Cómo conocer la soberanía de Dios (Parte 3)

¿De qué manera están conectados el hombre y Dios? ¿Cómo puedes conocer a Dios? ¿Cómo obra Él en el hombre? Lo hace utilizando Sus palabras, a través de las cuales revela Sus intenciones, te guía por la senda que debes tomar, te pone a prueba y te comunica todas Sus exigencias y Sus estándares. Sin tan siquiera percatarse de ello, las personas entienden todos los aspectos de la verdad en las palabras de Dios, como los principios que hay detrás de cómo abordar a las personas y los asuntos, cómo tratar a sus hermanos y hermanas y gestionar la obra de la iglesia y el deber, la forma en la que se experimentan las pruebas, se es leal a Dios, se renuncia y se hace frente al mundo de los no creyentes y demás cosas. Todo eso se encuentra en la palabra de Dios y Él se lo ha dicho al género humano. Sin embargo, ¿hasta qué punto lo experimenta el hombre en última instancia? Las personas pueden ver a Dios en Sus palabras y estar cara a cara con Él. Puede que alguien pregunte: “¿Dónde está el Dios en el que crees?”. Quienes no lo han experimentado son incapaces de encontrar una explicación: “Sí, ¿dónde está Dios? Nunca se me ha aparecido. Siempre se ha dicho que está en el tercer cielo, pero nunca lo he visto. Desconozco el tamaño o la altura reales de Dios, o que tan todopoderoso y omnisciente es”. Quienes tienen experiencia dirán: “Esas cosas carecen de importancia. Encontré las palabras de Dios el primer día en que creí en Él. Ahora hace veinte o treinta años que creo en Él, y veo Su carácter y Su esencia en ellas, y tengo cierto entendimiento y conocimiento de Él. Tras experimentar Sus palabras todos estos años, si un día Dios viniese a mí y me hablase y se relacionara conmigo, podría confirmar que Él es el Dios que había expresado esas palabras, Él es Aquel en quien creo, ¡sin la menor duda! Con independencia de Su aspecto, mientras Sus palabras y estas provengan de la misma fuente, Él es el Dios en quien creo, el Dios del cielo, Aquel que es soberano sobre mi destino y todas las cosas. Es Él”. Llegado este momento, ¿seguirías teniendo la necesidad de que Dios te hable desde el cielo? (Ninguna necesidad). Lo que sucede es que, no importa la forma o la imagen que Dios adopte, no tienes la necesidad de verlo. No hay necesidad. No tendrás esa curiosidad. Pero ¿por qué? Tras estos años de experiencia en contacto con Dios, si bien no puedes decir que lo conoces o que tienes una gran familiaridad con Él, al menos ya no eres ajeno a Él gracias a Sus palabras y a lo que has experimentado con respecto a ellas y Su obra. Él está contigo y guía tu vida, es soberano sobre cada uno de tus días y tu destino. Él entiende a la perfección tu gozo, tu pena, tu ira y tu felicidad, y tú conoces los Suyos. Ya no lo malinterpretas ni te quejas de Él, y ocupa tal lugar en tu corazón que podrías decir que está entronizado en él, y que reina como Rey, capaz de controlar todo tu ser. ¿Qué significa “reinar como Rey”? Significa que utilizas las palabras de Dios para resolver todo lo que sucede, y que Sus palabras dominan tu corazón. Ya no eres el amo. Tu conocimiento y tu aprendizaje, los libros que has leído, y las experiencias y los acontecimientos de tu vida ya no pueden guiarte. Las palabras de Dios te guiarán en todo, se convertirán en el manual de tu vida y serán reveladas y vividas cada día de tu presente vida. Así es como tendrás las realidades-verdad. En ese momento, si alguien vuelve a preguntarte: “Dado que crees en Dios, ¿lo conoces?”, podrás responder: “Lo conozco en cierta medida. No me atrevo a describir con palabras lo poderoso y sabio que es, ni me atrevo a definirlo, pero al menos sé que Dios es insondable, absolutamente sabio y maravilloso, y que ama enormemente al género humano. ¡Cuán grande es el amor de Dios, cuán verdadero es y cuán justo es Su carácter!”