Solo conocer los seis tipos de actitudes corruptas es el auténtico autoconocimiento (Parte 3)

También debéis familiarizaros con el sexto tipo de carácter corrupto: la perversidad. Empecemos por cuando la gente predica el evangelio. Algunas personas revelan un carácter perverso cuando predican el evangelio. No predican de acuerdo con los principios ni saben qué clase de personas aman la verdad y están dotadas de humanidad; solo buscan a miembros del sexo opuesto con los que conectan, que les gustan o con los que se llevan bien. No predican a personas que no les gustan o con las que no se llevan bien. Da igual si una persona se ajusta o no a los principios de difundir el evangelio, si se trata de alguien que les interesa, no renuncian a ella. Puede que otros les digan que esa persona no se ajusta a los principios de difundir del evangelio, pero siguen insistiendo en predicarle. Existe un carácter dentro de ellos que controla sus acciones, que los hace satisfacer sus deseos lascivos y alcanzar sus propios objetivos bajo la bandera de difundir el evangelio. Se trata nada menos que de un carácter perverso. Incluso hay quienes saben muy bien que se equivocan al hacer esto, y que ofenden a Dios y vulneran Sus decretos administrativos, pero no dejan de hacerlo. Este es un tipo de carácter, ¿verdad? (Sí). Esta es una de las manifestaciones de un carácter perverso, pero no solo la revelación de deseos lascivos debe ser descrita como perversa; el alcance de la perversidad es más amplio que la simple lujuria de la carne. Pensadlo: ¿qué otras manifestaciones de un carácter perverso existen? Puesto que se trata de un carácter, es algo más que una forma de actuar, implica muchos estados, manifestaciones y revelaciones diferentes, eso es lo que lo define como un carácter. (Seguir las tendencias del mundo, no desprenderse de las cosas relacionadas con las tendencias del mundo). No desprenderse de las tendencias perversas es un tipo. Estar apegado a las tendencias perversas del mundo, perseguirlas, preocuparse por ellas, buscarlas con gran pasión. Hay algunos que nunca se desprenden de estas cosas, da igual cómo se les comparta la verdad, no importa cómo se las pode; incluso llegan al punto de apasionamiento. Esto es perversidad. Entonces, cuando las personas siguen tendencias perversas, ¿qué manifestaciones indican que tienen un carácter perverso? ¿Por qué aman estas cosas? ¿Qué hay en estas perversas tendencias mundanas que les produce satisfacción psicológica, que satisface sus necesidades y sus predilecciones y deseos? Pongamos, por ejemplo, que les gustan las estrellas de cine: ¿qué tienen esas estrellas de cine para que se obsesionen con ellas y que haga que las sigan? Es el garbo, el estilo, la apariencia y la celebridad de tales personas, además del tipo de vida extravagante que anhelan. ¿Son perversas todas estas cosas que siguen? (Sí). ¿Por qué se dice que son perversas? (Porque van en contra de la verdad y de las cosas positivas, y no son conformes a lo que Dios pide). Esto es doctrina. Intentad analizar a estos famosos y estrellas de cine: su estilo de vida, su comportamiento, incluso su porte físico y los atuendos que tanto adoran todos. ¿Por qué llevan una vida así? ¿Y por qué inspiran a otros a seguirlos? Ponen mucho empeño en todo esto. Tienen maquilladores y estilistas personales para crear su imagen. ¿Cuál es su objetivo al crear esa imagen de sí mismos? Atraer a la gente, desorientarla, hacer que los sigan y beneficiarse de ello. Y así, ya sea su fama, su aspecto o su vida lo que admira la gente, estas son acciones realmente estúpidas y absurdas. Si una persona estuviera dotada de racionalidad, ¿cómo podría venerar a diablos? Los diablos son cosas que desorientan, engañan y dañan a la gente. Los diablos no creen en Dios y no aceptan la verdad en absoluto. Todos los diablos siguen a Satanás. ¿Cuáles son los objetivos de los que siguen y adoran a los diablos y a Satanás? Quieren emular a estos diablos, tomarlos como modelo, con la esperanza de que un día se convertirán en uno, tan hermoso y sexi como tales diablos y celebridades. Les gusta disfrutar de esta sensación. No importa a qué celebridad o individuo ilustre adore una persona, el objetivo final de estas estrellas es el mismo: desorientar a la gente, atraerla y hacer que les rindan culto y les sigan. ¿Acaso no es este un carácter perverso? Eso es lo que es, y no podría resultar más obvio.

