Al creer en Dios, lo más crucial es recibir la verdad (Parte 2)

Te ocurra lo que te ocurra, debes contemplar las cosas de acuerdo con las palabras de Dios y abordarlas desde la perspectiva de la verdad. Así es fácil detectar los problemas y, al contemplar las cosas de acuerdo con las palabras de Dios, podrás desentrañar fácilmente su esencia. Algunas personas siempre contemplan las cosas en función de lo aprendido. Siempre las estudian y analizan con el cerebro, o las contemplan y consideran con su mirada carnal. Por eso no pueden desentrañar la esencia de los problemas y siempre se desvían del camino. Esto puede durar décadas: pueden llegar a la muerte sin tener claras las cosas. Por ejemplo, de vez en cuando afrontas una enfermedad y piensas que es una simple enfermedad normal por causas objetivas, que no se trata de la disciplina de Dios y que no es un problema, cuando en realidad entraña un gran problema. Si eres sutil de pensamiento en esta cuestión y capaz de orar a Dios y de buscar la verdad, a veces, cuando el Espíritu Santo te transmita un significado, podrás reconocer algunas deficiencias en ti o problemas en tu carácter. Dios te da una enfermedad para atemperarte, para hacerte sufrir, para hacer que regreses al espíritu a fin de escrutarte a ti mismo y reflexionar, con lo que descubres exactamente de qué va dicha enfermedad. Cuando regreses a las profundidades del espíritu para escrutarte, podrás hallar la raíz del problema y llegar a conocer un poco tu corrupción. Sin un poco de sufrimiento, siempre te creerías estupendo y no descubrirías esta corrupción. Entonces no comprenderías la verdad que necesitas. ¿Habéis experimentado esto? El Espíritu Santo lo hace todo de manera muy oportuna, todo según lo que necesita la gente y según su estatura y estado actuales. He dicho anteriormente que la obra de Dios es puntual, mesurada y muy oportuna, sin demora alguna. Tú lo has comprobado en tu experiencia real. Cada vez que afrontas algo, el Espíritu Santo te mueve y te da esclarecimiento puntualmente, pero tú cooperas poco. Estás demasiado adormecido. En ocasiones te haces una idea de lo que sucede y te quedas ahí sin intentar comprenderlo más en profundidad. Te conformas con un mero entendimiento perceptivo y con eso crees entenderlo, pero verdaderamente no has alcanzado una comprensión real. Tu entendimiento perceptivo debe llegar a ser racional para que puedas avanzar. Si el Espíritu Santo te mueve de nuevo y tú sigues ignorándolo y no quieres anotarlo, pronto se te olvidará. No habrás recibido esta luz, esta realidad, y será una verdadera lástima. Las personas diligentes anotan las cosas y les sienta de maravilla volver a mirar los apuntes después. En función de esto pueden recibir algo de luz. Alguien descuidado y que no entienda los asuntos espirituales no puede percibir esta luz; ni siquiera sabe lo que es la luz. Esta luz da un fogonazo en su interior y desaparece, y si él siempre está así, el Espíritu Santo no obrará en él. Para buscar la verdad debes ser sensible y sutil de pensamiento; no debes ser perezoso. También debes cooperar puntualmente. Cuando recibas entendimiento perceptivo, debes tomarlo, apresurarte a contemplarlo y orar a Dios. ¿Cómo debes orar? Centra tu oración en el esclarecimiento recibido. A veces puede parecer que son tus pensamientos, y eso está bien. Mientras sientas gozo y lucidez, debes orar y buscar. Lo principal es descubrir esta nueva luz y recibirla correctamente. Si las palabras fluyen especialmente bien mientras oras, te sientes a gusto, vuelves a tener esclarecimiento y tu mente está iluminada, debes tomar nota de esta nueva luz, pues a veces te acuerdas cuando te hallas en un buen estado, pero se te olvida