Cómo perseguir la verdad (13) Parte 3
Además de criarte y proveerte de alimento, ropa y educación, ¿qué te ha dado tu familia? Solo te ha dado problemas, ¿verdad? (Sí). Si no hubieras nacido en esa familia, todos los diversos efectos condicionantes que ella ejerce sobre ti tal vez no habrían existido. El condicionamiento de tu familia no habría existido, pero los efectos condicionantes de la sociedad seguirían existiendo; no puedes escapar de ellos. Sin importar desde qué perspectiva lo analices, ya sea que estos efectos condicionantes provengan de la familia o de la sociedad, tales ideas y puntos de vista básicamente se originan en Satanás. Es solo que cada familia acepta estos distintos dichos de la sociedad con diferentes grados de convicción y haciendo hincapié en distintos puntos. Luego utiliza métodos correspondientes para educar y condicionar a la siguiente generación de la familia. Las personas reciben toda clase de condicionamientos en diferente medida, según la familia de la cual provengan. Pero, de hecho, estos efectos condicionantes se originan en la sociedad y en Satanás. Solo que han sido inculcados en lo profundo de la mente de las personas a través de palabras y actos más concretos de los padres, utilizando métodos más directos que hacen que la gente esté más abierta a ellos, de modo que pueda aceptar dicho condicionamiento y este se convierta en sus principios y maneras de lidiar con el mundo, a la vez que se transforma en la base sobre la cual contempla a las personas y las cosas, se comporta y actúa. Por ejemplo, la idea y el punto de vista de los cuales acabamos de hablar: “Cuando alguien golpea el gong, escucha el sonido; cuando alguien habla, escucha su voz” es también un efecto condicionante que proviene de tu familia. Independientemente del efecto condicionante que la familia ejerza sobre ellas, las personas lo contemplan desde la perspectiva de integrantes de la familia y, por lo tanto, lo aceptan como algo positivo y como un talismán personal que utilizan para protegerse. Esto se debe a que creen que todo lo que viene de los padres es el resultado de la práctica y experiencia de estos. De todas las personas del mundo, sus padres son las únicas que a ellos jamás les harían daño y que desean que tengan una vida mejor y quieren protegerlos. En consecuencia, la gente acepta diversas ideas y puntos de vista de sus padres sin ningún discernimiento. De este modo, acepta naturalmente el condicionamiento de esas ideas y puntos de vista. Una vez condicionada por ellos, jamás duda de dichas ideas y puntos de vista ni los discierne tal como son, porque a menudo escucha que sus padres dicen tales cosas. Por ejemplo: “Un padre nunca se equivoca”. ¿Y qué significa este dicho? Significa que, sin importar si tus padres tienen o no razón, básicamente como tú naciste de ellos y te criaron, en lo que a ti respecta, todo lo que hacen es correcto. No puedes juzgar si tienen o no razón, ni puedes rechazarlos, ni mucho menos oponerte a ellos. Esto se denomina piedad filial. Aunque tus padres se hayan equivocado, e incluso si algunas de sus ideas y puntos de vista son anticuados o erróneos, o si la manera en la que te educan y las ideas y los puntos de vista con los cuales lo hacen no son correctos ni positivos, no debes dudar de ellos ni rechazarlos, porque ya lo dice el dicho: “Un padre nunca se equivoca”. Cuando se trata de los padres, jamás debes discernir ni evaluar si tienen o no razón, porque en lo que respecta a los hijos, su vida y todo cuanto poseen proviene de sus padres. No hay nadie por encima de tus padres, así que, si tienes conciencia, no debes criticarlos. Por muy errados o equivocados que estén, o por muy imperfectos que sean, siguen siendo tus padres. Son las personas más cercanas a ti, quienes te criaron, la gente que mejor te trata y que te dio la vida. ¿Acaso no acepta todo el mundo este dicho? Y precisamente porque existe esta mentalidad, tus padres piensan que pueden tratarte de forma inescrupulosa y usar diversos métodos para inducirte a hacer toda clase de cosas e inculcarte distintas ideas. Desde su punto de vista, piensan: “Mis motivos son correctos, esto es por tu bien. Todo lo que tienes te lo he dado yo. Naciste de mí y yo te crie, así que, te trate como te trate, no estoy equivocado, porque todo lo hago por tu bien y no te lastimaría ni te perjudicaría”. Desde la perspectiva de los hijos, ¿es correcto que su actitud hacia los padres se base en el dicho “Un padre nunca se equivoca”? (No, no es correcto). Sin duda que no es correcto. Entonces, ¿cómo deberías discernir este dicho? ¿Desde cuántos aspectos podemos analizar la inexactitud de este dicho? Si lo contemplamos desde la perspectiva de los hijos, su vida y su cuerpo vienen de sus padres, que además tienen la amabilidad de criarlos y educarlos, de modo que los hijos deben obedecer cada una de sus palabras, cumplir con su obligación filial y no criticarlos. El significado oculto de estas palabras es que no deberías discernir cómo son realmente tus padres. Si lo analizamos