La práctica más fundamental de ser una persona honesta (Parte 3)

Cuando empiezas a construir una base en tu fe, debéis plantaros con firmeza en la senda de perseguir la verdad. Debéis colocaros en la parrilla de salida para entrar en la realidad-verdad, no para recitar palabras y doctrinas. Debes concentrarte en entrar en la realidad-verdad, en buscar y practicar la verdad en todas las cosas, ser capaz de ponerla en práctica en todo y usarla en comparación con todo. Debes ponderar cómo practicar la verdad, cuáles son los principios de práctica, y qué clase de práctica de la verdad cumplirá con los requisitos de Dios y lo satisfará. Sin embargo, la gente es demasiado carente de estatura. Siempre están preguntando cosas sin relación con la práctica de la verdad, que no están vinculadas con el autoconocimiento o con ser una persona honesta. ¿No es patético? ¿Acaso no demuestra eso una estatura pequeña? Algunas personas aceptaron este paso de la obra de Dios en cuanto Él la empezó, y siguen siendo creyentes a día de hoy. Sin embargo, siguen sin entender cuál es la realidad-verdad, o qué es practicar la verdad. Algunos dicen: “He renunciado a mi familia y a mi carrera por mi fe y he padecido bastante. ¿Cómo puedes decirme que no he obtenido ninguna realidad-verdad? Dejé atrás a mi familia, ¿no es eso realidad? He renunciado a mi matrimonio, ¿no es eso realidad? ¿No es todo eso una expresión de poner en práctica la verdad?”. En apariencia, has renunciado al mundo secular y a tu familia para creer en Dios. No obstante, ¿significa eso que has entrado en la realidad-verdad? ¿Significa que eres una persona honesta, alguien que se somete a Dios? ¿Significa que tu carácter ha cambiado o que eres alguien que posee la verdad o humanidad? Desde luego que no. Puede que tus acciones de cara al exterior resulten agradables a otras personas, pero no implican que estés practicando la verdad o sometiéndote a Dios, y desde luego no significan que estés entrando en la realidad-verdad. Los sacrificios y esfuerzos de la gente están demasiado adulterados, y todos están controlados por su intención de recibir bendiciones, y no se han purificado mediante las pruebas y el refinamiento. Por eso muchos son todavía superficiales en sus deberes y no logran resultados prácticos. Llegan incluso a trastornar, perturbar, socavar y causar toda clase de problemas a la obra de la iglesia. No piensan siquiera en el arrepentimiento y siguen difundiendo negatividad, contando mentiras y retorciendo los hechos para justificar su caso, incluso mientras la iglesia los echa. Algunas personas creen durante una o dos décadas, pero siguen desbocadas y hacen todo tipo de maldades. Entonces se los echa o expulsa de la iglesia. El hecho de que puedan hacer tantas cosas terribles es una prueba cierta de que tienen un talante horrible, de que son demasiado torcidos y falsos, y carecen por completo de ingenuidad, obediencia y sumisión. Esto se debe a que nunca les ha importado mucho la práctica de la verdad ni ser personas honestas. Ven la fe en Dios como un asunto de: “Mientras renuncie a mi familia, me gaste por Dios, sufra y pague un precio, Dios debería celebrar mis actos, y yo recibir Su salvación”. Estos no son más que caprichos e ilusiones. Si quieres recibir la salvación y presentarte verdaderamente ante Dios, primero debes acercarte a Él buscando: “Oh, Dios, ¿qué debo poner en práctica? ¿Cuál es Tu estándar para salvar a la gente? ¿Qué tipo de personas salvas Tú?”. Esto es lo que debemos buscar y conocer por encima de todo. Establece tu fundamento en la verdad, esfuérzate en ella y en la realidad para todo, y entonces serás una persona que posee una base, que posee vida. Si estableces tus cimientos sobre palabras y doctrinas, sin poner nunca en práctica la verdad ni esforzarte por ella, entonces serás alguien que nunca poseerá la vida. Cuando practicamos ser personas honestas, tenemos la vida, la realidad y la esencia de una persona así. Entonces tenemos la práctica y el comportamiento de una persona honesta, y como mínimo, ese lado honesto de nosotros traerá alegría a Dios, y Él lo aprobará. Sin embargo, a menudo seguimos exhibiendo mentiras, artimañas y falsedad que necesitan ser purificados. Por eso tenemos que seguir buscando y no estancarnos en la rutina. Dios nos está esperando, nos da