Cómo perseguir la verdad (5) Parte 2
La vez anterior hablamos sobre emociones negativas como la angustia, la preocupación y la ansiedad. Ahora vamos a hablar sobre otro aspecto de las emociones negativas, que en esencia es igual que la angustia, la preocupación y la ansiedad, pero es incluso más negativo en su naturaleza. ¿De qué emoción se trata? Es el estado mental con el que la gente se topa más a menudo en sus vidas cotidianas: la represión. ¿Habéis oído todos ese término, “represión”? (Sí). Entonces, os pido que, por favor, forméis una frase o deis un ejemplo donde se use la palabra “represión”. Empezaré Yo. Algunos dicen: “Oh, a menudo me siento reprimido cuando estoy cumpliendo con mi deber, y no me puedo librar de ello”. ¿Está construida esta frase correctamente? (Sí). Ahora es vuestro turno. (Siempre revelo corrupción cuando me suceden cosas, y tengo que reflexionar constantemente e intentar conocerme a mí mismo, así que me siento reprimido). Te sientes reprimido porque estás intentando conocerte demasiado a ti mismo. ¿Cuál es el contexto de esta represión? ¿Qué la causa? Se trata de que sabes que no eres nada en absoluto, y parece que no tienes expectativas ni un destino esperándote, que no albergas esperanzas de ser salvado, así que te sientes reprimido. ¿Quién más quiere compartir? (En el país del gran dragón rojo, creer en Dios hace que la gente se sienta reprimida). Eso es sentirse reprimido a causa del ambiente en el que te encuentras. (Estar bajo la constante supervisión de mi líder mientras estoy cumpliendo con mi deber me hace sentir reprimido). Bien dicho, eso expresa la emoción de la represión de un modo muy concreto. (Siempre encuentro fallos y contratiempos mientras llevo a cabo mi deber, eso me hace sentir reprimido). Los fallos y los contratiempos os hacen sentir reprimidos, como si no hubiera manera de avanzar. Cuando vuestro trabajo progresa despacio, ¿os sentís reprimidos? (Sí). Esto tiene una connotación que es en cierto modo positiva. Contadme más. (Me siento reprimido cuando siempre me están podando en el cumplimiento de mi deber). Esa es la realidad, ¿verdad? (Me siento reprimido cuando no logro buenos resultados en mi deber). ¿Cuál es la causa de esta represión? ¿De verdad es porque no habéis logrado buenos resultados? ¿No teméis que os ajusten el deber o que os descarten? (Sí). Estas son las razones concretas de vuestra represión. ¿Alguna otra sensación de represión? Habladme sobre ellas. (Todos mis compañeros son mejores que yo, así que me siento reprimido). Ese es el problema que causan los celos, la represión. ¿Hay algún otro problema de represión? (Me siento reprimido debido a una larga falta de progreso en mi ámbito de trabajo). ¿Se trata eso de presión o de represión? Es un poco de presión. Es bueno tener esta presión, entonces. ¿No será que necesitas convertir esa presión en motivación? Cuando siempre se están ajustando los deberes de los miembros de cada equipo, ¿acaso no os sentís reprimidos? (Sí). También os sentís reprimidos entonces. Partiendo de lo que habéis aportado, parece que todos habéis experimentado la emoción de la represión. Parece que el interior de las personas está bastante inquieto, permanece en una continua intranquilidad y bajo una especie de presión invisible, razón por la cual surge la emoción de la represión en ellas, y entonces viven envueltas en esta emoción negativa de la represión. ¿Esto es algo bueno? (No lo es). No es bueno. ¿Acaso no habría que resolverlo, entonces? Puesto que no es algo bueno, debe resolverse. Cuando las personas viven constantemente envueltas en una emoción negativa, sea cuál sea, a un nivel menor puede tener efectos adversos en sus cuerpos y mentes, puede impedirles vivir de forma saludable y hacerse fuertes. A un nivel mayor, el impacto de las distintas emociones negativas en las personas no se limita a las necesidades básicas que tienen en su vida cotidiana, como la comida, la ropa, el techo y el transporte. Más importante aún, afecta a su forma de ver a las personas y las cosas, así como a su comportamiento y sus acciones. En concreto, influye en su eficiencia, progreso y eficacia en el desempeño de sus deberes. Por supuesto, lo que es más importante, afecta lo que obtienen del cumplimiento de sus deberes y las ganancias que las personas deberían cosechar de su fe en Dios. Las mentes de las personas están constantemente afligidas y limitadas por estas emociones negativas, sus corazones a menudo están perturbados, y albergan con frecuencia sentimientos como la inquietud, el desasosiego y la impulsividad. Cuando la gente está atrapada en estos sentimientos, su conciencia y razón normales, así como su vida corriente y el cumplimiento ordinario de sus deberes se ven perturbados, afectados y destruidos. Por tanto, debéis resolver rápidamente estas emociones negativas y evitar que sigan afectando vuestra vida normal y vuestro trabajo. El concepto de represión que hemos discutido hoy es el mismo en esencia que las diversas emociones negativas de las que hemos hablado antes. Las personas a menudo se preocupan y tienen recelos sobre muchas cosas, o albergan mucho malestar en el fondo de su corazón, por lo que se sienten reprimidas. Si esta emoción de represión permanece sin resolver durante mucho tiempo, las personas se sentirán aún más inquietas y agitadas en el fondo de su corazón. En ciertos entornos y contextos específicos, pueden incluso liberarse del control de la conciencia y la razón de la humanidad, y producir algunos métodos extremos para superar sus situaciones. Esto se debe a que existe un límite en la capacidad instintiva del cuerpo humano para soportar ciertas emociones negativas. Cuando se alcanza ese límite y ese pico, las personas se liberan de las restricciones de la razón de la humanidad y adoptan algunos métodos extremos para desahogar sus emociones, además de para descargar todo tipo de ideas irracionales que subyacen en lo más profundo de sus corazones.
