Cómo perseguir la verdad (1) Parte 1

¿Qué tema compartimos en nuestra anterior reunión? (Por qué debe el hombre perseguir la verdad). Cuando terminamos de hablar, os puse tarea sobre otro tema, ¿cuál era? (Cómo perseguir la verdad). ¿Habéis reflexionado sobre este tema? (Dios, he reflexionado un poco sobre él. En lo que respecta a perseguir la verdad, se trata de examinar nuestras efusiones de corrupción y actitudes corruptas en todas las personas, acontecimientos y cosas con las que nos encontramos a diario, y luego buscar la verdad para resolver estos problemas. Al mismo tiempo, el desempeño de un deber afecta a ciertos principios, así que debemos buscar verdades relevantes para entender cómo actuar de acuerdo con esos principios cuando abordamos distintos deberes; ese es otro modo de practicar la búsqueda de la verdad). Así que, por un lado, buscar la verdad en la propia vida diaria y, por otro, buscar los principios-verdad mientras se cumple con el deber que uno tiene. ¿Existen otros aspectos de esta búsqueda? Este no debería ser un tema muy complicado, ¿verdad? ¿Habéis reflexionado sobre “cómo perseguir la verdad”? ¿Cómo habéis reflexionado? Reflexionar sobre este tema debería conllevar pasar cierto tiempo pensando sobre él, y luego tomar notas sobre el conocimiento obtenido mediante esa reflexión. Si le echáis un rápido vistazo y pensáis un poco sobre él, pero sin dedicarle tiempo ni energía o pensar en ello con detenimiento, eso no es reflexionar. Reflexionar significa que pienses sobre el asunto en serio, que dediques un esfuerzo real a meditarlo, obtengas un conocimiento concreto y recibas esclarecimiento e iluminación, y coseches algunas recompensas; esos son los resultados que se logran mediante la reflexión. Ahora bien, ¿habéis reflexionado realmente sobre este tema? Ninguno de vosotros lo ha hecho en realidad, ¿no es así? En la reunión anterior os puse tarea, os propuse un tema para que lo prepararais, pero ninguno de vosotros ha reflexionado ni se lo ha tomado en serio. ¿Esperabais que os lo diera masticado? ¿O pensasteis: “El tema es muy simple, no tiene profundidad. Ya lo hemos entendido, así que no hace falta que reflexionemos, ya lo entendemos”? ¿O es que no os interesan las cuestiones y los asuntos relacionados con la búsqueda de la verdad? ¿Cuál es el problema? No puede ser que estéis muy ocupados con el trabajo, ¿verdad? En serio, ¿cuál es el motivo? (Tras escuchar las preguntas de Dios y reflexionar sobre mí mismo, creo que la razón principal es que no amo la verdad; no me tomé las palabras de Dios en serio y no reflexioné con sinceridad sobre la verdad. Esperaba también que se me diera una respuesta masticada. Esperaba que, una vez que Dios hubiera terminado de hablar sobre el tema, yo fuera capaz de entenderlo. Esa era la actitud que tenía). ¿Es así la mayoría de la gente? Parece que estáis acostumbrados a que se os dé todo masticado. En lo que respecta a la verdad, no sois muy meticulosos y no os esforzáis demasiado. En especial, os encanta hacer cosas e ir corriendo de un lado a otro a ciegas. Lo único que hacéis es perder el tiempo; estáis atontados a la hora de abordar la verdad y no os la tomáis en serio. Ese es vuestro verdadero estado.

Cómo perseguir la verdad es uno de los temas sobre los que más se comparte en la casa de Dios. La mayoría de la gente entiende algo de doctrina sobre cómo perseguir la verdad, y conocen algunos enfoques y maneras de practicarla. Hay algunas personas que llevan mucho tiempo creyendo en Dios y que más o menos tienen algunas experiencias reales, y también han experimentado fracasos y fallos, y han sufrido negatividad y debilidad. En el proceso de búsqueda de la verdad, han experimentado además muchos altibajos, y al perseguir la verdad, han aprendido de sus experiencias y obtenido algunas recompensas. Naturalmente, también se han encontrado con muchas dificultades y obstáculos, además de varios problemas reales en sus vidas o entornos. En resumen, la mayoría de las personas tienen cierto nivel de entendimiento sobre la búsqueda de la verdad, ya sea solo en la forma o mediante algunos problemas prácticos, y además tienen algo de conocimiento doctrinal de ello. Una vez que las personas han empezado a creer en Dios o a caminar por la senda de la búsqueda de la verdad, con independencia de si han pagado realmente un precio en esa senda o de si solo han hecho un pequeño esfuerzo en su manera de perseguir la verdad, más o menos todas tendrán algo de entendimiento al respecto. Para aquellos que aman la verdad, este entendimiento representa auténticas y preciosas recompensas, pero aquellos que no persiguen la verdad no cuentan con experiencia, ni con el aprendizaje surgido de esta ni tampoco con recompensa alguna. En resumen, la mayoría de las personas avanzan vacilantes y albergando una actitud de “esperar a ver” mientras persiguen la verdad, mientras que al mismo tiempo experimentan un poco de lo que se siente al perseguirla. En los pensamientos, los puntos de vista o la conciencia de la mayoría de las personas, perseguir la verdad es algo positivo y tiene una gran importancia. Piensan en ello como una meta de vida que las personas deben perseguir, e incluso más que eso, como el camino correcto que deben seguir en la vida. Ya sea en un nivel teórico o basado en sus experiencias reales y conocimiento, todas las personas consideran la búsqueda de