una oportunidad. Si nunca planeas convertirte en una persona honesta, si nunca buscas cómo hablar honestamente y desde el corazón, cómo hacer las cosas sin la adulteración del artificio o el engaño, cómo comportarte con honestidad, entonces no hay manera de que vivas con una semejanza humana honesta o entres en la realidad-verdad de ser una persona honesta. Si has entrado en la realidad de cierto aspecto de la verdad, entonces has ganado ese aspecto de la verdad; si no posees esa realidad, entonces no posees esa vida o estatura. Ante las pruebas y tentaciones, o cuando recibas un encargo, si no posees ninguna realidad en absoluto, tropezarás fácilmente y cometerás errores; serás propenso a ofender a Dios y a rebelarte contra Él. No podrás evitarlo. Muchas personas se desbocan en sus deberes, se niegan a aceptar consejos y permanecen incorregibles, y trastornan y perturban gravemente el trabajo de la iglesia y perjudican seriamente los intereses de la casa de Dios. Al final, a estas personas se las echa o expulsa, es el resultado inevitable. Pero si en este momento estás practicando la verdad para ser una persona honesta, Dios aprueba tu testimonio vivencial como persona honesta. Nadie puede quitarte eso, y nadie puede despojarte de esta realidad, de esta vida. Algunas personas preguntan: “Ya he sido una persona honesta durante mucho tiempo. ¿Puedo volver a ser una persona falsa?”. Si te has despojado de tu carácter corrupto; si posees la realidad-verdad de ser una persona honesta; si estás viviendo una semejanza humana y aborreces el artificio, la falsedad y el mundo de los no creyentes en tu corazón, entonces no puedes volver a estar bajo el poder de Satanás. Esto es porque eres capaz de vivir de acuerdo con las palabras de Dios; ya estás viviendo en la luz. Pasar de ser una persona falsa a una honesta no es fácil. Volverse de nuevo una persona falsa habiendo sido una persona honesta con la que Dios realmente se deleita sería imposible, aun más difícil. Algunas personas dicen: “Tengo varios años de experiencia como persona honesta. Digo la verdad la mayor parte del tiempo y soy bastante honesto. Pero de vez en cuando no digo la verdad o digo algo que es indirecto o falso”. Este es un problema mucho más fácil de solucionar. Mientras te centres en buscar la verdad y en esforzarte por conseguirla, no tienes por qué preocuparte por no poder cambiar en el futuro. Sin duda, seguirás mejorando. Al igual que un retoño plantado en la tierra, si lo riegas a tiempo y le proporcionas luz solar a diario, no tienes que preocuparte por si dará fruto más adelante, y sin duda habrá cosecha en otoño. Lo que más debe preocuparos ahora es lo siguiente: ¿Habéis tenido alguna entrada en ser personas honestas? ¿Dices cada vez menos mentiras? ¿Puedes decir que ahora eres, en general, una persona honesta? Estas son las preguntas clave. Si alguien dice: “Sé que soy una persona falsa, pero nunca he practicado ser honesto”, entonces no tiene nada de la realidad de ser una persona honesta. Necesitas trabajar duro, diseccionar cada pequeña faceta de tu vida, todos tus comportamientos, todas las formas en que practicas la falsedad y el trato que das a los demás. Antes de diseccionar estas cosas, puede que te sientas muy satisfecho y a gusto contigo mismo por haber hecho lo que has hecho. Pero una vez que las disecciones en comparación con las palabras de Dios, te quedarás estupefacto: “¡No me había dado cuenta de que soy tan vil, tan malévolo e insidioso!”. Descubrirás tu verdadero yo, y reconocerás realmente tus dificultades, tus defectos y tus falsedades. Si no haces ningún tipo de disección y siempre te consideras una persona honesta, alguien libre de engaños, pero sigues considerándote una persona falsa, entonces nunca cambiarás. Si no desentierras esas intenciones despreciables y perversas de tu corazón, ¿cómo verás entonces tu fealdad y tu corrupción? Si no reflexionas y diseccionas tus estados corruptos, ¿verás la verdad de lo profundamente corrompido que estás? Sin ninguna comprensión de tu carácter corrupto, no sabrás cómo buscar la verdad para resolver los problemas; no sabrás cómo perseguir la verdad y entrar en la realidad de acuerdo con los requisitos de Dios. Ese es el verdadero significado detrás de la frase: “Nunca tendrás realidad si no practicas la verdad”.

