Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Parte 4

Entiende la actitud de Dios y deja de lado todas las ideas equivocadas sobre Él

¿Qué clase de Dios es este Dios en el que creéis actualmente? ¿Habéis pensado alguna vez en eso? Cuando Él observa a una persona malvada cometer actos malvados, ¿la desprecia? (Sí). ¿Cuál es Su actitud al ver a personas ignorantes cometer errores? (Pena). Cuando ve personas robando Sus ofrendas, ¿cuál es Su actitud? (Las desprecia). Todo esto queda muy claro, ¿cierto? Cuando Dios ve a alguien confundido en lo relacionado a su fe en Él y que no busca en absoluto la verdad, ¿cuál es la actitud de Dios? No estáis del todo seguros, ¿verdad? La “confusión”, como actitud, no es un pecado ni ofende a Dios, y las personas sienten que no es ningún tipo de error importante. Así pues, decidme, ¿cuál es la actitud de Dios en este caso? (No está dispuesto a reconocer a esa persona). “Falta de disposición a reconocer”, ¿qué clase de actitud es esta? ¡Significa que Dios desprecia a estas personas y las desdeña! La manera en la que trata con estas personas es dándoles la espalda. Su enfoque es dejarlas de lado, no involucrarse en ninguna obra relacionada con ellas, y esta incluye la obra de esclarecimiento, iluminación, reprensión y disciplina. Tales personas sencillamente no cuentan en la obra de Dios. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellos que ofenden Su carácter e infringen Sus decretos administrativos? ¡Desprecio extremo! ¡Las personas que no se arrepienten de ofender el carácter de Dios lo enfurecen tremendamente! Estar “enfurecido” es simplemente un sentimiento, un estado de ánimo; no se corresponde con una actitud clara. Sin embargo, este sentimiento, este estado de ánimo, producirá un desenlace para estas personas: ¡llenará a Dios de absoluta aversión! ¿Cuál es la consecuencia de esta extrema aversión? Dios dejará de lado a estas personas y no les responderá por el momento. A continuación esperará a ajustar cuentas con ellas “después del otoño”. ¿Qué implica esto? ¿Seguirán teniendo desenlaces estas personas? ¡Dios nunca pretendió concederles desenlaces a tales personas! Por lo tanto, ¿no es perfectamente normal que ahora no les responda? (Sí, es normal). ¿Qué deberían prepararse para hacer estas personas? Deberían prepararse a asumir las consecuencias negativas de su conducta y de las acciones malvadas que han cometido. Esta es la respuesta de Dios a una persona así. Por tanto, ahora les digo claramente a esas personas: no os aferréis más a vuestros engaños y dejad de involucraros en ilusiones. Dios no será tolerante con las personas indefinidamente; no soportará para siempre sus transgresiones ni su desobediencia. Algunos dirán: “Yo también he visto a unas cuantas personas así, y, cuando oran, sienten que Dios las toca de forma especial y luego lloran amargamente. Por lo general, también están muy contentas; parecen tener con ellas la presencia de Dios y Su guía”. ¡No digáis semejante disparate! Las lágrimas amargas no significan necesariamente que alguien está siendo tocado por Dios o que disfruta de Su presencia, y, mucho menos, de Su guía. Si las personas hacen enojar a Dios, ¿seguirá Él guiándolas? En pocas palabras, cuando Dios ha decidido eliminar y abandonar a alguien, el desenlace de esa persona ya ha desaparecido. No importa lo favorables que sean sus sentimientos cuando oran ni cuánta fe tengan en su corazón hacia Dios; esto carece ya de importancia. Lo importante es que Dios no necesita esa clase de fe; Él ya ha desdeñado a esas personas. La forma de tratar con ellas en el futuro tampoco es ya relevante. Lo que cuenta es que, en el preciso instante en el que estas personas hacen enojar a Dios, su desenlace ya está establecido. Si Dios ha determinado no salvar a tales personas, las dejará atrás para que sean castigadas. Esta es la actitud de Dios.

