Cómo perseguir la verdad (9) Parte 2
Existe otra cuestión referente a desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas. Hay quien dice: “Ahora hablas de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas, ¿es algo que requieres que haga la gente porque se acerca el momento, porque están aquí los últimos días y han llegado los desastres y el día de Dios?”. ¿Es así? (No). La respuesta es negativa: ¡No! Entonces, hablemos de la razón específica. Dado que la respuesta es no, no cabe duda de que hay algunos temas concretos que deben compartirse y comprenderse. Hablemos de ello: hace dos mil, o incluso unos pocos cientos de años, el entorno social al completo era distinto al de hoy. La situación de toda la humanidad era diferente a la de ahora. El entorno de vida era muy ordenado. El mundo no era tan perverso como en la actualidad ni la sociedad humana tan caótica, y no había desastres. ¿Seguía siendo necesario que las personas se desprendiesen de sus búsquedas, ideales y deseos? (Sí). ¿Por qué? Aportad un motivo y hablad conforme a vuestro conocimiento específico. (Ahora que la humanidad está corrompida por Satanás, posee el carácter corrupto de este, así que, cuando persigue sus ideales y deseos, su único objetivo es la búsqueda de fama, beneficio y estatus. Dado que persiguen la fama y el beneficio, las personas luchan y compiten entre sí, batallan por la vida y la muerte, y el resultado es que acaban cada vez más profundamente corrompidas por Satanás, pierden progresivamente la apariencia de humanidad y se alejan cada vez más de Dios. Por lo tanto, se puede observar que la senda de perseguir los ideales y deseos es errónea. Así pues, el hecho de que el día de Dios esté cerca no es el motivo por el que Dios pide a las personas desprenderse de sus búsquedas, ideales y deseos; más bien, las personas no deberían perseguir tales cosas en ningún caso. Deberían perseguir lo correcto, de acuerdo con las palabras de Dios). ¿Pensáis que desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas es un principio de práctica? (Sí). ¿Desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos de las personas es la verdad? ¿Es una exigencia que Dios le hace al hombre? (Sí). Lo es, y es una verdad. Entonces, ¿es el camino que deben seguir las personas? (Sí). Dado que se trata de la verdad, de un requerimiento específico que Dios tiene para el hombre y del camino que deben seguir las personas, ¿varía según el tiempo y el contexto? (No). ¿Por qué no? Porque la verdad, los requerimientos y el camino de Dios no se ven alterados por el momento, el lugar o el entorno. No importa el momento ni el lugar ni el espacio que ocupe, la verdad siempre es la verdad, y el estándar que Dios le pide al hombre no cambia, así como tampoco el que les exige a Sus seguidores. Así que, para ellos, no importa el momento, el lugar o el contexto, el camino de Dios que han de seguir no cambia. Por lo tanto, exigir que las personas se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos en la época actual no es algo que se le plantee al hombre solo porque se acerque el momento o nos encontremos en los últimos días. Este urgente requerimiento, mediante el cual se le exige al hombre involucrarse en modos de proceder extremos o radicales para lograr entrar más rápidamente en la realidad-verdad, no se le hace porque queden pocos días y los desastres sean grandes, ni porque se tema que el hombre caiga en ellos. Esa no es la razón. ¿Cuál es entonces? No importa el momento, ya fuera hace cientos o miles de años, inclusive en la actualidad, las demandas de Dios hacia el hombre a este respecto no han cambiado. Es solo que hace miles de años, incluso en cualquier momento anterior al actual, Dios no había divulgado públicamente y en detalle estas palabras a la humanidad, pero Sus exigencias hacia el hombre nunca han cambiado en ningún caso a lo largo del tiempo. Desde que la humanidad comenzó a llevar registros, los requerimientos de Dios hacia ella nunca han sido que persiga con esmero lo mundano ni que materialice sus propios ideales y deseos en el mundo. Sus únicas demandas hacia esta han sido que escuche Sus palabras, siga Su camino, no se estanque en situaciones negativas del mundo y no persiga lo mundano. Deja que la gente del mundo se ocupe de los asuntos mundanos; deja que ellos completen esas cosas. No tienen nada que ver con aquellos que creen y siguen a Dios. Lo único que hace falta que hagan los creyentes es seguir el camino de Dios y seguirlo a Él. Seguir el camino de Dios es algo que los creyentes y seguidores de Dios están obligados a hacer. Es un asunto que no varía según el momento, lugar o contexto. Incluso en el futuro, cuando la humanidad obtenga la salvación y entre en la próxima era, esta demanda no cambiará. Escuchar las palabras de Dios y seguir Su camino es la actitud y la práctica específica que un seguidor