la verdad como algo bueno y la cosa más positiva. No existe búsqueda o senda en la que participe la humanidad que sea comparable a la búsqueda de la verdad o la senda para perseguirla. Perseguir la verdad es el único camino correcto que han de seguir los seres humanos. Como miembro de la raza humana, la búsqueda de la verdad debe ser la meta de vida de toda persona, y esta la ha de contemplar como la senda correcta que debe seguir. Ahora bien, ¿cómo debe uno perseguir la verdad? Acabáis de plantear algunas ideas simples, teóricas, con las que la mayoría de la gente probablemente estaría de acuerdo. Todo el mundo piensa que esta clase de búsquedas y prácticas están relacionadas con perseguir la verdad. Creen que las únicas cosas que están relacionadas específicamente con perseguir la verdad son obtener conocimiento de uno mismo, confesar y arrepentirse, luego encontrar principios-verdad para practicar a partir de las palabras de Dios y, al final, vivir Sus palabras en la propia vida cotidiana y entrar en la realidad-verdad. Este es el entendimiento y comprensión común que tiene la mayoría de la gente sobre cómo perseguir la verdad. Aparte de los métodos que reconocéis y comprendéis, he resumido algunas sendas y métodos más específicos de práctica para la búsqueda de la verdad. Hoy vamos a hablar en más detalle sobre cómo perseguir la verdad.

Además de los pocos métodos que habéis enumerado, he entrado en mayor detalle y he resumido dos métodos para perseguir la verdad. Un método es “desprenderse”. ¿Es esto simple? (Lo es). No es ni abstracto ni complicado. Además es fácil de recordar y de entender. Por supuesto, practicarlo puede involucrar cierto nivel de dificultad. Como ves, este método es mucho más simple que los que habéis mencionado. Habéis soltado un montón de teorías. Parecen elevadas y profundas y, por supuesto, existe un lado concreto en ellas, pero son mucho más complicadas de lo que os acabo de decir. El primer método es “desprenderse” y el segundo es “comprometerse”. Solo estos dos métodos, dos palabras en total. Las personas pueden entenderlos de un solo vistazo, y saben cómo practicarlos sin compartir acerca de ellos; además son fáciles de recordar. ¿Cuál es el primer método? (Desprenderse). ¿El segundo? (Comprometerse). ¿Ves? ¿Acaso no es simple? (Lo es). Son mucho más sucintos que los que habéis dicho. ¿Cómo se le llama a esto? A esto se le llama ser incisivo. ¿Usar menos palabras significa necesariamente que algo es incisivo? (No). Que algo sea o no incisivo carece de importancia. Lo fundamental es si se plantea el punto clave y si es funcional cuando las personas lo ponen en práctica. Asimismo, es importante fijarse en los resultados que se logran practicándolo; si puede resolver las dificultades prácticas de las personas; si las ayuda a seguir la senda de perseguir la verdad; si permite que resuelvan sus actitudes corruptas desde su origen; y si practicarlo las ayuda a presentarse ante Dios, a aceptar Sus palabras y la verdad, con lo que así logran los resultados y las metas que la búsqueda de la verdad se supone que ha de lograr. ¿Es esto correcto? (Lo es). Ahora habéis oído estos dos métodos, “desprenderse” y “comprometerse”, y los conocéis. ¿Cuál es la relación entre esos dos métodos y perseguir la verdad? ¿Están enlazados con esos métodos que habéis mencionado o entran en conflicto con ellos? Esto no queda todavía muy claro, ¿verdad? (No está todavía muy claro). Hablando en términos generales, los métodos específicos para practicar la búsqueda de la verdad son los dos que acabo de comentar. De estos dos métodos, ¿cuál es el contenido específico del primero, desprenderse? ¿Cuál es la cosa más simple y directa que se os ocurre cuando oís la palabra “desprenderse”? ¿Cómo se pone en práctica este método? ¿Cuáles son sus aspectos concretos y su contenido? (Desprenderse del propio carácter corrupto). ¿De qué más, aparte del propio carácter corrupto? (De nociones e imaginaciones). De nociones e imaginaciones, de sentimientos, de la propia voluntad y las propias preferencias. ¿De qué más? (De las filosofías satánicas para los asuntos mundanos, de los valores y las perspectivas equivocados sobre la vida). (De las intenciones y los deseos propios). En resumen, cuando la gente trata de pensar en las cosas de las que debe desprenderse, aparte de los diversos comportamientos relacionados con las actitudes corruptas, también piensa en las cosas que conforman los pensamientos y las opiniones de la gente. Por tanto, hay dos aspectos principales. Uno tiene que ver con las actitudes corruptas y el otro con los pensamientos y puntos de vista de la gente. Aparte de estos dos, ¿qué más se os ocurre? Estáis perplejos, ¿verdad? ¿A qué se debe? Se debe a que las cosas que os vienen enseguida a la mente son los temas que os encontráis con frecuencia en vuestra vida cotidiana desde que empezasteis a creer en Dios, y de los que la gente habla a menudo. Sin embargo, en cuanto a los problemas que nadie menciona y que a pesar de todo existen en las personas, no los conocéis, no sois conscientes de ellos, no se os ocurrieron y tampoco los habéis visto nunca como problemas sobre los que reflexionar. Por eso estáis perplejos. Hablo de esto con vosotros porque quiero que reflexionéis y consideréis detenidamente el tema sobre el que vamos a compartir a continuación, y que cause una profunda impresión en vosotros.

