La importancia de perseguir la verdad y la senda de su búsqueda (Parte 2)

Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus revelaciones de corrupción, tu carácter corrupto, tus propias debilidades vitales, y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estos aspectos debes llegar a conocerte. Por supuesto, para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras. Cuando aceptéis el juicio de las palabras de Dios, no tengáis miedo al sufrimiento o al dolor, y más aún, no tengáis miedo de que las palabras de Dios penetren en vuestro corazón y expongan vuestro feo estado. Es tan beneficioso sufrir estas cosas. Si creéis en Dios, deberíais leer más Sus palabras que juzgan y castigan a la gente, especialmente las que ponen de manifiesto la esencia de la corrupción de la humanidad. Deberíais compararlas más con vuestro estado práctico, y vincularlas a vosotros mismos en mayor medida y a los demás en menor medida. Los tipos de estados que Dios deja en evidencia existen en cada persona, y todos ellos pueden encontrarse en vosotros. Si no te lo crees, intenta experimentarlo. Cuanto más experimentes, más te conocerás a ti mismo, y más te parecerá que las palabras de Dios son muy exactas. Tras leer las palabras de Dios, algunas personas no saben vincularlas a sí mismas; piensan que parte de estas palabras no tratan de ellas, sino de otras personas. Por ejemplo, cuando Dios desenmascara a las personas como Jezabeles y rameras, algunas hermanas creen que, al haber sido inequívocamente fieles a sus maridos, esas palabras no deben de referirse a ellas; otras creen que, como no están casadas y nunca han mantenido relaciones sexuales, esas palabras tampoco deben de referirse a ellas. Algunos hermanos piensan que estas palabras solo se dirigen a las mujeres y no tienen nada que ver con ellos; otra gente piensa que las palabras de Dios para desenmascarar al hombre son demasiado severas, que no se conforman con la realidad, así que se niegan a aceptarlas. Incluso hay quienes dicen que, en algunos casos, las palabras de Dios son inexactas. ¿Es esta la actitud correcta hacia las palabras de Dios? Obviamente es la errónea. Las personas se ven a sí mismas según sus comportamientos externos. Son incapaces de hacer introspección y llegar a conocer su esencia corrupta, entre las palabras de Dios. Aquí, “Jezabeles” y “rameras” aluden a la esencia de la corrupción, la suciedad y la promiscuidad de la humanidad. Hombre o mujer, casado o no, todo el mundo tiene pensamientos corruptos de promiscuidad; por tanto, ¿es posible que no tenga nada que ver contigo? Las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de la gente; trátese de un hombre o de una mujer, el nivel de corrupción es el mismo, ¿no es así? En primer lugar, debemos comprender que todo lo que Dios dice es la verdad, que concuerda con los hechos, y que por muy severas que sean Sus palabras que juzgan y ponen en evidencia a la gente, o por muy amables que sean Sus palabras de enseñanza de la verdad o de exhortación, sean tales palabras de juicio o bendiciones, si son condenas o maldiciones, sea amarga o dulce la sensación que nos den, todas ellas deben aceptarse. Esa es la actitud que la gente debe tener hacia las palabras de Dios. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Una actitud devota, una actitud piadosa, paciente, o una actitud de aceptar el sufrimiento? Estáis en cierto modo confundidos. Os digo que no es ninguna de estas. En su fe, la gente debe sostener firmemente que las palabras de Dios son la verdad. Ya que son la verdad, las personas deben aceptarlas de una forma racional. Sean o no capaces de reconocerlo o admitirlo, su primera actitud debe ser una de aceptación absoluta de las palabras de Dios. Si la palabra de Dios no te pone en evidencia a ti ni a todos vosotros, ¿a quién expone? Y si no es para exponerte, ¿por qué se te pide que la aceptes? ¿Acaso no es esto una contradicción? Dios habla a toda la humanidad, cada frase pronunciada por Dios expone a la humanidad corrupta, y nadie queda exento, lo cual naturalmente te incluye a ti también. Ni una sola de las líneas de las declaraciones de Dios trata sobre las