Todo lo que Dios dice es la verdad, todas y cada una de sus palabras poseen la realidad-verdad, y todo ello se trata de la realidad de las cosas positivas. La gente solo necesita llevar las palabras de Dios a su vida diaria para practicar y entrar en ellas. Cada palabra de Dios está dirigida a lo que la humanidad necesita, y la gente debe compararse con estas palabras. Su función no es que se les eche un vistazo de pasada, ni satisfacer algunas de tus necesidades espirituales, ni que hables de ellas solo de boca para afuera o sirvan para satisfacer tus necesidades de hablar sobre palabras y doctrinas. Cada palabra de Dios posee la realidad de la verdad. Si no pones en práctica las palabras de Dios, no tendrás forma de entrar en la realidad-verdad, sino que siempre serás alguien que no tiene conexión con la realidad. Si practicas ser una persona honesta, entonces tendrás la realidad de ser honesto y serás capaz de vivir el verdadero estado de ser una persona honesta, en lugar de simplemente poner falsos pretextos. También serás capaz de entender qué clase de persona es honesta y cuál no, y por qué Dios detesta a la gente falsa. Comprenderás realmente el significado de ser una persona honesta; experimentarás lo que Dios siente cuando exige que la gente sea honesta, y por qué exige eso de la gente. Cuando descubras que estás lleno de falsedad, odiarás tu engaño y tortuosidad. Odiarás la desvergüenza con que vivías según tu carácter falso y torcido. De este modo, estarás deseoso de cambiar. Así, sentirás cada vez más que ser una persona honesta es la única manera de vivir una humanidad normal y de vivir con sentido. Te parecerá que el hecho de que Dios exija a la gente que sea honesta tiene un sentido increíble. Sentirás que solo así podrás mostrar conformidad con las intenciones de Dios, que solo las personas honestas obtendrán la salvación y que lo que Dios dijo es del todo exacto. Decidme: ¿Tiene sentido el requisito de Dios de que la gente sea honesta? (Sí que lo tiene). Entonces, a partir de ahora, debéis diseccionar vuestros aspectos falsos y torcidos. Una vez que los hayas diseccionado, descubrirás que detrás de todo lo que es falso hay una intención, un objetivo determinado y una fealdad humana. Te darás cuenta de que este engaño revela la necedad, el egoísmo y lo despreciables que son las personas. Cuando descubras eso, verás tu verdadero rostro, y entonces te odiarás a ti mismo. Cuando empieces a odiarte, cuando sepas realmente qué clase de cosa eres, ¿seguirás alardeando de ti mismo? ¿Seguirás jactándote a cada paso? ¿Querrás siempre cumplidos y alabanzas de los demás? ¿Seguirás diciendo que las exigencias de Dios son demasiado altas, que no hay necesidad? No actuarás de esa manera, y no dirás esas cosas. Estarás de acuerdo con lo que Dios dice, y pronunciarás un “Amén”. Te convencerás con tu corazón y tu mente, y con tus ojos. Cuando esto ocurre, significa que has empezado a practicar las palabras de Dios, has entrado en la realidad y has empezado a ver resultados. Cuanto más pongas en práctica las palabras de Dios, más sentirás lo acertadas y necesarias que son. Supongamos que no las pones en práctica, sino que vives parloteando: “Oh, soy deshonesto, soy falso”, y, sin embargo, cuando te enfrentas a una situación, continúas actuando con falsedad y al mismo tiempo piensas que eso no cuenta como falsedad, sino que consideras que sigues siendo honesto y dejas pasar el asunto. Y la próxima vez que surge algo, vuelves a recurrir a engaños, y tus acciones son falsas y torcidas, mientes ni bien abres la boca para hablar. Después, te preguntas: “¿He vuelto a ser torcido y falso? ¿He vuelto a mentir? No creo que eso cuente” y oras ante Dios: “Dios, ves cómo siempre recurro a artimañas y soy torcido y falso. Por favor, perdóname. La próxima vez no seré así; si lo soy, por favor, disciplíname” y simplemente tratas estos asuntos por encima, sin darles importancia. ¿Qué clase de persona es esta? Es alguien que no ama la verdad y no está dispuesto a ponerla en práctica. Es posible que hayas pagado un poco de precio o que hayas pasado algún tiempo cumpliendo con tu deber, sirviendo a Dios o escuchando sermones. También es posible que hayas sacrificado algunas