desde esta perspectiva, ¿es correcto este punto de vista? (No, es incorrecto). ¿Cómo debemos abordar este asunto de acuerdo con la verdad? ¿Cuál sería la forma correcta de expresarlo? ¿Son los padres los que les dan a los hijos su cuerpo y su vida? (No). El cuerpo carnal de una persona nace de los padres, pero ¿de dónde proviene la capacidad de estos de tener hijos? (La concede Dios y proviene de Él). ¿Y el alma de una persona? ¿De dónde viene? También viene de Dios. Entonces, en origen, las personas son creadas por Dios, y todo esto lo ha predestinado Él. Fue Dios el que predestinó que nacieras en esta familia. Él envió un alma a esta familia, y así naciste tú en ella; tienes este vínculo predestinado con tus padres, cosa que Dios predeterminó. A causa de la soberanía y la predestinación divinas, tus padres pudieron tenerte y tú naciste en esta familia. Así son las cosas en su origen. Pero ¿qué habría pasado si Dios no hubiera predestinado que las cosas sucedieran de este modo? Tus padres jamás te habrían tenido y tú jamás habrías tenido esta relación paternofilial con ellos. No habría existido un vínculo de sangre, ni afecto familiar, ni ninguna clase de conexión. Por lo tanto, es incorrecto afirmar que una persona recibe la vida de sus padres. Otro aspecto es que, desde la perspectiva del hijo, sus padres pertenecen a la generación anterior. No obstante, en lo que atañe a todos los seres humanos, los padres son iguales al resto de la gente, en la medida que son todos integrantes de la raza humana corrupta y tienen el carácter corrupto de Satanás. No se diferencian del resto de la gente ni de ti. Aunque físicamente naciste de ellos y, en términos del vínculo de carne y hueso, ellos pertenecen a la generación anterior a la tuya, en lo que respecta a la esencia-carácter humana, vivís todos bajo el poder de Satanás, que os ha corrompido, y poseéis un carácter satánico corrupto. En vista del hecho de que todas las personas tienen un carácter satánico corrupto, su esencia es la misma. Independientemente de las diferencias en cuanto a antigüedad, la propia edad o si uno llegó a este mundo antes o después, la gente tiene básicamente la misma esencia-carácter corrupta, son todos seres humanos que han sido corrompidos por Satanás y, en este sentido, no se diferencian. Sin importar que su humanidad sea buena o malvada, como tienen un carácter corrupto, adoptan las mismas perspectivas y puntos de vista en lo relativo a contemplar a las personas y las cosas y a abordar la verdad. En este sentido, no existe diferencia entre ellos. Asimismo, todos los que viven en esta raza humana maligna aceptan las diversas ideas y puntos de vista que abundan en este mundo malvado, ya sea en cuanto a palabras o pensamientos, o en lo formal o ideológico, y aceptan toda clase de ideas satánicas, ya sea a través de la educación estatal o el condicionamiento de la moral social. Estas cosas no concuerdan con la verdad en absoluto. No hay verdad en ellas, y sin duda la gente no entiende qué es la verdad. Desde este punto de vista, padres e hijos son iguales y comparten las mismas ideas y opiniones. Es solo que tus padres las aceptaron veinte o treinta años antes, mientras que tú lo hiciste un poco más tarde. Es decir, dados los mismos antecedentes sociales, siempre y cuando seas una persona normal, tanto tú como tus padres han aceptado la misma corrupción de Satanás, el condicionamiento de la moral social y las mismas ideas y puntos de vista que derivan de diversas tendencias sociales malvadas. Desde esta perspectiva, los hijos son de la misma clase que sus padres. Desde el punto de vista de Dios, dejando de lado la premisa que Él predispone, predestina y selecciona, a Sus ojos, padres e hijos son similares en tanto ambos son seres creados y ya sea que veneren o no a Dios, todos ellos se denominan en su conjunto seres creados y aceptan la soberanía, las instrumentaciones y los arreglos de Dios. Desde este punto de vista, padres e hijos en realidad tienen el mismo estatus a los ojos de Dios, y todos aceptan Su soberanía y arreglos de manera similar e idéntica. Este es un hecho objetivo. Si todos ellos son escogidos por Dios, todos tienen la misma oportunidad de perseguir la verdad. Desde luego, también tienen la misma oportunidad de aceptar el castigo y el juicio de Dios y de ser salvados. Además de las similitudes anteriores, solo hay una diferencia entre padres e hijos: la posición de los padres en la denominada jerarquía familiar es superior a la de los hijos. ¿Qué significa su posición en la jerarquía familiar? Significa que solo son una generación mayores, unos veinte o treinta años; no es más que una gran diferencia de edad. Y en virtud del estatus especial de los padres, los hijos deben guardar esta relación filial y cumplir con las obligaciones que tienen frente a sus padres. Esta es la única responsabilidad que tiene una persona respecto a sus padres. Sin embargo, como padres e hijos son todos parte de la misma raza humana corrupta, los primeros no son ejemplos morales para los