¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir? (Parte 1)

¿Qué aspecto de la verdad es el que más os gustaría escuchar hoy? Os voy a presentar algunos temas entre los que escoger, y podemos compartir sobre el que queráis. He aquí la primera pregunta: ¿Cómo te conoces a ti mismo? ¿Cuál es el camino para conocerte? ¿Por qué debes conocerte? La segunda pregunta es: ¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios? ¿Has vivido de acuerdo con la palabra de Dios y la verdad, o con actitudes y filosofías satánicas? ¿Qué comportamiento demuestra que vives de acuerdo con la palabra de Dios y la verdad? Si vives de acuerdo con actitudes y filosofías satánicas, ¿cómo se manifestará y revelará tu corrupción? La tercera pregunta es: ¿Qué es un carácter corrupto? Anteriormente, debatimos sobre seis aspectos de los caracteres corruptos, por lo que hablaré sobre qué estados corresponden a las manifestaciones concretas de esos caracteres corruptos. Ahora, la elección es vuestra. ¿Qué pregunta es la que menos comprendéis, pero más deseáis comprender y encontráis más difícil? (Elegimos la segunda pregunta). Entonces, charlaremos sobre este tema. Reflexionad un momento. ¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios y qué implica este tema? El punto crucial de esta frase es la palabra “qué”. ¿Cuál es el alcance de este “qué”? ¿Qué parte de él comprendéis? Este “qué” engloba las cosas que consideráis más importantes, que deben practicarse cuando se cree en Dios y que deben poseer los seres humanos. Cualquier cosa con la que entréis en contacto en vuestra vida diaria, aquello que vuestra aptitud y vuestra capacidad de comprensión os permita entender, que penséis que es positivo, que creáis que es cercano a la verdad y está en consonancia con ella, que penséis que es la realidad de cosas positivas y que concuerda con las intenciones de Dios, son las cosas de acuerdo con las que habéis vivido al seguir a Dios y cumplir vuestro deber a lo largo de estos años, por lo que podemos exteriorizarlas y compartir sobre ellas. ¿Qué cosas os vienen a la cabeza? (Creo que, en mi creencia de Dios, simplemente tengo que sufrir, pagar un precio y lograr resultados en mi deber para obtener la salvación de Dios). Esta visión es algo que consideras positivo. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre este punto de vista y el de Pablo? ¿No es esencialmente el mismo? (Lo es). La esencia es la misma. ¿Acaso no es la esencia de este parecer simplemente una figuración? (Sí). A lo largo de los años, has vivido de acuerdo con esta figuración y de lo que crees que es correcto. También te has apoyado en ella para creer en Dios, cumplir tu deber y vivir la vida eclesial. Esta es una situación. En primer lugar, necesitas confirmar si tus pensamientos y puntos de vista son correctos y si están basados en la palabra de Dios. Este será el tema de debate durante nuestra charla de hoy: si crees que son correctos, que tienen una base y que lo que haces es practicar la verdad, pero en realidad estás equivocado.

La forma más sencilla de compartir el aspecto de la verdad de acuerdo con el que la gente exactamente ha vivido es empezar por un tema que todo el mundo puede comprender, el caso de Pablo, y seguidamente relacionarlo con vuestro propio estado. ¿Por qué hablar de Pablo? La mayoría de la gente conoce la historia de Pablo. ¿Qué relatos o temas encontramos sobre Pablo en la Biblia? ¿Cuáles son, por ejemplo, sus citas célebres, o sus características, su personalidad y los talentos que poseía? Responded. (Pablo se formó con Gamaliel, el doctor de la Ley, lo que le proporcionó gran notoriedad, pues era equivalente a graduarse en una prestigiosa universidad). En términos modernos, Pablo fue un estudiante de teología que se graduó en una prestigiosa facultad de esta disciplina del saber. Este es el primer asunto relativamente representativo acerca de Pablo, referido a su historial, su nivel educativo y su condición social. En cuanto al segundo tema, ¿cuál es la cita más famosa de Pablo? (“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia” [2 Timoteo 4:7-8]). Esta es la motivación de su correría. En términos modernos, Pablo sufrió y pagó el precio, realizó su obra y predicó el evangelio, pero su motivación era conseguir una corona. Este es el segundo asunto. Puedes continuar. (Pablo dijo, “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” [Filipenses 1:21]). Esta es también una de las citas clásicas de Pablo. El tercer asunto. Acabamos de mencionar tres. El primero era que Pablo fue pupilo del doctor de la Ley Gamaliel, lo que equivaldría hoy en día a haberse graduado en un seminario. Ciertamente, conocía mejor la Biblia que la gente común. Pablo conocía el Antiguo Testamento, ya que se había graduado en tal prestigiosa escuela. Esta era la formación académica de Pablo. ¿Cómo influyó