Palabras sobre el autoconocimiento (Fragmento 47)

¿Ahora veis con claridad cómo seguir a Dios y caminar por la senda de perseguir la verdad? ¿Qué implica exactamente creer en Dios y seguir a Dios? ¿Tiene que ver con renunciar a algunas cosas, poder esforzarse por Dios y aguantar un poco de sufrimiento, y seguir a Dios hasta el final del camino y ya está? ¿Puede uno alcanzar la verdad siguiendo a Dios de esta manera? ¿Puede uno obtener la salvación? ¿Tenéis claridad en el corazón acerca de estas cosas? Hay quienes piensan que una vez que una persona vive lo que es que la juzguen, castiguen y poden, o después de que se revela su verdadera naturaleza, su final está decidido y está destinada a no tener esperanza de salvación. La mayoría de las personas no pueden ver este asunto con claridad, dudan en las encrucijadas, sin saber cómo caminar por la senda que tienen por delante. ¿No significa esto que aún carecen de un verdadero conocimiento de la obra de Dios? ¿Tienen aunque sea un poco de fe verdadera quienes siempre tienen dudas sobre la obra de Dios y la salvación del hombre por parte de Dios? Normalmente, cuando hay personas que todavía no han sido podadas y que no han sufrido ningún contratiempo, ellas sienten que deberían perseguir la verdad y satisfacer la voluntad de Dios en su fe. Sin embargo, en cuanto sufren algún golpe y surgen dificultades, sale a relucir su naturaleza traicionera, lo que es algo aborrecible de ver. Luego también sienten que es aborrecible y terminan dando su propio veredicto y diciendo “¡Ya no puedo hacer nada! Si soy capaz de hacer cosas así, ¿no significa que ya no tengo arreglo? Dios nunca me salvará”. Muchas personas están en este estado. Hasta podría decirse que todas las personas son así. ¿Por qué las personas dictan veredictos sobre sí mismas de esta manera? Esto prueba que siguen sin comprender la intención de Dios de salvar a la humanidad. Ser podado solo una vez puede hacer que entres en un largo período de negatividad, que no puedas salir de él, al punto de que quizás hasta renuncies a tu deber; incluso una situación menor puede asustarte para que dejes de perseguir la verdad y quedes atascado. Es como si las personas solo se entusiasmaran en su búsqueda cuando sienten que son perfectas y no tienen defectos. Pero cuando descubren que son demasiado corruptas, no tienen el valor para seguir persiguiendo la verdad. Muchas personas han dicho palabras de frustración y negatividad como: “Claramente ya no puedo hacer nada; Dios no me salvará. Aun si Dios me perdona, yo no puedo perdonarme; nunca podré cambiar”. Las personas no comprenden la voluntad de Dios, lo que demuestra que siguen sin conocer Su obra. De hecho, es natural que las personas a veces revelen determinadas actitudes corruptas en sus experiencias o que actúen de manera adulterada, o con irresponsabilidad, de manera superficial o sin lealtad. Esto se debe a que las personas tienen un carácter corrupto; esta es la ley inexorable. Si no fuera por estas revelaciones, ¿por qué se los llamaría seres humanos corruptos? Si los seres humanos no fueran corruptos, la obra de salvación de Dios no tendría sentido. Ahora, dado que las personas no entienden la verdad ni se comprenden realmente a sí mismas y que tampoco pueden ver con claridad sus propios estados, necesitan que Dios exprese Sus palabras de exposición y juicio para ver la luz. De lo contrario, seguirían adormecidas y atontadas. Si Dios no obrara de esta manera, nunca cambiarían. Sin importar las dificultades que encontréis a cada paso, hablaré con vosotros acerca de la verdad, dando claridad y orientación, siempre y cuando seáis capaces de entrar en el buen camino, eso es suficiente. De lo contrario, las personas siempre van a los extremos. Se meten constantemente en callejones sin salida y no encuentran la manera de seguir adelante y, a medida que continúan caminando, se juzgan a sí mismas. Cuando las personas recién empiezan a experimentar la obra de Dios, aún no se comprenden. Y una vez que fracasan y se ven reveladas en varias ocasiones, terminan juzgándose. Dicen: “Soy un diablo. ¡Soy un Satanás! Ya no hay nada que hacer. No hay probabilidad de que me salve algún día. No