apariencias externas, o una especie de estado, mucho menos sobre un precepto externo o sobre una forma sencilla de comportamiento en las personas. No es así. Si crees que cada línea pronunciada por Dios desenmascara meramente una clase sencilla de comportamiento humano o apariencia externa, entonces no tienes entendimiento espiritual y no entiendes lo que es la verdad. Las palabras de Dios son la verdad. La gente puede sentir la profundidad de las palabras de Dios. ¿Cómo son de profundas? Todas las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de las personas y las cosas esenciales y profundamente arraigadas dentro de sus vidas. Son cosas esenciales, no apariencias externas y, sobre todo, no son comportamientos externos. Al ver a las personas desde apariencias externas, todas pueden parecer buena gente. ¿Pero por qué, entonces, Dios dice que algunas personas son espíritus malvados y otras son espíritus inmundos? Este es un asunto que no es visible para ti. Así pues, las palabras de Dios no deben tratarse a la luz de las nociones y fantasías humanas ni de las habladurías humanas, y ciertamente tampoco a la luz de las declaraciones del partido gobernante. Solo las palabras de Dios son la verdad; las palabras del hombre son todas falacias. Tras estas enseñanzas, ¿habéis cambiado de actitud hacia las palabras de Dios? Por muy grande o pequeño que sea el cambio, la próxima vez que leáis las palabras de Dios que juzgan y desenmascaran a la gente, al menos no deberíais intentar razonar con Dios. Deberíais dejar de quejaros de Dios diciendo: “Las palabras de Dios que desenmascaran y juzgan a las personas son muy severas; no voy a leer esta página. ¡Me la salto! Déjame que busque algo que leer sobre las bendiciones y las promesas para hallar un poco de consuelo”. Hay que dejar de leer la palabra de Dios seleccionando y eligiendo según tus propias inclinaciones. Debes aceptar la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios; solo entonces podrás purificar tu carácter corrupto, y solo entonces podrás alcanzar la salvación.

Aunque ahora sabéis que las palabras de Dios representan toda la verdad, y estéis dispuestos a perseguir esa verdad, todavía conserváis vuestras propias preferencias y elecciones al tratar con las palabras de Dios, y seguiréis actuando conforme a vuestra propia voluntad. Estáis más dispuestos a leer las palabras de promesa y bendición de Dios, y recordaréis particularmente aquellas palabras acerca de la promesa de Dios. Os sentiréis reconfortados al leer palabras como esas, o tendréis un poco de esperanza y descubriréis que aún tenéis la fortaleza y la motivación para creer en Dios. Pero os mostráis reacios a leer las palabras mediante las cuales Dios juzga y desenmascara a las personas, porque, si uno siempre lee aquellas palabras de Dios donde deja en evidencia, juzga y castiga a las personas, entonces se angustia y pierde la fortaleza para creer en Dios. Por lo tanto, ¿cómo es posible avanzar? Hoy en día, la mayoría de las personas no pueden comprender las palabras de Dios que revelan misterios. Sienten que son demasiado profundas, y que las palabras de bendición quedan fuera de su alcance. Cuando leen las palabras de Dios que ponen al descubierto el carácter corrupto del hombre, logran comprender algunas de ellas, y aunque puedan ponerlas en relación con su persona y admitir en su corazón que esas palabras son los hechos, se siguen mostrando reacias a aceptarlas. Ya ves, ¡así de problemáticas son las personas! Saben que la palabra de Dios es la verdad, pero siguen mostrándose reacias a aceptarla; desean recibir bendiciones, pero todavía no pueden ganárselas. Entonces, ¿de qué forma uno debe comer y beber la palabra de Dios adecuadamente? En primer lugar, uno debe leer más sobre aquellas palabras de Dios que revelan misterios. Al leer esas palabras, uno siente que Dios está en el tercer cielo y es sublime, por lo que debe tener un corazón temeroso de Dios. Entonces oran: “¡Oh Dios, eres tan grandioso! ¡Eres supremo! Tú tienes soberanía sobre todas las cosas y puedes determinar mi destino; estoy dispuesto a someterme a todo lo que hayas planificado que suceda a