esto en su futura prédica y en la dotación de las iglesias? Puede que tuviera algún beneficio, pero ¿causó algún daño? (Sí, lo causó). ¿Se ajusta el aprendizaje teológico a la verdad? (No). El aprendizaje teológico es puro engaño, teoría vacía. No es práctico. ¿Cuál era el segundo tema? (Pablo dijo, “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia”). Pablo vivió de acuerdo con estas palabras; eran la finalidad que perseguía. ¿Podríamos decir, entonces, que eran el propósito y el objetivo de Pablo en su sufrimiento, en el precio que pagó? (Sí). Su propósito, por decirlo claramente, era ser recompensado, lo que significa que corrió su carrera, pagó su precio y peleó la buena batalla con el fin de cambiar todo ello por una corona de justicia. Esto demuestra que los años de búsqueda de Pablo tenían por finalidad obtener una recompensa, ganar una corona de justicia. Si no hubiera tenido ese propósito y ese objetivo, ¿habría sido capaz de soportar tanto sufrimiento y de pagar semejante precio? ¿Habría sido capaz de hacer la obra que hizo y de pagar el precio que pagó por su cualidad moral, su ambición y sus deseos? (No). Supón que el Señor Jesús le dijera previamente, “Cuando hacía Mi obra en la tierra, me perseguías. La gente como tú es castigada y maldecida. Hagas lo que hagas, no puedes enmendar esos errores; no te salvaré, aunque te arrepientas”. ¿Qué clase de actitud habría tenido Pablo? (Habría abandonado a Dios y dejado de creer). No solo no habría creído en Dios; habría negado a Dios, que el Señor Jesús era Cristo y la existencia de Dios en el cielo. Entonces, ¿de qué vivía Pablo? No amaba sinceramente a Dios ni era alguien que se sometiera a Él. Así que, ¿cómo fue capaz de soportar tantas tribulaciones al predicar el evangelio? Justo es decir que su principal apoyo era su deseo de obtener bendiciones; eso era lo que le daba la fuerza. Además, previamente, cuando Pablo vio la gran luz de Dios en el camino de Damasco, quedó cegado. Cayó postrado en el suelo, tembloroso. Sintió la grandeza de Dios y Su magnificencia, y tenía miedo de que Dios lo matara, de modo que no osó rehusar la comisión de Dios. Tuvo que seguir predicando el evangelio, por grandes que fueran las adversidades. No se arriesgaría a flaquear. Era parte de ello. No obstante, lo hacía más que nada por su excesivo deseo de ser bendecido. ¿Habría hecho lo que hizo sin ese deseo de ser bendecido, ese rayo de esperanza? Ciertamente no. El tercer asunto era que Pablo manifestó que, para él, el vivir es Cristo. Examinemos en primer lugar la obra de Pablo. Pablo tenía un vasto conocimiento religioso; poseía una titulación de renombre y una formación académica bastante particular. Se podría decir que era más erudito que la gente ordinaria. Entonces, ¿en qué se apoyaba para llevar a cabo su obra? (En sus dones, sus talentos y su conocimiento de la Biblia). Aparentemente, puede que estuviera predicando el evangelio y dando testimonio del Señor Jesús, pero solo dio testimonio del nombre del Señor Jesús; no dio un auténtico testimonio de que el Señor Jesús era Dios manifestado realizando Su obra, de que el Señor Jesús era Dios Mismo. Entonces, ¿de quién daba testimonio Pablo realmente? (Daba testimonio de sí mismo. Dijo, “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia”). ¿Qué implican sus palabras? Que Pablo era Cristo, el Señor y Dios, no el Señor Jesús. Pablo pudo ir y predicar de este modo debido a sus intenciones y ambiciones. ¿Cuál era su ambición? Hacer que todos aquellos a quienes predicaba o quienes oían hablar de él creyeran que él vivía como Cristo y Dios. Este es un aspecto, vivía de acuerdo con sus deseos. Además, la obra de Pablo estaba basada en su conocimiento bíblico. Su prédica y sus palabras demostraban que conocía la Biblia. No hablaba de la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo, ni de las realidades-verdad. Estos temas no aparecen en sus cartas y no cabe duda de que nunca tuvo este tipo de experiencia. En toda su obra, Pablo jamás dio testimonio de las palabras que pronunció el Señor Jesús. Tomemos, por ejemplo, las enseñanzas del Señor Jesús acerca de cómo debía la gente practicar la confesión y el arrepentimiento, o las numerosas enseñanzas que el Señor Jesús dirigió a la gente; Pablo nunca predicó sobre ellas. La obra de Pablo no tenía nada que ver con las palabras del Señor Jesús, y todo lo que predicó tenía su base en su aprendizaje teológico y en la teoría que había estudiado. ¿En qué consistían ese aprendizaje teológico y esa teoría? En conceptos, figuraciones, filosofías e inferencias humanos, así como en experiencias y lecciones derivadas de ellas, etc. En síntesis, todo ese material surge del pensamiento humano y refleja ideas y puntos de vista humanos; nada de ello es la verdad y mucho menos está en consonancia con ella. Todo ello se burla de la verdad.