. ¿No es ese reducido conocimiento más valioso que las nociones y figuraciones ilusorias y opacas de las personas? (Sí, lo es). ¿De dónde proceden, por tanto, esas cosas valiosas? Proceden de experimentar las palabras de Dios. Esto es, tras recibir las palabras de Dios, durante todos esos años han arraigado, brotado, florecido y dado fruto, y has vivido la realidad de ellas. ¿Cómo consigues ese resultado mientras vives las palabras de Dios? (Experimentando, poco a poco, las disposiciones de Dios con respecto a las personas, acontecimientos y cosas). Surge de la experiencia, es decir, de confirmar continuamente las palabras de Dios durante ese periodo, de la confirmación de que todas y cada una de las frases de Dios son la verdad, y lo que necesitas en tu vida. En ese momento, si alguien dice: “El Dios en el que crees no es Dios, Él no existe, ni se puede ver”, dirás: “No le corresponde a una persona decidir la existencia y la soberanía de Dios. Es Dios quien decide, lo que lo decide es el hecho de la existencia de Dios y Su soberanía sobre todas las cosas, lo que lo decide es mi experiencia real de la obra de Dios en estos años, lo que lo decide son todos los testimonios que atestiguan haber experimentado la obra de Dios. Esa es la prueba”. Eso es dar testimonio de Dios. Si, por otro lado, alguien dijese: “¿Dónde está Dios?”, ¿cómo responderías? (En el corazón de todo el que cree en Él). Dios ya vive en los corazones de las personas, pero también está dentro de todas las cosas y entre ellas, a nuestro alrededor. Esa es la existencia de Dios. No puedes negarla, y lo que experimentas es más real que lo que ves. ¿Reconocerías a Dios aun en el caso de verlo? (No, no lo haría). Si el cuerpo espiritual de Dios descendiese entre las personas y dijese: “Yo soy Dios”, te sorprenderías y dirías: “¿Eres Dios? ¿Cómo es que no te reconozco? ¡No acepto a un Dios como Tú!”. De hecho, te asustarías. ¿Por qué tendrías una reacción semejante? Porque no conoces a Dios, de modo que tienes esa clase de actitud y conducta hacia Él.

¿A qué se debe prestar más atención cuando se cree en Dios? Se podría decir que lo más importante es experimentar Sus palabras. En el proceso de experimentar las palabras de Dios, cualquier estado erróneo en el que se encuentren las personas, los estados de resistencia a Dios o de rebeldía, o cualquier punto de vista falaz, todo debe enmendarse y resolverse con la verdad. Así es como tu estado interno mejorará de forma gradual, tu relación con Dios se normalizará y sentirás la existencia de Dios. Si tu relación con Dios no es normal, no sentirás la existencia de Dios. ¿No hay verdad en todo esto? Hay verdad en todo ello. Cuando las personas creen en Dios como si vivieran en un vacío, en contacto con la nada, sin ver nada, sin saber nada, sin tener en cuenta el mundo exterior, tal como hacen esos monjes y monjas taoístas que cultivan el ascetismo, no están en el camino correcto. Si las personas pueden observar, comprender y experimentar, serán capaces de ver las acciones de Dios en muchas cosas. Sin embargo, ahora mismo hay algunas cuestiones demasiado profundas y fuera del alcance de la mayoría de ellas, de modo que no debes renunciar a lo que tienes cerca en busca de lo que está lejos. Limítate a concentrarte en las palabras de Dios y aprende a evaluarte en función de ellas. ¿Qué significa evaluarte en función de ellas? Es ver si alguno de tus diversos estados corresponde con los que desenmascaran las palabras de Dios, en qué estado te encuentras, a qué se refieren las palabras de Dios y de qué estados