Palabras sobre la actitud hacia la verdad y hacia Dios (Fragmento 2)

Los creyentes en Dios tienen que captar algunos aspectos fundamentales. Como mínimo, es esencial que sepan en su corazón lo que significa creer en Dios, las verdades que deben comprender y cómo debe practicarse la sumisión a Él. También, al someterse, deben saber qué verdades y cuáles de Sus palabras se deben comprender y qué realidades es preciso abrazar para satisfacerlo. Si tienes esta fe y esta determinación, incluso si a veces tienes algunas nociones o albergas ciertas intenciones, te será fácil dejarlas de lado. Quienes no tienen esta fe siempre son exigentes en su sumisión. A veces, también se muestran quisquillosos, conflictivos, resentidos, gruñones… ¡De vez en cuando se manifiestan todo tipo de comportamientos rebeldes! No se trata de una o dos ocasiones aisladas ni de un pensamiento fugaz, sino de la capacidad de proferir palabras rebeldes y de hacer cosas rebeldes. Esto denota un carácter rebelde especialmente acentuado. Las personas tienen actitudes corruptas. Incluso si tienen la voluntad de someterse a Dios, su sumisión es limitada y relativa, y también es ocasional, fugaz y condicional. No es absoluta. Con un carácter corrupto, su rebeldía es particularmente grande. Reconocen a Dios, pero no pueden someterse a Él. Están dispuestas a escuchar Sus palabras, pero no pueden someterse a ellas. Saben que Dios es bueno y quieren amarlo, pero no pueden. No pueden escuchar a Dios plenamente, ni pueden dejar que Él instrumente todo. Siguen tomando sus propias decisiones, albergan sus propias intenciones y motivos y tienen sus propios planes, ideas y su manera particular de hacer las cosas. La incapacidad para someterse a Dios se manifiesta cuando actúan conforme a sus propias maneras de obrar y emplean sus propios métodos. Solo saben actuar según sus propias ideas y rebelarse contra Dios. ¡Así son las personas rebeldes! De modo que la naturaleza del hombre no consiste únicamente en simples actitudes corruptas como la santurronería, la prepotencia y el orgullo superficiales. Tampoco consiste en mentiras y engaños ocasionales hacia Dios. En lugar de ello, la esencia del hombre ya se ha convertido en la esencia de Satanás. ¿De qué manera traicionó el arcángel a Dios en aquellos tiempos? ¿Y la gente de hoy en día? A decir verdad, podáis o no aceptarlo, la gente en la actualidad no solo traiciona por completo a Dios como lo hizo Satanás, sino que también le es frontalmente hostil en su corazón, sus pensamientos y sus ideologías. Así es como Satanás ha corrompido a la humanidad para convertirla en demonios. Los seres humanos se han convertido ciertamente en el engendro de Satanás. Quizás digáis: “No somos hostiles a Dios. Escuchamos lo que Él dice”. Eso es superficial, da la impresión de que escuchas lo que Dios dice. De hecho, cuando formalmente estoy compartiendo y hablando, la mayoría de la gente no tiene nociones y muestra una buena conducta y obediencia. Pero cuando hablo y hago cosas en la humanidad normal, o vivo y actúo en esa humanidad normal, surgen sus nociones. A pesar de querer hacerme un sitio en su corazón, no pueden albergarme, y por más que se les enseñe la verdad, no pueden desprenderse de sus nociones. Esto demuestra que el hombre solo puede someterse a Dios de forma relativa, no