Cómo conocer la soberanía de Dios (Parte 2)
Han transcurrido dos mil años desde la crucifixión del Señor Jesús, y ahora esas personas que aceptan la obra de Dios de los últimos días oyen Su voz y escuchan los sermones, y hablan acerca de la verdad a diario. Entienden las tres fases de la obra de Dios y conocen los misterios de Su plan de gestión. ¿Entienden los que creen en el Señor en la religión? Aun ahora siguen sin comprender y se aferran a sus nociones. Cuando alguien dice: “El Señor Jesús era el hijo de un carpintero humilde. Fijaos en la clase de Señor en el que creéis”, son incapaces de refutarlo y de dar testimonio de Dios. ¡Qué despreciables son las personas! Dios le ha expresado muchas verdades al género humano y ha hecho un sinnúmero de cosas maravillosas, pero si Él no les comunica la importancia, el valor y la verdad de estas cosas a las personas personalmente, nadie es capaz de levantarse para hablar en Su nombre y dar testimonio de Dios. ¿Qué significa hablar en Su nombre? Significa dar testimonio de Sus obras, Su soberanía y Sus pensamientos, del precio que ha pagado para redimir a esta raza humana y del significado de todo lo que ha hecho. ¿Qué conclusión podéis extraer de esto? (El género humano no puede imaginar la obra de Dios). El género humano no puede imaginar la obra de Dios ni desentrañarla. El hombre debe adoptar, pues, la perspectiva y el punto de vista correctos para contemplar o abordar la obra de Dios, la orientación que Él le proporciona al género humano y Su voluntad. Que el hombre adopte el punto de vista correcto resulta de suma importancia. Debes saber quién eres y quién es Dios, las cosas que necesitas tener para poder comprender Sus palabras y Su obra, lo que eres esencialmente incapaz de entender o desentrañar con claridad y la clase de actitud que debes asumir. Esa es la razón que deberías poseer. De esta manera, tu relación con Dios será muy normal y armoniosa. Si siempre adoptas una actitud de espera, especulativa, dubitativa y hasta reacia al indagar y conjeturar acerca de Dios, o investigar todo lo que hace, tendrás problemas. Eso es propio de la teoría, de la investigación, de los incrédulos. Debes abordar la soberanía de Dios con una perspectiva y una actitud de sumisión, de búsqueda y de temor; eso es lo único que te permitirá conocer y comprender a Dios de manera genuina. Si entiendes a Dios, no te opondrás a Él o, al menos, no lo malinterpretarás. Podrás someterte y decir: “Aunque no entienda el significado de este acto de Dios, sé que todo lo que hace está bien”. ¿Qué entenderás? Que tu corazón está plenamente convencido de que todo lo que Dios hace tiene un sentido y que las personas deben someterse. El Señor Jesucristo se puso en manos de Satanás y fue crucificado por él; eso no fue algo bueno desde la perspectiva humana, pero Él cumplió la voluntad de Dios y completó la obra de la redención humana. Este hecho es de suma importancia y posee un significado y un valor descomunales para todo el género humano, pero ¿lo vio el hombre con claridad? (No). No lo vio con claridad. El hombre no vio la intención de Dios en ello, ni comprendió el significado y el valor de que Dios lo hiciera; es decir, las personas no apreciaron el inmenso beneficio que esto suponía para el género humano. Tan solo vieron que el Señor Jesús resucitó tres días después de ser crucificado, que se apareció a las personas, se reunió con ellas, habló, recordó lo vivido y luego partió; pero la voluntad de Dios se cumplió. ¿No tiene eso gran importancia? (Sí). ¿Pudieron las personas desentrañarlo? No pudieron. Las personas deben evaluarse a sí mismas adecuadamente y tener una actitud correcta hacia Dios en lo que concierne a esto. Con independencia de lo que Dios haga, y sin importar si lo entienden o no, las personas deben llamarse a silencio. Eso es lo correcto. No es correcto que te dediques a indagar acerca de todo. ¿Por qué no? No hay regla alguna que te lo prohíba, pero te darás contra un muro y correrás peligro. No puedes entender y eres incapaz de comprender ahora mismo, pero siempre quieres analizarlo todo, oponerte a Dios en todo momento. Si no puedes dilucidarlo mediante el análisis, pero tampoco buscas la verdad, ¿qué problemas es muy probable que surjan? Será fácil que malinterpretes a Dios. Lo malinterpretarás al