segundos, ni son un referente o modelo a imitar para la búsqueda de la verdad por parte de los hijos, ni tampoco son un modelo a imitar en lo atinente a venerar y someterse a Dios. Ciertamente, los padres no son la encarnación de la verdad. Las personas no tienen ninguna obligación ni responsabilidad de considerar a sus padres como ejemplos morales y figuras a las que se debe obedecer en forma incondicional. Los hijos no deben tener temor a discernir la conducta, los actos y la esencia del carácter de sus padres. Es decir, en lo relativo a lidiar con sus padres, las personas no deben atenerse a ideas y puntos de vista tales como: “Un padre nunca se equivoca”. Este punto de vista se basa en el hecho de que los padres tienen un estatus especial, puesto que naciste de ellos con la predestinación de Dios y son veinte, treinta o incluso cuarenta o cincuenta años mayores que tú. Solo se diferencian de los hijos desde la perspectiva del vínculo de carne y hueso, en términos de su estatus y posición en la jerarquía familiar. No obstante, a causa de esta diferencia, la gente considera que sus padres no tienen defecto alguno. ¿Es esto correcto? Es incorrecto, irracional y no concuerda con la verdad. Algunos se preguntan cómo se debe tratar a los padres de uno, dado que padres e hijos tienen este vínculo de carne y hueso. Si los padres creen en Dios, se los debe tratar como creyentes; si no, se los debe tratar como no creyentes. Sean como sean los padres, se los debe tratar de acuerdo con los principios-verdad correspondientes. Si son demonios, debes decir que son demonios. Si carecen de humanidad, debes decir que carecen de ella. Si las ideas y los puntos de vista que ellos te enseñan no concuerdan con la verdad, no tienes que hacer caso a esas cosas ni aceptarlas, e incluso puedes discernirlas tal como son y ponerlas en evidencia. Si tus padres dicen: “Lo hago por tu bien”, y les da una rabieta y arman un escándalo, ¿te importará? (No, no me importará). Si tus padres no creen, sencillamente no les prestes atención y ya está. Si arman un gran escándalo, verás que no son más que demonios. Estas verdades relacionadas con la fe en Dios son las ideas y los puntos de vista que las personas más tienen que aceptar. Si no pueden aceptarlas ni admitirlas, ¿qué clase de cosas son? Si no entienden las palabras de Dios, son subhumanas, ¿verdad? Así es como debes pensar: “Si bien eres mi padre, no tienes humanidad. ¡Me avergüenza haber nacido de ti! Ya puedo discernir cómo eres en realidad. No tienes un espíritu humano en tu interior, no comprendes la verdad, ni siquiera eres capaz de escuchar unas doctrinas tan claras y sencillas y, sin embargo, sigues haciendo comentarios desconsiderados y diciendo calumnias. Ahora lo entiendo, y he cortado lazos contigo de corazón. Pero, por fuera, todavía tengo que complacerte y cumplir con algunas de mis responsabilidades y obligaciones como hijo. Si dispongo de los medios para hacerlo, te compraré algunos productos de salud, pero si no, vendré a visitarte y nada más. No refutaré tus opiniones, digas lo que digas. Dices tonterías, y no haré nada al respecto. ¿Qué se les puede decir a los demonios como tú, que son inmunes a la razón? Teniendo en cuenta que nací de ti y todos los años que dedicaste a criarme, seguiré viniendo a visitarte y cuidarte. De lo contrario, no te prestaría ninguna atención ni querría volver a verte por el resto de mi vida”. ¿Por qué no quieres volver a verlos ni tener nada que ver con ellos? Porque entiendes la verdad, has desentrañado su esencia y todas las diversas ideas y puntos de vista falaces que tienen y, a partir de ellos, percibes su estupidez, intransigencia y perversidad; ves con claridad que son demonios y, por esto, sientes aversión por ellos, te repugnan y no quieres verlos. A causa de esa pizca de conciencia que llevas dentro, te sientes obligado a cumplir con algunas de tus responsabilidades y deberes filiales como hijo o hija, así que los visitas en Año Nuevo y los días festivos, y ya está. Siempre y cuando no te impidan creer en Dios o cumplir con tu deber, ve a visitarlos cuando tengas tiempo. Si de verdad no quieres verlos, simplemente llama para saber cómo están, envíales algo de dinero por correo cada tanto y cómprales algunas cosas útiles. Ya sea que se trate de ocuparse de ellos, visitarlos, comprarles ropa, demostrar interés por su bienestar o cuidarlos cuando estén enfermos, todo eso es solamente para cumplir con las obligaciones filiales y satisfacer las propias necesidades en función de los sentimientos y la conciencia de uno. No es más que eso, y no implica practicar la verdad. Por mucho que te repugnen, o por muy bien que puedas desentrañar su esencia, mientras vivan, debes cumplir con tus obligaciones necesarias de hijo o hija y cargar con las responsabilidades correspondientes. Tus padres te cuidaron cuando eras pequeño y, cuando envejezcan, debes cuidarlos en la medida de tus posibilidades. Que te fastidien si quieren. Siempre que no hagas caso a las ideas y los puntos de vista que intentan inculcarte, no aceptes lo que dicen ni permitas que te perturben o limiten, no hay ningún problema, y eso demuestra que tu estatura ha aumentado y que ya te mantienes firme en tu testimonio ante Dios. Él no te condenará porque te ocupes de ellos ni dirá: “¿Por qué eres tan sentimental? Has aceptado la verdad y la persigues, así que ¿cómo es posible que te sigas ocupando de ellos?”