Cómo perseguir la verdad (6) Parte 3

¿Cómo deben practicar las personas que poseen dones y talentos para evitar sentirse reprimidas? ¿Es eso fácil de lograr? (Sí). Entonces, ¿cómo puedes resolver las emociones negativas de represión que aparecen por no ser capaz de hacer uso de tu experiencia? Antes que nada, has de entender qué son las habilidades técnicas o cualquier tipo de talento o experiencia que la gente estudia o domina, ¿acaso son la vida misma? (No). ¿Se pueden clasificar como cosas positivas? (No). No se pueden clasificar como cosas positivas, como mucho, son una especie de herramienta. En la sociedad y en el mundo secular, como mucho son habilidades que permiten a las personas cubrir de forma adecuada sus propias necesidades y mantener su supervivencia. Sin embargo, a ojos de la casa de Dios, solo has adquirido una especie de habilidad técnica; se trata meramente de un tipo de conocimiento, un mero y simple conocimiento. Desde luego, no indica la nobleza o bajeza de alguien, no se puede decir que una persona sea más noble que otras solo porque posea cierta experiencia o habilidad. Entonces, ¿cómo se puede detectar la nobleza o bajeza de alguien? Fijándonos en su humanidad, en sus búsquedas y en la senda que sigue. Las destrezas técnicas o la experiencia solo pueden representar la habilidad o conocimiento específico que has adquirido, lo profunda o superficial que es tu comprensión de eso, y qué nivel de competencia has logrado en ello. Estas destrezas técnicas y experiencia solo se pueden discutir en términos de competencia, cantidad, profundidad y en si uno tiene una gran experiencia en ese campo o un conocimiento meramente superficial. No se pueden usar para evaluar la calidad de la humanidad de una persona, sus búsquedas o la senda que camina. No son más que una clase de conocimiento o herramienta. Este conocimiento o herramienta puede permitirte cumplir algunas tareas relacionadas, o volverte más competente en un trabajo concreto, pero esto solo te brinda un trabajo seguro y un medio de vida garantizado. Eso es todo. Al margen de cómo la sociedad vea tus habilidades técnicas y tu experiencia, en cualquier caso, así es como las ve la casa de Dios. La casa de Dios nunca considerará a alguien de manera diferente, no hará excepciones para ascenderlo, ni siquiera lo eximirá de cualquier forma de poda o de castigo o juicio, solo porque posea algún tipo de habilidad especial. Más allá de las habilidades técnicas o la experiencia que tenga una persona, su carácter corrupto sigue existiendo, y sigue siendo un ser humano corrupto. Los dones, talentos y habilidades técnicas de una persona son independientes de su carácter corrupto, no están relacionados con este, y tampoco tienen nada que ver con su humanidad o talante. Algunos individuos tienen un calibre ligeramente superior, una inteligencia algo más elevada o un ingenio y percepción un poco mayores, lo que les permite adquirir conocimientos un tanto más profundos al estudiar ciertas habilidades técnicas. Alcanzan logros y resultados ligeramente superiores, y consiguen más logros y resultados cuando realizan trabajos relacionados con esa profesión. En la sociedad, esto puede reportarles mayores beneficios económicos y un estatus, antigüedad o prestigio ligeramente superiores dentro de su campo. Eso es todo. Sin embargo, nada de esto indica la senda por la que caminan, sus búsquedas o su actitud ante la vida y la existencia. Las habilidades técnicas y la experiencia son cosas que pertenecen al ámbito puro del conocimiento y no tienen nada que ver con los pensamientos de una persona, sus puntos de vista o la perspectiva y postura que adopta ante cualquier cosa. No tienen ninguna relación con tales cosas. Ciertamente, las ideas que se promueven en algunos campos del conocimiento son herejías y falacias que desorientan a la gente al momento de comprender la verdad y reconocer las cosas positivas. Ese es un asunto totalmente diferente. En este caso, nos referimos al conocimiento puro y a las habilidades técnicas, que no proporcionan ningún apoyo y corrección positivos o activos para las actitudes corruptas o la humanidad normal de las personas. Tampoco tienen la capacidad de frenar o restringir el carácter corrupto de una persona. Esa es su naturaleza. Ya sea que uno se dedique a la literatura, la música o cualquier aspecto de las artes, a las ciencias, la biología, la química, el diseño, la arquitectura, el comercio o incluso a la artesanía, sea cual sea el campo, la naturaleza de su conocimiento técnico es así: esa es su esencia. ¿Creéis que lo que he dicho es correcto? (Sí). No importa a qué campo te dediques o qué conocimientos técnicos estudies, o