La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber (Parte 1)

Hay muchas personas que sienten que son deficientes tras cumplir con su deber y que no poseen la realidad verdad, por lo cual siempre se exigen escuchar más sermones y quieren que los líderes y obreros celebren más reuniones, como si eso fuera lo único que pudiera otorgarles la entrada y la madurez en la vida. Si pasan un tiempo sin asistir a una reunión o a un sermón, sienten que su corazón está vacío y desolado, como si no tuvieran nada. En su interior, es como si solo las reuniones y los sermones diarios pudieran otorgarles entrada en la vida o permitirles desarrollar la madurez espiritual. En realidad, esta forma de pensar es totalmente incorrecta. Quienes creen en Dios y lo siguen deben cumplir con el deber; solo así pueden adquirir experiencia vital. Si dices que crees en Dios sinceramente, pero no quieres cumplir con tu deber, ¿dónde está la sinceridad en tu fe en Dios? Aquellos que cumplen sinceramente con su deber son quienes tienen fe. Los que tienen fe son los únicos que se atreven a dedicar su vida a Dios y están dispuestos a descartarlo todo por esforzarse para Él. Este tipo de personas experimentan la obra del Espíritu Santo mientras cumplen con el deber; el Espíritu Santo las esclarece, las guía y las disciplina. Todo eso produce experiencia vivencial. Así pues, la entrada en la vida comienza por cumplir formalmente con el propio deber.

Si la gente es apática en el cumplimiento de su deber, o si siempre está confundida, ¿de qué clase de actitud creéis que se trata? ¿No es solo actuar por inercia? ¿Es esa la actitud que vosotros tenéis hacia vuestro deber? ¿Se trata de un problema de aptitud o de carácter? Todos vosotros deberíais tenerlo claro. ¿Por qué la gente es descuidada cuando cumple con el deber? ¿Por qué no es leal cuando hace cosas para Dios? ¿Posee siquiera razón o conciencia? Si de veras posees conciencia y razón, cuando hagas cosas, pondrás un poco más de corazón en ellas, así como un poco más de amabilidad, responsabilidad y consideración, y podrás poner más esfuerzo. Cuando puedas poner más esfuerzo, mejorarán los resultados de los deberes que lleves a cabo. Tus resultados serán mejores y esto satisfará tanto a otras personas como a Dios. ¡Debes poner el corazón en ello! No puedes estar distraído, como si estuvieras trabajando en el mundo secular y solo ganaras dinero en función del tiempo dedicado. Si tienes esa clase de actitud, estás en problemas. No es posible que cumplas bien con el deber. ¿Qué tipo de humanidad es esa? ¿La gente sin conciencia tiene humanidad? No. Si dices que tienes humanidad y quieres poner en práctica la verdad y cumplir bien con el deber, deberías dedicar más esfuerzo a él y volcar más el corazón en ello. Afirmas tener conciencia, pero jamás vuelcas tu corazón en el deber. ¿Está teniendo efecto tu conciencia? Debes tener buen corazón. Deberíais pensar sobre estas cosas a menudo; debéis entenderlas todas. Hacer las cosas por inercia al llevar a cabo tu deber es un tabú importante. Si siempre haces las cosas por inercia al cumplir con el deber, no hay forma de que lo hagas con un nivel aceptable. Si quieres cumplir fielmente con tu deber, primero debes corregir tu problema de actuar por inercia. Deberías tomar medidas para subsanar la situación en cuanto la notes. Si estás confundido, nunca eres capaz de notar los problemas, siempre actúas por inercia y haces las cosas de manera superficial, entonces, no tendrás forma de cumplir bien con el deber. Por tanto, siempre debes volcar el corazón en él. ¡Ha sido muy difícil que la gente se topara con esta oportunidad! Cuando Dios les da una oportunidad ellos no la aprovechan, y entonces esa oportunidad se pierde. Incluso si desean buscarla más tarde, puede que no vuelva a presentarse. La obra de Dios no espera a nadie, como tampoco esperan las oportunidades para cumplir con el propio deber. Hay gente que dice: “Antes no cumplía bien mi deber, pero ahora sigo queriendo cumplirlo. Solo debo volver a intentarlo”. Es