. Estas son la responsabilidad y la obligación más elementales según las cuales debes comportarte: cumplir con tus obligaciones siempre que las condiciones lo permitan. No significa que seas sentimental, y Dios no te condenará por ello. Desde luego, en este mundo, además de tus padres, que son las personas con las cuales debes cumplir tus obligaciones y responsabilidades, no tienes otras obligaciones y responsabilidades frente a nadie más: ni tus hermanos, ni tus amigotes, ni tus varios tíos y tías. No tienes ninguna obligación ni responsabilidad de hacer nada para complacerlos, congraciarte con ellos ni ayudarlos. ¿No es así? (Sí).
¿Fui claro con lo que dije sobre la afirmación de que “Un padre nunca se equivoca”? (Sí). ¿Qué son los padres? (Seres humanos corruptos). Correcto, los padres son seres humanos corruptos. Si en ocasiones echas de menos a tus padres y piensas: “¿Cómo habrán estado mis padres estos últimos dos años? ¿Me habrán extrañado? ¿Se habrán jubilado? ¿Estarán pasando dificultades en la vida? ¿Tendrán a alguien que los cuide cuando estén enfermos?”. Supongamos que piensas estas cosas y que también reflexionas: “Un padre nunca se equivoca. Mis padres solían golpearme y regañarme, pues les exasperaba que yo no cumpliera con sus expectativas, y porque me amaban con fervor. Mis padres son mejores que nadie, son quienes más me aman en el mundo. Ahora que pienso en sus malas cualidades, ya no las veo como malas, porque un padre nunca se equivoca”. Y cuanto más piensas en esto, más quieres verlos. ¿Es bueno pensar así? (No). No, no es bueno. ¿Cómo deberías pensar? Lo meditas: “Mis padres me golpeaban, me regañaban y herían mi autoestima cuando era pequeño. Nunca me dijeron una palabra amable ni me animaron. Me obligaron a estudiar, a aprender canto y baile, y a prepararme para la Olimpiada de Matemática, todas cosas que no me gustan. Eran muy molestos. Ahora creo en Dios y soy libre. Me fui de casa para cumplir con mi deber, incluso antes de terminar la universidad. Es Dios quien es bueno. No echo de menos a mis padres. Me impedían creer en Dios. Son demonios”. Luego vuelves a reflexionar: “Eso no está bien. Un padre nunca se equivoca. Mis padres son las personas más cercanas a mí, así que lo que corresponde es que los extrañe”. ¿Es correcto pensar así? (No, es incorrecto). Entonces, ¿cuál es la manera correcta de pensar? (Creíamos que, sin importar lo que hagan nuestros padres, lo hacen por consideración hacia nosotros, que son buenos con nosotros en todo lo que hacen y que jamás nos dañarán. La enseñanza que Dios acaba de compartir me hizo dar cuenta de que mis padres también son seres humanos corruptos que han aceptado diversas ideas y puntos de vista de Satanás. Sin querer, nuestros padres nos han inculcado muchos puntos de vista satánicos, con lo que nos han apartado demasiado de la verdad en nuestro comportamiento y acciones, y nos han llevado a vivir según las filosofías satánicas. Ahora que discierno un poco lo que mis padres tienen en el corazón, los extrañaré y pensaré en ellos mucho menos). Al tratar con tus padres, primero deberías dejar a un lado este vínculo de sangre de forma racional y discernir sobre ellos utilizando las verdades que ya has aceptado y comprendido. Discierne sobre tus padres sobre la base de sus pensamientos, puntos de vista y motivaciones con relación a la conducta y sobre sus principios y formas de comportarse, lo que confirmará que ellos también son personas corrompidas por Satanás. Contémplalos y discierne sobre ellos desde la perspectiva de la verdad, en lugar de pensar siempre que son nobles, desinteresados y amables contigo; si los observas así, jamás descubrirás qué problemas tienen. No contemples a tus padres desde la perspectiva de los lazos familiares o tu papel de hijo o hija. Apártate de esta esfera y observa cómo lidian con el mundo, con la verdad y con las personas, los acontecimientos y las cosas. Además, más en concreto, fíjate en las ideas y los puntos de vista con los que tus padres te han condicionado en cuanto a cómo deberías contemplar a las personas y las cosas, y comportarte y actuar; así es como debes reconocerlos y discernir sobre ellos. De esta manera, sus cualidades humanas y el hecho de que han sido corrompidos por Satanás se aclararán poco a poco. ¿Qué clase de personas son? Si no son creyentes, ¿qué actitud tienen hacia las personas que sí creen en Dios? Si lo son, ¿cuál es su actitud hacia la verdad? ¿Son gente que persigue la verdad? ¿La aman? ¿Les agradan las cosas positivas? ¿Cuál es su perspectiva sobre la vida y el mundo? Etcétera. Si puedes discernir sobre tus padres en función de estas cosas, tendrás una idea clara. Una vez que estas cuestiones estén claras, el estatus de elevados, nobles e inquebrantables que tienes en mente sobre tus padres cambiará. Y cuando eso suceda, el afecto maternal y paternal que ellos demuestran, junto con sus palabras y actos concretos y esa imagen elevada que tienes de ellos, ya no estarán tan profundamente arraigados en tu mente. El desinterés y la grandeza del amor que te tienen tus padres, así como su devoción al cuidarte, protegerte e incluso consentirte, de manera imperceptible dejará de ocupar un lugar importante en tu mente. La gente suele decir: “Mis padres me quieren mucho. Cuando estoy lejos de casa, mi mamá siempre me pregunta: ‘¿Comiste? ¿Estás respetando los horarios de las comidas?’