horas de trabajo y ganado un poco menos de dinero. Sin embargo, de hecho, no estás ni cerca de haber puesto en práctica la verdad, y no te has tomado en serio el asunto de practicarla. Has sido superficial y somero, sin pensar mucho en ello. Si solo te limitas a practicar la verdad por inercia, eso demuestra que tu actitud hacia ella no es de amor. Eres alguien que no está dispuesto a poner en práctica la verdad; te distancias de ella y sientes aversión por la verdad. Ejerces tu fe para obtener bendiciones, y la única razón por la que no te has alejado de Dios es porque tienes miedo de que te castigue. Así que sales del paso en tu fe, buscando predicar las palabras y doctrinas para quedar bien, aprendiendo algo de vocabulario espiritual y algunos himnos populares, aprendiendo algunas frases hechas para hablar sobre la verdad y clichés relacionados con tu fe. Te engalanas como una persona espiritual, pensando que eres alguien que actúa de conformidad con las intenciones de Dios y que es digno de ser usado por Él. Te vuelves complaciente y te olvidas de ti mismo. Te dejas llevar y engañar por esta imagen superficial, por estos comportamientos hipócritas. Te dejas engañar por ellos hasta que mueres, y aunque piensas que ascenderás al cielo, en realidad, descenderás al infierno. ¿Qué sentido tiene ese tipo de fe? No hay nada real en esa supuesta “fe” tuya. Como mucho, has reconocido que hay un Dios, pero no has entrado en nada de la realidad-verdad. Así que, al final, el resultado para ti será el mismo que el de los no creyentes; acabarás en el infierno, sin un buen resultado final. Dios dijo: “Yo no pido flores brillantes y frondosas, sino fruto abundante”. No importa cuántas flores tengas o lo bonitas que sean, Dios no las quiere. Eso equivale a decir que por muy bonito que hables o lo mucho que parezca que gastas, contribuyes o sacrificas, Dios no se regocija en esto. Dios solo se fija en cuánta verdad has entendido y puesto en práctica realmente, cuánto de la realidad-verdad en las palabras de Dios has vivido, si ha habido un verdadero cambio en tu carácter-vida, cuánto testimonio vivencial genuino tienes, cuántas buenas obras has preparado, cuánto has hecho para satisfacer las intenciones de Dios, y si has estado a la altura a la hora de cumplir con tu deber. Estas son las cosas en las que se fija Dios. Cuando las personas no entienden a Dios y no conocen Sus intenciones, siempre las malinterpretan y le presentan algunas cosas superficiales como una forma de ajustar cuentas con Él. Dicen: “Dios, llevo creyendo muchos años. He viajado por todas partes, he predicado el evangelio y he convertido a mucha gente. Puedo recitar varios pasajes de Tus palabras y cantar bastantes himnos. Cuando se presenta algo grande o difícil, siempre ayuno y oro, y leo Tus palabras todo el tiempo. ¿Cómo podría no actuar de conformidad con Tus intenciones?”. Entonces Dios les dice: “¿Ahora eres una persona honesta? ¿Ha habido un cambio en tu falsedad? ¿Has pagado alguna vez algún precio para convertirte en una persona honesta? ¿Has presentado alguna vez ante Mí todas las cosas falsas que has hecho, todas las revelaciones de tu falsedad, y las has sacado a la luz? ¿Eres menos deshonesto conmigo? ¿Eres consciente cuando me haces juramentos falsos o promesas vacías, o dices cosas bonitas para engañarme? ¿Te has desprendido de estas cosas?”. Cuando pienses en eso y descubras que no te has desprendido de estas cosas en absoluto, te quedarás estupefacto. Te darás cuenta de que no tienes forma de ajustar cuentas ante Dios. Expongo vuestro estado de corrupción para que os conozcáis a vosotros mismos; hablo tanto para que pongáis en práctica la verdad y entréis en la realidad. Las palabras, la charla o las verdades no son para que la gente las recite por todas partes, sino para ponerlas en práctica. ¿Por qué se os dice siempre que aceptéis la verdad y la pongáis en práctica? Porque solo la verdad puede purificar vuestra corrupción y cambiar vuestra visión de la vida y vuestros valores, y solo la verdad puede convertirse en la vida de alguien. Cuando aceptas la verdad, también debes ponerla en práctica para que se convierta en tu vida. Si crees que entiendes la verdad, pero no la has puesto