Las actitudes perversas también se manifiestan de otra manera. Algunas personas ven que las reuniones en la casa de Dios siempre implican leer la palabra de Dios, compartir la verdad y discusiones sobre el autoconocimiento, el adecuado cumplimiento del deber, cómo actuar de acuerdo con los principios, cómo temer a Dios y evitar el mal, cómo entender y practicar la verdad y otros varios aspectos de la verdad. Tras llevar escuchando todos estos años, empiezan a hartarse cuanto más escuchan, y empiezan a quejarse, diciendo: “¿Acaso no es el propósito de la fe en Dios obtener bendiciones? ¿Por qué estamos siempre hablando de la verdad y hablando sobre la palabra de Dios? ¿Se acaba alguna vez? ¡Estoy harto!”. Sin embargo, no quieren regresar al mundo secular. Piensan para sí: “La fe en Dios es tan sosa, tan aburrida… ¿Cómo puedo hacerla más interesante? Tengo que encontrar algo interesante”, así que van por ahí preguntando: “¿Cuántos creyentes en Dios hay en la iglesia? ¿Cuántos líderes y obreros? ¿Cuántos han sido sustituidos? ¿Cuántos son jóvenes estudiantes universitarios y graduados? ¿Conoce alguien el número?”. Consideran estas cosas y estos datos como la verdad. ¿Qué carácter es este? Perversidad, llamada comúnmente “vileza”. Han oído muchas verdades, pero ninguna de ellas les ha inspirado suficiente atención o concentración. En cuanto alguien tiene algún cotilleo o una noticia interna, agudizan de inmediato el oído, temiendo perdérselo. Esto es vileza, ¿verdad? (Sí). ¿Qué caracteriza a la gente vil? No tienen el menor interés en la verdad. Solo les importan los asuntos externos, y buscan incansable y ávidamente chismes y cosas que no tienen nada que ver con su entrada en la vida ni con la verdad. Les parece que averiguar estas cosas, toda esta información, y guardársela toda en la cabeza significa que poseen la realidad-verdad, que están bien y son realmente un miembro de la casa de Dios, que seguro que Él los aprobará y podrán entrar en el reino de Dios. ¿Creéis que este es realmente el caso? (No). Vosotros podéis calarlo, pero muchos nuevos creyentes en Dios no pueden. Se han obsesionado con esta información, piensan que conocer estas cosas los hace un miembro de la casa de Dios, si bien, de hecho, esta es la gente a la que más aborrece Dios, son las personas más vanas, superficiales e ignorantes de todas. Dios se ha hecho carne en los últimos días para realizar la obra de juicio y purificar a las personas, logrando el efecto de proporcionarles la verdad como vida. Sin embargo, si las personas no se concentran en comer y beber de las palabras de Dios y siempre están intentando averiguar cotilleos y saber más sobre los asuntos internos de la iglesia, ¿están persiguiendo la verdad? ¿Son personas que hacen una obra adecuada? Para Mí, estas son personas perversas. No son incrédulos. A las personas así también se les puede llamar viles. Solo se concentran en los rumores. Esto satisface su curiosidad, pero Dios las aborrece. No son personas que crean de verdad en Dios, y ni mucho menos personas que persigan la verdad. Son, simplemente, los sirvientes de Satanás que vienen a perturbar la obra de la iglesia. Más que eso, las personas que siempre examinan e investigan a Dios son los sirvientes y esbirros del gran dragón rojo. Dios odia y siente asco hacia estas personas por encima de todo. Si crees en Dios, ¿por qué no confías en Él? Cuando examinas e investigas a Dios, ¿estás buscando la verdad? ¿Guarda alguna relación buscar la verdad con la familia en la que nació Cristo o el entorno en el que Él creció? La gente que siempre pone a Dios bajo el microscopio, ¿acaso no dan asco? Si tienes nociones constantemente sobre cosas que tienen que ver con la humanidad de Cristo, deberías pasar más tiempo persiguiendo el conocimiento de las palabras de Dios; solo cuando entiendas la verdad serás capaz de resolver el problema de las nociones. ¿Examinar el contexto familiar de Cristo o las circunstancias de Su nacimiento te permite conocer a Dios? ¿Permitirá esto que descubras la esencia divina de Cristo? Por supuesto que no. Las personas que realmente creen en Dios se entregan a Sus palabras y a la verdad, solo esto favorece conocer la esencia divina de Cristo. Sin embargo, ¿por qué aquellos que constantemente escrutan a Dios no paran de cometer vilezas? ¡Estas personas de pacotilla que carecen de entendimiento espiritual deberían darse prisa y salir de la casa de Dios! Se han expresado muchas verdades, se ha compartido mucho durante las reuniones y los sermones; ¿por qué sigues escrutando a Dios? ¿Qué significa que estés siempre escrutando a Dios? ¡Que eres extremadamente perverso! Es más, hay incluso gente que piensa que aprender toda esta información trivial les da capital, y van por ahí alardeando a los demás. ¿Y al final qué pasa? Son aborrecibles y repugnantes para Dios. ¿Son siquiera humanos? ¿Acaso no son demonios vivientes? ¿Cómo van a ser personas que creen en Dios? Dedican todos sus pensamientos al camino de la perversidad y la deshonestidad. Es como si pensaran que, cuantos más rumores sepan, más se reafirman como miembros de la casa de Dios y más entienden la verdad. La gente así es totalmente absurda. En la casa de Dios, no hay nadie más repugnante que ellos.