. Papá siempre me pregunta: ‘¿Tienes suficiente dinero? Si no, te envío un poco más’. Yo respondo: ‘No hace falta, tengo’, y papá replica: ‘No, no puede ser, aunque digas que tienes dinero, de todos modos te enviaré un poco más’”. Lo cierto es que tus padres llevan una vida austera y son reacios a gastar el dinero en ellos mismos. Lo usan para mantenerte, de modo que cuentes con un poco más de dinero para gastos cuando estás lejos de casa. Tus padres siempre dicen: “Vive de manera austera en casa, pero lleva algo de dinero extra cuando viajes. Lleva un poco más cuando vayas de un lugar a otro. Si no tienes suficiente dinero, dímelo, y te enviaré un poco o te lo transferiré”. Que tus padres se preocupen de manera desinteresada, sean considerados, te cuiden e incluso te abrumen con muestras de cariño y consientan, a tus ojos siempre será una marca indeleble de su dedicación desinteresada. Esta dedicación altruista se ha convertido en un sentimiento poderoso y cálido en lo profundo de tu corazón que enlaza el vínculo que tienes con ellos. Hace que seas incapaz de desprenderte de ellos y que te preocupes por tus padres, que no dejes de inquietarte por ellos, que los eches de menos todo el tiempo, e incluso hace que siempre estés dispuesto a estar atrapado en este sentimiento y a sufrir la extorsión de su afecto. ¿Y qué clase de fenómeno es este? El amor de tus padres ciertamente es desinteresado. Sin importar cuánto ellos se preocupen por ti, que se aprieten el cinturón y ahorren para darte dinero para gastos o que te compren todas las cosas que necesitas, puede que ahora te parezca una bendición, pero no será bueno para ti a largo plazo. Cuanto más desinteresados son, mejor te tratan y más se preocupan por ti, menos capaz eres de liberarte de este afecto y de desprenderte de él u olvidarlo, y más los echas de menos. Cuando no cumplas con tu deber filial o con ninguna de las obligaciones que tienes con ellos, sentirás aun más pena por ellos. En estas circunstancias, no tienes valor para discernir sobre ellos, de olvidarte de su amor y dedicación y de todo lo que han hecho por ti, ni de considerar todo eso como algo que no merezca mencionarse; este es el efecto de tu conciencia. ¿Representa tu conciencia la verdad? (No). ¿Por qué son así tus padres contigo? Porque sienten afecto hacia ti. Así pues, ¿puede la amabilidad que te manifiestan representar su esencia-humanidad? ¿Puede representar su actitud hacia la verdad? No. Es como las madres que siempre dicen: “Eres sangre de mi sangre, sudé y me esclavicé para criarte. ¿Cómo no voy a saber lo que piensas por dentro?”. Son buenos contigo debido a estos lazos familiares estrechos y este vínculo de carne y hueso, pero ¿de verdad son buenos contigo? ¿Es este realmente su verdadero rostro? ¿Es una expresión real de su esencia-humanidad? No necesariamente. Dado que tienes un vínculo de sangre con ellos, creen que deberían ser buenos contigo y lo sienten como un deber. Pero tú, como eres su hijo, piensas que ellos son buenos contigo por amabilidad y te sientes incapaz de retribuirles alguna vez. Si no puedes retribuir plenamente su amabilidad o siquiera una mínima parte de ella, tu conciencia te va a condenar. El sentimiento que tienes cuando tu conciencia te condena, ¿concuerda con la verdad? En otras palabras, si ellos no fueran tus padres, sino gente corriente que se relaciona contigo normalmente dentro de un grupo, ¿te tratarían así? (No). Sin duda que no lo harían. Si no fueran tus padres y no tuvieran ningún lazo de sangre contigo, su forma de comportarse y su actitud contigo serían diferentes de varias maneras. Ciertamente no se preocuparían por ti, no te protegerían, ni te agobiarían con muestras de cariño, no te cuidarían ni te dedicarían nada de forma desinteresada. Entonces, ¿cómo te tratarían? Tal vez te hostigarían porque eres joven y no tienes experiencia social, o te discriminarían por tu posición y estatus bajos, y te hablarían siempre con tono burocrático y tratarían de educarte. O quizá pensarían que tienes un aspecto corriente y, si les hablaras, no te prestarían ninguna atención, y tú no podrías estar a su altura. O tal vez considerarían que no sirves para nada y no sociabilizarían ni tendrían nada que ver contigo. O bien pensarían que eres ingenuo, así que, si quisieran saber sobre algún asunto, siempre empezarían por preguntarte y tratarían de sacarte las respuestas. O quizá querrían aprovecharse injustamente de ti de alguna manera; por ejemplo, cuando compraras alguna ganga, querrían siempre que la compartieras con ellos o quedarse con parte de ella. O tal vez, si te cayeras en la calle y necesitaras que te ayudaran a levantarte, ellos ni siquiera te mirarían y, en cambio, te patearían. O bien, cuando tomaras el autobús y no les ofrecieras el asiento, te dirían: “Soy muy mayor, ¿por qué no me quieres dar tu asiento? ¿Por qué eres un joven tan ignorante? ¿Acaso no te enseñaron modales tus padres?”