La buena conducta no implica que se haya transformado el carácter (Parte 1)

En la actualidad, hay cierta gente que, al cumplir con su deber, trabaja día y noche o pasa la noche en vela y está sin comer. Es capaz de someter la carne, de ignorar el padecimiento físico, incluso de trabajar estando enferma. Pero, si bien tienen estos méritos, y son buenas personas, gente correcta, aún existen cosas en su corazón que no son capaces de dejar de lado: el prestigio, el beneficio, el estatus y la vanidad. Y si nunca dejan de lado estas cosas, ¿son gente que persigue la verdad? La respuesta es evidente. La parte más difícil de creer en Dios es lograr cambios de carácter. Tal vez puedas permanecer soltero toda tu vida, puede que jamás comas buena comida ni uses buena ropa, incluso algunos pueden decir: “No importa que sufra toda la vida, o que esté solo toda la vida, lo toleraré; con Dios, estas cosas no significan nada”. Les resulta fácil superar y resolver el dolor y el sufrimiento de la carne. ¿Qué no les resulta fácil de superar? El carácter corrupto del hombre. El carácter corrupto no puede resolverse simplemente manteniéndolo bajo control. A fin de cumplir adecuadamente con su deber, de satisfacer la voluntad de Dios y de entrar en el reino, la gente es capaz de sufrir el dolor de la carne; pero ¿ser capaz de sufrir y pagar un precio significa que haya habido un cambio en su carácter? No. Al analizar si se ha producido un cambio en el carácter de una persona, no hay que fijarse en cuánto sufrimiento soporta ni en lo bien que aparenta comportarse; en cambio, debes fijarte en cuál es el punto inicial, los motivos y las intenciones detrás de sus actos, cuáles son los principios detrás de su conducta, y cuál es su actitud hacia la verdad. Solo es correcto analizarlo de acuerdo con estos aspectos.

Después de llegar a creer en Dios, algunos dejan de seguir las tendencias mundanales o de prestar atención a sus ropas y su aspecto. Son capaces de sufrir y esforzarse mucho, y de dominar y abandonar la carne. Pero, a la hora de cumplir su deber, interactuar con otras personas y manejar asuntos, casi nunca son honestos. No les gusta ser honestos, siempre quieren destacar y distinguirse, y hay una intención detrás de todo lo que dicen y hacen. Calculan sus actos de manera concienzuda y meticulosa para mostrar a los demás lo buenos que son, para ganarse el corazón de las personas y lograr que estas los prefieran y los adoren, hasta el punto de que recurran a ellos cada vez que les ocurra algo. Al hacer esto, alardean. ¿Qué clase de carácter emanan? Es un carácter satánico. ¿Existen muchas personas que sean así? Todo el mundo es así. Por fuera, siguen todas las reglas, pueden sufrir un poco y, en cierto modo, están dispuestos a esforzarse. Pueden abandonar algunas cosas mundanales, tienen cierta determinación y voluntad para perseguir la verdad, y han puesto los pies en la senda de creer en Dios. Lo que ocurre es que su carácter corrupto permanece intacto. No han cambiado en absoluto. Aunque comprendan la verdad, no pueden llevarla a la práctica. Eso es lo que significa no haber cambiado en absoluto. Actuar obstinadamente en todos los ámbitos es la manera de comportarse de los que viven en un carácter satánico. Cuando la intención tras sus acciones es errónea, no oran a Dios, no niegan su propia voluntad, no buscan los principios verdad, ni buscan a otras personas ni comparten con ellas. Hacen lo que quieren, lo que les apetece; actúan de manera temeraria y sin control. Aparentemente, es posible que no hagan el mal, pero tampoco practican la verdad. Siguen su propia voluntad en sus acciones y viven en un carácter satánico. Esto quiere decir que no aman la verdad ni tienen un corazón temeroso de Dios, y que no viven ante Dios. Es posible que algunos de ellos incluso comprendan las palabras de Dios y la verdad, pero no pueden llevarlas a la práctica. Esto se debe a que no pueden superar sus propios deseos y ambiciones. Saben perfectamente que lo que hacen está mal, que es una interrupción y una perturbación, que Dios lo aborrece; sin embargo, lo hacen una y otra vez, y piensan: “¿Acaso el sentido de creer en Dios no es recibir bendiciones? ¿Qué tiene de malo que busque bendiciones? He sufrido bastante durante los años que he creído en Dios; he dejado mi trabajo y he abandonado mis expectativas en el mundo para ganar la aprobación y las bendiciones de Dios. Por todo el sufrimiento que he soportado, Dios debería acordarse de mí. Debería bendecirme y dotarme de buena suerte”. Estas palabras encajan en los gustos humanos. Todo el mundo que cree en Dios piensa de esta manera, siente que estar un poco contaminado por la intención de recibir bendiciones no es un problema tan grave. Pero si analizas estas palabras detenidamente, ¿están en consonancia con la verdad o con parte de la realidad verdad? Todas estas acciones de abandono y sufrimiento son solo ejemplos de buenas conductas humanas. Están motivadas por la intención de recibir bendiciones y no representan la práctica de la verdad. Si se tuvieran que aplicar los criterios morales del hombre para evaluar el comportamiento de estas personas, se considerarían diligentes y austeras, laboriosas y rigurosas. En ocasiones, están tan absortas en el trabajo que se olvidan de comer y dormir, y algunas incluso están dispuestas a devolver los objetos perdidos a sus propietarios, a ser serviciales y caritativas, a tratar a los demás con comprensión y generosidad, a no ser miserables o quisquillosas e, incluso, a regalar a otros las cosas que más aprecian. El hombre alaba todas estas conductas, que permiten reconocer a la buena gente. Estas personas parecen ilustres, admirables y merecedoras de aprobación; en sus acciones, son escrupulosamente morales, justas y razonables. Devuelven las bondades de otros y se preocupan por la hermandad, hasta tal punto que se sacrificarían por cualquiera de sus amistades, y soportarían sufrimiento e irían hasta el fin del mundo por sus seres queridos. A pesar de que muchos alabarían a este tipo de buenas personas, ¿realmente pueden aceptar la verdad y practicarla? ¿Realmente darían la vida para exaltar a Dios y dar testimonio de Él? No necesariamente. Entonces, ¿se las puede considerar buenas personas? Si intentas juzgar si alguien teme a Dios y se aparta del mal, o si tiene la realidad verdad, ¿sería acertado evaluarlo siempre en función de las nociones, las figuraciones, la ética y la moralidad humanas? ¿Estaría eso en consonancia con la verdad? Si las nociones, las figuraciones, la ética y la moralidad humanas fueran la verdad, entonces Dios no tendría ninguna necesidad de expresar la verdad, ni necesitaría hacer la obra de juicio y castigo. Debes ver claramente que el mundo y la humanidad son oscuros y malvados, que están completamente desprovistos de la verdad y que la humanidad corrupta necesita la salvación de Dios. Debes ver claramente que Dios en sí solo es la verdad, que únicamente Sus palabras pueden purificar al hombre, que solo Él puede salvar al hombre y que, por muy buena que sea la conducta de una persona, no es la realidad verdad y no llega de ninguna manera a ser la verdad en sí. A pesar de haberse generalizado y de que las personas las reconocen, estas buenas conductas no son la verdad, y nunca lo serán, ni pueden cambiar nada. ¿Lograrías que una persona que se sacrifica por sus amistades e iría hasta el fin del mundo por ellas aceptara a Dios y a la verdad? De ninguna manera, porque esa persona es un ateo. ¿Lograrías que una persona llena de nociones y figuraciones sobre Dios se sometiera verdaderamente a Él? De ninguna manera, porque cuando alguien está lleno de nociones, le cuesta mucho aceptar la verdad y someterse a ella. Por sí sola, ¿la buena conducta puede hacer que una persona sea capaz de someterse verdaderamente a Dios? ¿Puede verdaderamente amarlo? ¿Puede exaltarlo y dar testimonio de Él? En absoluto. ¿Puedes garantizar que todo el mundo que predica y trabaja para el Señor acabará amando verdaderamente a Dios? Eso sería absolutamente imposible. Por tanto, independientemente de las buenas conductas que tenga una persona, eso no significa que se haya arrepentido y haya cambiado verdaderamente, y aún menos que su carácter vital haya cambiado.