en práctica y no se ha convertido en tu vida, es imposible que cambies. Puesto que no has aceptado la verdad, no hay forma de que tu carácter corrupto se purifique. Si no puedes practicar la verdad, no cambiarás. Finalmente, si la verdad no ha echado raíces en tu corazón y no se ha convertido en tu vida, entonces cuando tu tiempo como creyente esté llegando a su fin, se decidirá tu destino y resultado. A la luz de esta plática, ¿estáis todos sintiendo la urgencia de poner en práctica la verdad? No esperéis tres, cinco o más años para empezar a ponerla en práctica. No existe tal cosa como llegar demasiado pronto o demasiado tarde cuando se trata de practicar la verdad; si la practicas pronto, cambiarás pronto, y si la practicas más tarde, cambiarás más tarde. Si pierdes tu oportunidad en la obra del Espíritu Santo y la perfección de Dios de la humanidad, estarás en peligro cuando vengan los grandes desastres. Entonces, cuando la obra de Dios para salvar a la humanidad concluya, no quedará ninguna oportunidad. Si, después de haber perdido tu oportunidad, dices: “No me esforcé entonces, pero empezaré a practicar esto ahora”, será demasiado tarde, y es poco probable que seas perfeccionado por Dios. Eso es porque el Espíritu Santo ya no estará obrando, y tu entendimiento de todas las cosas, de todas las verdades, será muy superficial. Ahora surgen todo tipo de situaciones, y a través de la plática de la verdad, vuestra fe está creciendo y tenéis más empuje para seguir a Dios. Si no surgieran nuevas situaciones durante un tiempo, ciertamente os volveríais negativos e indisciplinados, y os alejaríais cada vez más de Dios. Os volveríais como aquellos dentro del mundo religioso, os limitaríais a observar el formato de las reuniones y las ceremonias religiosas, sin alcanzar la realidad-verdad en absoluto. ¿De qué os serviría entonces daros golpes en el pecho y lamentaros?

Decidme, ¿es agotador vivir junto a gente falsa? (Lo es). ¿No están ellos agotados también? De hecho, ellos también están cansados pero no sienten ese cansancio. Eso se debe a que las personas falsas y las honestas son diferentes. Las honestas son más sencillas. Sus pensamientos no son tan complicados y dicen lo que piensan. Las falsas, por otro lado, siempre han de hablar dando rodeos. No dicen nada directamente, en cambio, siempre participan en juegos falsos y encubren sus mentiras. Siempre están ejercitando sus mentes, siempre pensando, temiendo que si cometen la menor negligencia, se les escape algo. ¿Hasta qué punto participa alguna gente en juegos falsos? Da igual con quién interactúen, siempre están intentando ver quién es más calculador, más listo, quién está por encima y, en última instancia, su competitividad se torna en neurosis. No pueden dormir por las noches, aunque no sienten dolor e incluso creen que eso es normal. ¿No se han convertido entonces en demonios vivientes? Cuando Dios salva a la gente, Él les permite liberarse de la influencia de Satanás y despojarse de sus actitudes corruptas, convertirse en gente más honesta y vivir según Sus palabras. Vivir como una persona honesta es liberador y emancipador, y mucho menos doloroso. Es la vida más feliz. Las personas honestas son más sencillas. Dicen lo que tienen en sus corazones, lo que están pensando. En sus palabras y acciones, siguen su conciencia y razón. Están dispuestas a luchar por la verdad y, cuando la comprenden, la ponen en práctica. Cuando no entienden bien un asunto, están dispuestas a buscar la verdad y luego hacen cualquier cosa que concuerde con ella. Buscan los deseos de Dios en todas partes y en todo, y luego los siguen en sus acciones. Puede que haya algunos ámbitos en los que sean necias y deban equiparse con los principios-verdad, y esto requiere de ellas que crezcan de manera constante. Experimentar de esa manera implica que se pueden volver personas honestas, prudentes y que actúan de una manera totalmente acorde a las intenciones de Dios. Sin embargo, las personas falsas no son así. Viven con actitudes satánicas, revelando su corrupción, pero temiendo que otros puedan encontrar algo que usar en contra de ellas cuando actúen de este modo. Entonces, usan artimañas torcidas y falsas como respuesta. Tienen