Algunas personas se centran constantemente en cosas irreales en su fe. Por ejemplo, siempre están examinando cómo es el reino, dónde está el tercer cielo, cómo es el inframundo y dónde está el infierno. Siempre están examinando misterios en lugar de centrarse en la entrada en la vida. Esto es vileza, es perversidad. No importa cuántos sermones y charlas oigan, hay quienes aún no comprenden cuál es la verdad ni son conscientes de cómo deben ponerla en práctica. Siempre que tienen tiempo, indagan en la palabra de Dios, escudriñando cada término, buscando algún tipo de sensación, y también están siempre escudriñando si las palabras de Dios se han cumplido. Si se han cumplido, creen que es obra de Dios, y, si no, niegan que eso sea la obra de Dios. ¿Acaso no son absurdos? ¿No es esto vileza? ¿Son las personas siempre capaces de ver cuándo se han cumplido las palabras de Dios? La gente no es necesariamente capaz de ver cuándo algunas de las palabras de Dios se han cumplido. Algunas de Sus palabras parecen no haberse cumplido a ojos de la gente, pero para Dios sí lo han hecho. La gente no tiene forma de ver estas cosas con claridad; con suerte pueden comprender siquiera un 20 por ciento. Algunas personas se pasan todo el tiempo estudiando la palabra de Dios, pero no prestan atención a practicar la verdad ni a entrar en la realidad. ¿No es esto desatender los propios deberes? Han escuchado muchas verdades, pero aun así no las entienden y están constantemente buscando pruebas de que las profecías se están cumpliendo, tratando esto como su vida y motivación. Por ejemplo, cuando algunas personas oran, dicen cosas como: “Dios, si deseas que haga esto, haz que me levante a las seis de la mañana; si no, déjame dormir hasta las siete”. A menudo actúan así, utilizan esto como un principio suyo, practicándolo como si fuera la verdad. Esto se llama vileza. En sus actos, siempre se basan en sentimientos, centrándose en lo sobrenatural, confiando en habladurías y otras cosas irreales; concentran constantemente su energía en cosas viles. Eso es perversidad. Da igual cómo compartas la verdad con ellas, piensan que la verdad es inútil, y no es tan precisa como confiar en los sentimientos o la validación mediante la comparación. Esto es vileza. No creen que Dios tenga la soberanía sobre la gente y disponga sus destinos, y, aunque dicen reconocer que las palabras de Dios son la verdad, en sus corazones siguen sin aceptarla, nunca ven las cosas a través de las palabras de Dios. Si alguien muy conocido dice algo, creen que es la verdad y lo aceptan. Si un adivino o un lector de caras les dice que las van a ascender a encargado al año siguiente, se lo creen. ¿No es eso vileza? Creen en la adivinación, la lectura de la fortuna y en cosas sobrenaturales, y solo en estas cosas viles. Es como dicen algunas personas: “Entiendo todas las verdades, pero es que no puedo ponerlas en práctica. No sé cuál es el problema”. Ahora tenemos la respuesta a la pregunta: son viles. No importa cómo les compartas la verdad a tales personas, no la van a entender ni verás en ellas ningún efecto. No solo sienten aversión por la verdad, sino que también están dotadas de un carácter perverso. ¿Cuál es la manifestación más importante de sentir aversión por la verdad? Que una persona entienda la verdad, pero no la ponga en práctica. No quiere oírla, se resiste a ella y está resentido por ella. Sabe que la verdad es correcta y buena, pero no la pone en práctica, no está dispuesta a seguir esta senda ni desea sufrir o pagar un precio, ni mucho menos tolerar ninguna pérdida. Las personas perversas no son así. Ellos piensan que las cosas perversas son la verdad, que ese es el camino correcto, persiguen tales cosas y tratan de emularlas, y concentran constantemente su energía en ellas. La casa de Dios comparte a menudo los principios de la oración: las personas pueden orar cuando y donde quieran, sin restricciones de tiempo, solo han de presentarse ante Dios, decir las palabras en su corazón y buscar la verdad. Estas palabras deben oírse a menudo y se han de entender fácilmente, pero ¿cómo ponen esto en práctica las personas perversas? Todas las mañanas, durante el coro del alba, miran invariablemente hacia el sur, se ponen de rodillas y apoyan ambas manos en el suelo, postrándose todo lo que pueden en oración ante Dios. Piensan que solo en esos momentos Dios podrá oír su oración, porque es cuando Dios no está ocupado, tiene tiempo, y por eso escucha. ¿No es ridículo? ¿No es perverso? Hay otros que dicen que el momento más eficaz para orar es a la una o a las dos de la noche, cuando todo está tranquilo. ¿Por qué lo dicen? También tienen sus razones. Dicen que a esa hora todo el mundo duerme; Dios solo tiene tiempo para ocuparse de sus asuntos cuando no está ocupado. ¿No es absurdo? ¿No es perverso? No importa cómo les compartas la verdad, se niegan a aceptarla. Son las personas más absurdas y son incapaces de comprender la verdad. Hay otros que dicen: “Cuando la gente cree en Dios, debe hacer cosas buenas y ser amable, y no debe matar ni comer carne. Comer carne es matar, pecar, y Dios no quiere gente que haga eso”. ¿Tienen alguna base estas palabras? ¿Ha dicho Dios alguna vez tal cosa? (No). Entonces, ¿quién dijo esto? Lo dijo un no creyente, un tipo absurdo. De hecho, las personas que dicen esto no necesariamente no comen carne, o puede ser que no la coman delante de otras personas, pero comen mucha en privado. Estas personas son muy buenas fingiendo, y difunden falacias dondequiera que van. Esto es perversidad. Estas personas son muy viles. Tratan estas herejías y falacias como mandamientos