comienzo y, si no puedes entender las cosas con claridad y el malentendido persiste, te volverás una persona negativa y débil, y esto afectará a tu cumplimiento del deber y tu entrada en la vida; todas estas cuestiones se relacionan entre sí. Hay muchas cosas que no se pueden entender con claridad en apenas uno o dos años, y la verdad es demasiado profunda. Aun cuando Dios te esclareciese ahora mismo, ¿te permitirá tu escasa estatura entenderlas? Incluso si pudieras entenderlas en cierta medida, ¿podrías entender la verdad exhaustivamente? Dirías: “Sé acerca de la gravedad. ¿Por qué los objetos caen y no se elevan en la Tierra, pero si abandonas la atmósfera y sales al espacio flotas? Porque te alejas del campo gravitacional de la Tierra. Si lo entiendo, ¿no quiere esto decir que también entiendo las obras de Dios?”. Desconoces la forma exacta en que Dios tiene soberanía sobre la gravedad y tan solo has entendido la manera en que lo manifiesta. Eso no significa que hayas desentrañado la forma en que Dios tiene soberanía sobre ella, y aun cuando lo hicieras, ¿podrías tener alguna soberanía sobre ella? Las personas tendrían problemas si abandonasen la atmósfera, simplemente flotarían de un lado a otro sin gravedad. ¿Qué podemos aprender de esto? (Existen muchas cosas insondables para las personas). Las personas son incapaces de desentrañarlas, pero siempre se oponen a Dios para analizarlo y observarlo. Sus corazones suspicaces afirman: “Si esta cuestión me resulta insondable, entonces Tú no eres Dios”. ¿Qué opinas de esa perspectiva? Esa perspectiva y ese punto de vista son erróneos, se oponen a Dios, y analizar todo en todo momento no está bien. Debes entender a Dios y decir: “Soy incapaz de entender esto, es demasiado profundo y, aunque Dios me esclareciese, no podría entenderlo en profundidad. Así que buscaré la respuesta durante algunos años con un corazón sumiso y, si Dios no me ofrece una, me limitaré a olvidarla. No hay barreras ni malentendidos entre Dios y yo. Si no malinterpreto ni me quejo de Dios, no me resistiré a Él. Si no me resisto, no me rebelaré contra Él y, si no me rebelo, tampoco lo rechazaré ni me desviaré de Él. Lo seguiré eternamente”. ¿Cuál es el fundamento de “seguir a Dios eternamente”? Es el siguiente: “Me someteré a Dios y lo seguiré más allá de que sus actos se ajusten o no a mis nociones. Dios sigue siendo mi Dios y yo soy un ser creado, soy un humano. Con independencia de la forma en que Dios me trate, aunque me arroje al Infierno, al lago de fuego, a Satanás o a los diablos, siempre me someteré a Él sin quejarme. El estatus de Dios no puede cambiar, como tampoco mi identidad como ser creado. Mientras eso se mantenga inmutable, deberé seguir a Dios y Él será mi Dios eternamente”. Una vez que tu fe en Dios esté firmemente arraigada, ya no le darás la espalda. Esa es la relación entre tu identidad como ser creado y Dios. Cuando veas con claridad la identidad y el lugar que Dios ocupa en tu corazón, así como tu identidad y tu lugar como ser creado a los que debes ajustarte y todo esto se haya arraigado en tu corazón, no te desviarás de Él. Entonces, cuando atravieses un momento de debilidad, de negatividad y de tristeza, o algo que no se ajuste a tus nociones, o te resulte insondable o incomprensible, ¿se verá afectada tu relación con Dios? (No). Mientras tengas clara la verdad de visión, hayas sentado los cimientos y hayas experimentado muchos entornos y comprendido que todo lo que Dios hace tiene un sentido, conocerás la obra de Dios y será improbable que las nociones surjan de nuevo. Hay quienes solo pueden entender una parte. Por ejemplo, en lo que respecta al juicio y al castigo, las personas reconocen que lo que Dios hace tiene un sentido, pero, cuando se las poda, hacen valer sus nociones. Con independencia de quién las pode, son reacios a aceptarlo y no reconocen que la cuestión proviene de Dios. Piensan que es obra del hombre y que procede de Satanás. ¿No es eso otro error? Surge otro problema y la búsqueda de la verdad debe proseguir. Si no puedes superarlo, ¿podrás someterte por completo a la obra de Dios? Tan solo puedes someterte a aquello que se ajusta a tus nociones, no puedes someterte a aquello que no. Ese tipo de persona puede resistirse a Dios con facilidad y es alguien cuyo carácter no ha cambiado.