Ahora vamos a compartir sobre las dos cosas más importantes relacionadas con la manera en la que las personas deben perseguir la verdad. Número uno, desprenderse, y número dos, comprometerse. Vamos a empezar a hablar sobre la primera, desprenderse. No se trata sencillamente de desprenderse de los sentimientos, de las filosofías para los asuntos mundanos, la propia voluntad, el deseo de bendiciones y otras interpretaciones generales por el estilo. La práctica de “desprenderse” sobre la que compartiré hoy tiene una designación más específica y requiere que la gente la examine y practique en su vida diaria. ¿Qué se ha de mencionar primero respecto a desprenderse? Lo primero de lo que la gente debe desprenderse para perseguir la verdad son las diversas emociones humanas. ¿En qué pensáis cuando menciono estas diversas emociones? ¿Qué se incluye en estas emociones? (Impulsividad, obstinación y pasividad). ¿La impulsividad es una emoción? (Entiendo como emociones cuando las personas hacen cosas en el desempeño de sus deberes conforme a cómo se sienten. Adoptan diferentes actitudes hacia las cosas en función de si se sienten bien o no). ¿Son estas las emociones de las que he hablado? ¿Es así como se explican? (Dios, lo que yo entiendo por emociones es que incluyen sobre todo la irritabilidad, el fastidio, además del placer, la ira, la pena y la alegría). Esta es una generalización adecuada. Entonces, lo que se acaba de mencionar acerca de que las personas hacen las cosas conforme a cómo se sienten, ¿se trata de una emoción? (Es solo una manifestación). Es un tipo de manifestación de la emoción. Sentirse mal, irritable y abatido son manifestaciones de la emoción, pero no son en absoluto la definición de emoción. Entonces, ¿cómo se debe entender lo primero de lo que hay que desprenderse en la búsqueda de la verdad, las diversas emociones? ¿De qué se desprenden las personas al desprenderse de ellas? Se trata de desprenderse de los estados de ánimo, pensamientos y emociones que surgen en diferentes situaciones y contextos, así como con distintas personas, acontecimientos y cosas. Algunas de estas emociones se convierten en la voluntad propia de una persona. Y, aunque otras no, a menudo pueden afectar la actitud de esa persona en sus acciones. Entonces, ¿qué incluyen estas emociones? Incluyen, por ejemplo, el desaliento, el odio, la ira, la irritabilidad, el malestar, así como la represión, la inferioridad, y derramar lágrimas de alegría; todas estas pueden considerarse emociones. ¿Son estas las manifestaciones concretas de la emoción? (Sí). Dicho esto, ¿sabéis lo que es una emoción? ¿Tiene algo que ver con la pasividad y la impulsividad que habéis mencionado? (No). No guardan relación. Entonces, ¿qué son estas cosas que habéis mencionado? (Actitudes corruptas). Son un tipo de manifestación de las actitudes corruptas. Las emociones que acabo de enumerar, la represión, el desaliento, la inferioridad y demás, ¿tienen algo que ver con las actitudes corruptas? (Las emociones de las que acaba de hablar Dios no guardan relación con las actitudes corruptas, no constituyen actitudes corruptas o bien no han alcanzado el nivel de un carácter corrupto). Entonces, ¿cuáles son? Son el placer, la ira, la pena y la alegría de la humanidad normal, y son las emociones que surgen y las manifestaciones que se revelan cuando las personas se encuentran en determinadas situaciones. Puede que algunas sean provocadas por un carácter corrupto, en tanto que otras no han alcanzado ese nivel y no están tan relacionadas con las actitudes corruptas. Sin embargo, tales cosas, en efecto, existen en los pensamientos de la gente. En dichas circunstancias, con independencia de la situación o el contexto en que se encuentren, estas emociones a menudo influirán naturalmente en el juicio y los puntos de vista de las personas hasta cierto punto, e influirán en la posición que deberían adoptar y en la senda que deberían recorrer. Las diferentes emociones de las que acabamos de hablar son, en su mayoría, básicamente negativas. ¿Hay algunas que sean más bien neutras, que no sean tan negativas o positivas? No, ninguna es relativamente positiva. La depresión, el desaliento, el odio, la ira, la inferioridad, la irritabilidad, el malestar y la represión son emociones bastante negativas. ¿Puede alguna de estas emociones permitirles a las personas enfrentarse de forma positiva a la vida, a la existencia humana y a las situaciones con las que se encuentran en la vida? ¿No hay ninguna que sea positiva? (No). Todas son emociones relativamente negativas. Entonces, ¿qué emociones son en cierto modo mejores? ¿Qué tal el anhelo y la añoranza? (Son más bien neutras). Sí, pueden ser neutras. ¿Qué más? La nostalgia, la añoranza y el aprecio. ¿A qué se refieren estas emociones de las que hablamos? Son cosas que a menudo se esconden en las profundidades del corazón y del alma humanas; a menudo pueden ocupar el corazón y los pensamientos de las personas y con frecuencia pueden afectar a los estados de ánimo de las personas y a sus puntos de vista y actitudes a la hora de hacer las cosas. Por consiguiente, tanto si estas