tengo salvación”. En efecto, las personas son demasiado frágiles y difíciles de tratar y, a medida que siguen caminando, se vuelven muy extremistas. Cuando no pueden ver que su corrupción no tiene solución, que son diablos, se vuelven arrogantes y santurronas. Creen que han soportado innumerables dificultades, que aman a Dios y que están cualificadas para ingresar al reino de los cielos. No obstante, cuando toman consciencia de la gravedad de su corrupción, de que no han estado viviendo a semejanza humana, sino que son diablos y Satanás, se abandonan a la desesperanza y sienten que es demasiado tarde. Sienten que Dios las debe haber condenado, revelado y descartado. Cuando no se comprenden a sí mismas, las personas son arrogantes y santurronas y, cuando se dan cuenta, se sienten descorazonadas. Así de problemáticas y difíciles son las personas. Si pueden aceptar la verdad, si algún día llegan a entender verdaderamente la voluntad de Dios, dicen: “He sido extremadamente corrupto todo este tiempo y finalmente lo reconozco. Afortunadamente, Dios me ha salvado, y ahora puedo ver una vida brillante y caminar por la senda correcta de la vida. No sé cómo puedo darle las gracias a Dios”. Es como despertarse de un sueño y ver la luz. ¿Acaso no han sido salvados? ¿No deberían alabar a Dios? Algunas personas ni siquiera se entienden a sí mismas cuando la muerte está cerca. Siguen siendo arrogantes y no pueden aceptar aquello que se les ha revelado. Piensan que son gente de bien: “Soy una buena persona; ¿cómo pude haber hecho esto?”. Es como si hubieran sido acusadas erróneamente. Algunas personas experimentan la obra de Dios durante años y, al final, siguen sin entender sus naturalezas. Siempre piensan que son buenas personas y que cometieron un error en un momento de confusión. Incluso hasta este día, preferirían ser descartadas antes que someterse. Son demasiado arrogantes e ignorantes y simplemente no aceptan la verdad. Nunca podrán transformarse y convertirse en seres humanos. A partir de esto podéis descubrir que, aunque la naturaleza de las personas se resista y traicione a Dios, hay diferencias en ellas. Esto requiere un entendimiento más profundo de su naturaleza.

Hay determinados rasgos en común en la naturaleza de las personas que deben entenderse. Todas las personas son capaces de traicionar a Dios —este es un rasgo común— sin embargo, cada persona tiene su propia debilidad vital. Algunas personas aman el poder y otras aman el estatus, hay quienes rinden culto al dinero, mientras que otros adoran los placeres materiales. Estas son las diferencias en la naturaleza de las personas. Después de empezar a creer en Dios, algunos son capaces de mantenerse firmes a pesar de sufrir muchas adversidades, mientras que otros se vuelven negativos, se quejan y flaquean al afrontar algunas dificultades. Entonces, ¿por qué, a pesar de que todos creen en Dios y comen y beben Su palabra, reaccionan de manera diferente cuando les ocurren cosas? Esto demuestra que, si bien todos los seres humanos profundamente corruptos tienen la naturaleza de Satanás, la calidad de su humanidad varía. Algunas personas sienten aversión por la verdad y la odian, mientras que otras son capaces de amarla y aceptarla. Las maneras en las que algunas personas manifiestan su carácter corrupto son más severas, mientras que en el caso de otras son más leves. Algunas son un poco más bondadosas y otras muy maliciosas. Si bien sus palabras, su conducta y la manera en la que se muestran pueden diferir, su carácter corrupto es el mismo. Son seres humanos corruptos que pertenecen a Satanás. Este es un rasgo común entre ellos. La naturaleza de una persona define quién es. Si bien la naturaleza de una persona puede coincidir con la de otra en algunos aspectos, cada una debe ser tratada de manera distinta de acuerdo con su esencia. Por ejemplo, la concupiscencia es un rasgo común de todas las personas. Todas la experimentan y no pueden superarla con facilidad. No obstante, hay quienes tienen inclinaciones particularmente fuertes en este sentido. Siempre que las personas de este tipo enfrentan tentaciones que involucran al sexo opuesto, sucumben a ellas. La tentación se