si posees alguna experiencia innata, eso no es un indicativo de tu nobleza ni de tu bajeza. Por ejemplo, algunas personas creen que quienes se dedican a los negocios y la economía dentro de la sociedad, especialmente las élites, tienen un carácter noble y, dado que las profesiones y los conocimientos que han adquirido son muy reconocidos por el hombre y que obtienen unos ingresos especialmente altos, tienen un estatus social elevado. Sin embargo, tal opinión no existe en la casa de Dios, y en ella no se los evaluará de esta manera. Debido a que los principios y estándares que utilizan estas personas para valorar este asunto no se basan en la verdad sino en entendimientos humanos, que pertenecen al conocimiento humano, tales puntos de vista no son sostenibles en la casa de Dios. Por poner otro ejemplo, algunas personas son pescadores, vendedores ambulantes o artesanos en la sociedad; se los considera de baja categoría y allí nadie los tiene en alta estima. Sin embargo, en la casa de Dios, todo el pueblo escogido de Dios es igual. Ante la verdad, todos son iguales, y no hay distinción entre personas nobles o humildes. No se te considerará honorable porque tengas un alto estatus o te dediques a una profesión noble en la sociedad, ni se te considerará humilde porque desempeñes en ella una ocupación de bajo estatus. Por tanto, en la casa de Dios y a Sus ojos, que tu identidad, tu valía y tu estatus sean considerados altos o bajos no tiene absolutamente nada que ver con tus habilidades profesionales, tu competencia técnica o la experiencia que poseas. Hay quien dice: “Yo era comandante, general y mariscal en el ejército”. Y yo le digo: “Tú, hazte a un lado”. ¿Por qué debes hacerte a un lado? Porque tu carácter satánico es demasiado grave, y me repugna mirarte. Primero, dedica algún tiempo a leer las palabras de Dios, adquiere una comprensión de algunas verdades, y vive un poco a semejanza humana, y entonces, cuando vuelvas, todo el mundo te podrá aceptar. En la casa de Dios, no se te estimará por haber realizado en la sociedad un tipo de trabajo que el hombre considere noble, ni se te menospreciará por haber tenido en otro tiempo un estatus bajo en la sociedad. Los estándares y principios que se utilizan en la casa de Dios para evaluar a las personas se basan únicamente en los criterios de la verdad. Entonces, ¿cuáles son los criterios de la verdad? Estos criterios presentan aspectos específicos. En primer lugar, se evalúa a las personas en función de la calidad de su humanidad, si tienen conciencia y razón, un buen corazón y sentido de la justicia; en segundo, se las evalúa en función de si aman o no la verdad, y por qué senda caminan: si persiguen la verdad, aman las cosas positivas y aman la equidad y la rectitud de Dios, o si no persiguen la verdad, sienten aversión por ella y las cosas positivas, se dedican siempre a empeños personales, etcétera. Por tanto, con independencia de si posees algún tipo de habilidad o experiencia técnica, o de si no tienes ninguna habilidad o experiencia profesional, en la casa de Dios se te tratará de forma equitativa. La casa de Dios siempre ha funcionado así, lo sigue haciendo ahora y lo seguirá haciendo en el futuro. Estos principios y estándares nunca cambiarán. Por tanto, los que tienen que cambiar son aquellos que se sienten reprimidos porque no pueden hacer uso de su experiencia. Si realmente crees que Dios es recto, que es la verdad la que gobierna la casa de Dios, y que hay equidad y rectitud en ella, entonces te pido que te apresures y dejes de lado tus puntos de vista y opiniones incorrectos con respecto a las habilidades técnicas y la experiencia. No pienses que poseer algunos dones o un poco de experiencia te hace superior. Aunque poseas habilidades técnicas o experiencia de las que otros carecen, tu humanidad y tu carácter corrupto no difieren de los de los demás. A ojos de Dios, no eres más que una persona corriente, y no tienes nada de especial. Puede que digas: “Antes era un alto funcionario”, pero sigues siendo una persona corriente. También: “Solía hacer grandes cosas”, pero sigues siendo una persona corriente. O: “Yo solía ser un héroe”, pero no importa qué clase de héroe o celebridad fueras, no sirve de nada. Desde la perspectiva de Dios, sigues siendo una persona corriente. Este es un aspecto de la verdad y los principios que la gente debe entender sobre las habilidades técnicas y algunos tipos de experiencia. Otro aspecto es cómo abordar estas habilidades profesionales y esta experiencia; se trata de una senda de práctica específica que la gente debe entender. En primer lugar, debes tener claro en tus pensamientos y en tu conciencia que, con independencia