de Dios debe tener hacia Él. La única manera de que las personas puedan temer a Dios y evitar el mal con éxito es que escuchen las palabras de Dios y seguir Su camino. Por lo tanto, el requerimiento de Dios para que las personas se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos no surge a raíz del momento, ni tampoco a causa de entornos o contextos singulares. Lo cierto es que, desde que existe el hombre, aunque Dios no le haya divulgado con claridad tales palabras, siempre le ha exigido este estándar y principio. No importa cuántas personas puedan lograrlo, cuántas sean capaces de practicar Sus palabras o hasta qué grado las entiendan, esta demanda de Dios es inmutable. Fíjate en la Biblia, donde existen registros de esas personas únicas que Dios eligió en tiempos singulares: Noé, Abraham, Isaac, Job, etc. Las exigencias que les hizo Dios, el camino que siguieron, sus metas y su rumbo en la vida, así como los objetivos que persiguieron y los modos de proceder específicos que tomaron en relación con la vida y la supervivencia; todos ellos encarnan las demandas de Dios al hombre. ¿Cuáles son esas demandas? Entre ellas se incluye que las personas deben desprenderse de sus búsquedas, ideales y deseos, ¿verdad? (Cierto). Ya sea en forma o espíritu, deben evitar a la humanidad bulliciosa, desordenada y perversa, y eludir tendencias tales. Antes se utilizaba una palabra que no era demasiado adecuada: “santificado”. En realidad, la intención de esta palabra es requerirte que te desprendas de tus búsquedas, ideales y deseos, evitar que te conviertas en un incrédulo, que hagas lo que ellos hacen o persigas sus mismos afanes, para, en su lugar, hacer que persigas aquello que es adecuado para un creyente. Eso es lo que significa. Cuando algunas personas dicen: “¿Nos exige Dios que nos desprendamos de las búsquedas, los ideales y deseos porque se acerca el momento, están aquí los últimos días y han llegado los desastres?”, ¿cuál debería ser la respuesta a esta pregunta? Que todas y cada una de las demandas de Dios hacia el hombre son la verdad y el camino que debe seguir. No cambian en función del momento, lugar, ambiente, ubicación geográfica o contexto social. Las palabras de Dios son la verdad, la cual no ha cambiado desde tiempos inmemoriales ni cambia a lo largo de toda la eternidad, por lo que cada una de las demandas de Dios hacia el hombre y cada principio específico de práctica que le presenta a este se remonta a después de que creara a la humanidad, cuando aún no existían registros temporales. Coexisten con Dios. En otras palabras, desde el momento en que hubo seres humanos, la humanidad ha sido capaz de entender las exigencias de Dios hacia ella. No importa el ámbito al que hagan referencia tales demandas, todas son eternas e inmutables. En general, las exigencias de Dios para el hombre se refieren a que escuche Sus palabras y siga Su camino. ¿Lo entendéis? (Sí). Los requerimientos de Dios no guardan relación alguna con el desarrollo del mundo, el contexto social humano, el momento, el lugar, el entorno geográfico y el espacio en el que viven las personas. Después de escuchar las palabras de Dios, lo correcto es que las guarden y practiquen. Dios no les hace otras exigencias. Con oír y entender Sus palabras, basta para que las practiquen y las guarden; habrán alcanzado el estándar de un ser creado aceptable a Sus ojos. ¿Entendéis? (Sí). Así que da igual el momento, el entorno social, el contexto o la ubicación geográfica, lo que has de hacer es escuchar las palabras de Dios, entender lo que dice y cuáles son Sus requerimientos hacia ti, y seguidamente debes prestar atención, someterte y practicar. No te preocupes por cosas como: “¿Son grandes los desastres en el mundo exterior en este momento? ¿Es caótico el mundo? ¿Es peligroso salir a él? ¿Podría enfermar durante una epidemia? ¿Podría morir? ¿Caerán desastres sobre mí? ¿Hay tentaciones ahí afuera?”. Pensar en tales cosas es inútil, y no tienen nada que ver contigo. Solo has de preocuparte por perseguir la verdad y seguir el camino de Dios, no por el entorno del mundo exterior. Sea como sea este, tú eres un ser creado y Dios es el Creador. La relación entre el Creador y los seres creados no va a cambiar; tu identidad y la esencia de Dios tampoco. Siempre serás alguien que debe seguir el camino de Dios, que ha de escuchar Sus palabras y someterse a Él. Dios siempre será Aquel que rige sobre ti, dispone tu destino y te guía a través de la vida. Tu relación con Él no cambiará, así como tampoco lo hará Su identidad ni la tuya. Por todo ello, el momento no importa, tu responsabilidad, tu obligación y tu máximo deber es escuchar las palabras de Dios, someterte a ellas y practicarlas. Eso nunca será un error, y constituye el estándar más alto. ¿Ha quedado resuelto este asunto? (Sí). Se ha resuelto. ¿He sido claro? ¿He hablado más correctamente