Después de escuchar el ejemplo de Pablo, comparaos con él. En relación con el tema del que estamos hablando hoy, “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”, ¿os recuerda a algunos de vuestros propios estados y comportamientos? (Me hace pensar en que creo que si nunca tengo una familia, nunca traiciono la comisión de Dios ni me quejo de Dios cuando me enfrento a grandes pruebas, al final, Dios no dejará que muera). Eso es vivir en una ilusión, algo que se acerca un poco al tema de nuestra charla de hoy y concierne a un estado real. Es un punto de vista sobre la búsqueda práctica en la vida real. ¿Algo más? (Mi visión es que siempre y cuando siga a Dios en mi fe hasta el final, seré bendecida y obtendré un resultado y un destino maravillosos). Muchas personas comparten este punto de vista, ¿no es así? Una perspectiva con la que, básicamente, cualquiera puede estar bastante de acuerdo. ¿Alguien tiene un punto de vista diferente? Escuchémoslo. Puntualizaré algo: algunas personas creen en Dios durante muchos años y, basándose en sus propias experiencias y figuraciones, o en algún tipo de experiencia y en algunos ejemplos que han obtenido de la lectura de libros espirituales, sintetizan algunos enfoques relacionados con la práctica, por ejemplo, cómo deben actuar las personas que creen en Dios para volverse espirituales, cómo deben actuar para practicar la verdad, etc. Creen que lo que hacen es practicar la verdad y que haciendo esas cosas pueden satisfacer las intenciones de Dios. Por ejemplo, cuando alguien sufre una enfermedad, este asunto requiere buscar la intención de Dios y la verdad. Esta es una de las cosas más básicas que deberían saber quienes creen en Dios. ¿Pero cómo practican? Dicen: “Esta enfermedad me ha sido instrumentada por Dios, tengo que vivir de acuerdo con la fe, de modo que no tomaré medicamentos, ni me pondré inyecciones, ni iré al hospital. ¿Qué te parece mi fe? Es fuerte, ¿verdad?”. ¿Tiene fe este tipo de persona? (Sí). Estáis de acuerdo con este punto de vista y así es cómo practicáis también vosotros. Pensáis que si estáis enfermos, el hecho de no poneros inyecciones, no tomar medicamentos o no ir al médico equivale a practicar la verdad para cumplir las intenciones de Dios. ¿En qué os basáis para decir que eso es practicar la verdad? ¿Es correcto practicarla de ese modo? ¿Cuál es la base? ¿Lo habéis comprobado? No estáis seguros. Puesto que no sabéis si esto concuerda o no con la verdad, ¿por qué insistir en practicar de esa forma? Si estáis enfermos y simplemente seguís orando a Dios, sin poneros inyecciones, tomar medicamentos ni ir al médico y tan solo confiáis en Dios en vuestro fuero interno y le oráis, pidiéndole que os libre de esa enfermedad o estando a merced de la instrumentación de Dios, ¿es correcto practicar de ese modo? (No). ¿Solamente pensáis ahora que esto es incorrecto o ya os habíais dado cuenta antes? (En el pasado, cuando enfermaba, pensaba que ir al médico o tomar medicamentos era un método externo y que hacerlo era una muestra de falta de fe, por lo que confiaba en la oración o en otros procedimientos para tratar el problema). ¿Implica esto que, si Dios te envía una enfermedad y te curan, estás traicionando a Dios y no sometiéndote a sus designios? (Ese era mi punto de vista). Entonces, ¿piensas que ese punto de vista es acertado o erróneo? ¿O sigues confundido y no sabes si es acertado o erróneo y crees que, después de todo, así es como siempre has actuado y nadie ha dicho nunca que fuese erróneo y no te sientes culpable por ello, de modo que sencillamente sigues practicando de esa manera? (Siempre he practicado así, y no sentía nada en particular). ¿Os sentís entonces algo confundidos con todo esto? Dejemos de lado la cuestión de si este punto de vista es correcto o erróneo, pero podemos estar seguros al menos de una cosa, que es que practicar de este modo no es acorde con la verdad. Porque, si lo fuera, sabríais al menos qué principio-verdad estabais siguiendo y bajo el ámbito de qué principio encajaba tal práctica. Pero, si lo analizamos ahora, vemos que la gente actúa de esta forma basándose en sus propias figuraciones. Esta es una limitación que se imponen a sí mismos. Además, la gente se fija esto como una norma para sí mismos basándose en sus propias figuraciones, pensando que deberían hacer eso cuando estén enfermos, aunque no saben exactamente lo que Dios exige o quiere decir. Tan solo actúan de acuerdo con un método que ellos mismos imaginan y determinan, sin saber qué resultado obtendrán al actuar de ese modo. ¿De acuerdo con qué vive la gente cuando se encuentra en este estado? (Con sus propias figuraciones). ¿Hay alguna noción en esas figuraciones? ¿Cuál es su noción? (Que pueden ganarse la aprobación de Dios practicando de esa forma). Esa es una noción. ¿Es la forma correcta de entender este asunto? (No). Aquí hay una definición y un resultado: cuando vives de acuerdo con una noción así y con figuraciones así, no estás practicando la verdad.