Debéis aprender a discernir lo que es un buen comportamiento, y lo que es practicar la verdad y cambiar vuestro carácter. Cambiar vuestro carácter implica practicar la verdad, escuchar las palabras de Dios, obedecerle y vivir según Sus palabras. Entonces, ¿qué debe hacer una persona para practicar y vivir según las palabras de Dios? Digamos, por ejemplo, que hay dos personas que son muy buenas amigas. Se han ayudado mutuamente en el pasado, han superado tiempos difíciles juntos, y darían sus vidas para salvarse el uno al otro. ¿Es eso practicar la verdad? Eso es hermandad, es sacrificarte por los demás, es un buen comportamiento, pero no es en absoluto practicar la verdad. Practicar la verdad es actuar de acuerdo con las palabras y exigencias de Dios; es obedecer y satisfacer a Dios. El buen comportamiento consiste en cumplir con las relaciones de la carne y preservar los lazos emocionales. Por lo tanto, la hermandad, proteger las relaciones, ayudar, tolerar y tratar bien a los demás son asuntos privados y personales y no tienen nada que ver con la práctica de la verdad. Entonces, ¿cómo exige Dios que las personas traten a los demás? (Dios exige que nos tratemos con principios. Si otra persona hace algo malo, algo que no está en línea con los principios verdad, entonces no podemos escucharla, aunque sea nuestra propia madre o nuestro propio padre. Debemos aferrarnos a los principios verdad y proteger los intereses de la casa de Dios). (Dios exige que los hermanos y hermanas se ayuden mutuamente. Si vemos que otra persona tiene un problema, debemos señalarlo, hablar sobre ello y buscar juntos los principios verdad para resolverlo. Solo haciendo esto los estamos ayudando de verdad). Él quiere que el comportamiento de las personas hacia los demás se construya sobre el fundamento de los principios verdad, sin importar cuál sea su relación. Cualquier cosa fuera de estos principios no cuenta como práctica de la verdad. Por ejemplo, si una persona hace algo que perjudica el trabajo de la iglesia y todo el mundo le llama la atención sobre ello y le pone objeciones. Su amigo dice: “¡No tenéis que exponerlo solo porque cometiera un error! Soy su amigo; ante todo, debo ser comprensivo con él; debo ser tolerante con él y ayudarlo. No puedo llamarle la atención como habéis hecho vosotros. Debo consolarlo, no herirlo, y le diría que el error no es para tanto. Si alguno de vosotros le llama la atención y le hace pasar un mal rato otra vez, tendrá que lidiar conmigo. Ninguno de vosotros es tan cercano a él como yo. Somos buenos amigos. Yo daré la cara por él si es necesario”. ¿Esto es practicar la verdad? (No, esto es una filosofía de vida). La mentalidad de la persona se basa también en otro fundamento teórico: cree que “Mi amigo me ayudó en el momento más duro y doloroso de mi vida. Todos los demás me habían abandonado; solo él se ocupó de mí y me ayudó. Ahora está en apuros, y me toca a mí ayudarle; siento que esto es lo que significa tener conciencia y tener humanidad. ¿Cómo puedes llamarte a ti mismo humano si crees en Dios pero no tienes ni siquiera esta pequeña pizca de conciencia? ¿Acaso eso no convierte tu fe en Dios y la práctica de la verdad en palabras vacías?”