Mediante las afirmaciones que habéis aportado, acabáis de expresar algunas de las diferentes razones por las que las personas se sienten reprimidas. Hoy vamos a hablar primordialmente sobre tres de las causas y razones por las que esta emoción negativa que es la represión surge en las personas. La primera es que muchas personas, ya sea en sus vidas cotidianas o en el proceso de llevar a cabo sus deberes, sienten que no pueden hacer lo que les apetece. Esa es la primera razón: su incapacidad para hacer lo que les apetece. ¿Qué significa ser incapaz de hacer lo que a uno le apetece? Significa no poder satisfacer todo deseo que se le pasa a uno por la cabeza. Estas personas tienen el requisito de poder hacer lo que quieran, cuando quieran y cómo quieran, tanto en su trabajo como en sus vidas. Sin embargo, debido a varias razones, como las leyes, los ambientes en los que viven o las reglas, sistemas, estipulaciones y medidas disciplinarias de un grupo y demás, las personas son incapaces de obrar según sus propios deseos y figuraciones. En consecuencia, se sienten reprimidas en su interior. Dicho sin rodeos, esta represión ocurre porque una persona se siente agraviada, algunas incluso ofendidas. Hablando con total sinceridad, no poder hacer lo que a uno le apetece significa no poder satisfacer la propia voluntad, significa que uno no puede ser obstinado ni complaciente a su antojo debido a diversas razones y a las restricciones de diversas condiciones y entornos objetivos. Por ejemplo, algunas personas son siempre superficiales y hallan la manera de holgazanear en el cumplimiento de sus deberes. A veces, la labor de la iglesia requiere premura, pero ellas solo quieren hacer lo que les apetece. Si no se sienten muy bien físicamente, o llevan un par de días de mal humor y con el ánimo decaído, no estarán dispuestas a soportar adversidades ni a pagar un precio por hacer el trabajo de la iglesia. Son particularmente holgazanes y codician las comodidades. Cuando carecen de motivación, sus cuerpos se vuelven perezosos, y no están dispuestas a moverse, pero temen que los líderes las poden y que sus hermanos y hermanas las llamen vagas, así que la única opción que les queda es realizar el trabajo a regañadientes junto con todos los demás. Sin embargo, se sentirán muy poco dispuestas, además de infelices y reacias a hacerlo. Se sentirán agraviadas, ofendidas, molestas y agotadas. Quieren obrar según su propia voluntad, pero no se atreven a separarse o a ir en contra de las exigencias o estipulaciones de la casa de Dios. En consecuencia, con el tiempo empieza a surgir en ellas una emoción: la represión. Una vez que esta emoción represiva se arraiga en ellas, empezarán poco a poco a mostrarse desganadas y débiles. Al igual que una máquina, ya no entenderán lo que hacen con claridad, pero seguirán haciendo a diario lo que se les diga, de la manera en la que se les diga. Aunque a primera vista continuarán llevando a cabo sus tareas sin detenerse, sin pausa, sin apartarse del entorno de cumplir con sus deberes, en sus corazones se sentirán reprimidas, y pensarán que sus vidas son agotadoras y están llenas de agravios. En ese momento, su mayor deseo es dejar algún día de estar controladas por otros, no estar restringidas por las estipulaciones de la casa de Dios, y liberarse de los arreglos de esta. Quieren hacer lo que les venga en gana cuando les venga en gana, trabajar un poco si se sienten bien y si no, no trabajar. Anhelan estar liberadas de toda culpa, de que alguna vez se las pode, y de que alguien las supervise, vigile o esté a cargo de ellas. Estas personas piensan que cuando llegue ese día, será un gran día y se sentirán muy libres y liberadas. No obstante, siguen sin estar dispuestas a marcharse o rendirse; temen que si no desempeñan sus deberes, si de verdad hacen lo que les apetece y algún día están libres y liberadas, entonces se alejarán de Dios de manera natural, y tienen miedo de que si Dios ya no las quiere, no podrán ganar ninguna bendición. Algunas personas se ven envueltas en este dilema: si intentan quejarse ante sus hermanos y hermanas, les resultará difícil hablar. Si recurren a Dios a través de la oración, se sentirán incapaces de abrir la boca. Si se quejan, se sentirán culpables. Si no se quejan, se sentirán intranquilas. Se preguntan por qué sus vidas parecen tan llenas de agravios, tan contrarias a su propia voluntad y tan agotadoras. No quieren vivir así, no quieren sintonizar con los demás, quieren hacer lo que les dé la gana, como les dé la gana, y se preguntan por qué son incapaces de lograrlo. Antes creían que solo estaban agotadas físicamente, pero ahora su corazón también se siente cansado. No entienden lo que les pasa. Decidme, ¿acaso esto no lo causan las emociones represivas? (Sí).
