Cómo perseguir la verdad (19) Parte 1
¿Relacionáis a menudo los himnos que escucháis con vuestros propios estados y experiencias? ¿Escuchas y reflexionas con atención sobre aquellas palabras y temas en particular que guardan relación con tus experiencias y tu entendimiento, o que eres capaz de lograr? (Dios, cuando experimento ciertas vivencias, algunas veces relaciono los himnos que oigo con mi propia situación, mientras que otras solo me dejo llevar por la inercia). Casi siempre te dejas llevar por la inercia, ¿verdad? Si el 95 por ciento del tiempo que pasáis escuchando himnos no lo hacéis conscientemente, ¿qué sentido tiene? ¿Qué propósito tiene escuchar himnos? Como poco, le permite a la gente calmarse, apartar su corazón de diversos asuntos y pensamientos complicados, estar en silencio ante Dios y presentarse ante Sus palabras a fin de escuchar con atención y reflexionar sobre cada frase y cada párrafo. ¿Tan ocupados estáis ahora con vuestras tareas que os falta tiempo para escuchar y energía para reflexionar o simplemente no sabéis cómo orar-leer las palabras de Dios, meditar sobre la verdad y manteneros en silencio ante Él? Os limitáis a afanaros en cumplir con vuestro deber a diario y, aunque pueda resultar duro y agotador, creéis que cada día es pleno y no os sentís vacíos ni espiritualmente indefensos. Os parece que no se ha malgastado el día, que tiene valor. A vivir todos los días sin rumbo se le llama andar perdido. ¿No es cierto? (Sí). Contadme, si las cosas continúan así, en otros tres, cinco, ocho o diez años, ¿tendréis algo significativo que mostrar? (No). Si no os topáis con ningún incidente o circunstancia especial que Dios haya dispuesto, si no existe la guía personal ni el liderazgo de lo Alto para ofreceros reuniones y charlas y diseccionar la esencia de diversas personas, acontecimientos y cosas, al tiempo que se os toma de la mano y se os enseña, malgastáis cada día mucho tiempo, vuestro progreso es lento y en vuestra entrada en la vida no ganáis casi nada. Por tanto, cuando algo sucede, vuestra capacidad para discernir no crece, vuestra experiencia y entendimiento de la verdad no progresa y, además, no lográis experimentar ni avanzar en vuestra fe y sumisión a Dios. La próxima vez que os enfrentáis a algo, seguís sin saber cómo manejarlo según los principios-verdad. Mientras cumplís con vuestro deber y experimentáis diversas vivencias, seguís sin poder buscar de manera activa los principios y la práctica de acuerdo con los principios-verdad. Estáis perdiendo el tiempo. ¿Cuáles son las principales consecuencias a las que conduce malgastar el tiempo? Desperdiciáis vuestro tiempo y energía y el coste de vuestros arduos esfuerzos es en balde. La senda que habéis caminado todos estos años viene marcada por la de Pablo. Si has sido líder u obrero durante mucho tiempo, pero tu entrada en la vida es superficial, tu estatura es pequeña y no entiendes ningún principio-verdad, no eres la persona indicada para esa función y eres incapaz de completar la tarea de manera independiente. Los líderes y obreros no son los adecuados para sus roles, y los hermanos y hermanas corrientes no pueden vivir la vida de iglesia ni pueden comer o beber las palabras de Dios de manera autónoma, no saben cómo experimentar la obra de Dios y tampoco tienen entrada en la vida. Si nadie los supervisa o los guía, podrían desviarse. Si no se supervisa o dirige a los líderes y obreros, podrían descarriarse, fundar un reino independiente y, aunque convencidos de que se están gastando por Dios, podrían acabar siendo desorientados por los anticristos e incluso seguirlos sin darse cuenta. ¿No es una lástima? (Lo es). Esta es exactamente vuestra situación actual: tan pobre como lamentable. A la hora de enfrentaros a las situaciones, estáis indefensos y no tenéis adónde ir. En lo que respecta a los auténticos problemas y al contenido real de la obra, no sabéis cómo actuar ni qué hacer; todo es un enredo y no tenéis ni idea de cómo solucionarlo. Aunque os hace bastante felices estar tan ocupados todos los días, estáis físicamente exhaustos e intelectualmente os encontráis bajo mucha presión, los resultados de vuestra obra no son los esperados. Se os han dado a conocer con claridad todos los principios de toda verdad y las sendas de práctica, por medio de los arreglos de obra de la casa de Dios. Sin embargo, no tenéis senda en vuestra obra, no sois capaces de encontrar los principios, os confundís al enfrentaros a estas situaciones, no sabéis cómo actuar y vuestro trabajo es un completo desastre. ¿Acaso no es una condición lamentable? (Sí). No cabe duda de que lo es.
