Cómo perseguir la verdad (7) Parte 2

Acabamos de hablar de que los ideales de la gente pueden dividirse en dos categorías: los de los idealistas o los de los realistas. Vamos a empezar por los de los idealistas. Los ideales de los realistas deberían ser fáciles de distinguir. Los de los idealistas, en cambio, no son muy concretos y están algo alejados de la vida real. También se alejan de las cuestiones prácticas de la supervivencia humana, como las necesidades cotidianas. Estos ideales tienen conceptos concretos, si bien carecen de un lugar específico donde asentarse. Podría decirse que estos ideales y deseos son fantasías, relativamente vacías y alejadas de la naturaleza humana. Algunos pueden considerarse abstractos, e incluso algunos son ideales y deseos que surgen de una personalidad fragmentada. ¿Cuáles son los ideales en los que creen los idealistas? El idealismo debería ser fácil de entender. Es una ensoñación, una fantasía, sin relación con los asuntos prácticos de las necesidades diarias en la vida real. Por ejemplo, ser un poeta, un poeta inmortal, vagando por la tierra; o ser un espadachín, un caballero andante, igualmente vagando por la tierra, permaneciendo soltero y sin hijos, libre del enredo de las trivialidades de la vida, libre de las preocupaciones de las necesidades diarias, llevando una vida sencilla y relajada, vagando aquí y allá, siempre aspirando a convertirse en inmortal y a escapar de la vida real. ¿Es ese el ideal en el que cree un idealista? (Sí). ¿Alguno de vosotros tiene tales pensamientos? (No). ¿Qué hay de aquellos famosos poetas chinos del pasado que solían emborracharse y escribir poesía? ¿Eran idealistas o realistas? (Idealistas). Las ideas que defendían eran fantasías y ensoñaciones de idealistas. Siempre iban deambulando de aquí para allá y hablaban en términos vagos e inciertos, imaginando lo hermoso que era el mundo, lo pacífica que podía ser la humanidad, cómo podían coexistir las personas en armonía. Se separaban de la conciencia, la razón y las necesidades vitales de la humanidad normal. Se divorciaron de estos problemas de la vida real e imaginaron un reino utópico o imaginario que estaba completamente desconectado de la realidad. Se imaginaban a sí mismos como seres dentro de ese reino, viviendo en ese espacio. ¿Acaso no es ese el ideal que caracteriza a un idealista? En un poema antiguo, uno de los versos dice: “Me gustaría cabalgar el viento y volar a casa”. ¿Cuál era el título de ese poema? (“Melodía del agua”). Leed los versos de ese poema. (“Me gustaría cabalgar el viento y volar a casa. Me temo que en el cielo hace mucho frío, que el palacio de jade está demasiado alto. Bailando con mi sombra, ya no siento el lazo con la muerte”). ¿Qué quiere decir con eso de “Bailando con mi sombra, ya no siento el lazo con la muerte”? ¿Transmiten estos dos versos las emociones represivas y resentidas de un idealista cuyos ideales no pudieron lograrse o materializarse? ¿Son algo que se expresa bajo esta emoción represiva? ¿Cuál es el enfoque de esto? ¿Qué frase indica el entorno y el trasfondo en el que se encontraba en aquel momento? “Me temo que en el cielo hace mucho frío”, ¿puede ser esa? (Sí). Estaba exponiendo la oscuridad y la maldad del funcionariado, un lugar corrupto en el que estar. Quería ser como un inmortal, escapar de un entorno y una situación semejantes. ¿No le bastaría con dejar de ser funcionario? ¿Podría ser que quisiera cambiar ese entorno? Estaba insatisfecho con ese entorno, le parecía que no se correspondía con el de la vida ideal que imaginaba, y se sentía reprimido en lo más profundo de su ser. Esta es una clase de ideal en la que cree un idealista, y tiende sobre todo a la fantasía, es irreal y abstracto, desconectado de la vida real. Es como si vivieran en otro mundo ajeno al reino material, en un espacio independiente e individual, entregados a fantasías y desvinculados de la realidad. Al igual que algunas personas que viven en la sociedad moderna, siempre quieren ponerse ropa antigua, peinarse y hablar con ese mismo estilo antiguo. Piensan: “Oh, ese tipo de vida es tan maravilloso… Igual que un inmortal, a la deriva y vagando, libre de los problemas del cuerpo físico, libre de las distintas adversidades de la vida real. En ese tipo de entorno de vida no existe la opresión, la explotación ni las preocupaciones. Las personas son iguales, se ayudan y viven en armonía unas con otras. ¡Qué hermosas y deseables son esas condiciones de vida ideales!”. Entre los no creyentes, hay algunos que aspiran a estas cosas. Algunos cantan canciones o escriben poemas parecidos, o montan representaciones similares. En consecuencia, la gente anhela aún más ese otro mundo con el que sueñan los idealistas. Y cuando algunos cantan esas canciones o montan esos espectáculos, cuanto más cantan, más melancólico se vuelve su estado de ánimo, más anhelan ese mundo ideal y más se aferran a él. ¿Qué ocurre al final? Después de cantar durante mucho tiempo, algunos sienten que no pueden escapar de sus preocupaciones. Por mucho que canten, siguen sin sentir el calor del mundo humano. Por mucho que canten, siguen pensando que el reino imaginado de su idealismo es mejor. Se desilusionan con el mundo, ya no quieren vivir en este reino humano, y al final toman la firme decisión de marcharse a ese mundo ideal en sus propios términos. Algunos toman veneno, otros saltan desde un edificio, otras se estrangulan con sus mallas y los hay que se convierten en monjes y se dedican a la práctica espiritual. Según sus palabras, han visto más allá de la ilusión de los apegos mundanos. En realidad, no es necesario recurrir a medidas y métodos tan extremos para resolver su desilusión con el mundo. Hay muchas formas de abordar estos problemas y dificultades, pero como no perciben la esencia subyacente de estas cuestiones, al final eligen métodos extremos para abordar estas dificultades y escapar de ellas, a fin de lograr el propósito de convertir en realidad sus ideales. Esto es un reflejo de algunos de los idealistas que habitan entre los no creyentes y de los problemas que les afectan.