Alguna gente afirma: “Todo el mundo dice que los creyentes son libres y están liberados, que viven unas vidas especialmente felices, pacíficas y gozosas. ¿Por qué no puedo vivir yo tan feliz y pacíficamente como los demás? ¿Por qué no me siento nada alegre? ¿Por qué me siento tan reprimido y agotado? ¿Cómo es que otras personas viven unas vidas tan felices? ¿Por qué mi vida es tan miserable?”. Contadme, ¿cuál es la causa de esto? ¿Qué motivó esta represión? (Sus cuerpos físicos no estaban satisfechos y su carne sufrió). Cuando el cuerpo físico de una persona sufre y siente que se le ha hecho un mal, si puede aceptarlo en su corazón y su mente, ¿acaso no le parecerá que su sufrimiento físico ya no es tan grande? Si encuentra consuelo, paz y alegría en su corazón y en su mente, ¿seguirá sintiéndose reprimida? (No). Por tanto, decir que la causa de la represión es el sufrimiento físico carece de validez. Si la represión surge debido al excesivo sufrimiento físico, ¿acaso no estáis sufriendo? ¿Os sentís reprimidos porque no podéis hacer lo que os apetece? ¿Os sentís atrapados en emociones represivas porque no podéis hacer lo que os viene en gana? (No). ¿Vuestro trabajo diario os mantiene ocupados? (Sí, un poco). Todos estáis bastante ocupados, trabajando de sol a sol. Además de dormir y comer, pasáis casi todo el día delante de un ordenador, cansando la vista y el cerebro, y agotando el cuerpo, pero ¿te sientes reprimido? ¿Acaso este cansancio te provoca represión? (No). ¿Qué causa la represión en la gente? Desde luego no es la fatiga física; entonces, ¿qué la causa? Si las personas buscan sin cesar la comodidad física y la felicidad, si esto es lo que buscan sin tener deseo alguno de sufrir, entonces bastará con un poco de sufrimiento físico, con sufrir un poco más que los demás o sentirse un poco más sobrecargadas de trabajo que de costumbre para sentirse reprimidas. Esta es una de las causas de la represión. Si las personas no consideran que un pequeño sufrimiento físico sea un gran problema, y no buscan la comodidad física, sino que persiguen la verdad y tratan de cumplir con sus deberes para satisfacer a Dios, entonces a menudo no sentirán sufrimiento físico. Incluso si de vez en cuando se sienten un poco ocupadas, cansadas o agotadas, después de irse a dormir se despertarán sintiéndose mejor, y continuarán con su trabajo. Se concentrarán en sus deberes y en su trabajo; no considerarán que un poco de fatiga física sea un problema importante. Sin embargo, cuando surge un problema en el pensamiento de las personas y buscan sin parar la comodidad física, cada vez que sus cuerpos físicos se vean ligeramente agraviados o no puedan hallar satisfacción, surgirán en ellas ciertas emociones negativas. Entonces, ¿por qué este tipo de persona, que siempre quiere hacer lo que le apetece y dar rienda suelta a su carne y disfrutar de la vida, se encuentra a menudo atrapada en esta emoción negativa de represión cada vez que se siente insatisfecha? (Porque busca la comodidad y el disfrute físico). Eso es así en el caso de algunas personas. Hay otro grupo que no busca la comodidad física. Buscan hacer las cosas según sus propios caprichos y guiarse por su propio estado de ánimo. Cuando son felices, son capaces de tolerar más sufrimiento, pueden trabajar sin descanso durante todo el día, y si les preguntas si están cansadas, te dirán: “No estoy cansado, cómo podría cansarme el desempeño de mi deber”. Pero si un día están descontentas, aunque solo les pidas que dediquen un minuto más a algo, eso será motivo de disgusto, y si las reprendes un poco, dirán: “¡Calla! Me siento reprimido. Si sigues hablando, no llevaré a cabo mi deber y será por tu culpa. Si no recibo bendiciones en el futuro, tú serás el culpable y toda la responsabilidad recaerá sobre ti”. Las personas son volátiles cuando se encuentran en un estado anormal. A veces serán capaces de sufrir y pagar un precio, pero otras se quejarán por cualquier pequeño sufrimiento, e incluso un asunto menor las alterará. Cuando estén de mal humor, ya no querrán cumplir con sus