Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios (Parte 2)
Entrar en el camino correcto de la fe en Dios requiere también poseer un corazón temeroso de Dios. En primer lugar, en lo que respecta al estatus, las personas son seres creados y son muy modestos; Dios es el Creador, el Altísimo. Hablando con respecto a la razón humana, ¿qué necesita hacer la gente para temer a Dios? Por ejemplo, digamos que te ocurre algo y piensas que actuar de cierta manera se opone a la verdad, pero no sabes qué debes hacer para estar de acuerdo con la intención de Dios. Si tienes un corazón temeroso de Dios, ¿qué debes hacer? Debes orar a Dios, buscar la verdad, encontrar la senda de la práctica de la verdad y luego actuar. Si alguien no tiene un corazón temeroso de Dios, ¿cómo se comportará? Hará lo que quiera, pensará: “En cualquier caso, mi intención es buena, así que está bien que lo haga”. No hacen lo que les aconsejan los demás, ni escuchan a nadie; deciden hacer lo que se proponen, y ni siquiera nueve bueyes pueden echarlos atrás. ¿Es esta una persona que tiene un corazón temeroso de Dios? (No). Hay personas que, aunque saben que a Dios le gusta la gente honesta y que no puede mentir, siguen pensando que, si dicen la verdad en cierto asunto, su imagen quedará avergonzada, su beneficio se perderá y tal vez su estatus no se mantenga. Lo rumian una y otra vez y siguen mintiendo, pensando: “mentir una vez no cuenta, y tampoco es que mienta siempre. Aunque mienta, no percibo consecuencia alguna, así que si miento una vez más no pasará nada”. Después de hacer sus cálculos, decide actuar y no siente ningún reproche en su corazón, ni quiere orar y aceptar el escrutinio de Dios. ¿Es esta una persona con un corazón temeroso de Dios? (No lo es). Entonces, una persona que sí tiene un corazón temeroso de Dios, ¿cómo se comportará? (No actuará de manera imprudente ni hará lo que se le antoje). Estas dos palabras son bastante adecuadas. Así pues, ¿cómo se pone en práctica el no actuar de manera imprudente ni hacer lo que a uno se le antoje? (Debemos tener un corazón que busque). Al enfrentarse a un problema, algunas personas sí buscan una respuesta de los demás, pero cuando el otro habla conforme a la verdad, no lo aceptan, no son capaces de obedecer y, en su fuero interno, piensan: “Normalmente soy mejor que él. Si escucho sus sugerencias esta vez, ¿no parecerá que él es superior a mí? No, no puedo escucharlo en lo que se refiere a este asunto. Simplemente, lo haré a mi manera”. Luego encuentran una razón y una excusa para rebatir el punto de vista del otro. ¿Qué tipo de carácter se presenta cuando una persona ve a alguien que es mejor que ella y trata de derribarla, difundiendo rumores sobre tal persona o empleando medios despreciables para denigrarla y socavar su reputación —incluso pisoteándola— con el fin de proteger su propio lugar en la opinión de la gente? Esto no es solo arrogancia y vanidad, es el carácter de Satanás, es un carácter malicioso. Que esta persona pueda atacar y alienar a personas que son mejores y más fuertes que ella es mezquino y perverso. Y que no se detengan ante nada para derribar a la gente muestra que hay mucho de diablo en ellos. Viviendo según el carácter de Satanás, son capaces de menospreciar a las personas, de intentar que las culpen de algo que no han hecho, de ponerles las cosas difíciles. ¿No es esto hacer el mal? Y viviendo así, siguen pensando que no hay problema en ellos, que son buenas personas; sin embargo, cuando ven a alguien mejor que ellos, son propensos a hacérselo pasar mal, a pisotearlos. ¿Qué problema es este? Las personas que son capaces de cometer semejantes acciones malvadas, ¿acaso no son inescrupulosas y caprichosas? Esas personas solo piensan en sus intereses, solo consideran sus sentimientos, y lo único que quieren es concretar sus deseos, ambiciones y objetivos. No les importa el daño que causan a la obra de la iglesia y prefieren sacrificar los intereses de la casa de Dios para proteger su estatus en la opinión de la gente y su propia reputación. ¿Acaso no son las personas así arrogantes y sentenciosas, egoístas y viles? Estas personas no solo son arrogantes y sentenciosas, sino que también son extremadamente egoístas y viles. No son consideradas con las intenciones de Dios en absoluto. ¿Tienen estas personas un corazón temeroso de Dios? No tienen un corazón temeroso de Dios en absoluto. Esa es la razón por la que actúan arbitrariamente y hacen lo que les place, sin ningún sentido de culpa, sin ninguna inquietud, sin ninguna aprensión o preocupación y sin considerar las consecuencias. Esto es lo que suelen hacer y el modo en que se han comportado siempre. ¿Cuál es la naturaleza de tal comportamiento? Por decirlo suavemente, esas personas son demasiado envidiosas y tienen un deseo excesivo de reputación y estatus personales; son demasiado falsas y traicioneras. Dicho con mayor dureza, la esencia del problema es que esas personas no tienen un corazón temeroso de Dios en absoluto. No temen a Dios, creen que son sumamente importantes y consideran que cada aspecto de sí mismas es superior a Dios y a la verdad. En su corazón, Dios no merece mención y es insignificante y Dios no tiene absolutamente ningún estatus en su corazón. ¿Acaso pueden poner la verdad en práctica aquellos que no tienen lugar para Dios en su corazón y no tienen un corazón temeroso de Dios? Por supuesto que no. Entonces, cuando van como siempre por ahí alegres manteniéndose ocupados y gastando mucha energía, ¿qué están haciendo? Esa gente incluso asegura que lo ha abandonado todo para esforzarse por Dios y que ha sufrido mucho, pero, en realidad, la motivación, el principio y el objetivo de todos sus actos son en aras de su propio estatus y prestigio, de proteger todos sus intereses. ¿Diríais o no que esa clase de gente es terrible? ¿Qué clase de personas han creído en Dios durante muchos años y sin embargo no tienen un corazón temeroso de Él? ¿Acaso no son arrogantes? ¿No son satanases? ¿Y cuáles son los seres que más carecen de un corazón temeroso de Dios? Además de las bestias, son las personas malvadas y los anticristos, la calaña de los demonios y Satanás. No aceptan para nada la verdad; carecen totalmente de un corazón temeroso de Dios. Son capaces de cualquier maldad; son los enemigos de Dios y los enemigos de Su pueblo escogido.