apodera de sus corazones y caen en ella. Están dispuestas a salir corriendo con otra persona en cualquier momento y traicionar a Dios. Por lo tanto, puede decirse que estas personas tienen una naturaleza maligna. Cuando otras se enfrentan a este tipo de situación, quizá demuestran un poco de debilidad o revelan alguna concupiscencia, pero no hacen nada inapropiado. Son capaces de actuar con moderación y evadir este tipo de situación. Pueden rebelarse contra la carne y evitar la tentación. Por lo tanto, no puede decirse que su naturaleza sea maligna. Los seres humanos viven en la carne, por lo que tienen concupiscencia, pero hay personas arbitrarias e impulsivas que se entregan a su lujuria y hasta hacen cosas que trastornan y perturban la obra de la iglesia. Sin embargo, también hay otras que no son así, sino que son capaces de perseguir la verdad y actuar de acuerdo a ella y de rebelarse contra la carne. Si bien todas las personas tienen concupiscencia, no todas se comportan de la misma manera. Así es como difiere la esencia-naturaleza de las personas. Algunas codician el dinero. Siempre que ven dinero o cosas bonitas, quieren poseerlos, los anhelan con gran intensidad. Son codiciosas por naturaleza. Ambicionan cualquier posesión material que ven y hasta se atreven a robar o usar de manera indebida las ofrendas de Dios, incluso se atreven a tocar miles o decenas de miles de yuanes. Cuanto más dinero hay, mayor es su audacia. Carecen totalmente de un corazón que tema a Dios. Su naturaleza es codiciosa. Hay personas que tienen problemas de consciencia después de gastar algunos yuanes o unas docenas de yuanes del dinero de la iglesia y se arrodillan rápidamente ante Dios para orar con lágrimas de remordimiento y ruegan Su perdón. No podemos decir que sientan codicia por el dinero, ya que todas las personas tienen un carácter corrupto y debilidades, y su capacidad de arrepentirse con sinceridad prueba que sus acciones simplemente revelaron su carácter corrupto. Hay personas que juzgan rápidamente a los demás y dicen: “Como esta persona gastó algunos yuanes del dinero de la iglesia esta vez, la próxima vez podrían ser docenas de yuanes. Claramente, es una persona que roba ofrendas y se la debería echar”. Hablar de esta manera es un poco sentencioso. Las personas tienen un carácter corrupto, por lo que seguramente revelarán su corrupción y harán muchas cosas malas. Esto es normal, pero que una persona ponga al descubierto su corrupción no es lo mismo a que tenga la naturaleza de alguien malvado. Si bien estos dos tipos de personas pueden hacer algunas de las mismas cosas, su naturaleza es diferente. Por ejemplo, mientras una persona camina por la senda de perseguir la verdad y busca ser una persona honesta, es inevitable que revele mentiras o emplee engaños o estratagemas de vez en cuando, mientras que la mentira y el engaño forman parte de la naturaleza de un demonio, que miente todo el tiempo acerca de todo. Si bien ambos pueden tener conductas mentirosas, la esencia de un demonio y la de alguien que persigue la verdad son fundamentalmente diferentes. Entonces, ¿es adecuado etiquetar a las personas que buscan ser honestas como demonios y Satanás solo porque manifestaron cierta corrupción pasajera? Haber cometido una transgresión, como mentir o engañar a otros, no significa que sean demonios que siempre mienten y engañan a los demás. Dado que la esencia-naturaleza de las personas no es la misma, no podemos poner a todos en la misma bolsa. El hecho de comparar a alguien que cometió una transgresión momentánea con un demonio es una forma de juicio y condena arbitrarios. Esto es lo que más daño causa a las personas. Si careces de discernimiento y no puedes ver las cosas con claridad, no debes hablar ciegamente o aplicar preceptos indiscriminadamente, de lo contrario, lastimarás a otras personas. Aquellos que carecen de entendimiento espiritual y disfrutan cumpliendo los preceptos tienen mayores probabilidades de juzgar y condenar a otros. Las personas que no comprenden la verdad hablan y actúan sin principios, y al hablar sin miramientos y juzgar y condenar a otras de manera arbitraria no se benefician a sí mismas ni a las demás.