humanos habla. Todo esto debe examinarse y entenderse con claridad. A veces las personas escuchan las palabras de Dios una vez, pero les entran por un oído y les salen por otro, y piensan: “Las palabras de Dios no van dirigidas a mí. No me encuentro en ese estado. Está hablando de otras personas”. Esta no es la manera correcta de entenderlas y muestra que sigues sin entender Sus palabras, que siguen sin haber ejercido un efecto sobre ti, y que no las has asimilado. Adquiere experiencia hasta que llegue el día en que escuches que las palabras de Dios dejan en evidencia a las personas y digas: “Dios está hablando acerca de mí”. A esto nos referimos cuando hablamos de evaluarnos en función de las palabras de Dios. Sin embargo, no es más que el comienzo, no es más que empezar a entrar en las palabras de Dios; puede que no sepas a qué estado se refiere. Así que debes pasar por un periodo en el que busques cuál es la verdad en lo que Dios dice, cuáles son Sus exigencias, y cuál es la senda que le entrega al género humano. Esto supone una serie de detalles; no se trata solamente de examinar y diseccionar un estado exterior, con eso no basta. ¿Cuál es el objetivo de Dios al diseccionar el estado de las personas y hacer que lo examinen? Es hacer que se enmienden. Dios dice que este estado no es correcto y, si vives en esta clase de estado o tienes esta clase de punto de vista, posiblemente te resistas a Dios. Esto es rebelión, a Dios no le agrada y es un carácter corrupto que pertenece a Satanás y no se ajusta a la verdad; debes cambiar de rumbo. Al cambiar de rumbo, debes entender cuáles son las exigencias de Dios, que hay verdad en estas exigencias, y debes entender la intención de Dios y meditar: “¿Qué exige Dios en este asunto? ¿Cómo cambio de rumbo, me libero de este estado y lo resuelvo?”. Esto implica buscar la verdad. No basta con evaluarte en función de las palabras de Dios; además de esto, aún tienes que entender la verdad y ser capaz de conocerte a ti mismo. Entonces sentirás lo grandes que son las exigencias de Dios para el género humano, y serás capaz de alabarlo de corazón: “¡Dios es tan sabio al escrutar lo más profundo del corazón del hombre! Dios ha puesto al descubierto un estado en el que estaba del que yo ni siquiera era consciente, ¡pero Dios lo conoce todo!”. ¿Es eso todo? Está muy lejos de ser suficiente, y no es lo que Dios exige. Él exige que te desprendas de esos estados negativos y erróneos, que surgen de las actitudes corruptas, y que, una vez que los hayas resuelto, practiques conforme a la verdad. A medida que comprendas la verdad con más profundidad, tu estado interno cambiará por completo y te desprenderás de tu punto de vista pretérito de las cosas, verás que es falaz, sabrás dónde reside el error y cuál es su esencia, y entonces podrás resolverlo. Cuando puedas desprenderte por completo de las cosas mundanas y los puntos de vista satánicos, aun cuando puede que te sientas vacío por dentro, las verdades que has entendido empezarán a ocupar tu corazón. Existe un proceso para entender el punto de vista correcto que Dios quiere que tengas, lo que Él quiere que poseas, qué puntos de vista son correctos y cuáles no, que exige que busques la verdad constantemente y profundices en ella; y, cuando hayas entendido la verdad genuinamente, tu corazón estará completamente satisfecho y seguro. No es fácil creer y aceptar la verdad. Todo el mundo tiene una mente activa, todos tienen pensamiento e ideas, así como actitudes corruptas, y, cuando no tienen nada que hacer, siempre evalúan y analizan si las palabras de Dios son correctas o incorrectas. Si conocieran a una persona que entiende la verdad y comparte su testimonio vivencial, obtendrían cierto beneficio y educación; sin embargo, si conociesen a alguien que afirma cosas y puntos de vista absurdos, se dejarían influenciar por él. Este es un estado normal. Sin embargo, con la debida experiencia, un día reconocerán plenamente que las palabras de Dios son la verdad y comprenderán en qué se equivocaban. No obstante, ¿si lo comprenden serán capaces de poner en práctica la verdad? (No). Aún no están dispuestos a ello y piensan para sus adentros: “¿Negarme así sin más?”