Palabras sobre otros temas (Fragmento 81)
Los que siguen a Dios deben, como mínimo, ser capaces de renunciar a todo lo que tienen. Tal y como Dios dijo en la Biblia: “Cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). ¿Qué quiere decir renunciar a todo lo que se tiene? Quiere decir renunciar a tu familia, a tu trabajo y a todas las ataduras mundanas. ¿Es fácil de hacer? Resulta muy difícil. Sin voluntad de hacerlo, es completamente imposible de conseguir. Cuando alguien tiene esa voluntad de renunciar, claramente posee la voluntad de soportar las adversidades. Si no puede soportarlas, no será capaz de renunciar a nada, por mucho que quiera. Hay quienes, después de haber renunciado a sus familias y de haberse distanciado de sus seres queridos, los echan de menos tras un tiempo de llevar a cabo su deber. Si de verdad no pueden soportarlo, quizá vayan en secreto a casa para ver cómo va todo y después regresen para llevar a cabo su deber. Algunos de los que abandonan su hogar para llevar a cabo su deber no pueden evitar echar de menos a sus seres queridos en Año Nuevo y otras fiestas, y lloran en secreto por la noche, mientras todos duermen. Después, oran a Dios y se sienten mucho mejor, tras lo cual siguen llevando a cabo su deber. Aunque estas personas hayan sido capaces de renunciar a sus familias, no son capaces de soportar tanto dolor. Si no pueden ni siquiera deshacerse de sus sentimientos hacia estas relaciones de la carne, ¿cómo van a ser capaces de entregarse realmente para Dios? Hay gente capaz de renunciar a todo lo que tiene y seguir a Dios, de renunciar a su trabajo y su familia, pero ¿cuál es su meta al hacerlo? Hay quienes intentan ganar gracia y bendiciones, y otros son como Pablo y solo persiguen una corona y una recompensa. Poca gente renuncia a todo lo que tiene para alcanzar la verdad y la vida y obtener la salvación. Así que ¿cuál de estas metas se corresponde con la voluntad de Dios? Sin duda, es la búsqueda de la verdad y la obtención de la vida. Esto está absolutamente en consonancia con la voluntad de Dios y es la parte más importante de creer en Dios. ¿Puede alguien alcanzar la verdad si no puede desprenderse de las cosas terrenales o de la riqueza? Rotundamente no. Hay quienes han renunciado a todo lo que tienen y han cumplido su deber, pero no persiguen la verdad y son siempre superficiales a la hora de llevarlo a cabo. Tras pasar varios años de esta manera, sin rumbo, no tienen ningún testimonio vivencial y no han ganado nada. Los que solo persiguen la fama, la ganancia y el estatus y caminan por la senda de anticristos están todavía más lejos de ser capaces de alcanzar la verdad. Hay mucha gente para la que creer en Dios consiste únicamente en llevar a cabo una pequeña parte de su deber en su tiempo libre. ¿Le resultará fácil a esta gente alcanzar la verdad? No, así lo creo Yo. Alcanzar la verdad no es tarea fácil. Hay que soportar muchas adversidades y pagar un precio muy alto. En concreto, tienen que experimentar las adversidades del juicio y del castigo, de las pruebas y del refinamiento, y de la poda. Hay que soportar todas estas adversidades. No se puede alcanzar la verdad sin soportar una gran cantidad de dolor. ¿Cuántas veces es necesario orar a Dios y buscar la verdad a lo largo de este período? ¿Cuántas lágrimas de arrepentimiento deben derramarse a Dios? ¿Cuánta palabra de Dios hay que leer antes de poder experimentar esclarecimiento e iluminación? ¿A cuántas batallas espirituales es necesario someterse para vencer a Satanás? Y ¿cuánto dura el proceso de vivir estas cosas? ¿Cuántos años han de pasar antes de por fin ser capaz de alcanzar la verdad y obtener la aprobación de Dios? Lo sabréis si os fijáis en la experiencia de Pedro. ¿La salvación y el perfeccionamiento del hombre por parte de Dios es algo tan sencillo como la gente se piensa? Renunciar a todo lo que se tiene no es tarea fácil. ¿Qué quiere decir eso verdaderamente? “Todo lo que se tiene” va más allá de las cosas externas; no se limita a la familia, seres queridos y amigos; no se limita a la profesión, el sueldo, la riqueza y expectativas. Además de todas esas cosas, incluye elementos de la mente y