. Estas palabras parecen correctas. La mayoría de la gente no puede distinguir lo que son en realidad, ni siquiera la persona que las dijo, la cual piensa que el motivo de sus acciones está de acuerdo con la verdad. Pero, ¿son correctas sus acciones? En realidad, no lo son. Si se mira más de cerca, cada palabra que dice nace de la ética, la moral y la conciencia humanas. Si uno lo juzga a través de la ética humana, tiene conciencia y es una persona leal. Dar la cara por su amigo de esta manera le convierte en una buena persona. Pero, ¿alguien sabe qué carácter y esencia se esconde detrás de esta “buena persona”? No es un verdadero creyente en Dios. En primer lugar, cuando ocurre algo, no ve la situación de acuerdo con las palabras de Dios. No busca la verdad en las palabras de Dios, sino que elige ver el asunto según la moral y la ética y las máximas de vida de los incrédulos. Toma las herejías y falacias de Satanás como la verdad, y hace a un lado las palabras de Dios, e ignora lo que dicen Sus palabras. Al hacer esto, se burla de la verdad. Esto demuestra que no ama la verdad. Sustituye la verdad por las máximas satánicas de la vida y las nociones, la ética y la moral del hombre, y actúa según las filosofías satánicas. Incluso dice con confianza que eso es practicar la verdad y satisfacer la voluntad de Dios, que esa es la manera justa de actuar. ¿Acaso no está usando esta apariencia de justicia para violar la verdad? ¿No suele ser habitual este tipo de situación por lo que respecta a cómo la gente se comporta y se ocupa de los asuntos? Cuando siempre pronuncias las palabras y doctrinas, te das cuenta de que no tienes la verdad y de que lo que tiene valor realmente es compartir la verdad, y también sabes que, en este mundo oscuro y malvado, solo las vidas de aquellos que han obtenido la verdad tienen esperanza y valor. Y, sin embargo, cuando te ocurra algo importante a lo que debas enfrentarte y sobre lo que debas tomar decisiones, sentirás que las filosofías de Satanás, la moralidad y la ética son la verdad y elementos útiles. En ese momento, la verdad en las palabras de Dios, que deseas perseguir, no es útil. ¿Qué clase de problema es este? Si puedes reconocer que la palabra de Dios es la verdad, ¿por qué no puedes llevarla a la práctica? ¿Por qué no te atreves a poner la verdad en práctica? ¿De qué tienes miedo? Temes que otros te calumnien y te juzguen, perder tus expectativas mundanales y perjudicar tus intereses personales. Cuando no practicas la verdad, cuando te conviertes en un desertor, y niegas el valor de la verdad en las palabras de Dios en un momento crucial, es suficiente para demostrar que no eres alguien que ama la verdad y que, en su lugar, amas las filosofías, las herejías y las falacias de Satanás, y que buscas expectativas mundanales, los intereses de tu carne y tener una reputación y un estatus. Y, aun así, afirmas que amas la verdad: eso es hipocresía. Todo esto es suficiente para demostrar que nunca has aceptado la verdad ni la has puesto en práctica en tu creencia en Dios. En ese caso, ¿tienes un corazón temeroso de Dios? ¿Tienes un lugar para Dios en el corazón? Por mucho que habitualmente reconozcas que las palabras de Dios son la verdad, cuando te suceda algo, no tendrás a Dios en el corazón y te apreciarás por encima de todo, y tratarás las relaciones humanas, las filosofías para vivir, las reglas y los preceptos éticos, y los valores de conciencia y moralidad como la verdad. Todos estos elementos, que pertenecen a Satanás, ya han sustituido a la verdad en tu corazón; así pues, ¿no has degenerado? Ahora has traicionado completamente a Dios y te has sumido por completo en la oscuridad.