de las habilidades profesionales o la experiencia que poseas, no vienes a la casa de Dios a realizar un trabajo, a demostrar tu valía, a ganar un sueldo o a ganarte la vida. Estás aquí para desempeñar tu deber. Tu única identidad en la casa de Dios es la de hermano o hermana, es decir, la de un ser creado a ojos de Dios. No tienes una segunda identidad. Un ser creado a ojos de Dios no es un animal, un vegetal o un diablo. Es un ser humano, y como ser humano, debes desempeñar tu deber. Desempeñar tu deber como ser humano es el objetivo más básico que debes tener para entrar en la casa de Dios, y el punto de vista más fundamental que debes poseer. Debes decir: “Soy una persona. Soy alguien con humanidad normal, conciencia y razón. Debo desempeñar mi deber”. Este es el pensamiento y el punto de vista que la gente debe poseer en primer lugar, en cuanto a la teoría. Lo siguiente es cómo debes llevar a cabo tu deber: ¿debes escucharte a ti mismo o a Dios? (Escuchar a Dios). Así es, y ¿por qué debes escuchar a Dios? En principio y en teoría, la gente sabe que debe escuchar a Dios, que Él es la verdad y que tiene la última palabra. Este es el punto de vista que uno debe tener en cuanto a la teoría. En la realidad, uno no cumple con este deber por sí mismo, tampoco por su familia, por su existencia cotidiana, su carrera o empeño personal, sino por la obra de Dios, por la gestión que Él realiza para salvar a la humanidad. No tiene nada que ver con tus asuntos personales. Es necesario que comprendas y poseas este punto de vista. Después de tener este punto de vista, lo siguiente es entender que, puesto que el desempeño del deber no se hace por uno mismo, sino por la obra de Dios, hay que orarle y pedirle que nos enseñe cómo debemos cumplir con este deber, y cuáles son los principios y requisitos de la casa de Dios. Cumple con tu deber como Dios te diga que lo hagas, haciendo lo que Él te pida, sin decir nada al respecto, sin vacilar ni negarte. Eso es un imperativo. Dado que esta es la casa de Dios, es justo y apropiado que la gente desempeñe los deberes que debe desempeñar aquí. Sin embargo, la gente no lo hace por sí misma, por su existencia cotidiana, su vida, su familia o su profesión. Entonces, ¿para qué lo hace? Por la obra y la gestión de Dios. No importa de qué profesión específica o tipo de trabajo se trate, si es tan pequeño como un signo de puntuación o un estilo de formato, o tan significativo como un artículo específico de trabajo, todo cae dentro del ámbito de la obra de Dios. Por tanto, si posees la razón, debes preguntarte primero: “¿Cómo debo llevar a cabo este trabajo? ¿Cuáles son los requerimientos de Dios? ¿Qué principios ha establecido la casa de Dios?”. A continuación, enumera uno por uno los principios pertinentes y actúa en estricta conformidad con cada regla y principio. Mientras se ajuste a los principios y no se extienda más allá de su alcance, todo lo que hagas será apropiado, y Dios lo tratará y clasificará como si estuvieras desempeñando tu deber. ¿No es esto algo que la gente debería entender? (Sí). Si entiendes esto, no deberías estar siempre reflexionando sobre cómo deseas hacer las cosas o qué deseas hacer. Pensar y actuar así carece de razón. ¿Deberían hacerse cosas que carecen de razón? No. Si deseas hacerlas, ¿qué debes hacer al respecto? (Rebelarme contra mí mismo). Debes rebelarte contra ti mismo, desprenderte de ti mismo y dar prioridad a tu deber y a los requerimientos y principios de la casa de Dios. Si te sientes a disgusto y satisfaces tus intereses y aficiones en tu tiempo libre, la casa de Dios no interferirá en ello. Este es un aspecto de lo que debes comprender: cuál es tu deber y cómo debes desempeñarlo. Otro aspecto se refiere a la cuestión de la experiencia y las habilidades profesionales de las personas. ¿Cómo debes enfocar esta cuestión? Si la casa de Dios necesita que aportes la experiencia y las habilidades profesionales en las que destacas o que ya dominas, ¿cuál debe ser tu actitud? Deberías aportarlas sin reservas, para que cumplan su función y demuestren su valor en tu deber en la mayor medida posible. No debes permitir que se desperdicien; debes utilizarlas puesto que puedes emplearlas, las entiendes y las dominas. ¿Cuál es el principio de su utilización? Se trata de que, sea lo que sea lo que necesite la casa de Dios, cuánto lo necesite y en qué medida lo necesite, emplees estas habilidades de forma comedida y mesurada. Aplica tus habilidades técnicas y tu experiencia en tu deber, para que cumplan su función y te capaciten para obtener mejores resultados en tu deber. De este modo, ¿acaso no habrás adquirido tus competencias y conocimientos profesionales por