miedo del momento en el que todo se revelará, así que usan todos los medios que encuentran para inventar mentiras y luego encubrirlas, y cuando aparece un agujero, dicen más mentiras para rellenarlo. Viven mintiendo y encubriendo sus mentiras, ¿no es esa una manera agotadora de vivir? Siempre se están devanando los sesos para pensar en mentiras y encubrirlas. Es demasiado arduo. Por eso la gente falsa, que se pasa los días ideando mentiras y encubriéndolas, tiene unas vidas tan agotadoras y dolorosas. Sin embargo, con las personas honestas es diferente. Como persona honesta, uno no debe tener tanto en cuenta cuándo habla y actúa. En la mayoría de los casos, una persona honesta se limita a decir la verdad. Solo cuando un asunto concreto afecta a sus intereses, ponen a trabajar su mente un poco más, y puede que mientan en algo para proteger sus intereses, para mantener su vanidad y su orgullo. Esos tipos de mentiras son limitados, por lo que hablar y actuar no resulta tan agotador para las personas honestas. Las intenciones de las personas falsas son mucho más complicadas que las de las honestas. Sus consideraciones son demasiado poliédricas, deben tener en cuenta su prestigio, su reputación, sus beneficios y su estatus, y deben proteger sus intereses, todo ello sin dejar que los demás detecten ningún fallo ni se descubra su juego, por lo que deben devanarse los sesos para inventar mentiras. Además, las personas falsas tienen deseos grandes y excesivos, y muchas exigencias. Tienen que idear formas de alcanzar sus objetivos, por lo que deben seguir mintiendo y engañando, y a medida que dicen más mentiras, necesitan encubrir otras tantas. Por eso la vida de una persona falsa es mucho más agotadora y dolorosa que la de una persona honesta. Algunas personas son relativamente honestas. Si pueden perseguir la verdad, reflexionar sobre sí mismas independientemente de las mentiras que hayan dicho, reconocer las artimañas en las que han participado, cualesquiera que hayan sido, verlas a la luz de las palabras de Dios para diseccionarlas y entenderlas, y proceder a cambiarlas, entonces podrán deshacerse de gran parte de sus mentiras y artimañas en no más de unos pocos años. Entonces se habrán convertido en personas que en esencia son honestas. Vivir así no solo las libera de mucho dolor y agotamiento, sino que también les trae paz y felicidad. En muchos asuntos, quedarán libres de las limitaciones de la fama, las ganancias, el estatus, la vanidad y el orgullo, y vivirán de forma natural una vida libre y liberada. Sin embargo, las personas falsas siempre tienen motivos ocultos detrás de sus palabras y acciones. Inventan todo tipo de mentiras para desorientar y embaucar a los demás, y en cuanto se las pone al descubierto, piensan en formas de encubrir sus mentiras. Atormentadas de una u otra manera, ellas también sienten que sus vidas son agotadoras. Ya es bastante agotador para ellas decir tantas mentiras en cada situación que se les presenta, y tener que encubrir luego esas mentiras resulta todavía más agotador. Todo lo que dicen está destinado a lograr un objetivo, por lo que gastan mucha energía mental en cada palabra que pronuncian. Y cuando acaban de hablar, temen que las hayas descubierto, así que también tienen que devanarse los sesos para ocultar sus mentiras, te explican obstinadamente las cosas, intentan convencerte de que no te mienten ni te engañan, de que son buenas personas. Las personas falsas son propensas a hacer estas cosas. Si se juntan dos personas falsas, habrá intrigas, conflictos y maquinaciones. Las disputas nunca terminarán, lo que provocará un odio cada vez más profundo, y se convertirán en archienemigas. Si eres una persona honesta junto a una persona falsa, estos comportamientos sin duda te enfermarán. Si solo actúan así de vez en cuando, dirás que todo el mundo tiene un carácter corrupto y que esas cosas son difíciles de evitar. Pero si actúan así todo el tiempo, esos métodos te darán náuseas y asco; te repugnará esa parte de ellas y las intenciones que tienen. Cuando sientas ese asco, serás capaz de despreciarlas y rechazarlas. Es algo muy normal. No se puede interactuar con estas personas a menos que se arrepientan y muestren algún cambio.