En vuestro corazón no sabéis qué meta debe alcanzar una persona respecto a su fe en Dios para que se ajuste a Su voluntad. Hay muy pocas personas capaces de creer en Dios en total conformidad con Sus exigencias. Tenéis demasiados problemas en vuestro interior, y tal vez no os hayáis percatado todavía de ellos y no los tengáis en claro. Esto demuestra que todavía no entendéis la verdad, que sois incapaces de reflexionar sobre vosotros mismos y que aún no habéis descubierto ni sois capaces de analizar los distintos pensamientos y aspectos de vuestra naturaleza que existen dentro de vosotros. Algún día, cuando hayáis oído muchos sermones y tengáis experiencia, comprenderéis la verdad. Solo entonces podréis llegar a conoceros de verdad. Pese a que creéis realmente en Dios, aún no os habéis despojado de vuestras actitudes corruptas y todavía hay muchos asuntos superficiales dentro de vuestra naturaleza; todavía os gusta lucir ropa hermosa y disfrutar de las cosas buenas. Cuando algunas personas visten ropa bonita o se compran un celular caro, su tono de voz cambia; cuando algunas mujeres llevan tacones, su forma de caminar no es la misma y ya no saben quiénes son. En cuanto a qué es lo que la gente alberga en su corazón y qué naturaleza les hace revelar estas cosas perversas, feas y superficiales, las personas necesitan llegar a conocer su carácter corrupto y las cosas que existen dentro de su propia naturaleza. Aunque puedan sentir este carácter corrupto, no pueden resolverlo, tan solo pueden confiar en su propia voluntad para refrenarlo y evitar que se ponga en evidencia exteriormente. A medida que su experiencia se ahonda, mientras su conocimiento sobre su naturaleza y sobre todos los aspectos de la verdad se hace más profundo y comienzan poco a poco a entender y acatar las exigencias de Dios, las actitudes corruptas de las personas y los aspectos de su naturaleza comienzan lentamente a cambiar. Al principio, su conocimiento de sí mismas es muy somero. Pueden reconocer sus actitudes corruptas, pero son incapaces de perseguir la verdad y llegar a conocer la esencia de su corrupción. Cuando adquieren un poco de conocimiento, desean refrenarse, rebelarse contra la carne trabajando con ahínco y obtener resultados, pero sus esfuerzos terminan siendo en vano y siguen sin ver la raíz del problema. Cuando más adelante llegan a entender la verdad realmente y conocen plenamente su carácter corrupto, empiezan a odiarse a sí mismas. A esa altura, no necesitan esforzarse demasiado para rebelarse contra la carne y pueden practicar la verdad de forma proactiva y actuar conforme a los principios. Aunque a veces no comprendan la verdad completamente, al menos pueden actuar basándose en su conciencia y razón. Al principio, cuando las personas empiezan a experimentar las palabras de Dios, todas ellas se topan con dificultades; dado que no entienden la verdad y no saben tomar los principios como base, siempre averiguan cómo hacer esto o aquello y se limitan a cumplir los preceptos. Además, siempre se sienten perturbadas por los estados negativos y, en ocasiones, no consiguen avanzar. En lo relativo a los estados negativos, la gente debería resolver aquellos que tienen solución mediante la plática. Si no pueden resolverse de este modo, basta con no prestarles atención. En su lugar, deberías centrarte en practicar y entrar de forma normal, y en compartir más sobre la verdad. Algún día, cuando comprendas la verdad con claridad y veas muchas cosas como son, tus estados negativos desaparecerán de manera natural. ¿No han desaparecido ya tus viejos estados negativos? Como mínimo, los experimentas mucho menos que antes. Centraos en trabajar arduamente para perseguir la verdad y seréis capaces de resolver todas vuestras dificultades. Cuando podáis solucionar vuestros propios problemas, habréis progresado y crecido. Cuando las personas experimentan hasta que llegue el día en que su perspectiva de la vida, el sentido y la base de su existencia, hayan cambiado por completo, cuando hayan sido alteradas hasta los huesos y se hayan convertido en alguien diferente, ¿no es esto increíble? Este es un gran cambio, un cambio transcendental. Solo cuando no estés interesado en la fama y la fortuna, el estatus, el dinero, el placer, el poder y la gloria del mundo y puedas dejarlos ir fácilmente, tendrás la semejanza de un ser humano. Aquellos que, al final, serán hechos completos por Dios son un grupo de personas como este; viven para la verdad, viven para Dios y viven para aquello que es justo. Esta es la semejanza de un verdadero ser humano.

