Palabras sobre el autoconocimiento (Fragmento 48)

Entre aquellos que creen en Dios, ¿qué tipo de persona tiene menos probabilidades de salvarse y qué clase de naturaleza es más proclive a la destrucción? ¿Comprendéis bien esto? Ya sea un líder o un seguidor, ¿cuál es la naturaleza común de las personas? El punto en común de la naturaleza humana es la traición a Dios; todas las personas son capaces de traicionarlo. ¿Qué significa traicionar a Dios? ¿Cuáles son sus manifestaciones? ¿Solo traicionan a Dios quienes dejan de creer en Él? La gente debe comprender cuál es la esencia del ser humano y captar la raíz de dicha esencia. Tus arrebatos de mal genio, defectos, malos hábitos o falta de educación son aspectos superficiales. Si siempre te aferras a estas cuestiones triviales; si eres descuidado al aplicar los preceptos y no captas lo esencial; si dejas sin resolver las cosas inherentes a tu naturaleza y tu carácter corrupto, al final te descarriarás y acabarás oponiéndote a Dios. La gente es capaz de traicionar a Dios en cualquier momento y lugar, y esto es un serio problema. Quizá, durante un tiempo, puedas tener un corazón amante de Dios y entregarte con fervor, cumpliendo con tus deberes con cierta lealtad; o quizá tengas conciencia y tu razón sea perfectamente normal en ese periodo. Sin embargo, la gente es veleidosa e inestable; es capaz de oponerse a Dios y de traicionarlo en cualquier momento y lugar a causa de un solo incidente. Por ejemplo, supongamos que una persona posee una razón perfectamente normal, que tiene la obra del Espíritu Santo, cuenta con experiencia práctica, lleva una carga y cumple con su deber con lealtad; pero, justo cuando su fe es especialmente fuerte, la casa de Dios expulsa a un anticristo a quien ella venera y es ahí cuando comienza a albergar nociones. Enseguida se vuelve negativa, pierde el entusiasmo por su trabajo, cumple su deber de forma superficial y ya no siente el deseo de orar. Entonces se queja: “¿Para qué voy a orar? Si alguien tan valioso es expulsado, ¿quién podrá salvarse? ¡Dios no debería tratar así a la gente!”. ¿Cuál es la naturaleza de estas palabras? Un solo incidente que no se ajusta a sus deseos y juzgan a Dios. ¿No es esta una manifestación de la traición a Dios? La gente es capaz de apartarse de Él en cualquier momento y lugar; ante cualquier situación, es posible que desarrollen nociones y juzguen y condenen a Dios. ¿No es esta una manifestación de la traición a Dios? Esto no es una cuestión baladí. Ahora mismo podrás pensar que no tienes nociones sobre Dios y que puedes someterte a Él, pero si haces algo malo y de repente te enfrentas a una poda severa, ¿podrías aun así someterte? ¿Serías capaz de buscar la verdad para resolverlo? Si no puedes someterte ni buscar la verdad para resolver el problema de tu rebeldía, entonces todavía existe la posibilidad de que traiciones a Dios. Quizá no has llegado a pronunciar las palabras: “Ya no creo en Dios”, pero tu corazón ya lo ha traicionado en ese momento. Debes comprender con claridad cómo es exactamente la naturaleza humana. ¿Es la traición su esencia? Muy pocos son capaces de discernir de manera clara la esencia-naturaleza humana. Es cierto que algunas personas tienen cierta conciencia y una humanidad relativamente buena, mientras que otras carecen de humanidad. Sin embargo, independientemente de si la humanidad de alguien es buena o mala, o de si su aptitud es adecuada o mediocre, el factor común es que todos pueden traicionar a Dios. La traición a Dios está en la esencia de la naturaleza humana. Antes solíais pensar: “Puesto que los humanos corrompidos por Satanás traicionan a Dios por naturaleza, no hay nada que pueda hacer, salvo cambiar de manera gradual”. ¿Todavía pensáis así? Entonces decidme: ¿puede alguien traicionar a Dios sin estar corrompido? Incluso sin estar corrompida, la gente es capaz de traicionarlo. Cuando Dios creó a los humanos, les otorgó libre albedrío. Los humanos son especialmente frágiles; no poseen el deseo innato de acercarse a Dios y decir: “Dios es nuestro Creador, nosotros somos seres creados”. No existe tal concepto en las personas. Por