Llegados a este punto, habréis meditado bastante sobre el tema de “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?” y sabéis más o menos qué compartiremos sobre este tema. Charlemos un poco sobre algunos tipos de estados. Escuchad atentamente y meditad conforme escucháis. ¿Cuál es el objetivo de esta meditación? Comparar los estados de los que hablo con vuestros propios estados, entenderlos y saber que tenéis esos tipos de estados y problemas, y a continuación buscar la verdad para resolverlos, esforzándoos por vivir conforme a la verdad en lugar de hacerlo de acuerdo con otras cosas que no guardan relación alguna con ella. “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?” es un tema que concierne a muchas cosas, de modo que empecemos por los dones. Algunas personas saben hablar de forma clara y elocuente. Hablan e interactúan con la gente con lengua ágil y labia y piensan con especial rapidez. En toda situación saben exactamente qué decir. En la casa de Dios, también cumplen sus deberes con lengua ágil y gran agudeza. Sus palabras, falsas y dulces, convierten los problemas ordinarios en algo que no es un problema. Parecen capaces de solucionar muchos problemas. Con sus brillantes mentes, unidas a su experiencia en la sociedad y a su perspicacia, pueden ver qué ocurre con cualquier cosa ordinaria que les suceda; unas pocas palabras les bastan para solucionar el problema. Otros las admiran, pensando: “Pueden enfrentarse a los problemas con tanta facilidad… ¿Por qué yo no?”. También se sienten muy satisfechas consigo mismas, y piensan: “Mira, Dios me dio esta elocuencia y esta lengua tan ágil, esta mente inteligente, esta perspicacia y esta capacidad de reaccionar con rapidez, ¡soy capaz de enfrentarme a cualquier cosa!”. Y aquí es donde surge el problema. Una persona dotada de una lengua ágil y de gran agudeza mental puede utilizar sus talentos y habilidades para cumplir algunos deberes y, mientras lo hace, soluciona algunos problemas o hace algunas cosas para la casa de Dios, pero, si examináis en detalle todo lo que hace, os surgirá muy claramente un interrogante acerca de si todo lo que hacen es acorde con la verdad, si es conforme con los principios-verdad y si satisface las intenciones de Dios. A menudo esas personas no entienden la verdad o desconocen cómo actuar de acuerdo con la verdad, pero siguen cumpliendo sus deberes. Sin embargo, con independencia de lo bien que cumplan sus deberes, ¿en qué se apoyan? ¿Cuál es el punto de origen de su desempeño en el cumplimiento de sus deberes? Su pensamiento, su perspicacia y su agilidad para la palabra. ¿Hay alguien así entre vosotros? (Sí). ¿Sabe la persona que vive de su mente, de su alto coeficiente intelectual o su ágil lengua si lo que hace es conforme con los principios-verdad? (No). ¿Tenéis principios cuando actuáis? O, dicho de otro modo, ¿cuando actuáis lo hacéis de acuerdo con filosofías satánicas, guiándoos por vuestro propio ingenio, por vuestra propia inteligencia y sabiduría, o lo hacéis conforme a las palabras de Dios y los principios-verdad? Si actuáis siempre de acuerdo con filosofías satánicas, con vuestras propias preferencias e ideas, entonces vuestras acciones carecen de principios. Pero, si sois capaces de buscar la verdad y de actuar de acuerdo con las palabras de Dios, con los principios-verdad, eso es actuar con principios. ¿Hay en vuestra forma actual de hablar y obrar algo que vaya en contra de la verdad? ¿Vais en contra de los principios? ¿Cuando lo hacéis, lo sabéis? (A veces). ¿Qué hacéis en esas ocasiones? (Oramos a Dios, tomamos la resolución de arrepentirnos y le juramos que jamás volveremos a actuar de ese modo). Y, la siguiente vez que os ocurre algo similar, ¿volvéis a actuar de esa forma y forjáis de nuevo esa resolución? (Sí). Siempre termináis forjando vuestra voluntad cuando os ocurren cosas; bien, una vez que habéis forjado vuestra voluntad, ¿ponéis realmente en práctica la verdad? ¿Actuáis realmente con principios? ¿Lo tenéis claro? Muchas personas no buscan la verdad cuando les suceden cosas, sino que viven de sus pequeñas cualidades, de sus dones. ¿Tener una cabeza bien amueblada y saber hablar es el único don que existe? ¿De qué otras formas se manifiesta el hecho de vivir de los dones? Por ejemplo, a algunas personas les gusta mucho cantar y son capaces de cantar una canción entera después de escucharla dos o tres veces. Por lo tanto, tienen deberes en ese campo, y piensan que les han sido ordenados por Dios. Ese pensamiento es correcto y exacto. A lo largo de los años, aprenden numerosos himnos y, cuanto más cantan, mejor lo hacen. Sin embargo, hay un problema del que no son conscientes. ¿Cuál? Cantan cada vez mejor y consideran que ese don es su vida. ¿No es eso un error? Viven de su don cada día y, como cantan himnos todos los días, creen que han ganado vida, pero ¿no es esto tan solo una ilusión? Incluso si lo que te mueve cantar, otras personas lo disfrutan y otros se benefician de ello, ¿puede eso demostrar que has ganado vida? Es difícil de decir. Depende de hasta qué punto entiendas la verdad, de si puedes practicarla, de si tus actos y deberes tienen principios, y de si tienes un verdadero testimonio vivencial. Solo a partir de estos aspectos puedes juzgar si la gente posee las realidades-verdad. Si las poseen, son personas con vida, especialmente aquellas que pueden temer a Dios y evitar el mal, así como las que pueden amar y someterse genuinamente a Dios. Si una persona tiene dones y talentos y también obtiene buenos resultados en su deber, pero no persigue la verdad y únicamente vive de sus dones, presume de sus cualificaciones y nunca obedece a nadie, ¿puede esa persona poseer vida? La clave de si una persona posee vida o no está en si posee las realidades-verdad. ¿Cómo puede una persona con talentos y dones obtener la verdad? ¿Cómo puede vivir sin depender de sus dones? ¿Cómo puede evitar vivir de ese modo? Debería buscar la verdad. En primer lugar, debería conocer claramente la diferencia entre lo que son dones y lo que es vida. Que alguien tenga un don o un talento significa que por naturaleza es mejor en algo o que destaca de alguna manera entre el resto. Por ejemplo, puede que tú reacciones un poco más rápido que otras personas, que comprendas las cosas un poco antes, que hayas llegado a dominar ciertas habilidades profesionales, o que seas un orador elocuente, etc. Estos son dones y talentos que puede tener una persona. Si tienes ciertos talentos y fortalezas, es muy importante cómo las entiendes y manejas. Si crees que eres insustituible porque nadie más posee tus talentos y tus dones y piensas que estás practicando la verdad si los utilizas para cumplir tu deber, ¿es este punto de