que vosotros? (Sí). ¿De qué manera he expresado corrección? (Nosotros solo hablábamos en términos generales, pero Dios ha diseccionado este asunto de manera muy minuciosa, y también ha compartido que las palabras de Dios son la verdad, el camino al que deben ceñirse las personas, y que se deben escuchar las palabras de Dios y se ha de seguir Su camino. Él ha expresado todo esto con claridad). Esto que digo es un aspecto de la verdad; cuando me refiero a “un aspecto de la verdad” se trata de una teoría, pero ¿qué la respalda? Esos hechos y contenidos específicos que hemos mencionado previamente. Hay evidencias de todos esos hechos; ninguno es inventado ni imaginado. Todos son hechos, o son la esencia y la realidad de los fenómenos visibles de estos. Si eres capaz de comprenderlos y asimilarlos, eso demuestra que entiendes la verdad. La razón por la que no podéis decirlo en voz alta es porque aún no entendéis ese aspecto de la verdad, como tampoco la esencia y la realidad subyacentes a esos fenómenos, así que solo habláis un poco sobre vuestros sentimientos y conocimientos, lo cual está muy lejos de la verdad. ¿No es así? (Sí). Este asunto se ha resuelto, así que vamos a dejarlo ahí. Respecto al tema de desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen como resultado de los intereses y las aficiones, ¿era necesario incluir esa pregunta como punto adicional? (Sí). Lo era. Cada pregunta guarda cierta relación con la verdad, es decir, con la realidad y la esencia de algunos hechos, y detrás de la realidad y la esencia siempre se encuentran los arreglos, los planes, las ideas y los deseos de Dios. ¿Y qué más? Algunos de los métodos específicos de Dios, así como la base, los objetivos y el contexto de Sus acciones. Estos son la realidad.
Después de hablar acerca de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de los intereses y las aficiones, deberíamos compartir sobre el siguiente tema. ¿Cuál es? El de que las personas deberían desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen del matrimonio. Obviamente, este tema guarda relación con la totalidad de los diversos problemas asociados con el matrimonio. ¿No es este tema un poco más extenso que el de los intereses y las aficiones? Sin embargo, que no os dé miedo su extensión. Lo desglosaremos poco a poco, para comprenderlo lentamente y descubrirlo a través de la enseñanza. La línea que seguiremos al hablar de este tema consiste en diseccionar el asunto del matrimonio a partir de las perspectivas y aspectos de la esencia de los problemas, tanto positivos como negativos, que se plantean; las variadas comprensiones del matrimonio, tanto correctas como incorrectas; los errores que se cometen en él, así como las diversas ideas y puntos de vista incorrectos que suscita esta cuestión, para finalmente permitir a las personas desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen del matrimonio. La mejor práctica y también la más sencilla para lograr “desprenderse” es esta: primero, debes observar claramente la esencia de los problemas y desentrañarlos, ya sean positivos o negativos. A continuación, debes ser capaz de tratarlos de manera correcta y racional. Ese es el aspecto activo de las cosas. En el pasivo, debes ser capaz de entender y desentrañar las ideas, los puntos de vista y las actitudes erróneos que te suscitan los problemas, o las diversas influencias nocivas y negativas que producen en tu humanidad, y luego, a partir de estos aspectos, ser capaz de desprenderte. En otras palabras, tienes que lograr entender y desentrañar esos problemas, sin estar atado ni limitado por las ideas erróneas que estos generan, y sin dejar que controlen tu vida y te lleven por sendas torcidas o te hagan tomar decisiones equivocadas. En resumen, ya hablemos del lado positivo o del negativo, el objetivo final es permitir que las personas traten la cuestión del matrimonio de manera racional, que no se sirvan de ideas y puntos de vista falaces para comprenderlo y abordarlo, y que no adopten actitudes incorrectas hacia él. Esa es la comprensión correcta de la práctica de “desprenderse”. Bien, continuemos hablando de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen del matrimonio. Primero, veamos la definición de este; cuál es el concepto. La mayoría de vosotros aún no habéis contraído matrimonio, ¿verdad? Veo que la mayoría sois adultos. ¿Qué significa ser adulto? Significa que ya habéis alcanzado o superado una edad apropiada para casarse. Tanto si tenéis esa edad como si la habéis sobrepasado, cada persona tiene ciertas opiniones, definiciones y conceptos relativamente burgueses sobre el matrimonio, ya sean correctos o incorrectos. Así que primero exploremos qué es en realidad el matrimonio. Para empezar, con vuestras propias palabras: ¿Cómo lo definís? Si nos planteamos quién está cualificado para hablar sobre este asunto, probablemente