Cómo perseguir la verdad (1) Parte 2

Las diversas emociones de las que hay que desprenderse que estamos debatiendo hoy son cosas profundamente incrustadas en el alma de las personas. Su efecto en ti no es temporal, sino que, en cambio, tiene un amplio alcance y profundidad. Cuando te cuesta mucho dormir por la noche, cuando estás totalmente solo, esas personas, acontecimientos y cosas que provocaron que surgieran emociones negativas en ti y están hondamente arraigados en tu memoria, emergen poco a poco a la superficie de tu mente. Una palabra, un sonido, incluso un insulto, una paliza, una escena, una cosa, un grupo de personas o la secuencia de principio a fin de un acontecimiento; todas estas personas, acontecimientos y cosas en el fondo de tu memoria que causaron que surgieran toda clase de emociones negativas en ti, se reproducen en tu mente como una película. Se reproducen una y otra vez, hasta que al final y sin darte cuenta, te retrotraes a esas emociones negativas que se esconden en tu alma, y a ese momento que impactó tus sentimientos, tu humanidad, tu personalidad y tu vida futura. Cuando estás completamente solo, cuando te enfrentas a dificultades, cuando tienes que tomar una decisión y estás desesperado, no puedes evitar hacerte un ovillo y escapar de todo el mundo, volver a tu ser más profundo, hacia esta situación, este acontecimiento y este grupo de personas que te causaron dolor. Aunque tales personas, acontecimientos y cosas te hicieron sentir atacado y te causaron daño, y sembraron en ti todo tipo de emociones negativas, cuando te sientes abatido y desanimado, cuando te enfrentas al fracaso, incluso cuando te podan o eres rechazado por tus hermanos y hermanas, no puedes evitar retrotraerte a ese sentimiento negativo que ejerce tal influencia sobre tu vida, ya sea depresión, odio, ira o inferioridad. Aunque estas emociones te hayan causado todo tipo de padecimientos, o te hayan hecho sentir incómodo, llorar o ponerte irritable, no puedes evitar regresar siempre a esa emoción negativa que sentiste en aquel momento. Cuando regresas a ese momento, esa emoción negativa vuelve a reforzar su influencia sobre ti. En cuanto esta emoción negativa te afecta, te recuerda y te alerta una y otra vez, perturba invisiblemente tu escucha de las palabras de Dios y tu comprensión de los principios-verdad. En el momento en que estas emociones negativas surgen una vez más en lo más profundo de tu corazón, cuando afirman su dominio sobre tus pensamientos, tu interés por la verdad se debilita, incluso se convierte en aversión o es posible que surjan sentimientos de rechazo. Debido al dolor y al trato injusto que has recibido a lo largo de tu vida, es posible que contemples a la humanidad y a la sociedad con mayor hostilidad, y que odies todo lo que ha sucedido y, por supuesto, todo lo que sucederá en el futuro. Estas emociones se manifiestan de manera constante en tu corazón e influyen una y otra vez en tus sentimientos, en tu estado y en tu condición. También influyen una y otra vez en tus sentimientos, tus actitudes y puntos de vista en el cumplimiento de tu deber y, por supuesto, en tu motivación y determinación para perseguir la verdad. A veces acabas de proponerte perseguir la verdad y no volver a sentirte desanimado, no volver nunca a creer que no eres lo bastante bueno y batirte en retirada; sin embargo, cuando una emoción negativa momentánea llena tu corazón, tu motivación para perseguir la verdad puede desaparecer por completo, desvaneciéndose en un instante sin dejar rastro. Cuando tu motivación para perseguir la verdad se desvanece sin dejar rastro en este tipo de situación, entonces sientes que perseguir la verdad no tiene nada de interesante y que creer en Dios y ser salvado no tienen ningún significado para ti. El surgimiento de este tipo de sentimiento y estado provoca que no estés dispuesto a presentarte ante Dios de nuevo, que no quieras orar-leer las palabras de Dios ni escucharlas, y por supuesto, que ni mucho menos tengas la determinación o el deseo de poner en práctica las palabras de Dios, o de convertirte en alguien que persigue la verdad. Este es el tremendo obstáculo y el impacto que estas emociones negativas tienen en las personas que caminan por la senda de la búsqueda de la verdad. Siendo más concretos, causan trastornos y daños a las personas, y de vez en cuando te quitan la pizca de confianza que has conseguido reunir y los pocos principios de conducta que acabas de comprender para convertirlos en la nada. En un instante, te vuelves incapaz de percibir en lo más