¿Qué os parece? ¿Acaso no es agotadora la vida de los falsos? Se pasan todo el tiempo mintiendo, luego diciendo más mentiras para encubrir las anteriores y participando en artimañas. Ellos mismos se provocan este agotamiento. Saben que es agotador vivir así; entonces, ¿por qué siguen queriendo ser falsos y no desean ser honestos? ¿Habéis considerado alguna vez esta cuestión? Esta es una consecuencia de que la gente se vea engañada por sus naturalezas satánicas; eso les impide deshacerse de este tipo de vida, de esta clase de carácter. La gente está dispuesta a aceptar que los engañen y vivir en esto; no quiere practicar la verdad e ir por la senda de la luz. Para ti, vivir así es agotador, y actuar así, innecesario, pero las personas falsas lo consideran absolutamente necesario. Creen que no hacerlo les causaría humillación, que perjudicaría su imagen, su reputación y también sus intereses, y que perderían demasiado. Aprecian estas cosas, aprecian su propia imagen, su propia reputación y estatus. Esta es la verdadera cara de la gente que no ama la verdad. En resumen, cuando la gente no está dispuesta a ser honesta o practicar la verdad, es porque no ama la verdad. En el fondo aprecian cosas como la reputación y el estatus, les gusta seguir las tendencias mundanas y viven bajo el poder de Satanás. Esto es un problema de su naturaleza. Ahora hay gente que cree en Dios desde hace años, que ha oído muchos sermones y sabe de qué va la fe en Dios. Sin embargo, siguen sin practicar la verdad, y no han cambiado ni un ápice. ¿A qué se debe esto? A que no aman la verdad. Incluso si comprenden un poco de la verdad, siguen sin ser capaces de practicarla. En lo que respecta a tales personas, por muchos años que lleven creyendo en Dios, eso no servirá de nada. ¿Se pueden salvar las personas que no aman la verdad? Es absolutamente imposible. No amar la verdad es un problema para el corazón y la naturaleza de uno. No se puede resolver. Si uno se puede salvar en su fe o no, depende principalmente de si ama o no la verdad. Solo aquellos que aman la verdad pueden aceptarla; solo ellos pueden sobrellevar las penurias y pagar un precio en aras de la verdad, y solo ellos pueden orar a Dios y confiar en Él. Solo ellos pueden buscar la verdad y reflexionar y conocerse a sí mismos mediante sus experiencias, tener el coraje para rebelarse contra la carne y alcanzar la práctica de la verdad y la sumisión a Dios. Solo los que aman la verdad pueden perseguirla de esa manera, caminar la senda de la salvación y ganarse la aprobación de Dios. No hay otra senda que no sea esa. Les resulta muy difícil aceptar la verdad a quienes no la aman. Esto se debe a que, por su naturaleza, sienten aversión por la verdad y la odian. Si quisieran parar de oponerse a Dios o dejar de hacer el mal, les sería muy difícil hacerlo, porque pertenecen a Satanás y ya se han convertido en diablos y enemigos de Dios. Dios salva a la humanidad, no salva a los demonios ni a Satanás. Algunas personas hacen preguntas como: “Entiendo muy bien la verdad. Simplemente no puedo ponerla en práctica. ¿Qué debo hacer?”. Se trata de alguien que no ama la verdad. Si alguien no ama la verdad, entonces no puede ponerla en práctica aunque la entienda, porque en el fondo no está dispuesto a hacerlo y no le gusta la verdad. Esa persona no tiene salvación. Algunas personas dicen: “Me parece que se pierde mucho siendo una persona honesta, así que no quiero serlo. Las personas falsas nunca salen perdiendo, incluso se benefician de aprovecharse de los demás. Así que prefiero ser una persona falsa. No estoy dispuesto a dejar que los demás conozcan mis asuntos privados, a dejar que me capten o me entiendan. Mi destino debe permanecer en mis propias manos”. Pues muy bien, entonces inténtalo y verás. A ver qué resultado obtienes; a ver quién se va al infierno y quién es castigado al final.

¿Estáis dispuestos a ser honestos? ¿Qué planeáis hacer después de escuchar esta charla? ¿Por dónde empezaréis? (Empezaré por no mentir). Este es el camino correcto para practicar, pero no es fácil no mentir. A menudo existen intenciones detrás de las mentiras de las personas, pero algunas mentiras no esconden ninguna intención ni se planean a propósito. En cambio, salen con naturalidad. Tales mentiras son fáciles de resolver, las complicadas son las que tienen intenciones detrás. Esto se debe a que esas intenciones provienen de la propia naturaleza y representan las artimañas de Satanás, además de ser intenciones que la gente elige por propia voluntad. Si alguien no ama la verdad, será incapaz de rebelarse contra la carne, así que debe orar a Dios y confiar en Él, y buscar la verdad para resolver el problema. Sin embargo, la mentira no se puede resolver por completo y de una vez. Habrá recaídas ocasionales, incluso varias. Es una situación normal, y mientras resuelvas todas y cada una de las mentiras