naturaleza carecen de la verdad, ni existe nada relacionado con la adoración a Dios dentro de ellas. Dios dio a los humanos libre albedrío, permitiéndoles pensar; pero la gente no acepta la verdad, no conoce a Dios en absoluto, y no entiende cómo someterse a Dios y adorarle. Estas cuestiones no existen en los humanos; por eso, incluso sin estar corrompido, eres capaz de traicionar a Dios. ¿Por qué decimos que eres capaz de traicionar a Dios? Cuando Satanás se acerca para tentarte, tú lo sigues y traicionas a Dios. Fuiste creado por Él, pero no lo sigues, sino que sigues a Satanás; ¿no te convierte eso en traidor? Un traidor es, por definición, alguien que traiciona. ¿Comprendéis de verdad la esencia de esto? Por consiguiente, la gente es capaz de traicionar a Dios en cualquier momento y lugar. Solo hay un supuesto en el que la gente no traicionará a Dios: cuando vivan completamente en Su reino y en Su luz; cuando todo lo que es de Satanás haya sido destruido y cuando ya no haya nada que los tiente o incite a pecar. Si todavía queda algo que les incite a pecar, entonces seguirán siendo capaces de traicionar a Dios. Por lo tanto, los humanos son seres sin valor. Podrás pensar que solo porque puedes pronunciar algunas palabras y doctrinas, entiendes algunas verdades y no puedes traicionar a Dios; que por ello deberías al menos ser considerado, si no como oro o plata, como hierro o bronce, más valioso que la loza, pero te sobreestimas. ¿Sabes cómo son realmente los seres humanos? La gente es capaz de traicionar a Dios en cualquier momento y lugar. No valen ni un céntimo. Tal y como Dios dijo: “Los humanos son bestias, seres miserables sin valor”. Pero en el fondo la gente no piensa así. Al contrario, piensan: “¡No creo que sea un ser miserable sin valor! ¿Por qué no acierto a comprender este asunto? ¿Cómo es que no lo he experimentado? Creo en Dios sinceramente, tengo fe, por ello no puedo traicionar a Dios. La palabra de Dios es toda la verdad, pero no logro entender la frase: ‘La gente es capaz de traicionar a Dios en cualquier momento y lugar’. Ya he visto el amor de Dios; en ningún caso podría traicionarlo”. Esto es en realidad lo que la gente cree en su corazón, pero las palabras de Dios son hechos, no vienen por arte de magia. Solo cuando seáis capaces de ver cada situación con claridad y os convenzáis de todo corazón, podréis admitir vuestra corrupción y resolver el problema de la traición. En el reino no habrá traición; cuando la gente viva bajo el dominio de Dios y no bajo el control de Satanás será verdaderamente libre. Entonces no habrá necesidad de preocuparse por traicionar a Dios; tal preocupación sería innecesaria, superflua. En el futuro, se podrá declarar que ya no tenéis nada en vuestro interior que traicione a Dios, pero ese no es el caso por ahora. Puesto que la gente tiene un carácter corrupto, puede traicionar a Dios en cualquier momento. No es que la presencia de ciertas circunstancias lleve a la traición y que sin dichas circunstancias o coacciones no traicionarás a Dios; incluso sin coacción puedes traicionarlo. Este es el problema de la esencia corrupta del hombre, el problema de la naturaleza humana. Incluso si en este momento no estás pensando ni haciendo nada, la realidad de tu naturaleza existe de verdad y nadie puede erradicarla, pues tienes dentro de ti la naturaleza de traicionar a Dios; Él no está en tu corazón. En lo más hondo de tu corazón no hay lugar para Dios ni presencia de la verdad; por eso, puedes traicionarlo en cualquier momento y lugar. Los ángeles son diferentes; aunque no tengan el carácter o la esencia de Dios, son capaces de someterse a Él sin reservas, pues fueron creados por Él especialmente para Su servicio, para acatar Sus órdenes en todas partes. Ellos le pertenecen por completo. En cuanto a los humanos, Dios pretendía que vivieran en la tierra, y no les dotó de la facultad de adorarlo. Así, los seres humanos pueden traicionar y oponerse a Dios. Esto demuestra que cualquiera puede utilizarlos y competir por ellos; no poseen soberanía propia. Los seres humanos son así: completamente desprovistos de dignidad y sin valor.