. Quieren todavía escrutar las cosas y, con independencia de lo que piensen en sus corazones, su rebeldía y su carácter corrupto están ahí siempre. No les es tan fácil aceptar la verdad; no pueden aceptarla como la verdad de una manera tan sencilla o meramente directa. Aun cuando sepan claramente que es la verdad, siguen sin ser capaces de ponerla en práctica rápida y totalmente. Esto confirma que en el hombre hay actitudes corruptas y una esencia satánica. El propósito de la obra de Dios y la expresión de la verdad es resolver el carácter corrupto del hombre, descubrir la corrupción, resolverla y limpiarla parte por parte. Los puntos de vista de una persona paulatinamente se adecuarán a las de Dios, y sus actos se ajustarán a la verdad. Todo aspecto en el que estés en consonancia con Dios estará exento de malentendidos con respecto a Él. Allá donde tengas malentendidos acerca de Dios, debes buscar la verdad y usarla para resolverlo. No debes insistir siempre en tu punto de vista ni pensar en todo momento que tu malentendido es correcto y sensato, que es válido y tiene sentido allá donde se aplique. Es ridículo. Las personas tienen actitudes corruptas, es decir, es normal que sean algo arrogantes; pueden cambiar siempre y cuando acepten la verdad. Es peligroso que sean insensatas y sostengan puntos de vista incorrectos sobre las cosas, y no les resultará fácil aceptar la verdad, y la malentenderán a menudo. Es muy probable que este tipo de personas tengan nociones acerca de Dios y sean hostiles a Él; son del tipo que pertenece a Satanás. En lo que respecta a malentender a Dios, si alguien no busca la verdad, pensará que lo que Dios hace está mal. Si “litigan” constantemente con Dios de esta forma, compiten y pelean con Él, pelean y compiten, a la larga, fracasarán y serán totalmente humillados. La verdad y Dios siempre saldrán victoriosos. Si eres capaz de mantener un corazón sumiso y buscas y aceptas la verdad al contender y luchar con Dios, solo entonces tu corazón podrá enmendarse y, al final, tendrás que someterte ante la palabra de Dios. Mediante este proceso que experimentas, Dios salva y obtiene al hombre, y quienes prefieran morir antes que aceptar la verdad quedarán en evidencia y serán descartados. Si puedes aceptar la verdad y someterte ante Dios, eres alguien que se somete a Dios, que puede llegar a ser compatible con Él y que jamás volverá a rebelarse contra Él ni a resistirse a Él. No importa cuántos años lleve creyendo en Dios, siempre y cuando la persona pueda aceptar la verdad y lograr someterse a Él, podrá alcanzar, finalmente, un cambio en su carácter-vida. Permíteme ofrecerte un ejemplo. Supongamos que estudias botánica o agricultura, y que siembras diez semillas de un árbol frutal en la tierra. Gracias a tus estudios, sabes que de esas diez semillas pueden brotar otros tantos árboles. Esta es una conclusión basada en la teoría y los fundamentos científicos, y te ciñes a esta conclusión. Así que, cuando Dios diga que pueden brotar once árboles de diez semillas, no le creerás: “¿Es posible? ¿Cómo pueden brotar once árboles de diez semillas?”