absoluta. Tú sabes que Él es Dios, y sabes que Dios encarnado debe tener una humanidad normal. Entonces, ¿por qué no puedes someterte a Dios completamente? Dios hecho carne es Cristo, el Hijo del hombre. Él tiene divinidad y también humanidad normal. Por fuera, tiene humanidad normal, pero Su divinidad vive y obra dentro de ella. Ahora bien, Dios se ha hecho carne como Cristo, dotado de divinidad y humanidad. Sin embargo, algunas personas solo pueden someterse a algunas de Sus palabras y obras divinas. Toman solo Sus palabras divinas y Su lenguaje profundo como las palabras de Dios, al tiempo que desdeñan algunas de Sus palabras y obras en la humanidad normal. Algunos incluso tienen ciertas ideas y nociones en su corazón, y creen que solo Su lenguaje divino es la palabra de Dios y que Su lenguaje humano no lo es. ¿Acaso esas personas pueden aceptar todas las verdades que Dios expresa? ¿Pueden ser purificadas y perfeccionadas por Dios? No pueden hacerlo, porque comprenden de manera absurda y no pueden llegar a la verdad. En pocas palabras, el mundo interior del hombre es sumamente complejo, y estos asuntos de rebeldía son especialmente complicados; no es necesario extenderse en este aspecto. Las personas pueden someterse a la divinidad de Dios, pero no pueden hacerlo a algunas de las obras y palabras de Su humanidad normal. Esto demuestra que no se han sometido verdaderamente a Dios. La sumisión de las personas a Dios siempre es condicional: escuchan lo que creen que es correcto y sensato, pero no están dispuestas a escuchar lo que consideran que es incorrecto e insensato. No se someten a lo que no están dispuestas a escuchar ni a lo que no son capaces de hacer. ¿Se puede llamar a eso sumisión verdadera? Por supuesto que no. Esto demuestra que las actitudes de las personas no son buenas, que estas son especialmente viles y malas: ¡esto es fundamental! Es decir que, aunque la gente se someta en cierta medida a Dios, siempre es una sumisión selectiva y condicional, nunca es absoluta. Si se dice que una persona escucha y se somete, solo es en términos relativos, porque no has tocado sus intereses ni la has podado verdaderamente. No lo has hecho de forma directa y contundente. Una vez que la podes de verdad, la persona se pondrá en tu contra y te pondrá mala cara todo el tiempo. Si le preguntas algo, no responderá, y si le dices que haga algo, no querrá hacerlo. Si le dices que haga algo que no está dispuesta a hacer, empezará a romper cosas y a mostrarse terca contigo. ¡Qué malo puede llegar a ser el carácter de una persona! Si sabes que Él es Dios, ¿por qué lo tratas así? Esa actitud no es diferente a la de los fariseos y Pablo en aquel tiempo. ¿Pablo sabía que Jesús es Dios? ¿Por qué persiguió a los discípulos de Jesús? ¿Por qué arrestó a tantos de ellos? Al final, Jesús vio que Pablo había ido demasiado lejos en su persecución, y en el camino a Damasco, lo derribó. Una luz brilló a su alrededor y Pablo cayó al suelo. Tras caer, preguntó a Jesús: “¿Quién eres, Señor?”, y Él le dijo: “Yo soy Jesús a quien tú persigues” (Hechos 9:5). Desde entonces, Pablo se mostró mucho más sumiso. Si Jesús no lo hubiera “iluminado” y derribado, Pablo no habría aceptado a Jesús, y mucho menos habría predicado Su palabra. ¿Qué demuestra esto? Que la naturaleza de las personas no puede ser más mala.