maravilloso tener esta clase de determinación, pero debes tener claro cómo cumplir bien con tu deber, y debes esforzarte por alcanzar la verdad. Solo quienes comprenden la verdad pueden cumplir bien con el deber. Aquellos que no comprenden la verdad no están cualificados siquiera para prestar servicio. Cuanto más clara tengas la verdad, más eficaz te volverás en el deber. Si puedes ver este asunto tal como es, entonces, te esforzarás por alcanzar la verdad, y tienes esperanzas de cumplir bien con el deber. En la actualidad no hay muchas oportunidades para cumplir con un deber, así que debes aprovecharlas cuando puedas. Es precisamente cuando te enfrentas a un deber que debes esforzarte, entonces es cuando debes ofrecerte, gastarte por Dios, y cuando se te requiere que pagues el precio. No te guardes nada, no albergues ningún plan, no dejes ningún margen de maniobra, no te concedas una salida. Si dejas margen, eres calculador o astuto y traicionero, acabarás por hacer un trabajo deficiente. Supón que dices: “Nadie me ha visto actuar con astucia. ¡Qué bien!”. ¿Qué manera de pensar es esta? ¿Crees haber engañado a la gente y también a Dios? En realidad, no obstante, ¿sabe Dios lo que has hecho o no? Él lo sabe. De hecho, cualquiera que se relacione contigo durante un tiempo conocerá tu corrupción y vileza, y aunque no lo diga abiertamente, guardará sus valoraciones sobre ti en su corazón. Muchos han sido los expuestos y descartados porque tantos otros llegaron a comprenderlos. En cuanto otros vieron su esencia, pusieron al descubierto a esas personas por lo que eran y las expulsaron. Por lo tanto, busquen o no la verdad, las personas deben cumplir bien con su deber, lo mejor que puedan; deben emplear su conciencia para hacer cosas prácticas. Puede que tengas defectos, pero si puedes ser efectivo al cumplir con tu deber, no llegarás al punto de ser descartado. Si siempre piensas que estás bien, que con seguridad no serás descartado, si sigues sin reflexionar ni tratar de conocerte a ti mismo, e ignoras tus tareas pertinentes, si siempre eres descuidado y superficial, entonces, cuando el pueblo escogido de Dios se quede sin tolerancia hacia ti, te expondrá por lo que eres, y es muy probable que seas descartado. La razón es que todos te han calado y has perdido tu dignidad e integridad. Si nadie confía en ti, ¿acaso podría hacerlo Dios? Él se fija en lo más profundo del corazón del hombre: no puede confiar en absoluto en una persona así. Si alguien es una persona indigna de confianza, en ninguna circunstancia le confíes una tarea. Si no sabes cómo es una persona, o si solo has escuchado que otra gente dice que esa persona está bien en lo que hace, pero por dentro tú no estás cien por ciento seguro, entonces, lo único que puedes hacer es asignarle en primer lugar una tarea menor, nada importante. Si realiza algunas tareas menores bien, entonces puedes asignarle una tarea normal. Y solo si tiene éxito con esa tarea debes asignarle otra importante. Si lo hace mal con la tarea normal, no es una persona digna de confianza. Ya sea la tarea grande o pequeña, no se le puede confiar. Si notas que alguien es amable y responsable, jamás ha actuado por inercia, trata las tareas que los demás le han confiado como propias, tiene consideración por cada aspecto de la tarea, piensa en tus necesidades, tiene en cuenta todos los aspectos, es muy meticuloso y aborda las cosas de la manera correcta, con lo cual hace que estés especialmente satisfecho con su trabajo, entonces, ese es el tipo de persona que es digna de confianza. La gente digna de confianza es la que tiene humanidad, y la gente que tiene humanidad posee conciencia y razón, y debería resultarle muy fácil cumplir bien con su deber, pues lo trata como su obligación. Las personas sin conciencia o razón de seguro cumplirán con su deber de manera pobre y no tienen sentido de la responsabilidad hacia el deber, sea cual sea. Otros tienen siempre que preocuparse de ellas, supervisarlas y preguntarles acerca de su progreso; si no, las cosas pueden desviarse mientras cumplen con su deber, y pueden acabar mal cuando desempeñan una tarea, lo que sería un problema mayor de lo que amerita. En resumen, las personas siempre necesitan hacer introspección cuando cumplen con sus deberes: “¿He llevado a cabo este deber adecuadamente? ¿He puesto en ello mi corazón? ¿O solo he salido del paso?”