En la casa de Dios, en la iglesia, ¿hay personas que tengan ideales similares? Por supuesto, es solo que no las habéis descubierto aún, así que te hablaré sobre ellas. Hay individuos que, mientras están en el mundo secular, anhelan una sociedad ideal de paz, armonía, tranquilidad e igualdad para todos, del mismo modo que los idealistas entre los no creyentes. Esta sociedad ideal es como las utopías descritas por algunos poetas o escritores, aunque, por supuesto, se asemeja muy a menudo a algunos espacios, modos o entornos de vida que existen en los mundos ideales de las personas. Estas, movidas por tales necesidades e ideales, buscan de un modo inconsciente su propia fe, a fin de materializar esos ideales. Mientras buscan, descubren que creer en Dios es una buena senda y elección de fe. Con sus ideales a cuestas, entran en la casa de Dios, con la esperanza de recibir calidez y cariño, y de ser valoradas por otras personas y que estas las cuiden, además de que, ciertamente, albergan incluso mayores esperanzas de sentir el gran amor y protección de Dios. Entran en la casa de Dios con sus ideales y, desempeñen o no sus deberes, en cualquier caso, sus ideales no cambian, siempre cargan con ellos y los llevan a cuestas. De principio a fin, sus ideales pueden describirse así: al entrar en la casa de Dios, esperan que se trate de un lugar donde puedan sentir y disfrutar de calidez, felicidad y bienestar. Esperan que sea un lugar sin conflictos, sospechas ni discriminación entre las personas, un lugar donde no haya intimidación, engaño, daño ni exclusión entre la gente. Estos son básicamente los ideales que están presentes en las mentes de tales idealistas. Es decir, imaginan un lugar en el que la gente se trata como máquinas, desprovistas de vida y de cualquier pensamiento, que sonríen, asienten y se hacen reverencias de forma mecánica al encontrarse, en señal de amistad, para demostrar que no hay hostilidad. En este lugar ideal, existe un gran amor entre las personas, y se preocupan, valoran, cuidan, ayudan, comprenden y adaptan entre ellas, e incluso se protegen y encubren mutuamente. Estas son algunas de las cosas con las que idealizan y sueñan estas personas llamadas idealistas. Por ejemplo, cuando entran en la casa de Dios, su ideal y esperanza es que las personas mayores sean respetadas, valoradas, cuidadas y atendidas con esmero por los más jóvenes. Aparte de respeto, también esperan que se utilicen títulos honoríficos, que a los hermanos se les llame “Tío Tal o Cual” o “Tío Fulano de Tal”, y a las hermanas “Abuela Tal”, “Tía Tal” o “Hermana Cual”; básicamente, que haya una forma específica de dirigirse a cada uno. Esperan que la gente sea especialmente cordial, armoniosa y cortés con los demás de cara al exterior, y que nadie tenga mala voluntad ni cosas malvadas o perversas, ni en la superficie ni en lo más profundo de su corazón. Esperan que, si alguien comete un error o se encuentra en dificultades, todo el mundo pueda tenderle una mano para ayudarle y, además, le ofrezcan también una profunda atención y tolerancia. En especial, en lo que respecta a los débiles y a las personas más o menos ingenuas que, en el mundo, otros fácilmente intimidan y oprimen, tienen aún más esperanzas de que, cuando estas lleguen a la iglesia, a la casa de Dios, se les pueda dar un cuidado esmerado, atención y un trato especial. Como dicen estos idealistas, cuando llegaron a la casa de Dios, tenían el deseo de que todos fueran felices y estuvieran bien, y esperaban que, puesto que todos creían en Dios, fueran una gran familia y se unieran como hermanos. Creen que no debe haber intimidaciones ni castigos ni se debe causar daño. Consideran que, si surge un problema, no debe haber disputas ni ira entre la gente, y que, en su lugar, todos deben tratarse con calma, y con mucha paciencia y amabilidad, que siempre deben hacer que los demás se sientan cómodos, y que cada persona solo debe mostrar su mejor cara y la más amable a los demás, guardándose para sí su lado malvado o perverso. Creen que las personas deben tratarse como máquinas, que no deben tener opiniones ni puntos de vista negativos sobre otras y mucho menos hacerle nada negativo a los demás; piensan que deben tener buenas intenciones hacia el resto, y que este proverbio lo expresa bien: “Los buenos viven en paz”. Creen que solo esta es la verdadera casa de Dios y la verdadera iglesia. Sin embargo, los ideales que sostienen estos idealistas siguen sin materializarse. En su lugar, la casa de Dios se centra en los principios, y de esta manera enfatiza la ayuda y el apoyo mutuos entre las personas, y exige que todo el mundo trate a toda clase de personas según los principios-verdad y las palabras de Dios. La casa de Dios incluso ha planteado algunos requerimientos que son “desconsiderados” hacia la gente, como distinguir entre distintos tipos de personas y tratarlas de manera diferente. La casa de Dios también requiere que la gente se levante para poner en evidencia y podar a cualquiera que esté dañando los intereses de esta casa, vulnerando los arreglos de obra o yendo en contra de los principios, a fin de salvaguardar estos intereses, y no permite que la gente proteja o encubra a nadie basándose en sentimentalismos. Ciertamente, la casa de Dios también ha establecido varios niveles de liderazgo. Por una parte, en ella se exige que los líderes de todos los niveles se ocupen del trabajo diario de la iglesia. Por