¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir? (Parte 2)
Acabo de hablar principalmente de los talentos y los dones. ¿Incluyen estos el conocimiento? ¿Hay alguna diferencia entre el conocimiento y los talentos? Un talento se refiere a una habilidad. Puede ser un ámbito en el que una persona destaca más que otras, una parte de su calibre que sea más prominente, aquello que mejor se le da, o una habilidad en la que es relativamente competente y diestra. Esto es lo que denominamos talentos y dones. ¿Qué es el conocimiento? ¿A qué se refiere exactamente? Si un intelectual ha estudiado muchos años, leído numerosos clásicos, estudiado una determinada profesión o área de conocimiento con gran profundidad, ha logrado resultados y posee un dominio específico y exhaustivo, ¿tiene esto que ver con los talentos y los dones? ¿Puede incluirse el conocimiento en la categoría de talentos? (No). Si una persona usa sus talentos para hacer su trabajo, es posible que sea una persona tosca y rural, que carezca de una educación avanzada, no haya leído ningún libro famoso o ni siquiera entienda la Biblia; pero, aun así, puede tener algo de calibre y ser capaz de hablar con elocuencia. ¿Es esto un talento? (Sí). Esa persona posee ese talento. ¿Significa esto que tenga conocimiento? (No). Entonces, ¿qué significa la palabra “conocimiento”? ¿Cómo se define? Expliquémoslo de esta forma: si una persona ha estudiado educación, por ejemplo, ¿tiene conocimiento de esa profesión? ¿Cosas del tipo de cómo educar a la gente, cómo impartir conocimiento a otras personas, qué conocimiento impartir, etc.? Posee conocimiento en ese campo, ¿quiere eso decir que sea un intelectual en él? ¿Puede decirse que una persona que posee conocimiento en ese ámbito tiene talento? (Sí). Usemos esto como ejemplo: si una persona es un intelectual dedicado a la educación, ¿qué hará normalmente al obrar o liderar la Iglesia? ¿Cuáles son sus prácticas habituales? ¿Habla a todo el mundo como habla un profesor a un alumno? No importa el tono de voz que utilice, lo que importa es lo que inculca y enseña a los demás. Lleva muchos años viviendo de ese conocimiento, que se ha convertido básicamente en parte de su vida, hasta el punto en que en todos los aspectos de su comportamiento o su vida puedes ver que posee ese conocimiento y vive del conocimiento que ha adquirido. Esto es algo muy normal de ver. Entonces, ¿en qué suelen apoyarse las personas así para hacer su trabajo? En el conocimiento que han adquirido. Digamos, por ejemplo, que oyen a alguien decir: “No sé leer las palabras de Dios. Las tengo ahí, pero simplemente no sé cómo leerlas. ¿Cómo sabré cuál es la verdad, si no puedo leer las palabras de Dios? ¿Cómo entenderé Sus intenciones, si no soy capaz de leer Sus palabras?”. Dicen: “Yo sé cómo hacerlo, poseo conocimiento, así que te puedo ayudar. Este capítulo está dividido en cuatro párrafos. Normalmente, si el artículo es una narración, contiene seis elementos: tiempo, lugar, personajes, la causa del evento, el proceso de desarrollo y la conclusión. La fecha en que se publicó este capítulo de la palabra de Dios figura al final: octubre de 2011. Este es el primer elemento. En cuanto a los personajes, este capítulo de la palabra de Dios dice ‘Yo’, de modo que la primera persona es Dios, y después Dios dice ‘vosotros’, refiriéndose a nosotros. A continuación, disecciona los estados de algunas personas, algunos estados son rebeldes y arrogantes, haciendo referencia a las personas que son así, que no llevan a cabo una auténtica obra, que hacen daño, son personas malas y malvadas. Lo que sucede es que la gente hace cosas malas. También hay otras cosas relacionadas con diferentes aspectos”. ¿Qué pensáis de este método de trabajo? Es bueno que ayuden con tanto cariño a la gente, pero ¿cuál es la base de sus actos? (El conocimiento). ¿Por qué he puesto este ejemplo? Para ayudar a la gente a entender más claramente qué es el conocimiento. Algunas personas no saben cómo leer la palabra de Dios, pero recibieron una educación y tal vez se les dieran bien las asignaturas de humanidades en clase, de manera que pueden abrir una página de la palabra de Dios, leerla y decir, “¡Qué bien expresado está este capítulo de la palabra de Dios! En la primera sección, Dios habla de forma directa, y, en la segunda, el tono muestra algo de majestuosidad e ira. En la tercera sección, todo se desenmascara de manera concreta y clara. Así es como debería ser la palabra de Dios. La cuarta sección, el resumen general, muestra a la gente la senda de la práctica. ¡La palabra de Dios es perfecta!”. ¿Su conclusión y su resumen de la palabra de Dios provienen de su conocimiento? (Sí). Aunque puede que este ejemplo no sea demasiado adecuado, ¿qué es lo que quiero que entendáis con él? Quiero que veáis claramente lo horrible que es utilizar el conocimiento para acercarse a la palabra de Dios. Es repugnante. Esas personas se apoyan en su conocimiento para leer la palabra de Dios, así que ¿pueden apoyarse en la verdad para actuar? (No). De ninguna manera.