deberes, leer las palabras de Dios, cantar himnos o asistir a reuniones y escuchar sermones. Lo único que querrán será estar solas un tiempo, y será imposible que alguien las ayude o las apoye. Al cabo de unos días, puede que se les pase y se sientan mejor. Cualquier cosa que no las satisfaga las hace sentirse reprimidas. ¿Acaso este tipo de personas no son particularmente obstinadas? (Sí). Son particularmente obstinadas. Por ejemplo, si quieren irse a dormir de inmediato, insistirán en hacerlo. Dirán: “Estoy cansado y quiero irme a dormir ahora mismo. Cuando no tengo energía tengo que dormir”. Si alguien dice: “¿No puedes aguantar diez minutos más? Esta tarea va a terminar muy pronto, y entonces podremos descansar todos, ¿qué opinas?”, responderán: “No, tengo que irme a dormir ahora mismo”. Si alguien las convence, aguantarán un rato de mala gana, pero se sentirán reprimidas y molestas. A menudo se sienten reprimidas respecto a estos asuntos y no están dispuestas a aceptar la ayuda de sus hermanos y hermanas, o a ser supervisadas por los líderes. Si cometen un error, no permitirán que otros las poden. No desean que las limiten de ninguna manera. Piensan: “Creo en Dios para poder encontrar la felicidad, así que ¿por qué voy a ponerme las cosas difíciles a mí mismo? ¿Por qué ha de ser mi vida tan agotadora? La gente debería vivir feliz. No deberían prestar tanta atención a esas normas y esos sistemas. ¿De qué sirve acatarlos siempre? Ahora mismo, en este momento, voy a hacer lo que quiera. Ninguno de vosotros debería tener nada que decir al respecto”. Este tipo de personas son especialmente obstinadas y disolutas: no se permiten sufrir ninguna coacción, ni desean sentirse limitadas en ningún entorno laboral. No desean atenerse a los reglamentos y principios de la casa de Dios, no están dispuestas a aceptar los principios que las personas deben mantener en su conducta, y ni siquiera desean atenerse a lo que la conciencia y la razón dicen que deben hacer. Quieren hacer lo que les apetezca, lo que les haga felices, lo que las beneficie y las haga sentir cómodas. Creen que vivir bajo estas restricciones atentaría contra su voluntad, que sería una especie de abuso de sí mismas, que sería demasiado duro para ellas y que la gente no debería vivir así. Estas personas piensan que la gente debe vivir libre y liberada, complaciendo su carne y sus anhelos con desenfreno, así como sus ideales y deseos. Piensan que deben dar rienda suelta a todas sus ideas, decir lo que les dé la gana, hacer lo que les plazca e ir adonde deseen, sin tener que considerar las consecuencias ni los sentimientos de los demás, y especialmente sin tener en cuenta sus propias responsabilidades y obligaciones, ni los deberes que los creyentes deben cumplir, ni las realidades-verdad que deben defender y vivir, ni la senda vital que deben seguir. Este grupo de personas siempre quiere hacer lo que le apetezca en la sociedad y entre los demás, pero, vayan donde vayan, nunca pueden lograrlo. Creen que la casa de Dios hace hincapié en los derechos humanos, que concede plena libertad a las personas, y que se preocupa por la humanidad, y por tolerar y ser indulgente con la gente. Piensan que después de venir a la casa de Dios deberían poder satisfacer libremente su carne y sus deseos, pero como la casa de Dios tiene decretos administrativos y reglamentos, siguen sin poder hacer lo que les apetece. Por tanto, esta emoción negativa y represiva no se puede resolver ni siquiera después de entrar en la casa de Dios. No viven para cumplir ningún tipo de responsabilidad o completar ninguna misión, ni para convertirse en una persona auténtica. Su fe en Dios no se basa en cumplir con el deber de un ser creado, completar su misión y alcanzar la salvación. Con independencia de las personas entre las que se encuentren, los entornos en los que se desenvuelvan o la profesión a la que se dediquen, su objetivo último es encontrarse y satisfacerse a sí mismas. El objetivo de todo lo que hacen gira en torno a esto, y la autosatisfacción es su eterno deseo y la meta de su búsqueda.