otro, les exige que supervisen, gestionen y hagan un seguimiento estricto de diversas tareas, al tiempo que se mantienen informados, comprenden y prestan atención en todo momento a los estados y a la vida de iglesia de los distintos tipos de individuos, observan las actitudes y tendencias que tienen mientras cumplen con sus deberes, y hacen ajustes razonables y apropiados cuando es necesario. Claro está que la casa de Dios también requiere que los líderes y obreros poden de forma estricta a cualquier individuo que descubran que va en contra de los arreglos de obra de la casa de Dios o que vulnera los principios y trastorna y perturba el trabajo de la iglesia, emitiendo advertencias por ofensas menores, y manejando los casos más serios de manera apropiada. En este contexto, se ha depurado o expulsado a algunas personas o se ha borrado su nombre. Ciertamente, cuando la gente entra en la casa de Dios para cumplir con diversos deberes y participar en varias tareas, muchos de ellos oyen, ven o experimentan el castigo y el juicio que proviene de las palabras de Dios; además, experimentan la poda por parte de los líderes de diferentes rangos. Estos diversos entornos y asuntos que las personas encuentran en Su casa difieren por completo de la casa de Dios y la iglesia ideales que imaginan los idealistas, hasta el punto de quedar bastante lejos de sus expectativas, lo cual provoca que sientan una gran presión en lo más profundo de sus corazones. Por un lado, les parecen inconcebibles los diversos sucesos que se dan en la iglesia o los métodos y principios de esta para tratar los problemas. Por otro, surgen emociones represivas en el fondo de sus corazones debido a sus ideales y a su entendimiento falaz sobre las cosas positivas, la iglesia y la casa de Dios. Después de que surjan estas emociones represivas, debido a que no logran corregir con prontitud sus pensamientos y puntos de vista erróneos, o desentrañar y reconocer claramente los problemas que hay con sus ideales, el resultado es que comienzan a surgir dentro de ellos muchas nociones. Además, como no son capaces de comprender la verdad ni de utilizarla para resolver estas nociones, estas se empiezan a arraigar en lo más profundo de sus pensamientos o en el fondo de sus almas, y como consecuencia sus emociones represivas se amplifican sin cesar y se agravan cada vez más. En realidad, Dios, la casa de Dios, la iglesia, los creyentes y los cristianos son incompatibles con el paraíso idílico, el cielo o la utopía que imaginan estos idealistas en sus ideales. Por lo tanto, la represión que yace en lo más hondo de sus corazones sigue acumulándose de forma constante, y no tienen forma de liberarse de ella. ¿Hay gente así en la iglesia? (Sí).

Hay quien dice: “Oh, ¿por qué la casa de Dios siempre habla sobre aceptar el juicio y castigo? ¿Cómo pueden los creyentes en Dios afrontar aún que los poden? Oh, ¿por qué la casa de Dios expulsa a la gente? No hay ningún amor en eso. ¿Cómo pueden ocurrir tales cosas en el ‘cielo en la tierra’? ¿Cómo pueden aparecer anticristos en la iglesia? ¿Cómo pueden darse casos de anticristos reprimiendo y castigando a los demás? En la iglesia, en la casa de Dios, ¿cómo es posible que la gente se exponga y se diseccione la una a la otra? ¿Cómo puede haber disputas? ¿Cómo puede haber celos y conflicto? ¿Qué sucede? Ya que hemos venido a la casa de Dios, debería haber amor entre nosotros y todos deberíamos poder ayudarnos. ¿Cómo pueden seguir ocurriendo estas cosas?”. ¿Hay muchas personas con estas ideas? Muchos contemplan la casa de Dios a través de la lente de sus imaginaciones. Ahora, decidme, ¿son objetivas estas figuraciones e interpretaciones? (No). ¿En qué sentido les falta objetividad? (La humanidad es profundamente corrupta, y todos aquellos a los que Dios salva tienen actitudes corruptas, por lo que inevitablemente revelarán corrupción en sus interacciones con los demás. Habrá celos y conflictos, y se producirán incidentes de intimidación y represión. Estas cosas están destinadas a suceder. Lo que imaginan los idealistas no existe. Además, a fin de salvaguardar la vida y el trabajo de la iglesia, esta podará a las personas basándose en los principios-verdad, o las ajustará y reemplazará, o expulsará y echará a las personas malvadas y a los incrédulos, todo ello de acuerdo con los principios. Esto se debe a que cuando las personas actúan de acuerdo con sus actitudes corruptas, trastornan y perturban el trabajo de la iglesia. No sería realista si la iglesia no tomara medidas como podar, reemplazar o despedir a tales personas). No es realista, por eso las ideas de estas personas son ideales propios de idealistas. Ninguno de ellos es realista, todos son vacuos e imaginarios, ¿verdad? Incluso ahora, esas personas siguen sin entender por qué deben creer en Dios. Hay quien dice: “Creer en Dios es bueno. Creer en Dios significa hacer cosas buenas y ser una buena persona”. ¿Es esto correcto? (No). “Los creyentes en Dios han de tener buenas intenciones en sus corazones”. ¿Es esto correcto? (No). Tener buenas intenciones en el corazón, ¿qué clase de enunciado es ese? ¿Puedes tener buenas intenciones simplemente por quererlo? ¿Tienes tú buenas intenciones? ¿Tener buenas intenciones en el corazón es un principio de comportamiento humano? Es solo una consigna, una doctrina. Es algo vacío. Cuando no están involucrados tus propios intereses, puedes decir esto con mucha facilidad, puede