. De hecho, había una semilla oculta que no habías visto. ¿En qué se basa que te aferres a tu propio punto de vista? En las pruebas científicas y los conocimientos que has adquirido; estas cosas controlan tu pensamiento, y no puedes ver más allá de ese límite. Si tomas eso como tu estándar, no estarás tomando las palabras de Dios como tu estándar; y eso es rebelión humana. Pensarías: “Tengo un fundamento, ¿cómo puedes decirme que mi conclusión no es la verdad? Lo que has dicho es infundado, ¿cómo puedes decir, entonces, que Tus palabras son la verdad? ¡Carecen de todo fundamento! ¿Cuántas personas lo han demostrado? ¿Quién lo ha demostrado? ¿Quién lo ha visto? ¿Dónde está esa información?”. Niegas las palabras de Dios antes de haber visto los hechos, siempre le añades un interrogante a Sus palabras, siempre lo niegas, siempre crees que: “Lo que Dios ha dicho es erróneo; mi conclusión es la correcta, puesto que ha quedado demostrada. Soy un académico en este campo, un profesional, de modo que mi conclusión debería calificarse de correcta”. Asocias diez semillas al crecimiento de diez árboles, de modo que no crees en Dios cuando Él dice que crecerán once de ellos. Sin embargo, si al final el resultado y el hecho es que crecen once, ¿quedarás convencido? (Sí). ¿Quedarás completamente convencido? ¿Por qué? (Vi los hechos). Cuando veas los hechos, empezarás a rechazar el conocimiento que has adquirido y tu propia conclusión, y habrá un conflicto en tu corazón: “¿Estaré equivocado? ¿Será en realidad un error de la ciencia?”. En este proceso, las personas investigarán y analizarán si las palabras de Dios son correctas o erróneas y las compararán: “¿Qué es lo correcto, las palabras de Dios o los argumentos científicos? ¿Quién es más probable que esté en lo cierto?”. Los hechos están ahí, pero las personas siguen siendo incapaces de aceptarlos por entero y deben aguardar varios años más antes de que lo que Dios ha hecho las convenza plenamente y puedan aceptarlo genuinamente. Dios no habla ni actúa sin fundamento; el proceso de Sus acciones te permite experimentar y aprender por ti mismo, hasta que veas los resultados. ¿Qué ganas con este proceso? Te permite tener una afirmación genuina de las acciones de Dios. Él no te permite decir de forma infundada: “Tú eres Dios, Tú eres grande y noble, sabio y maravilloso”. No te permite que des testimonio de Él de esa forma; en lugar de ello, utiliza estos hechos para permitirte experimentar y ver por tu cuenta. Dios no te dirá que es erróneo que diez árboles broten de diez semillas. No te refutará ni discutirá contigo, sino que recurrirá a los hechos para demostrar la cuestión y te permitirá verlo por ti mismo. Quizá Dios te lo dijo cuando tenías veinte años, pero no te dijo: “Soy la verdad y debes escucharme”. Dios no dijo eso; simplemente lo hizo y ves los resultados a los treinta. Llevó todo este tiempo. ¿Discutió Dios contigo durante este tiempo? (No, no lo hizo). ¿Quién discutía? Las personas que discuten con Dios y siempre piensan: “Dios está equivocado. Lo que dice y hace es anticientífico e irrazonable”. A las personas les encanta discutir con Dios, pero Él se limita a permanecer en silencio y seguir actuando. Diez años después, descubrirás un hecho y sentirás miedo: “¡Vaya, resulta que mi punto de vista era erróneo!”. Para cuando reconozcas que estabas equivocado, la conclusión de esa cuestión ya habrá cobrado forma, ¿pero podrás aceptarla? Solo estás aceptando un fenómeno, pero en tu corazón sigues sin saber lo que está ocurriendo en realidad. ¿Cuántos años más de experiencia necesitas? Puede que te lleve otra década más experimentándolo por tu cuenta antes de poder confirmar que la conclusión de lo que Dios hizo con respecto a esta cuestión era correcta, y que Dios es la verdad y está en lo cierto, mientras que tú estás equivocado. Para cuando cumplas cuarenta, ya estarás completamente convencido, y dirás: “¡Dios es la verdad, Él es realmente Dios, y lo que Él hace es maravilloso y real! ¡Qué sabio es Dios!”