se trate de aquellos que ya se han casado. Así que comencemos por ellos, y cuando hayan terminado de hablar, podemos pasar a los adultos solteros. Podéis expresar vuestras opiniones sobre el matrimonio, y escucharemos vuestra comprensión y definición de este. Decid lo que os venga en gana, tanto si es agradable de escuchar como si no, ya sean quejas sobre el matrimonio o expectativas respecto a este. Cualquier cosa vale. (Todo el mundo tiene expectativas antes de casarse. Hay quien se casa para llevar un estilo de vida acomodado, mientras que otros buscan un matrimonio dichoso, un príncipe a lomos de un corcel blanco, y fantasean con una vida repleta de felicidad. También hay quienes quieren servirse de esa unión para lograr algunos de sus propios propósitos). Entonces, en tu opinión, ¿qué es realmente el matrimonio? ¿Es algo transaccional? ¿Es un juego? ¿Qué? Algunas de las situaciones que has mencionado se refieren a vivir bien, lo cual define una especie de transacción. ¿Qué más? (Para mí, es algo que anhelo, algo por lo que suspiro). ¿Quién más quiere hablar? ¿Qué conocimientos tienen las personas casadas sobre el matrimonio? En especial, quienes lleven diez o veinte años de unión, ¿qué sentimientos tenéis al respecto? ¿Acaso no soléis estar llenos de reflexiones sobre el matrimonio? Por un lado, tenéis la experiencia del vuestro, y por otro, conocéis la de aquellos que os rodean. Al mismo tiempo, habéis observado los matrimonios de otras personas en los libros, la literatura y las películas. Entonces, a partir de esos aspectos, ¿qué piensas que es el matrimonio? ¿Cómo lo describes? ¿Qué comprendes sobre él? ¿Cuál es tu definición? Personas casadas, aquellas que llevan unidas durante años, sobre todo quienes habéis tenido hijos, ¿cuáles son vuestros sentimientos respecto al matrimonio? Hablad. (Puedo aportar algo. Desde joven he visto muchos programas de televisión. Siempre anhelaba una vida matrimonial feliz, pero después de casarme, me di cuenta de que no era como había imaginado. Tras casarme, lo primero que tuve que hacer fue trabajar duro por mi familia, lo cual resultaba agotador. Por otro lado, debido a la incompatibilidad entre el temperamento de mi esposo y el mío, y entre lo que anhelábamos y perseguíamos —especialmente las diferencias entre el camino del uno y del otro—, tuvimos muchas discrepancias en la vida, tantas que siempre discutíamos. La vida era dura. En ese momento, sentí que el tipo de vida matrimonial que había anhelado de niña no era realista. Era solo un deseo agradable, pero la vida real no funciona así. Eso es lo que pienso sobre el tema). Entonces, tu comprensión del matrimonio es que es amargo, ¿lo he entendido bien? (Sí). Por lo tanto, todos tus recuerdos y vivencias son amargos, agotadores, dolorosos e insoportables de recordar; te sentiste abatida, así que después ya no pudiste mejorar tus expectativas sobre el asunto. Piensas que el matrimonio no se ajusta a tus deseos, que no es bueno ni romántico. Lo contemplas como una tragedia, ¿es eso más o menos lo que quieres decir? (Sí). Ya se tratase de cosas que eras capaz de hacer o de otras a las que no estabas dispuesta en tu matrimonio, te sentías especialmente cansada y resentida por todo, ¿estoy en lo cierto? (Sí). El matrimonio es amargo; ese es un tipo de sentimiento, uno con el que la gente puede identificarse o vivirlo en sus carnes. Sea cual sea su forma, es probable que ahora mismo no sean pocos los diferentes enunciados sobre el matrimonio y la familia que hay en el mundo. Aparecen bastantes en las películas y los libros, y en la sociedad existen expertos en matrimonio y relaciones que analizan y diseccionan todo tipo de uniones, que tratan y resuelven las contradicciones que surgen en estas para mediar en ellas. Al final, la sociedad ha popularizado algunos dichos sobre el matrimonio. ¿Con cuáles de estos dichos populares estáis de acuerdo o simpatizáis? (Dios, la gente en la sociedad a menudo dice que casarse es como meterse en una tumba. Pienso que después de casarse, formar una familia y tener hijos, la gente debe asumir responsabilidades, que ha de trabajar sin cesar para mantener a su familia y, si a eso le añades la falta de armonía que aparece cuando dos personas viven juntas, surgen todo tipo de problemas y dificultades). ¿Cuál es la frase concreta? “El matrimonio es una tumba”. ¿Hay algunos dichos famosos y populares en China? ¿Acaso no es bastante popular la frase “El matrimonio es una tumba”? (Sí). ¿Qué más? “El matrimonio es una ciudad sitiada: los de afuera quieren entrar, y los de dentro quieren salir”. ¿Qué más? “Un matrimonio sin amor es inmoral”. Piensan que es un símbolo del amor y que un matrimonio sin amor es inmoral. Usan el amor romántico para medir el estándar de moralidad. ¿Son esas las definiciones y los conceptos del matrimonio que tienen las personas casadas? (Sí). En