¿En qué asuntos de la vida cotidiana tenéis un corazón temeroso de Dios? ¿Y en cuáles no? ¿Eres capaz de odiar a alguien cuando te ofende o atenta contra tus intereses? Y cuando odias a alguien, ¿eres capaz de castigarlo y vengarte? (Sí). ¡Entonces das miedo! Si no tienes un corazón temeroso de Dios y eres capaz de hacer cosas malvadas, tu carácter desalmado es demasiado grave. El amor y el odio son cosas que la humanidad normal debe poseer, pero has de distinguir claramente entre lo que amas y lo que odias. En tu corazón debes amar a Dios, amar la verdad, amar las cosas positivas y amar a tus hermanos y hermanas, mientras que debes odiar a Satanás y a los diablos, odiar las cosas negativas, odiar a los anticristos y odiar a los malvados. Si fueras capaz de reprimir y vengarte de tus hermanos y hermanas por odio, eso sería muy sobrecogedor; y este es el carácter de una persona malvada. Algunas personas simplemente tienen pensamientos e ideas llenos de odio, pero nunca harían nada malvado. No se trata de personas malvadas, porque cuando sucede algo, son capaces de buscar la verdad y prestan atención a los principios según los que se comportan, y se ocupan de las cosas. Cuando interactúan con otros, no les piden más de lo debido. Si se llevan bien con la persona, siguen interactuando con ella; si no se llevan bien, entonces no lo hacen. Eso apenas afecta al cumplimiento de su deber o a su entrada en la vida. Dios está en su corazón y tienen un corazón temeroso de Él. No están dispuestos a ofender a Dios y tienen miedo de hacerlo. Aunque estas personas puedan albergar determinados pensamientos e ideas incorrectos, son capaces de rebelarse contra ellos y dejarlos de lado. Se controlan en sus acciones y no pronuncian una sola palabra fuera de lugar o que ofenda a Dios. Alguien que habla y actúa de esta forma es alguien que tiene principios y practica la verdad. Tu personalidad podría ser incompatible con la de otra persona y podría no caerte bien, pero cuando trabajas al lado de ella, permaneces imparcial y no expresas tus frustraciones al llevar a cabo tu deber ni sacas tus frustraciones ni te desquitas de ellas con los intereses de la familia de Dios; puedes encargarte de las cosas de acuerdo con los principios. ¿Qué manifiesta esto? Es una manifestación de tener un corazón temeroso de Dios básico. Si tienes un poco más, cuando ves que otro tiene carencias o debilidades todavía eres capaz de tratar a esa persona de manera adecuada y ayudarla con amor, aunque te haya ofendido o tenga un prejuicio contra ti. Esto significa que tienes amor, que eres una persona con humanidad, que eres amable y capaz de practicar la verdad, que eres una persona honesta que posee las realidades-verdad, y que tienes un corazón temeroso de Dios. Si tu estatura todavía es baja, pero tienes voluntad y estás dispuesto a esforzarte por la verdad y por hacer las cosas con principios, y si eres capaz de tratar los asuntos y actuar hacia los demás con principios, entonces esto también se considera tener cierto corazón temeroso de Dios; algo que es completamente fundamental. Si ni siquiera puedes lograr esto ni contenerte, corres un gran peligro y eres bastante aterrador. Si te dieran un puesto, podrías castigar a la gente y hacérselo pasar mal, con lo que estarías expuesto a convertirte en un anticristo en cualquier momento. Independientemente de si una persona es buena o mala, cómo cree en Dios o por qué senda camina, en cuestión de años acabará siendo revelada. Debes tratarla según los principios, da igual cuál sea su desenlace; si se la debe castigar o recompensar, eso es asunto de Dios. Mientras seas capaz de discernir y tratarla de acuerdo con los principios, con eso bastará. No importa con quien te asocies, siempre y cuando Dios no haya determinado qué tipo de desenlace tendrá esa persona, que la iglesia no la haya expulsado y Dios no la haya castigado y esté siendo salvada, tú debes ayudarla con paciencia y por amor; no debes decidir su destino ni tampoco debes utilizar medios humanos para castigarla. Si tiene revelaciones de corrupción, puedes podar a ese tipo de persona o puedes abrir tu corazón con sinceridad y hacer que participe en una charla para ayudarla. Sin embargo, si contemplas castigar, excluir e incriminar a estas personas, tratando de corregir errores en nombre del Cielo, te meterás en problemas. ¿Estaría eso en consonancia con la verdad? Tener esos pensamientos sería el resultado de ser demasiado impetuoso; esos pensamientos vienen de Satanás y se originan en el resentimiento humano, así como en los celos humanos y la aversión. Semejante conducta no se ajusta a la verdad. Esto es algo que haría recaer el castigo sobre ti y no debes hacerlo. ¿Sois capaces de idear diversas maneras de castigar a las personas porque no son de vuestro agrado