que pienses: “Tengo buenas intenciones en mi corazón, no acoso, perjudico ni engaño a nadie y tampoco me aprovecho de los demás”. Pero cuando estén en juego tus propios intereses, estatus y orgullo, ¿será capaz de refrenarte el enunciado “tener buenas intenciones en el corazón”? ¿Puede resolver tu carácter corrupto? (No). Por tanto, este enunciado es algo vacío; no es la verdad. La verdad es capaz de poner en evidencia la esencia de tu carácter corrupto, puede exponer y diseccionar la esencia y la verdadera naturaleza del tipo de cosas que haces, y determinar y condenar la esencia de tales cosas y del carácter que revelas. Luego te proporciona la senda y los principios adecuados para cambiar tu forma de vivir y tu manera de comportarte y actuar. De este modo, si la gente puede aceptar la verdad y cambiar su modo de vida, entonces sus actitudes corruptas se pueden resolver; para lograr esto, la cuestión no es instar a la gente a tener buenas intenciones en el corazón, pues solo se puede conseguir con la verdad. La verdad no resuelve las actitudes corruptas de una persona porque le proporcione consignas, doctrinas o preceptos y normas, sino porque aporta principios, criterios e instrucciones sobre cómo comportarse. Hace uso de estos principios, criterios e instrucciones para suplantar y reemplazar el carácter corrupto de las personas. Cuando cambian y se corrigen tales principios, criterios e instrucciones de las personas sobre cómo comportarse, también cambian naturalmente todas las ideas distorsionadas y pensamientos equivocados en sus mentes. Cuando una persona comprende y adquiere la verdad, sus pensamientos cambian en consecuencia. No se trata de tener buenas intenciones en el corazón, sino de un cambio en la raíz de sus pensamientos, en su carácter y en su esencia. Lo que esa persona revela y vive se vuelve positivo. Tanto la dirección como el modo y el origen de su forma de comportarse experimentan un cambio. Su discurso y sus acciones tienen las palabras de Dios como base y criterio, y pueden vivir una humanidad normal. Entonces, ¿sigue siendo necesario decirles simplemente que “tengan buenas intenciones en el corazón”? ¿Resulta eso útil? Es un enunciado vacío; no puede resolver ningún problema en absoluto. Cuando los idealistas entran en la casa de Dios, la iglesia, sus ideales siguen sin poder materializarse, y por ello se sienten reprimidos en su corazón. Es como cuando algunos idealistas se adentran en el gobierno o en la sociedad y luego descubren que sus ideales no pueden hacerse realidad ni cumplirse. En consecuencia, a menudo se sienten desanimados. Después de que algunas personas se hacen funcionarios o emperadores, se sienten muy satisfechas de sí mismas y se vuelven muy arrogantes, igual que ese verso de un poema que dice: “Se levanta un fuerte viento, las nubes se dispersan”. ¿Cómo dice el siguiente verso? (“Ahora que mi poder lo domina todo dentro de los mares, regreso a mi patria”). Ya ves, sus palabras suenan extrañas. Poseen un tipo de emoción que a la gente con humanidad y razón normales le cuesta entender. Estos idealistas siempre hablan en un tono elevado. ¿Qué significa hablar en un tono elevado? Significa que nunca se enfrentan a la realidad ni resuelven problemas reales en nada de lo que hacen. No entienden lo que es la realidad, siempre se dejan llevar por las emociones. Cuando estas personas vienen a la casa de Dios, no importa cuanta verdad oigan, no entienden lo que significa creer en Dios o el significado de creer en Él. No comprenden el valor de la verdad, y mucho menos el valor de perseguirla. Lo que persiguen siempre son los ideales de los idealistas. Su sueño es que la casa de Dios sea algún día como ellos la imaginan, un lugar donde las personas se traten con respeto, vivan juntas en armonía, se lleven muy bien entre sí y se valoren, cuiden, aprecien, ayuden y agradezcan mutuamente. Un lugar donde todos se dicen cosas bonitas y palabras de bendición los unos a los otros, en vez de cosas desagradables o hirientes, o palabras que expongan la esencia corrupta de la gente o, un lugar donde no hay disputas y donde no se pone en evidencia ni se poda a los demás. No importa cuánta verdad oigan, aún no entienden el significado de creer en Dios, o cuáles son Sus requerimientos, y qué clase de persona quiere Él que sean. No solo no entienden estas cosas, sino que además esperan todavía más que un día puedan disfrutar del trato idealista que desean en la casa de Dios. Si no reciben tal trato, sienten que no hay lugar en la casa de Dios donde puedan materializarse sus ideales, ni oportunidad alguna de hacerlos realidad. Por tanto, algunas personas a menudo piensan en renunciar al sentirse reprimidas, y dicen: “Creer en Dios parece aburrido y vacío. Los creyentes en Dios no se ayudan, aprecian ni respetan unos a otros como lo hacen los que creen en el budismo. Y los creyentes en Dios siempre están discutiendo sobre la verdad y los principios, hablan a menudo de discernimiento en las relaciones interpersonales, de vez en cuando se ponen en evidencia y critican, e incluso se enfrentan a menudo a ser podados. Este no es el tipo de vida que quiero”. Si no tuvieran sus ideales y el hilo de esperanza de que entrarán en el cielo, esta clase de idealistas podrían abandonar la iglesia en cualquier momento y encontrar otra senda. Entonces, decidme, ¿pertenecen estas personas a la casa de Dios? ¿Son adecuadas para permanecer en