Dios desenmascara la naturaleza traidora del hombre para que la gente pueda entender de verdad este asunto y a sí misma. Partiendo de aquí, esta puede empezar a cambiar e intentar encontrar sendas de práctica, comprendiendo en qué aspectos pueden traicionar a Dios y las actitudes corruptas que los llevan a traicionarlo. Una vez que llegues a un punto en que ya no te rebeles contra Dios en muchos aspectos, y no lo traiciones en la mayoría de ellos, cuando llegues al final de tu camino vital, al momento en que la obra de Dios esté acabada, ya no tendrás que preocuparte de si traicionarás a Dios en el futuro. ¿Por qué lo digo? Antes de que las personas fueran corrompidas por Satanás, podían traicionar a Dios cuando aquel las tentaba. Cuando Satanás sea destruido, ¿no dejará la gente de traicionar a Dios? Ese momento aún no ha llegado. La gente todavía tiene el carácter corrupto de Satanás en su interior y son capaces de traicionar a Dios en cualquier momento y lugar. Una vez que hayas llegado a cierta etapa de la vida, cuando hayas desechado esas opiniones, nociones y figuraciones erróneas acerca de oponerte y traicionar a Dios; cuando hayas comprendido la verdad y tu corazón albergue muchas características positivas; cuando seas capaz de controlarte y de ser dueño de tus acciones; cuando ya no traiciones a Dios en la mayoría de las situaciones; entonces, cuando Satán sea destruido, tú cambiarás completamente. La etapa actual de la obra consiste en resolver la rebeldía y la traición del hombre. La humanidad del futuro no traicionará a Dios, pues ya se habrá manejado a Satanás. Ya no existirá una circunstancia en la que Satanás desoriente y corrompa a la humanidad; eso ya no tendrá relación con la especie humana. Lo que se le pide a la gente ahora es que entienda la naturaleza traidora del hombre, una cuestión de suma importancia. Este es el punto de partida. ¿Qué es inherente a la naturaleza de traicionar a Dios? ¿En qué consisten las revelaciones de la traición? ¿Cómo debería la gente reflexionar y comprender? ¿Cómo deberían practicar y entrar? Todas estas cuestiones deben verse y entenderse con claridad. Mientras la naturaleza de la traición aún resida en las personas, estas podrán traicionar a Dios en cualquier momento y lugar. Aunque no nieguen o traicionen abiertamente a Dios, todavía pueden hacer muchas cosas que la gente no consideraría traición, pero que, en esencia, sí lo son. Esto quiere decir que las personas carecen de autonomía; Satanás las ha ocupado primero. Si podías traicionar a Dios sin estar corrompido, ¿cómo no lo vas a traicionar ahora que estás lleno del carácter corrupto de Satanás? ¿No eres aún más capaz de traicionarlo en cualquier momento y lugar? La tarea actual consiste en librarte de esas actitudes corruptas y reducir los factores que te hacen traicionar a Dios, dándote más oportunidades para que Él te perfeccione y te acepte en Su presencia. A medida que experimentas más de la obra de Dios en diversos asuntos podrás obtener algunas verdades y ser perfeccionado hasta cierto punto. Si Satanás y los diablos aún se acercan a tentarte, o espíritus malvados vienen a desorientarte y perturbarte, podrás ejercer cierto discernimiento, y así actuarás menos de maneras que traicionen a Dios. Esto es algo que se desarrolla dentro de la gente con el tiempo. En el principio, cuando se creó a los seres humanos, no sabían adorar ni someterse a Dios, ni sabían qué era traicionarlo. Cuando Satanás se acercó a tentarlos, lo siguieron y traicionaron a Dios, convirtiéndose así en traidores. No podían distinguir entre el bien y el mal ni tenían la facultad de adorar a Dios, y mucho menos eran capaces de entender que Dios es el Creador de la humanidad y cómo debían adorarlo. Ahora Dios salva a las personas infundiéndolas de las verdades que suponen conocerlo: Su esencia, Su carácter, Su omnipotencia, Su practicidad, etc., para que se conviertan en su vida, concediéndoles autonomía y capacitándolas para vivir de acuerdo con la verdad. Cuanto más profundamente experimentes las palabras de Dios y su juicio y castigo, mejor entenderás tu propio carácter corrupto y esto te dará la determinación para someterte, amar y satisfacer a Dios. Cuanto más conozcas a Dios, más te despojarás de tus actitudes corruptas; dentro de ti habrá menos cosas que traicionen a Dios y más que sean compatibles con Él. De esta manera, serás capaz de vencer y de triunfar completamente sobre Satanás. Con la verdad, la gente gana autonomía y ya no se deja desorientar o constreñir por Satanás, lo que les permite vivir una vida humana auténtica. Hay quien pregunta: “Si en el interior de las personas reside una naturaleza corrupta y pueden traicionar a Dios en cualquier momento y lugar, ¿cómo puede entonces Dios decir que ha hecho al hombre completo?”. Ser completo significa que, al experimentar la obra de Dios, la gente llega a conocer no solo a Dios, sino su propia naturaleza, y así entienden cómo adorarlo y someterse a Él. Pueden discernir entre la obra de Dios y la del hombre, reconocer la diferencia entre la obra del Espíritu Santo y la de los espíritus malvados, y comprender cómo Satanás y los diablos se oponen a Dios, cómo la humanidad se opone a Dios, qué es un ser creado y quién es el Creador. Todo lo anterior se añade a las personas a través de la obra de Dios después de ser creadas. Así, los humanos completados son más importantes y valiosos que aquellos que inicialmente no estaban corrompidos, pues Dios les ha añadido algo, ha forjado algo dentro de ellos. De ahí que los seres humanos completos finales tengan más autonomía de la que tenían Adán y Eva, un mejor entendimiento de la verdad sobre adorar y someterse a Dios, y de cómo comportarse. Adán y Eva no sabían nada de todo esto. Cuando la serpiente los tentó, comieron la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal y entonces se dieron cuenta de su vergüenza, aunque todavía no sabían cómo adorar a Dios. Desde entonces, la humanidad se volvió cada vez más corrupta. Este es un asunto muy profundo. Nadie puede comprenderlo claramente. Debido a los instintos de la carne humana, la gente puede traicionar a Dios en cualquier momento y lugar; pero al final, Dios hará completo al hombre y lo llevará a la era siguiente. Esto es algo que a la gente le cuesta entender; solo se puede experimentar poco a poco. Una vez que se comprenda la verdad, se aclarará de manera natural.