. Si eres siempre descuidado y superficial, estás en peligro. Cuanto menos, significa que no tienes credibilidad y que la gente no puede confiar en ti. Lo que es más grave, cuando actúas por inercia al desempeñar tu deber, y si siempre engañas a Dios, entonces, ¡estás en grave peligro! ¿Cuáles son las consecuencias de ser astuto a sabiendas? Todo el mundo puede ver que estás trasgrediendo a sabiendas, que vives solo acorde a tu propio carácter corrupto, que eres ante todo descuidado y superficial, que no practicas la verdad en absoluto, ¡lo que implica que careces de humanidad! Si esto se manifiesta en todo tu ser, si evitas los errores más graves pero no paras de cometer otros más pequeños, y no te arrepientes en ningún momento, entonces eres uno de los malvados, un incrédulo, y deberías ser apartado. Tales consecuencias son atroces, quedas totalmente expuesto y descartado como un incrédulo y una persona malvada.

Cualquier deber que cumplas implica entrar en la vida. Ya sea que tu deber sea bastante habitual o impredecible, aburrido o animado, siempre debes lograr la entrada en la vida. Los deberes de algunas personas son bastante monótonos; hacen lo mismo todos los días. Sin embargo, al llevarlos a cabo, los estados que revelan estas personas no son tan homogéneos. En ocasiones, cuando están de buen humor, son un poco más diligentes y trabajan mejor. Otras veces, por alguna influencia desconocida, su corrupto carácter satánico les provoca una malicia que les acarrea opiniones incorrectas, un mal estado y mal humor, lo que hace que cumplan con el deber de manera superficial. El estado interno de las personas cambia constantemente; puede hacerlo en cualquier lugar y momento. Independientemente de cómo cambie tu estado, siempre es un error actuar en función del estado de ánimo. Imagina que lo haces un poco mejor cuando estás de buen humor, y un poco peor cuando estás de mal humor; ¿es esta una manera de hacer las cosas con principios? ¿Te permitirá esto cumplir con el deber de manera aceptable? Sea cual sea su estado de ánimo, la gente debe saber orar a Dios y buscar la verdad; solo de esta manera podrá evitar el control y los vaivenes a que la somete su estado de ánimo. Al cumplir con el deber, debes analizarte siempre para ver si haces las cosas según los principios, si das la talla en su cumplimiento, si simplemente lo haces de manera superficial, si has tratado de eludir tus responsabilidades y si tienes algún problema en cuanto a tu actitud y forma de pensar. Una vez que hayas hecho introspección y te hayan quedado claras estas cosas, te será más fácil cumplir con el deber. Con independencia de lo que te encuentres al cumplir con el deber —negatividad y debilidad, o mal humor tras haber sido tratado—, debes tratarlo de forma adecuada, buscar la verdad y entender la voluntad de Dios. Al hacer estas cosas tendrás una senda de práctica. Si deseas cumplir bien con el deber, no debe afectarte tu estado de ánimo. Por más negativo o débil que estés, debes practicar la verdad en todo lo que hagas, con absoluto rigor y ateniéndote a los principios. Si lo haces, no solo otras personas te darán su aprobación, sino que también agradarás a Dios. Así serás una persona responsable que asume una carga; una persona buena de verdad, que realmente da la talla en el cumplimiento del deber y vive íntegramente a semejanza de una persona auténtica. Esas personas se purifican y logran la verdadera transformación cuando cumplen con el deber y se puede decir que son honestas a los ojos de Dios. Solamente los honestos son capaces de perseverar en la práctica de la verdad, de actuar con principios y dar la talla en el cumplimiento del deber. Los que actúan