. E incluso te echarían una bronca. Siendo así, tienes que analizar si el amor maternal y paternal ocultos en lo profundo de tu corazón constituyen una revelación genuina de su humanidad. A menudo te conmueve su devoción desinteresada contigo y su enorme amor maternal y paternal, y sientes gran apego hacia ellos, los echas de menos y siempre quieres retribuirles con tu propia vida. ¿Cuál es la razón de esto? Si solo nace de la conciencia, el problema no es tan profundo y puede subsanarse. Pero si nace del afecto hacia ellos, es muy problemático. Te atascarás cada vez más en ello y no serás capaz de salir de ahí. A menudo estarás atrapado en este afecto y extrañarás a tus padres, y en ocasiones incluso traicionarás a Dios a fin de devolverles su amabilidad. Por ejemplo, ¿qué harías si supieras que tus padres están muy enfermos en el hospital, o que les ha sucedido algo grave, tienen una dificultad que no logran resolver y están angustiados y abatidos, o si te enteraras de que están al borde de la muerte? En ese momento, no hay manera de saber si tus afectos dominarían tu conciencia, o si la verdad y las palabras de Dios que Él te ha enseñado inducirían a tu conciencia a tomar determinada decisión. El desenlace de estos asuntos depende de cómo tiendas a observar la relación paternofilial, en qué medida hayas entrado en la verdad sobre cómo tratar a tus padres o logres verlos tal como son, qué tanto comprendas la esencia-naturaleza de la humanidad y la calidad y esencia de la humanidad de tus padres, así como su carácter corrupto. Lo que es más importante, el desenlace de estos asuntos depende de cómo trates las relaciones familiares y de los puntos de vista correctos que debes poseer; estas son las diversas verdades de las cuales debes dotarte antes de que te suceda alguna de estas cosas. Es posible desprenderse fácilmente de todos los demás: familiares y amigos, tíos y tías, abuelos y demás personas ajenas, ya que no ocupan un lugar importante en los afectos de uno. Es fácil desprenderse de estas personas, pero los padres son la excepción. Solo los padres son los familiares más cercanos a uno en todo el mundo. Son las personas que desempeñan un papel importante en la vida de uno y tienen un impacto significativo durante la propia existencia, así que no es sencillo desprenderse de ellos. Si hoy has entendido con cierta claridad los diversos pensamientos que surgen con el condicionamiento de tu familia, eso podría ayudarte a desprenderte del afecto por tus padres, ya que los efectos condicionantes que tu familia en su conjunto ejerce sobre ti representan solo afirmaciones intangibles, mientras que el condicionamiento más concreto en realidad proviene de tus padres. Una frase de tus padres, la actitud que tienen hacia cómo hacer alguna cosa o las formas y los medios a través de los cuales abordan algo: estas son las maneras más exactas de describir cómo estás condicionado. Una vez que hayas discernido y hayas reconocido de forma concreta las ideas, los actos y los dichos con los que tus padres te han condicionado, contarás con una evaluación y un conocimiento precisos de la esencia del papel, el talante, la perspectiva sobre la vida y las maneras de hacer las cosas que ellos tienen. Cuando tengas esta evaluación y este conocimiento precisos, sin darte cuenta, tu percepción acerca del papel de tus padres cambiará poco a poco en tu mente, y pasará de ser positiva a ser negativa. Una vez que percibas que su papel es enteramente negativo, podrás desprenderte de forma gradual del apoyo sentimental, el apego espiritual y las diversas clases de amor notable que tienen por ti. En ese momento, sentirás que la imagen que tenías de tus padres en lo profundo del corazón solía ser muy elevada, algo así como la que aparece en el ensayo “La espalda de mi padre” que estudiabas en tus libros escolares, al igual que en esa canción popular de hace muchos años, “Mamá es la mejor del mundo”, que era el tema musical de una película taiwanesa y se hizo popular en toda la sociedad de habla china; estas son las maneras en las que la sociedad y el mundo educan a la humanidad. Cuando no te das cuenta de la esencia o del verdadero rostro que subyace a estas cosas, crees que estas formas de educar son positivas. Sobre la base de tu humanidad existente, te hacen reconocer y creer en mayor medida en lo grande que es el amor de tus padres por ti y, en