y preceptos, e incluso las practican y se aferran a ellas como si fueran la verdad o exigencias de Dios, enseñando enérgica y descaradamente a otros a hacer lo mismo. ¿Por qué digo que la manera de hacer las cosas de estas personas, su manera de formular las cosas y los medios con los que persiguen son perversos? (Porque no tienen ninguna conexión con la verdad). Entonces, ¿todo lo que no está conectado con la verdad es perverso? Este entendimiento es muy problemático. Hay cosas en la vida cotidiana de las personas que no están relacionadas con la verdad. ¿No es tergiversar los hechos decir que son perversas? Lo que no está condenado por Dios no puede considerarse perverso, únicamente lo que está condenado por Él puede calificarse como tal. Sería un gran error definir como perverso todo lo que no está relacionado con la verdad. Los detalles de las necesidades de la vida como comer, dormir, beber, descansar, por ejemplo, ¿están relacionados con la verdad? ¿Son cosas perversas? Todas estas son necesidades normales, son parte del régimen diario de las personas, no son perversas. Entonces, ¿por qué se califican como perversas las acciones que acabo de mencionar? Porque esas formas de hacer las cosas llevan a la gente por una senda errónea y ridícula: la llevan por la senda de la religión. Practicar de esta manera y enseñar a otros a actuar así conduce a la gente a la senda de la perversidad. Este es un resultado inevitable. Cuando las personas veneran las perversas tendencias mundanas y caminan por la senda de la perversidad, ¿cómo acaban? Se vuelven depravadas, pierden la razón, no tienen vergüenza y, en última instancia, se dejan llevar completamente por las tendencias del mundo y caminan hacia la destrucción, no son diferentes de los no creyentes. Algunas personas no solo consideran estas herejías y falacias como preceptos que hay que seguir o mandamientos que hay que obedecer, sino que se aferran a ellas como si fueran la verdad. Se trata de personas absurdas que carecen por completo de comprensión espiritual. En última instancia, solo pueden ser descartadas. ¿Podría el Espíritu Santo obrar en alguien cuya comprensión de la verdad está tan distorsionada? (No). El Espíritu Santo no obra en estas personas, en tal caso lo hacen los espíritus malignos, porque la senda que recorren es la senda de la perversidad, se están apresurando por la senda de los espíritus malignos, que es precisamente lo que estos necesitan. ¿Y cuál es el resultado? Estas personas son poseídas por espíritus malignos. Antes dije que “los diablos y Satanás, como leones rugientes, acechan fuera buscando personas para devorar”. Cuando las personas caminen por la senda torcida y perversa, los espíritus malignos se apoderarán de ellas sin remedio. Dios no tiene ninguna necesidad de entregarte a los espíritus malignos. Si no persigues la verdad, no estarás protegido y Dios no estará contigo. Dios no se preocupará por ti si no puede ganarte, y los espíritus malignos aprovecharán esta oportunidad para colarse y poseerte. Esta es la consecuencia, ¿no es así? Todos aquellos que sienten aversión por la verdad, que condenan constantemente la obra de la encarnación de Dios, que se dejan llevar por las tendencias mundanas, que malinterpretan descaradamente las palabras de Dios y la Biblia, que difunden herejías y falacias… todo lo que hacen nace de actitudes perversas. Algunas personas persiguen la espiritualidad y, debido a que su comprensión está distorsionada, inventan muchas falacias para desorientar a la gente y se convierten en utópicos y teóricos, lo que también es cometer vileza. Son personas perversas. Como los fariseos, todo lo que hacían era hipócrita, no practicaban la verdad y desorientaban a la gente para que los admiraran y adoraran. Cuando el Señor Jesús apareció para obrar, llegaron incluso a crucificarlo. Esto fue perverso y, al final, fueron maldecidos por Dios. Hoy en día, el mundo religioso no solo juzga y condena la aparición y la obra de Dios, sino que lo más aborrecible es que también se pone del lado del gran dragón rojo, uniéndose a fuerzas perversas para perseguir a los escogidos de Dios y erigiéndose al mismo tiempo como enemigo de Dios. Esto es perverso. La comunidad religiosa nunca ha odiado a las fuerzas perversas de Satanás, no odia la perversidad del país del gran dragón rojo, sino que ora por ellas y las bendice. Esto es perverso. Cualquier comportamiento que esté relacionado o coopere con Satanás y los espíritus malignos se puede llamar colectivamente perverso. Aquellas formas de practicar que son verdaderamente desviadas, malvadas, extremas y desmesuradas también son perversas. Algunas personas malinterpretan constantemente a Dios, y no pueden aclarar estos malentendidos por más que se les comparta la verdad. Siempre están predicando sus propios razonamientos, insistiendo en sus propias falacias. ¿Y no hay también en esto algo de perversidad? Algunas personas tienen nociones acerca de Dios; después de que se les ha compartido la verdad en múltiples ocasiones, aseguran que entienden y que se les han aclarado sus nociones, pero todavía se aferran a ellas, son siempre negativas y se aferran fuertemente a sus propias excusas. Esto es perverso, ¿verdad? Es también un tipo de perversidad. En resumen, aquel que ha hecho algo poco razonable y se niega a aceptarlo por más que se le comparta la verdad es vil, y es un tanto perverso. No es fácil que Dios salve a estas personas que tienen un carácter perverso, ya que son incapaces de aceptar la verdad y se niegan a desprenderse de sus falacias perversas; en realidad, no hay nada que se pueda hacer por ellas.