Muchas personas han estado muy ocupadas durante el gran número de años que han creído en Dios; entonces, ¿por qué no tienen la realidad verdad? De hecho, la raíz del problema es que estas personas no aman la verdad. Si les dices que no aman la verdad, se sentirán agraviadas, pero en realidad, ¿es razonable su indignación? No, no lo es. Independientemente de la cantidad de sermones que hayan escuchado o de las doctrinas que hayan comprendido, estas personas no practican la verdad cuando llega el momento; no actúan, no se ocupan de los asuntos ni tratan a la gente, los acontecimientos y las cosas que tienen alrededor de acuerdo con los principios verdad, y siempre tienen sus propias opiniones. Cuando alguien me habla, siempre dice: “Escúchame, déjame expresar mi punto de vista; este es mi punto de vista, esto es lo que quiero decir” y “Quiero actuar de esta manera, ¿vas a escucharme?”. Sé qué quieres decir sin que lo digas; no hace falta que siempre hables de lo que quieres decir, no es la verdad, y afirmarlo con claridad no lo convertirá en la verdad. Si crees que has poseído la verdad desde que naciste, ¿por qué sigues creyendo en Dios? Si puedes comprender intuitivamente todas las verdades que Dios ha expresado, como si fueras capaz de comprender todas las verdades y tú fueras en ti mismo la verdad y pudieras resolver todos los problemas, entonces, ¿por qué sigues creyendo en Dios? Algunos dicen: “¿Por qué siempre tienes razón y logras tomar todas las decisiones? ¿Por qué no me escuchas?”. ¿Qué tipo de palabras son estas? Después de escucharte durante tantos años, no he oído ni una sola palabra que sea correcta o se corresponda con la verdad; así pues, ¿por qué debería escucharte? Me gustaría oír algunos puntos de vista relativamente correctos por parte del hombre. Me serviría para ahorrar pensamiento y energía, pero no oigo ninguno. Todo lo que oigo son falacias y palabras desobedientes, quejas y conversaciones negativas; todo lo contrario a la verdad, de modo que, ¿por qué debería escucharlas? Si toda la gente se hubiera creado para escucharte, se rebelaría contra Dios, se resistiría a Él, se opondría al Cielo, seguiría a Satanás y, finalmente, perecería. Si escuchas Mis palabras y las sopesas, comprenderás la verdad, podrás comparecer ante Dios y te embarcarás en la senda de la salvación. Solo las palabras de Dios pueden salvar a las personas, y solo al comprender la verdad, practicarla y someterse a Dios pueden obtener la salvación de Dios. Para las personas, no es sencillo aceptar la verdad. Cuando estoy con gente, quiero oír cómo los hermanos y las hermanas han entrado en la verdad recientemente; los progresos que han hecho en cuanto a saber diferenciar a las personas, los acontecimientos y las cosas, y a poner en práctica la verdad; cuáles son sus condiciones; si han invertido y cambiado sus estados incorrectos; cuánto conocen sobre sus actitudes corruptas; el grado en el que han conseguido comprenderse a partir de la efusión de sus actitudes corruptas; cuántos de sus malentendidos sobre Dios se han desvanecido; y en qué medida ha aumentado su conocimiento de Dios. Me gustaría oír sobre estas experiencias y estos conocimientos, pero lamentablemente la mayoría de las personas no puede ofrecer este tipo de testimonio vivencial. No tienen la realidad verdad y solo pronuncian palabras y doctrinas vacías; palabras absurdas, erróneas y prejuiciadas, y quejas; o si no, palabras con las que intentan alardear, obtener crédito y buscar recompensas. ¿Cómo creéis que me siento cuando las oigo? ¿Me pondrán de buen humor? (No). Muy pocas veces la gente dice algo relacionado con su experiencia y conocimiento prácticos sobre la verdad, palabras que hacen que los otros se sientan mejor al oírlas y, sin este tipo de palabras, se limita a hablar para obtener crédito y buscar una recompensa, o bien expresa palabras irrelevantes y vacías. ¿Necesitas hablarme sobre estas doctrinas falsas? Cuando las divulgas, apenas eres capaz de engañar a ignorantes; así pues, ¿no ves que no tiene ningún sentido que hables conmigo sobre ellas? Cuando algunos conversan conmigo, siempre hablan de doctrinas espirituales falsas y, cuando debaten algún asunto, siempre dicen: “Todo está en manos de Dios; Él lo ha ordenado todo”. Creen que hablar de asuntos externos no es espiritual y que solo lo es saber hablar de doctrinas espirituales. Cuando les expreso algunas palabras prácticas y hablo con ellos sobre los detalles del vivir, no lo asimilan; solo quieren oír sermones grandilocuentes y doctrinas espirituales magnificentes. ¿Esta clase de personas posee la realidad? No solo no la tiene, sino que también carece por completo de sentido. Son personas verdaderamente arrogantes e ignorantes.

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