Aunque la esencia de Dios contiene un elemento de amor y Él es misericordioso con todas y cada una de las personas, estas han pasado por alto y han olvidado el hecho de que Su esencia también es de dignidad. Que Él tenga amor no quiere decir que las personas puedan ofenderle libremente, sin incitar en Él sentimientos o reacciones, ni el hecho de que tenga misericordia significa que no tenga principios en Su forma de tratar a las personas. Dios está vivo; existe de verdad. No es un títere imaginario ni ningún otro objeto. Dado que Él existe, deberíamos escuchar atentamente la voz de Su corazón en todo momento, prestar mucha atención a Su actitud y llegar a entender Sus sentimientos. No deberíamos usar las imaginaciones humanas para definir a Dios ni imponer en Él pensamientos o deseos humanos, obligando a Dios a tratar a las personas de una manera humana basada en imaginaciones humanas. Si lo haces, ¡estás haciendo enojar a Dios, tentando Su ira y desafiando Su dignidad! Por tanto, una vez hayáis llegado a comprender la gravedad de este asunto, insto a todos y cada uno de vosotros a que seáis cautos y prudentes en vuestras acciones. Sed cautos y prudentes en vuestro discurso también. En lo que se refiere a cómo tratáis a Dios, ¡cuanto más cautos y prudentes seáis, mejor! Cuando no entiendas cuál es la actitud de Dios, evita hablar con descuido, no seas negligente en tus acciones ni apliques etiquetas a la ligera. Todavía más importante, no llegues a ninguna conclusión arbitraria. En lugar de ello, debes esperar y buscar; estas acciones son también una expresión del temor a Dios y de apartarse del mal. Por encima de todo, si puedes lograr esto y, además, posees esta actitud, entonces Dios no te culpará por tu estupidez, por tu ignorancia y por tu falta de entendimiento de las razones que están detrás de las cosas. En vez de ello, debido a tu actitud de temor a ofender a Dios, tu respeto hacia Sus intenciones y tu disposición a obedecerlo, Él se acordará de ti, te guiará y te esclarecerá o tolerará tu inmadurez e ignorancia. Por el contrario, si tu actitud hacia Él fuese irreverente —y lo juzgas a tu antojo o supones y defines arbitrariamente Sus ideas— Dios te condenará, te disciplinará e, incluso, te castigará, o puede que ofrezca un comentario sobre ti. Este quizás implique tu desenlace. Por tanto, deseo enfatizar esto una vez más: todos debéis ser cautos y prudentes con todo lo que viene de Dios. No hables con descuido ni seas irresponsable en tus actos. Antes de decir nada, deberías detenerte a pensar: ¿se enojará Dios si hago esto? Si hago esto, ¿estoy venerando a Dios? Hasta en los asuntos sencillos deberías intentar contestar estas preguntas y dedicar más tiempo a pensar en ellas. Si de verdad puedes practicar según estos principios en todos los aspectos, en todas las cosas y en todo momento, y adoptar esa actitud especialmente cuando no entiendes algo, Dios te guiará siempre, y te proporcionará la senda que debes seguir. No importa qué clase de espectáculo monte la gente, Dios los ve con total nitidez y claridad, y Su evaluación de estas demostraciones será precisa y adecuada. Después de que te hayas sometido a la prueba final, Dios tomará todo tu comportamiento y lo recapitulará para determinar tu desenlace. Este resultado convencerá a todos, sin la menor sombra de duda. Lo que me gustaría deciros es que todos vuestros hechos, todos vuestros actos y todos vuestros pensamientos deciden vuestro destino.

¿Quién determina el desenlace de las personas?