resumen, los casados rebosan amargura. Usemos esta frase para describirlo: “El matrimonio es una tumba”. ¿Es así de simple? Los casados han terminado de hablar, así que ahora podemos escuchar lo que tienen que decir las personas solteras. ¿Quién quiere hablar sobre su comprensión del matrimonio? Incluso si resulta infantil o es una fantasía, o si se trata de expectativas lejanas a la realidad; todo es válido. (Dios, a mí me parece que el matrimonio son dos personas que viven como compañeros, una vida de necesidades cotidianas). ¿Has estado casada? ¿Tienes alguna experiencia personal? (No). Necesidades cotidianas, vivir como compañeros, ¿de verdad es lo que piensas? ¿Todo tan práctico? (Según mis ideales, el matrimonio no es así, pero eso es lo que he visto en el de mis padres). El de tus padres es así, pero tu matrimonio ideal no es ese. ¿Cuál es tu comprensión y búsqueda en lo que respecta al matrimonio? (De pequeña, mi idea era simplemente que debía encontrar a alguien al que admirara, para luego vivir feliz y románticamente con él). Querías vivir con él, tomarle de la mano y envejecer juntos, ¿verdad? (Sí). Esa es tu comprensión específica del asunto, y es muy tuya, no la has obtenido de fijarte en los demás. Lo único que ves en los matrimonios de otros es su apariencia superficial, y como aún no lo has experimentado tú misma, no sabes si lo que ves es la realidad de los hechos o solo una capa externa. Aquello que sientes como real, lo será siempre en tus ideas y puntos de vista. Una parte de la comprensión que los jóvenes tienen del matrimonio es vivir románticamente con su amado, tomarlo de la mano y envejecer y pasar juntos toda la vida. ¿Tenéis alguna otra comprensión sobre el tema? (No).
Algunas personas dicen: “El matrimonio consiste en encontrar a alguien que te ame. No importa que sea romántico o no, ni hace falta que tú lo ames mucho. Cuanto menos, debe amarte, tenerte en su corazón y compartir contigo búsquedas, ideales, talante, intereses y aficiones, de modo que podáis congeniar y vivir juntos”. Otros dicen: “Encuentra a alguien con quien vivir que te ame y a quien ames. Solo eso ya es felicidad”. Y hay otros cuya comprensión del matrimonio es: “Debes encontrar a alguien fuerte desde el punto de vista económico para no tener que preocuparte por la ropa y la comida en el último tramo de tu vida, y para que tu vida material sea abundante y no sufras necesidades. Da igual su edad, aspecto, talante y gustos; si tiene dinero, lo demás no importa. Mientras pueda darte dinero para gastar y satisfacer tus necesidades materiales, resulta aceptable. Vivir con ese tipo de persona aporta felicidad, y tendrás comodidad física. Eso es el matrimonio”. Estos son algunos de los requerimientos y definiciones que la gente hace en relación con el matrimonio. La mayoría lo entiende como encontrar al amante, al ser amado de sus sueños o a un príncipe azul, y vivir con él y darse cuenta de que congenian. Por ejemplo, algunas personas imaginan a su príncipe azul como alguna estrella o celebridad, alguien con dinero, fama y riqueza. Creen que solo si viven con alguien semejante tendrán un matrimonio honorable, agradable y perfecto, y que solo una vida así es feliz. Algunas personas imaginan a su otra mitad como alguien con estatus. Otras, como alguien guapo y atractivo. Hay quienes imaginan que pertenecerá a una familia poderosa, acomodada y con buenos contactos; que sea rico. Otros imaginan una persona ambiciosa y fuerte en su trabajo. Los hay que imaginan a su otra mitad como alguien con un talento singular. Otras personas prefieren a alguien con ciertas particularidades en su personalidad. Todos estos y otros más son los requerimientos que tiene la gente respecto al matrimonio y, por supuesto, son las figuraciones, nociones y puntos de vista que albergan sobre este. En resumen, aquellos que han estado casados dicen que el matrimonio es una tumba, que casarse es como meterse en esta o precipitarse al desastre; quienes no están casados lo imaginan como algo especialmente placentero y romántico, y están rebosantes de anhelo y expectativas. Pero nadie, ni los que se han casado ni los que no lo han hecho, es capaz de hablar con demasiada claridad sobre su comprensión o entendimiento del matrimonio, o de cuáles son la definición y el concepto reales de este, ¿o acaso pueden? (No). Quienes lo han experimentado dicen: “El matrimonio es una tumba, es amargo”. Algunos de los que no están casados opinan: “Tu comprensión del matrimonio es incorrecta. Dices que es malo porque eres demasiado egoísta. No te esforzaste mucho en el tuyo. Debido a tus diversos defectos y problemas, la gestión que hiciste de tu matrimonio fue un desastre. Lo destruiste y lo rompiste con tus propias manos”. Algunos que ya están casados les dicen a los solteros que aún no lo están: “Eres un crío ignorante, ¿qué sabrás tú? ¿Acaso sabes