cuando te hallas en uno malo. La gente es capaz de escribir varias páginas cuando redacta un artículo, pero no puede escribir una sola palabra cuando se trata de un testimonio de experiencia o de su conocimiento de Dios. Le sigue faltando realidad. Los que aman la verdad se concentran en el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo. Los que no aman la verdad no valoran el esclarecimiento del Espíritu Santo, lo que demuestra que no saben lo que es importante, lo que es secundario, lo que es crucial ni lo que deberían recibir. Por eso pierden el esclarecimiento del Espíritu Santo. Lo mejor es que lleves contigo un pequeño cuaderno para que, cada vez que el Espíritu Santo te dé esclarecimiento y recibas nueva luz, puedas tomarla inmediatamente y anotarla. El Espíritu Santo obra en cualquier momento y lugar. Sea cual sea la situación en que se encuentre alguien, mientras contemple las palabras de Dios y pueda buscar la verdad, el Espíritu Santo le dará esclarecimiento. Incluso cuando tienes trabajo y estás muy cansado, el Espíritu Santo te da esclarecimiento si buscas y oras. El Espíritu Santo te da esclarecimiento cuando lees las palabras de Dios o compartes la verdad. Te da esclarecimiento cuando contemplas las palabras de Dios y haces introspección. Cuando el Espíritu Santo te dé esclarecimiento, escríbelo, contémplalo, y lo tendrás claro en tu interior. Cuando realmente llegues a comprender la verdad, te liberarás por completo. Cuando experimentes la obra de Dios de este modo, la cosecha que obtengas no parará de aumentar. Lo cierto es que gran parte del esclarecimiento del Espíritu Santo lo echáis a perder vosotros. Sois como los hijos de familia rica que malgastan la herencia, con lo que os perdéis toda la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo en vosotros ¡y muchísimas oportunidades de ser perfeccionados por Dios! El Espíritu Santo ha llevado a cabo una abundante obra, pero no te aferras a ella. ¿En serio puedes decir que Dios no es bondadoso contigo? La realidad no es que Dios no te haya mostrado suficiente bondad, sino que tú no te la has ganado.

La obra del Espíritu Santo sigue un patrón y es preciso sacar conclusiones al respecto. Si uno se concentra en sacar conclusiones, puede deducir muchas cosas. Seguro que hay algo que recibir. Por ejemplo, en oración. Hay ocasiones en que puedes recibir mucho esclarecimiento de la oración, pero, si no estás atento, no te darás cuenta. Aunque salgan de tu boca palabras de esclarecimiento, no repararás en ello si no prestas atención. Solo sabrás que fue una buena oración, cuando en realidad hubo en ella palabras que fueron iluminación y esclarecimiento del Espíritu Santo. Todas ellas eran nueva luz, pero las dejaste pasar. La forma en que más ayuda la obra del Espíritu Santo a las personas es dándoles esclarecimiento e iluminación, con los cuales comprenden la verdad y la voluntad de Dios para poder hacer las cosas según Sus exigencias y no apartarse de la senda correcta. ¿Cuál es el objetivo de la obra de esclarecimiento del Espíritu Santo sobre la gente? Su función, algunas veces, es señalar el camino; otras sirve de recordatorio para que tengas sentido; en otras ocasiones te ilumina, te ayuda a comprender la verdad y te da una senda de práctica. Cuando te has desviado hacia tu propia senda, Él te sostiene y ayuda a modo de muleta conduciéndote por la senda correcta y guiándote. Sean cuales sean la luz y el conocimiento con que el Espíritu Santo esclarezca a las personas, que puede variar por el bagaje personal de cada cual, no contradicen ni entran en conflicto con la verdad en absoluto. Si todo el mundo experimentara de tal manera que tuviera auténtica búsqueda y oración