Algunos os encargáis de ejercer de anfitriones de los hermanos y hermanas, y de cocinar para ellos, y llegado el caso les tienes que preguntar qué les gusta comer, además de preguntarte a ti mismo cuáles son los principios y requerimientos de la casa de Dios, y acto seguido acogerlos en base a estos dos tipos de principios. Si acoges a personas del norte de China, céntrate en preparar platos basados en trigo, como bollos al vapor, rollos mandarines y bollos rellenos. En ocasiones, también puedes preparar arroz o los fideos de arroz que se consumen en el sur de China. Todo esto es aceptable. Supongamos que la mayoría de la gente que acoges proviene del sur de China. No les gustan los platos de trigo, prefieren el arroz, y si no hay arroz se sienten como si no hubieran comido. Así pues, si los acoges, tienes que preparar arroz más a menudo y asegurarte de que tus platos se corresponden con los gustos de los originarios del sur de China. Si acoges a gente tanto del sur como del norte, entonces puedes hacer dos tipos de comida y dejar que elijan la que prefieran, concediéndoles libertad de elección. Acoger a hermanos y hermanas de esta manera concuerda con los principios, es un asunto muy sencillo. Mientras la mayoría esté satisfecha, con eso basta. No debes preocuparte sobre unos pocos raros individuos que no están satisfechos. Sin embargo, si la persona responsable de ser anfitriona no entiende la verdad y no sabe cómo gestionar los asuntos según los principios, y siempre obra según sus propias preferencias, preparando cualquier comida que quiera sin considerar si los demás van a comer a gusto, ¿qué clase de problema es este? Se trata de un exceso de obstinación y egoísmo. Algunas personas son del sur de China, y la mayoría de las que acogen son del norte. Hacen arroz todos los días sin tener en cuenta si los hermanos y hermanas están acostumbrados a él, y cuando uno intenta podarlas y darles algún consejo, aflora en su interior cierto tipo de emoción, y su corazón se vuelve reticente, desobediente y lleno de resentimiento, y dicen: “Cocinar en la casa de Dios no es fácil. Es muy difícil servir a esta gente. Trabajo duro de sol a sol para cocinar para vosotros, pero seguís siendo muy quisquillosos. ¿Qué hay de malo en comer arroz? ¿No comemos arroz los sureños tres veces al día? ¿No es una buena manera de vivir? Somos más fuertes que vosotros y tenemos más energía. ¿Qué es lo bueno de comer siempre fideos y bollos al vapor? ¿Podéis saciaros con eso? ¿Por qué a mí los fideos no me saben bien? ¿Por qué no me siento saciado al comerlos? Bueno, no puedo hacer nada al respecto. Supongo que para llevar a cabo mi deber en la casa de Dios tendré que aguantarme y contenerme. Si no me contengo, podrían reemplazarme o descartarme. Tendré que hacer fideos y bollos al vapor, entonces”. Cada día se atienen a esto con resentimiento, y piensan: “Ni siquiera puedo comer arroz en una comida. Lo que quiero es comer arroz en todas las comidas. No puedo sobrevivir sin arroz. Quiero comer arroz”. Aunque preparen fideos y bollos al vapor a diario y a regañadientes, su estado de ánimo es extremadamente bajo. ¿Por qué? Porque se sienten reprimidos. Piensan: “Tengo que serviros y cocinar lo que a vosotros os gusta y no lo que a mí me apetece. ¿Por qué siempre tengo que complaceros a vosotros y nunca a mí mismo?”. Se sienten agraviados, reprimidos, y les parece que su vida es agotadora. Se niegan a hacer cualquier trabajo adicional, y si hacen un poco es de manera superficial; tienen miedo de que los sustituyan o los echen si no hacen ningún trabajo. En consecuencia, lo único que pueden hacer es actuar de mala gana y a regañadientes, y ejecutar su deber de esta manera, sin experimentar ningún momento de felicidad, libertad o liberación. La gente les pregunta: “¿Cómo te sientes al acoger a los hermanos y hermanas y prepararles la comida?”. Responden: “En realidad no es tan agotador, pero me siento reprimido”. La gente dice: “¿Por qué te sientes reprimido? Tienes arroz, harina y verduras, lo tienes todo. Ni siquiera tienes que gastar tu propio dinero para comprar esas cosas. Basta con que de vez en cuando te esfuerces y trabajes un poco más que el resto. ¿No es eso lo que deberías hacer? Creer en Dios y cumplir con el deber son cosas gozosas. Son voluntarias. Entonces, ¿por qué te sientes reprimido?”. A eso responden: “Aunque hago estas cosas por voluntad propia, no puedo comer arroz muy a menudo o hacer lo que me apetece, ni comer lo que a mí me gusta y me parece delicioso. Tengo miedo de que me critiquen si me ven intentando cocinarme algo rico, así que me siento reprimido y nunca soy feliz”. Las personas así viven inmersas en emociones represivas porque no pueden satisfacer su deseo de comida.