el espíritu: el conocimiento, el aprendizaje, la perspectiva que se tiene de las cosas, las reglas para vivir, las preferencias carnales, además de aquellas cosas que se persiguen y a las que se aspira, como la fama, la ganancia y el estatus. Renunciar a todo lo que se tiene se refiere principalmente a estas cosas; todas son parte de lo que significa esa renuncia. Resulta sencillo renunciar a las cosas externas de un plumazo, pero todo aquello que las personas disfrutan, persiguen y defienden en lo más profundo de sus corazones, que son las cosas más importantes y preciadas para ellas, representan todo lo que tienen, y es a lo que más cuesta renunciar. La razón principal por la que la mayoría de las personas no pueden renunciar a ellas es que no pueden desprenderse de esas cosas, porque son lo que más aprecian y atesoran. Por ejemplo, la fama, la ganancia y el estatus, la gloria y la fortuna, la preciada trayectoria profesional o las cosas más preciadas: esto es todo lo que se tiene, y es a lo que resulta más difícil renunciar. Una vez, un director de banco llegó a creer en Dios. Se dio cuenta de que la palabra de Dios es en efecto la verdad, y descubrió que todo lo que hace Dios es la obra de salvar al hombre. Pero, cuando decidió renunciar a todo lo que tenía y seguir a Dios, tuvo problemas con su puesto en el banco. En un momento pensó: “Mi puesto en el banco es algo preciado para mí. Tengo un buen sueldo y también soy influyente”. Pero inmediatamente también pensó: “Al creer en Dios puedo obtener la verdad y la vida eterna. Eso es lo importante”. Su corazón estaba en un constante conflicto. A ratos quería ser director de banco y a ratos quería creer en Dios. A ratos quería aferrarse al dinero y a ratos quería alcanzar la verdad. A ratos no era capaz de renunciar a su estatus y a ratos quería obtener la vida eterna. Su corazón se debatía entre una cosa y la otra. Su estatus como director de banco era demasiado preciado para él, y no era capaz de desprenderse de ello. Estuvo librando esa batalla en su corazón durante incontables meses, hasta que, tal vez a regañadientes, decidió desprenderse de ello por fin. ¡Cuánto le costó renunciar a todo lo que tenía! Aun sabiendo que su puesto de director de banco era algo efímero que podía esfumarse como por arte de magia, seguía costándole desprenderse de él. Hay quienes son médicos, abogados o ejecutivos con altos cargos, y tienen sueldos y salarios altos. No resulta fácil desprenderse de estas cosas: ¿quién sabe cuántos meses pasarán sufriendo conflictos internos hasta desprenderse de ellas? Si uno se pasa varios años debatiéndose en ello antes de poder hacerlo y, para entonces, la obra de Dios ya ha llegado a su fin, ¿qué sentido habrá tenido? Llegado ese punto, solo es posible caer en desastres, llorando y rechinando los dientes. Solo podrás entrar en el reino de Dios si eres capaz de renunciar a todo lo que consideras más importante, con el fin de seguir a Dios y llevar a cabo tu deber, perseguir la verdad y obtener la vida. ¿Qué significa entrar al reino de Dios? Significa ser capaz de renunciar a todo lo que tienes y seguir a Dios, atender a Sus palabras y someterse a Sus disposiciones, sometiéndote a Él en todas las cosas. Significa que Él se haya convertido en tu Señor y tu Dios. Para Dios, eso significa que has entrado en Su reino y, por muchos desastres que afrontes, contarás con Su protección y podrás sobrevivir, y formarás parte del pueblo de Su reino. Tendrás el reconocimiento de Dios como Su seguidor o te ofrecerá Su promesa de perfeccionarte, pero tu primer paso debe ser seguir a Cristo. Únicamente de esta forma tendrás un rol que cumplir en la formación del reino. Si no sigues a Cristo y te quedas fuera del reino de Dios, no tendrás Su reconocimiento. Y, sin el reconocimiento de Dios, por mucho que desees ser salvado y obtener Su promesa y Su perfeccionamiento, ¿podrás llegar a alcanzarlo? No podrás. Si quieres conseguir la aprobación de Dios, antes debes estar cualificado para acceder a Su reino. Si puedes renunciar a todo lo que tienes para perseguir la verdad, si puedes buscar la verdad mientras llevas a cabo tu deber, si puedes actuar según