mi alrededor”. Al orar de esa forma, las personas tendrán cierto temor de Dios. Las personas están dispuestas a creer en el Dios sublime, así que, antes de comer y beber la palabra de Dios, el primer paso es asegurarse de que Dios les esté hablando desde el cielo, así estarán dispuestas a leer la palabra de Dios y serán menos proclives a tener nociones. El segundo paso es encontrar algunas palabras que comer y beber sobre las promesas y bendiciones de Dios. Al ver las palabras de Dios donde se bendice al hombre, las personas se emocionan y comienzan a llorar, y dicen: “¡Oh Dios, eres hermoso! ¡Eres tan digno de nuestra alabanza! Estamos dispuestos a aceptar las bendiciones que tienes para nosotros e incluso más dispuestos aún a aceptar las promesas que nos has hecho. Como ahora somos tan pequeños de estatura y todavía no hemos crecido, carecemos de aptitudes para recibir Tus promesas y bendiciones, ¡por eso te suplicamos que nos proveas más!”. ¡Qué bueno es leer las palabras de bendición de Dios! Luego se preguntan: “¿Qué tipo de bendiciones hay, entonces? Dios ha dicho que, cuando llegue el momento, ninguna calamidad recaerá sobre el hombre, quien quedará libre de la molestia que supone ingerir tres comidas al día, lavar y limpiar. Dios ha verbalizado ese tipo de promesas”. Cuanto más lee uno, más se entusiasma. Pero no importa cuán entusiasmado estés, no debes olvidarte de perseguir la verdad. El tercer paso es leer las palabras de Dios que ponen al descubierto la esencia y el carácter corruptos de la humanidad. Cuando llega ese momento, no es necesario comer y beber tanto cada vez; basta con comer y beber uno o dos fragmentos en cada oportunidad. Después de comer y beber, primero aparta las cosas que no comprendes, aquellas que no puedes relacionar contigo mismo, y luego piensa minuciosamente en las cosas que sí puedes vincular con tu persona, y poco a poco comenzarás a conocer tu propio estado. Cuando hayas reconocido verdaderamente tu carácter corrupto y comprendido cada vez más verdades, podrás ver más allá de tu propia esencia-naturaleza sin pensarlo. ¿Creéis que esto es algo bueno? (Lo es). Es como darle un medicamento a un niño: primero le das algo sabroso para persuadirlo, y luego, cuando ya no presta atención, le ofreces un sorbo del medicamento; si lo encuentra amargo, le das dos bocados más del caramelo para persuadirlo y conseguir que se tome el medicamento. Pero cuando el niño crece, eso ya no es necesario: se toma el medicamento por sí solo, con pleno conocimiento de lo amargo que es. Es una cuestión de estatura. Si careces de estatura, y se te pide que encuentres en la palabra de Dios aquellas palabras que dejan en evidencia el carácter corrupto del hombre y las verdades relacionadas para compararte con ellas, y se te hace comer y beber esas palabras todo el día, a la larga te cansarás, porque tu experiencia no llega a esas palabras ni guarda relación con ellas. Por lo tanto, tienes que añadir entre medias algo similar a la cobertura de azúcar, para que quienes son pequeños de estatura puedan comer y beber así las palabras de Dios. Si sueles ser débil y negativo, y no tienes fe o esperanza verdaderas, debes apresurarte a comer y beber algunas palabras sobre las bendiciones y promesas de Dios, así como encontrar palabras de Dios que comer y beber en las que se revelan misterios. Si sientes que tu fortaleza se incrementa y que tu relación con Dios se va estrechando, debes aprovechar el momento para hallar palabras que comer y beber sobre el castigo y el juicio; de esa forma, lo que comas y bebas surtirá efecto con mayor facilidad, y no retrasarás el crecimiento de tu vida. Cuando comas y bebas las palabras de Dios, si eres pequeño de estatura, deberás saber cómo realizar algunos ajustes: comer y beber de modo tal que logres ponerte de buen humor y crecer rápidamente; comer y beber aquello que esté a tu alcance y apartar aquello que no lo esté; e intentar practicar y experimentar lo que has comprendido al comer y beber. Mientras sepas cómo practicar y experimentar las palabras de Dios y las verdades que comprendes, podrás aventurarte en la senda correcta como creyente en Dios.