Hay otro asunto de suma importancia que hay que discutir, y es vuestra actitud hacia Dios. ¡Esta actitud es extremadamente importante! Determina si finalmente caminaréis hacia la destrucción o hacia un bello destino que Dios ha preparado para vosotros. En la Era del Reino, Dios ya ha obrado durante más de veinte años y, tal vez, a lo largo de estas dos décadas, en el fondo habéis estado un tanto inseguros respecto a vuestra actuación. Sin embargo, Dios ha hecho en Su corazón un registro real y veraz de todos y cada uno de vosotros. Desde el momento en el que cada persona empezó a seguirle, a escuchar Sus sermones, entendiendo gradualmente más y más de la verdad, y hasta el momento en el que cada persona comenzó a cumplir con sus deberes, Dios ha llevado un registro de todos los tipos de comportamientos atribuibles a cada persona. Cuando cumplen con sus deberes y se enfrentan a toda clase de ambientes y pruebas, ¿cuáles son las actitudes de las personas? ¿Cómo actúan? ¿Qué sienten hacia Dios en su corazón?… Él lleva un registro, un recuento de todo esto. Tal vez, desde vuestro punto de vista, estos asuntos son confusos. Sin embargo, desde la posición de Dios, todos son claros como el cristal y no existe el más mínimo indicio de desorden. Es una cuestión que involucra el desenlace de cada persona y toca, también, su destino y sus expectativas futuras, y, más que eso, aquí es donde Dios invierte todos Sus esfuerzos más esmerados. Por tanto, Él nunca se atrevería a descuidarlo ni un poco, ni tolera ningún descuido. Dios está haciendo un registro de este relato sobre la humanidad, toma nota de la trayectoria completa de los seres humanos en su seguimiento de Dios, de principio a fin. Tu actitud hacia Él durante este periodo ha determinado tu destino. ¿No es esto cierto? Ahora bien, ¿crees que Dios es justo? ¿Son adecuadas Sus acciones? ¿Seguís teniendo otras imaginaciones de Dios en vuestra cabeza? (No). Entonces, ¿afirmaríais que es Él quien debe establecer el desenlace de las personas o deben hacerlo ellas mismas? (Debe determinarlo Dios). ¿Quién lo determina? (Dios). No estáis seguros, ¿verdad? Hermanos y hermanas de Hong Kong, hablad; ¿quién lo determina? (Las propias personas lo determinan). ¿Las propias personas? ¿No significaría esto, pues, que los desenlaces de las personas no tienen nada que ver con Dios? Hermanos y hermanas de Corea del Sur, hablad. (Dios determina el desenlace de las personas con base en todos sus actos y hechos, y de conformidad con el camino por el que caminan). Esta es una respuesta muy objetiva. Hay una realidad que debo comunicaros a todos: en el transcurso de la obra de salvación de Dios, Él ha establecido un estándar para los seres humanos. Este estándar consiste en que ellos deben escuchar la palabra de Dios y andar por Su camino. Es este estándar el que se utiliza para sopesar el desenlace de las personas. Si practicas de acuerdo con este estándar de Dios, puedes obtener un buen desenlace; si no lo haces, no puedes obtenerlo. ¿Quién diríais, entonces, que determina este desenlace? No solo es Dios quien lo determina, sino, más bien, Dios y los seres humanos juntos. ¿Es correcto? (Sí). ¿Por qué? Porque Dios desea involucrarse de forma activa en la obra de salvación de la humanidad y preparar un hermoso destino para esta; los seres humanos son los objetivos de la obra de Dios, y ese desenlace, ese destino, es lo que Dios prepara para ellos. Si no tuviera objetivos en los cuales obrar, Dios no tendría necesidad de llevar a cabo esta obra; si Él no realizase esta obra, los seres humanos no tendrían la oportunidad de obtener la salvación. Los humanos son los que han de ser salvados, y, aunque ser salvados es el lado pasivo en este proceso, la actitud de quienes desempeñan este papel determina si Dios tendrá éxito o no en Su obra de salvar a la humanidad. De no ser por la guía que Dios te proporciona, tú no conocerías Su estándar ni tendrías un objetivo. Si posees este estándar, este objetivo, pero no colaboras, no lo pones en práctica ni pagas el precio, seguirás sin obtener este desenlace. Por esta razón, digo que el desenlace de una persona no puede separarse de Dios ni tampoco de la persona. Ahora ya sabéis quién determina el desenlace de las personas.

