuerpo os esté fallando y ya no os quede energía, ¿acaso no será demasiado tarde para perseguir la verdad? Si invertís los mejores años de vuestra vida en cosas sin sentido, y acabáis posponiendo o perdiendo la búsqueda de la verdad, que es lo más importante de todo, ¿acaso no es eso extremadamente estúpido? ¿Hay algo más insensato? Muchas personas conocen bien el camino verdadero y, sin embargo, esperan hasta el futuro para aceptarlo y perseguirlo: son todos unos necios. No saben que perseguir la verdad requiere décadas de esfuerzo antes de poder obtener la vida. Será demasiado tarde para arrepentirse si desperdician el mejor momento para ser salvados.
¿Qué es ahora mismo lo más urgente que debéis poner en práctica? Que, cuando os sucedan cosas, debéis daros prisa en buscar la verdad, apaciguar vuestros corazones ante Dios y orarle y leer Sus palabras con un corazón sumiso a Dios. De este modo, seréis capaces de establecer una relación normal con Dios. Si crees en Dios pero no tienes nada que ver con Él, si sigues creyendo en un Dios vago, si no tienes una relación normal con el Dios práctico, ¿puede Dios reconocer que crees en Él? Si Dios no te reconoce, ¿acaso no estás en problemas? En tu corazón, debes tener claro cómo perseguir para que Dios te reconozca como miembro de Su casa, como uno de Sus seguidores. No seas intransigente ni rebelde, y en absoluto puedes distanciarte de Dios; debes presentarte ante Él y aceptarle como tu Señor. ¿Qué debes hacer ahora? Date prisa en comer y beber las palabras de Dios, acepta toda la verdad que ha expresado, ponla en práctica y experiméntala, y entra en la realidad: esta es la parte más importante. Si pensáis que estas palabras que he compartido son importantes, si podéis aplicarlas en vuestras vidas, convertirlas en una guía para ellas, y hacer que sean la realidad que vivís, entonces habréis ganado algo, y yo no habré hablado en vano hoy. La clave para creer en Dios es que debéis tenerle en vuestro corazón, ser capaces de actuar según Sus palabras, honrar la grandeza de Dios en vuestro corazón y someteros a Él; debéis presentar todas las cosas que hacéis ante Dios, y aseguraros de que tienen una relación con Él; es decir, para creer en Dios, debes parecerte a una persona que cree en Él. Debes tener la realidad de la fe en Dios. Después de escuchar un sermón, comprendéis cuáles son Sus intenciones, y sois capaces de practicar y entrar de acuerdo con Sus requisitos. Al cabo de un tiempo, veo que la gente ha cambiado, que Mis palabras les han beneficiado, han cambiado su estado y la dirección en la que caminan. Cuando las personas se transforman realmente, siento que no he hablado en vano. Cuando os veo guardar estas palabras en vuestros corazones, sin tratarlas como el viento que sopla en vuestros oídos, entonces me alegro mucho de veros. Si no me escucháis, por muchas palabras que os diga, si no os las tomáis en serio, si hacéis lo que os da la gana y actuáis como os place, entonces siento dolor al miraros; empiezo a sentir aversión hacia vosotros, y es inútil que pronunciéis palabras agradables o que os esforcéis por parecer mejores en apariencia. Hacer eso sería hipocresía por tu parte, y Me resulta desagradable de ver. Por tanto, es muy importante que la gente practique la verdad, y entrar en la realidad-verdad es aún más importante. Las personas que tienen la realidad-verdad llegan a temer a Dios de forma natural; los que tienen corazones temerosos de Dios son capaces de tomar la senda de la salvación de forma natural.
5 de febrero de 2017
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