los principios y si tienes un verdadero testimonio vivencial, estarás cualificado para entrar en el reino de Dios y recibir Su promesa. Si no puedes renunciar a todo lo que tienes para seguir a Dios, ni siquiera estás cualificado para entrar en Su reino ni tienes derecho alguno a Su bendición ni Su promesa. Hay mucha gente que ha renunciado a todo lo que tiene y que lleva a cabo su deber en la casa de Dios, pero no necesariamente serán capaces de alcanzar la verdad. Es necesario amar la verdad y ser capaz de aceptarla antes de poder alcanzarla. Sin perseguir la verdad, no es posible alcanzarla. Por no hablar de quienes solo llevan a cabo su deber en su tiempo libre: han vivido la obra de Dios de una forma tan limitada que les costará más alcanzar la verdad. Si uno no lleva a cabo su deber o no persigue la verdad, perderá la maravillosa oportunidad de obtener la salvación y el perfeccionamiento por parte de Dios. Hay quienes dicen que creen en Dios, pero no llevan a cabo su deber y se dedican a las cosas mundanas. ¿Eso es renunciar a todo lo que tienen? Si esta es la forma que tienen de creer en Dios, ¿serán capaces de seguirlo hasta el final? Fijaos en los discípulos del Señor Jesús: entre ellos se encontraban pescadores, campesinos y un recaudador de impuestos. Cuando el Señor Jesús los llamó y les dijo: “Seguidme”, dejaron sus trabajos y siguieron al Señor. No se pararon a pensar en sus empleos ni se plantearon si luego tendrían un camino para sobrevivir en el mundo, y siguieron de inmediato al Señor Jesús. Pedro se entregó de pleno corazón, y cumplió hasta el final lo que el Señor Jesús le había encomendado y llevó a cabo su deber. Estuvo buscando amar a Dios a lo largo de toda su vida y, al final, Dios lo hizo perfecto. Hoy en día hay gente que ni siquiera es capaz de renunciar a todo lo que tiene y, sin embargo, quiere entrar en el reino. ¿No es ingenua?
A la hora de creer en Dios, no basta solo con tener entusiasmo. Tienes que entender Su voluntad, Su método para perfeccionar a la gente y a quiénes perfecciona, así como la actitud y la perspectiva con las que uno debería abordar el perfeccionamiento de las personas por parte de Dios. Asimismo, como seguidor de Dios, hay que ser consciente de la importancia de seguir el camino de Dios. Esto está vinculado a la cuestión de si es posible llegar a alcanzar la verdad. Seguir el camino de Dios significa practicar la verdad. Solo practicando la verdad puedes someterte verdaderamente a Dios, por lo que practicar la verdad es fundamental para llegar a alcanzarla. Si uno no comprende la verdad o no sabe cómo practicarla, no tendrá manera alguna de alcanzarla. Por eso la parte más importante de creer en Dios es practicar la verdad. Solo quienes lo hacen pueden conseguir someterse a Dios, solo ellos pueden entender completamente la verdad, y solo aquellos que entienden completamente la verdad conocen a Dios. La forma de lograr todo esto es practicando la verdad. Por muchas personas que crean en Dios, Él se fija en quiénes siguen Su camino, quiénes practican la verdad y quiénes verdaderamente se someten a Él. Quienes creen en Dios deben entender la verdad y practicarla para convertirse en personas que siguen Su voluntad y se someten a Él. Quienes persiguen la verdad primero tienen que comprender por qué la gente debe creer en Dios en vida, así como la manera en que Dios ha estado llevando a cabo Su obra de salvar al hombre desde que llegó a la tierra, además de aquello que hace falta conseguir persiguiendo la verdad antes de alcanzar la salvación y cualificarse para obtener la promesa de Dios y Su bendición. En el pasado nadie comprendía estas verdades. Todos creían en Dios de acuerdo a las nociones y figuraciones humanas, y pensaban que creer en Dios consistía en recibir bendiciones, una corona y una recompensa. En consecuencia, todos iban contra la voluntad de Dios, se desviaron del camino verdadero y se embarcaron en la senda de los anticristos. Por tanto, si se desea entender y alcanzar la verdad y ser salvado, hay que corregir estos puntos de vista erróneos del pasado acerca de creer en Dios. Las nociones y figuraciones religiosas y los puntos de vista