Recuerdo que alguien dijo una vez algo parecido a lo siguiente: hubo un hombre que hizo un gran esfuerzo por escudriñar cuándo llegaría el momento en que Dios dejara la tierra. Ese gran esfuerzo no implicaba pensar en ello día y noche, sino que era algo que llevaba preocupándole desde que comenzó a creer en Dios. Para poder hallar una respuesta correcta, aquel hombre recopiló todas las palabras sobre la partida de Dios, como, por ejemplo, en qué momento Dios dejaría la tierra, qué señales habría y cómo reaccionarían las personas de la iglesia. Luego reflexionó profundamente sobre ellas, haciendo un análisis exhaustivo y comparándolas entre sí, una por una y del derecho y del revés, como si estuviera consultando una Biblia de referencia. ¿Acaso eso no suponía un gran esfuerzo? ¡Cuánta “importancia” ese hombre le daba a Dios y cuánto “amor” sentía por Él! La partida de Dios de la tierra es un hecho transcendental en la obra de Dios, y cuando ese hombre lo descubrió, lo consideró como el asunto más importante de todos: más importante que perseguir la verdad para alcanzar la salvación y que hallar cualquier atisbo de verdad en las palabras de Dios. Entonces, agrupó todas esas palabras y finalmente encontró la “respuesta”. Dejando de lado la precisión de los resultados de su búsqueda, ¿qué pensáis sobre el punto de vista de ese hombre sobre la búsqueda de la fe en Dios y el modo en que llevó a cabo dicha búsqueda? ¿Era necesario todo aquel esfuerzo? ¡Totalmente innecesario! ¿Qué tiene que ver contigo la partida de Dios de la tierra? Dios no te informó de Su venida, así que tampoco te hará saber cuándo partirá. Hay muchas cosas que Dios no da a conocer a las personas. ¿Y cuál es el motivo? El motivo es que no es necesario que las personas tengan conocimiento de ello, y si lo tienen, eso no les hará ningún bien ni tendrá incidencia alguna sobre sus destinos futuros, por lo que no es necesario que sean conocedoras de tal cuestión. Ahora que se ha hecho carne, Dios conoce todos los misterios y aspectos de la verdad y de todas las cosas, y puede contárselos a las personas, pero hay ciertas cuestiones que no necesitan conocerse o ser contadas. ¿Tiene alguna relevancia para el hombre saber cuándo Dios partirá de la tierra o cuándo concluirá Su obra? Uno podría decir: ¡No tiene relevancia en absoluto! Algunas personas dicen: “¿Cómo que no importa? ¿Qué haré si es demasiado tarde para perseguir la verdad? Necesito saber cuánto tiempo falta para el día de Dios y debo tener certeza sobre ese día antes de perseguir la verdad”. ¿No es de necios? ¿Acaso es propio de alguien que persigue la verdad? ¡Para nada! Si una persona realmente persigue la verdad, eso no le importará, ni querrá preocuparse por esas cuestiones; creerá que ocuparse de esos asuntos no le será útil para perseguir la verdad ni tendrá importancia alguna, por lo que no estará dispuesta a dedicarle reflexión ni esfuerzo a esos temas aburridos. Algunas personas están constantemente preocupadas por saber cuándo llegará el día de Dios, pero ¿acaso no es eso una aspiración personal? ¿Es tu preocupación constante por saber cuándo llegará el día de Dios prueba de tu amor por Él? ¿Puede demostrar eso que eres una persona que sigue la voluntad de Dios? ¿Puede probar que das testimonio de Dios? ¿Puede evidenciar que has contribuido a la expansión del evangelio del reino de Dios? ¿Cuál es tu grado de preparación para hacer buenas obras? ¿Cuánto de la verdad has comprendido? ¿En qué realidades-verdad has entrado? Esas son las cuestiones que más deben preocuparte. Siempre estás indagando sobre noticias de Dios, siempre quieres enterarte de ciertas habladurías y comprender parte del misterio, pero eso solo es indicativo de un corazón curioso, en absoluto es prueba de un corazón que persigue la verdad o que es considerado con Dios, y mucho menos de un corazón temeroso de Él. Tu búsqueda de la comprensión de los misterios no guarda la más mínima relación con la búsqueda de la verdad. ¿Cómo se debe tratar a ese tipo de personas? ¿Las respetas? ¿Las admiras? ¿Las envidias? ¿Les