¿Por qué es necesario que la gente conozca a Dios? Porque si no lo conocen se opondrán a Él. Si alguien no comprende la verdad, es proclive a que Satanás y los espíritus malvados lo desorienten y lo utilicen. No será capaz de escapar de la influencia de Satanás y, por lo tanto, no podrá alcanzar la salvación. En cambio, si alguien comprende la verdad, tendrá un verdadero conocimiento de Dios, será capaz de someterse realmente a Él, dar testimonio de Él y ser ganado por Él. Satanás, aunque quiera, no conseguirá desorientar ni explotar a una persona así. Esto es lo que significa estar completamente libre de la influencia de Satanás y haber alcanzado la salvación; y este es el significado del requisito de Dios de que la gente lo conozca. Si conoces a Dios, puedes ser salvado por Él; sin conocer a Dios, no puedes alcanzar la salvación. Si alguien no comprende las intenciones de Dios, no persigue para nada la verdad, sino que se guía por su carácter satánico; no practica la verdad, aunque entienda algo de ella, y a sabiendas transgrede, es realmente irredimible. ¿En qué estado os encontráis ahora? Mientras tengáis una brizna de esperanza, independientemente de que Dios recuerde o no vuestras transgresiones pasadas, ¿qué mentalidad deberíais mantener? “Debo procurar un cambio en mi carácter, buscar el conocimiento de Dios, no permitir que Satanás me vuelva a engañar y no volver a hacer jamás nada que avergüence el nombre de Dios”. La gente está totalmente corrompida hoy en día y carece de valor. ¿Qué áreas clave determinan si pueden ser salvados y si tienen algo de esperanza? La clave es si, después de escuchar un sermón, eres o no capaz de comprender la verdad, de ponerla en práctica o de cambiar. Estas son las áreas fundamentales. Si solo sientes remordimiento y, cuando llega el momento de hacer algo, actúas como quieres, de la misma manera de siempre, sin buscar la verdad y aferrándote todavía a viejas opiniones, métodos y preceptos; no solo no reflexionas ni intentas conocerte a ti mismo, sino que empeoras cada vez más e insistes en ir por la senda de siempre, entonces no tendrás esperanzas y corresponde darte por perdido. Con un conocimiento mayor de Dios y un conocimiento más profundo de ti mismo, serás más capaz de evitar hacer el mal y pecar. Cuanto más profundo sea el conocimiento de tu naturaleza, mejor podrás protegerte y, tras hacer recuento de tus experiencias y lecciones, no volverás a fallar. De hecho, todo el mundo tiene imperfecciones, pero Dios no los hace responsables de ellas. Todos las tienen, es solo una cuestión de grado; algunas se pueden mencionar, otras no. Algunas personas hacen cosas que saben los demás, mientras que otras las hacen sin que nadie se entere. Todo el mundo transgrede y tiene imperfecciones, y todos ellos revelan ciertas actitudes corruptas, como la arrogancia o la santurronería; todos han tenido algunas desviaciones en su trabajo o han sido ocasionalmente rebeldes. Estas son cosas comprensibles; son inevitables para la humanidad corrupta. Pero una vez que las personas entienden la verdad, deberían ser capaces de evitarlo y no transgredir más; no hay necesidad de que se sigan preocupando por las transgresiones pasadas. La clave es si la gente se arrepiente, si ha cambiado de verdad. Los que se arrepienten y cambian son los que se salvan, mientras que los que permanecen en todo momento inmutables e irredentos deben ser descartados. Si, después de comprender la verdad, las personas todavía transgreden a sabiendas; si, aunque se les pode, o advierta, permanecen obstinadamente impenitentes e inmutables, entonces están más allá de la salvación.

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