teológicos de la gente son especialmente absurdos, todos ellos resultan hostiles a la verdad y son falacias engañosas. Dios no aprueba en absoluto los modos de creer de la gente religiosa. Si la gente sigue manteniendo esos modos y buscando bendiciones, una corona y una recompensa; si siguen creyendo en Dios con esa actitud, ¿podrán alcanzar la verdad y vida? Rotundamente no. Entonces, ¿qué perspectiva se debería tener a la hora de creer en Dios? Lo primero que tienes que hacer es entender la voluntad de Dios y ver de forma clara cómo Él salva a la gente. Si, en lugar de buscar la verdad, sigues creyendo en Dios de acuerdo a tus propias nociones y figuraciones; si sigues buscando fama, ganancia, estatus, riqueza y cosas mundanas, incluso aunque te hagas con el mundo entero, ¿habrá merecido la pena si acaba por costarte la vida? Hay quien dice: “En cuanto haya ganado suficiente dinero y haya tenido éxito en mi trayectoria profesional, cuando haya alcanzado mis ambiciones y cumplido mis sueños, vendré y seré un buen creyente”. ¿Acaso Dios va a esperarte? ¿La obra de Dios va a esperarte? Si no puedes desprenderte de esas cosas ahora, Dios no te exige que lo hagas de inmediato, pero has de practicar el desprenderte de ellas. Si de verdad no puedes, ora a Dios y confía en Él. Deja que Él te guíe. Además, has de cooperar y llevar a cabo tu deber. ¿Cuál es el propósito de llevar a cabo tu deber? En realidad, su propósito es preparar buenas obras. Incluso si al final no puedes llegar a ser perfeccionado por completo, has de preparar al menos algunas buenas obras para que, cuando llegue el momento de que Dios recompense a los buenos y castigue a los malvados, puedas dar cuenta de ellas a Él. Un día la obra de Dios llegará a su fin, y entonces Él empezará a recompensar el bien y castigar el mal. Él te hará presentarle tus buenas obras y, si no tienes ninguna, estarás acabado: definitivamente serás castigado. Por ejemplo, pongamos que has creído en Dios durante unos diez años y que el deber más valioso que has llevado a cabo ha sido únicamente predicar el evangelio en tu tiempo libre y así captar a algunos nuevos creyentes. Ni siquiera sabes si al final esas personas serán capaces de mantenerse firmes. ¿Puedes dar cuenta de esto a Dios? Seguro que no podrás. Tienes que valorar de qué tipo de resultados puedes dar cuenta a Dios, así como qué tipo de testimonio vivencial debes tener para satisfacer a Dios y así tener Su reconocimiento como Su seguidor. No puedes conformarte únicamente con reconocer que es un hecho que Dios se ha encarnado en la actualidad y aceptar al Cristo de los últimos días en tu corazón, y limitarte a eso. Lo que Dios quiere ver es tu verdadero testimonio vivencial y los frutos de tu sumisión a Su obra. Lo que Dios pondrá a prueba al final es si has alcanzado la verdad y si tienes la vida. Has de comprender la voluntad de Dios. Si solo añades tu nombre a la plantilla de la iglesia o llevas a cabo un deber, pero no persigues la verdad, y después de unos años creyendo en Dios no tienes ningún testimonio vivencial, ¿aún puedes tener el reconocimiento de Dios? Sin el reconocimiento de Dios, te quedas fuera de Su casa. Si solo afirmas creer en Dios, pero no persigues la verdad, ¿qué ganas al final con creer en Dios? ¡Te habrás quedado muy por debajo de los estándares que Dios exige! Alcanzar la verdad no es tan fácil como la gente imagina; hay que hacer frente a muchas pruebas y tribulaciones, así como mucho dolor y refinamiento, antes de poder alcanzar la verdad y conocer a Dios. Cuando vives la obra de Dios de esta forma, sin renunciar a todo lo que tienes para seguirlo a Él, ¿puedes ser salvado? ¿Puedes vivir la obra de Dios solo con creer en Él en tu tiempo libre? ¿Cómo puedes vivirla únicamente con creer en Dios en casa? ¿Cómo puedes vivirla cuando vives en el mundo exterior? En definitiva, renunciar a todo lo que se tiene es un requisito para seguir a Dios. Si no puedes hacerlo, nunca podrás alcanzar la verdad y, si no puedes alcanzar la verdad, no estás cualificado para entrar en el reino de Dios. Es un hecho que ninguna persona puede cambiar.
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