profundo de tu corazón la existencia de Dios, Sus bendiciones, Su soberanía y Su provisión para ti, y enseguida te llenas de cualquiera de estas emociones negativas. Cuando estás lleno de ellas, tus actitudes corruptas tomarán el control de tu interior de forma inmediata. Cuando tus actitudes corruptas toman el control, te conviertes al instante en alguien diferente y les muestras una imagen distinta a las personas, acontecimientos y cosas a tu alrededor. Ha desaparecido el amor que antes solías tener, también la paciencia y la energía que poseías antes para sufrir y pagar el precio, para soportar adversidades y trabajar duro; nada de eso existe ya. También desapareció la motivación que solías tener para saltarte una comida y dormir un poco menos a fin de cumplir bien con tu deber, y lo que ahora ocupa su lugar es un sentimiento de hostilidad hacia todas y cada una de las personas. ¿Cuál es el origen fundamental de esta hostilidad que sientes hacia todo el mundo? Proviene de tu carácter corrupto, pero también de las situaciones, las personas, los acontecimientos y las cosas que has experimentado en el pasado y han provocado que surjan emociones negativas en ti. Dices: “Tolero a los demás, pero ¿a mí quién me tolera? Muestro comprensión hacia los demás, pero ¿quién me la muestra a mí? ¡Ni siquiera mis padres o mis hermanos y hermanas me muestran comprensión! Los demás cometen errores, así que, ¡yo también puedo! Otros descargan negatividad cuando se los poda, ¿por qué no puedo yo hacerlo? Otros pueden competir por influencia y posición, ¿por qué yo no? Si tú puedes, ¡yo también! Otras personas engañan e intentan eludir sus responsabilidades en el cumplimiento de su deber, así que yo también lo haré. Las demás personas no persiguen la verdad, así que yo tampoco. Si algunos no actúan con principios, yo tampoco lo haré. Ciertas personas no protegen los intereses de la casa de Dios, así que yo no los protegeré. Me voy a limitar a seguir lo que hace todo el mundo. ¿Qué hay de malo en ello?”. ¿Qué clase de manifestación es esta? Ya sea que lo veamos en términos de tus pensamientos o del carácter que revelas, no es nada menos que un giro de 180 grados, como si te hubieras convertido en otra persona. ¿Qué sucede aquí? La causa fundamental es que has experimentado un cambio interior. Puede que parezcas el mismo en apariencia y que tu rutina diaria no haya cambiado, que tu tono al hablar no sea diferente, que tu aspecto no haya mutado y que nadie te esté guiando o incitando entre bastidores, así que ¿por qué esa repentina oleada de emoción? Una de las razones es que es el resultado de las emociones negativas sembradas en lo más profundo de tu corazón. Alguien que siempre alberga sentimientos negativos de odio e ira en su interior, se presentará a menudo ante Dios para orar cuando su estado es bueno, leerá las palabras de Dios y se asegurará de que todo se desarrolle con normalidad cuando persigue la verdad y cumple con su deber. Si se topa con algo que no es de su agrado, o con algún contratiempo, fracaso o situación embarazosa en el trabajo o en la vida, o sufre alguna pérdida de prestigio o algún daño a sus intereses, el odio y la ira provocados por las emociones negativas que lleva dentro le hacen ponerse frenético de rabia y enloquecer. Tal vez haya experimentado previamente algunos sucesos fuera de lo común, como ser objeto de malos tratos o de palizas aleatorias por parte de personas malvadas, o que le hayan quitado sus propiedades por la fuerza, o haya sido intimidado o incluso humillado por gente malvada. Puede que algunas personas hayan tenido compañeros o superiores que les pusieron las cosas difíciles en el trabajo, y otras pueden haber sufrido discriminación y trato injusto por parte de compañeros y profesores en la escuela debido a su bajo rendimiento académico, a las malas condiciones de su hogar, o a que sus padres eran campesinos y pertenecían a la clase baja de la sociedad, entre otras cosas. Cuando una persona sufre todo tipo de trato injusto en la sociedad, cuando se la despoja de sus derechos humanos, o cuando se le expropian sus intereses o se le arrebatan sus propiedades, las semillas del odio se siembran de forma natural en lo más profundo de su corazón y, como es normal, trasladará ese odio a su forma de enfrentarse a la sociedad, a la humanidad, e incluso a su propia familia y a sus amigos y parientes. Los puntos de vista de aquellos que tienen odio sembrado en sus corazones están influenciados por dicho odio, y sus emociones también estarán marcadas de manera natural por él.