Hay quienes dicen: “Llevo diez años creyendo en Dios; soy un creyente experimentado”. Otros afirman: “Yo creo en Dios desde hace veinte”. Y algunos aseguran: “¿Qué son veinte años de fe? Yo llevo más de treinta”. Hace varios años que creéis en Dios y algunos habéis servido como líderes u obreros durante mucho tiempo y contáis con gran cantidad de experiencia. Sin embargo, ¿cómo va vuestra entrada en la vida? ¿Qué tan bien podéis captar los principios-verdad? Habéis servido como líderes u obreros durante muchos años y ganado algo de experiencia en vuestro trabajo, pero al enfrentaros a toda clase de tareas, personas y situaciones, ¿basas tu práctica en los principios-verdad? ¿Defiendes el nombre de Dios? ¿Proteges los intereses de la casa de Dios? ¿Salvaguardas Su obra? ¿Eres capaz de mantenerte firme en tu testimonio? Al enfrentarte a los trastornos y perturbaciones que causan los anticristos y las personas malvadas en la obra de la iglesia, ¿tienes la confianza y la fuerza para luchar contra ellos? ¿Puedes proteger al pueblo escogido de Dios y defender la obra y los intereses de Su casa, así como Su nombre, para que nadie lo deshonre? ¿Eres capaz de hacerlo? Según lo que he visto, ni sois capaces ni lo habéis hecho. Os pasáis todos los días muy ocupados, ¿en qué? Todos estos años habéis sacrificado vuestra familia y vuestra carrera, habéis aguantado sufrimientos, pagado el precio e invertido mucho esfuerzo, pero habéis ganado poco. Algunos líderes y obreros han afrontado incluso acontecimientos, personas y circunstancias similares en muchas ocasiones, sin embargo, continúan cometiendo los mismos errores y dejan a su paso las mismas transgresiones. ¿Acaso muestra esto que han crecido en sus vidas? ¿Significa esto que han ganado la verdad? (No). ¿No es esto evidencia de que Satanás todavía los tiene bajo su oscuro poder y que no han logrado la salvación? (Sí). Cuando en diferentes momentos surgen y poco a poco se desarrollan a tu alrededor toda clase de acontecimientos en la iglesia, eres incapaz de hacer nada. Sobre todo, a la hora de enfrentarse a los anticristos y las personas malvadas que causan trastornos y perturbaciones en la obra de la iglesia, no sabéis cómo encargaros de ello. Os limitáis a dejarlo correr o, como mucho, os enfadáis y podáis a los que provocan la perturbación, pero el problema sigue sin resolverse y no contáis con ningún plan de acción alternativo. Algunos incluso piensan: “Me he entregado con toda mi fortaleza y todo mi corazón, ¿no dijo Dios que debíamos hacer eso? Lo he dado todo, si aún no hay resultados, no es mi culpa. La gente es terrible. Incluso cuando compartís con ella acerca de la verdad, no escucha”. Dices haber entregado toda tu fortaleza y todo tu corazón, pero la obra no logró ningún resultado. No defendiste la obra de la iglesia, ni protegiste los intereses de la casa de Dios, y permitiste que las personas malvadas tomaran el control de la iglesia. Dejaste que Satanás se desbocara y avergonzara el nombre de Dios, mientras que, a pesar de la autoridad con la que contabas, mirabas desde un costado, incapaz de intervenir ni de ocuparte de nada. No pudiste mantenerte firme en tu testimonio a Dios, pero crees que entendiste la verdad y diste todo tu corazón y tu fortaleza. ¿Eso es lo que significa ser un buen mayordomo? (No). Cuando surgen toda clase de personas malvadas y no creyentes y desempeñan diversos roles como diablos y satanases, van en contra de los arreglos de obra y hacen algo enteramente diferente, mienten y engañan a la casa de Dios; cuando ves que trastornan y perturban la obra de Dios, hacen cosas que avergüenzan Su nombre y manchan Su casa, la iglesia, no haces más que enfadarte, pero eres incapaz de plantarte para defender la justicia, desenmascarar a las personas malvadas, respaldar la obra de la iglesia, abordar y encargarte de las personas malvadas e impedir que perturben la obra de la iglesia y manchen la casa de Dios, la iglesia. Al no hacer nada de eso, no logras dar testimonio. Algunos dicen: “No me atrevo a hacer tales cosas. Si me ocupo de tanta gente, temo que pueda causar su enojo y si se unen contra mí para castigarme y echarme del cargo, ¿qué voy a hacer?”