Acabamos de compartir un total de seis actitudes: intransigencia, arrogancia, engaño, sentir aversión por la verdad, crueldad y perversidad. ¿Os ha aportado un nuevo conocimiento y entendimiento de los cambios en el carácter analizar estas seis actitudes? ¿Qué son los cambios de carácter? ¿Implican deshacerse de cierto defecto, rectificar cierto comportamiento o cambiar cierto rasgo de la personalidad? Desde luego que no. Entonces, ¿tenéis algo más claro a qué se refiere exactamente el carácter? ¿Pueden estas seis actitudes describirse como actitudes corruptas del hombre, como la esencia-naturaleza del hombre? (Sí). ¿Son estas seis actitudes cosas positivas o negativas? (Cosas negativas). Son, simplemente, las actitudes corruptas del hombre, son las principales de estas actitudes. Absolutamente todas estas actitudes corruptas son hostiles a Dios y a la verdad, y ninguna de ellas es algo positivo. Por tanto, estas seis actitudes son seis aspectos que se denominan colectivamente como carácter corrupto. Las actitudes corruptas son la esencia-naturaleza del hombre. ¿Cómo se puede explicar la “esencia”? La esencia se refiere a la naturaleza del hombre. La naturaleza del hombre se refiere a las cosas de las que depende el hombre para su existencia, las cosas que rigen cómo vive. Las personas viven según su naturaleza. Da igual lo que vivas, cuáles sean tus metas y tu dirección, las reglas según las que vives, tu esencia-naturaleza no cambian; esto es indiscutible. Y entonces, cuando no posees la verdad y vives confiando en estas actitudes corruptas, todo lo que vives es contra Dios, contrario a la verdad y a las intenciones de Dios. Ahora debes entender esto: ¿puede la gente alcanzar la salvación si sus actitudes no cambian? (No). Eso sería imposible. Entonces, si las actitudes de las personas no cambian, ¿pueden ser compatibles con Dios? (No). Sería extremadamente complicado. En lo que respecta a estas seis actitudes, da igual a cuál nos refiramos o hasta qué punto se manifiesta o se revela en ti, si eres incapaz de liberarte de las limitaciones de estas actitudes corruptas, entonces, sean cuales sean los motivos u objetivos de tus actos, y estés actuando deliberadamente o no, la naturaleza de todo lo que haces estará inevitablemente en contra de Dios, y Él la condenará de un modo ineludible, lo cual es una consecuencia extremadamente grave. ¿Acaso ser condenado por Dios es lo que en el fondo desean todos los que creen en Él? (No). Y, ya que ese no es un desenlace que la gente desea, ¿qué es lo más importante que han de hacer? Conocer su propio carácter y esencia corruptos, comprender la verdad y luego aceptarla poco a poco, paso a paso, despojándose de estas actitudes corruptas en los entornos que Dios ha creado para ellos, y alcanzando la compatibilidad con Dios y la verdad. Esta es la senda para cambiar el carácter de uno.