Una vez que el odio se ha arraigado en el corazón de una persona, se convierte de manera natural en una emoción, y cuando alguien vive en esta emoción de odio, su perspectiva sobre la humanidad y sobre cualquier asunto ya no es la adecuada. Sus puntos de vista sobre las personas y las cosas se vuelven sesgados y opuestos a cómo serían normalmente. Ahora, son incapaces de comprender correctamente a cualquier persona, acontecimiento o cosa normales y apropiados, y además los juzgarán y condenarán. Siempre buscan la oportunidad de desahogar sus quejas y su odio. Esperan tener algún día poder e influencia, y ser capaces de reparar todos esos agravios y vengarse de quienes los han intimidado y hecho daño en el pasado. Por ahora, sin embargo, no tienen ninguna manera adecuada de lograrlo, así que al final algunos de ellos llegarán a creer en Dios. Tras haber empezado a creer en Dios, piensan: “Oh, ahora creo en Dios y puedo tener la cabeza alta. Dejaré que Dios decida las cosas por mí para que esa gente malvada tenga su merecido. ¡Qué maravilla!”. Por tanto, ahora que creen en Dios, entierran su odio y su ira muy dentro, lo dedican todo a gastarse, pagar el precio, sufrir, ir de un lado a otro y trabajar en la casa de Dios, con la esperanza de que algún día sus esfuerzos les traigan buena suerte y den un vuelco a las cosas, y de que, cuando llegue el día en que se vuelvan más fuertes y ya no sean débiles, se asegurarán de que aquellos que los intimidaron y tanto los humillaron sean castigados. Su propósito al hacer todo esto es presenciar con sus propios ojos el castigo y la retribución aplicada sobre aquellos que les causaron un dolor y una humillación tan infinitos. Acarrean esa emoción en su fe en Dios, pagando el precio y gastándose. En apariencia, parece como si nunca se quejaran, desearan o exigieran nada, que simplemente se lanzan de todo corazón a cumplir con su deber en la casa de Dios, y que ninguna medida de sufrimiento es demasiado grande. En realidad, sin embargo, esas emociones de odio e ira en lo más hondo de su corazón siguen sin resolverse y no se han desprendido de ellas. En el momento en que alguien les da su opinión y revela su carácter corrupto, de inmediato huyen de forma subconsciente hacia sus emociones de odio e ira para afrontar y resolver este problema. Piensan: “¿Me estás menospreciando? ¿Intentas intimidarme porque crees que soy inocente? Mucha gente me intimida, ¡pero espera y verás qué final les aguarda!”. Basta con que alguien diga algo sobre ellos para que se sientan heridos, aunque haya sido sin intención. Pero si esa persona toca algún punto delicado, sus emociones de odio e ira se remueven, lo que provoca que vuelvan de manera inconsciente a sentir odio por todo. Está claro que este punto de vista, esta emoción, ha afectado a sus perspectivas y actitudes hacia las personas y las cosas, y a los modos y maneras en que se comportan y actúan. Con independencia de quién les plantee opiniones y sugerencias legítimas, siempre piensan: “Me están menospreciando y desean intimidarme. ¿Creen que soy fácil de manipular?”