vista correcto o erróneo? (Erróneo). ¿Por qué dices que es erróneo? ¿Qué son exactamente los talentos y los dones? ¿Cómo debes entenderlos, utilizarlos y tratarlos? El hecho es que, con independencia del don o talento que tengas, no significa que poseas la verdad y la vida. Si la gente posee ciertos dones y talentos, resulta apropiado que cumplan un deber en el que los utilicen, pero eso no significa que estén practicando la verdad, ni que estén haciendo las cosas de acuerdo con los principios. Por ejemplo, si has nacido con un don para cantar, ¿representa tu habilidad para cantar la práctica de la verdad? ¿Significa que cantas de acuerdo con los principios? No. Digamos, por ejemplo, que tienes un talento natural para las palabras y se te da bien escribir. Si no comprendes la verdad, ¿puede tu escritura concordar con la verdad? ¿Significa eso necesariamente que posees testimonio vivencial? (No). Por lo tanto, los dones y talentos son diferentes de la verdad y no se pueden comparar con ella. No importa qué dones poseas; si no persigues la verdad, no cumplirás bien tu deber. Algunas personas presumen a menudo de sus dones y generalmente creen que son mejores que los demás, por lo que los desprecian y no están dispuestas a cooperar con el resto a la hora de llevar a cabo sus deberes. Siempre desean estar a cargo de todo y, como resultado, suelen vulnerar los principios cuando ejecutan sus deberes y la eficiencia de su obra es también muy baja. Los dones las han convertido en personas arrogantes y vanidosas, hacen que desprecien a los demás, que siempre se crean mejores que el resto y que piensen que nadie es tan bueno como ellas, por lo que se vuelven engreídas. ¿Acaso esas personas no se han echado a perder por sus dones? Absolutamente. Las personas con dones y talentos son las que tienen mayor probabilidad de ser arrogantes y vanidosas. Si no persiguen la verdad y siempre viven de sus dones, es algo muy peligroso. No importa qué deber cumpla una persona en la casa de Dios o qué clase de talento posea; si no persigue la verdad, ciertamente fracasará en el cumplimiento de su deber. Sean cuales sean los dones y talentos que posea una persona, debería cumplir correctamente esa clase de deber. Si además puede comprender la verdad y hacer las cosas de acuerdo con los principios, sus dones y talentos desempeñarán un papel en el cumplimiento de ese deber. Aquellos que no aceptan la verdad, no buscan los principios-verdad y únicamente se apoyan en sus dones para hacer cosas no lograrán resultado alguno al cumplir sus deberes y corren el riesgo de ser descartados. He aquí un ejemplo: algunas personas tienen talento para escribir, pero no entienden la verdad y no hay realidad-verdad en nada de lo que escriben. ¿Cómo puede eso ser edificante para otros? Su efecto es menor que el de alguien que carece de educación pero comprende la verdad al hablar sobre su testimonio. Muchas personas viven entre dones y se creen figuras útiles en la casa de Dios. Pero dime, si nunca se esfuerzan por perseguir la verdad, ¿siguen siendo valiosas? Si alguien posee dones y talentos, pero carece de los principios-verdad, ¿puede cumplir bien un deber? Cualquiera que analice realmente esta cuestión y la comprenda sabrá cómo deben tratarse los dones y talentos. ¿Qué deberías hacer si siempre estás presumiendo de tus dones y pensando que posees la realidad-verdad, que eres mejor que los demás mientras en privado los menosprecias? Necesitas buscar la verdad; debes examinar la esencia de la jactancia de los dones. ¿Acaso presumir de dones no es el colmo de la estupidez y la ignorancia? Si alguien es un gran orador, ¿significa eso que posee la realidad-verdad? ¿Significa el hecho de tener dones que alguien posea la verdad y la vida? ¿No es un desvergonzado quien se jacta de sus dones a pesar de no poseer realidad alguna? Si analizaran estas cuestiones, no fanfarronearían. He aquí otra pregunta: ¿cuál es el mayor reto al que se enfrentan esas personas que poseen ciertos dones y talentos? ¿Habéis experimentado o sido testigos de algo así? (Su mayor reto es que siempre se creen mejores que los demás, que son buenos en todo. Son extremadamente arrogantes y engreídos; desprecian a todo el mundo. Para las personas así no es fácil aceptar y practicar la verdad). Eso es parte del asunto. ¿Qué más? (Les resulta difícil no recurrir a sus dones y talentos. Siempre piensan que pueden resolver muchos problemas utilizándolos. Sencillamente no saben cómo ver las cosas conforme a la verdad). (Las personas que poseen dones siempre piensan que pueden hacer las cosas por sí mismas, de modo que, cuando les ocurre algo, tienen dificultades para recurrir a Dios y no están dispuestas a buscar la verdad). Lo que estáis diciendo son los hechos y solamente los hechos. La gente con dones y talentos cree que es muy lista, que lo entiende todo, pero no sabe que los dones y talentos no representan la verdad, que estas cosas no guardan relación con la verdad. Cuando la gente se apoya en sus dones y figuraciones a la hora de actuar, sus ideas y sus opiniones a menudo van en contra de la verdad, pero ellas no lo ven, y piensan: “¡Mira qué listo soy, qué decisiones más inteligentes he tomado! ¡Qué decisiones más acertadas! Ninguno de vosotros puede igualarme”. Viven continuamente en un estado de narcisismo y amor propio. Les cuesta sosegar el corazón para reflexionar sobre lo que Dios les pide, sobre lo que es la verdad y cuáles son los principios-verdad. Por ello, les cuesta comprender la verdad y, si bien cumplen deberes, no son capaces de practicar la verdad y, asimismo, les resulta muy difícil entrar en la realidad-verdad. En pocas palabras, si una persona no puede perseguir la verdad y aceptarla, entonces, con independencia de los dones o talentos que posea, no podrá cumplir bien su deber. No puede caber la menor duda al respecto.