Antes había quienes consideraban que cambiar sus actitudes era muy fácil y sencillo. Pensaban: “Mientras me obligue a no decir cosas en contra de Dios ni hacer nada que trastorne o perturbe la obra de la iglesia, y mientras tenga la perspectiva correcta, mi corazón esté bien, entienda un poco más de la verdad, me esfuerce más, sufra más y pague un precio más alto, entonces, después de unos años, sin duda podré lograr un cambio en mi carácter”. ¿Se sostienen estas palabras? (No). ¿Dónde reside su error? (No conocen su carácter corrupto). ¿Qué objetivo tiene conocer tu carácter corrupto? (Cambiar). ¿Y cuál es el resultado de este cambio? Obtener la verdad. Para medir si se ha producido un cambio en tu carácter es preciso ver si tus acciones son congruentes con la verdad o la vulneran, si nacen de la voluntad humana o de satisfacer las exigencias de Dios. Ver hasta qué punto tu carácter ha cambiado es comprobar si eres capaz de reflexionar sobre ti mismo y rebelarte contra tu carne, tus motivos, tus ambiciones y deseos, ver cuándo revelas un carácter corrupto y si puedes practicar de acuerdo con la verdad al hacerlo. El alcance de tu habilidad para practicar de acuerdo con la verdad y las palabras de Dios y si tu práctica es completamente conforme a los estándares de la verdad prueban cómo de grande ha sido el cambio en tu carácter. Esto es proporcional. Fijaos, por ejemplo, en el carácter intransigente: al principio, cuando no había habido ningún cambio en tu carácter no entendías la verdad ni eras consciente de que tenías un carácter intransigente y, cuando oíste la verdad, pensaste: “¿Cómo puede la verdad dejar siempre al descubierto las cicatrices de la gente?”. Después de oírla, sentiste que las palabras de Dios eran correctas, pero si al cabo de uno o dos años no te has tomado a pecho ninguna de ellas, si no has aceptado ninguna, entonces esto es intransigencia, ¿verdad? Si después de dos o tres años no ha habido aceptación, si no se ha producido ningún cambio en el estado dentro de ti y, aunque no te has quedado atrás en el cumplimiento de tu deber y has sufrido mucho, tu estado de intransigencia no se ha resuelto en absoluto o disminuido en lo más mínimo, entonces ¿ha habido algún cambio en este aspecto de tu carácter? (No). Entonces, ¿por qué vas de aquí para allá y trabajas? Sea cual sea la razón por la que lo haces, vas de aquí para allá a ciegas y trabajas también a ciegas, porque ya has hecho mucho ambas cosas y sin embargo no se ha producido el más mínimo cambio en tu carácter. Hasta que llega un día en que de repente piensas: “¿Cómo es que no soy capaz de decir ni una sola palabra de testimonio? Mi carácter-vida no ha cambiado en absoluto”. En ese momento sientes lo grave que es este problema, y piensas para tus adentros: “¡Soy realmente rebelde e intransigente! ¡No soy una persona que persiga la verdad! ¡No guardo ningún lugar para Dios en mi corazón! ¿Cómo puede llamarse a esto fe en Dios? ¡He creído en Dios durante varios años, pero aun así no vivo la imagen del hombre, ni mi corazón está cerca de Dios! Tampoco me he tomado a pecho las palabras de Dios ni tengo ninguna sensación de reproche o inclinación a arrepentirme cuando hago algo mal, ¿no es esto intransigencia? ¿Acaso no soy un hijo de la rebelión?”. Te sientes atribulado. ¿Y qué significa que te sientas así? Significa que deseas arrepentirte. Eres consciente de tu propia intransigencia y rebeldía. Y, en este momento, tu carácter comienza a cambiar. Sin darte cuenta, hay ciertos pensamientos y deseos dentro de tu conciencia que quieres cambiar, y ya no te encuentras en un punto muerto con Dios. Te encuentras deseando mejorar tu relación con Él, dejar de ser tan intransigente, ser capaz de poner en práctica las palabras de Dios en tu vida cotidiana, practicarlas como los principios-verdad; esa es la conciencia que tienes. Es bueno que seas consciente de estas cosas, pero ¿significa esto que podrás cambiar de inmediato? (No). Debes pasar por años de experiencia, durante los cuales tendrás una conciencia cada vez más clara en tu corazón, tendrás una poderosa necesidad y pensarás en tu corazón: “Esto no está bien; debo dejar de perder el tiempo. Debo perseguir la verdad, he de hacer algo adecuado. En el pasado he descuidado mis deberes pertinentes, solo pensaba en cosas materiales como la comida y la ropa, y solo perseguía fama y ganancia. En consecuencia, no he obtenido ninguna verdad. ¡Lo lamento y debo arrepentirme!”. En este punto, te embarcas en la senda correcta de la fe en Dios. Siempre que las personas empiecen a centrarse en la práctica de la verdad, ¿no les lleva esto un paso más cerca de cambiar su carácter? No importa cuánto tiempo hayas creído en Dios; si puedes sentir tu propia turbiedad —que siempre has ido a la deriva y que después de varios años así no has ganado nada y todavía te sientes vacío— y si esto te hace sentir incómodo y empiezas a reflexionar sobre ti mismo y te parece que no perseguir la verdad es perder el tiempo, entonces en ese momento te darás cuenta de que las palabras de exhortación de Dios son Su amor por el hombre, y te odiarás a ti mismo por no escuchar las palabras de Dios y por estar tan falto de conciencia y de razón. Sentirás remordimiento, y entonces querrás reconducirte y vivir de verdad ante Dios, y te dirás: “No puedo hacer más daño a Dios. Él ha hablado mucho, y cada palabra ha sido para beneficio del hombre, y para indicarle el camino correcto. ¡Qué hermoso es Dios y qué digno es del amor del hombre!”