cómo es? El matrimonio no atañe a una sola persona, ni a dos; sino a dos familias, o incluso a dos clanes. Implica numerosas cuestiones que no son simples ni evidentes. Aunque en el mundo solo hubiera dos individuos, aunque el asunto se dirimiera solo entre ellos, seguiría sin ser sencillo. No importa lo grata que sea tu comprensión y tu fantasía respecto al matrimonio, a medida que pasen los días, este se verá desgastado por las trivialidades de las necesidades cotidianas, hasta que su color y sabor se desvanezcan. No estás casado, ¿qué sabrás tú? Nunca has estado casado, nunca has gestionado un matrimonio, por lo que no estás cualificado para evaluarlo ni para hacer comentarios críticos. Tu comprensión del matrimonio es una figuración, un pensamiento ilusorio, no está basada en la realidad”. Hable quien hable de ello, existe una justificación objetiva, pero, al final, ¿qué es realmente el matrimonio? ¿Qué perspectiva es la más correcta y objetiva para contemplarlo? ¿Cuál concuerda más con la verdad? ¿De qué manera debería analizarse el asunto? Tanto si los que hablan son quienes han experimentado el matrimonio como si son los que aún no lo han hecho, por un lado, su comprensión sobre dicha cuestión está plagada de figuraciones propias y, por otro, la humanidad corrupta rebosa de emociones con respecto al papel que desempeña en el matrimonio. Dado que la humanidad corrupta no entiende los principios a los que debería atenerse en diversos entornos, y no comprende el papel que desempeña en el matrimonio o las obligaciones y responsabilidades que debe cumplir, algunas de sus opiniones al respecto son inevitablemente emocionales e implican egoísmo personal, impulsividad, etc. Por supuesto, esté casada o no una persona, si no ve el matrimonio desde la perspectiva de la verdad y no tiene una comprensión y conocimiento puros al respecto que haya obtenido a partir de Dios, entonces, exceptuando toda su experiencia práctica personal del matrimonio, su comprensión de este se halla en gran medida influenciada por la sociedad y la humanidad perversa. También influyen el entorno, las tendencias y las opiniones públicas de la sociedad, así como las cosas falaces y sesgadas —y que podrían calificarse más específicamente como inhumanas— que han dicho sobre el matrimonio personas de todos los niveles y estratos de la sociedad. Debido a todas esas cosas que dicen los demás, por un lado, las personas se encuentran influenciadas y controladas inconscientemente por dichos pensamientos y puntos de vista y, por otro, aceptan sin darse cuenta esas actitudes y modos de ver el matrimonio, así como esas formas de tratarlo y la postura ante la vida de aquellos que viven casados. Para empezar, las personas no tienen una comprensión positiva del tema, ni un conocimiento y cognición precisos y positivos de él. Además, tanto la sociedad como la humanidad perversa les inculcan pensamientos negativos y falaces. Por lo tanto, los pensamientos y puntos de vista de las personas sobre el matrimonio se vuelven distorsionados e incluso perversos. Mientras vivas y sobrevivas en esta sociedad y tengas ojos para ver, oídos para oír e ideas para reflexionar sobre las cuestiones, aceptarás en distintos grados esos pensamientos y puntos de vista falaces, lo que lleva a una comprensión y conocimiento incorrectos y sesgados. Por ejemplo, hace cien años, nadie entendía lo que era el amor romántico, y su comprensión del matrimonio era muy simple. Cuando alguien llegaba a la edad de casarse, un casamentero los presentaba, sus padres lo gestionaban todo y luego celebraban su boda con un miembro del sexo opuesto, se casaban y los dos vivían y pasaban juntos el resto de sus días. De ese modo, se acompañaban mutuamente en esta vida, hasta el final. Así de simple era el matrimonio. Era cuestión de dos individuos, dos personas de diferentes familias que vivían juntas, se acompañaban mutuamente, se cuidaban y cohabitaban toda una vida. Era así de sencillo. Pero en algún momento, la gente empezó a hablar de lo que llaman amor romántico, y este se agregó al contenido del matrimonio, hasta el día de hoy. El término “amor romántico”, o el significado e idea que este implica, ya no es algo de lo que las personas, en el fondo de sus corazones, se avergüencen o les cueste hablar, sino que existe con mucha naturalidad en sus pensamientos y les resulta natural hablar de ello, hasta el punto de que incluso lo hacen quienes aún no son adultos. Así que estos tipos de pensamientos, puntos de vista y enunciados crean de manera intangible una influencia en todos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Esta influencia es la razón por la que el entendimiento de todos ellos sobre el matrimonio resulta tan pretencioso. Para ser más concretos, tienen prejuicios. Todo el mundo ha empezado a jugar con el amor y a coquetear con la pasión. El supuesto “amor