Existen muchos pensamientos, ideas y estados en las personas que suelen influir en algunas de sus opiniones, perspectivas y puntos de vista. Si puedes resolver esos pensamientos, ideas y estados uno por uno a través de la búsqueda de la verdad, no afectarán a tu relación con Dios. Puede que ahora no poseas demasiada estatura y no comprendas la verdad en profundidad, y que, debido a que no hace mucho que crees en Dios o a otros múltiples factores, no entiendas muchas verdades. Sin embargo, deberías captar un principio: debo someterme a todo lo que Dios haga, con independencia de que parezca bueno o malo a simple vista, correcto o incorrecto, o de que se ajuste o no a las nociones humanas. No tengo derecho alguno a criticar, evaluar, analizar o investigar si es correcto o incorrecto. Debo cumplir con mi deber como ser creado y practicar las verdades que puedo entender para satisfacer a Dios y no desviarme del camino verdadero. Practicaré todo lo que Dios me permita entender y buscaré lo que debo practicar, aun cuando Él no me haya esclarecido; si Dios no me ha esclarecido con respecto a algo, no necesito entenderlo, y entonces me someteré y esperaré, y puede que un día Él me permita entenderlo. Tal como sucede con la crucifixión del Señor Jesús, quienes dos mil años después aceptan la obra de Dios en los últimos días la entienden, y aun quienes no buscan con demasiado ahínco también entienden en qué consistió. Puede que ahora mismo no entiendas parte de la gran obra relacionada con el plan de gestión de Dios, pero lo malinterpretas porque no entiendes la verdad y niegas Su existencia, lo que destruye la relación normal entre tú y Dios. Es un grave error. Debes tener una actitud, una perspectiva y un punto de vista en el que digas: “En lo que respecta a estas cosas que no entiendo, me limitaré a esperar. Puede que un día, cuando Dios esclarezca al género humano, lo entienda todo”. Cuando el Señor Jesús partió, dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar”. ¿Por qué no podían soportarlas? Porque las personas eran demasiado inmaduras en cuanto a su estatura y eran incapaces de comprenderlas. Es como hablarle a un niño de tres o cinco años acerca de ganar dinero o mantener a una familia; podrá oírlo, pero le resultará tan lejano que no podrá entenderlo y quedará fuera de su alcance. Hay tantas cosas que Dios quiere decirle al género humano que las personas deben entender. Sin embargo, debido a la inmadurez en su estatura o porque los procesos de la obra de Dios aún no se han revelado por entero al hombre y las personas no los han experimentado, si esas cosas se conocen de forma prematura, no podrán entenderlas. Aun en el caso de que escuchasen, lo tomarían como una doctrina y lo entenderían de forma literal, pero no sabrían realmente lo que Dios está diciendo. Por eso, Dios no habla. ¿Es apropiado que Dios no hable? ¿Le reporta algún beneficio al hombre? (Así es). ¿Retrasará el crecimiento en las vidas de las personas? Es indudable que no se producirá el menor retraso, ninguno en absoluto, ni supondrá un impacto en tu vida diaria ni en tu búsqueda normal. Así que, limítate a tener un corazón tranquilo y perseguir la verdad, porque eso es lo más importante; en última instancia, todo se reduce a perseguir la verdad. Si persigues la verdad, los misterios que hay en algunas de las cosas que Dios hace, Su sabiduría, Su maravilla y Su carácter en todo lo que hace, así como las cosas que la humanidad debe entender, quedarán claros de forma gradual a través del proceso que nos permite seguirlo. Cuando hablamos sobre llegar a conocer a Dios existen muchos aspectos a considerar y, en el proceso de tus interacciones, relación y contacto con Él deberás experimentar y paladear Sus palabras, Su obra, Su esclarecimiento y la orientación que te proporcione. Sin apenas advertirlo, durante ese proceso llegarás a conocer a Dios; esto es, lograrás comprender a Dios paulatinamente a través del proceso por el que experimentas Su soberanía y lo que disponga para ti. Si no pasas por esos procesos, sino que te limitas a fijar la mirada en el cielo a diario con los ojos abiertos de par en par y a confiar en tu imaginación para ver la obra de Dios, nunca lo conseguirás. Al final, acabarás dudando y dirás: “¿Dónde está Dios? ¿Creó Él la luna? El sol sale por la mañana y se pone por la noche; ¿es así como ejerce Dios la soberanía sobre todas las cosas?”. Esa es una comprensión hueca y tu convicción no será más que palabras vacías. Si alguien te preguntase si crees en Dios, dirías: “Creo en Dios, tengo una convicción, soy cristiano”. Si luego preguntase: “¿Por qué no eres budista?”, dirías: “El budismo no es el camino verdadero, el cristianismo sí lo es”. El hecho de que solo puedas decir eso demuestra que careces de experiencia alguna y que no has obtenido nada. Si no has experimentado ni paladeado personalmente todo lo relativo a Dios, todo lo que tiene y es, Su carácter, Su soberanía y lo que dispone para el género humano y todas las cosas, la realidad y la exactitud de Sus palabras y su significancia, la edificación, y el valor que le suponen al género humano, así como algunas de Sus maneras de obrar a través de, por ejemplo, las pruebas, la disciplina, el esclarecimiento y la iluminación, el consuelo y la exhortación y parte de las orientaciones especiales que le ofrece al hombre, ¿puedes tener entonces una relación normal con Dios? ¿Puedes someterte a Él verdaderamente? Tu comprensión de Dios será, para siempre, un interrogante, una serie de interrogantes, sin asomo de una comprensión real. ¿Es normal tu relación con Dios entonces? ¿Es realmente la relación entre un ser creado y el Creador? ¿Qué representa exactamente este interrogante? Dios te será siempre ajeno, ya sea en términos de identidad, estatus o de Su esencia. Él no es un familiar tuyo, ni un pariente; siempre parece un visitante extraterrestre al que jamás has conocido; así que no es fácil explicar cuál es tu relación con Dios de forma exacta, pero claramente no está a la altura de la que existe entre un ser creado y el Creador.