ayudarías a buscar tales misterios? No, indudablemente las menospreciarías y les dirías: “Aún no hemos alcanzado nuestro objetivo al perseguir la verdad, al conocernos a nosotros mismos y a Dios. Todavía no hemos logrado nada, y hay verdades de cada aspecto que aguardan ser buscadas, comprendidas y practicadas, por lo que no es necesario que nos esforcemos en escudriñar tales misterios”. De hecho, mientras tengas a Dios en tu corazón y sientas el deseo de perseguir la verdad, cuando llegue el día, Dios no te dejará sumido en la ignorancia; Él no te abandonará. Esa es la fe y el entendimiento que debes tener. Si posees esa fe y ese entendimiento, no harás ninguna estupidez. Si Dios tuviera la intención de contártelo, ¿acaso no lo haría directamente? ¿Habría necesidad de andar con rodeos? ¿De ocultar esas palabras detrás de otras? ¿De mantener todo en secreto? En absoluto. Lo que Dios pretende dar a conocer a las personas es la verdad; todo lo que Su obra, Sus palabras y Su voluntad expresan es la verdad, y no se las ocultará a las personas en lo más mínimo. Por lo tanto, no hay necesidad de que investigues aquellas cosas que Dios no quiere dar a conocer a las personas, ni que reflexiones sobre ellas, porque el esfuerzo que destinas a ello será en vano y no tendrá ningún tipo de valor, sino que más bien será aborrecible para Dios. ¿Por qué será aborrecible para Dios? En primer lugar, debes comprender que Dios ha expresado muchas verdades, y esas verdades se manifiestan en todos los ámbitos. Si no persigues la verdad para resolver tus propios problemas reales cuando te acontecen cosas, no amas la verdad: eres una persona excesivamente curiosa, que disfruta de buscarle tres pies al gato y que trata las palabras de Dios sin el debido respeto y siempre de manera superficial. No tienes un lugar para Dios en tu corazón. Lo único que albergas en tu corazón son algunas cosas que Dios no quiere que conozcas, como, por ejemplo, cómo es Su morada —el tercer cielo— y dónde se encuentra esta realmente, cómo será el reino futuro y cuándo la encarnación de Dios partirá de la tierra. Por eso digo que Dios te aborrece. ¿Hay algún motivo para que Dios te aborrezca? (Sí). Supongamos que tus hijos no estudiaran mucho y no hicieran los deberes que se supone deberían hacer, sino que se pasaran el día reflexionando sobre preguntas tales como: “¿Cómo se conocieron mi padre y mi madre? ¿Cómo me tuvieron? Una vez que nací, ¿les agradé? ¿Cómo le irá a mi familia en el futuro? ¿Seremos capaces de ganar una fortuna?”. Si siempre indagaran en esas preguntas, ¿te desagradarían los hijos así? ¿Aborrecerías que lo hicieran? ¿Qué te gustaría que hicieran en lugar de eso? Que aprendieran a leer y escribir bien y que estudiaran mucho. Si esa es tu intención para tus hijos, ¿cuál es entonces la intención de Dios para el hombre? ¿Cómo Dios no va a preferir todavía más que el hombre siga la senda correcta y realice las obras adecuadas? A Dios no le agrada que las personas lo examinen, que siempre estén observando en secreto cada palabra o acción Suya, o que destinen tiempo y esfuerzo inútiles en Él. Son muchos los que están siempre reflexionando sobre cuándo llegará el día de Dios. ¿Acaso no están dudando de Dios y resistiéndose a Él en su corazón? ¿Cuál es el problema de que el hombre no atesore ni persiga las muchas verdades que Dios expresa? Una persona devota busca la verdad y siente el corazón de Dios en todas las cosas, y después de leer las palabras de Dios, no tiene dudas de que esas palabras son la verdad, y de que las personas deben ponerlas en práctica y someterse a ellas. Solo aquellos que no creen que Su palabra es la verdad examinarán a Dios. Esas personas no tienen el más mínimo interés por sus propias responsabilidades y deberes, no les prestan atención en absoluto y no se esfuerzan ni pagan un precio por ellos. En lugar de eso, están siempre preocupadas por cuestiones tales como cuándo partirá Dios de la tierra, cuándo desencadenará el desastre y cuánto tiempo falta para que llegue el día de Dios, y por otras preguntas extrañas como, por ejemplo: “¿Seguirá reuniéndose Dios con nosotros después de haber abandonado la tierra? ¿Se mantendrá la obra de Dios después de Su marcha? Después de haber partido de la tierra, ¿cuánto tiempo permanecerá Dios en el tercer cielo? ¿Volverá? ¿Habrá ángeles en la futura Era del Reino? ¿Los ángeles interactúan con las personas?”