y una obediencia sincera, con el Espíritu Santo obrando continuamente para darles esclarecimiento y guía, y si fueran perspicaces, sutiles de pensamiento y capaces de practicar y entrar en aquellas cosas que el Espíritu Santo esclarece, su estatura aumentaría muy rápido. Habrían aprovechado la oportunidad. Una característica de la obra del Espíritu Santo es que es muy veloz. Enseguida termina, a diferencia del trabajo de los espíritus malignos, que siempre insta y obliga a la gente a hacer cosas para que no pueda actuar de otro modo. El Espíritu Santo obra algunas veces dando a las personas alguna sensación cuando están al borde del peligro, con lo que están inquietas y sumamente ansiosas. Esto sucede en circunstancias especiales. Normalmente, cuando la gente se acerca a Dios y busca la verdad, o cuando lee las palabras de Dios, el Espíritu Santo le da una sensación, o un pensamiento o idea sutil. También puede que te transmita una declaración o un mensaje. Es como si hubiera una voz, pero también como si no tuviera voz; es una especie de recordatorio y tú comprendes lo que quiere decir. Si tomas el significado que has comprendido y lo expresas con las palabras adecuadas, aprenderás algo y, además, eso edificará a otras personas. Si la gente siempre experimenta de esta forma, poco a poco llega a comprender muchas verdades. Si siempre tiene la obra del Espíritu Santo a su lado y siempre hay nueva luz que la guía, seguro que nunca se aparta del camino verdadero. Aunque nadie te enseñe, nadie te guíe y no se disponga ningún trabajo para ti, si caminas en la dirección en que el Espíritu Santo te guía, seguro que no te descarrías. Pedro vio al Señor Jesús después de que resucitara y ascendiera al cielo, pero en escasas ocasiones. Al contrario de lo que la gente imagina, no podía ver al Señor Jesús a menudo ni siempre que lo deseara, ni lo veía siempre que oraba por algo que no entendía. No era el caso. ¿Es así de fácil ver a Dios? Dios no se aparece fácilmente a las personas. La mayoría de las veces, Dios hacía que Pedro entendiera las cosas por obra del Espíritu Santo. ¿Por qué no podéis lograr vosotros lo que Pedro sí pudo? ¿Qué demuestra esto a fin de cuentas? Que vuestra aptitud es insuficiente, que no tenéis capacidad de comprensión y que sois incapaces de entender las cosas por medio de la contemplación. Afrontéis lo que afrontéis, siempre debéis considerarlo de acuerdo con la verdad en las palabras de Dios. Si la gente siempre vive inmersa en sus pensamientos y su mente cuando le suceden las cosas y las aborda por medios humanos, no obtiene nada. ¿Qué pensaba Pedro cuando le sucedía algo? Lo examinaba y contemplaba de acuerdo con las palabras del Señor Jesús, con lo que podía desentrañar la voluntad de Dios. Y luego, cuando el Señor Jesús había ascendido a los cielos, ¿por qué Pedro seguía siendo capaz de desentrañar la voluntad de Dios? Lo conseguía gracias al esclarecimiento del Espíritu Santo. Si no hubiera percibido el esclarecimiento del Espíritu Santo y el Señor Jesús no se le hubiera aparecido tras Su resurrección y ascensión al cielo, ¿cómo habría podido comprender la voluntad de Dios? Dios encarnado no obra como la gente imagina, guiándola personalmente sin cesar todos los días para perfeccionarla. No es así. Ahí colabora la obra del Espíritu Santo. La colaboración del Espíritu hace la mayor parte. La carne dirige el trabajo, y cuando ese trabajo está hecho, los asuntos menores que quedan son aquellos en los que el Espíritu Santo esclarece a las personas para que los entiendan. Si la gente no es capaz de captar esto y solo puede recibir una parte, no podrá recibir más información, y si no puede recibirla, no se transformará ni avanzará.