que cuentes y estés al día, entonces llegará el momento en el que las hayas resuelto todas. La resolución de mentir es una guerra prolongada. Cuando te surja una mentira, reflexiona sobre ti mismo y luego ora a Dios. Cuando te salga otra, reflexiona sobre ti mismo y vuelve a orarle a Dios. Mientras más le ores a Dios, más odiarás tu carácter corrupto y más anhelarás practicar la verdad y vivir según ella. Así, tendrás la fuerza para abandonar las mentiras. Al cabo de un tiempo de tanta experiencia y práctica, serás consciente de que tus mentiras han disminuido mucho, de que vives con mucha más tranquilidad y de que ya no necesitas mentir ni encubrir tus mentiras. Aunque no hables mucho en el día a día, cada frase te saldrá del corazón y será verdadera, con muy pocas mentiras. ¿Qué se sentirá vivir así? ¿No resultará libertador y emancipador? Tu carácter corrupto no te limitará y ya no estarás atado a él, y al menos empezarás a ver los resultados de ser una persona honesta. Por supuesto, cuando te encuentres en circunstancias especiales, puede que a veces se te escape una pequeña mentira. Puede haber ocasiones en las que te topes con peligros o problemas de algún tipo, o quieras mantener tu seguridad, y en esos momentos es inevitable mentir. Aun así, debes reflexionar sobre ello, comprenderlo y resolver el problema. Debes orar a Dios y decirle: “Todavía sigue habiendo mentiras y artimañas en mí. Que Dios me salve de mi carácter corrupto de una vez por todas”. Cuando uno está ejerciendo intencionadamente la sabiduría, no cuenta como una revelación de corrupción. Esto es lo que uno debe experimentar para ser una persona honesta. De esta forma, tus mentiras serán cada vez más escasas. Hoy dices diez mentiras, mañana tal vez sean nueve, pasado mañana ocho. Después solo serán dos o tres. Cada vez dirás más la verdad, y tu práctica de ser una persona honesta se acercará cada vez más a las intenciones de Dios, a Sus requisitos y Sus estándares; ¡y qué bueno será eso! Para practicar la honestidad, debes tener una senda y un objetivo. Resuelve primero el problema de decir mentiras. Debes conocer la esencia que hay detrás de que digas esas mentiras. Debes además diseccionar qué intenciones y motivos te impulsan a decirlas, por qué tienes tales intenciones y cuál es su esencia. Cuando hayas aclarado todos estos temas, habrás comprendido a fondo los problemas de mentir, y cuando te suceda algo, tendrás principios de práctica. Si continúas con tal práctica y experiencia, entonces seguramente verás resultados. Un día dirás: “Resulta fácil ser honesto. ¡Ser falso es agotador! Ya no quiero ser una persona falsa, teniendo siempre que pensar qué mentiras decir y cómo encubrirlas. Es como ser una persona con una enfermedad mental, que se contradice cuando habla, alguien que no merece ser llamado ‘humano’. Esta clase de vida es muy agotadora y no quiero vivir más así”. En ese momento, tendrás la esperanza de ser realmente honesto, lo cual demostrará que has empezado a realizar progresos para ser una persona honesta. Es un avance. Por supuesto, algunos de vosotros, tras empezar a practicar, os avergonzaréis después de decir palabras honestas y exponeros. Se te pondrá la cara roja, te sentirás avergonzado y temerás que los demás se rían de ti. ¿Qué debes hacer entonces? Aun así, debes orar a Dios y pedirle que te dé fuerza. Dices: “Oh, Dios, quiero ser una persona honesta, pero temo que la gente se ría de mí al decir la verdad. Te pido que me salves de las ataduras de mi carácter satánico; permíteme vivir según Tus palabras, y ser libre y liberado”. Cuando ores de esta forma, habrá mucha más luminosidad en tu corazón y te dirás: “Es bueno poner esto en práctica. Hoy he practicado la verdad. Al fin, por una vez, he sido una persona honesta”. Conforme ores así, Dios te esclarecerá. Obrará en tu corazón y te conmoverá, permitiéndote comprender cómo es sentirse una persona honesta. Así es como debe ponerse en práctica la verdad. Al principio no tendrás ninguna senda, pero a través de la búsqueda de la verdad encontrarás una. Cuando la gente empieza a buscar la verdad, no necesariamente tiene fe. No tener una senda es duro para la gente, pero una vez que entienden la verdad y tienen una senda de práctica, sus corazones encuentran gozo en ella. Si son capaces de practicar la verdad y actuar de acuerdo con los principios, sus corazones encontrarán consuelo, y obtendrán libertad y emancipación. Si tienes verdadero conocimiento de Dios, serás capaz de ver claramente todas las cosas en este mundo; tu corazón se iluminará y tendrás una senda. Entonces obtendrás completa libertad y emancipación. En este momento, entenderás lo que significa poner en práctica la verdad, satisfacer a Dios y ser una persona real y, con esto, estarás en el camino correcto de tu creencia en Dios.

Otoño de 2007

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