o no se llevan bien con vosotros? ¿Habéis hecho alguna vez algo así? ¿En qué medida? ¿No habéis despreciado siempre a la gente de forma indirecta con pullas y con sarcasmos? ¿En qué estados os hallabais al hacer esas cosas? En ese momento os estabais desahogando y os sentíais felices; habíais ganado la partida. Sin embargo, luego pensasteis para vuestros adentros: “Qué ruindad he cometido. No tengo un corazón temeroso de Dios y he tratado muy injustamente a esa persona”. En el fondo, ¿os sentíais culpables? (Sí). Aunque no tengáis un corazón temeroso de Dios, al menos tenéis cierta conciencia. Por lo tanto, ¿continuáis siendo capaces de repetir este tipo de cosas en lo sucesivo? ¿Eres capaz de seguir atacando y buscando vengarte de las personas, cada vez que las desprecias y no te llevas bien con ellas, o cada vez que no te obedecen o no te escuchan? ¿Qué clase de humanidad tiene una persona que hace algo así? En términos de su humanidad, esta persona es malévola. Cuando se considera la verdad, no tiene un corazón temeroso de Dios. No tiene principios en su discurso y acciones; hace lo que le gusta, dice y hace lo que le da la gana. ¿Tiene esta clase de persona las realidades-verdad? Por supuesto que no; la respuesta es “no” al cien por cien. ¿Puede una persona que no tiene un corazón temeroso de Dios realmente someterse a Él y adorarlo? De ninguna manera.
Alguna gente dice: “Cuando veo que vienen los desastres, le oro con frecuencia a Dios, no me atrevo a abandonarle en ningún momento y le pido guía y protección. Mientras camino solo por la noche, cuando me sobreviene un peligro, siempre dependo de Dios, no me atrevo a abandonarle y le pido que me ayude. Cuando desempeño mi deber, mi corazón ora constantemente a Dios y le pide cosas, para que no me permita ser superficial y para que así Él tome el mando. Lo he intentado antes, y si Dios no está obrando, entonces yo no puedo hacer nada ni tengo nada”. ¿Es esta una persona con un corazón temeroso de Dios? (No). ¿Es un error depender de Dios? ¿Es un error pedirle protección a Dios? Las palabras que se han dicho aquí no son equivocadas, pero este tipo de estado es anormal. Implica que solo buscas a Dios porque no tienes nada en lo que apoyarte y ningún sitio adonde ir, estás obligado y no tienes elección, y quieres que Dios haga cosas por ti para poder conseguir tus metas. ¿Es eso temer a Dios? Cuando no tengas problemas, ya te habrás olvidado por completo de Dios. Cuando eres más feliz, cuando tienes mucho éxito, cuando tu estatus se eleva por encima del de los demás, de modo que te adulan y te veneran, ¿cómo es que entonces ya no dependes de Dios? ¿Cómo es que ya no aceptas el escrutinio de Dios o buscas Su guía? ¿Cómo es que no le preguntas a Dios si todo lo que haces concuerda con Su intención? Cuando haces el mal, cuando te exaltas y das testimonio de ti mismo, ¿cómo es que no le preguntas si eso está o no de acuerdo con Su intención? ¿Cómo es que no haces autorreflexión ni dependes de Dios para refrenarte? ¿Qué clase de problema es este? ¿Cómo se llaman todos estos estados? Es no tener un corazón temeroso de Dios. ¿Puede una persona que no tiene un corazón temeroso de Dios desempeñar bien su deber? ¿Se puede convertir en realidad en una buena persona? ¿Puede entrar en la realidad-verdad? (No, no puede). Desde luego que no. Sin un corazón temeroso de Dios, en absoluto puede desempeñar bien su deber ni puede poner la verdad en práctica o someterse a Dios, aunque quiera. Sin un corazón temeroso de Dios, no es fácil practicar la verdad. Si quiere desempeñar bien su deber, seguro que surgirá demasiadas dificultades y perturbaciones, y no podrán poner en práctica la verdad con éxito. Ahora mismo, debéis calmar vuestros corazones y pensar un momento. Según vuestra estatura actual, todavía resulta muy complicado para vosotros desempeñar vuestro deber según un estándar aceptable, porque la mayoría de vosotros solo captáis las palabras, las doctrinas y los preceptos, además de poseer algunos deseos, ideales y entusiasmo personales. Sin embargo, vuestro punto de partida y estándares de práctica no se han establecido sobre la base de la palabra de Dios. Aún no habéis entrado realmente en la realidad-verdad, solo estáis observando los preceptos. Si no perseguís la verdad, eso será muy peligroso para vosotros en el futuro. Si creéis en Dios pero no practicáis la verdad ni os sometéis a Él, entonces, tarde o temprano, seréis descartados. Que la fe de una persona sea falsa o auténtica no es algo que se calcule en años; solo porque llevéis muchos años, un largo tiempo, creyendo en Dios, eso no significa que vuestra fe sea real y que Dios os conceda Su aprobación. Al final, Dios no reconocerá a las personas que no practican la verdad. Él las revelará y las descartará. Debéis entender esto.