con principios cumplen meticulosamente con el deber cuando están de buen humor; no se limitan a trabajar de manera superficial ni se lucen con tanta arrogancia para que los tengan en gran estima. Cuando están de mal humor, pueden realizar sus tareas cotidianas con la misma seriedad y responsabilidad y, aunque se encuentren con algo perjudicial para el cumplimiento de su deber, que los atosigue un poco o los perturbe mientras lo ejecutan, siguen siendo capaces de sosegar el corazón ante Dios para orar, diciendo: “Por muy grande que sea el problema al que me enfrente, aunque se hunda el cielo, mientras esté vivo, estoy decidido a hacer todo lo posible por cumplir mi deber. Cada día que vivo es un día en que debo cumplir bien con el deber para ser digno de esta obligación que Dios me ha otorgado, así como de este aliento que ha soplado en mi cuerpo. Por muchas dificultades que tenga, lo dejaré todo de lado, ¡pues el cumplimiento del deber es de suma importancia!”. Aquellos a quienes no afecta ninguna persona, incidencia, cosa ni circunstancia, a quienes no limita ningún estado de ánimo ni situación externa y que priorizan los deberes y las comisiones que Dios les ha encomendado son las personas leales a Dios, que se someten sinceramente a Él. Esta clase de personas han logrado entrar en la vida y en la realidad verdad. Esta es una de las manifestaciones más auténticas y prácticas de vivir la verdad. ¿Vivir así tranquilizaría a una persona? ¿Tendrías que preocuparte por cómo te ve Dios? ¿Cómo diríais que tendríais que actuar a fin de sentiros tranquilos? (No dejarse limitar por ninguna persona, incidencia o cosa y priorizar el propio deber. Esta es la única manera de evitar decepcionar a Dios). Correcto, ese es el secreto para estar tranquilo. ¿Habéis dominado este secreto todos? Si alguien tiene una mala actitud cuando habla contigo, e intenta dejarte de lado o buscarte defectos adrede, te sentirás triste, como si te hubieran clavado un puñal. No querrás comer y se te alterará el sueño. En cualquier caso, estarás de mal humor, y te dolerá el corazón. En ese punto, ¿qué harás? Tal vez digas: “Hoy estoy de mal humor, así que pospondré mi deber un par de días”, o “Cumpliré con mi deber, pero no tiene nada malo que lo haga con desgano y por inercia. A todo el mundo a veces las cosas no le salen como quiere, así que si yo estoy de mal humor, Dios no me va a pedir mucho, ¿verdad? Pospondré el deber por un rato hoy. No pasa nada, lo haré bien mañana. Dios lleva seis mil años realizando Su obra, ¿de verdad le importará que yo lo demore un día?”. ¿Qué clase de persona permite que las nimiedades afecten su humor, y luego necesariamente deja que afecten su deber? ¿Acaso no es un temperamento infantil y poco prometedor? Cuando algo les sucede, se enfadan, son completamente irrazonables, no cumplen con su deber, carecen de determinación y se olvidan de sus votos. ¿Qué tipo de problema es este? ¿No es un problema de terquedad? Tal vez haya gente que habitualmente no se comporte así, pero cuando están de mal humor renuncian a sus responsabilidades. Este tipo de cosas suceden con demasiada frecuencia. Hay gente que, cuando está de mal humor, recibe algo de influencia externa, así que no tiene energía al cumplir su deber y no puede volver a enfocarse. ¿Qué se debe hacer cuando esto sucede? ¿No es necesario resolver estos problemas? Algunos dicen: “No se pueden resolver. En poco tiempo, sigo sin querer hacerlo, y solo seguiré la corriente. En cualquier caso, estoy de mal humor y no quiero que nadie me hable. Dejadme estar triste un rato”. Si bien siguen aquí cumpliendo su deber, están presentes física pero no mentalmente. Es incierto hacia dónde se ha ido su corazón. No son responsables en el deber, no se esfuerzan y son débiles. Sin embargo, cuando mejora su humor, vuelven a ganar entusiasmo; son capaces de soportar la adversidad y de agotarse nuevamente, y no se molestan por lo que comen. ¿No es todo eso un poco anormal? ¿Por qué la gente se ve influenciada por tantos sentimientos y circunstancias