un motivo? ¿Acaso no tendrán valor? ¿Acaso no habrás hecho una contribución? (Sí). ¿Estáis dispuestos a contribuir de esta manera? (Sí). Eso es bueno. En cuanto a las habilidades y experiencia que no tienen utilidad alguna en la casa de Dios, esta simplemente no las requiere ni las fomenta, y quienes poseen tales habilidades o experiencia no deben ejercerlas arbitrariamente. ¿Cómo debes entender este asunto? (Debo abandonar tales habilidades). Exacto, lo más sencillo es abandonarlas, actuar como si nunca las hubieras aprendido. Decidme, si te desprendes de ellas voluntariamente, ¿seguirán apareciendo y perturbándote cuando te halles en el proceso de desempeñar tu deber? No. ¿Acaso no depende de ti decidirlo? Apenas son una pizca de conocimiento. ¿Cuántos problemas y qué efectos pueden causar? Trátalos como si nunca los hubieras aprendido, como si no los poseyeras, y entonces, ¿acaso de este modo no se acabará el problema? Debes manejar este asunto correctamente. Si es algo que la casa de Dios no requiere que hagas, no sigas mostrando a la fuerza tus habilidades para presumir, para satisfacer tus propios intereses, o para mostrar a todo el mundo que conoces algunos trucos. Eso está mal. Eso no es cumplir con tu deber y nadie lo va a recordar. Déjame decirte que no solo quedará en el olvido, sino que encima será condenado, porque no estás desempeñando tu deber, te estás dedicando a empeños personales, y eso es muy grave. ¿Por qué es grave? Porque, en su naturaleza, es un trastorno y una perturbación. La casa de Dios te ha dicho repetidas veces que no debes hacer las cosas de esa manera, o siquiera hacerlas, ni tampoco usar ese tipo de método, pero tú no escuchas. Las sigues haciendo, sigues negándote a desprenderte de ellas e insistes. ¿No es eso una perturbación? ¿No es deliberado? Sabes muy bien que la casa de Dios no necesita estas cosas, y sin embargo sigues haciéndolas a propósito. ¿No será que disfrutas presumiendo? Si los vídeos o programas que haces humillan a Dios, entonces las consecuencias serán inimaginables, y tu transgresión será enorme. Entiendes esto, ¿verdad? (Sí). Por tanto, en cuanto a las cosas que disfrutas personalmente y a las habilidades profesionales que posees, si te gustan, si te interesan, si las aprecias, hazlas en casa, en privado. No pasa nada. Pero no las exhibas públicamente. Si quieres mostrar algo de forma pública, debes ser capaz de hacerlo siguiendo un alto estándar, y no humillar a Dios o desacreditar a Su casa. No se trata simplemente de si posees perspicacia o de lo competente que eres en ciertas habilidades profesionales. No es tan sencillo. Existe una base para los principios y estándares que exige la casa de Dios para cada trabajo que hacéis, además de para la dirección y objetivos que os guían en vuestro trabajo en cada etapa. Todas ellas están destinadas a salvaguardar la obra y los intereses de la casa de Dios, no a trastornarlos, perturbarlos, desacreditarlos o destruirlos. Si vuestro calibre personal, perspicacia, experiencia y gusto no pueden estar a la altura de estos, o se quedan cortos, entonces compartidlo en privado, y pedid guía y ayuda a aquellos que entienden y pueden estar a la altura de ellos. No os resistáis, no alberguéis siempre emociones negativas solo porque no se os permita hacer ciertas cosas. Vuestros escasos trucos simplemente no son lo suficientemente buenos. ¿Por qué digo que no sois lo bastante buenos? Porque vuestros pensamientos y puntos de vista están demasiado distorsionados. Vuestro gusto, perspicacia, juicio y experiencia no solo son inadecuados e insatisfactorios, sino que también albergáis muchas nociones religiosas antiguas. Tales nociones religiosas son demasiado numerosas y están demasiado arraigadas, e incluso algunos jóvenes de veinte años tienen pensamientos y nociones muy anticuados. Aunque sois personas de la era moderna, que estudiáis técnicas modernas y poseéis ciertos conocimientos profesionales, debido a que no comprendéis la verdad, vuestras perspectivas, puntos de vista y posturas con respecto a diversos asuntos y los pensamientos que poseéis son todos anticuados. Por consiguiente, por muchos conocimientos profesionales que adquiráis, vuestros pensamientos seguirán siendo anticuados. Debes comprender este problema y esta situación real. Por tanto, debes desprenderte de aquellas cosas que la casa de Dios requiere que eliminéis, prohibáis o que no os permite usar. Tenéis que aprender a obedecer. Si no comprendes las razones subyacentes de esto, al menos, debes poseer suficiente razón para aprender a obedecer, y actuar primero basándote en los requisitos de la casa de Dios. No te resistas, primero aprende a someterte.