Las personas a menudo dicen: “Nosotros, los humanos, tenemos actitudes corruptas; ninguno puede satisfacer a Dios” y “Los humanos son muy santurrones y engreídos. ¡Se creen siempre buenos, mejores que los demás!”. En realidad, esta es la interpretación más superficial; es solo un aspecto menor de un carácter corrupto. ¿Por qué no hablas de esos pensamientos e intenciones de rebelión y resistencia contra Dios en tu propia naturaleza? Dios te pide que hagas algo de una manera, y tú lo haces de otra. Dios obra de una manera, y tú le exiges que lo haga de otra. ¿Acaso no es esto enfrentarse a Dios? Todos tenemos este tipo de carácter; nadie puede evitarlo. Algunos dirán tal vez: “Eso no vale para mí, ¡yo no lo sabía!”. Eso es porque no has tenido contacto con Dios. Cuando lo hagas, y al cabo de una semana de ir conociéndolo poco a poco, es seguro que cambiarás y revelarás tu verdadero ser. No es una exageración ni tampoco una subestimación de tu persona. En la actualidad, las personas no solo tienen actitudes corruptas, sino que su naturaleza también se ha corrompido. Su humanidad normal ya se ha corrompido de tal modo que está deshecha y se ha perdido por completo; es decir, que las personas ya no tienen una humanidad normal. Dios encarnado tiene esa humanidad, pero todas las personas tienen actitudes corruptas y les falta mucho de dicha humanidad normal, por lo que les es imposible estar en armonía con Dios. Sin duda tendrán diferencias y conflictos con Dios en muchos aspectos, e incluso llegarán a ser hostiles hacia Él. Ello se debe a que las personas no tienen un corazón temeroso de Dios ni corazón sometido a Él. No se les puede exigir a las personas: “Puesto que reconoces que Él es Dios, debes someterte a Él sin importar lo que diga”, y mucho menos pedirles que se rindan a Dios en todos los sentidos. No es una cuestión de rendirse; las personas son seres creados y, en definitiva, Dios es Dios y el hombre es hombre. Entre ellos debe haber una línea divisoria. ¿De qué manera oraba el siervo de Abraham a Jehová Dios en la Era de la Ley? “Oh, Jehová Dios de mi señor, Abraham” (Génesis 24:12).* Establecía distinciones de rango muy claras, mientras que las personas en la actualidad piensan: “Dios no es muy distinto de nosotros. Él también tiene una humanidad normal, y tiene las necesidades y todas las emociones, la vida y las actividades de la humanidad normal. Aunque Él haga obras divinas, ¡Su humanidad normal es imprescindible!”. Desde el momento en que las personas tengan en su interior esta idea aproximada de “humanidad normal”, tendrán inclinación a calificar la obra de Dios, Sus palabras y Su carácter como la humanidad normal del hombre, y negarán Su esencia divina. Es un error garrafal; así es imposible conocer a Dios, ¿no es cierto? Vosotros no os habéis puesto en contacto con Dios; ¿quién de vosotros se atreve a decir: “Si estuviese en contacto con Dios durante un año, puedo garantizar que no sería rebelde en absoluto”? Nadie puede tener esa certeza. La mayoría de las personas han creído en Dios por más de 10 o 20 años; sin embargo, nadie puede alcanzar la verdadera sumisión a Él. Con eso basta para demostrar que Satanás ha corrompido a las personas hasta lo más profundo, y que el carácter de Satanás ya se ha arraigado en el corazón de ellas; hay cosas corruptas que vosotros ni siquiera podéis desenterrar por vuestra cuenta. He dicho tantas palabras, he expresado tantas verdades, y a pesar de ello casi nadie entiende realmente la verdad. Las personas ahora están obstinadas en equivocarse; son insensibles y bobas hasta cierto punto. No es que sean solamente un poco ignorantes; su naturaleza rebelde ya ha tomado forma, pero vosotros aún no lo habéis visto claramente.