. Decidme, ¿acaso son cobardes y timoratos, no poseen la verdad y no saben distinguir a las personas ni desentrañar la perturbación de Satanás, o es que son desleales en el cumplimiento de su deber y solo tratan de protegerse a sí mismos? ¿Cuál es aquí el verdadero problema? ¿Has pensado alguna vez en ello? Si eres timorato, frágil, cobarde y temeroso por naturaleza y, sin embargo, tras muchos años de creer en Dios y basándote en la comprensión de ciertas verdades, desarrollas una auténtica fe en Él, ¿acaso no serás capaz de superar algunas de las debilidades, reparos y fragilidades humanas además de dejar de temer a las personas malvadas? (Sí). Entonces, ¿cuál es la raíz de vuestra incapacidad para manejar y abordar a las personas malvadas? ¿Acaso es porque tu humanidad es cobarde, timorata y temerosa por naturaleza? Esa no es la causa principal ni la esencia del problema. La esencia es que las personas no le son leales a Dios, se protegen a sí mismas, su seguridad personal, su reputación, su estatus y su vía de escape. Su deslealtad se pone de manifiesto en la manera en la que siempre se resguardan a sí mismas, se esconden como una tortuga en su caparazón cada vez que afrontan algo y esperan hasta que pase antes de volver a sacar la cabeza. Da igual con qué se encuentren, siempre caminan sobre brasas calientes, tienen mucha ansiedad, preocupación y aprensión, y son incapaces de alzarse y defender la obra de la iglesia. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso no es la falta de fe? No tienes auténtica fe en Dios, no crees que sea soberano sobre todas las cosas y tampoco que tu vida, tu todo, se encuentre en Sus manos. No crees lo que Él asegura: “Sin el permiso de Dios, Satanás no se atreve a tocar ni un pelo de tu cuerpo”. Confías en tus propios ojos y juzgas los hechos, emites juicios sobre la base de tus propios cálculos y te proteges a ti mismo en todo momento. No estás convencido de que el destino de una persona está en manos de Dios; tienes miedo de Satanás, te asustan las personas y las fuerzas malvadas. ¿No es eso una falta de fe genuina en Dios? (Sí). ¿Por qué no existe la verdadera fe en Dios? ¿Acaso es porque las experiencias de la gente son demasiado superficiales y no puede desentrañar tales aspectos o porque aquello que comprende acerca de la verdad es muy limitado? ¿Cuál es la razón? ¿Tiene algo que ver con las actitudes corruptas de la gente? ¿Se debe a que es extremadamente falsa? (Sí). Por mucho que experimente, por numerosos que sean los hechos que le pongan delante, no cree que esta sea la obra de Dios o que el destino de una persona esté en Sus manos. Ese es un aspecto. Otra cuestión capital es que la gente se preocupa demasiado de sí misma. No está dispuesta a pagar ningún precio ni a realizar ningún sacrificio por Dios, por Su obra, por los intereses de la casa de Dios, por Su nombre ni por Su gloria. No está dispuesta a hacer nada que involucre siquiera el menor peligro. ¡Se preocupa demasiado de sí misma! Debido a su miedo a la muerte, a la humillación o a que la atrapen las personas malvadas y verse en algún tipo de apuro, la gente se esfuerza mucho por preservar su propia carne y evitar involucrarse en situaciones peligrosas. Por una parte, semejante conducta evidencia la excesiva malicia de las personas, mientras que, por otra, revela su deseo de autopreservación y su egoísmo. No quieres entregarte a Dios y, cuando aseguras estar dispuesto a gastarte por Él, solo se trata de un anhelo. En lo que respecta a ofrecerse de verdad y dar testimonio de Dios, luchar contra Satanás y enfrentarse al peligro, a la muerte y a diversas dificultades y penurias de manera sincera, ya no estás dispuesto. Tu pequeño deseo se desmorona y, primero, te empeñas al máximo en protegerte a ti mismo y, luego, realizas algo de trabajo superficial que te toca hacer y que podría organizarse más adelante. La mente de una persona sigue siendo más ágil que la de una máquina. Sabe cómo adaptarse, cuándo se encuentra en alguna situación, sabe qué acciones contribuyen a sus propios intereses y cuáles no, y aplica con rapidez todos los métodos que se encuentran a su disposición. Por consiguiente, cada vez que afrontas ciertos asuntos, tu escasa confianza en Dios no puede mantenerse firme. Actúas contra Él con falsedad, utilizas