Después de haber hablado sobre la postura correcta que deben tomar las personas con respecto a las destrezas profesionales que poseen, ¿qué más debes entender? En el proceso de desempeñar tu deber, si fracasas debido a que has aplicado mal ciertas destrezas técnicas o experiencia, lo cual ha generado trastornos y pérdidas en el trabajo de la iglesia, y afrontas la poda, ¿qué debes hacer? Eso es fácil de gestionar. Vuélvete enseguida y arrepiéntete, y la casa de Dios te dará la oportunidad de corregir tus errores. Porque nadie es perfecto, todo el mundo comete errores y tiene momentos en los que se siente confundido. Los errores no son motivo de preocupación, lo que es preocupante es que sigas cometiendo los mismos una y otra vez, que incurras en los mismos errores de forma persistente y no cambies hasta que llegues al final del camino. Si te das cuenta de tus errores, corrígelos. No es tan difícil, ¿verdad? Todo el mundo ha cometido errores, así que nadie debería ridiculizar a otro. Si puedes reconocer tus errores después de cometerlos, aprender la lección y cambiar, entonces progresarás. Además, si el problema se debe a una falta de competencia en tu trabajo, puedes seguir aprendiendo y dominar las destrezas necesarias, y el problema podrá resolverse. Si puedes asegurarte de que no cometerás ese error en el futuro, ¿acaso no acabará todo ahí? Es un asunto muy sencillo. No hay necesidad de que te sientas reprimido solo porque cometes errores constantemente por la mala aplicación de tus destrezas profesionales, y te enfrentas a la poda. ¿Por qué te sientes reprimido? ¿Por qué eres tan frágil? Con independencia de la situación o el entorno laboral, las personas a veces cometen errores, y hay ámbitos en los que sus calibres, percepciones y perspectivas se quedan cortas. Esto es normal, y tienes que aprender a manejarlo correctamente. En cualquier caso, sea cual sea tu práctica, debes afrontarla y gestionarla de forma correcta y activa. No te deprimas ni te sientas negativo o reprimido cuando te enfrentes a cierta dificultad, y no caigas en emociones negativas. No hay necesidad de nada de eso, no hagas de esto gran cosa. Lo que debes hacer es reflexionar inmediatamente sobre ti mismo, y determinar si existe un problema con tus destrezas profesionales o con tus intenciones. Examina si se trata de impurezas en tus acciones o si la culpa es de ciertas nociones. Reflexiona sobre todos los aspectos. Si se trata de un problema de falta de competencia, puedes seguir aprendiendo, buscar a alguien que te ayude a explorar soluciones o consultar con personas del mismo campo. Si las malas intenciones entran en juego, relacionadas con un problema que se puede resolver a través de la verdad, puedes acudir a los líderes de la iglesia o a alguien que entienda la verdad para consultarles y hablar sobre ello. Habla con ellos sobre el estado en el que te encuentras y deja que te ayuden a resolverlo. Si es un asunto que involucre nociones, una vez que las hayas examinado y comprendido, puedes analizarlas y entenderlas, y luego apartarte y rebélate contra ellas. ¿Acaso no es eso todo? Los días venideros aún te aguardan, mañana volverá a salir el sol y tienes que seguir viviendo. Ya que estás vivo, ya que eres humano, debes seguir desempeñando tu deber. Mientras estés vivo y tengas pensamientos, debes esforzarte por cumplir con tu deber y completarlo. Este es un objetivo que nunca debe cambiar a lo largo de la vida de una persona. No importa cuándo, no importan las dificultades que encuentres, no importa a qué te enfrentes, no debes sentirte reprimido. Si te sientes reprimido, te estancarás y caerás derrotado. ¿Qué clase de personas se sienten siempre reprimidas? Los débiles y los necios suelen sentirse así. Pero tú no careces de corazón ni de pensamientos, así que ¿por qué te sientes reprimido? Es solo que en este momento tus destrezas técnicas o tu experiencia no se utilizan con normalidad. ¿Qué significa que se utilicen con normalidad? Equivale a hacer lo que la casa de Dios requiere de ti y aplicar las habilidades técnicas aprendidas para cumplir con los estándares requeridos por la casa de Dios. ¿No es eso suficiente? ¿No es eso lo que llamamos una utilización normal? La casa de Dios no te prohíbe utilizar tus habilidades. Simplemente desea que las utilices con un propósito, con moderación, según los estándares y principios, en lugar de utilizarlas de manera imprudente. Aparte de eso, la casa de Dios no interfiere en asuntos que no tengan que ver con el desempeño de tus deberes o en tu vida personal. La casa de Dios tiene reglas estrictas y estándares obligatorios solo para los asuntos relacionados con el desempeño de tus deberes. Por consiguiente, cuando se trata de manejar tus habilidades y experiencia profesionales, no estás atado de pies y manos, y tus pensamientos no están controlados. Tienes libertad de pensamiento, las manos y pies sueltos, y tu corazón también es libre. Lo que ocurre es que, cuando te surgen emociones negativas, optas por echarte para atrás, deprimirte, negarte y resistirte. Pero si eliges afrontar las cosas de una forma positiva, escuchar con atención y seguir los principios, las reglas y los requerimientos de la casa de Dios, no te encontrarás sin una senda que seguir ni sin