ella? (No). ¿Dónde creéis que deberían ir? (Son aptas para unirse a la vida monástica). Podrían ir a templos budistas o taoístas, cualquiera de los dos estaría bien. No se sienten reprimidas en el mundo secular, pero se sienten particularmente reprimidas en la casa de Dios, les parece que no tienen la oportunidad de hacer realidad sus ideales ni cuentan con un espacio para ponerlos en práctica. Por tanto, estas personas son muy adecuadas para lugares llenos de coronas de humo y donde se quema incienso continuamente. Esos lugares son silenciosos y allí no te enseñan cómo debes comportarte. No exponen tus diversos pensamientos y puntos de vista falaces, y no ponen en evidencia ni podan tu carácter corrupto. Allí hay distancia y respeto entre las personas. La gente no intercambia más que unas pocas palabras al día y no se producen disputas. Nadie te supervisa ni te impone preceptos. Allí llevarás una vida autosuficiente y apenas te cruzarás con extraños a lo largo del año. No tendrás que preocuparte por los asuntos cotidianos. Si necesitas algo para tu sustento físico, puedes coger un pequeño cuenco o uno propio de un mendigo para pedir limosna al vulgo, y conseguir así algo para comer, sin necesidad de ganar dinero. En esos lugares, todos los problemas mundanos desaparecen. La gente se trata con mucha amabilidad y nadie discute con nadie. Si hay algún desacuerdo, se queda en el corazón de la gente. Los días transcurren con tranquilidad y comodidad. Esto es lo que se conoce como la tierra de la dicha suprema, es el lugar de los ideales de los idealistas, y el lugar donde los idealistas pueden convertir en realidad sus ideales. Estas personas deben vivir en el lugar de su imaginación, no en la iglesia. Para personas como ellos, hay demasiadas cosas que hacer en la iglesia. Todos los días deben leer las palabras de Dios, asistir a las reuniones, aprender cada uno de los principios, y hablar sobre la verdad y sobre la comprensión de sus propias actitudes corruptas todo el tiempo; algunas personas, que actúan sobre la base de sus actitudes corruptas y vulneran los principios, se enfrentan a ser podadas, y unas pocas incluso se enfrentan a estas cosas a menudo. Se sienten especialmente reprimidas e infelices aquí. La iglesia no es su entorno ideal. Creen que en lugar de agotar su tiempo o malgastar su juventud en este lugar, sería mejor irse un poco antes a vivir a un sitio que les guste. Opinan que no tienen necesidad de agotar su tiempo aquí, sintiéndose constantemente reprimidos y llevando una vida incómoda, sin alegría e infeliz. Esta es la única manifestación típica que vamos a abordar con respecto a los ideales que caracterizan a los idealistas. No hay mucho que decir sobre estas personas. No importa cuánta verdad les compartas, no la escucharán. Se entregan a fantasías todo el día, y lo que piensan es muy poco realista y vago, y queda demasiado lejos de la humanidad normal. Se pasan el día pensando en esas cosas y no pueden comunicarse con la gente normal. La gente normal tampoco puede entender de qué está hecho su mundo. Por tanto, no importa qué tipo de pensamientos y puntos de vista tengan estas personas, sus ideales son huecos. Como sus ideales son huecos, desde luego que sus pensamientos y puntos de vista también lo son. No merece la pena diseccionarlos ni profundizar en ellos. Ya que son huecos, que sigan siéndolo. Estas personas pueden ir a donde quieran, y la casa de Dios no interferirá. Si se muestran dispuestas a quedarse en la casa de Dios y a cumplir un poco con sus deberes o trabajo, mientras no causen perturbaciones ni hagan el mal, satisfaremos sus necesidades y les daremos la oportunidad de arrepentirse. En resumen, mientras sigan siendo amistosas con los hermanos y hermanas, con la casa de Dios y con la iglesia, no hay necesidad de que nos encarguemos de este tipo de personas, a menos que ellas mismas expresen su intención de marcharse. Si ese es el caso, cumplamos de buena gana su deseo, ¿de acuerdo? (Muy bien). Entonces, está decidido.

Los ideales que sostienen los idealistas tienden a ser huecos, mientras que los de los realistas son mucho más prácticos y están estrechamente alineados con las vidas y los entornos reales de las personas. Claro está que también se relacionan de un modo más concreto con cuestiones de la vida y la existencia humanas, como sentar la cabeza y empezar una vida. Ambas cosas necesitan de las habilidades, destrezas y talentos que adquieren las personas, de los distintos tipos de educación que reciben y de sus dones, capacidades y experiencia. Los ideales de los realistas abarcan estos aspectos. En el reino de los ideales de los realistas, ya estén orientados a mejorar sus condiciones de vida o a satisfacer su propio mundo espiritual, estos ideales se manifiestan concretamente en las vidas reales de las personas. Por ejemplo, hay quien posee dotes de liderazgo y disfruta estando en el centro de atención. Puede que destaque al hablar en público o en la comunicación verbal, o que comprenda bien a los demás y se le dé bien hacer uso de ellos, o dicho de mejor forma, darles órdenes. Como consecuencia, a este tipo de personas les gusta especialmente ocupar cargos, asumir funciones de liderazgo o trabajar en recursos humanos. Cuando son conscientes de su aptitud en estos campos, aspiran a ser líderes u organizadores, a supervisar tareas y personal o incluso a dirigir una determinada tarea. Su ideal principal es