Hay quien cultiva verduras en las granjas de la iglesia. ¿Cómo deben encargarse de esto? Han de plantar un cultivo adecuado de verduras en base a la estación, el clima, la temperatura y la cantidad de personas que deben alimentar. En la casa de Dios existen preceptos relativos al cultivo de diversas verduras, que para muchos pueden suponer un desafío. Hay ciertas verduras que a la gente le gusta comer a diario y otras que no. Algunas tienen reguladas sus porciones y otras se consumen de acuerdo con la estación. De este modo, la cantidad de verduras que las personas pueden comer es limitada. Algunos pensaron: “Oh, nunca podemos disfrutar del todo de comer esas verduras. Comemos unas pocas y se acaban. No hay demasiadas. Pasa con los tomates cherri, apenas nos da para un puñadito cada vez, y se terminan antes de que podamos saborearlos. Sería una maravilla comerlos a montones”. Así, en un lugar donde vivían unas diez personas, plantaron doscientas plantas de esta clase de tomates. Empezaban a comérselos en grandes cantidades desde que se levantaban por la mañana y no paraban hasta que se acostaban por la noche. Les resultaba muy emocionante consumir montones de tomates, cherris y de los normales, además de canastos enteros de pepinos. Sentían que aquellos eran días celestiales, que eran dichosos. Las personas así no pueden seguir las estipulaciones de la casa de Dios en sus actos, y no pueden cumplir con los principios de la ciencia. Se niegan a escuchar a nadie, dan prioridad a sus propios intereses, solo se consideran a sí mismas en todo y hacen lo que les apetece. Por consiguiente, bajo el control, la supervisión y la gestión de la casa de Dios, las que querían comer montones de fruta fueron sujetas a restricciones, y a algunas se las podó. Decidme, ¿cómo creéis que se sienten ahora? ¿Acaso no están increíblemente decepcionadas? ¿No les parece que el mundo es sombrío y que no hay amor ni calidez en la casa de Dios? ¿Acaso no se sienten increíblemente reprimidas? (Sí). No dejan de pensar: “¿Qué hay de malo en hacer lo que me apetece? ¿No puedo simplemente disfrutar de comer unas verduras? Ni siquiera me permiten comer montones de tomates cherri. ¡Qué tacaños! La casa de Dios no concede libertad a la gente. Si queremos comer tomates cherri, nos obligan a plantarlos en función de la cantidad de personas que haya que alimentar. ¿Qué problema hay en que yo plante doscientas o trescientas plantas? Si no nos los podemos comer todos, se los daremos a los animales”. ¿Es apropiado que comas tanto? ¿Acaso no deberías moderarte y limitarte en lo que consumes? La proporción que se come de los diversos alimentos creados por Dios debe basarse en su rendimiento y disponibilidad estacional. Los alimentos básicos deberían ser aquellos con un alto rendimiento, mientras que aquellos de bajo rendimiento, temporadas cortas, periodos breves de crecimiento o rendimiento restringido deberían consumirse en cantidades más pequeñas. En algunos lugares concretos ni siquiera los comen, y tampoco se están perdiendo nada. Es lo razonable. La gente siempre alberga deseos y anhela saciar su apetito constantemente. ¿Es esto lo apropiado? No es apropiado que las personas siempre alberguen deseos y tengan apetitos. La casa de Dios tiene sus propias reglas. En todos los aspectos del trabajo en la casa de Dios existen preceptos, sistemas apropiados y métodos de gestión. Si quieres ser miembro de la casa de Dios, debes cumplir estrictamente sus preceptos. No debes ser insolente, sino aprender a someterte y a actuar de un modo que resulte satisfactorio para todos. Esto se ajusta a las normas de la conciencia y la razón. Ninguno de los preceptos de la casa de Dios se ha establecido en beneficio de una sola persona, sino por el bien de todos los que forman parte de ella. Están pensados para salvaguardar el trabajo y los intereses de la casa de Dios. Estos preceptos y sistemas son razonables, y si las personas poseen conciencia y razón, han de seguirlos. Por tanto, hagas lo que hagas, por un lado, debes hacerlo de acuerdo con los preceptos y sistemas de la casa de Dios, y por otro, también tienes la responsabilidad y la obligación de defender todo esto, en lugar de actuar siempre en base a tus intereses y perspectivas personales. ¿No es así? (Sí). Si te sientes especialmente reprimido viviendo y trabajando en la casa de Dios, esto no se debe a ningún problema con los preceptos, sistemas o métodos de gestión de la casa de Dios, sino que más bien se trata de un problema personal tuyo. Supongamos que siempre quieres buscar la satisfacción propia y la de tus deseos en la casa de Dios, y siempre te sientes increíblemente reprimido, en absoluto libre ni liberado, sin paz ni alegría. Digamos que te sientes siempre incómodo y agraviado, que no puedes hacer lo que te apetece en ningún asunto, que no puedes comer o vestirte como te viene en gana, que no se te permite llevar ropa a la moda o provocativa, y te sientes miserable y a disgusto todos los días debido a estas cosas. Supongamos que siempre te parece que interactuar con tus hermanos y hermanas es incómodo, y piensas: “Estas personas siempre hablan sobre la verdad conmigo, y eso es demasiado engorroso. No quiero comportarme así. Lo único que quiero es vivir feliz, contento y libre. Siento que no soy tan libre y feliz como imaginé que sería creyendo en Dios. No quiero que nadie me limite. Siempre