A algunas personas, cuando se encuentran con Cristo durante uno o dos días, Él les resulta desconocido y se sienten un poco refrenadas: “¡Dios está aquí!”. Tienen ese pensamiento en el corazón, pero después de diez días o dos semanas de estar en contacto con Él, a medida que se van familiarizando y se le acercan cada vez más, su corazón se desenfrena y ya no diferencian entre su estatus y el de Él. Es como si hubiera una igualdad absoluta, sin jerarquías; piensan que es adecuado que Dios comparta la vida y la alegría con ellos. A veces me pregunto cómo es posible que estas personas sean así. Si siempre las podara y reprendiera, seguro que tendrían un buen comportamiento y serían sumisas. A veces, cuando hablo con alguien de igual a igual, piensan: “Mmm… ¡mira qué bueno es Dios conmigo!”. Que sea bueno contigo no prueba que no tengas un carácter rebelde ni que tu esencia naturaleza sea buena. ¿No es así? En el caso de algunas personas, cuando las trato un poco mejor y les dedico una pequeña sonrisa, olvidan su lugar en el universo, su procedencia, su identidad y su esencia; lo olvidan todo. La naturaleza de las personas no puede ser más mala; ¡no tienen ni el menor atisbo de razón! Si algunos creen que son lo bastante buenos, que vayan e interactúen con Dios por un tiempo para ver cómo toda esa rebeldía y resistencia que llevas dentro queda expuesta. Interactúa con Dios por un tiempo: no te recordaré, ni te reprenderé, ni te podaré, y nadie hablará contigo; experimentarás por tu cuenta, y veremos en qué medida puedes hacerlo. Si no alcanzas la verdad, sin duda fracasarás rotundamente, y las consecuencias serán inconcebibles. Las actitudes rebeldes de las personas son demasiado graves; ¡en su corazón no hay sitio para los demás! En tu carácter rebelde, tu naturaleza satánica y tu corazón arrogante no queda sitio para otras personas. Quizás algunas personas, después de interactuar conmigo durante un tiempo, desarrollen algunos pensamientos incorrectos; si no se resuelven, al convertirse en nociones o juicios, se verán en situación de peligro. Algunos dicen: “Eso es porque Tú eres demasiado normal y corriente. Yo no soy así con mi creencia en el Señor Jesús”. Lo mismo ocurre con tu creencia en Jesús. Si os pusieran en la época de Jesús, no seríais mejores que los fariseos, vuestras mentes estarían llenas de nociones. No pienses que serías mejor que Judas. Él pudo traicionar al Señor y robar Su dinero para usarlo; tú podrías no traicionarlo o gastar el dinero de la iglesia de forma negligente, pero no serías alguien que se somete al Señor, y seguramente estarías lleno de nociones, rebeldía y resistencia. Las palabras y la obra del Señor Jesús son la aparición y la obra de Dios. ¿Por qué Judas se opuso al Señor? Su naturaleza era demasiado mala; no podía aceptar a Cristo e insistía en serle hostil. ¿Acaso Pedro no sufrió también mucho en aquel entonces? Al final, puesto que su humanidad era comparativamente un poco mejor que la de otros en aquella época, y gracias a que pudo dedicarse a amar a Dios, logró ser hecho perfecto. En esa época, también tenía algunas nociones y opiniones sobre Jesús, pero gracias a que pudo dedicarse a amar al Señor, al final adquirió cierto conocimiento del Señor Jesús. Así pues, no alardees; no des por seguro que puedes triunfar y conseguir una puntuación perfecta en algo que no has experimentado. Eso no es cierto ni realista. Primero debes experimentarlo; solo entonces los conocimientos y las ideas que compartas serán prácticos. No digas: “Dios, ven a mi casa, te prometo que no te haré enfadar como lo hacen otros. Prometo que no seré tan inhumano como los demás”. Esto no es seguro, porque los elementos de humanidad normal que hay en el interior de las personas ya han sido destruidos; su humanidad normal ya no existe, como tampoco su conciencia y su razón; el sentido común de la humanidad normal, el hecho de hablar con sencillez y honestidad, y de poder escuchar y ser sumiso, todas estas cosas positivas, ya no están en el interior de las personas. Entonces, los principios para vivir y los objetivos de la vida de las personas ya han cambiado; todas obedecen a la filosofía satánica y viven bajo el dominio de la naturaleza de Satanás. Hablan con sagacidad y engaño, van hacia donde sopla el viento y son expertos en decir palabras agradables: creen que la vida así es maravillosa. ¿Por qué se dice que los humanos están corrompidos hasta lo más profundo? En ese estado, ¿les queda algo de humanidad