consecuencia, en el fondo del corazón tienes la impresión de que su amor es desinteresado, grande y sacrosanto. Por lo tanto, por muy malos que sean tus padres, su amor sigue siendo desinteresado y grande. Para ti, este es un hecho irrefutable que nadie puede negar, y nadie puede decir nada malo de ellos. Por consiguiente, no quieres discernir cómo son ni ponerlos en evidencia y, a la vez, también quieres mantener cierto lugar para ellos en el fondo del corazón, pues crees que el amor paternal es eternamente superior a todo, intachable, grande y sacrosanto, y que eso nadie lo puede negar. Este es el nivel mínimo de tu conciencia y tu comportamiento. Si alguien dice que el amor paterno no es grande ni intachable, lucharás desesperadamente contra él; esto es irracional. Cuando la gente aún no ha comprendido la verdad, la influencia de su conciencia la inducirá a aferrarse a ciertas ideas y puntos de vista tradicionales, o también dará lugar al surgimiento de otros nuevos. Sin embargo, observado desde la perspectiva de la verdad, estas ideas y puntos de vista a menudo son irracionales. Una vez que comprendes la verdad, puedes lidiar con estas cosas dentro del ámbito de la racionalidad normal. Por ende, la humanidad posee tanto conciencia como razón. Si la conciencia no logra alcanzar o estar al nivel de tales cosas, o si estas no están reguladas o no son positivas bajo los efectos de la conciencia, entonces la gente puede recurrir a la racionalidad para regularlas y corregirlas. ¿Y cómo alcanzan las personas la racionalidad? Tienen que entender la verdad. Una vez que la entiendan, tratarán todo, escogerán todo y discernirán todo de forma más precisa y exacta. Así, lograrán la verdadera racionalidad y llegarán al punto en que la razón trascienda la conciencia. Esta es una manifestación de lo que sucede una vez que una persona ha entrado en la realidad-verdad. Tal vez ahora no entiendas realmente estas palabras, pero las entenderás una vez que tengas experiencia real y comprendas la verdad. El dicho: “Un padre nunca se equivoca”, ¿proviene de la racionalidad o de la conciencia? No es racional, surge de los propios afectos bajo la influencia de la conciencia. Así pues, ¿es un dicho racional? No, es irracional. ¿Por qué lo es? Porque surge de los propios afectos y no concuerda con la verdad. Entonces, ¿en qué momento eres capaz de contemplar y tratar a los padres de forma racional? Cuando comprendes la verdad y has desentrañado la esencia y la raíz de este asunto. Una vez hecho eso, ya no tratarás a tus padres según la influencia de la conciencia, los afectos ya no intervendrán, como tampoco lo hará la conciencia, y serás capaz de contemplar y tratar a tus padres conforme a la verdad. Eso es ser racional.
¿He sido claro al hablar sobre el problema de cómo tratar a los padres? (Sí). Es una cuestión importante. Todos los integrantes de la familia dicen: “Un padre nunca se equivoca”, y no sabes si eso es correcto o no, así que simplemente lo aceptas. Entonces, cuando tus padres hacen algo que está fuera de lugar, lo meditas y piensas: “La gente dice que ‘Un padre nunca se equivoca’, así que ¿cómo voy a decir que mis padres no tienen razón? Lo que sucede en la familia, queda en la familia; no se lo cuentes a nadie, solo aguántalo”. Además de los efectos condicionantes de este dicho incorrecto, “Un padre nunca se equivoca”, existe otro dicho: “Lo que sucede en la familia, queda en la familia”. Así que piensas: “¿Quién tiene la culpa de los padres que tengo? No les puedo contar a las personas ajenas sobre este asunto vergonzoso. Debo mantenerlo en secreto. ¿Qué sentido tiene ser serio con mis padres?”. Estos efectos condicionantes de la familia están siempre presentes en la vida cotidiana de las personas, en su senda vital y en el transcurso de su existencia. Antes de comprender la verdad y obtenerla, contemplan a las personas y las cosas, se comportan y actúan en función de estas diversas ideas y puntos de vista con los cuales la familia las ha condicionado. Estos pensamientos a menudo las influencian, perturban, limitan y atan de pies y manos. Incluso las guían, y ellas con frecuencia juzgan mal a la gente y hacen cosas equivocadas, a la vez que vulneran las palabras de Dios y la verdad. Aunque hayan escuchado muchas de las palabras de Dios, e incluso si suelen orar-leer Sus palabras y compartir sobre ellas, debido a que estos puntos de vista con los cuales la familia las ha condicionado están hondamente arraigados en sus pensamientos y su corazón, no pueden discernirlos y son incapaces de resistirse a ellos. A pesar de que reciben las enseñanzas y la provisión de las palabras de Dios, siguen estando influidas por estos pensamientos, que asimismo guían sus palabras, sus actos y su forma de vivir. Por lo tanto, guiadas de forma inconsciente por estos pensamientos con los que su familia las ha condicionado, las personas a menudo no pueden evitar vulnerar las palabras de Dios y los principios-verdad. Y, sin embargo, siguen creyendo que practican la verdad y la persiguen. No