tácticas en Su contra y te sirves de engaños. Todo esto revela tu falta de auténtica fe en Él. Crees que Dios no es digno de confianza, que quizá no pueda protegerte o garantizar tu seguridad y que, incluso, podría dejarte morir. Te parece que Él no es de fiar, y que solo si confías en ti mismo podrás estar seguro. ¿Qué ocurre al final? No importa a qué circunstancias o asuntos te enfrentes, los abordas utilizando estos métodos, tácticas y estrategias, y eres incapaz de mantenerte firme en tu testimonio de Dios. Sean cuales sean las circunstancias, eres incapaz de ser un líder u obrero apto, de exhibir las cualidades o acciones de un mayordomo y de mostrar una lealtad plena, por lo que te quedas sin tu testimonio. Independientemente de cuántos asuntos enfrentes, eres incapaz de confiar en tu fe en Dios para poner en práctica tu lealtad y tu responsabilidad. Por eso, al final no ganas nada. En cada circunstancia que Dios ha instrumentado para ti y en aquellas oportunidades en las que has batallado contra Satanás, siempre has elegido retirarte y escapar. No has seguido la trayectoria indicada por Dios o la que te ha fijado para que experimentes. Así que, en mitad de esta batalla, te pierdes la verdad, el entendimiento y las experiencias que deberías haber obtenido. Cada vez que te encuentras en circunstancias instrumentadas por Dios, las sobrellevas del mismo modo y las terminas de igual manera. Al final, la doctrina y las lecciones que aprendes son las mismas. No tienes ningún entendimiento auténtico, solamente has absorbido unas pocas experiencias y lecciones, como: “No debería hacer esto en el futuro. Cuando me encuentre en situaciones similares, debería ser cauto al respecto, he de recordármelo a mí mismo, debería tener cuidado con este tipo de persona, evitar a este otro y estar alerta con respecto a aquel tipo de persona”. Eso es todo. ¿Qué es lo que has ganado? ¿Es sentido común y perspicacia o experiencia y lecciones? Si no tiene nada que ver con la verdad, entonces no has ganado nada de lo que deberías. Por tanto, en aquellas circunstancias que Dios instrumentó para ti lo has defraudado; no obtuviste lo que Él pretendía para ti, por lo que, seguramente, lo has decepcionado. En esta prueba o condición instrumentada por Dios, no obtuviste la verdad que Él quería que tuvieras. Tu corazón temeroso de Dios no ha crecido, las verdades que deberías entender siguen siendo poco claras, continúas careciendo de entendimiento con respecto a aquellos ámbitos donde necesitas comprenderte a ti mismo, no has aprendido las lecciones que deberías haber asimilado y has dejado pasar los principios-verdad que debes seguir. Al mismo tiempo, tu fe en Dios tampoco ha crecido. Continúa como al principio. Estás marcando el paso. Entonces, ¿qué ha aumentado? Tal vez ahora comprendas ciertas doctrinas que antes desconocías o hayas descubierto la faceta desagradable de un determinado tipo de persona que antes no entendías. Pero cualquier ínfima pizca de verdad sigue siendo invisible para ti, no la comprendes ni la reconoces y tampoco la experimentas. Continúas con tu trabajo o cumples con tu deber, pero sigues sin entender ni aprender los principios que deberías seguir. Esto es muy decepcionante para Dios. Como poco, en esta circunstancia en particular, no has fortalecido tu lealtad a Dios ni has incrementado la fe que debería haber crecido en ti. No has logrado ninguna de las dos, ¡es lamentable! Alguien podría decir: “Aseguras que no he ganado nada, pero no es así. Al menos, he adquirido conocimiento sobre mí mismo y una mejor comprensión de las personas, los acontecimientos y las cosas que me rodean. Poseo un entendimiento más profundo de la humanidad y de mí mismo”. ¿Cuenta entender estas cosas como auténtico progreso? Aunque no creas en Dios, cuando vives hasta los cuarenta o cincuenta años, tales cosas te resultarán más o menos familiares. Aquellos de pequeño o mediano calibre pueden lograrlo; son capaces de comprenderse a sí mismos, de entender las ventajas y las desventajas, las virtudes y los defectos de su humanidad, aparte de aquello para lo que son buenos y para lo que no. Para cuando alcancen los cuarenta o los cincuenta, deberían, en cierta medida, comprender la humanidad de los diversos tipos de personas con las que se suelen relacionar. Deberían saber con qué tipo de gente es apropiado interactuar y con