. Te niegas a ti mismo. Mira, ¿cuántos años de experiencia te llevó? (Veinte años). ¿Y qué ha hecho Dios en estos veinte años? No utilizó fórmulas para decírtelo, tales como explicar en qué consisten las leyes de Newton; utilizó los hechos para hacerte ver algunas cosas, y te esclareció y te guio para que las entendieras a través de fenómenos y eventos a tu alrededor. Obtendrás un poco de entendimiento en un plazo de tres o cuatro años y dirás: “Estaba equivocado, pero ¿estaba completamente equivocado?”. Experimenta más y Dios te presentará algunos hechos, y cuando tengas cuarenta, esto es, después de otra década, reconocerás que estabas equivocado. Así es como obra Dios, estas son las cosas que hace. ¿A través de qué proceso puedes reconocer que estás equivocado y que Dios está en lo cierto? Te darás cuenta mediante un proceso que te permite enfrentarte a los hechos, y bajo el esclarecimiento y la guía de Dios. Así es el proceso; Dios no se limita a darte una conclusión y te hace creer en ella sin fundamento. Si Dios te forzase a entender, ¿estaría bien? Si Dios te controlase para hacerte entender por la fuerza, lo harías y sabrías que de todas maneras Dios estaba en lo cierto. Sin embargo, la intención de Dios no es convertir a las personas en robots. No es eso lo que Él quiere. Él quiere que las personas entiendan la verdad, que hagan sus propias elecciones, y que sean capaces de someterse a Él. Sin embargo, hace falta tiempo para lograrlo.

¿Habéis experimentado a estas alturas que la obra de Dios es práctica? (Sí). Es muy práctica. La practicidad de la obra de Dios se opone a los puntos de vista imaginarios y vagos del hombre, de modo que necesitas examinar las cosas imaginarias, o vacías y poco prácticas, o que no se fundamentan en la palabra de Dios, que hay dentro de ti. Es correcto que refutes todas ellas. Es del todo correcto y debes experimentarlo de esta forma. ¿Cuántas cosas ha creado Dios, el Creador de todas las cosas? ¿Cuán sabio ha de ser? Si piensas que podrás experimentarlo y desentrañarlo exhaustivamente en tres o cinco años, es imposible. No podrás desentrañarlo ni siquiera con la experiencia de toda una vida. Así que debes tener los pies en la tierra al experimentar las palabras de Dios; empieza de a poco, empieza por los detalles y busca los principios-verdad. Al enfrentarte con algo insondable, aprende a calmarte ante Dios y buscar la verdad, sin ponerte ansioso o impaciente. ¿Cómo puede uno calmarse ante Dios? Tu corazón debe orarle y hablarle; si no puedes calmarte, puedes leer y reflexionar acerca de las palabras de Dios o cantar himnos sobre las palabras de Dios. Todo esto te ayudará a calmarte ante Dios. El corazón de una persona se calma cuando regresa ante Dios; sienten que hacer cosas o esforzarse en ir de aquí para allá es inútil, que no hay nada que ganar. Mientras estén en calma ante Dios, ya sea leyendo Sus palabras, hablando acerca de la verdad o cantando himnos de alabanza a Dios, su espíritu ganará algo y será esclarecido, y su corazón se sentirá alimentado y satisfecho. Gradualmente, verás la obra de Dios con claridad, podrás someterte a Él, y ganarás la verdad y la vida. Si las personas quieren ganar la verdad y a Dios, deben hacer sacrificios, soportar grandes sufrimientos y dedicar tiempo y energía a experimentar la obra de Dios durante muchos años. Solo entonces serán capaces de ganar la verdad y la vida, y toda la salvación de Dios.

11 de octubre de 2017

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