Los dones y talentos pueden considerarse la misma clase de cosas. ¿Qué talentos existen? A algunas personas se les dan particularmente bien determinados tipos de tecnología. Por ejemplo, a algunos hombres les gusta juguetear con gadgets y hay personas bastante hábiles para la electrónica, que se sienten como pez en el agua cuando tienen que utilizar esos códigos o programas informáticos. Pueden dominar esas cosas y recordarlas con gran rapidez; esto es, su capacidad para comprender y memorizar esas cosas es extraordinaria. Eso es un talento. A algunas personas se les da bien aprender idiomas. No importa qué idioma estén estudiando, lo aprenden muy rápidamente y su memoria es superior a la de la gente ordinaria. Hay personas que son buenos cantantes, bailarines o artistas, a otras se les da bien maquillar y actuar, algunas tienen dotes para la dirección, etc. Da igual de qué tipo de talento se trate, siempre y cuando alguien realice un tipo de obra, esto concierne al tema de “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?”. ¿Por qué necesitamos diseccionar los dones y talentos humanos? Porque la gente disfruta viviendo de sus dones y talentos, los considera como un capital, como la fuente de su sustento, como vida, y como el valor, el objetivo perseguido y el significado de sus vidas. La gente piensa que es natural apoyarse en esas cosas para vivir y las ven como una parte indispensable de la vida humana. Hoy en día, casi todo el mundo vive de sus dones y talentos. ¿De qué clase de dones vive cada uno de vosotros? (Creo que tengo un don para el lenguaje. Por ello, utilizo ese don para predicar el evangelio; cuando estoy hablando con alguien que está investigando el camino verdadero, puedo acercarme a él, y esa persona desea escuchar lo que digo). De acuerdo, ¿es bueno o no que tengas ese don? (Ahora que he escuchado la enseñanza de Dios, creo que este don puede obstaculizar mi búsqueda de los principios-verdad). Estás diciendo que no es bueno tener un don para el lenguaje y que ya no quieres utilizar más ese don, ¿es así? (No). Entonces, ¿qué estás diciendo? Ahora necesitáis entender cuál es el tema principal de nuestro debate de hoy, cuál de vuestros problemas resolverá, qué hay de erróneo en vivir de esos dones y qué hay de acertado en ello. Debéis tener claras estas cosas. Si no las comprendéis y si, al final, después de hablar largo y tendido, tenéis la sensación de que las cosas correctas son erróneas, y que las erróneas también lo son, y que todo lo que hacéis es erróneo, ¿podréis resolver el problema de vivir de vuestros dones? (No. Si me apoyo en mi don para el lenguaje para predicar el evangelio, creo que mi intención no es cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios, sino presumir, vanagloriarme y sentirme bien conmigo). Acabas de expresar la razón por la que es erróneo vivir de tus dones. Crees que ese don es tu capital, una realización de tu propia valía personal, y que esos pensamientos y este punto de partida son erróneos. ¿Cómo puedes resolver este problema? (Tengo que saber que mi don es solamente una herramienta para cumplir mi deber. El propósito de utilizar mi don es ejecutar bien mi deber y completar la comisión de Dios). Después de pensar de esa manera, ¿serás repentinamente capaz de practicar la verdad? (No). Entonces, ¿cómo puedes llegar a practicar la verdad y a no vivir de esos dones? Si, cuando estás llevando a cabo tu deber, utilizas tus dones para presumir de tus talentos y habilidades personales, estás viviendo de tus dones. Sin embargo, si utilizas tus dones y tu conocimiento para cumplir bien tu deber y muestras tu lealtad, y si eres capaz de satisfacer las intenciones de Dios y lograr los resultados que Dios exige, y si ponderas tu forma de hablar y lo que dices para dar un mejor testimonio de Dios, si te esmeras más por ayudar a la gente a comprender y explicas con claridad la obra que está haciendo Dios, y finalmente ayudas a la gente a aceptar la obra de Dios, entonces estás practicando la verdad. ¿Hay alguna diferencia aquí? (Sí). ¿Os habéis dejado llevar alguna vez ostentando vuestros dones, talentos o habilidades, y habéis olvidado que estabais cumpliendo vuestro deber, dedicándoos en lugar de ello a presumir delante de los demás, igual que un no creyente? ¿Os ha sucedido esto alguna vez? (Sí). En esas situaciones, ¿qué estado interior presenta una persona? Es un estado de indulgencia, en el que la persona carece de un corazón temeroso de Dios, de contención o de culpa, en el que no tiene objetivos ni principios en su mente cuando hace las cosas, y en el que ha perdido ya la dignidad y la decencia básicas que debería tener un cristiano. ¿A qué le lleva esto? A jactarse de sus aptitudes y vender su personalidad. Durante el cumplimiento de tu deber, ¿experimentas a menudo estados en los que únicamente te importa exhibir tus talentos y tus dones, y en los que no buscas la verdad? Cuando te encuentras en un estado así, ¿puedes darte cuenta de ello por ti mismo? ¿Puedes revertir tu rumbo? Si te puedes percatar de ello y revertir tu rumbo, serás capaz de practicar la verdad. Pero, si siempre eres así y experimentas ese estado una y otra vez durante un período prolongado, entonces eres una persona que vive por completo de sus dones y no practica en absoluto la verdad. ¿De dónde pensáis que viene vuestra contención? ¿Qué poder es el que la determina? Está determinada por cuánto amas la verdad y odias el mal o las cosas negativas. Cuando has comprendido la verdad, no deseas hacer el mal, y, cuando odias las cosas negativas, tampoco; y justamente así es como surge el sentimiento de contención. Para las personas que no aman la verdad es imposible odiar las cosas malas. Esa es la razón por la que no tienen ningún sentido de la contención, y sin él, sin contención, son susceptibles de ceder a la disolución. Son personas arbitrarias y temerarias, y no les preocupa lo más mínimo cuánto daño hacen.