¿Qué características tiene cómo hacen las cosas las personas que viven de su conocimiento? En primer lugar, ¿qué ventajas piensan que poseen? Su conocimiento y su aprendizaje, el hecho de ser intelectuales y el hecho de haber trabajado en sectores basados en el conocimiento. Los intelectuales poseen el estilo, las características y los patrones de los intelectuales cuando hacen cosas, de modo que no pueden evitar dar un aire intelectual a lo que hacen, lo que hace que otras personas los admiren. Así es como actúan los intelectuales; siempre se centran en ese aire intelectual. No importa lo débil y amable que sea su apariencia externa, en su interior ciertamente no son así, y siempre tienen sus propios puntos de vista sobre cualquier cosa. Siempre desean presumir, utilizar sus pequeñas cualidades y analizar y manejar las cosas basándose en los puntos de vista, las actitudes y los modelos de pensamiento del conocimiento. La verdad es algo que les resulta extraño y muy difícil de aceptar. En consecuencia, la actitud inicial de este tipo de personas hacia la verdad es analizarla. ¿Cuál es la base de su análisis? El conocimiento. Os pondré un ejemplo: ¿las personas que han estudiado dirección poseen conocimientos en ese campo? Con independencia de si has estudiado dirección de forma sistemática a través de manuales o de si la has estudiado de manera práctica y has realizado ese tipo de trabajo, en resumen, tienes algo de conocimiento en ese ámbito. Hayas estudiado dirección en profundidad o únicamente de forma superficial, si tuvieras que realizar trabajo de dirección en el mundo de los no creyentes, el conocimiento que adquiriste en este campo o tu experiencia en el mundo de la dirección resultarían muy útiles y valiosos. Sin embargo, ¿significa el hecho de poseer ese tipo de conocimiento que serás capaz con toda seguridad de hacer un buen trabajo en la obra cinematográfica de la casa de Dios? ¿Puede realmente ayudarte el conocimiento adquirido a utilizar películas para dar testimonio de Dios? No necesariamente. Si continúas recalcando con qué manuales aprendiste y las normas y exigencias de conocimiento del sector, ¿podrás cumplir bien tu deber? (No). ¿No hay aquí un punto de discordia o conflicto? Cuando los principios-verdad colisionan con este aspecto del conocimiento, ¿cómo lo resuelves? ¿Aceptas tu conocimiento como guía, o sigues los principios-verdad? ¿Podéis garantizar que cada rodaje, cada escena y cada fragmento que rodáis no está contaminado con vuestro conocimiento, o solo de forma muy leve, y que es completamente acorde con las normas y los principios que exige la casa de Dios? Si no puedes hacerlo, entonces ninguno de los conocimientos que has adquirido son de utilidad en la casa de Dios. Piensa en esto: ¿qué utilidad tiene el conocimiento? ¿Qué conocimiento es útil? ¿Qué clase de conocimiento contradice la verdad? ¿Qué aporta el conocimiento a la gente? Cuando la gente adquiere mayor conocimiento, ¿se vuelve más piadosa y posee un corazón más temeroso de Dios, o se vuelve más arrogante y santurrona? La gente que adquiere gran cantidad de conocimiento se vuelve complicada, dogmática y arrogante. Y hay otra cosa fatal de la que tal vez no se hayan percatado: cuando las personas llegan a dominar gran cantidad de conocimiento, se vuelven caóticas en su interior y carentes de principios, y cuantos más conocimientos dominan, más caóticas se vuelven. ¿Pueden encontrarse en el conocimiento respuestas a las preguntas de por qué vive la gente y acerca del valor y sentido de la existencia humana? ¿Pueden sacarse conclusiones sobre de dónde venimos y adónde vamos? ¿Puede decirte el conocimiento que vienes de Dios y fuiste creado por Él? (No). Entonces, ¿qué es exactamente lo que estudia la gente dentro del conocimiento? ¿O qué es exactamente lo que este inculca a las personas? Cosas materiales, ateas, cosas que la gente puede ver y cosas de la mente que puede reconocer, muchas de las cuales surgen de las figuraciones de la gente y simplemente no son prácticas. El conocimiento también inculca a la gente filosofías, ideologías, teorías, leyes naturales, etc., aunque hay muchas cosas que no puede explicar con claridad. Cómo se forman los rayos y truenos, por ejemplo, o a qué se debe el cambio de las estaciones. ¿Puede el conocimiento darte respuestas verdaderas a estas preguntas? ¿Por qué está cambiando actualmente el clima y volviéndose anormal? ¿Puede el conocimiento explicar esto con claridad? ¿Puede resolver este problema? (No). No te puede decir nada sobre temas relacionados con el origen de todas las cosas, de modo que no puede solucionar estos problemas. También hay quien pregunta: “¿Por qué algunas personas vuelven a la vida después de morir?”