convertirse en líderes. Ciertamente, así es como actúan en sociedad. Cuando entran en la casa de Dios, la perciben como una organización religiosa, que además es única. Después de unirse a la iglesia, sus ideales permanecen inalterados. Estos no se ven afectados por los cambios en el entorno o por el contexto en el que viven. Traen consigo ese mismo ideal de liderazgo a la casa de Dios. Desean ocupar puestos de liderazgo en Su casa, como liderar una iglesia, ser responsables de un nivel específico o liderar un grupo. Este es su ideal. Sin embargo, como los arreglos de obra en la casa de Dios cuentan con principios y preceptos para elegir a líderes y obreros, y estas personas no poseen las cualificaciones requeridas, aunque a veces participen en el proceso de selección de los líderes para un nivel específico, al final no pueden cumplir con su ideal y convertirse en los líderes que aspiran a ser. Cuanto mayor es su incapacidad para alcanzar el liderazgo o desempeñar su trabajo ideal, más se les remueven por dentro sus ideales, y se intensifica su anhelo de liderazgo. En consecuencia, se esfuerzan mucho en diversas actividades, ya sea entre sus hermanos y hermanas o frente a líderes de alto nivel, para exhibirse, dar una imagen sobresaliente y excepcional, y asegurarse de que se reconozca su talento. Pueden incluso comprometer su propia conciencia para satisfacer las preferencias de sus hermanos y hermanas, haciendo o diciendo ciertas cosas y manifestando a propósito ciertos comportamientos con el fin de ajustarse a los requisitos de liderazgo establecidos por los arreglos de obra de la casa de Dios. Sin embargo, a pesar de sus insistentes esfuerzos, siguen sin poder alcanzar sus ideales de convertirse en líderes. Hay quienes se sienten desanimados, perdidos y desconectados de sí mismos. Las emociones negativas de represión que habían experimentado anteriormente se intensifican cuando creen en Dios pero no pueden aceptar la verdad ni encontrar soluciones a sus problemas. Siempre han deseado ocupar cargos y ser líderes, y estos ideales ya habían germinado en sus corazones incluso antes de llegar a creer en Dios. Al ser incapaces de hacer realidad sus ideales, siempre han tenido una sensación invisible de represión en lo más profundo de su ser. Incluso después de haber entrado en la casa de Dios, donde aún no pueden alcanzar sus ideales, los sentimientos de represión en su interior se fortalecen e intensifican. Estas personas se sienten cada vez más resentidas porque no se aprovechan sus capacidades de liderazgo, y se sienten desafortunadas, decepcionadas y reprimidas porque sus ideales no pueden alcanzarse. Dado que no ven cumplidos sus ideales, tienen una sensación de injusticia en su interior. Al no poder dar salida a sus capacidades, se desaniman ante la vida y la senda que tienen por delante. Por lo tanto, en su vida cotidiana, a menudo arrastran un sentimiento de represión al realizar diversas tareas. Algunas personas, incluso después de muchos esfuerzos e intentos, siguen sin poder convertirse en líderes o alcanzar su ideal. En tales situaciones, empiezan a recurrir a diversos métodos para desahogar sus emociones y liberar o transmitir su represión. Sin duda algunos que creen en Dios mientras siguen aferrándose a sus ideales para ocupar cargos alcanzan el deseo que albergaban en su corazón y se convierten en líderes de la iglesia. Sin embargo, son incapaces de desempeñar sus deberes como líderes de acuerdo con los requerimientos de Dios y los arreglos de Su casa. Al mismo tiempo, se encuentran cumpliendo a regañadientes estas funciones de liderazgo bajo las exigencias y la supervisión de la casa de Dios y de sus hermanos y hermanas. Aunque han hecho realidad sus ideales y están haciendo las cosas que idealmente deseaban hacer, siguen sintiéndose reprimidos. Esto se debe a que su liderazgo se basa en el cumplimiento de sus ideales personales, y aunque pueda parecer que de forma externa o superficial están cumpliendo con las tareas requeridas por la casa de Dios, sus ideales van mucho más allá de estas responsabilidades. Sus ambiciones, ideales, deseos y visión se extienden mucho más allá del ámbito de sus funciones actuales. A causa de los arreglos de obra de la casa de Dios y de los requerimientos de Dios, sus acciones y pensamientos, así como sus planes e intenciones, se ven limitados y restringidos. Por ende, incluso después de asumir puestos de liderazgo, siguen sintiéndose reprimidos. ¿Cuál es la causa de estos problemas? Se debe a que, a pesar de convertirse en líderes, siguen buscando la consecución de sus propios ideales y de las promesas que han hecho en ellos. Sin embargo, al servir como líderes en la casa de Dios o en la iglesia no hacen realidad sus ideales y deseos, y sus sentimientos se confunden y se contradicen. Debido a estos conflictos y a su incapacidad para desprenderse de sus propios ideales y búsquedas, a menudo se sienten reprimidos en lo más profundo de su ser e incapaces de encontrar liberación. Este es un tipo de persona. En la casa de Dios, entre los idealistas, hay quienes luchan por sus ideales pero no pueden alcanzarlos, y también hay quienes luchan por ellos y sí los acaban consiguiendo, pero continúan sintiéndose reprimidos. Al margen de la situación en la que se encuentren, se trata de personas que no han renunciado a sus ideales y siguen persiguiéndolos mientras desempeñan sus deberes y viven en la casa de Dios.