Hay otro estado que experimentan las personas que viven confiando en sus dones. No importa qué talentos, dones o habilidades tenga la gente, si se dedican únicamente a hacer cosas y esforzarse y nunca han buscado la verdad ni intentado captar las intenciones de Dios, como si el concepto de practicar la verdad no existiera en sus mentes, y su único impulso es acabar su obra y finalizar la tarea, ¿no es esto vivir por completo de sus dones y talentos, de sus propias habilidades y dotes? En su creencia en Dios, tan solo desean esforzarse de forma que puedan obtener bendiciones, e intercambiar sus propios dones y habilidades por bendiciones de Dios. Este es el estado en el que se encuentra la mayoría de la gente. La mayoría de las personas albergan esta perspectiva, especialmente cuando la casa de Dios les asigna algún tipo de obra rutinaria; todo lo que hacen es esforzarse. En otras palabras, desean apoyarse en ese esfuerzo para lograr sus objetivos. En ocasiones es hablando o echando un vistazo a algo; a veces, realizando obras manuales o yendo de aquí para allá. Creen que, haciendo eso, han contribuido mucho. Esto es lo que significa vivir confiando en los propios dones. ¿Por qué decimos que vivir de tus dones y talentos es esforzarse en lugar de cumplir tu deber, por no hablar de practicar la verdad? Hay una diferencia. Digamos, por ejemplo, que la casa de Dios te encomienda una tarea y que, después de asumirla, piensas en cómo puedes completarla lo antes posible para poder informar a tu líder y recibir sus elogios. Tal vez tengas incluso una actitud bastante consciente y elabores un plan paso por paso, pero únicamente te centras en completar la tarea y en que otros la vean. O puede que te fijes un determinado nivel al hacer la tarea, pensando en cómo llevarla a cabo de un modo que te satisfaga y te contente, con el nivel de perfección que buscas. Con independencia de cómo establezcas esos niveles, si lo que haces no tiene relación alguna con la verdad, si no lo haces tras buscar la verdad ni llegas a entender y confirmar las exigencias de Dios, y si, en lugar de ello, lo haces ciegamente y con una mente confusa, lo que estás haciendo es esforzarte. Eso es hacer cosas confiando en tu propia mente, en tus dones, habilidades y talentos, albergando una mentalidad ilusa. ¿Cuál es el resultado cuando se hacen las cosas así? Puede que completes la tarea y que nadie señale ningún problema. Te pondrás muy contento, pero, mientras hacías la tarea, para empezar, no entendiste la intención de Dios. En segundo lugar, no la hiciste con todo tu corazón, toda tu mente ni toda tu fuerza; tu corazón no buscaba la verdad. Si hubieras buscado los principios-verdad y la intención de Dios, tu desempeño en la tarea habría estado a la altura. También habrías podido entrar en las realidades-verdad, y habrías sido capaz de entender con exactitud que lo que habías hecho era conforme con la intención de Dios. Sin embargo, si no pones tu corazón en ello y haces la tarea con actitud atolondrada, a pesar de que la obra quede completada y la tarea finalizada, desconocerás en tu corazón cuán bien la hiciste, no tendrás ningún estándar e ignorarás si la tarea se llevó a cabo de acuerdo con la intención de Dios o con la verdad. En ese caso, no estás cumpliendo tu deber, sino prestando un trabajo.

Todo aquel que cree en Dios debe entender Sus intenciones. Solo aquellos que cumplen adecuadamente sus deberes pueden satisfacer a Dios, y solo cuando se completa la comisión de Dios el cumplimiento del deber puede ser satisfactorio. Hay una norma sobre el cumplimiento de la comisión de Dios. El Señor Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”. “Amar a Dios” es algo que Dios exige a la gente. ¿Dónde debe manifestarse esta exigencia? En que debes cumplir la comisión de Dios. En términos prácticos, se trata de cumplir bien con tu deber como ser humano. ¿Cuándo se considera que estás cumpliendo bien tu deber? Dios te exige ejecutar bien tu deber como ser creado con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Esto debería ser fácil de entender. Para satisfacer esta exigencia de Dios, lo más importante es que pongas tu corazón en tu deber. Si puedes poner tu corazón en él, te resultará fácil actuar con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Si llevas a cabo tu deber apoyándote tan solo en las figuraciones de tu mente y confiando en tus dones, ¿podrás cumplir la exigencia de Dios? En absoluto. Entonces, ¿cuál es la norma que se debe satisfacer para cumplir la comisión de Dios y ejecutar tu deber adecuadamente y con lealtad? Es cumplir tu deber con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Si intentas cumplir bien tu deber, pero tu corazón no ama a Dios, no lo conseguirás. Si tu corazón ama a Dios y crece cada vez más fuerte y auténtico, serás naturalmente capaz de cumplir bien tu deber con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y toda tu fuerza; el elemento que aparece en último lugar es “con toda tu fuerza”; en primer lugar está “con todo tu corazón”. Si no estás cumpliendo tu deber con todo tu corazón, ¿cómo podrías estar llevándolo a cabo con toda tu fuerza? Por eso, el mero intento de cumplir tu deber con toda tu fuerza no puede lograr resultado alguno, ni tampoco puede cumplir con los principios. ¿Qué es lo más importante que exige Dios? (Con todo tu corazón). No importa qué deber o qué cosa te confíe Dios; si te dedicas únicamente a esforzarte, a ir de aquí para allá y a invertir esfuerzos, ¿podrás estar actuando conforme a los principios-verdad? ¿Podrás actuar de acuerdo a las intenciones de Dios? (No). Entonces, ¿cómo puedes actuar conforme a las intenciones de Dios? (Con todo nuestro corazón). Las palabras “con todo tu corazón” son fáciles de decir, y a menudo la gente las dice, pero ¿cómo podéis actuar con todo vuestro corazón? Algunas personas dicen: “Es cuando haces las cosas con un poco más de esfuerzo y sinceridad, reflexionas más, no permites que nada más ocupe tu mente y te centras únicamente en cómo hacer la tarea en cuestión, ¿no es así?”