Las personas tienden a definir a Dios con base en la experiencia

Al comunicar sobre el tema de conocer a Dios, ¿habéis notado algo? ¿Habéis percibido que Su actitud ha experimentado una transformación en estos días? ¿Acaso es inmutable Su actitud hacia los seres humanos? ¿Aguantará Dios siempre así, haciendo extensivos todo Su amor y misericordia indefinidamente a los seres humanos? Este asunto también involucra la esencia de Dios. Volvamos a la cuestión que se mencionó anteriormente del denominado hijo pródigo. Cuando formulé esta pregunta, vuestras respuestas no fueron muy claras. En otras palabras, seguís sin tener un entendimiento muy sólido de las intenciones de Dios. Cuando se enteran de que Él ama a la humanidad, las personas lo definen como un símbolo de amor. Creen que no importa lo que hagan, cómo se comporten, cómo traten a Dios o lo desobedientes que puedan ser, nada de esto importa realmente porque Dios tiene amor y Su amor es ilimitado e inconmensurable. Dios tiene amor, así que puede ser tolerante con las personas, y Dios tiene amor, así que puede ser misericordioso con ellas, con su inmadurez, con su ignorancia, y con su desobediencia. ¿Son realmente así las cosas? En el caso de algunas personas, cuando han experimentado la paciencia de Dios una o incluso más veces, tratarán estas experiencias como un capital en su propio entendimiento de Dios, y creen que Él será por siempre paciente y misericordioso con ellas, y que, entonces, a lo largo de su vida tomarán esta paciencia de Dios y la considerarán el estándar de cómo Él las trata. También están los que, tras haber experimentado una vez la tolerancia de Dios, lo definirán por siempre como tolerante, y, en su mente, esta tolerancia es indefinida, incondicional, e, incluso, totalmente carente de principios. ¿Son correctas estas creencias? Cada vez que se exponen asuntos de la esencia o el carácter de Dios, parecéis desconcertados. Veros así me pone muy inquieto. Habéis oído mucha verdad respecto a Su esencia; habéis escuchado, asimismo, muchas discusiones relativas a Su carácter. Sin embargo, en vuestra mente, estos asuntos y la verdad de estos aspectos no son más que recuerdos basados en teorías y en palabras escritas; en vuestra vida cotidiana, ninguno de vosotros es capaz de experimentar o ver el carácter de Dios por lo que realmente es. Así pues, todos estáis confundidos en vuestras creencias; todos creéis ciegamente, al punto de que vuestra actitud es irreverente hacia Dios e incluso le ignoráis. ¿A qué os lleva tener este tipo de actitud hacia Dios? A sacar siempre conclusiones sobre Él. Una vez habéis adquirido un poco de conocimiento, os sentís muy satisfechos, como si hubierais conseguido a Dios en Su totalidad. A continuación, llegáis a la conclusión de que Dios es así, y no dejáis que se mueva con libertad. Además, siempre que Él hace algo nuevo, simplemente os rehusáis a admitir que Él es Dios. Un día, cuando Él diga: “Ya no amo a la humanidad; no haré extensiva más misericordia a los seres humanos; no tengo más tolerancia o paciencia hacia ellos; estoy completamente lleno de un odio y una antipatía extremos hacia ellos”, tales afirmaciones causarán un conflicto profundo en el corazón de las personas. Algunos incluso dirán: “Tú ya no eres mi Dios; has dejado de ser el Dios al que quiero seguir. Si esta es Tu afirmación, ya no eres apto para ser mi Dios, y no necesito seguirte más. Si ya no me concedes misericordia, si no me das amor ni tolerancia, dejaré de seguirte. Solo si eres indefinidamente tolerante conmigo, si siempre eres paciente conmigo y si me permites ver que eres amor, paciencia y tolerancia, solo entonces podré seguirte y tendré la confianza de seguirte hasta el final. Ya que cuento con Tu paciencia y Tu misericordia, mi desobediencia y mis transgresiones pueden ser perdonadas e indultadas indefinidamente, y puedo pecar, en cualquier momento y en cualquier lugar, confesarme y ser perdonado en cualquier momento y en cualquier lugar, y hacerte enojar en cualquier momento y en cualquier lugar. No deberías tener opiniones o sacar conclusiones sobre mí”. Aunque es posible que ni uno de vosotros piense sobre este tipo de asuntos de manera tan subjetiva o consciente, siempre que consideres a Dios una herramienta a utilizar para que tus pecados sean perdonados o como un objeto que usas para obtener un hermoso destino, ya has colocado sutilmente al Dios vivo en oposición a ti, como enemigo tuyo. Esto es lo que veo. Puedes seguir diciendo cosas como “Creo en Dios”, “Busco la verdad”, “Quiero cambiar mi carácter”, “Quiero librarme de la influencia de las tinieblas”, “Quiero satisfacer a Dios”, “Quiero someterme a Dios”, “Quiero ser fiel a Dios, y cumplir bien con mi deber”, etcétera. Sin embargo, por hermosas que sean tus palabras, por mucha teoría que sepas y por imponente y solemne que esta sea, la realidad es que ahora muchos de vosotros ya habéis aprendido a usar las reglas, las doctrinas, las teorías que habéis dominado para sacar conclusiones sobre Dios, colocándolo en oposición a vosotros con naturalidad. Aunque hayas dominado las letras y doctrinas, no has entrado auténticamente en la realidad de la verdad; por tanto, es muy difícil que te acerques a Dios, que lo conozcas y lo entiendas. ¡Esto es verdaderamente lamentable!