Acabamos de charlar sobre cuatro condiciones que se deben cumplir para embarcarnos en el camino correcto de creer en Dios. Sin embargo, hay una última condición, la más fundamental de todas, y se trata de algo que vosotros decís a menudo. Reflexionad un momento sobre cuál podría ser. (Amar a Dios). De momento no vamos a tocar el tema de amar a Dios, algo en lo que la mayoría de la gente se queda corta. Vamos a tratar algo más práctico y real que tiene que ver con una verdad que las personas pueden vivir. (Someterse a Dios). Correcto. Consiste en tener un corazón sumiso a Dios. En la mayoría de las ocasiones, cuando a las personas les suceden cosas, en realidad no conocen los principios correctos de práctica, ni saben qué dirección tomar o hacia qué objetivo trabajar. Sin embargo, aquí hay un problema con su actitud y estado. Deben tener un corazón sumiso a Dios. Esto es lo que más necesitan poseer. Por ejemplo, digamos que algo te ocurre y no sabes qué hacer ni has oído a nadie decir qué hacer. Puede que ese asunto no se ajuste a tus nociones y figuraciones, y puede que no sea de tu gusto. Entonces, hay algo de resistencia en tu corazón y estás un poco alterado. ¿Qué debes hacer pues? Hay una manera más simple de practicar, que, para empezar, consiste en ser sumiso. La sumisión no es una acción o una expresión de cara al exterior, ni una afirmación verbal; existe un estado que reside en ella. Esto no debería resultaros poco familiar. Según vuestras propias experiencias, ¿cómo creéis que habla, actúa y piensa la gente, y qué estado y actitud tienen cuando se someten realmente? (Respecto a las cosas que aún no entienden, primero dejan de lado sus nociones y figuraciones. Buscan la verdad y las intenciones de Dios. Si siguen sin entender después de buscar, entonces aprenden a esperar el momento oportuno de Dios). Este es un aspecto del asunto. ¿Qué más? (Cuando se les poda, no razonan ni tratan de defenderse). Este es otro aspecto de tal estado. Algunas personas, aunque no razonan ni se defienden delante de vosotros, están sin embargo llenas de quejas y descontento. No os lo dicen a la cara, pero hablan despreocupadamente a vuestras espaldas, difundiéndolo por todas partes. ¿Es esa una actitud sumisa? (No lo es). Entonces, ¿qué es exactamente una actitud sumisa? Para empezar, debes tener una actitud positiva. Cuando se te poda, no analizas primero lo correcto y lo incorrecto, sino que te limitas a aceptarlo con un corazón sumiso. Por ejemplo, puede que alguien diga que hiciste algo mal. Aunque no lo entiendas en tu corazón y no sepas qué has hecho mal, no obstante lo aceptas. La aceptación es primordialmente una actitud positiva. Además, existe una actitud que es ligeramente más negativa, que consiste en mantener silencio y no ofrecer ninguna resistencia. ¿Qué clase de conductas conlleva esto? No razonas, no te defiendes ni pones excusas objetivas. Si siempre pones excusas y alegas razones para justificarte, si le cargas la responsabilidad a otros, ¿es eso resistencia? Es un carácter de rebeldía. No debes rechazar, resistirte o razonar. Aunque razones correctamente, ¿es eso la verdad? Es una excusa objetiva propia del hombre, no la verdad. Ahora mismo no te estoy preguntando sobre excusas objetivas: por qué sucedieron las cosas o cómo surgieron. En cambio, estoy diciendo que la naturaleza de tus acciones no concuerda con la verdad. Si tienes conocimiento a ese nivel, sin duda serás capaz de aceptar y no resistirte. Lo fundamental es tener ante todo una actitud sumisa cuando te sucede algo. Hay alguna gente que siempre razona y se defiende después de afrontar la poda: “No soy el único al que culpar por esto, así que ¿por qué se me ha achacado a mí la responsabilidad? ¿Por qué nadie habla en mi defensa? ¿Por qué estoy asumiendo yo solo la responsabilidad de esto? En realidad, esta es una situación en la que ‘todo el mundo cosecha beneficios, pero solo una persona carga con la culpa. ¡Qué mala suerte tengo!’”. ¿Qué clase de emoción es esta? Es resistencia. Aunque desde fuera parece que asiente y admite el error y lo acepta de palabra, en su corazón se queja: “Si vas a podarme, entonces hazlo, pero ¿por qué tienes que hablar con tal dureza? Me criticas delante de toda esta gente, pero, ¿qué cara se supone que tengo que poner? No me estás tratando con amor. Solo he cometido un pequeño error, ¿por qué hablas y hablas sin parar?”