Hay también otros que poseen un talento para escribir, para la comunicación verbal y la literatura. Esperan expresar sus pensamientos mediante sus habilidades literarias y, al mismo tiempo, mostrar estas habilidades y hacer que la gente se dé cuenta de su capacidad, valor y contribución a la casa de Dios. Su ideal es llegar a ser un escritor y un intelectual sobresaliente y cualificado. Cuando entran en la casa de Dios y empiezan a desempeñar deberes relacionados con los textos, consideran que han encontrado un lugar donde utilizar sus habilidades. Demuestran con entusiasmo sus fortalezas y talentos para hacer realidad su ideal de convertirse en escritores e intelectuales. Aunque siguen desempeñando sus deberes, no renuncian a sus ideales. En el desempeño de sus deberes, puede decirse que entre el 80 y el 90 por ciento se basa en sus ideales, es decir, que la motivación para llevar a cabo sus deberes proviene de su búsqueda y sus esperanzas con respecto a estos ideales. En consecuencia, el desempeño de los deberes de semejantes personas está bastante adulterado, por lo que les resulta difícil alcanzar los estándares del cumplimiento de los deberes según los principios-verdad y los estándares exigidos por Dios. No vienen a la casa de Dios solo para cumplir con sus deberes, sino que esperan aprovechar la oportunidad de llevar a cabo sus deberes para exhibir sus propios talentos, y de este modo anhelan alcanzar sus ideales y demostrar su valor a través de la muestra de dichos talentos. Por consiguiente, su mayor obstáculo a la hora de cumplir con sus deberes según el estándar son sus ideales, es decir, su proceso de ejecutar los deberes se mezcla con sus preferencias personales y sus pensamientos y perspectivas sobre diversas personas, acontecimientos y cosas. Algunas personas comprenden ciertas destrezas profesionales o tienen cierto talento, por ejemplo, algunas entienden de informática y les gusta trabajar como ingenieros informáticos. Llevan gafas, visten de una manera profesional, y lo más característico de ellos es que llevan computadoras que son únicas o raras de encontrar. Da igual dónde vayan, se sientan allí con sus computadoras y las abren para consultar información en diferentes sitios web y gestionar diversos problemas, todo con un aire profesional. En resumen, se exigen a sí mismos una perspectiva, un porte, una forma de hablar y unos modales profesionales, y los ostentan ante los demás, y se esfuerzan por convertirse en profesionales de la ingeniería informática. Después de entrar en la casa de Dios, por fin se dan cuenta de su ideal y realizan tareas relacionadas con la informática. Estudian constantemente la tecnología y actualizan sus conocimientos, identifican y resuelven con diligencia diversos problemas, con el propósito de mantenerse al día en las tendencias del sector y en la promoción y publicación de nueva información en su campo. Este tipo de personas tienen un especial interés y comprensión de una habilidad profesional específica, lo que las convierte en individuos profesionales y expertos. En consecuencia, su ideal es convertirse en profesionales y esperan que la casa de Dios los coloque en un puesto importante, los estime y confíe en ellos. Ciertamente, en la casa de Dios y en el periodo presente, la mayoría de las personas de este tipo han hecho uso de sus puntos fuertes y materializado sus ideales. Sin embargo, al hacer realidad sus ideales, ¿han considerado si desempeñan sus deberes o persiguen sus propios ideales al hacer su trabajo? No está del todo claro, ¿verdad? El trabajo que realizan es especializado, complejo y minucioso, pero las habilidades que poseen están muy por debajo de los requerimientos de la casa de Dios para este trabajo. Por tanto, mientras buscan sus propios ideales y llevan a cabo sus deberes, se sienten algo restringidos y controlados. Debido a los ideales que tienen en su corazón, es posible que sientan cierto nivel de represión cuando se enfrentan a las diversas verdades de creer en Dios y a los principios del desempeño de los deberes. Buena parte de la gente es así.

Hay otro grupo de personas que se implica en la difusión del evangelio. Aspiran a convertirse en líderes en el evangelismo, a ser los primeros, y a liderar y sobresalir en cualquier iglesia de la que formen parte, sin contentarse nunca con que las dejen atrás. Aunque llevan a cabo sus deberes y desempeñan su trabajo, su búsqueda es la de sus propios ideales y los objetivos que planean e imaginan, que no tienen nada que ver con la fe en Dios o la verdad. Cuando estos objetivos e ideales se ponen en evidencia y se califican, o cuando afrontan ciertos obstáculos y se dan cuenta de que sus ideales no pueden hacerse realidad ni se puede demostrar su valía, se sienten especialmente reprimidas e insatisfechas. Muchos de estos individuos desean recibir afirmación y validación mientras persiguen sus ideales. Cuando no reciben estas cosas, o cuando el coste de sus esfuerzos no les reporta beneficios inmediatos, sienten que no merece la pena, que es injusto, y por eso se sienten reprimidos. ¿Acaso no exhiben tales comportamientos? (Sí). Entre los que se dedican a difundir el evangelio, hay algunos que siempre han querido ser predicadores o evangelistas cualificados y ejemplares. Cuando oyen hablar de tal o cual evangelista y predicador famosos, los invade la envidia y esperan que un día ellos también puedan ser así, celebrados y alabados por las generaciones futuras, y recordados por Dios. Siempre quieren predicar a su manera idealizada, usando su ideal como meta y motivación para convertirse en predicadores y ganar fama o ser recordados por las generaciones futuras en la casa de Dios. Este es su ideal. Sin embargo, en la casa de Dios existen requerimientos estrictos para cualquier tarea, además de principios conforme a los cuales Dios indica cómo desempeñar dicha tarea. En consecuencia, estos individuos se sienten reprimidos porque no pueden llegar a ser el tipo de evangelistas que idealizaron, a menudo están bajo supervisión y preceptos, y los líderes y obreros hacen un seguimiento de su trabajo y lo indagan. También hay quienes, por poseer habilidades o talentos especiales, siguen persiguiendo sus ideales después de entrar en la casa de Dios. Por ejemplo, entre los actores, algunos son hábiles en la interpretación y tienen un conocimiento básico de las técnicas de actuación. Aspiran a convertirse en un actor ideal, con la esperanza de que algún día puedan ser como los actores famosos tan populares entre los no creyentes: peces gordos, estrellas, iguales a reyes y reinas. Sin embargo, en la casa de Dios, el carácter y la manifestación de la corrupción respecto a esto siempre quedan en evidencia, y existen requerimientos y principios específicos para los actores. Incluso después de ganar cierto renombre como actores, siguen siendo incapaces de convertirse en celebridades a las que la gente adore y siga, lo que los lleva a sentirse reprimidos. Dicen: “La casa de Dios es problemática. Siempre están restringiendo a la gente en todo. ¿Qué hay de malo en seguir el ejemplo de los famosos? ¿Qué hay de malo en vestir de forma singular, con un poco de personalidad y exigencia?”