No les resulta fácil entender estas cosas a aquellos que no han experimentado la obra ni el esclarecimiento del Espíritu Santo. Lo cierto es que la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo siguen un patrón. Cada vez que se alude a la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo, la gente siempre lo malinterpreta, pues cree que tiene que sufrir mucho y pagar un gran precio para poder recibir la obra del Espíritu Santo. ¿No es una noción humana? Como la gente es perezosa y su corazón es muy tosco, normalmente nunca se concentra en las sensaciones de su espíritu, y cuando hay un poco de luz y esclarecimiento en él, lo descarta como si nada. Si te pasas el día en medio de tus asuntos, aferrándote a las palabras y doctrinas y a las reglas, llevando una vida carnal y de amor romántico, el Espíritu Santo no puede darte esclarecimiento y guía. Es imposible que lo haga. Debes orar más, buscar la obra del Espíritu Santo, buscar el modo de asimilarla y no dejarla escapar. Ora a Dios: “¡Oh, Dios mío! Por favor, obra en mí, perfeccióname y transfórmame, déjame comprender Tu voluntad en todas las cosas y someterme a Tus intenciones. Tu gran amor y Tu voluntad están presentes en Tu salvación para conmigo. Aunque la gente es desobediente y se opone a Ti, aunque es rebelde por naturaleza, ahora comprendo Tu voluntad al salvarla y deseo cooperar contigo. Concédeme más situaciones, pruebas y dificultades, gracias a las cuales vea Tu mano en estas penalidades y contemple Tus obras, para poder ser una persona capaz de comprender Tu voluntad y de someterme a ella. Que no sea disoluto, sino alguien con los pies firmes sobre la tierra”. Ora así y hazlo a menudo; pide al Espíritu Santo que obre en ti y te guíe siempre. Cuando el Espíritu Santo ve que vas por la senda correcta y atento a lo que debes, primero te concede algunas situaciones para probarte y una prueba grave para ver si puedes superarla. Tal vez algunos no puedan soportarla. Exclamarán: “¡Oh, Dios mío, esta situación me supera, no la aguanto!”. Habrán fracasado en esta cuestión. Si realmente te parece que la situación en que te encuentras te supera, ora a Dios de esta manera: “¡Oh, Dios mío! La situación que me has dado me supera. No la aguanto, pero estoy dispuesto a esforzarme. Por favor, provéeme conforme a mi estatura y permíteme comprender Tu voluntad, esté pasando por un sufrimiento severo o liviano, sin traicionarte ni quejarme. Hazme capaz de someterme por completo para satisfacerte. Sufra mucho o poco, mientras esa sea Tu voluntad, estoy dispuesto a someterme a ella sin quejarme. No quiero oponerme a Tus intenciones, y por muy severo que sea el sufrimiento, mientras pueda aguantarlo, te pido que me lo des”. Debes orar con confianza y valentía. No huyas ni te acobardes. Cuando el Espíritu Santo vea que vas por la senda correcta, que estás haciendo lo que te corresponde, que realmente quieres llevar a Dios en el corazón y que buscas la verdad, puede que te dé una situación grave y mucha fortaleza para que la superes, y entonces habrás vencido. Que superes una situación especialmente onerosa es algo muy superior a la simple comprensión de algunas palabras y doctrinas. Se trata de dar testimonio.

En la vida cotidiana, la gente entra en contacto con todo tipo de personas, acontecimientos y cosas, y si no tiene la verdad y no ora y la busca, le cuesta rechazar la tentación. Por ejemplo, en las relaciones entre hombres y mujeres. Algunas personas no pueden resistirse a dichas tentaciones y caen en cuanto se enfrentan a este tipo de situaciones. ¿No demuestra esto que tienen una estatura excesivamente pequeña? Quienes no tienen la verdad son así de lamentables y no dan testimonio alguno. Algunas personas caen en la tentación cuando se enfrentan a situaciones relacionadas con el dinero. Cuando ven a otra persona con dinero, se quejan: “¿Por qué él tiene tanto dinero y yo soy tan pobre? ¡No es justo!”. Se quejan cuando les sucede esto y no son capaces de aceptarlo de Dios ni de someterse a Sus instrumentaciones y disposiciones. También hay quienes siempre se fijan en el estatus, y cuando se enfrentan a este tipo de tentación no pueden vencerla. Por ejemplo, un incrédulo quiere contratarlos para un cargo oficial y darles numerosos beneficios, y son incapaces de mantenerse firmes. Piensan: “¿Debería hacerlo?”