Vi la siguiente escena en un video: unas hermanas tenían una copia de “La Palabra manifestada en carne”, y la levantaban muy alto; la sostenían en alto en medio de ellas, por encima de su cabeza. Aunque solo era una imagen, lo que evocó dentro de Mi no fue una imagen; más bien, me hizo pensar que lo que cada persona sostiene en alto en su corazón no es la palabra de Dios, sino el libro de la palabra de Dios. Se trata de un asunto extremadamente triste. Esta acción no es, en absoluto, lo mismo que estimar mucho a Dios, porque vuestra falta de entendimiento de Dios ha llegado al punto en el que cualquier pregunta muy obvia, cualquier problema extremadamente pequeño, provoca que surjan en vosotros vuestras nociones. Cuando os hago preguntas y me pongo serio con vosotros, respondéis con conjeturas y con vuestras propias imaginaciones; algunos de vosotros adoptáis incluso un tono de duda y respondéis a Mis preguntas con otras preguntas. Esto me confirma con mayor claridad que el Dios en quien creéis no es el Dios verdadero. Después de leer Sus palabras durante tantos años, las usáis, utilizáis Su obra y aún más doctrinas para sacar conclusiones sobre Él nuevamente. Además, nunca intentáis entenderle, descifrar Sus intenciones ni comprender cuál es Su actitud hacia los seres humanos; tampoco, comprender cómo piensa, por qué está triste, por qué está enojado, por qué rechaza a las personas, y otras preguntas por el estilo. Además, incluso más personas creen que Dios ha estado siempre en silencio, porque se limita a observar las diversas acciones de la humanidad, sin tener actitudes ni ideas sobre ellas. Otro grupo de personas cree que Dios no emite ni un sonido porque se ha sometido; que permanece en silencio porque está esperando o porque no tiene actitud. Piensan esto porque la actitud de Dios ya se ha explicado a fondo en el libro y se ha expresado en su totalidad a la humanidad, y, por tanto, ya no es necesario decírselo una y otra vez a las personas. Aunque Dios esté en silencio, sigue teniendo una actitud y un punto de vista, además del criterio que pide que cumplan las personas. Aunque estas no intenten entenderle ni buscarle, la actitud de Dios es muy clara. Considerad a alguien que una vez siguió a Dios con entusiasmo, pero en algún momento lo abandonó y se marchó. Si esta persona quisiese volver ahora, sorprendentemente no sabríais cuál sería el punto de vista de Dios ni Su actitud. ¿No es esto extremadamente triste? De hecho, es un asunto bastante superficial. Si de verdad entendierais el corazón de Dios, conoceríais Su actitud hacia este tipo de persona y vuestra respuesta no sería ambigua. Como no lo sabéis, permitidme que os ponga al corriente.