saben que estos diversos dichos con los cuales la familia las ha condicionado simplemente no concuerdan con la verdad. Lo más grave es que tales dichos las conducen hacia la senda de vulnerar la verdad una y otra vez, pero no tienen idea de ello. En consecuencia, si quieres perseguir la verdad y entrar en la realidad-verdad, primero debes discernir y reconocer con claridad los diversos efectos condicionantes que provienen de tu familia, y luego esforzarte por deshacerte de los distintos pensamientos con los que esta te ha condicionado. Desde luego, puede afirmarse con certeza que debes romper con el condicionamiento de tu familia. No creas que, porque vienes de esa familia, debes hacer esto o vivir de aquella manera. No tienes ninguna responsabilidad ni obligación de heredar las tradiciones familiares ni sus diversos modos y maneras de hacer las cosas y de actuar. Tu vida proviene de Dios. Hoy, Dios te ha escogido, y la meta que quieres perseguir es la de la salvación, de modo que no puedes utilizar las diversas ideas con las que tu familia te ha condicionado como fundamento de tus puntos de vista sobre las personas y las cosas, tu comportamiento y tus actos. Por el contrario, debes contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar sobre la base de las palabras de Dios y Sus distintas enseñanzas. Solo así podrás alcanzar la salvación al final. Ciertamente, los efectos condicionantes que ejerce la familia no se limitan a los que aquí se enumeran. He mencionado solo unos pocos de ellos. Existen muchos tipos diferentes de educación familiar que provienen de distintas familias, clanes, sociedades, etnias y religiones, y que condicionan los pensamientos de los seres humanos de las más diversas maneras. Sin importar de qué etnia o cultura religiosa provenga este variado condicionamiento del pensamiento, siempre que no concuerde con la verdad y no provenga de Dios, sino de las personas, corresponde desprenderse de él, y es algo con lo cual la gente debe romper. No debe respetarlo ni mucho menos heredarlo. Todas estas son cosas que las personas deben abandonar y desechar. Solo así pueden emprender realmente la senda de perseguir la verdad y entrar en la realidad-verdad.
Estos dichos de los que hemos hablado que provienen del condicionamiento de la propia familia, en un sentido, son representativos, y en el otro, a menudo las personas hablan de ellos. En cuanto a ciertos dichos especiales y no representativos, no vamos a hablar de ellos ahora. ¿Qué pensáis de nuestra charla sobre el tema de la familia? ¿Ha sido beneficiosa en algún sentido? (Sí). ¿Es necesario hablar de este tema? (Sí). Todo el mundo tiene una familia y está condicionado por ella. Las cosas que te inculca la familia no son más que veneno y opio espiritual, y te hacen sufrir amargamente. Cuando tus padres te inculcaron estas cosas, en su momento te sentiste de maravilla, como si tomaras opio. Te sentiste completamente cómodo, como si hubieras entrado a un mundo de felicidad. Pero, pasado un rato, los efectos desaparecen, así que tienes que seguir buscando esta clase de estimulación. Este opio espiritual te trae un sinfín de problemas y perturbaciones. Al día de hoy, te resulta muy difícil deshacerte de él, y no es algo que pueda desecharse en poco tiempo. Si la gente quiere desprenderse de estas ideas y puntos de vista condicionados, debe dedicar algo de tiempo y energía a identificarlos, quitar las capas para reconocerlos y desentrañarlos. Luego, cuando surjan asuntos similares, debe ser capaz de desprenderse de estas cosas, rebelarse contra ellas y no actuar de acuerdo con los principios de tales ideas y puntos de vista, sino, por el contrario, practicar y hacer las cosas conforme a la manera que Dios les enseña a las personas. Estas pocas palabras parecen simples, pero puede tomar veinte o treinta años, o incluso toda la vida, para que la gente las ponga en práctica. Es posible que te pases toda la vida luchando contra las ideas y los puntos de vista producidos por esos dichos que tu familia te ha inculcado, apartándote de esas ideas y puntos de vista y rompiendo con ellos. Para hacerlo, debes dedicar tus sentimientos y tu energía, y también padecer algunas penurias físicas. Asimismo, debes tener un deseo enorme de Dios y una voluntad que anhele y persiga la verdad. Solo si posees estas cosas lograrás transformarte gradualmente y entrar poco a poco en la realidad-verdad. Así de difícil es obtener la verdad y vida. Cuando la gente ha escuchado muchos sermones, puede entender algunas doctrinas sobre la fe en Dios, pero no le resulta fácil lograr realmente la comprensión de la verdad y ser capaz de discernir los efectos condicionantes de la familia y las ideas y los puntos de vista de los no creyentes. Incluso si puedes entender la verdad tras escuchar los sermones, entrar en la realidad-verdad no es algo que suceda de la noche a la mañana, ¿no es así? (Sí). Bien, con esto concluimos la charla de hoy. ¡Adiós!
25 de febrero de 2023
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