cosas que hacer. No eres un inútil, un débil o un necio. Dios te ha dado libre albedrío, un pensamiento y una humanidad normales. Por tanto, tienes un deber que desempeñar, y has de cumplir con tu propio deber. Además, posees habilidades profesionales y experiencia, por lo que, en la casa de Dios, eres una persona útil. Si puedes utilizar tu experiencia como es debido en ciertos aspectos del trabajo de la casa de Dios que implican destrezas profesionales y experiencia, encontrarás tu lugar y cumplirás con el deber de un ser creado. Mientras te mantengas firme en tu lugar, cumplas con tu deber adecuadamente y hagas bien tu trabajo, no serás una persona inútil, sino alguien útil. Si puedes cumplir con tu deber, tener pensamientos y trabajar de forma competente, no importa a qué dificultades te enfrentes, no debes sentirte reprimido, no debes echarte para atrás, ni debes negarte o escapar. En este momento, lo que debes hacer es no sumirte en emociones negativas de las que no puedas salir. No debes quejarte como una mujer resentida de que la casa de Dios es injusta, de que tus hermanos y hermanas te desprecian, o de que la casa de Dios no te valora o no te da oportunidades. De hecho, la casa de Dios te ha dado oportunidades y te ha confiado el deber que debes cumplir, pero tú no lo has manejado bien. Te atuviste a tus propias decisiones y exigencias, no escuchaste atentamente las palabras de Dios ni prestaste atención a los principios que Su casa te indicó con respecto a tu trabajo. Eres demasiado obstinado. Por tanto, si estás atrapado en la emoción negativa de la represión, no es responsabilidad de nadie más. No es que la casa de Dios te haya defraudado, y mucho menos que aquí no se te pueda tolerar. Se trata de que no has utilizado plenamente tus capacidades en el cumplimiento de tu deber. No has manejado ni utilizado de forma correcta tu profesión y tus conocimientos técnicos. No has abordado este asunto racionalmente, sino que te has opuesto de forma impulsiva y con emociones negativas. Este es tu error. Si te desprendes de tus emociones negativas y sales de este estado de represión, te darás cuenta de que hay muchas tareas que puedes hacer y muchas que están pendientes. Si puedes salir de estas emociones negativas y afrontar tu deber con una actitud positiva, te darás cuenta de que el camino que tienes por delante es luminoso, no oscuro. Nadie bloquea tu visión ni obstaculiza tus pasos. Se trata simplemente de que no deseas avanzar. Tus preferencias, deseos y planes personales han obstaculizado tus pasos. Deja estas cosas a un lado, despréndete de ellas, aprende a adaptarte al entorno de trabajo en la casa de Dios, a adaptarte a la ayuda y al apoyo que te dan tus hermanos y hermanas, y al método de cumplir con tu deber y de trabajar en la casa de Dios. Poco a poco, abandona tus preferencias, deseos e ideas irreales y fantasiosas. Poco a poco, saldrás de forma natural de estas emociones negativas de represión. Otra cosa que debes comprender es que, por muy avanzadas que sean tus destrezas y experiencia profesionales, estas no representan tu vida. No representan tu madurez en la vida ni que ya hayas recibido la salvación. Si cumples con tu deber en la casa de Dios de una manera normal y obediente de acuerdo con los principios-verdad, utilizando tus destrezas profesionales y experiencia, entonces lo estarás haciendo bien aquí y serás un miembro auténtico de la casa de Dios. Sin embargo, siempre enarbolas la bandera de cumplir con tu deber, te aprovechas de la oportunidad de desempeñar tu deber, de las oportunidades que te da la casa de Dios, y te atienes a tus preferencias, ambiciones y deseos de hacer pleno uso de tu propia experiencia, a fin de perseguir tu propia profesión y esfuerzos personales, y como consecuencia te encuentras en un callejón sin salida y te sientes reprimido. ¿Quién ha causado esta represión? Tú mismo. Si sigues yendo tras objetivos personales mientras cumples con tu deber en la casa de Dios, esto no va a funcionar aquí, porque has venido al lugar equivocado. De principio a fin, lo que se discute en la casa de Dios es la verdad, son los requerimientos de Dios y Sus palabras. Aparte de esto, no hay nada más que hablar. Por tanto, con independencia de los requerimientos que se le hacen a la gente por parte de la casa de Dios en cualquier aspecto de su trabajo o profesión, o en cualquier arreglo especial de la obra, no están dirigidos a ningún individuo particular, ni tienen como fin suprimir a nadie o extinguir el entusiasmo o el orgullo de nadie. Son solo en aras de la obra de Dios, para dar testimonio de Él, difundir Su palabra y llevar a más gente ante Su presencia. Ciertamente, van destinados a que todos y cada uno de los aquí presentes os embarquéis lo antes posible en la senda de perseguir la verdad y entrar en la realidad de esta. ¿Lo entendéis? Si los ejemplos mencionados hoy se aplican a ciertos individuos, no os desaniméis. Si estás de acuerdo con lo que digo, acéptalo. Si no estás de acuerdo y te sigues sintiendo reprimido, entonces continúa en tu represión. Vamos a ver hasta qué punto se pueden sentir reprimidas estas personas, y cuánto pueden aguantar en la casa de Dios mientras acarrean tales emociones negativas, sin perseguir la verdad ni cambiar.