. Utilizan este punto de vista y esta manera de hacer las cosas para encargarse de la situación, y en todo momento sus emociones de odio e ira se arraigan más en su corazón. Cuando las emociones de odio e ira se incrustan en lo más profundo de su corazón, no paran de crecer, y esta persona las utiliza de manera constante para enfrentarse a todo tipo de personas, acontecimientos y cosas, y también se recuerda continuamente a sí misma que ha de odiar a todo el mundo y que nadie es amable con ella. Aunque piense por un instante que alguien se porta bien con ella, no tardará en decirse de manera involuntaria y subconsciente: “No pienses así. Aparte de Dios, que es bueno de verdad, no hay gente buena. Todo el mundo se regodea en tus desgracias y nadie te desea el bien. Creen que eres inocente, por eso te intimidan, y cuando comprueban que tienes éxito en algo, te adulan y tratan de congraciarse contigo. Así que no creas a nadie y no mires a nadie con amabilidad. Debes ser precavido y desconfiado con los demás”. Cada vez que alguien le dice una palabra, la analiza y piensa: “¿Viene a por mí? ¿Por qué ha dicho eso? ¿Intenta atacarme y vengarse de mí por algún motivo? ¿Quiere presionarme?”. Estos sentimientos de suspicacia, odio e ira le recuerdan repetidamente y le hacen utilizar de forma subconsciente estos sentimientos en su manera de afrontar y de tratar con todo tipo de personas, acontecimientos y cosas y, sin embargo, él mismo es del todo inconsciente de que se trata de todo tipo de emociones negativas. Estas emociones negativas ejercen un fuerte control sobre su juicio y limitan fuertemente su pensamiento, y le impiden ver a cualquier persona, evento o cosa desde la perspectiva o punto de vista correcto. Cuando uno empieza a vivir bajo el dominio de estas emociones negativas, se hace muy difícil escapar de su control. Antes de que alguien se desprenda de estas emociones negativas, vive sin saberlo dentro de ellas, mirando desde allí a las personas, eventos y cosas, afrontándolos con los puntos de vista erróneos que han surgido de estas emociones negativas. En primer lugar, eso desemboca inevitablemente en el extremismo, la suspicacia, la duda e incluso la impulsividad, y también contemplará a los demás con hostilidad y los atacará. Estas emociones negativas dirigen los pensamientos y puntos de vista de la persona dentro de su corazón, y guían cada una de sus palabras y acciones. Por eso, cuando esa persona se ve envuelta en tales emociones negativas, si se trata de alguien que persigue la verdad, estas emociones negativas crean obstáculos e influyen en su corazón y en su mente, por lo que practica mucho menos la verdad. Debido a la adulteración, la perturbación y el daño causados por estas emociones negativas, existe un límite a la verdad que es capaz de poner en práctica y, cuando se encuentra con alguna situación, siempre se deja influenciar por sus sentimientos. Por supuesto, el efecto más importante es que cae bajo la influencia de estas diversas emociones negativas y, por tanto, practicar la verdad se convierte para esa persona en algo agotador. Es incapaz de hacer uso de la conciencia y la razón de la humanidad normal, así como del libre albedrío y el instinto creados por Dios, de los principios-verdad que el hombre debe practicar y a los que debe atenerse en su modo de enfrentarse y en su juicio respecto a las personas y las cosas que le rodean.