. Oran, reflexionan, y entonces: “¡Sí, he de hacerlo!”. Se han decidido y no tiene sentido que busquen más. Es evidente que han decidido aceptar dicho cargo oficial y recibir sus beneficios, pero también quieren retroceder y creer en Dios, temerosos de perder las bendiciones de la fe en Él. Así pues, le oran: “Dios mío, te pido que me pruebes”. ¿En qué falta que te pruebe? Ya has decidido aceptar tu cargo oficial. No te mantuviste firme en esta cuestión y ya has caído. ¿Todavía te hace falta que te prueben? No eres digno de que Dios te pruebe. Tú, con tu estatura vergonzosamente pequeña, ¿estarías a la altura? Hay hasta personas despreciables que compiten por cualquier beneficio. El Espíritu Santo está justo a su lado, observándolas para ver qué opiniones expresan y cuál es su actitud, y comienza a probarlas. Hay quienes piensan para sus adentros: “No lo quiero, aunque esta sea la bondad de Dios para conmigo. Ya tengo bastante y Dios me muestra una bondad excesiva. No me importa estar bien alimentado y bien vestido, solo me importa buscar la verdad y poder recibir a Dios. La verdad que he recibido me la dio Dios a cambio de nada. No soy digno de estas cosas”. El Espíritu Santo escruta el corazón de estas personas y les da más esclarecimiento aún, con lo que comprenden más, están más fortalecidas y les resulta más clara la verdad. Las personas despreciables, sin embargo, ven que se da algún privilegio y piensan: “Pelearé por él antes que nadie. Si se lo dan a otro, y no a mí, les echaré una buena bronca y les complicaré la vida. Les demostraré quién soy, ¡y veremos a quién se lo dan la próxima vez!”. El Espíritu Santo ve de qué clase son y las deja en evidencia. Su fealdad queda revelada y esta clase de personas deben ser castigadas. Por muchos años que crean, no les servirá de nada. ¡No pueden recibir nada! Muchas veces, cuando el Espíritu Santo muestra bondad a la gente, esta la recibe cuando no la espera. Si Dios no te muestra bondad, tu castigo también tendrá lugar cuando no lo esperes. Así de peligrosas son las cosas para quienes no buscan la verdad.

Cuando las personas carecen de perspectiva respecto a las cosas que les suceden y no saben qué corresponde hacer, ¿por dónde deberían empezar? Primero deben orar; la oración es lo primero. ¿Qué demuestra la oración? Que eres devoto, que en cierta medida posees un corazón temeroso de Dios, y que sabes que debes buscar a Dios, lo que demuestra que lo pones en primer lugar. Cuando Dios está en tu corazón y ocupa un lugar en él y cuando eres capaz de obedecerle, eres un cristiano devoto. Hay muchos creyentes ancianos que se arrodillan a diario para orar, a la misma hora y en el mismo lugar. Lo hacen durante una o dos horas en cada ocasión, pero aunque se hayan arrodillado así muchos años, eso no ha resuelto muchos de sus problemas de pecado. Olvidemos primero si esa oración religiosa es útil. Al menos estos hermanos y hermanas mayores son algo devotos. Son mucho mejores que los jóvenes en esto. Si quieres vivir ante Dios y experimentar Su obra, lo primero que debes hacer cuando te ocurre algo es orar. Orar no se trata solo de cantar mecánicamente frases memorizadas y ya está; así no llegarás a ningún lado. Hay que practicar para orar con el corazón. Puede que ores de este modo ocho o diez veces sin conseguir mucho, pero no te desanimes: debes seguir practicando. Ora primero cuando te ocurra algo. Díselo primero a Dios y deja que Él se encargue. Deja que Él te ayude, deja que te guíe y te muestre el camino. Esto demostrará que tienes un corazón temeroso de Dios y que lo pones a Él en primer lugar. Cuando te ocurre algo o te topas con alguna dificultad y eres negativo y te enfadas, esa es una manifestación de que Dios está ausente en tu corazón y de que careces de temor a Dios. Sean cuales sean las dificultades que afrontes en la vida real, debes acudir a Dios. Lo primero que hay que hacer es arrodillarse para orar. Eso es lo fundamental. La oración demuestra que Dios tiene un lugar en tu corazón. Cuando tienes problemas, acudir y orar a Dios y buscar en Él demuestra que en cierta medida tienes un corazón temeroso de Dios; no harías eso si Dios no estuviera en tu corazón. Algunas personas dicen: “¡He orado, pero Dios aún no me ha esclarecido!”