hay alguien gestionándome y limitándome, y me siento reprimido”. A la gente así le desagrada este tipo de entorno vital y siente aversión por él. Sin embargo, para recibir bendiciones, no tienen más remedio que comprometerse con él. No tienen dónde desahogar sus frustraciones, no se atreven a gritar y a menudo se sienten reprimidas. La única solución, el mejor método para tratar con esas personas, es decirles: “Puedes irte. Vete y come lo que quieras, viste la ropa que prefieras, vive la vida que anhelas, haz las cosas que desees, haz la carrera que quieras y persigue los objetivos y la dirección que te plazca. La casa de Dios no te retiene. Tanto tus pies como tus manos son libres, sin ataduras, al igual que tu corazón. Nadie te está limitando. Salvo por el hecho de que te has comprometido con la casa de Dios a alcanzar una meta determinada, nadie te ha impuesto estos preceptos ni te ha dicho que tengas, necesites y debas permanecer en la casa de Dios, o que de lo contrario la casa de Dios te hará algo”. Te digo la verdad, la casa de Dios no va a hacerte nada. Si quieres irte, puedes hacerlo en cualquier momento. Basta con que devuelvas los libros de las palabras de Dios a la iglesia y entregues cualquier trabajo que tengas entre manos. Puedes irte cuando quieras. La casa de Dios no te restringe, no es tu prisión ni una cárcel. La casa de Dios es un lugar libre, y sus puertas están abiertas de par en par. Si te sientes reprimido, es porque no puedes hacer lo que te apetezca, y eso significa que este lugar no es adecuado para ti. No es el hogar feliz que quieres encontrar, ni el lugar donde deberías quedarte. Si estás viviendo de una manera que contradice tanto tu voluntad, deberías marcharte. ¿Comprendes? La casa de Dios nunca obliga a los no creyentes ni a los que no persiguen la verdad. Si deseas hacer negocios, ser rico, tener una carrera o aventurarte en el mundo y hacerte conocido, entonces esa es tu búsqueda personal, y deberías regresar al mundo secular. La casa de Dios nunca limita la libertad de las personas. Sus puertas están abiertas de par en par. Los no creyentes y aquellos que no persiguen la verdad pueden salir de la casa de Dios y marcharse en cualquier momento.
Algunas personas simplemente no están dispuestas a llevar a cabo sus deberes ni a hablar sobre la verdad. No se han adaptado a la vida de iglesia, son incapaces de hacerlo y siempre se sienten particularmente desgraciadas e indefensas. Bueno, a esta gente le diría: Date prisa en marcharte. Vuelve al mundo secular para buscar tus propias metas y tu rumbo, y vive la vida que has de vivir. La casa de Dios nunca obliga a nadie. Ningún precepto, sistema o decreto administrativo de la iglesia está dirigido a ti como individuo. Si te parecen difíciles, si no puedes respetarlos y te sientes especialmente desgraciado y reprimido, entonces puedes elegir marcharte. Los aptos para permanecer en la iglesia son aquellos que son capaces de aceptar la verdad y defender los principios. Por supuesto, si te parece que no eres apto para quedarte en la casa de Dios, ¿habrá otro lugar adecuado para ti? Sí, el mundo es inmenso y habrá un lugar adecuado para ti. En resumen, si te sientes reprimido aquí, si no encuentras alivio, si quieres desahogarte a menudo y siempre existe la posibilidad de que aflore tu naturaleza, entonces corres peligro y no es adecuado que permanezcas en la casa de Dios. El mundo es inmenso, y siempre habrá un lugar apto para ti. Tómate tu tiempo para encontrarlo por tu cuenta. ¿No es esta una manera propicia de manejar este asunto? ¿Acaso no es racional? (Sí). Si estas personas se sienten tan incómodas y las sigues queriendo mantener aquí, ¿acaso no estás siendo un necio? Deja que se marchen y deséales éxito en el cumplimiento de sus sueños, ¿de acuerdo? ¿Cuáles son sus sueños? (Comer montones de tomates cherri). También quieren comer arroz y pescado en todas las comidas durante todo el año. ¿Qué otros sueños tienen? Despertarse todos los días a la hora que quieran, trabajar cuando les apetezca y que nadie los gestione o supervise cuando no quieran trabajar. ¿No es ese su sueño? (Sí). ¡Qué grandioso sueño! ¡Qué sublime! Decidme, ¿estas personas tienen buenas perspectivas? ¿Se encargan de hacer el trabajo que les corresponde? (No). En resumen, la gente así siempre está reprimida. Dicho con sencillez, desean complacer a la carne y satisfacer sus deseos. Son demasiado egoístas, quieren hacerlo todo acorde a sus propios caprichos y como a ellas les apetece, ignorando las reglas y sin ocuparse de los asuntos según los principios, sino actuando en base a sus propios sentimientos, preferencias y deseos, y obrando según sus propios intereses. Carecen de humanidad normal y la gente así no se ocupa del trabajo que le corresponde. Tales personas se sienten reprimidas en todo lo que hacen, dondequiera que van. Aunque vivieran solas, se sentirían reprimidas. Por decirlo amablemente, estos individuos no son prometedores y no se ocupan del trabajo que les corresponde. Para ser más precisos, su humanidad es anormal y son un poco ingenuos. ¿Cómo son los que se ocupan del trabajo que les corresponde? Son personas que consideran de manera sencilla sus necesidades básicas, como la comida, la ropa, la vivienda y el transporte. Mientras estas cosas cumplan un estándar normal, con eso les basta. Les importa más su senda en la vida, su