¿Cuáles son los puntos clave para creer en Dios? ¿Cómo convertir la fe en Dios en la realidad que deben tener las personas en la vida? ¿Cómo lograr la sumisión y obtener a Dios? Antes de poder someterte y obtener a Dios, debes apoyarte en aquello que experimentas mediante Sus palabras y, principalmente, en Su juicio y Su castigo. Si bien hay muchas personas dispuestas a cumplir su deber, no entienden cómo se experimenta Su obra. Para hacerlo, debes experimentar Su juicio y Su castigo, Su poda, Sus pruebas y Su refinamiento. Es preciso practicar todas las exigencias de Dios, entrar en ellas y lograrlas. A esto se le llama experimentar la obra de Dios. Para experimentarla, debes establecer una relación normal con Dios, orarle y buscarlo constantemente con un corazón sumiso a Él. Al margen de lo que suceda o de las dificultades que afrontes, debes confiar en Dios y poner la vista en Él, buscar las respuestas y la senda en Sus palabras, y orar y hablar con Él siempre. Experimentar la obra de Dios es estar en contacto con Él y someterse a Sus palabras y Su obra, orarle y buscarlo cuando tienes problemas o dificultades. Una vez que tienes mucha experiencia en ese sentido y que entiendes la verdad, habrás aprendido a aplicar las palabras de Dios a los acontecimientos. Existen muchas maneras de aplicar las palabras de Dios; por ejemplo, orando y buscando cuando suceden las cosas, por consiguiente, podrás ver la forma en que las palabras de Dios declaran de manera manifiesta cómo deben actuar las personas, cuáles son los principios y cuáles son las intenciones y las exigencias que Dios les plantea a las personas. Si sabes todo eso y entiendes Sus deseos, adquirirás cierto conocimiento y comprensión de Dios. Al enfrentarte a las pruebas, debes buscar: “¿Qué dice la palabra de Dios acerca de una prueba tan grande? ¿Qué significado tiene que Dios ponga a prueba a las personas? ¿Por qué quiere poner a prueba a las personas?”. Las palabras de Dios dicen que eres corrupto, que siempre eres rebelde y desobediente, y que no te sometes a Él, sino que albergas nociones y figuraciones constantemente, y que Dios quiere purificarte por medio de las pruebas. Cualquiera que sea tu experiencia, ya se trate de persecución y pruebas, o de ser podado, disciplinado y castigado, y al margen del entorno que Dios disponga para ti o el método que utilice, debes buscar permanentemente la respuesta y el fundamento en las palabras de Dios y tratar de encontrar Sus intenciones y las exigencias que determina para ti. Es decir, independientemente de lo que suceda, debes pensar primero en lo que Dios ha dicho, la práctica que quiere de las personas y lo que exige de ellas, y cuáles son Sus intenciones. Si entiendes esas cosas, sabrás cómo experimentar la obra de Dios. Cuando no hay un lugar para Dios en tu corazón y no amas la verdad, sino que siempre piensas en lo que dicen las personas, los libros o los famosos e ilustres, o en lo que hacen los no creyentes cuando eso sucede, si buscas y practicas de esa forma, perteneces a los incrédulos, porque tus pensamientos y tu senda son idénticos a los de los no creyentes. Si eres alguien que cree en Dios, pero piensas igual que los no creyentes y caminas por su misma senda, estás en el camino equivocado y en un callejón sin salida; eso no es lo que debe hacer, ni la senda que debe seguir alguien que cree en Dios. Hay personas así en la iglesia y pertenecen a los incrédulos, son no creyentes escondidos en la iglesia.
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