romántico” del hombre es solo la unión del amor y la pasión[a]. ¿Qué significa “amor”? El amor es un tipo de afecto. ¿Qué significa “pasión”? Significa lujuria. El matrimonio ya no es tan simple como dos personas que pasan juntas sus días como compañeros; más bien, se ha convertido en un juguete para el afecto y la lujuria. ¿No es así? (Sí). Las personas han llegado a entenderlo como una unión de lujuria y afecto, ¿pueden entonces ser buenos sus matrimonios? Los hombres y las mujeres no viven bien ni cumplen bien con sus responsabilidades, y pasan los días de una manera que no es realista. A menudo hablan de amor, de pasión, de afecto y lujuria. ¿Crees que así pueden vivir sin sobresaltos y de manera estable? (No). ¿Quién puede pasar por alto esas tentaciones y seducciones? Nadie puede ignorarlas. En la sociedad, la gente rebosa de lujuria y afecto entre sí. Eso es lo que llaman amor romántico, y es la forma en que las personas contemporáneas entienden el matrimonio; es su más alta apreciación sobre este, su gusto más elevado. Entonces, su situación conyugal se ha transformado hasta dejar de ser reconocible, y se encuentra en un terrible y espantoso desorden. El matrimonio ya no es tan simple como una cuestión entre un hombre y una mujer, sino que se ha convertido en un asunto que atañe a todas las personas, hombres y mujeres, que juegan con el afecto y la lujuria, y en algo totalmente depravado. La comprensión y la perspectiva de las personas sobre el matrimonio se deforman y se vuelven anormales y perversas bajo la seducción de las tendencias perversas, o cuando se inculcan pensamientos tales. Además de esto, las películas y programas de televisión de la sociedad, así como las obras literarias y artísticas, transmiten sin cesar interpretaciones y enunciados cada vez más perversos e inmorales. Los directores, escritores y actores se afanan en presentar el matrimonio como un estado terrible. Tanta perversidad y lujuria conduce a los buenos matrimonios a precipitarse en el caos. Así pues, desde que existe el amor romántico, el divorcio se ha generalizado cada vez más en la sociedad humana, al igual que las aventuras extramatrimoniales. Cada vez más niños se han visto obligados a padecer las heridas del divorcio de sus padres, a vivir con madres o padres solteros, a pasar así su infancia y juventud, o a crecer bajo las circunstancias conyugales inapropiadas de sus padres. La razón que se esconde tras todas esas diferentes tragedias matrimoniales, tras esas uniones incorrectas o malformadas, es que la visión del matrimonio que defiende la sociedad está llena de prejuicios y es perversa e inmoral, hasta tal punto que carece de ética y moralidad. Debido a que la humanidad no tiene una comprensión precisa de las cosas positivas o apropiadas, las personas aceptarán sin pensar esos pensamientos y puntos de vista que la sociedad defiende, sin que importe lo mal formados que estén. Es como una epidemia que se propaga por tu cuerpo y corroe cada uno de tus pensamientos e ideas, así como los aspectos correctos de tu humanidad. La conciencia y la razón de tu humanidad normal se vuelven enseguida borrosas, indefinidas o débiles; entonces, esos pensamientos y puntos de vista que provienen de Satanás, que son distorsionados, perversos y carecen de ética y moralidad, conquistan la posición superior y adoptan el papel dominante en las profundidades de tus pensamientos y de tu corazón, y en tu mundo mental. Una vez que tales cosas toman la posición superior y el papel dominante, tu perspectiva sobre cuestiones como el matrimonio enseguida se tuerce y se distorsiona, y carece de ética y moralidad, hasta el punto de que se vuelve perversa, pero tú mismo no lo sabes, y piensas que es completamente adecuada: “Todo el mundo piensa así, ¿por qué no lo iba a hacer yo? Que todos piensen así es apropiado, ¿acaso no lo es que yo piense igual? Entonces, si nadie más se ruboriza al hablar del amor romántico, yo tampoco debería. La primera vez estaba un poco cohibido, algo avergonzado, y me costó abrir la boca. Después de hablar de ello unas cuantas veces más, me sentí a gusto. Al ir escuchando y hablando más sobre el tema, lo hice mío”. Cierto, hablas y escuchas, y te apropias de semejante cosa, pero el entendimiento verdadero y original del matrimonio no puede mantenerse firme en las profundidades de tus pensamientos, por lo que pierdes la conciencia y la razón que como persona normal deberías tener. ¿Por qué motivo la has perdido? Porque has aceptado la supuesta visión del matrimonio como “amor romántico”. Esta ha engullido tu entendimiento original y el sentimiento de responsabilidad que tu humanidad normal tiene respecto a casarse. Comienzas enseguida a poner en práctica personalmente tu propio entendimiento del amor romántico. Buscas sin cesar a personas con las que congeniar, que te amen o a las que ames tú, y