cuál no, con qué personas relacionarse y con quienes no, a quién sería mejor mantener a distancia y a quién acercarse; son más o menos capaces de entender todo ello. Si alguien es atolondrado, carece de suficiente calibre, es un idiota o un discapacitado mental, no es capaz de comprenderlo. Si llevas muchos años creyendo en Dios, has oído mucha verdad y experimentado tantas circunstancias diferentes y tu única ganancia está en el reino de la humanidad de las personas, en discernirlas o entender algunas cuestiones simples, ¿se lo puede considerar una auténtica ganancia? (No). Entonces, ¿qué lo es? Guarda relación con tu estatura. Si ganas algo, progresas y creces en estatura; si en realidad no obtienes beneficio alguno, tu estatura se mantiene igual. Por tanto, ¿a qué se refiere esta ganancia? Cuanto menos, está relacionada con la verdad; más en concreto, con los principios-verdad. Una vez que entiendes y puedes seguir y practicar los principios-verdad que te corresponden cuando tratas diversos asuntos y personas y estos se convierten en tus principios y estándares para el propio comportamiento, estamos ante una auténtica ganancia. Cuando estos principios-verdad se convierten en principios y criterios a seguir para tu propio comportamiento, pasan a ser parte de tu vida. Cuando este aspecto de la verdad se forja en ti, se convierte en tu vida y es entonces cuando esta crece. Si aún no has captado los principios-verdad relativos a esta clase de asuntos, y sigues sin saber cómo manejarlos cuando te los encuentras, no has obtenido la verdad en este asunto. Claramente, ese aspecto de la verdad no es tu vida y esta no ha crecido. De nada sirve ser un orador hábil, de una forma u otra, todo es doctrina. ¿Puede medirse? (Sí). ¿Habéis realizado progresos durante este tiempo? (No). Simplemente habéis usado vuestra voluntad e intelecto humanos para resumir algunas experiencias, como decir: “Esta vez he aprendido qué tipo de cosas no voy a volver a decir o hacer, qué haré con mayor o menor asiduidad, y qué es lo que no haré de ninguna manera”. ¿Es esto una señal de crecimiento en vuestra vida? (No lo es). Indica una grave falta de entendimiento espiritual. Lo único que podéis hacer es resumir reglas, palabras y consignas, lo cual no tiene nada que ver con la verdad. ¿Acaso no es eso lo que hacéis? (Sí). Cada vez que experimentas algo, después de cada evento significativo, te aconsejas a ti mismo y dices: “Caray, en el futuro debería hacerlo de esta forma o de tal otra”. Pero la próxima vez que se presenta una situación similar, termina igualmente en fracaso, te frustras y dices: “¿Por qué soy así?”. Te enfadas contigo mismo, piensas que no has conseguido cumplir con tus propias expectativas. ¿Es eso útil? No es que no lograras cumplir con tus propias expectativas, o que seas estúpido, o que las circunstancias que instrumentó Dios sean equivocadas, y desde luego no es que Él trate a la gente injustamente. Es porque no persigues ni buscas la verdad, no actúas de acuerdo con las palabras de Dios y tampoco las escuchas. Siempre dejas que la voluntad humana se involucre en ello; eres tu propio amo y no permites que las palabras de Dios tomen el mando. Antes que escucharlas, prefieres atender las de las personas. ¿No es como digo? (Sí). ¿Crees que has hecho progresos al acumular algunas experiencias y lecciones a partir de un simple acontecimiento o determinada circunstancia? Si de verdad ha sido así, cuando Dios te ponga a prueba la próxima vez, podrás defender el nombre de Dios, proteger los intereses y la obra de Su casa, asegurarte de que todo el trabajo funcione sin sobresaltos y que no sufra ninguna perturbación u obstrucción. Te encargarás de que el nombre de Dios permanezca sin tacha ni mácula, de que el crecimiento de las vidas de tus hermanos y hermanas no sufra pérdidas, y de que las ofrendas de Dios estén protegidas. Eso significa que has progresado, que eres apto para el uso y que posees la entrada en la vida. En este momento, todavía no habéis llegado aún a ese punto. A pesar de su reducido tamaño, vuestro cerebro está repleto de cosas y no sois simples. Aunque puede que seáis sinceros al gastaros por Dios y deseéis desprenderos y abandonarlo todo por Él, también, cuando os enfrentáis a los asuntos, sois incapaces de rebelaros contra vuestros diversos caprichos, propósitos y planes. Mientras más dificultades