emociones se encuentran en la vida real de las personas como en su fe en Dios y su búsqueda de la verdad, en mayor o menor medida interferirán o influirán en la vida cotidiana de las personas y afectarán a sus actitudes hacia sus deberes. También afectarán, por supuesto, al juicio de las personas y a la posición que adopten cuando persigan la verdad y, en particular, estos sentimientos más bien pasivos y negativos tendrán un tremendo impacto en las personas. Cuando se desarrollan los recuerdos y se empiezan a percibir las diversas emociones propias, o se empieza a formar una conciencia que reconoce los acontecimientos y las cosas, el entorno y a otras personas, las diversas emociones empiezan a surgir y a tomar forma poco a poco. Una vez que han tomado forma, a medida que las personas envejecen y experimentan más asuntos mundanos, estas emociones se van afianzando paulatinamente en su interior, en las profundidades de su corazón, convirtiéndose en el rasgo dominante de su humanidad individual. Poco a poco dirigen su personalidad individual, su placer, ira, tristeza y alegría, sus predilecciones, así como su búsqueda de metas y dirección en la vida y demás. Por eso, estas emociones son indispensables para todas y cada una de las personas. ¿Por qué lo digo? Porque una vez que las personas empiezan a tener una conciencia subjetiva del entorno que les rodea, estas emociones influyen de manera gradual en su placer, ira, tristeza y alegría, influyen en su juicio y conocimiento de las personas, los acontecimientos y las cosas, e influyen en su personalidad. Por supuesto, también influirán en sus actitudes y puntos de vista con respecto a cómo afrontan y se ocupan de las personas, los acontecimientos y las cosas que les rodean. Y lo que es aún más importante, estas emociones negativas influyen en los modos y principios que rigen su forma de comportarse, así como en los objetivos que buscan y en su referencia para el comportamiento humano. Puede que os parezca que lo que he dicho no es tan fácil de entender, que puede resultar bastante abstracto. Os daré un ejemplo y puede que entonces entendáis las cosas un poco mejor. Por ejemplo, hay quienes, de niños, tenían un aspecto corriente, eran escasamente elocuentes y poco espabilados, lo que provocó que otras personas de su familia y su entorno social emitieran valoraciones bastante desfavorables sobre ellos, diciendo cosas como: “Este niño es tonto, lento y torpe al hablar. Fíjate en los hijos de los demás, que hablan tan bien que son capaces de meterse a la gente en el bolsillo. En cambio, este niño se pasa el día haciendo pucheros. No sabe qué decir cuando conoce gente, no sabe cómo explicarse o justificarse después de hacer algo mal, y no es capaz de divertir a la gente. Este chico es idiota”. Lo dicen sus padres, lo dicen sus familiares y amigos, y lo dicen también sus profesores. Este entorno ejerce una cierta presión invisible sobre tales individuos. Al experimentar estos entornos, desarrollan inconscientemente determinada mentalidad. ¿Qué tipo de mentalidad? Piensan que no son atractivos, que no caen bien y que los demás nunca se alegran de verlos. Creen que no se les da bien estudiar, que son lentos, y siempre les da vergüenza abrir la boca y hablar delante de los demás. Les da demasiada vergüenza dar las gracias cuando les ofrecen algo y piensan: “¿Por qué siempre se me traba tanto la lengua? ¿Por qué los demás son tan persuasivos? ¡No soy más que un estúpido!”. Subconscientemente, piensan que no valen nada, pero siguen sin estar dispuestos a reconocer lo poco que valen y lo estúpidos que son. En sus corazones siempre se preguntan: “¿De verdad soy tan estúpido? ¿De verdad soy tan desagradable?”. No les cae bien a sus padres, a sus hermanos, a sus maestros ni a sus compañeros de clase. Y, de vez en cuando, sus familiares, sus parientes y sus amigos dicen de ellos: “Es bajito, tiene los ojos y la nariz pequeños, y con un aspecto así, no triunfará cuando sea mayor”. Entonces, cuando se miran en el espejo, ven que, efectivamente, sus ojos son pequeños. En esta situación, la resistencia, la insatisfacción, la falta de voluntad y la falta de aceptación en el fondo de su corazón se convierten poco a poco en aceptación y reconocimiento de sus propios defectos, deficiencias y problemas. Aunque puedan aceptar esta realidad, surge una emoción pertinaz en el fondo de su corazón. ¿Cómo se llama esta emoción? Inferioridad. Las personas que se sienten inferiores no saben cuáles son sus puntos fuertes. Simplemente, piensan que son antipáticos, siempre se sienten estúpidos y no saben cómo afrontar las cosas. En resumen, creen que no pueden hacer nada, que no son atractivos, que no son inteligentes y que reaccionan con lentitud. No destacan en comparación con los demás y no sacan buenas notas en los estudios. Después de crecer en un entorno así, esta mentalidad de inferioridad se va apoderando de ellos. Se convierte en una especie de emoción persistente que se enreda en tu corazón y te invade la mente. Con independencia de si ya has crecido, has salido al mundo, estás casado y establecido en tu carrera, y sin importar tu