. Dios aborrece que las personas reflexionen constantemente sobre este tipo de asuntos. Así pues, ¿en qué debe centrarse el hombre? En cómo conocer al Dios encarnado, comprender la obra de Dios y asimilar cada palabra que Él ha expresado: esas son las responsabilidades del hombre y las primeras cosas en las que debe procurar entrar y comprender. Si no intentas comprender ni entrar en esas verdades, tu creencia en Dios es insignificante, no es más que una consigna vacía sin contenido real. Si siempre estás reflexionando a escondidas sobre cuestiones relacionadas con los misterios y con el momento en que Dios parta de la tierra, o si siempre estáis hablando entre vosotros acerca de dónde nació la carne de Dios, en qué tipo de familia nació, qué entorno familiar tiene, qué clase de vida lleva, cuántos años tiene, qué tipo de educación recibió, si alguna vez creyó en Dios, si en alguna ocasión leyó la Biblia, cuánto tiempo lleva creyendo en Jesús, y así sucesivamente, si siempre estáis escrudiñando estas cosas, ¡entonces estáis juzgando a Dios y profanando la carne de Dios! Dios quiere que conozcas Su carácter y esencia para que puedas comprender Su corazón, someterte a Él y practicar la verdad para satisfacerle; no te permite examinarlo y hablar sobre Él a Sus espaldas. Por lo tanto, dado que hemos aceptado la encarnación de Dios y esta etapa de Su obra, además de haber aceptado a Cristo como nuestra vida y nuestro Dios, debemos tener un corazón temeroso de Dios y tratar con actitud devota las posesiones, el ser y la carne de Dios en la cual se ha encarnado; ese es la razón y la humanidad que debemos tener. Si piensas que en este momento no tienes ningún conocimiento de Dios, no hables de ello. En vez de eso, habla de cómo conocerte a ti mismo, perseguir la verdad y cumplir bien tus deberes, y provéete de esos aspectos de la verdad. Un día, cuando sientas que ya tienes algún conocimiento real sobre Dios, podrás compartirlo. Pero no tratéis de hablar sobre ninguna información relacionada con la carne encarnada de Dios o sobre otros misterios desconocidos, porque podéis ofender fácilmente el carácter de Dios, recibir Su condena y convertiros en blasfemos, y el Espíritu Santo os abandonará. Se trata de un asunto que debes tener claro. ¿Pueden el escudriñamiento constante de Dios y la curiosidad por las habladurías reemplazar la búsqueda de la verdad? ¿Es que eso permite que conozcas a Dios? Si eres incapaz de verlo con claridad, ¿acaso no eres una persona extremadamente necia e ignorante?

Las personas deben comprender exactamente qué es la búsqueda de la verdad. ¿Por qué Dios expresa tantas verdades para salvar a las personas? ¿Por qué Dios exige a las personas comprender tantas verdades? Si uno no comprende esas verdades, ¿acaso puede reparar el propio carácter corrupto? ¿Puede conocer a Dios sin comprender esas verdades? Si uno no conoce a Dios, ¿acaso puede lograr la sumisión a Él? ¿Puede alabarlo? Esas verdades están todas relacionadas entre sí. ¿Cómo puede alguien alcanzar la salvación sin comprender esas verdades? ¿Resulta sencillo comprenderlas? ¿Puede alguien alcanzar un entendimiento de la verdad sin experimentar el castigo ni el juicio? ¿Puede conocerse a sí mismo sin experimentar podas? ¿Puede sentir un verdadero arrepentimiento sin conocerse a sí mismo? ¿Puede alcanzar la salvación sin un arrepentimiento sincero? Todas esas son verdades que los creyentes en Dios deben comprender, y constituyen las verdades que deben ser comprendidas para poder alcanzar la salvación. Si tu creencia en Dios siempre ha sido confusa y no has estado persiguiendo la verdad, habrás perdido el significado de creer en Dios.

Otoño de 2007

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