. Debido a los requisitos de vestuario de los actores y a las actuaciones específicas en la casa de Dios, a sus ojos siempre hay conflicto e incompatibilidad entre estos requerimientos y su ideal de convertirse en famosos y peces gordos. En consecuencia, se sienten profundamente molestos en sus corazones, y piensan: “¿Por qué resulta tan difícil hacer realidad mis ideales? ¿Por qué en la casa de Dios encuentro obstáculos a cada paso?”. Cuando experimentan tales pensamientos o no se cumplen sus expectativas, se sienten reprimidos. Detrás de este sentimiento de represión está su creencia de que sus ideales son legítimos y tienen valor. También creen que no hay nada de malo en perseguir sus ideales, que tienen derecho a hacerlo y, por consiguiente, empiezan a surgir en ellos emociones represivas. Por ejemplo, algunos directores consideran que tras dirigir varias películas han adquirido bastante experiencia. Creen que sus películas son dignas de ser exhibidas y que han mejorado en términos de cinematografía, montaje, interpretación de los actores y otros aspectos similares de todo tipo, en comparación con antes. Tras recibir la guía de lo Alto, sus películas cumplen por fin los estándares adecuados y se estrenan a tiempo. Esto parece confirmar que su búsqueda de convertirse en un director cualificado es una aspiración adecuada, legítima y necesaria. Sin embargo, mientras persiguen su objetivo de convertirse en directores cualificados, algunas de sus ideas, puntos de vista y acciones sin principios son a menudo rechazadas, anuladas o no reconocidas. Incluso pueden enfrentarse a menudo a la poda. Esto les produce una sensación de represión en lo más profundo de su corazón, y dicen: “¿Por qué es tan difícil ser director en la casa de Dios? Fíjate en esos directores en el mundo de los no creyentes, qué glamurosos son. Tienen a gente que les sirve té, les pone bebidas y hasta les lava los pies. En la casa de Dios, ser director carece de estatus y glamur, y nadie nos considera o admira. ¿Por qué estamos siempre siendo podados? No importa lo que hagamos, nunca está bien. ¡Qué represión! Tenemos nuestras propias ideas, puntos de vista y capacidades profesionales, así que ¿por qué siempre nos están podando? ¿Está mal buscar nuestros propios ideales, o es posible que sea ilegítimo hacerlo? ¿Por qué es tan difícil hacer realidad nuestros ideales? ¡Es muy represivo!”. Lo piensen como lo piensen, siguen sintiéndose reprimidos. También hay ciertos cantantes que dicen: “En la casa de Dios, no busco otra cosa que no sea ser un cantante cualificado, cantar bien, exhibir mi propio estilo y ser querido por todos los que me escuchan”. Sin embargo, la casa de Dios a menudo impone varios requerimientos y principios para cantar himnos, y se poda a menudo a estos cantantes por vulnerar con frecuencia tales requerimientos. Cuando no los podan, se creen capaces de hacer realidad sus ideales sin problemas. Pero cuando se los poda y experimentan algunos contratiempos, sienten que sus esfuerzos y logros durante ese periodo parecen haber sido anulados, y vuelven al punto de partida. Esto provoca un sentimiento de represión en lo más profundo de sus corazones, y dicen: “¡Ah, es realmente difícil hacer realidad mis ideales! El mundo es grande, pero parece que no hay lugar para mí. Lo mismo ocurre en la casa de Dios. ¿Por qué es tan difícil emprender mi propia carrera? ¿Por qué es tan difícil hacer las cosas que quiero hacer? Nadie me da luz verde, encuentro obstáculos a cada paso, y me podan constantemente. Todo esto es un verdadero reto y una represión. En el mundo de los no creyentes, siempre están maquinando y peleándose entre ellos, y hay obstáculos profesionales por todas partes, así que es normal sentirse reprimido. Pero, ¿por qué sigo sintiéndome reprimido cuando entro en la casa de Dios con mis ideales?”. Los que se dedican a diversas tareas en la casa de Dios a menudo sufren reveses en el proceso de perseguir sus ideales, se ven invalidados y son podados con frecuencia, y además no suelen recibir reconocimiento. Después de experimentar estas cosas de forma pasiva, caen sin saberlo en el desánimo, sienten que su vida bien podría haber terminado y que resulta imposible hacer realidad sus ideales. Antes de entrar en la casa de Dios, solían pensar: “Llevo conmigo mis propios ideales y aspiraciones. Tengo mis propios deseos, y en la casa de Dios hay infinitas posibilidades. Puedo convertirme en un director, actor o escritor competente, o incluso en bailarín, cantante o músico cualificado”. Aunque no podían demostrar su talento y alcanzar sus ideales, creían que la casa de Dios les proporcionaría su propio escenario, con un vasto espacio donde sus ideales, sueños y aspiraciones podrían hacerse realidad. Pensaban que el escenario de la casa de Dios era bastante grande. Sin embargo, después de tantos años, se preguntan: “¿Por qué siento que el escenario se encoge bajo mis pies? ¿Por qué se encoge mi mundo? La posibilidad de materializar mis ideales parece cada vez más remota e incluso imposible. ¿Qué está pasando?”. Llegados a este punto, estas personas aún no renuncian a sus ideales ni cuestionan la exactitud de tales ideales y deseos. Siguen cargando con ellos en el desempeño de sus deberes. En consecuencia, sus emociones represivas las acompañan a todas partes, ya sea mientras buscan sus ideales y deseos o mientras llevan a cabo sus deberes reales. Para quienes cargan con emociones represivas o no pueden desprenderse de ellas, la contradicción entre ambas no puede reconciliarse. Arrastran un sentimiento de represión tanto en la búsqueda de sus ideales y deseos como en el desempeño de sus deberes. Así que, pase lo que pase, la gente se ajusta constantemente, busca sin cesar sus ideales y sueños mientras ejecutan sus deberes. También se puede decir que desempeñan sus deberes con una actitud contradictoria, sintiéndose reprimidas y reacias todo el tiempo. Sin embargo, para hacer realidad sus ideales y deseos, para demostrar su valor y perseguirlos, no tienen más remedio que llevar a cabo sus deberes. No están seguras de por qué lo hacen, qué intentan ganar o qué propósito intentan alcanzar, buscar o hacer realidad. Cada vez les resulta menos claro, y el camino que tienen por delante aparece cada vez más confuso. En ese estado, ¿acaso no les resulta difícil desprenderse de sus emociones represivas o resolverlas? (Sí).

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