estatus social, es imposible deshacerse de este sentimiento de inferioridad que se sembró en tu entorno mientras crecías. Incluso después de que empiezas a creer en Dios y te unes a la iglesia, sigues pensando que tu aspecto es deficiente, que tu calibre intelectual es bajo, que eres poco elocuente y que no sabes hacer nada. Piensas: “Haré lo que pueda. No necesito aspirar a ser un líder, no necesito perseguir verdades profundas, me contentaré con ser el menos importante, y dejaré que los demás me traten como quieran”. Cuando aparecen anticristos y falsos líderes, te sientes incapaz de discernirlos o desenmascararlos, crees que no estás hecho para hacerlo. Te parece que con no ser un falso líder o un anticristo es suficiente, que con no causar trastorno y perturbación está bien, y que basta con que te mantengas en tu propia posición. En el fondo de tu corazón, sientes que no eres lo bastante bueno y que eres peor que los demás, que los otros son tal vez objeto de salvación, y que tú, en el mejor de los casos, eres un servidor, y por eso te parece que no estás a la altura de la tarea de perseguir la verdad. No importa cuánta verdad seas capaz de entender, aun así, sientes que, dado que Dios te ha predestinado a tener el tipo de calibre y el aspecto que tienes, entonces tal vez te ha predestinado a ser meramente un servidor, y que nada tiene que ver contigo eso de perseguir la verdad, convertirte en un líder, llegar a ser alguien en una posición de responsabilidad o ser salvado. Por el contrario, estás dispuesto a ser la persona más insignificante. Este sentimiento de inferioridad tal vez no sea innato en ti, pero a otro nivel, debido a tu entorno familiar y al ambiente en el que creciste, sufriste golpes moderados o juicios inapropiados, y esto hizo que surgiera en ti el sentimiento de inferioridad. Esta emoción afecta a la dirección correcta de tus búsquedas, influye en la adecuada aspiración a estas, y también inhibe tus búsquedas adecuadas. Una vez que tu búsqueda correcta y la apropiada determinación que deberías tener en tu humanidad quedan inhibidas, entonces tu motivación para buscar cosas positivas y perseguir la verdad queda sofocada. Este sofoco no lo provoca el entorno que te rodea ni ninguna persona, y por supuesto Dios no ha determinado que debas sufrirlo, sino que lo provoca una emoción fuertemente negativa en lo profundo de tu corazón. ¿Acaso no es así? (Sí).

En apariencia, la inferioridad es una emoción que se manifiesta en la gente, si bien, en realidad, las causas fundamentales de que se produzca son esta sociedad, la humanidad y el entorno en el que viven las personas. Surge también a causa de las propias razones objetivas de la gente. No hace falta decir que la sociedad y la humanidad provienen de Satanás, porque toda la humanidad se halla bajo el poder del maligno, hondamente corrompida por Satanás, y a nadie le es posible enseñar a la próxima generación de acuerdo con la verdad o las enseñanzas de Dios, sino que en cambio se enseña de acuerdo con las cosas que provienen de Satanás. Por tanto, la consecuencia de enseñar a la próxima generación y a la humanidad las cosas de Satanás, además de la corrupción de las actitudes y la esencia de las personas, es que se provoca que surjan en ellas emociones negativas. Si estas son temporales, no tendrán un efecto excesivo en la vida de una persona. Sin embargo, si una emoción negativa se arraiga en lo más hondo del corazón y el alma de alguien y queda indeleblemente adherida allí, si la persona es del todo incapaz de olvidarla o deshacerse de ella, entonces sin duda afectará a cada una de sus decisiones, al modo en el que afronte a toda clase de personas, acontecimientos y cosas, a sus elecciones cuando se enfrente a importantes cuestiones de principios, y a la senda que recorrerá en su vida; ese es el efecto que la sociedad humana real tiene en todas y cada una de las personas. El otro aspecto es el de las propias razones objetivas de cada uno. Es decir, la educación y las enseñanzas que las personas reciben a medida que se hacen mayores, todos los pensamientos, ideas y maneras de comportarse que aceptan, además de los diversos dichos humanos; todos provienen de Satanás, hasta un punto en que las personas no tienen la capacidad de gestionar y disipar estos problemas con los que se encuentran desde la perspectiva y el punto de vista correctos. Por tanto, sin saberlo, bajo la influencia de este entorno hostil, y estando oprimido y controlado por él, el hombre no puede hacer otra cosa que desarrollar diversas emociones negativas y utilizarlas para intentar resistirse a problemas que no tiene capacidad de resolver, cambiar o disipar. Tomemos como ejemplo el sentimiento de inferioridad. Tus padres, tus maestros, tus mayores y otros a tu alrededor tienen una valoración poco realista de tu calibre, humanidad y personalidad, y esto acaba por atacarte, perseguirte, sofocarte, restringirte y limitarte. Al final, cuando no te quedan fuerzas para seguir resistiéndote, tu única elección posible es elegir una vida en la que acatas en silencio los insultos y la humillación, aceptando callado, en contra