A partir de estas cosas de las que he hablado hasta ahora, lo mires como lo mires, es evidente que diversas emociones negativas ocupan en mayor o menor medida las mentes de todas las personas. Puesto que ocupan la mente de las personas, se darán ciertas dificultades cuando practiquen la verdad. Por ese motivo, cuando están inmersos en el proceso de perseguir la verdad, deben desprenderse continuamente de las personas, los acontecimientos y las cosas que provocan que surjan emociones negativas en ellas. Por ejemplo, la emoción negativa de inferioridad que hemos discutido antes. Con independencia de la situación que haya provocado tu sentimiento de inferioridad, o de quién o qué lo haya provocado, debes albergar la comprensión correcta con respecto a tu propio calibre, tus puntos fuertes, tus talentos y la calidad de tu propia humanidad. No está bien sentirse inferior ni tampoco superior, ambas son emociones negativas. La inferioridad puede limitar tus acciones, tus pensamientos e influir en tus opiniones y puntos de vista. Del mismo modo, la superioridad también produce este efecto negativo. Por tanto, ya se trate de inferioridad o de otra emoción negativa, debes comprender adecuadamente las interpretaciones que conducen al surgimiento de esta emoción. En primer lugar, debes entender que esas interpretaciones son incorrectas, y tanto si se refieren a tu calibre, a tu talento o a la calidad de tu humanidad, las evaluaciones y conclusiones que sacan sobre ti son siempre erróneas. Entonces, ¿cómo puedes evaluarte y conocerte con precisión, y escapar del sentimiento de inferioridad? Debes tomar las palabras de Dios como base para obtener conocimiento sobre ti mismo, para averiguar cómo son tu humanidad, tu calibre y tu talento, y qué puntos fuertes tienes. Por ejemplo, supongamos que te gustaba cantar y lo hacías bien, pero algunas personas no dejaban de criticarte y menospreciarte, diciendo que no tenías oído y desafinabas, así que ahora te parece que no sabes cantar bien y ya no te atreves a hacerlo delante de los demás. Debido a que esas personas mundanas, esas personas confundidas y mediocres, hicieron valoraciones y juicios inexactos sobre ti, los derechos que merece tu humanidad se vieron coartados y tu talento sofocado. En consecuencia, no te atreves ni a cantar una canción y solo te atreves a soltarte y cantar en voz alta cuando no hay nadie cerca o cuando estás solo. Dado que por lo general te sientes tan terriblemente reprimido, no te atreves a cantar una canción a no ser que estés solo; es entonces cuando lo haces y disfrutas del momento en que puedes cantar alto y claro, ¡qué momento maravilloso y liberador! ¿Verdad que sí? Debido al daño que la gente te ha hecho, no sabes o no puedes ver con claridad qué es lo que realmente sabes hacer, en qué eres bueno y en qué no. En este tipo de situación, debes realizar una correcta evaluación y adoptar la medida adecuada de ti mismo, de acuerdo con las palabras de Dios. Debes constatar lo que has aprendido y dónde están tus puntos fuertes, y lanzarte a hacer lo que sabes hacer. En cuanto a las cosas que no sabes hacer, tus carencias y deficiencias, debes reflexionar sobre ellas y conocerlas, y también debes evaluar con precisión y saber cómo es tu calibre, además de si es bueno o malo. Si no puedes comprender o lograr un conocimiento claro de tus propios problemas, entonces pídeles a las personas que son capaces de comprender que te rodean, que emitan una valoración sobre ti. Al margen de que lo que digan sea o no exacto, al menos te servirá de referencia y consideración y te permitirá tener un juicio o caracterización básica de ti mismo. Entonces podrás resolver el problema esencial de las emociones negativas, como la inferioridad, y salir poco a poco de ellas. Tales sentimientos de inferioridad se resuelven con facilidad si uno puede discernirlos, abrir los ojos ante ellos y perseguir la verdad.