La actitud de Dios hacia quienes huyen durante Su obra

Existen personas como estas en todas partes: después de haber tenido certeza respecto al camino de Dios, por diversas razones se marchan en silencio, sin decir adiós, para ir y hacer lo que su corazón desea. Por el momento no nos detendremos en las razones por las que se van estas personas. Primero echaremos un vistazo a la actitud de Dios hacia este tipo de personas. ¡Está muy claro! Desde el momento en que estas personas se van, a los ojos de Dios su fe ha llegado a su fin. No la finalizó el individuo, sino Dios. Que esta persona dejase a Dios significa que ya lo había rechazado, que ya no lo quería y que ya no acepta la salvación de Dios. Como este tipo de persona no quiere a Dios, ¿puede Él seguir queriéndola? Además, cuando estas personas poseen esta clase de actitud, esta opinión, y se han decidido a abandonar a Dios, ya han ofendido Su carácter. Esto, a pesar de que tal vez no han huido montados en cólera ni maldiciendo a Dios ni se han involucrado en conducta vil o excesiva alguna, y a pesar del hecho de que esta persona esté pensando: “Si llega un día en que ya esté harto de divertirme fuera, o cuando siga necesitando a Dios para algo, volveré. O si Dios me lo pide, regresaré”. O dice: “Cuando me lastimen en el exterior, o cuando vea que el mundo exterior es demasiado oscuro y malvado, y ya no quiera ir con la corriente, retornaré a Dios”. Aunque estas personas hayan calculado en su mente cuándo van a volver con exactitud, y aunque hayan intentado dejar abierta la puerta para su regreso, no son conscientes de que, independientemente de lo que crean o cómo planifiquen, todo esto no son más que ilusiones. Su mayor error consiste en no tener claro cómo hace sentir a Dios su deseo de marcharse. Desde el momento mismo en que decidieron dejar a Dios, Él las abandonó por completo; para entonces, ya ha determinado el desenlace de una persona así en Su corazón. Y ¿cuál es ese desenlace? Que esta persona será uno de los ratones y por tanto perecerá con ellos. Así pues, las personas ven a menudo este tipo de situación: alguien abandona a Dios, pero luego no recibe ningún castigo. Dios opera según Sus propios principios; algunas cosas se pueden ver, mientras que otras solo se deciden en el corazón de Dios, por lo que las personas no pueden ver los resultados. La parte que es visible para los seres humanos no es necesariamente el lado verdadero de las cosas, pero ese otro lado, el que tú no ves, de hecho contiene los verdaderos y sinceros pensamientos y conclusiones de Dios.

Las personas que huyen durante la obra de Dios son los que abandonan el camino verdadero

¿Cómo puede Dios propinar un castigo tan grave a las personas que huyen durante Su obra? ¿Por qué está tan enojado con ellas? En primer lugar, sabemos que el carácter de Dios es majestad e ira. Él no es una oveja a la que cualquiera puede matar; menos aún, un muñeco para que las personas lo controlen como quieran. Tampoco es un soplo de aire vacío que se pueda mangonear. Si verdaderamente crees que Dios existe, entonces debes tener un corazón que teme a Dios y debes saber que no hay que hacer enojar a Su esencia. Este enojo puede ser causado por una palabra, o tal vez por un pensamiento o por cierto tipo de comportamiento vil; quizá, incluso, por un comportamiento moderado; una conducta que sea aceptable a los ojos de los hombres y a la ética humana, o quizás sea causado por una doctrina o una teoría. Sin embargo, una vez que has hecho enojar a Dios, has perdido tu oportunidad y han llegado tus últimos días. ¡Esto es algo terrible! Si no entiendes que no se debe ofender a Dios, es posible que no le tengas miedo, y quizá le ofendas rutinariamente. Si no sabes cómo temer a Dios, eres incapaz de hacerlo, y no sabrás cómo andar por Su camino: el camino de temer a Dios y apartarte del mal. Una vez que te des cuenta de ello y seas consciente de que a Dios no se le debe ofender, sabrás lo que es temer a Dios y apartarte del mal.