. Este es el comienzo de la transformación de las personas. ¡Es muy bueno tener esta apreciación! Si estás tan adormecido que ni siquiera sabes estas cosas, entonces tienes problemas, ¿no es cierto? Hoy en día la gente se da cuenta de que la clave de la fe en Dios es leer más las palabras de Dios, que comprender la verdad es lo más importante de todo, que esto último y conocerse a uno mismo es fundamental, y que solo siendo capaz de practicar la verdad y hacer de la verdad su realidad se entra en el camino correcto de la fe en Dios. Entonces, ¿cuántos años de experiencia creéis que hay que tener para llegar a este conocimiento y este sentimiento en el corazón? La gente que es sagaz, que es perspicaz, que tiene un fuerte deseo de Dios, puede ser capaz de cambiar en uno o dos años y comenzar su entrada. Pero las personas atolondradas, las que están adormecidas y atontadas, que carecen de perspicacia, pasarán tres o cinco años aturdidas, sin darse cuenta de que no han ganado nada. Si cumplen con sus deberes con entusiasmo, pueden pasar más de diez años aturdidas y seguir sin obtener ganancias evidentes ni poder hablar de sus testimonios vivenciales. Hasta que no son expulsados o descartados, no se despiertan y piensan: “Desde luego, no tengo ninguna realidad-verdad. ¡Desde luego, no he sido una persona que persiga la verdad!”. ¿No es un poco tarde para despertar a estas alturas? Algunas personas van a la deriva, aturdidas, esperando siempre al día en que llegue el día de Dios, pero sin perseguir la verdad en absoluto. En consecuencia, pasan más de diez años sin que consigan nada ni puedan compartir ningún testimonio. Solo cuando se las poda con dureza y se les advierte, sienten por fin que las palabras de Dios les penetran en el corazón. ¡Qué intransigentes son sus corazones! ¿Cómo es posible que les parezca bien no ser podados y castigados? ¿Cómo es posible que les parezca bien no ser duramente disciplinados? ¿Qué hay que hacer para que sean conscientes, para que reaccionen? Los que no persiguen la verdad no derramarán una lágrima hasta que vean el ataúd. Solo cuando han hecho una gran cantidad de cosas demoníacas y malvadas se dan cuenta y se dicen a sí mismos: “¿Se acabó mi fe en Dios? ¿Ya no me quiere Dios? ¿He sido condenado?”. Empiezan a reflexionar. Cuando son negativos, consideran que todos estos años de creer en Dios han sido una pérdida de tiempo, se llenan de resentimiento y tienden a darse por vencidos como si no tuvieran remedio. Pero, cuando recobran el sentido común, concluyen: “¿Acaso no me estoy haciendo daño a mí mismo? Debo recuperarme. Me han dicho que no amo la verdad. ¿Por qué me han dicho eso? ¿Cómo es que no amo la verdad? ¡Oh, no! ¡No solo no amo la verdad, sino que ni siquiera puedo poner en práctica las verdades que entiendo! ¡Esto es una manifestación de sentir aversión por la verdad!”. Al pensar esto, sienten cierto remordimiento y también cierto miedo: “Si sigo así, seguramente seré castigado. No, debo arrepentirme enseguida; no se puede ofender el carácter de Dios”. ¿Se ha reducido en este momento su nivel de intransigencia? Es como si una aguja les hubiera atravesado el corazón; sienten algo. Y, cuando albergas este sentimiento, tu corazón se agita y empiezas a interesarte por la verdad. ¿Por qué tienes este interés? Porque necesitas la verdad. Sin la verdad, cuando te podan no puedes someterte a ella ni aceptarla, ni puedes mantenerte firme cuando te ponen a prueba. Si te convirtieras en un líder, ¿serías capaz de evitar ser un falso líder y de caminar por la senda de un anticristo? No. ¿Puedes superar tener estatus y ser alabado por otros? ¿Puedes superar las situaciones o tentaciones que se te presenten? Te conoces y te comprendes demasiado bien, y dirás: “Si no comprendo la verdad, no puedo superar todo esto; soy basura, no soy capaz de nada”. ¿Qué clase de mentalidad es esa? La necesidad de la verdad. Cuando estés necesitado, cuando estés más desamparado, solo querrás depender de la verdad. Sentirás que no puedes depender de nadie más, y que solo depender de la verdad puede resolver tus problemas, además de permitirte superar las podas, las pruebas y las tentaciones, y ayudarte a superar cualquier situación. Y, cuanto más dependas de la verdad, más sentirás que la verdad es buena, útil y de gran ayuda para ti, y que puede resolver todas tus dificultades. En esos momentos, empezarás a anhelar la verdad. Cuando las personas llegan a este punto, ¿comienza a disminuir o a cambiar poco a poco su carácter corrupto? A partir del momento en que empiezan a comprender y aceptar la verdad, la forma en que la gente ve las cosas empieza a cambiar, tras lo cual su carácter también empieza a hacerlo. Se trata de un proceso lento. En las primeras etapas, las personas no son capaces de percibir estos diminutos cambios; pero, cuando realmente comprenden y son capaces de practicar la verdad, comienzan a producirse cambios esenciales y son capaces de sentir tales cambios. Desde el momento en que las personas comienzan a tener anhelo de la verdad y hambre por ganarla y desean buscarla, hasta el momento en que algo les sucede y, basándose en su comprensión de la verdad, son capaces de ponerla en práctica y satisfacer las intenciones de Dios y no actuar según su propia voluntad, y son capaces de superar sus motivos y su propio corazón arrogante, rebelde, intransigente y traicionero, entonces, poco a poco, ¿no se convierte la verdad en su vida? Y cuando la verdad se convierte en tu vida, las actitudes arrogantes, rebeldes, intransigentes y traicioneras dentro de ti dejan de ser tu vida y ya no pueden controlarte más. ¿Y qué guía tu comportamiento en este momento? Las palabras de Dios. Cuando las palabras de Dios se han convertido en tu vida, ¿se ha producido un cambio? (Sí). Y, después, cuanto más cambias, mejor van las cosas. Este es el proceso por el cual cambian las actitudes de las personas, y lograr este efecto lleva bastante tiempo.