normal? Crees que tener un carácter corrupto no es más que ser algo arrogante, santurrón y orgulloso, un tanto mentiroso al hablar o un poco superficial a la hora de cumplir con tus deberes; eso es todo. Pero este conocimiento es muy superficial; apenas araña la superficie. La clave es que el hombre es malo por naturaleza, todos veneran el mal, niegan a Dios y se resisten a Él, y su humanidad normal ya ha desaparecido de la faz de la tierra. ¿Acaso no es así? Entonces, ¿qué deben hacer las personas para alcanzar el estándar de ser un ser creado? Lo fundamental es encontrar una senda y un método adecuado para la práctica que procedan de las palabras de Dios. Todos vosotros sabéis que no hay personas excepcionalmente buenas en la humanidad, así que ¿por qué se dice ahora que algunas personas tienen humanidad y otras no? ¿Las personas que tienen humanidad realmente pueden poner en práctica estas verdades? Tampoco pueden hacerlo. En sentido relativo, son un poco más amables y bondadosas de corazón, y en su trabajo son algo más responsables, pero todo esto es relativo, no absoluto. Si evalúas a una persona y dices que es absolutamente buena y que no tiene defecto ni rebeldía alguna, que es totalmente obediente y sumisa, y que no es en absoluto superficial en el cumplimiento de sus deberes, ¿no sería una exageración? ¿Se ciñe a la realidad? ¿Existe realmente una persona así? Si es así como vosotros comprendéis las cosas, es una distorsión. Pero si pensáis: “Los humanos estamos acabados. Ninguno de nosotros es bueno. ¿De qué sirve creer en Dios? ¡Lo que haré será dejar de creer y esperar la muerte!”, eso también es absurdo. Siempre os vais a los extremos, como si no entendierais las palabras simples; siempre os inclináis hacia un lado o hacia el otro. Si os hablo con más suavidad y delicadeza, no conseguiréis conoceros a vosotros mismos. Pero si os hablo con demasiada dureza y rigor, agacharéis la cabeza, os volveréis negativos e incluso os daréis por vencidos. Cuando algunas personas escuchan las palabras de juicio y condenación de Dios, de inmediato se quedan paralizadas y creen que están acabadas, que no tienen esperanza de salvarse. Estas personas son precisamente las más difíciles de salvar, ¡porque no entienden las palabras simples! Ahora bien, cuando Dios habla y expone a la gente, es para hacerles entender el origen de la naturaleza corrupta del hombre y por qué este es capaz de rebelarse contra Él. Exponer estos temas es beneficioso para las personas. Si no se exponen, creerías hasta el final sin llegar a conocerte a ti mismo, siempre diciendo que el arcángel es un engreído, o que tal persona es arrogante y tal otra es rebelde. ¿Qué hay de ti? También hay personas que siempre dicen: “En verdad somos rebeldes hacia Dios”, pero siguen sin conocer la raíz de su rebeldía y no ven ni entienden la esencia de esos estados. Esto significa que no pueden cambiar y no pueden alcanzar la salvación. ¿Podéis comprender estas palabras? (Sí).

Lo que acabo de compartir tiene dos aspectos principales. Uno es que, al creer en Dios, se debe alcanzar la verdadera sumisión, cumplir plenamente el estándar de un ser creado. El otro es que exponer la rebeldía que hay dentro de las personas y revelar su naturaleza les permite conocerse a sí mismas. Si no se las expone de este modo y se las hace conocerse a sí mismas, todas dirán que son buenas y mejores que las demás. Por ejemplo, algunos dicen: “Yo también estoy profundamente corrompido”, pero cuando se relacionan con los demás por un tiempo, creen que aun así son mejores, y piensan: “No soy bueno, ¡pero veo que tú no eres mejor e incluso eres peor que yo!”. No pienses que eres mejor que los demás. No lo eres ni remotamente; todas las personas tienen la misma naturaleza rebelde. ¿Queda claro? Ahora que hemos terminado de hablar de esto, ¿qué pensáis? Tal vez penséis: “Hace muchos años que creo en Dios, y pensaba que era alguien que se sometía a Él. Hoy, ahora que Dios ha terminado la enseñanza, por fin me doy cuenta de que no me someto verdaderamente a Dios, y sigo sin tratarlo como tal. Ni siquiera logro someterme a Él; ¡carezco totalmente de razón y mi fe es muy confusa!”. Si de verdad tienes este tipo de conocimiento, hay esperanza de que entres en la vía correcta de creer en Dios y te conviertas en alguien que se somete a Él; solo entonces alcanzarás la salvación.

La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.

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