diferentes? ¿Habéis buscado la razón alguna vez? ¿Estas cosas no os atribulan con frecuencia? ¿No os atascáis en estos estados a menudo? ¿No es este el problema que todos vosotros afrontáis? (Sí). Si estos problemas no se resuelven, las personas jamás madurarán; siempre serán niños. Por ejemplo, si alguien dice algo sin pensar en tus sentimientos, algo que está parcialmente dirigido a ti, o si habla de ti indirectamente, te sentirás un poco incómodo. Si hablas con alguien y esa persona no te presta atención, o si no tiene una expresión agradable, estarás incómodo. Si un día sucede que tu deber no marcha como lo deseas, estarás incómodo. Si tienes una pesadilla que parece un mal presagio, estarás incómodo. Si recibes malas noticias sobre tu familia, estarás incómodo, de mal humor, y no podrás hacer que mejore tu energía. Si ves que otra persona cumple bien con su deber, y recibe elogios y se la asciende a líder, eso también te hará sentir incómodo y afectará tu estado de ánimo… Todas estas cosas que son capaces de afectarte, grandes o pequeñas, pueden atraparte en la negatividad, deprimirte y afectar tu capacidad de cumplir con el deber. ¿Qué problema tienen los que se comportan de este modo? (Su carácter es inestable). Un carácter inestable es un aspecto de ello. Su humanidad es inmadura e infantil, y carecen de perspicacia. En lo que respecta a su entrada en la vida, siempre padecen las limitaciones de toda clase de personas, acontecimientos y cosas, así que no les resulta fácil practicar la verdad. Si no pueden poner en práctica la verdad, no pueden entrar en la realidad verdad, y si no pueden entrar en la realidad verdad, no tendrán entrada en la vida. ¿Acaso no funciona así? ¿Qué ocasiona que se vean limitados por personas, acontecimientos y cosas? Se debe a que no comprenden la verdad, porque no saben distinguir entre lo que es cierto y lo que es falso, y porque no pueden distinguir quién tiene razón y quién no. Esto hace que no sepan practicar, sin espacio para avanzar o retroceder. Esa es la consecuencia. La mayoría de los nuevos creyentes se encuentran en este estado. Cuando entiendan la verdad, puedan ver las cosas claramente y distinguir entre las personas, este problema se resolverá solo naturalmente. Sin embargo, quienes no aman la verdad no la buscan cuando les suceden cosas. Este tipo de persona será por siempre incapaz de deshacerse de las limitaciones de toda clase de personas, acontecimientos y cosas. ¿Qué clases de estados manifiestan los que a menudo padecen las limitaciones de personas, acontecimientos y cosas? Se vuelven negativos fácilmente, y cuando sufren reveses o se encuentran con dificultades, tropiezan. Estas cosas afectan su estado de ánimo y su capacidad de cumplir con el deber. Aquellos que no comprenden la verdad se ven fácilmente limitados por toda clase de personas, acontecimientos y cosas. Su entrada en la vida es muy lenta y, sin importar durante cuántos años hayan creído, no tienen un progreso visible. No han cambiado en absoluto, y son más o menos iguales a los incrédulos. Todo esto es el resultado de no buscar la verdad. Esa es la razón. En una palabra, no importa cuántos años hayas creído en Dios, no importan tu aptitud ni tu edad, mientras que no ames la verdad ni la busques en todas las cosas, te verás fácilmente limitado por toda clase de personas, acontecimientos y cosas. No sabrás actuar adecuadamente, y tampoco sabrás practicar la verdad o atenerte a los principios. Incluso si actúas de acuerdo con las nociones de los hombres y no haces cosas malas, aún seguirás sin saber si guardas conformidad con la voluntad de Dios. Más allá de cuántos años haya creído esta clase de persona, no será capaz de hablar sobre sus testimonios vivenciales, porque no entiende cómo experimentar la obra de Dios ni comprende la verdad en lo más mínimo. La gente que no busca la verdad es así; sin importar cuánto tiempo hayan creído en Dios, no tienen ningún testimonio del cual hablar. Su estatura es demasiado pequeña y carecen de la realidad verdad.