. Así, se resisten y rechazan este trato en su corazón, se oponen obstinados, se muestran irracionales y discuten sin cesar. Alguien que tiene tales pensamientos y sentimientos es claramente resistente y hostil, así que ¿cómo puede tener una actitud realmente sumisa? Ante la poda, ¿qué acciones constituyen una actitud de aceptación y sumisión? Como mínimo, hay que ser sensato y razonable. Primero debes someterte, no resistirte ni rechazarlos, y debes llevarlo con racionalidad. De este modo, tendrás un mínimo de razón. Si quieres lograr la aceptación y la sumisión, debes comprender la verdad. No es sencillo comprender la verdad. Primero, has de aceptar las cosas de parte de Dios; cuando menos, debes saber que ser podado es algo que Dios permite que te suceda o que proviene de Él. Con independencia de que la poda sea o no totalmente razonable, debes tener una actitud de aceptación y sumisión. Esta es una manifestación de sumisión a Dios, y al mismo tiempo, es también una aceptación de Su escrutinio. Si te limitas a razonar y a defenderte, pensando que la poda viene del hombre y no de Dios, entonces tu comprensión es imperfecta. Por un lado, no has aceptado el escrutinio de Dios y, por otro, no tienes ni una actitud ni un comportamiento sumisos en el entorno que Dios ha dispuesto para ti. Eres una persona que no se somete a Dios. Algunas personas no aceptan la verdad ni reflexionan sobre sí mismas cuando se enfrentan a la poda; solo siguen ciegamente los preceptos. Sus acciones vulneran claramente los principios y le echan toda la culpa a Satanás. Dicen: “¡Se lo merece! ¿Quién permitió que este viejo Satanás se mostrara sin tapujos, que actuara, perturbara y causara trastornos a diestro y siniestro? Satanás debería ser podado, habría que avergonzarlo tanto que no pudiera ni mostrar su cara y además humillarlo. Satanás debería asumir la responsabilidad; esto no tiene nada que ver conmigo. Satanás debe cargar con toda la culpa”. Entonces, se sentirá satisfecho por dentro y pensará que ha vencido a Satanás. ¿Acaso no es absurda esta forma de pensar? Es obvio que esta persona ha hecho algo malo y afirma que fue Satanás. Entonces, ¿realmente fue él o fue Satanás? (Fue él el que lo hizo). ¿Entiende que en realidad Satanás es él mismo? (No. No lo entiende). Así pues, ¿odia a Satanás o en realidad a quien odia es a sí mismo? No lo expresa con claridad. En resumen, cualquiera que no acepte ser podado es alguien que no se somete a Dios en absoluto. La sumisión es la lección más difícil de aprender de todas. La mayoría de las personas, cuando les sucede algo que concuerda con sus propias nociones y figuraciones, y está de acuerdo con sus propios gustos, se sienten bastante bien, por lo que les complace someterse y todo va sobre ruedas. Sus corazones están tranquilos y en paz, y se sienten felices y contentos. Pero cuando se encuentran con algo que no concuerda con sus propias nociones, o con algo que les resulta desventajoso, no pueden someterse, aunque saben que deberían hacerlo. Sienten dolor, no tienen más remedio que sufrir en silencio y les cuesta hablar sobre sus dificultades. Se sienten deprimidos y están cargados de agravios que no tienen por dónde salir, de modo que su corazón está furioso: “Los demás están en lo cierto. Tienen un estatus superior al mío; ¿cómo no voy a escucharlos? Será mejor que acepte mi destino. La próxima vez deberé tener más cuidado y no arriesgar el cuello: a los que arriesgan el cuello se les poda. La sumisión no es fácil. ¡Es muy difícil! El fuego de mi entusiasmo se ha apagado con un cubo de agua fría. Quería ser sencillo y abierto, pero el resultado ha sido que siempre he dicho lo que no debía y me han seguido podando. En el futuro, me callaré y me dedicaré a ser complaciente”. ¿Qué actitud es esa? Esto es ir de un extremo al otro. ¿Cuál es el objetivo final de que Dios permita que la gente aprenda la lección de la sumisión? No importa cuántos agravios y penalidades sufras en ese momento, cuánto te avergüencen, o cuánto daño sufras en tu imagen, vanidad o reputación, todo eso es secundario. Lo más importante es cambiar tu estado. ¿Qué estado? En circunstancias normales hay una especie de estado intransigente y rebelde en lo más hondo del corazón de la gente, que se debe principalmente a que, en el fondo, esta tiene cierto tipo de lógica y un conjunto de nociones humanas, que son las siguientes: “Mientras mis intenciones sean correctas, da igual el resultado; no debes podarme, y si lo haces, yo no tengo que obedecer”. La gente no reflexiona sobre si sus actos se ajustan o no a los principios-verdad ni sobre cuáles serán las