Andar por el camino de temer a Dios y apartarse del mal no tiene que ver necesariamente con cuánta verdad conozcas, con cuántas pruebas hayas experimentado ni con qué tanto hayas sido disciplinado. Más bien, depende de la clase de actitud que tengas hacia Dios en tu corazón y de qué esencia expreses. La esencia de las personas y su actitud subjetiva son muy importantes y cruciales. En cuanto a quienes han renunciado y han abandonado a Dios, sus actitudes despreciables hacia Él y su corazón que desprecia la verdad ya han ofendido el carácter de Dios; por tanto, en lo que a Él respecta nunca serán perdonados. Han sabido de la existencia de Dios, se les ha informado que Él ya ha llegado y han experimentado Su nueva obra. Su partida no constituyó un caso en el que estaban engañados o confundidos, y, menos aún, se les obligó a irse. Más bien, ellos eligieron dejar a Dios de forma consciente y con una mente clara. Su partida no se debe a que hayan perdido el rumbo ni a que hayan sido abandonados. A los ojos de Dios, no son, pues, corderos que se alejaron del rebaño, y, mucho menos, hijos pródigos que han perdido el rumbo. Se marcharon con impunidad, y esa condición, esa situación, ofende el carácter de Dios, y es a partir de esta ofensa que Él les otorga un desenlace desesperanzador. ¿Acaso no es terrible ese tipo de desenlace? Por tanto, si las personas no conocen a Dios, pueden ofenderlo. ¡Este no es un asunto trivial! Si las personas no se toman en serio la actitud de Dios y siguen creyendo que Él está esperando su regreso porque son algunos de Sus corderos perdidos y que Él sigue esperando que cambien de parecer, entonces no están muy lejos de su día de castigo. Dios no se limitará a negarse a aceptarlos; dado que es la segunda vez que ofenden Su carácter, ¡es un tema aún más terrible! La actitud irreverente de estas personas ya ha infringido los decretos administrativos de Dios. ¿Las aceptará Dios igualmente? En su corazón, los principios de Dios respecto a este asunto son que si alguien ha alcanzado la certeza de cuál es el camino verdadero, pero, aun así, conscientemente y con una mente clara rechaza a Dios y se aparta de Él, Dios bloqueará el camino hacia la salvación de esa persona, y para este individuo la puerta del reino quedará cerrada a partir de ese momento. Cuando esta persona venga y llame a la puerta una vez más, Dios no se la abrirá y la dejará afuera por siempre. Quizás algunos de vosotros hayáis leído la historia de Moisés en la Biblia. Después de que Dios lo ungiese, los 250 líderes expresaron su desobediencia a Moisés debido a sus actos y por razones diversas. ¿A quién se negaron a someterse? No fue a Moisés. Se negaron a someterse a las disposiciones de Dios; se negaron a someterse a Su obra en lo referente a este asunto. Dijeron lo siguiente: “Os hacéis cargo de demasiadas cosas y veis que toda la congregación es santa, cada uno de ellos, y que Jehová está entre ellos […]”.* ¿Son muy serias estas palabras y frases desde un punto de vista humano? ¡No lo son! Al menos, su significado literal no lo es. En un sentido legal, no quebrantan ley alguna, porque en apariencia no es un lenguaje o un vocabulario hostil, y, mucho menos, tiene una connotación de blasfemia. Son frases comunes y corrientes, nada más. ¿Por qué desatan, entonces, semejante furia en Dios? Es porque no iban dirigidas a personas, sino a Dios. La actitud y el carácter que expresan son, precisamente, lo que ofende el carácter de Dios, y ofenden el carácter de Dios, que no se debe ofender. Todos conocemos cuál fue, al final, el desenlace de esos líderes. Respecto a las personas que abandonaron a Dios, ¿cuál es su punto de vista? ¿Cuál es su actitud? Y ¿por qué su punto de vista y su actitud hacen que Dios trate con ellos de esa forma? La razón es que, aunque saben claramente que Él es Dios, aun así eligen traicionarlo, y por eso se les despoja por completo de la oportunidad de ser salvos. Como está escrito en la Biblia: “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados”. ¿Tenéis ahora un entendimiento claro sobre este asunto?

La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.

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