. ¿Es tan sencillo? (No). Hablemos, por tanto, sobre algunos principios fundamentales de la práctica. Según los principios que practicáis u observáis habitualmente, ¿qué deberíais hacer primero para hacer las cosas con todo vuestro corazón? Debéis utilizar toda vuestra mente, usar vuestra energía y poner vuestro corazón en hacer las cosas, y no ser superficiales. Si una persona es incapaz de hacer las cosas con todo su corazón, ha perdido su corazón, que es como perder el alma. Sus pensamientos vagarán mientras habla, jamás pondrá su corazón en hacer las cosas y será un inconsciente haga lo que haga. Por lo tanto, no será capaz de hacer bien las cosas. Si no cumples tu deber con todo tu corazón y no pones todo tu corazón en ello, cumplirás tu deber de forma deficiente. Incluso si cumples tu deber durante años, no serás capaz de hacerlo bien. No puedes hacer nada bien si no pones tu corazón en ello. Algunas personas no son obreros diligentes, son siempre inestables y caprichosos, se fijan objetivos demasiado ambiciosos y no saben dónde han dejado su corazón. ¿Tienen corazón las personas así? ¿Cómo podéis saber si una persona tiene corazón o no? Si alguien que cree en Dios rara vez lee Sus palabras, ¿tiene corazón? Si, pase lo que pase, nunca ora a Dios, ¿tiene corazón? Si nunca busca la verdad, sean cuales sean las dificultades a las que se enfrente, ¿tiene corazón? Algunas personas cumplen su deber durante muchos años sin obtener resultados claros; ¿tienen corazón? (No). ¿Puede cumplir bien sus deberes la gente que no tiene corazón? ¿Cómo puede la gente cumplir sus deberes con todo su corazón? En primer lugar, debéis pensar en la responsabilidad. “Esta es mi responsabilidad, debo asumirla. No puedo huir ahora que es cuando más se me necesita. Tengo que cumplir bien mi deber y rendir cuentas de él ante Dios”. Esto significa que tenéis una base teórica. ¿Pero significa el mero hecho de tener una base teórica que estéis cumpliendo vuestro deber con todo vuestro corazón? (No). Todavía estáis lejos de cumplir las exigencias de Dios de entrar en la realidad-verdad y cumplir vuestro deber con todo vuestro corazón. ¿Qué significa, por tanto, cumplir vuestro deber con todo vuestro corazón? ¿Cómo puede la gente llegar a cumplir sus deberes con todo su corazón? Ante todo, debéis pensar lo siguiente: “¿Para quién estoy cumpliendo este deber? ¿Estoy haciéndolo para Dios, para la Iglesia o para alguna persona?”. Es preciso tener esto claro. Y también: “¿Quién me ha encomendado este deber? ¿Ha sido Dios, o algún líder, o la Iglesia?”. También es necesario aclarar esto. Tal vez parezca tarea sencilla, pero, pese a ello, se debe buscar la verdad para resolverla. Decidme, ¿fue un líder o un obrero, o una Iglesia, quien os encomendó vuestro deber? (No). Eso es bueno, siempre y cuando estés completamente seguro de ello. Debes confirmar que fue Dios quien te encomendó tu deber. Puede que parezca que te ha sido encomendado por un líder de la Iglesia, pero, en realidad, todo viene del designio de Dios. Puede haber ocasiones en las que provenga claramente de la voluntad humana, pero, incluso entonces, debes aceptarlo primero de parte de Dios. Esa es la forma correcta de experimentarlo. Si lo aceptas de parte de Dios, te sometes deliberadamente a Su designio y das el paso de aceptar Su comisión; si te sometes de ese modo, tendrás la orientación y la obra de Dios. Si crees constantemente que todo está hecho por el hombre y viene del hombre, si experimentas las cosas de esa manera, no tendrás la bendición de Dios ni Su obra, por ser excesivamente calculador y carente de entendimiento espiritual. No tienes la mentalidad adecuada. Si concibes todos los asuntos basándote en nociones y figuraciones humanas, no tendrás la obra del Espíritu Santo, porque es Dios quien gobierna sobre todas las cosas. No importa a quién designe la casa de Dios para hacer cualquier tipo de tarea, esta proviene de la soberanía y el designio de Dios, y Su buena voluntad está en ella. Debes saber esto primero. Es muy importante verlo con claridad; no basta únicamente con comprender la doctrina. Debes confirmar esto en tu corazón: “Este deber me ha sido confiado por Dios. Estoy cumpliendo mi deber para Dios, no para mí ni para ninguna otra persona. Este es mi deber como ser creado, y me fue confiado por Dios”. Puesto que este deber te fue confiado por Dios, ¿cómo te lo confió? ¿Conlleva hacer cosas con todo tu corazón? ¿Es necesario buscar la verdad? Debes buscar la verdad, las exigencias, normas y principios del deber que te ha sido confiado por Dios, y qué dice la palabra de Dios. Si Sus palabras están muy claras, es hora de que medites acerca de cómo ponerlas en práctica y hacerlas realidad. Deberías charlar además con gente que entienda la verdad, y entonces actuar de acuerdo con las exigencias de Dios. Eso es lo que significa hacer las cosas con todo tu corazón. Además, digamos que antes de cumplir tu deber buscas la intención de Dios, llegas a entender la verdad y sabes qué hacer, pero, cuando llega el momento de actuar, hay discrepancias y contradicciones entre tus propios pensamientos y los principios-verdad. ¿Qué debes hacer cuando ocurre esto? Debes ceñirte al principio de cumplir tu deber con todo tu corazón y poner todo tu corazón en someterte y satisfacer a Dios, sin ningún tipo de adulteración personal, y ciertamente sin actuar siguiendo tu propia voluntad. Algunas personas dicen: “Esas cosas no me importan. Después de todo, este deber me fue confiado a mí, de modo que yo debería tener la última palabra. Tengo derecho a actuar por iniciativa propia, haré lo que creo que debe hacerse. Sigo cumpliendo mi deber con todo mi corazón, así que ¿qué fallos podrías sacarme?”. Y, entonces, se esfuerzan un poco por averiguar qué hacer. A pesar de que finalmente se realiza la obra, ¿son correctos este método de práctica y este estado? ¿Es esto cumplir el deber con todo su corazón? (No). ¿Cuál es el problema aquí? Esto es arrogancia, actuar según el propio criterio, y ser arbitrario y temerario. ¿Es esto cumplir sus deberes? (No). Esto es acometer una empresa personal, no cumplir sus deberes. Es simplemente hacer lo que les satisface y lo que quieren según su propia voluntad, no cumplir sus deberes con todo su corazón.

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