consecuencias. A lo que se atiene siempre es: “Mientras mis intenciones sean buenas y correctas, Dios debería aceptarme. Aunque el resultado no sea bueno, no debes podarme y mucho menos condenarme”. Es un razonamiento humano, ¿no? Estas son las nociones del hombre, ¿no es así? El hombre siempre se obsesiona con su razonamiento; ¿hay en ello algo de sumisión? Tú has convertido tu razonamiento en la verdad y a esta la has dejado de lado. Crees que lo que está de acuerdo con tu razonamiento es la verdad y que lo que no concuerda con él no lo es. ¿Hay alguien más ridículo? ¿Hay alguien más arrogante y sentencioso? ¿Qué carácter corrupto debe corregirse para aprender la lección de la sumisión? En realidad, se trata del carácter propio de la arrogancia y la sentenciosidad, el cual supone el mayor impedimento para que las personas practiquen la verdad y se sometan a Dios. Las personas de carácter arrogante y sentencioso son las más propensas al razonamiento y a la desobediencia, siempre piensan que tienen la razón, por lo que nada es más urgente que resolver y podar el carácter arrogante y sentencioso de uno mismo. Una vez que las personas se vuelvan educadas y dejen de razonar por su cuenta, se resolverá el problema de la rebeldía y podrán someterse. Si las personas han de ser capaces de alcanzar la sumisión, ¿acaso no necesitan poseer un cierto grado de racionalidad? Deben poseer la razón de una persona normal. En algún asunto, por ejemplo, con independencia de que hayamos hecho lo correcto o no, si Dios no está satisfecho, debemos hacer lo que Él dice y tratar Sus palabras como la norma para todo. ¿Es esto lo racional? Tal es la razón que debe encontrarse en las personas antes que cualquier otra cosa. Por mucho que suframos, y sean cuales sean nuestras intenciones, objetivos y razones, si Dios no está satisfecho, si Sus exigencias no se han cumplido, es indudable que nuestras acciones no se han ajustado a la verdad, por lo que debemos escuchar y someternos a Dios, y no debemos tratar de razonar o racionalizar con Él. Cuando posees tal racionalidad, cuando cuentas con la razón de una persona normal, es fácil resolver tus problemas, y serás verdaderamente sumiso. No importa en qué situación te encuentres, no serás rebelde y no desafiarás las exigencias de Dios, no analizarás si lo que Dios pide es correcto o incorrecto, bueno o malo, y serás capaz de obedecer, resolviendo así tu estado de razonamiento, intransigencia y rebeldía. ¿Tiene todo el mundo estos estados de rebeldía en su interior? Estos estados aparecen a menudo en las personas, y piensan para sí mismas: “Mientras mis planteamientos, proposiciones y sugerencias sean sensatos, entonces, aunque viole los principios-verdad, no debo ser podado, porque no he cometido ninguna maldad”. Este es un estado común en las personas. Su opinión es que, si no han cometido ninguna maldad, no deben ser podados; solo las personas que han cometido maldades deben ser podadas. ¿Es correcto este punto de vista? Desde luego que no. La poda se dirige principalmente al carácter corrupto de las personas. Si alguien tiene un carácter corrupto, debe ser podado. Si solo se le poda después de cometer una maldad, ya sería demasiado tarde, pues el problema ya se habría producido. Si se ha ofendido el carácter de Dios, tienes problemas y es posible que Dios deje de obrar en ti, en cuyo caso, ¿qué sentido tiene podarte? No hay más remedio que revelarte y descartarte. La dificultad principal que impide a la gente someterse a Dios es su carácter arrogante. Si las personas son realmente capaces de aceptar el juicio y el castigo, podrán corregir de forma efectiva su propio carácter arrogante. Sin importar hasta qué punto sean capaces de resolverlo, esto es beneficioso para la práctica de la verdad y para someterse a Dios. La aceptación del juicio y el castigo es, sobre todo, para corregir el propio carácter corrupto con el fin de ser salvado por Dios. Y si la gente es realmente capaz de alcanzar la sumisión absoluta a Dios, ¿es necesario que experimente igualmente el juicio y castigo? ¿Es necesario que experimente igualmente la poda? No, porque ya se ha corregido su carácter corrupto. Ante el juicio, el castigo y la poda de Dios, a la gente le encanta razonar por su cuenta. No importa cuántos razonamientos hagas, ninguno es la verdad; no implica que se haya corregido tu carácter corrupto y ni mucho menos que seas sinceramente sumiso a Dios. Por tanto, no tiene sentido razonar; lo principal es resolver el problema.