En este momento, las personas cumplen activamente con su deber. También tienen la determinación de hacerlo, de gastarse para Dios, de hacer sacrificios para Él y de entregarse a Él. Incluso existen personas que muchas veces han jurado que entregarían su vida entera a Dios y que se gastarían para Él. Poseen todas estas cosas, pero no tienen entrada en la vida. Si alguien no tiene entrada en la vida, ante toda clase de personas, acontecimientos y cosas complicados le resultará bastante difícil mantener la situación bajo control o abordar el problema. No puede encontrar el rumbo ni una senda, y a menudo siente que no puede deshacerse de su estado negativo. Está enredado, limitado, controlado y atado por toda clase de personas, acontecimientos y cosas, no sabe cuál es la forma más correcta de practicar. Ahora, os voy a contar un principio de práctica: sin importa qué te suceda, ya sea un examen o una prueba, o si tratan contigo, y más allá de cómo te trate la gente, primero deberías dejar esas cosas de lado y presentarte ante Dios en diligente oración, para buscar la verdad y corregir tu estado. Esto debería resolverse en primer lugar. Deberías decir: “Por muy grande que sea este asunto, aunque el mismo cielo se venga abajo, debo cumplir bien con mi deber. Mientras tenga aliento, no renunciaré a él”. Así pues, ¿cómo cumples con tu deber? No puedes simplemente actuar por inercia, o estar físicamente presente pero dejar que tu mente divague; debes enfocar tu corazón y tu mente en el deber. Por muy grandes que sean los asuntos que enfrentes, primero debes dejarlos a un lado y presentarte ante Dios para buscar la manera de cumplir bien con tu deber, para que satisfaga a Dios. Debes intentar pensar: “Ante esto que enfrento hoy, ¿cómo cumpliré mi deber? Antes era superficial, así que hoy debo cambiar de método y esforzarme por cumplir bien con el deber, para que nadie tenga nada que criticar. La clave es que no debo decepcionar a Dios. Debo aquietar Su corazón, para que cuando Él me vea cumplir con el deber, sepa que no solo soy obediente y sumiso, sino también leal”. Si pones esto en práctica y dedicas esfuerzo en este sentido, nada puede demorarte en el cumplimiento de tu deber ni afectar su eficacia. A medida que ores constantemente, busques la verdad e intentes comprender las palabras de Dios, serás capaz de entender y resolver fácilmente los asuntos emocionales de la carne; pero una persona no puede hacer eso a menos que acepte la verdad. Siempre y cuando comprendas la verdad, cualquier problema puede resolverse. La tristeza, el desánimo, las preocupaciones, los recelos y la negatividad de tu corazón pueden resolverse por completo. Tu estado de ánimo mejorará lentamente y estarás totalmente liberado. Si de verdad tienes dificultades reales, debes aprender a buscar la verdad y someterte. Cuando una persona se enfrenta a esta clase de cosas, eso es un examen de su estatura y revela quién es, para ver si puede poner en práctica la verdad.

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