de toda índole encuentren la casa de Dios y Su obra, más te empequeñecerás, más invisible te volverás y menos probable será que te plantes y te encargues de esa tarea para salvaguardar los intereses de la casa de Dios y Su obra. Entonces, ¿qué ha pasado con tu sinceridad para esforzarte por Dios? ¿Por qué es tan frágil y vulnerable ese pequeño ápice de sinceridad? ¿Qué le pasó a tu pequeña cuota de buena disposición para ofrecerlo todo y abandonarlo por completo por Dios? ¿Por qué es incapaz de mantenerse firme? ¿Qué la hace tan vulnerable? ¿Qué se confirma con esto? Que careces de verdadera estatura, que es ridículamente pequeña y cualquier diablillo puede confundirte fácilmente. Con solo una mera interrupción, acabarías por seguir a ese diablillo. Aunque tengas algo de estatura, se limita a tu experiencia en ciertos temas superficiales no relacionados con tus propios intereses, y sigues siendo apenas capaz de proteger los intereses de la casa de Dios y de hacer unas pocas cosas pequeñas que te parece que puedes lograr y se hallan dentro del ámbito de tus capacidades. Cuando realmente se trata de mantenerse firme en tu testimonio, cuando la iglesia afronta una importante cantidad de medidas enérgicas y las perturbaciones de las personas malvadas y los anticristos, ¿dónde te encuentras tú? ¿Qué estás haciendo? ¿En qué estás pensando? Esto ilustra claramente el problema, ¿verdad? Si al cumplir con su deber, un anticristo engaña a aquellos por encima y por debajo de él y actúa con imprudencia, trastorna y perturba la obra de la iglesia, despilfarra las ofrendas y desorienta a los hermanos y hermanas para que los sigan, mientras tú, no solo no lo disciernes ni frenas sus afanes ni lo denuncias, sino que incluso lo acompañas y lo ayudas a que consiga los resultados a los que pretende llegar haciendo todas esas cosas, dime, ¿qué consecuencias tiene tu escasa determinación para gastarte por Dios? ¿No es esa tu verdadera estatura? Cuando los anticristos, las personas malvadas y toda clase de no creyentes vienen a perturbar y a destruir la obra de la casa de Dios, en especial cuando manchan la iglesia y deshonran Su nombre, ¿qué haces tú? ¿Te has alzado para levantar la voz en defensa de la obra de la casa de Dios? ¿Te has plantado para frenar sus esfuerzos o limitarlos? No solo no has podido plantarte ni detenerlos, sino que has acompañado a los anticristos cuando han cometido el mal, los has asistido e instigado, y has actuado como su herramienta y su esbirro. Además, cuando alguien escribe una carta para informar sobre un problema con los anticristos, la archivas y eliges no ocuparte de ella. Entonces, ¿produjeron tu determinación y tu deseo de abandonarlo todo para gastarte sinceramente para Dios algún efecto en absoluto en este momento crucial? Si no han causado ningún efecto, es bastante obvio que este supuesto deseo y determinación no representan tu verdadera estatura, no son lo que has ganado al creer en Dios durante tantos años. No pueden sustituir a la verdad; no son ni la verdad ni la entrada en la vida. No son emblema de una persona que tiene vida, son meras ilusiones, un anhelo y una añoranza que la gente tiene de algo hermoso; no tienen nada que ver con la verdad. Por tanto, tenéis que despertar y ver con claridad vuestra auténtica estatura. No pienses que solo porque tienes un poco de calibre y has abandonado muchos aspectos como la educación, la carrera, la familia, el matrimonio, y las perspectivas de la carne, tu estatura tiene un cierto tamaño. Hay quienes han sido líderes u obreros desde que sentaron las bases de su fe inicial en Dios. Con los años, han acumulado ciertas experiencias y lecciones y pueden predicar algunas palabras y doctrinas. A causa de esto, sienten que su estatura es mayor que la de otros, que tienen entrada en la vida y que son pilares y columnas dentro de la casa de Dios y a quienes Él está perfeccionando. Es incorrecto. No penséis que sois buenos: ¡estáis muy lejos de serlo! Ni siquiera sois capaces de discernir a los anticristos; no tenéis estatura real. Aunque hayas servido como líder u obrero durante muchos años, todavía no hay un ámbito en el que puedas ser apto, eres incapaz de hacer mucho trabajo real, y solo se os puede utilizar con reticencia. No eres una persona de gran talento. Si algunos de vosotros tenéis espíritu para trabajar duro y soportar penurias, a