Cuánto tardan los cambios de carácter depende de cada persona; no hay un tiempo fijado para ello. Si se trata de alguien que ama y persigue la verdad, entonces los cambios en su carácter se verán en siete, ocho o diez años. Si se trata de una persona de calibre medio, y asimismo dispuesta a perseguir la verdad, pueden pasar unos quince o veinte años antes de que se observen cambios en su carácter. La clave está en la determinación de la persona para perseguir la verdad y en su perspicacia, esos son los factores determinantes. Todos los tipos de carácter corrupto existen en mayor o menor grado en cada persona, son propios de la naturaleza humana y están profundamente arraigados. Sin embargo, al perseguir y practicar la verdad, y al aceptar el juicio, el castigo, la poda, las pruebas y el refinamiento de Dios, se pueden lograr distintos niveles de cambio en cualquier carácter. Algunos dicen: “Si es así, ¿acaso los cambios de carácter no son solo cuestión de tiempo? Cuando llegue el momento, sabré lo que son los cambios de carácter y seré capaz de la entrada”. ¿Es así? (No). En absoluto. Si el tiempo es todo lo que se necesita para lograr cambios en el carácter, entonces todas esas personas que llevan toda la vida creyendo en Dios deberían haber logrado cambios en su carácter de manera natural. No obstante, ¿es así en realidad? ¿Han obtenido estas personas la verdad? ¿Han logrado cambiar su carácter? No lo han hecho. Las personas que creen en Dios son tan numerosas como los pelos de un buey, pero las que han cambiado su carácter son tan raras como los unicornios. Para que las actitudes de las personas cambien realmente, deben confiar en perseguir la verdad para conseguirlo; se hacen perfectos confiando en la obra del Espíritu Santo. Los cambios de carácter se consiguen persiguiendo la verdad. Por un lado, las personas deben pagar un precio, deben hacerlo cuando se trata de perseguir la verdad, y ninguna dificultad es demasiado poca para obtenerla. Además, Dios debe validarlas como la clase adecuada de persona, de buen corazón y que ame a Dios de verdad, para que el Espíritu Santo pueda obrar y hacerlas perfectas. La cooperación de las personas es indispensable, pero obtener la obra del Espíritu Santo es aún más fundamental. Si las personas no persiguen ni aman la verdad, si nunca saben mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y mucho menos amar a Dios, si no tienen sentido de la carga hacia la obra de la iglesia ni amor hacia los demás y, en particular, si no tienen lealtad al cumplir su deber, entonces Dios no las ama y Dios nunca podrá hacerlas perfectas. Por eso, las personas no deben hacer afirmaciones a ciegas, sino comprender las intenciones de Dios. Independientemente de lo que Dios diga o haga, han de ser capaces de someterse, y para proteger la obra de la iglesia sus corazones deben ser rectos; solo entonces podrá obrar el Espíritu Santo. Si las personas desean perseguir que Dios las perfeccione, entonces deben tener un corazón que ame a Dios, que se someta a Dios y que le tema, y deben ser leales a Dios y proporcionarle satisfacción al cumplir su deber. Solo entonces podrán obtener la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas tienen la obra del Espíritu Santo, son esclarecidas cuando leen las palabras de Dios, tienen una senda para practicar la verdad y principios en el cumplimiento de su deber, Dios las guía cuando se hallan en problemas y sus corazones están gozosos y en paz por mucho que sufran. Al someterse a la guía del Espíritu Santo de esta manera durante diez o veinte años, cambiarán sin ni siquiera darse cuenta. Cuanto antes cambien, antes tendrán paz; cuanto antes cambien, antes podrán ser felices. Solo cuando cambian las actitudes de las personas, pueden estas encontrar verdadera paz y gozo, solo entonces pueden llevar una vida realmente feliz. Quienes no persiguen la verdad no tienen paz ni gozo espirituales, sus días se vuelven cada vez más vacíos y difíciles de soportar. Respecto a los que creen en Dios sin perseguir la verdad, sus días están llenos de dolor y sufrimiento. Y, por eso, cuando la gente cree en Dios, nada es más importante que obtener la verdad. Obtener la verdad es obtener la vida y, cuanto antes se obtenga la verdad, mejor. Sin la verdad, la vida de las personas está vacía. Obtener la verdad es encontrar paz y gozo, ser capaz de vivir ante Dios, ser esclarecido, guiado y conducido por la obra del Espíritu Santo, habrá cada vez más luz en su corazón y su fe en Dios crecerá cada vez más. Así que ¿os queda ahora más clara la verdad relativa a los cambios de carácter? (Sí, ahora lo entendemos). Si realmente lo tenéis claro, entonces tenéis una senda y sabéis cómo ser eficaces al perseguir la verdad.

28 de abril de 2017

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