. No se puede afirmar eso. Debes fijarte primero en si la intención que subyace a tu oración es la correcta. Si buscas la verdad sinceramente y le oras a menudo a Dios, entonces puede que haya cierto asunto en el que Él te esclarezca y te permita entender. De cualquier modo, Dios te hará entender. Si Dios no te esclarece, no serás capaz de entenderlo solo. Hay cosas que el pensamiento humano no puede lograr, ya sea que tengas o no la capacidad de comprender y sin importar tu calibre. Cuando lo entiendes, ¿es fruto de tu pensamiento? Cuando se trata de las intenciones de Dios y de la obra del Espíritu, si el Espíritu Santo no te esclarece, no encontrarás a nadie que lo sepa. Solo lo sabrás cuando Dios mismo te diga lo que quiere decir. Por eso, lo primero que hay que hacer cuando te ocurre algo es orar. Cuando lo hagas, debes expresar a Dios tus pensamientos, tus puntos de vista y tu actitud, y buscar la verdad en Él con una mentalidad de obediencia; esto es lo que la gente debe practicar. No lograrás resultados si te limitas a actuar por inercia, y entonces no deberías quejarte de que el Espíritu Santo no te ha esclarecido. Me he dado cuenta de que algunas personas solo respetan las ceremonias religiosas y realizan actos religiosos en su fe en Dios. Él no tiene ninguna cabida en absoluto en su corazón; incluso niegan la obra del Espíritu Santo. No oran ni leen las palabras de Dios. Se limitan a seguir reuniéndose y ya está. ¿Es eso fe en Dios? Continúan creyendo de esa manera, pero Dios no está presente en su fe. Dios no está en su corazón, ya no quieren orarle, ya no están dispuestos a leer las palabras de Dios. Así, ¿acaso no se han convertido en incrédulos? Hay algunos líderes y obreros, en particular, que suelen ocuparse de los asuntos generales. Nunca se centran en la entrada en la vida, sino que consideran esas labores como su trabajo principal. Se han convertido en unos meros gerentes de tareas, y no hacen nada del trabajo esencial de los líderes y obreros. En consecuencia, tras creer en Dios durante veinte o treinta años, no tienen nada que compartir acerca de su experiencia de vida y están desprovistos de todo conocimiento verdadero de Dios. Solo son capaces de decir algunas palabras y doctrinas. Por tanto, ¿acaso no se han convertido en falsos líderes? Esto se debe a que, en su fe en Dios, no atienden los deberes que les corresponden ni buscan la verdad. No resuelve nada limitarse a confiar en la propia comprensión de algunas palabras y doctrinas. Se quejan de Dios en cuanto se los pone a prueba, sufren calamidades o se enferman. No tienen ningún conocimiento verdadero de sí mismos y carecen por completo de cualquier testimonio de experiencia. Esto muestra que no han buscado la verdad en los años que llevan creyendo en Dios, que solo se han mantenido ocupados con cuestiones externas, con lo cual se han hundido a sí mismos. No importa cuántos años crean en Dios, las personas deben cuanto menos llegar a comprender algunas verdades si quieren asegurarse de que no caerán, no cometerán el mal ni serán descartados. Esto es lo mínimo de lo que deben dotarse. Algunas personas son poco entusiastas cuando escuchan los sermones, y no contemplan las palabras de Dios. No buscan la verdad pase lo que pase. Se contentan simplemente con entender las palabras y doctrinas, pues suponen que han alcanzado la verdad. Luego, cuando les sobreviene una prueba, no tienen ningún conocimiento y su corazón se llena de agravios y quejas que no se atreven a expresar en voz alta, aunque les gustaría hacerlo. ¿Acaso no son muy patéticas las personas así? Muchas son siempre descuidadas y superficiales cuando cumplen con su deber. No reflexionan ni tratan de entenderse a sí mismas cuando se les poda y se les trata. Siempre están racionalizando, y así surge su fealdad de muchas formas diferentes, y son puestas en evidencia y descartadas, incapaces de conocerse a sí mismas hasta el final. Así pues, ¿qué utilidad tiene que entiendan esas doctrinas? Ninguna en absoluto. No importa cuántos años crean en Dios, el mero hecho de entender y ser capaz de hablar de la doctrina no sirve para nada. No han obtenido la verdad, sino que se han extraviado. Por eso, cuando te sucede algo y le oras a Dios, buscando Sus intenciones, la clave es lograr la comprensión de la verdad para poder resolver el problema. Esta es la senda correcta, y debes persistir constantemente en dicha práctica.

1997

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