lo sumo sois una bestia de carga. No sois aptos. Algunas personas se convierten en líderes u obreros simplemente porque son entusiastas, porque tienen una base educativa y poseen cierto calibre. Además, a algunas iglesias se les hace imposible encontrar a la persona ideal para que ocupe el cargo, así que se los asciende a ellos como excepciones a la regla y se convierten en sujetos de formación. Entre estos individuos, a algunos se los ha ido sustituyendo paulatinamente y se los ha descartado durante el proceso en el que se dejó en evidencia a varios tipos de personas. Aunque algunos que han sido seguidores hasta ahora aún permanecen, siguen sin poder discernir nada. Solo han podido quedarse porque no han hecho nada malvado. Además, la posibilidad de que realicen algún trabajo está supeditada por completo a los arreglos de obra que provienen de lo Alto y al asesoramiento directo, la supervisión, la investigación, el seguimiento, la vigilancia y la poda; eso no significa que sean aptos. Se debe a que a menudo veneráis a otros, los seguís, os desviáis, hacéis cosas equivocadas y se os envía a una espiral de confusión a causa de ciertas herejías y falacias, perdéis el sentido de la orientación y al final no sabéis en quién creéis realmente. Esta es vuestra estatura real. Si Yo dijera que no tenéis entrada en la vida en absoluto, sería injusto con vosotros. Solo puedo decir que el alcance de vuestra experiencia es demasiado limitado. Mostráis algo de entrada después de que os poden y os disciplinen a fondo, pero en lo que respecta a aquello que implica principios significativos, en especial a la hora de enfrentarse a anticristos, falsos líderes que desorientan a las personas y causan perturbaciones, no tenéis nada que mostrar y carecéis por completo de testimonio. En lo relativo a las experiencias de vida y a la entrada en esta, son demasiado superficiales y carecéis de auténtica comprensión de Dios. Todavía no tenéis nada que mostrar a este respecto. Como tampoco lo tenéis en lo que se refiere a la obra real de la iglesia, no sabéis cómo compartir sobre la verdad y resolver los problemas. En estos aspectos, no tenéis nada que mostrarles a los demás. Por tanto, no sois apropiados para los roles de líder y obrero. Si bien como creyentes corrientes, la mayoría de vosotros contáis con un poco de entrada en la vida, esta es muy pequeña y se queda corta respecto a la realidad-verdad. Está todavía por ver que puedas sobrellevar las pruebas. Solo cuando de verdad surjan grandes pruebas, tentaciones significativas o el serio y directo castigo y juicio de Dios, se podrá probar si tienes auténtica estatura y realidad-verdad, si puedes mantenerte firme en tu testimonio, cuáles serán las respuestas de tu examen y si cumples con los requisitos de Dios; será entonces cuando se revele tu verdadera estatura. De momento, todavía resulta prematuro decir que la tienes. En cuanto al papel de líder y obrero, carecéis de auténtica estatura. Cuando afrontáis los asuntos, os confundís, y cuando os enfrentáis a las perturbaciones causadas por personas malvadas o anticristos, acabáis derrotados. No podéis completar ninguna tarea importante de manera independiente, siempre es necesario que alguien os supervise, guíe y coopere con vosotros para que terminéis el trabajo. En otras palabras, no sabéis llevar el timón. Ya interpretéis el papel principal o uno secundario, no podéis encargaros vosotros solos de él ni completar tarea alguna autónomamente; sois totalmente incapaces de terminar bien ninguna sin la supervisión y la atención de lo Alto. Si resulta que una revisión de vuestro trabajo indica que os ha ido bien en todos los aspectos, que habéis invertido todo vuestro corazón en cada faceta de vuestro trabajo, que lo habéis hecho todo bien y lo habéis manejado todo correctamente y de acuerdo con los principios-verdad, y que habéis trabajado sobre la base de una comprensión clara de la verdad y de la búsqueda de los principios-verdad, de modo que sois capaces de resolver problemas y hacer bien vuestro trabajo, entonces sois aptos. Sin embargo, hasta este momento, a tenor de todo lo que habéis experimentado, no lo sois. La clave de vuestra aptitud es que, en un sentido, no sois capaces de realizar de forma autónoma las tareas que se os encomiendan. En otro, sin la supervisión de lo Alto, podríais descarriar a la gente o hacerla