Para quienes han sufrido un trato desigual, han sido maltratados y discriminados en la sociedad, en sus distintas profesiones y en diversos entornos, ¿resultan fáciles de resolver los sentimientos de odio e ira que surgen en ellos? (Sí). ¿Cómo se resuelven? (Deben considerar a todas las personas, acontecimientos y cosas de acuerdo con las palabras de Dios, desprenderse de esas emociones negativas de odio e ira y desprenderse de las personas, acontecimientos y cosas que les han hecho daño en el pasado). “Desprenderse” es solo una palabra, ¿cómo te desprendes? Por ejemplo, una mujer sale con un hombre y acaba engañada para irse a la cama con él y este la embauca para que le dé dinero, y cada vez que piensa en ello, siente un acceso de ira, y cuando esta ira surge, aprieta los puños y se llena de odio en el fondo de su corazón. Piensa en la cara de ese hombre, en todo lo que dijo, piensa en todo lo que hizo para perjudicarla, y mientras más piensa en tales cosas, más ira siente, más furiosa se pone, más le quema esa rabia y más crece su odio. No para de pensar en ello y ya no quiere realizar su deber, se siente cada vez peor, se dice que no va a descansar, sino que va a limitarse a seguir trabajando y hablando con otras personas, y cuando de noche no puede dormir, depende de pastillas para lograrlo. No se atreve a estar sola ni a dejar reposar su corazón. En cuanto se ve sola, en cuanto se toma un descanso, este odio aflora en ella y quiere vengarse, hacer morir al que la perjudicó, y que mientras más desagradable sea su muerte, mejor. Si cierto día acaba oyendo la noticia de que ese hombre ha sufrido una muerte trágica, solo entonces puede desprenderse de sus sentimientos de odio e ira. Piénsalo: si de verdad ha muerto, si ha tenido su merecido y se le ha castigado, ¿serías capaz de borrar ese suceso que hizo surgir en ti tal odio e ira y ese recuerdo que está enterrado tan profundamente en lo más hondo de tu corazón? ¿Serías realmente capaz de desprenderte del odio de ese suceso? ¿Podría desaparecer de verdad? (No). Por tanto, ¿la manera de resolver tu odio y tu ira es hacer que esa persona que te perjudicó desaparezca y sea castigada, o que tenga una muerte muy desagradable, o sufra represalias, o tenga un mal final? ¿Es esa la manera de desprenderse del odio y la ira? (No). Y entonces, hay quien dice: “Cuando descubras que estás albergando estas emociones de odio e ira, deberías desprenderte de ellas”. ¿Es esa la senda de práctica? (No). Entonces, ¿qué pasa cuando alguien dice: “Deberías desprenderte de ellas”? (Es doctrina). Cierto, es doctrina, no es la senda de práctica. Os acabo de decir cómo resolver el sentimiento de inferioridad y esta es una manera de desprenderos de la inferioridad. ¿Tenéis ahora la senda de práctica? (Sí). Entonces, ¿cómo os desprendéis del odio y la ira? ¿La senda de práctica es no pensar en ello? (No). Algunas personas proponen expulsarlos de vuestra memoria, ¿es esa la manera de resolver el problema? ¿Significaría que os habéis desprendido de estas cosas? (No). Sacudir la cabeza, cerrar los ojos y no pensar en nada, o manteneros ocupados, no son maneras de resolver este problema, y tampoco es la senda correcta de práctica para desprenderse de estas emociones negativas. Entonces, ¿cuál es más concretamente la senda de práctica? ¿Cómo podéis desprenderos de estas cosas? ¿Cómo podéis resolver este asunto? ¿Tenéis un buen método para hacerlo? Para desprenderos de estas cosas, debéis enfrentaros a ellas, no esconderos ni huir de ellas. ¿Acaso no tienes miedo de estar sola? ¿No temes recordar este suceso? ¿No tienes miedo de que alguien reabra tu herida? Así que enfréntate a ello, y coge a todas esas personas, acontecimientos y cosas que te han causado daño y te han hecho sentir odio e ira en el pasado, y a todas aquellas personas que han dejado una profunda huella en ti y aún recuerdas, y anótalas todas. Discierne su humanidad una por una según las palabras de Dios, conoce sus actitudes, analiza, revela y conoce su esencia y contempla qué son exactamente esas personas. Al final, tu conclusión, la única a la que puedes llegar, será que todas esas personas son malvadas, ¡que son demonios y no personas! No