Si no se desprenden de la represión, aquellos que viven en esta emoción negativa se enfrentan a otra desventaja. En cuanto se les presenta una oportunidad, se ponen a trabajar de un salto, toman las riendas por su cuenta e ignoran todos los requerimientos, reglas y principios de la casa de Dios, y así actúan de manera imprudente y complaciendo plenamente sus propios deseos. Una vez que hacen su jugada, las consecuencias son inimaginables. En menor medida pueden causar pérdidas financieras a la casa de Dios, o en una proporción mayor pueden trastornar la obra de la iglesia. Si esos líderes y supervisores eluden su responsabilidad y no resuelven los problemas, esto también afectará al trabajo de expandir el evangelio de la casa de Dios, lo que implica resistirse a Él. Si a estas personas les ocurren tales incidentes y consecuencias, les llegará su fin. En lugar de prever su futuro, es mejor que se desprendan pronto de la represión y cambien las actitudes y opiniones que continuamente han mantenido al sobreestimar y dar importancia a las habilidades técnicas y la experiencia. Es importante que inviertan sus puntos de vista y no se aferren a ellas. Y no deben aferrarse a ellas no porque sean esencialmente insignificantes en la casa de Dios o por mi juicio u opinión negativa hacia estas cosas. Es porque las destrezas técnicas y la experiencia son esencialmente un tipo de herramienta. No representan la verdad ni la vida. Cuando desaparezcan los cielos y la tierra, cualquier destreza técnica y experiencia también perecerá, mientras que las cosas positivas y las verdades adquiridas por los humanos no solo no perecerán, sino que nunca se extinguirán. No importa lo profundas, grandes o insustituibles que sean las destrezas técnicas o la experiencia especial que poseas, no pueden cambiar a la humanidad ni al mundo, ni pueden cambiar ni siquiera un pequeño pensamiento o punto de vista que tenga la gente. Si no pueden cambiar siquiera un pequeño pensamiento o punto de vista, ni mucho menos cambiarán el carácter corrupto de los seres humanos, que son aún menos capaces de cambiar. No pueden cambiar a la humanidad, ni pueden cambiar el mundo. No pueden determinar el presente de la humanidad, sus días venideros o su futuro, y ciertamente no pueden determinar el destino de la humanidad. Así son las cosas. Si no Me crees, espera y verás. Si no crees en Mis palabras, y sigues apreciando cosas como el conocimiento, las destrezas técnicas y la experiencia, verás quién se retrasará cuando las aprecies hasta el final y lo que ganarás de ellas. Algunas personas son muy hábiles, conocen mejor la tecnología informática que una persona media y sobresalen en este campo. Son técnicos superiores, se comportan con aire de superioridad allá donde van y proclaman: “Soy muy diestro con la computadora, soy ingeniero informático”. Si sigues comportándote así, veremos qué tan lejos llegas realmente y dónde vas a acabar. Deberías despojarte de ese título y redefinirte. Eres una persona corriente. Comprende que las habilidades técnicas y la experiencia provienen de los seres humanos. Se limitan a la capacidad mental y los pensamientos de las personas, a lo sumo inundan las neuronas de sus cerebros, dejan impresiones y huellas en sus recuerdos. Sin embargo, no tienen ningún impacto positivo en el carácter-vida de una persona, ni en su senda futura. No aportan ningún beneficio real. Si sigues aferrándote a tus habilidades técnicas o experiencia y no estás dispuesto a dejarlas ir, ya que siempre piensas que son preciadas y adorables, y crees que por poseerlas eres superior, estás por encima de los demás y mereces honores, entonces Yo digo que eres un necio. Esas cosas no valen nada. Espero que intentes desprenderte de ellas, que te liberes del título de técnico o profesional, que salgas de esos ámbitos y aprendas a decir y hacer de todo, y a tratar a todos y a todo con los pies en la tierra. No te dejes llevar por ideas fantasiosas ni tengas la cabeza en las nubes. Por el contrario, debes tener los pies bien plantados en el suelo, hacer las cosas con los pies en la tierra y comportarte de forma práctica. Debes aprender a hablar con honestidad, sinceridad y realismo, fomentando los pensamientos y puntos de vista, y las perspectivas y las posturas correctos hacia las personas y las cosas. Esto es fundamental. Significa que debes desprenderte y eliminar las habilidades técnicas y la experiencia que has guardado en tu corazón durante muchos años y que han ocupado tu corazón y tus pensamientos, y que puedes aprender cosas tan fundamentales como la forma de comportarte, la forma de hablar, la forma de contemplar a las personas y las cosas, y la forma de cumplir adecuadamente con tu deber de acuerdo con las palabras y los requerimientos de Dios. Todo esto es relevante para las sendas que recorren las personas, para su existencia y su futuro y estas cosas relevantes puede cambiar y determinar tu destino y salvarte. Por otro lado, las habilidades técnicas y la experiencia no pueden cambiar tu destino o tu futuro. No pueden determinar nada. Si utilizas estas habilidades y experiencia para realizar un trabajo en la sociedad, puede que solo te ayuden a ganarte la vida o a vivir un poco mejor. Pero déjame decirte que cuando entras en la casa de Dios, no determinan nada. Al contrario, pueden convertirse en obstáculos para el cumplimiento de tu deber e impedir que seas una persona normal y corriente. Por consiguiente, pase lo que pase, primero debes tener la comprensión y la perspectiva correctas con respecto a