de tu propia convicción, esta clase de realidad injusta y parcial. Cuando aceptas esta realidad, las emociones que acaban surgiendo en ti no son alegres, satisfactorias, positivas ni progresivas; no vives con mayor motivación y rumbo, y mucho menos buscas las metas acertadas y correctas para la vida humana, sino que, en su lugar, surge en ti un profundo sentimiento de inferioridad. Cuando esta emoción aparece en ti, sientes que no tienes a dónde ir. Cuando te topas con un asunto que te requiere expresar un punto de vista, consideras innumerables veces lo que quieres decir y el punto de vista que deseas expresar en el fondo de tu corazón, y sin embargo continúas sin atreverte a decirlo en voz alta. Cuando alguien expresa el mismo punto de vista que tú defiendes, te permites sentir un poco de reafirmación en tu interior, una confirmación de que no eres peor que los demás. Sin embargo, cuando la misma situación vuelve a ocurrir, te sigues diciendo: “No puedo hablar de manera informal ni hacer nada imprudente o convertirme en un hazmerreír. No valgo para nada, soy estúpido, soy necio, soy idiota. He de aprender a esconderme y limitarme a escuchar, sin decir nada”. A partir de esto, podemos ver que, desde el momento en que la sensación de inferioridad surge y hasta que se arraiga profundamente en lo más hondo del corazón de una persona, ¿acaso no se le priva entonces de su libre albedrío y de los derechos legítimos que Dios le ha concedido? (Sí). Se le ha privado de estas cosas. En concreto, ¿quién le ha privado de estas cosas? No puedes asegurarlo, ¿verdad? Ninguno de vosotros puede asegurarlo. Esto se debe a que, a lo largo de todo este proceso, no solo eres la víctima, sino también el perpetrador: eres la víctima para otras personas y también para ti mismo. ¿Por qué? Acabo de decir que una razón para que la inferioridad surja en ti proviene de tus propias razones objetivas. Desde que empezaste a tener conciencia de ti mismo, tu base para juzgar los acontecimientos y las cosas tuvo su origen en la corrupción de Satanás, y la sociedad y la humanidad te han inculcado estos puntos de vista, no ha sido Dios el que te los ha enseñado. Por tanto, con independencia de cuándo o en qué contexto surgieron tus sentimientos de inferioridad, y sin importar hasta qué punto se hayan desarrollado, sigues atado y controlado, indefenso ante tales sentimientos, y utilizas estos métodos inculcados en ti por Satanás a la hora de enfrentarte a las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean. Cuando los sentimientos de inferioridad se implantan profundamente en tu corazón, no solo causan un profundo efecto en ti, sino que también dominan tu punto de vista sobre las personas y las cosas, tu comportamiento y acciones. Entonces, ¿cómo perciben a las personas y las cosas aquellos que están dominados por sentimientos de inferioridad? Consideran a los demás mejores que ellos, incluso también a los anticristos. Aunque los anticristos tengan actitudes malvadas y escasa humanidad, los consideran personas a las que emular y modelos de los que aprender. Incluso se dicen a sí mismos: “Mira, aunque tienen mal carácter y mala humanidad, tienen dones y son más aptos para el trabajo que yo. Se sienten cómodos mostrando sus habilidades ante los demás y hablan delante de mucha gente sin ruborizarse ni que se les acelere el corazón. Ellos sí que tienen agallas. Yo no puedo estar a su altura. No soy lo bastante valiente”. ¿De dónde sale esto? Es necesario decir que, en parte, la razón es que tu sentimiento de inferioridad ha afectado a tu juicio sobre la esencia de las personas, así como a tu perspectiva y punto de vista en lo que respecta a contemplar a otros. ¿No es así? (Sí). Entonces, ¿cómo afectan los sentimientos de inferioridad a tu forma de comportarte? Te dices a ti mismo: “Nací estúpido, sin dones ni puntos fuertes, y soy lento para aprender cualquier cosa. Fíjate en esa persona, aunque a veces cause trastornos y disturbios, y actúe de forma arbitraria y temeraria, al menos tiene dones y puntos fuertes. Pertenece a la clase de persona que los demás quieren usar en cualquier parte, no como yo”. Cuando pasa cualquier cosa, lo primero que haces es emitir un veredicto sobre ti mismo y cerrarte por completo. Sea cual sea el problema, te echas atrás y evitas tomar la iniciativa, temes asumir la responsabilidad. Te dices: “Nací estúpido. Vaya donde vaya, no le gusto a nadie. No puedo hacerme notar, no debo mostrar mis ínfimas habilidades. Si alguien me recomienda, eso prueba que no estoy mal. Pero si nadie me recomienda, entonces de nada serviría que tomara la iniciativa de decir que puedo asumir el trabajo y hacerlo bien. Si no tengo confianza en mí mismo, no puedo decir que la tengo: ¿y si meto la pata, qué hago? ¿Y si me podan? Eso me daría mucha vergüenza. ¿Acaso no sería humillante? No puedo dejar que eso me suceda”. Fíjate: ¿acaso no ha afectado a tu comportamiento? Hasta cierto punto, tu actitud hacia cómo te comportas está influida y controlada por tus sentimientos de inferioridad. Hasta cierto punto, se puede considerar una consecuencia de tus sentimientos de inferioridad.