abandonar la senda correcta. No podéis conducirlos ante Dios ni llevar a los hermanos y hermanas de la iglesia hacia la realidad-verdad o al rumbo correcto de la fe en Dios, de modo que todo Su pueblo escogido pueda cumplir con su deber. No eres capaz de lograr nada parecido. Si durante un periodo lo Alto no lleva a cabo ninguna investigación, siempre se producen muchas desviaciones y fallas dentro del trabajo del que sois responsables, además de problemas de toda forma y tamaño; y si lo Alto no los corrige, supervisa o maneja personalmente, quién sabe lo lejos que estas desviaciones llegarán o cuándo cesarán. Tal es vuestra verdadera estatura. Por eso digo que sois muy poco aptos. ¿Es algo que os agrade oír? ¿Acaso no os sentís negativos al escucharlo? (Dios, nos incomoda bastante en el corazón, pero no cabe duda de que lo que dices es un hecho. No tenemos ni un ápice de estatura o realidad-verdad. Cuando los anticristos aparecen, no sabemos discernirlos). Tengo que señalaros estas cosas, de lo contrario, os sentiríais agraviados y maltratados todo el tiempo. No entendéis la verdad, solo sabéis cómo hablar sobre algunas palabras y doctrinas. Durante las reuniones, ya no soléis preparar un borrador para hablar sobre doctrina ni sufrís miedo escénico, así que os parece que tenéis estatura. Si la tienes, ¿por qué no eres apto? ¿Por qué no puedes compartir la verdad y abordar los asuntos? Solo sabes hablar de palabras y doctrinas a fin de ganarte la aprobación de los hermanos y hermanas. Esto no satisface a Dios y no te convierte en el apropiado. Tu capacidad para hablar sobre estas palabras y doctrinas no puede resolver ningún problema real. Dios dispone un ligero momento de tensión en el que se te desenmascara y se deja claro cuán pequeña es tu estatura, tu poca capacidad para entender la verdad y desentrañar nada y esto evidencia que eres pobre, lamentable, ciego e ignorante. ¿Acaso no es así? (Sí). Si sois capaces de aceptar estas cosas, muy bien; si no, tomaos vuestro tiempo y pensad en ellas. Considerad lo que digo. ¿Tiene sentido, se basa en la realidad? ¿Se relaciona contigo? Aunque así sea, no os volváis negativos. Ser negativo no os va a ayudar a resolver ningún problema. Como creyente en Dios, si quieres cumplir con tu deber y ser un líder u obrero, no puedes abandonar cuando te encuentres con reveses o fracasos. Has de volver a levantarte y seguir adelante. Te debes centrar en equiparte con ciertos aspectos de la verdad en ámbitos donde cuentas con carencias o deficiencias y en los que tienes problemas graves. Ser negativo o quedarte paralizado no va a resolver nada. Al enfrentarte a los problemas, deja de sacar palabras y doctrinas, así como diferentes clases de razonamientos objetivos. Eso no va a servir de ayuda. Cuando Dios te pone a prueba y dices: “En ese momento no gozaba de muy buena salud, era joven y mi entorno no era el más relajado”, ¿escuchará Él algo de eso? Dios te preguntará: “¿Oíste la verdad cuando se te compartió?”. Si contestas: “Sí, la oí”, te preguntará: “¿Tienes los arreglos de obra que se transmitieron?”. Tú responderás: “Sí, los tengo”, y Él continuará: “Entonces, ¿por qué no los has seguido? ¿Por qué has fallado tan estrepitosamente? ¿Por qué no pudiste permanecer firme en tu testimonio?”. Cualquier razón objetiva en la que hagas hincapié no se sostiene. A Dios no le interesan tus excusas ni tus razonamientos. No se fija en cuánta doctrina eres capaz de decir ni en lo bien que se te da defenderte a ti mismo. Lo que Dios quiere es tu auténtica estatura y que tu vida crezca. No importa cuándo ni qué nivel de liderazgo alcances ni lo alto que sea tu estatus, nunca olvides quién eres y qué eres ante Dios. No importa cuánta doctrina seas capaz de decir, no importa la práctica que tengas a la hora de expresarla, tampoco lo que hayas hecho o las contribuciones que hayas realizado a la casa de Dios, nada de esto demuestra que poseas verdadera estatura ni tampoco es señal de que tengas vida. Cuando entres en la realidad-verdad, captes los principios-verdad, te mantengas firme en tu testimonio al enfrentarte a los asuntos, seas capaz de completar tareas de manera independiente y seas apto para que se te dé uso, tendrás verdadera estatura. Muy bien, concluyamos aquí esta charla y pasemos al tema principal de nuestra charla.
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