ellos. No pienses que tienes un talento especial ni creas que en la casa de Dios eres extraordinario, superior a los demás o más especial que ellos. No eres especial en absoluto, al menos no a Mis ojos. Además de poseer algunas destrezas especiales o conocimientos y habilidades que otros no tienen, no eres diferente de los demás. Tus palabras, tus acciones y conducta, y tus pensamientos y puntos de vista están llenos de las toxinas de Satanás, repletos de pensamientos y puntos de vista distorsionados y negativos. Hay muchas cosas que has de cambiar, a las que debes darle un giro. Si permaneces atrapado en un estado de complacencia, autosatisfacción y admiración propia, entonces eres demasiado necio y te sobrestimas. Incluso si alguna vez hiciste alguna contribución a la casa de Dios debido a tus destrezas y experiencia profesional, no vale la pena que sigas apreciando estas cosas. No vale la pena dedicar toda tu vida a ninguna destreza o experiencia profesional, ni siquiera poner en peligro tu futuro y tu maravilloso destino para apreciarlas, defenderlas, protegerlas y aferrarte a ellas, o llegar incluso a vivir y morir por ellas. Claro está que tampoco debes dejar que su existencia afecte a tus pensamientos y emociones en ningún aspecto, y menos aún sentirte reprimido por ellas, porque las pierdas o porque nadie las reconozca. Ese sería un planteamiento insensato e irracional. Por decirlo sin rodeos, son como prendas de vestir, que pueden desecharse o recogerse y ponerse en cualquier momento. No tienen nada de extraordinario. Te las pones cuando las necesitas, y puedes quitártelas y desecharlas cuando no. Deberías sentirte indiferente ante ellas; esa es la actitud y el punto de vista que deberías tener ante cualquier conocimiento, habilidad o experiencia. No deberías apreciarlos ni considerarlos como tu propia vida, ni encontrar alegría o felicidad gracias a ellos, ni vivir y morir por su causa. Eso no es necesario. Deberías abordarlos racionalmente. Ciertamente, si te quedas atrapado en emociones negativas de represión a causa de ellos, y esto afecta el cumplimiento de tus deberes y al asunto más importante de tu vida, que es perseguir la verdad, eso es todavía más inaceptable. Puesto que no son más que una herramienta que puedes utilizar o desechar en cualquier momento, no deberían evocar ningún apego o sentimiento en ti. Así pues, no importa cómo trate la casa de Dios las habilidades profesionales o la experiencia que hayas adquirido, si las aprueba o te pide que renuncies a ellas, o incluso si las condena y critica, no debes tener ideas propias. Debes aceptar el asunto de parte de Dios, afrontarlo y tratarlo racionalmente con las posiciones y perspectivas correctas. Si la casa de Dios utiliza tus habilidades pero las encuentra deficientes, entonces puedes aprender y acabar por mejorarlas. Si la casa de Dios no las utiliza, debes desprenderte de ellas sin vacilar, sin preocupaciones y sin dificultades; así de sencillo. El hecho de que a la casa de Dios no le sirvan tus habilidades y experiencia profesionales no va dirigido a ti personalmente, ni te priva del derecho a desempeñar tu deber. Si no desempeñas tu deber, se debe a tu propia rebeldía. Si dices: “La casa de Dios me ningunea, desprecia mis talentos y los conocimientos que he adquirido, y no me trata como a un individuo con talento. Así pues, no cumpliré más con mi deber”, esa es tu decisión personal de no cumplir con tu deber; no es que la casa de Dios te haya negado la oportunidad o te haya quitado el derecho de cumplirlo. Si no desempeñas tu deber, eso equivale a renunciar a tu oportunidad de salvación. Como priorizas el mantenimiento de tus habilidades profesionales, tu experiencia y tu dignidad personal, abandonas el desempeño de tu deber y la esperanza de recibir la salvación. Dime, ¿es esto racional o irracional? (Es irracional). ¿Es esto necio o sabio? (Necio). Entonces, ¿hay una senda para lo que debes elegir? (Sí). Hay una senda. Entonces, ¿todavía te sientes reprimido? (No). Ya no te sientes reprimido, ¿verdad? Tanto las personas que poseen emociones represivas como las que no tienen actitudes completamente diferentes hacia el desempeño de sus deberes, y formas totalmente distintas de hacer las cosas. Las personas reprimidas nunca podrán ser felices, nunca sentirán paz ni alegría, y no experimentarán el disfrute y el consuelo que provienen del desempeño de sus deberes. Ciertamente, después de liberarse de esta emoción negativa de la represión, las personas sentirán felicidad, consuelo y disfrute al desempeñar sus deberes dentro de la casa de Dios. Después de esto, algunas personas deberían esforzarse en su búsqueda de la verdad: el futuro será brillante para las personas así. Sin embargo, si te sientes constantemente reprimido y no buscas la verdad para liberarte, entonces adelante, continúa en tu represión y mira cuánto tiempo puedes aguantar. Si permaneces en este estado de represión, tu futuro será sombrío, oscuro como la noche, de modo que no podrás ver nada, y no habrá senda por delante. Vivirás cada día aturdido, serás muy ignorante. En realidad, se trata de un asunto trivial, algo sin importancia, pero la gente no puede liberarse ni desprenderse de ello, tampoco cambiar. Si pudieran cambiar, su mentalidad y las aspiraciones de su corazón, así como sus búsquedas, serían diferentes. Muy bien, vamos a terminar nuestra plática de hoy. Espero que pronto os liberéis de la emoción negativa de la represión.

19 de noviembre de 2022

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