importa qué método utilicen para perjudicarte o atraparte y causarte daño, su esencia es la de los demonios, no la de las personas, y no son en absoluto objetos escogidos por Dios. Nadie entre esas personas es capaz de acudir a la casa de Dios; en cambio, tú eres Su escogida. Ahora puedes escuchar sermones en la casa de Dios, cumplir con tu deber en ella y presentarte ante Él: esto es que Dios te eleva y te muestra Su bondad. Esas personas, en cambio, nunca han sido consideradas como tales a ojos de Dios. Por eso, una vez que hayas empezado a creer en Él, debes tomar distancias respecto a ellas. Si sigues queriendo asociarte con ellas, lo más posible es que no puedas imponerte a ellas, y te oprimirán y castigarán, te discriminarán e insultarán, te harán daño e incluso te maltratarán. Todos sus actos son una muestra de lo que hacen los demonios y Satanás. Si te gusta asociarte con ellas y luchar en su contra, entonces tampoco eres una persona. Eres lo mismo que ellas, y eres capaz de hacer las mismas cosas que ellas. Esto se debe a que los demonios no solo atrapan a las personas, sino que también se hacen daño unos a otros: esa es la naturaleza de un demonio. Viendo que has sido escogido por Dios y que perteneces a la humanidad que Dios creó, ¿cómo podrían los demonios no meterse contigo? ¿Cómo no van a hacerte daño y atraparte? Hacen daño a todo el mundo. Se hacen daño unos a otros, así que no aflojarán con la gente, ¡ni la dejarán en paz! Esto demuestra que este mundo y la humanidad son demoníacos y están inundados de cabo a rabo con los actos de Satanás. Es increíblemente difícil ser una buena persona, y también lo es ser una simple persona normal que no quiere que nadie la mangonee. Intentas evitarlo, pero no puedes. Así es el mundo. Desde que entiendes lo suficiente como para poder empezar en la escuela, hasta que entras en la sociedad y empiezas a trabajar y, al final, llega la muerte, ¿quién no ha sido nunca mangoneado a lo largo de su vida, o engañado y perseguido? Desde luego, todo el mundo lo ha sido. Por muy hábil o capaz que seas, siempre habrá alguien más imponente que tú para mangonearte. La diferencia es, sin embargo, que cada uno tiene filosofías de vida diferentes. Algunos soportan y se resignan ante la adversidad, pero otros son diferentes. Después de experimentar muchas veces el engaño y haber sido intimidados hasta el punto de no poder soportarlo más y haber sufrido demasiado, surgen en ellos emociones como el odio y la ira, y odian tanto a la humanidad como a la sociedad. Una vez que has visto claramente la esencia y la naturaleza de los que te hacen daño y te has dado cuenta de que su esencia es la de los demonios, el odio y la ira que sientes ya no se dirigen hacia las personas, sino hacia los demonios, y ¿acaso no disminuye entonces tu odio? (Sí). Tu odio disminuye un poco. ¿Y cuál es la ventaja de que haya disminuido un poco? Es que, cuando te encuentres de nuevo con ese tipo de situación, no te volverás a alterar y no considerarás la situación de forma impulsiva. En lugar de eso, la considerarás correctamente, la discernirás y la abordarás usando las palabras de Dios y la verdad. Contemplarás a aquellos que de nuevo te causan daño desde el punto de vista de la conciencia y la razón de la humanidad y, al abordarlos, usarás los modos que Dios te ha enseñado, los modos y principios de los que Dios te ha hablado. Cuando los encares de la forma que Dios te ha dicho, el odio y la ira no volverán a surgir en ti, sino que alcanzarás a conocer la corrupción de la humanidad, conocerás el rostro de los demonios, y confirmarás y verificarás que las palabras de Dios son la verdad de una forma mucho más profunda y progresiva. Cuando para contemplar ese asunto uses las palabras de Dios y el modo del que Dios te ha hablado, el que Él te ha enseñado, entonces no solo dejará de hacerte daño, y no solo no causará que tu odio e ira se incrementen, sino que, en cambio, a consecuencia de ello el odio y la ira en el fondo de tu corazón disminuirán poco a poco, y a medida que experimentes este tipo de asunto una y otra vez, tu estatura crecerá y tu carácter cambiará.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.