Si alguien no tiene un corazón sumiso a Dios, tiene problemas. Algunas veces Dios dispone circunstancias para ti que no son como imaginabas que serían, así que te resistes. Por ejemplo, digamos que eres alguien que ama la limpieza, y no te gustan las personas descuidadas y desaliñadas. Esas personas te parecen asquerosas cuando las ves. ¿Eres capaz de mantener el control? ¿Qué deberías hacer? Primero, necesitas tener una actitud correcta. ¿Qué actitud? (Una actitud sumisa). ¿Cómo te sometes? ¿Qué pensamientos internos constituyen una actitud sumisa? ¿Qué constituye la realidad de la sumisión? Cuando te encuentras con algo de este tipo, debe existir un ajuste mutuo. Nada de eso supone un problema. En la vida de una persona, nueve de cada diez veces las cosas no se corresponden con sus deseos. Puede que te disguste tal o cual cosa; da igual lo que te suceda, siempre razonas por tu cuenta y te quejas de que Dios es injusto contigo. En realidad, el problema es tuyo, así que no montes un escándalo por nada. Cuando lleves mucho tiempo creyendo en Dios y tengas muchas experiencias con el fracaso, entonces sabrás que no eres realmente respetable, no eres mejor que nadie. Al recordar que solías creerte mejor, más elevado y honorable que los otros, te parecerá que eras muy necio. Cuando una persona entiende un poco de verdad, tiene más razón que antes, así que le resulta fácil aceptar la verdad, así como buscarla y someterse a Dios cuando algo le sucede. Debes aprender a ajustarte a tu entorno. Los creyentes en Dios deben antes que nada poseer este conocimiento. En la iglesia hay gente procedente de todos los lugares, y cada tierra tiene sus costumbres y hábitos. Estas cosas no representan la calidad de la humanidad de alguien, aunque los hábitos de vida de una persona sean buenos, normales y regulados, y posea un carácter noble, eso no significa que entienda la verdad. Debes entender esto y tener una comprensión positiva de ello. Además, tienes muchos defectos propios y eres demasiado quisquilloso. Dios te concede un entorno que es bueno para ti, así que debes aprender a adaptarte a él, a no ser puntilloso con los defectos de otros y, asimismo, debes llevarte bien con los demás desde el amor, acercarte a ellos, percibir sus puntos fuertes y aprender de ellos, y luego orar a Dios para que te ayude a vencer tus propios defectos. Esta es una actitud y una práctica sumisas. Si no te gustan demasiado otras personas y eso impacta en tu desempeño del deber, entonces debes tomar algo de distancia y no entrometerte. ¿Qué es entrometerse? Es lo que haces cuando dices: “Tengo que cambiar este defecto suyo, no voy a parar hasta cambiarlo”. ¿Qué clase de manera de comportarse es esa? Es insolente, arrogante e ignorante. No seas de esa clase de personas. Todos somos gente corriente, nuestro aspecto no es especial. Todos tenemos una cabeza, dos ojos, una nariz y una boca. Ya estemos comiendo, caminando o trabajando, todos somos iguales, sin diferencias; además, no somos mejores que otros, así que no deberíamos vernos a nosotros mismos como respetables o geniales. Aunque tengas un poco de habilidad o talento, no hay nada de lo que jactarse. Para empezar, debes establecer bien tu posición y, cuando te topes con problemas, debes afrontarlos según las palabras de Dios; entonces no montarás un escándalo por cualquier cosa. Si te sucede algo especial y realmente no puedes someterte y tiene un impacto en el desempeño de tu deber, entonces debes orar a Dios y buscar la verdad para resolverlo. No nos metemos donde no nos llaman. Todas las cosas poseen la buena voluntad de Dios. Él forma a la gente a través de todo tipo de circunstancias, hace que reciban templanza y que aprendan a someterse y, al final, esta templanza da frutos. Son capaces de temer a Dios y evitar el mal, satisfacen a Dios y experimentan un verdadero cambio. Para perseguir la verdad, primero debes tener la voluntad de sufrir y debes aprender a someterte a tus circunstancias. A menudo, tus circunstancias no son tan sencillas; puedes entrar en contacto con todo tipo de personas y encontrarte ante todo tipo de cosas extrañas. Pase lo que pase, no confíes en tu propia voluntad o impetuosidad, sino preséntate ante Dios en oración. Para ello, primero debes tener una actitud sumisa, que es un calibre interior que toda persona normal debe poseer. Además, si oras y pides a Dios que actúe y Él no actúa ni te ofrece una salida, también debes someterte. Debes continuar viviendo en este tipo de circunstancias, permitiendo que Dios te instrumente, y sin forzar las cosas por tu propia mano ni caminar por delante de Dios. Esta es la única manera de vivir una vida valiosa. No es tan fácil entrar en la realidad de someterse a Dios porque nadie vive en el vacío. Al observar sus vidas, vemos que cada persona tiene sus propios hábitos y pensamientos, deseos y anhelos subjetivos. Si nos fijamos en las condiciones objetivas, nadie puede ajustarse totalmente a tu voluntad en sus palabras y acciones. Por lo tanto, la lección más esencial es permitir que cada uno aprenda a someterse a sus circunstancias, y a buscar la intención de Dios en las circunstancias de la vida que