¿Cómo afecta encontrarte bajo la influencia de un sentimiento de inferioridad la manera en que consideras a los diversos tipos de personas, ya sean las que tienen humanidad, las de humanidad mediocre, las que carecen de ella o las que poseen una humanidad malvada? Ninguno de tus puntos de vista sobre las personas está de acuerdo con la verdad o con las palabras de Dios, y mucho menos cumple con los requerimientos de Dios. Al mismo tiempo, bajo la influencia de este sentimiento de inferioridad, eliges comportarte con cuidado, con cautela y timidez, y la mayor parte del tiempo eres pasivo y estás alicaído. No tienes determinación ni motivación para ponerte en marcha, y cuando tienes alguna inclinación positiva y activa y deseas encargarte de alguna tarea menor, piensas: “¿Acaso no estoy siendo arrogante? ¿Acaso no me estoy lanzando, estoy alardeando de mí mismo y presumiendo? ¿No se trata esto de mi deseo de estatus?”. No puedes averiguar cuál es exactamente la naturaleza de tus propias acciones. Meditarás muchas veces en tu corazón sobre las necesidades legítimas, las aspiraciones, la determinación y los deseos de humanidad, así como aquello por lo que puedes esforzarte y lograr, lo que es apropiado y lo que deberías estar haciendo y les darás muchas vueltas. Cuando no puedas dormir por la noche, reflexionarás sobre ello una y otra vez: “¿Debería aceptar ese trabajo? Oh, pero no soy lo bastante bueno, no me atrevo a hacerlo. Soy estúpido y tonto. No tengo los dones que tiene esa persona, ni tampoco el calibre”. Cuando estás comiendo, piensas: “Comen tres veces al día y cumplen bien con su deber, y su vida tiene valor. Yo como tres veces al día, pero no cumplo bien con mi deber, y mi vida no tiene ningún valor. Estoy en deuda con Dios y con mis hermanos y hermanas. Ni merezco ni debo comer siquiera un plato de comida”. Cuando alguien es demasiado cobarde, carece de valor y no es capaz de lograr nada. No importa lo que les ocurra, cuando los cobardes se encuentran con alguna dificultad, reculan. ¿Por qué lo hacen? Un motivo es su sentimiento de inferioridad. Como se sienten inferiores y no se atreven a presentarse ante la gente, ni siquiera pueden contraer las obligaciones y responsabilidades que les corresponden, ni pueden asumir lo que realmente son capaces de lograr dentro del ámbito de su propia capacidad y calibre y del de la experiencia de su propia humanidad. Este sentimiento de inferioridad afecta a todos los aspectos de su humanidad, afecta a su personalidad y, por supuesto, también afecta a su temperamento. Cuando están rodeados de otras personas, rara vez expresan sus propias opiniones, y casi nunca los oyes aclarar su propio punto de vista u opinión. En cuanto se encuentran con un problema, no se atreven a hablar, sino que se retraen y dan marcha atrás. En aquellos momentos en los que hay poca gente, se sienten valientes para sentarse entre ellos, pero cuando hay mucha, buscan un rincón y se dirigen hacia donde apenas da la luz, sin atreverse a mezclarse con los demás. Siempre que sienten que les gustaría decir algo de un modo positivo y activo y expresar sus propios puntos de vista y opiniones para demostrar que lo que piensan es correcto, no tienen siquiera el valor de hacerlo. Cuandoquiera que tienen esas ideas, su sentimiento de inferioridad aflora de golpe y los controla, los ahoga y les dice: “No digas nada, no sirves para nada. No expreses tus puntos de vista, guárdate tus ideas para ti. Si en tu corazón albergas algo que realmente quieras decir, anótalo en el ordenador y mastícalo tú solo. No debes permitir que nadie más lo sepa. ¿Y si te equivocas? ¡Sería muy embarazoso!”. Esta voz sigue diciéndote que no hagas o digas esto o aquello y hace que te tragues cualquier palabra que quieras decir. Cuando deseas decir algo que llevas mucho tiempo pensando, te bates en retirada y no te atreves a decirlo, o te avergüenzas de hacerlo, creyendo que no deberías; y si lo haces, sientes como si hubieras infringido alguna regla o vulnerado la ley. Y cuando un día expresas de forma activa tu propia opinión, en el fondo te sientes incomparablemente perturbado e inquieto. Aunque esta enorme sensación de malestar se desvanece poco a poco, tu sentimiento de inferioridad asfixia lentamente las ideas, intenciones y planes que tienes de querer hablar, de querer expresar tus propios puntos de vista, de querer ser una persona normal igual que los demás. Los que no te entienden creen que eres una persona de pocas palabras, callada, de carácter tímido, alguien a quien no le gusta destacar entre los demás. Cuando hablas delante de mucha gente, te sientes avergonzado y te ruborizas; eres algo introvertido y, en realidad, solo tú sabes que te sientes inferior. Tu corazón está lleno de este sentimiento de inferioridad que existe desde hace mucho tiempo, no se trata de un sentimiento