persigues a toda costa el amor romántico, te esfuerzas mucho y eres bastante descarado, hasta el punto de gastar las energías de toda una vida en aras del amor romántico, y entonces estás perdido. Digamos que, durante la búsqueda del amor romántico, una mujer encuentra a alguien al que admira y piensa: “Estamos enamorados, así que vamos a casarnos”. Después de casarse, vive con esa persona un tiempo; luego se da cuenta de que tiene algunos defectos, y piensa: “No le gusto, y él no me gusta a mí en realidad. Somos incompatibles, así que nuestro amor romántico fue un error. No pasa nada, nos divorciaremos”. Después del divorcio, lleva consigo a un niño de dos o tres años y se prepara para encontrar a otra persona, mientras piensa: “Ya que mi anterior matrimonio carecía de amor, necesito asegurarme de que el próximo sea auténtico amor romántico. Esta vez tengo que estar segura, así que he de tomarme una temporada para analizar”. Después de un tiempo, encuentra a alguien, “Oh, este es el amante de mis sueños, la persona que imaginaba que me iba a gustar. Yo le gusto y él me gusta a mí. No puede soportar estar separado de mí y yo no puedo soportar estar separada de él; somos como dos imanes que se atraen mutuamente, que siempre quieren estar juntos. Estamos enamorados, vamos a casarnos”. Y entonces se casa de nuevo. Una vez casada, tiene otro hijo, y después de dos o tres años, piensa: “Esta persona tiene más defectos de la cuenta; es vago y glotón. Le gusta presumir y fanfarronear, además de parlotear. No cumple con sus responsabilidades, no entrega a su familia el dinero que gana, y bebe y juega todo el día. Esta no es la persona a la que quiero amar. La persona a la que yo amo no es así. ¡Quiero el divorcio!”. Con dos hijos a su cargo, se divorcia nuevamente. Después de hacerlo, comienza a pensar: ¿Qué es el amor romántico? No sabe contestar. Hay quienes llevan ya dos o tres matrimonios fallidos, ¿y qué acaban diciendo? “No creo en el amor romántico, creo en la humanidad”. Fíjate, van y vienen, y no saben en qué deben creer. No saben qué es el matrimonio; aceptan pensamientos y perspectivas falaces, y los usan como sus estándares. Ponen en práctica en primera persona tales pensamientos y perspectivas y al mismo tiempo también hunden sus matrimonios y a sí mismos, además de a otras personas. En diferentes grados, dañan a la próxima generación y a sí mismos, tanto física como espiritualmente. Todo ello forma parte del motivo por el que las personas se sienten dolidas e impotentes respecto al matrimonio, la razón por la cual no albergan sentimientos positivos hacia este. Acabo de compartir acerca de las diversas perspectivas y definiciones que tiene la gente sobre el matrimonio, así como sobre la situación en la que se encuentra el matrimonio humano a consecuencia de los puntos de vista incorrectos de las personas modernas en relación con este tema. En resumen, ¿se encuentra el matrimonio humano moderno en una situación buena o mala? (Mala). Carece de perspectivas, no es nada optimista, y cada vez está más patas arriba. De este a oeste, de norte a sur, el matrimonio humano se encuentra en un estado terrible y espantoso. La generación actual, los menores de cuarenta o cincuenta años, son testigos de los desastrosos matrimonios de la generación anterior y de la siguiente, así como de los puntos de vista de estas al respecto y de sus experiencias matrimoniales fallidas. Desde luego, muchas personas menores de cuarenta años son víctimas de todo tipo de relaciones desafortunadas; algunas son madres solteras, otros padres solteros; aunque claro, en términos relativos, no hay tantos padres solteros. Algunos crecen con su madre biológica y su padrastro, otros con su padre biológico y su madrastra, y los hay que se crían con hermanos de diferentes madres y padres. Otros tienen padres divorciados que se vuelven a casar, y ninguno de sus progenitores los quiere, por lo que se convierten en huérfanos, que llegan a adultos tras pasar años teniéndoselas que arreglar solos en la sociedad, y que luego se convierten en padrastros o madrastras, o en madres o padres solteros. Esta es la situación del matrimonio moderno. ¿Acaso la gestión del matrimonio por parte de la humanidad en ese sentido no es resultado de la corrupción que Satanás ha ejercido sobre ella? (Sí). Esta forma tan necesaria para la muy básica supervivencia y multiplicación de la humanidad ha sido completamente mutilada y se ha convertido en un desastre. ¿Cómo crees que vive la humanidad? Observar la vida de las distintas familias resulta irritante, es demasiado horrible de contemplar. No hablemos más de ello; cuanto más lo hacemos, más indignante resulta, ¿verdad?
Nota al pie:
a. El texto original no contiene la frase “El supuesto ‘amor romántico’ del hombre es solo la unión del amor y la pasión”.
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