Algunos preguntarán: “¿Qué es exactamente un ser humano?”. Ninguna de las personas de nuestros días son seres humanos. Si no lo son, ¿qué son entonces? Se podría decir que son animales, bestias, satanases o demonios; en cualquier caso, tan solo se ocultan bajo una piel humana, pero no se les puede llamar seres humanos, porque no poseen una humanidad normal. Llamarlos animales sería acercarse un poco, pero las personas tienen un lenguaje, mentes y pensamientos, y pueden dedicarse a la ciencia y a la industria, por lo que tan solo se los puede definir como animales superiores. No obstante, Satanás los ha corrompido profundamente; hace ya mucho tiempo que perdieron su conciencia y razón, y no se someten ni temen a Dios en absoluto. Resulta totalmente apropiado llamarlos demonios y satanases. Dado que sus naturalezas, sus actitudes y sus opiniones son satánicas, es más adecuado llamarlos demonios y satanases. La gente ha sido profundamente corrompida y apenas tiene semejanza humana. Son como bestias y animales, son demonios. En este momento, las personas no son una cosa ni la otra, no se parecen a seres humanos ni tampoco a demonios, y no poseen una verdadera semejanza humana. Tras numerosos años de experiencia, algunos creyentes de largo recorrido obtienen una pizca de intimidad con Dios y pueden en cierta medida entenderlo, preocuparse por las cosas que a Él le preocupan y pensar en las cosas en las que Él piensa; esto quiere decir que tienen un ápice de apariencia humana y están a medio formar. Los nuevos creyentes no han experimentado aún el castigo y el juicio, apenas han sido podados, y tampoco han oído mucho acerca de la verdad; tan solo han leído las palabras de Dios, pero no poseen verdadera experiencia. Como resultado, no están a la altura ni de lejos. La profundidad de la experiencia de una persona determina lo mucho que esta cambia. Cuanto menos experimentes las palabras de Dios, menos podrás comprender la verdad. Si no tienes ninguna experiencia, entonces eres un auténtico Satanás viviente y eres simple y llanamente un demonio. ¿Puedes creerlo? Algún día entenderás esas palabras. ¿Queda gente buena hoy en día? Si las personas no tienen apariencia humana, ¿cómo podemos llamarlas seres humanos? Llamarlas buenas personas está aún más fuera de lugar. Tan solo tienen un caparazón humano, pero carecen de esencia humana; no sería exagerado llamarlos bestias vestidas de humanos. Si alguien desea convertirse en una persona con semejanza humana a través de la experiencia de la obra de Dios, deberá someterse al desenmascaramiento, el castigo y el juicio de las palabras de Dios, y solo entonces podrá llegar a cambiar finalmente. Esta es la senda: si Dios no hiciera esto, la gente no sería capaz de cambiar. Dios debe actuar de este modo, paulatinamente. Las personas deben experimentar el juicio y el castigo y deben ser podadas constantemente, y las maneras en las que revelan su carácter corrupto deben ser puestas en evidencia. La gente únicamente puede adentrarse en la senda correcta si es capaz de reflexionar sobre sí misma y comprender la verdad. Tan solo después de un período de experiencia y tras haber llegado a entender unas cuantas verdades, estará hasta cierto punto segura de que es capaz de mantenerse firme. Veo que vuestra estatura aún es demasiado pequeña, comprendéis demasiado poco de la verdad y no podéis cumplir con vuestros deberes adecuadamente. Aunque parezca que estéis muy ocupados realizando vuestros deberes, en realidad estáis todos al borde del peligro. No veo que poseáis ninguna de las realidades-verdad y no sabría decir si sois personas que persiguen la verdad. Eso hace que estéis en grave peligro. He pronunciado palabras como estas en numerosas ocasiones, pero mucha gente no entiende lo que significan. Algunos dicen: “Mi fe en Dios me llena de entusiasmo ahora, no tropezaré ni me extraviaré. Dios me trata con enorme gracia, no corro ningún peligro”. Dios trata con gracia y protege a todas las personas, pero tú no has entrado en las realidades-verdad, por lo que, naturalmente, estás en peligro. Cuando te enfrentes a pruebas, ¿puedes garantizar que serás capaz de mantenerte firme? Nadie se atreve a asegurar algo así. Muchas personas tan solo son capaces de hablar sobre algunas palabras y doctrinas. Eso no quiere decir que entiendan la verdad y, sin duda, tampoco significa que tengan una verdadera estatura, no obstante, ellas creen que casi lo han conseguido. Si una persona puede decir algo así, significa que no está a la altura ni de lejos. Toda persona que no posea las realidades-verdad vive al borde del peligro. Esto es absolutamente cierto.

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