recaen sobre él. Tanto si tus circunstancias vitales son buenas como si son malas, sean cómodas o precarias, en ellas hay lecciones que debes aprender. Los que codician la comodidad y la facilidad deben aprender las lecciones de la sumisión y el sufrimiento; deben adquirir la capacidad de sobrevivir en cualquier circunstancia, de cumplir bien su deber y mantenerse firmes en su testimonio. Solo entonces podrán satisfacer las intenciones de Dios. ¿Acaso este tipo de circunstancias vitales no están instrumentadas y dispuestas por Dios? Todos anhelan una buena vida, pero si viven en circunstancias demasiado cómodas e ideales, sin sufrir absolutamente nada, ¿podrán someterse a Dios y dar testimonio de Él? Cuando Dios dispone para ti algunas dificultades y circunstancias precarias, la cuestión fundamental es si eres capaz o no de someterte. Si todo el mundo es capaz de mostrar consideración por las intenciones de Dios en estas circunstancias y practicar de acuerdo con Sus requisitos, entonces tienes que soportar todas las cosas que no estás dispuesto a contemplar, las cosas que no te gustan. Además, no debes dejarte limitar por estas cosas y has de ser capaz de cumplir tu deber con normalidad. Esta experiencia hará que tu vida crezca. Algunas personas dicen: “Si los demás no practican la verdad, entonces yo tampoco lo haré. Si ellos no se someten, ¿por qué debería someterme yo? Si no tienen tolerancia, ¿por qué debería tenerla yo? ¿Por qué siempre tengo que hacer lo que ellos no hacen? ¿Por qué siempre tengo que ser yo quien se esfuerce tanto? Yo tampoco voy a hacerlo”. ¿Qué te parece esta actitud? Tu práctica de la verdad es asunto tuyo; se queda entre tú y Dios y no tiene nada que ver con nadie más. Nadie tiene la obligación de cooperar contigo. Tú eres tú, ellos son ellos. Si ellos no practican la verdad y no entran en la realidad-verdad, entonces, al final, serán ellos los que serán abandonados, no tú, y tú no perderás. ¿Las personas que se someten a Dios saldrán perdiendo? No. Si no podéis comprender esto, es que sois demasiado estúpidos.
En cuanto a la cuestión de la entrada en la vida, aunque solo se trate de unas pocas palabras de enseñanza, si las aceptáis con sinceridad, si sois capaces de ponerlas en práctica en vuestra vida real y las convertís en vuestra realidad, entonces no habré hablado en vano. Por tanto, no importa de qué aspecto de la realidad se trate, y aunque sean solo unas pocas palabras, si la verdad penetra en tu corazón, y si la pones en práctica como verdad, entonces echará raíces, florecerá y dará fruto en ti. Se convertirá en tu vida y serás capaz de vivirla y hacerla fructificar. Este es un buen resultado. Si yo tuviera que hablar con vosotros a diario pero, por mucho que dijera, vosotros no lo aprovecharais; si nadie lo aceptara en su corazón y siguiera haciendo lo que le diera la gana, actuando de forma insensata y temeraria, si no escuchara lo que yo digo y siguiera viviendo según su propia voluntad, sus figuraciones y sus nociones, entonces, ¿no estaría yo hablando en vano? No importa cuántas palabras os diga sobre esto; lo que importa es si las escucháis, aceptáis y practicáis con diligencia. La verdad es auténtica y realmente la vida del hombre. No es una rama de estudio, ni un conocimiento, ni una tradición popular, ni un argumento: es la vida del hombre. Puede permitirte escapar de las ataduras de Satanás, liberarte de tu carácter corrupto, vivir con fuerza y mayor poder, vivir más cómodamente y con una dirección y una meta. La verdad puede convertirse realmente en la vida del hombre. Si no me crees, entonces ve a experimentarlo y ponlo en práctica durante un tiempo, observa si se producen o no resultados, y entonces lo sabrás. Si a menudo te sientes débil y negativo, lo único que puedo decirte es que aún no has obtenido la verdad. Si hubieras obtenido la verdad, no estarías en este estado ahora mismo, tan indefenso, débil y frágil; no estarías tan a menudo negativo ni atrapado en una encrucijada, sin saber adónde ir. ¡Eso es cien por cien seguro! ¿Lo comprendes? (Sí).
Ahora mismo acabamos de charlar sobre las cinco condiciones que se deben cumplir para embarcarse en el camino correcto de la fe en Dios. ¿Cuáles son esas cinco condiciones? (Primero, debes poseer un corazón honesto; segundo, debes tener un corazón que ame la verdad; tercero, debes tener conciencia y razón; cuarto, debes poseer un corazón temeroso de Dios; quinto, debes tener un corazón sometido a Dios). Recordad estas cinco condiciones, hablad y orad-leed sobre ellas cuando no estéis haciendo otra cosa. Fijaos en qué principios-verdad habéis puesto en práctica durante este tiempo, en si vuestras palabras y acciones son o no honestas; si poseéis un corazón temeroso de Dios; si tenéis o no un corazón honesto mientras cumplís vuestro deber; si tenéis o no un estado superficial; si tenéis o no pensamientos de hacer el vago, eludir la responsabilidad o ser falsos; y si buscáis y sois sumisos o no a las exigencias de Dios. Debéis examinar todo esto regularmente. Vuestra vida solo progresará si lográis resultados.
15 de septiembre de 2015
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