pasajero. Más bien, controla firmemente tus pensamientos desde lo más profundo de tu alma, sella herméticamente tus labios, y por eso, sin importar lo bien que entiendas las cosas, o qué puntos de vista y opiniones tengas sobre las personas, los acontecimientos y las cosas, solo te atreves a pensar y a darles vueltas a los asuntos en tu propio corazón, nunca te atreves a hablar en voz alta. Tanto si los demás aprueban lo que dices como si te corrigen o critican, no te atreverás a enfrentarte ni a contemplar ese resultado. ¿A qué se debe? A que tu sentimiento de inferioridad se halla dentro de ti y te dice: “No hagas eso, no estás a la altura. No tienes esa clase de calibre, no tienes esa clase de realidad, no deberías hacer eso, tú no eres así. No hagas nada ni pienses nada ahora. Solo mostrarás tu verdadero ser si vives en la inferioridad. No estás capacitado para perseguir la verdad, ni para abrir tu corazón para decir lo que te apetezca y conectar con los demás, como hace otra gente. Y eso es porque no eres bueno, no tanto como ellos”. Este sentimiento de inferioridad guía el pensamiento que albergan las personas en sus mentes; los inhibe de cumplir con las obligaciones que una persona normal debería cumplir y de vivir la vida de humanidad normal que les corresponde, al tiempo que conduce las formas y los medios, y la dirección y las metas de cómo consideran a las personas y las cosas, cómo se comportan y actúan. Aunque crean que deberían ser personas honestas y disfruten siéndolo, nunca se atreven a expresar su deseo de ser una persona honesta en palabras o actos, a fin de entrar en la vida de ser ese tipo de persona. Debido a su sentimiento de inferioridad, ni siquiera se atreven a ser personas honestas; carecen totalmente de coraje. Cuando dicen algo honesto, miran enseguida a la gente que los rodea y piensan: “¿Se estará formando alguien una opinión de mí? Van a pensar: ‘¿Estás intentando ser una persona honesta? ¿Acaso no quieres ser una persona honesta solo para poder salvarte? ¿No se trata esto únicamente del deseo de ser bendecido?’. Oh, no, no me atrevo a decir nada. Todos pueden hablar con honestidad, soy yo el que no puede. No soy apto como ellos, estoy en el peldaño más bajo”. A partir de estas manifestaciones y revelaciones concretas podemos ver que una vez que esta emoción negativa, este sentimiento de inferioridad, comienza a surtir efecto y ha echado raíces en lo más íntimo del corazón de las personas, entonces, a menos que persigan la verdad, les resultará muy difícil desarraigarlo y liberarse de su control, y permanecerán controladas en cualquier cosa que hagan. Aunque no pueda decirse que este sentimiento sea un carácter corrupto, ya ha causado un grave efecto negativo; daña seriamente su humanidad, causa un gran impacto negativo en las diversas emociones y en el habla y las acciones de su humanidad normal y trae consecuencias muy graves. La influencia menos importante radica en influir en su carácter, sus predilecciones y sus aspiraciones; la mayor, en afectar a sus objetivos y rumbo en la vida. A partir de las causas de este sentimiento de inferioridad, de su proceso y de las consecuencias que le trae a una persona, de cualquier modo que se mire, ¿no es algo de lo que la gente debería desprenderse? (Sí). Hay quien dice: “No me creo inferior y no estoy bajo ningún tipo de control. Nunca nadie me ha provocado o menospreciado, ni tampoco me han sofocado. Vivo con mucha libertad, así que ¿no significa eso que no tengo tal sentimiento de inferioridad?”. ¿Es eso correcto? (No, a veces seguimos teniendo ese sentimiento de inferioridad). Puede que en mayor o menor medida lo sigas teniendo. Puede que no predomine en lo más íntimo de tu corazón, pero en algunos casos puede surgir en un momento. Por ejemplo, te topas con alguien a quien idolatras, con mucho más talento que tú, más habilidades y dones especiales que tú, más dominante, autoritario y malvado, alguien más alto y atractivo que tú, con estatus en la sociedad, rico, con más educación y rango más elevado, alguien que es mayor y que ha creído en Dios desde hace más tiempo, con más experiencia y realidad en su fe en Dios, y entonces no puedes evitar que surja en ti el sentimiento de inferioridad. Cuando surge ese sentimiento, se desvanece eso de que “vives con mucha libertad”, te vuelves tímido y pierdes la calma, meditas cómo formular tus palabras, tu expresión facial se vuelve antinatural, te sientes restringido en tus palabras y movimientos, y empiezas a envolverte en ti mismo. Estas y otras manifestaciones se producen debido a la aparición de tu sentimiento de inferioridad. Por supuesto, este sentimiento de inferioridad es momentáneo, y cuando surge, basta con que te examines a ti mismo, tengas discernimiento y no te dejes controlar por él.

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