misión como seres humanos, su perspectiva vital y sus valores. ¿En qué piensan todo el tiempo las personas poco prometedoras? Siempre están pensando en cómo holgazanear, en trucos para eludir sus responsabilidades, en cómo comer bien y divertirse, en su tranquilidad y comodidad física, sin tener en cuenta los asuntos importantes. Por tanto, se sienten reprimidas en el entorno y el ambiente del cumplimiento de su deber en la casa de Dios. En ella se requiere que adquieran ciertos conocimientos comunes y profesionales relativos a sus deberes, a fin de que puedan desempeñarlos mejor. La casa de Dios requiere que las personas coman y beban a menudo Sus palabras para poder comprender mejor la verdad, entrar en la realidad-verdad y conocer cuáles son los principios de cada acción. Todo esto que comparte y menciona la casa de Dios está relacionado con temas, asuntos prácticos y demás cuestiones que forman parte de la vida de las personas y el desempeño de sus deberes, y su propósito es ayudar a las personas a ocuparse del trabajo que les corresponde y a caminar por la senda correcta. Estas personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde y hacen lo que les apetece no desean hacer tales cosas pertinentes. El objetivo final que desean alcanzar al hacer lo que les viene en gana es su comodidad física, su placer y tranquilidad, y que no se les restrinja ni se les agravie de ninguna manera; es poder comer lo suficiente de lo que quieran, y hacer lo que les plazca. El motivo por el que a menudo se sienten reprimidas es la calidad de su humanidad y de su afán interior. Por mucho que les hables sobre la verdad, nada cambia en ellas y su represión no se resuelve. Esa es la clase de personas que son; no son más que cosas que no se ocupan del trabajo que les corresponde. Aunque en apariencia no hayan cometido ninguna maldad importante ni sean malas personas, y aunque parezca que solo han fracasado a la hora de cumplir los principios y preceptos, en realidad, su esencia-naturaleza es que no se ocupan del trabajo que les corresponde ni siguen la senda correcta. Esta clase de personas carecen de la conciencia y la razón de la humanidad normal, y no pueden alcanzar la inteligencia de esta. No piensan, reflexionan ni buscan los objetivos que las personas con humanidad normal deberían perseguir, ni las actitudes vitales y los métodos de existencia que dichas personas deberían adoptar. Cada día llenan sus mentes de pensamientos sobre cómo encontrar la tranquilidad física y el placer. Sin embargo, en el entorno de vida de la iglesia, no pueden satisfacer sus preferencias físicas, por lo que se sienten incómodas y reprimidas. Así es como surgen sus emociones. Decidme, ¿acaso no son agotadoras las vidas de estas personas? (Lo son). ¿Son vidas lastimosas? (No). Así es, no son lastimosas. Por decirlo suavemente, son el tipo de personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde. En la sociedad, ¿quiénes son los que no se ocupan de su trabajo? Los holgazanes, necios, vagos, gamberros, rufianes y vividores, la gente de ese tipo. No desean aprender ninguna habilidad o destreza nueva, y no quieren emprender carreras serias o encontrar un trabajo para salir adelante. Son los holgazanes y vividores de la sociedad. Se infiltran en la iglesia, y luego quieren conseguir algo a cambio de nada, obtener las bendiciones que les corresponden. Son unos oportunistas. Estos oportunistas nunca están dispuestos a desempeñar sus deberes. Si las cosas no salen como ellos quieren, aunque sea solo un poco, se sienten reprimidos. Desean siempre vivir con libertad, sin realizar ningún tipo de trabajo, y aun así quieren comer bien y vestir ropa buena, comer lo que les venga en gana y dormir cuando lo deseen. Piensan que cuando se dé un día como ese, sin duda será maravilloso. No quieren soportar siquiera unas pocas adversidades y desean una vida complaciente. A estas personas incluso vivir les resulta agotador; las emociones negativas las limitan. A menudo se sienten cansadas y confusas porque no pueden hacer lo que les apetece. No quieren ocuparse del trabajo que les corresponde ni de sus propios asuntos. No quieren dedicarse a un trabajo y ser constantes en él de principio a fin, tratándolo como su propia profesión y deber, como su obligación y responsabilidad; no quieren acabarlo y conseguir resultados, ni llevarlo a cabo según el mejor estándar posible. Nunca han pensado así. Lo único que quieren es actuar de manera superficial y utilizar su deber como un medio para ganarse la vida. Cuando se enfrentan a un poco de presión o a alguna forma de control, o cuando se les exige un estándar ligeramente superior o se les hace cargar con un poco de responsabilidad, se sienten incómodas y reprimidas. Estas emociones negativas surgen en su interior, la vida les resulta agotadora y se sienten desgraciadas. Una razón fundamental por la que a estas personas les resulta agotador vivir es que carecen de razón. Su razón está deteriorada, se pasan el día fantaseando, viviendo en un sueño, en las nubes, imaginando siempre las cosas más descabelladas. Por eso su represión es muy difícil de resolver. No les interesa la verdad, son no creyentes. Lo único que podemos hacer es pedirles que abandonen la casa de Dios, que vuelvan al mundo y encuentren su propio lugar de tranquilidad y comodidad.
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