. ¿Te ha dado el conocimiento la respuesta a esta pregunta? (No). ¿Qué te dice entonces el conocimiento? Le explica a la gente muchas costumbres y preceptos. Por ejemplo, la idea de que las personas deben criar hijos y mostrar piedad filial hacia sus padres es un tipo de conocimiento sobre la vida humana. ¿De dónde proviene este conocimiento? Lo enseña la cultura tradicional. ¿Qué aporta entonces todo este conocimiento a la gente? ¿Cuál es la esencia del conocimiento? En este mundo, hay muchas personas que han leído a los clásicos, han recibido un alto nivel de educación, son entendidas o han llegado a dominar un campo de conocimiento especializado. Entonces, ¿tienen esas personas una dirección y objetivos adecuados en la senda de la vida? ¿Tienen una base y principios que rijan su conducta? Es más, ¿saben adorar a Dios? (No). Y lo que es más, ¿comprenden cualquier elemento de la verdad? (No). Entonces, ¿qué es el conocimiento? ¿Qué aporta el conocimiento a la gente? Es probable que la gente tenga cierta experiencia con esto. En el pasado, cuando no poseían conocimiento, las relaciones entre las personas eran simples; ¿lo siguen siendo ahora que la gente ha adquirido conocimiento? El conocimiento hace que las personas se vuelvan más complicadas y dejen de ser puras. Provoca que las personas carezcan más de humanidad normal y de objetivos vitales. Cuanto más conocimiento adquieren, más se alejan de Dios. Cuanto más conocimiento adquieren, más reniegan de la verdad y de la palabra de Dios. Cuanto más conocimiento tienen, más extremas, testarudas y absurdas se vuelven. ¿Y cuál es el resultado? Que el mundo se vuelve cada vez más oscuro y malvado.
Acabamos de mencionar cómo deben resolverse los conflictos o las colisiones entre la aplicación del conocimiento y los principios-verdad cuando surgen. ¿Qué hacéis cuando os encontráis en ese tipo de situaciones? Algunos de vosotros quizá recurráis a la doctrina: “¿Qué dificultad entraña practicar de acuerdo con los principios-verdad? ¿Qué es lo que no se puede abandonar?”. Pero, cuando os sucede algo, actuáis como en el pasado, guiándoos por vuestra propia voluntad y por vuestras nociones y figuraciones, y, pese a que puede haber ocasiones en las que os gustaría practicar la verdad y actuar según los principios, parece que sencillamente no podéis hacerlo, pase lo que pase. Todo el mundo sabe que es correcto actuar de acuerdo con los principios-verdad, es una cuestión de doctrina; todos saben que el conocimiento no se alinea en ningún caso con los principios-verdad y que, cuando ambos entran en conflicto o colisionan, deben empezar a practicar según los principios-verdad y dejar de apoyarse en su conocimiento. Pero ¿es realmente tan simple, de hecho? (No). No, no es tan simple. Entonces, ¿qué dificultades entraña la práctica? ¿Cómo debe practicar una persona para actuar de acuerdo con los principios-verdad? Estos son problemas prácticos, ¿no? ¿Cómo deberían resolverse? En primer lugar, la persona debería someterse. Pero las personas tienen actitudes corruptas y, a veces, no están dispuestas a someterse. Dicen: “‘Puedes llevar a un caballo hasta el agua, pero no puedes obligarle a beber’; y obligarme a someterme es algo similar, ¿no es así? ¿Qué hay de malo en que actúe basándome en la solidez de mi conocimiento? Si insistes en que actúe de acuerdo con los principios-verdad, no me someteré”. ¿Qué haces en esas ocasiones, cuando un carácter rebelde tiene la intención de causar problemas? (Orar). A veces la oración no puede resolver el problema. Es posible que tu actitud y tu mentalidad mejoren un poco después de orar, y tal vez consigas cambiar parte de tu estado, pero, si no entiendes o no tienes del todo claros los principios-verdad pertinentes, quizá tu sumisión termine por no ser más que una mera formalidad. En esas ocasiones, necesitas entender la verdad, buscar las verdades pertinentes y esforzarte por ser capaz de saber cómo beneficia lo que estás haciendo a la obra de la casa de Dios, a dar testimonio de Él y a la difusión de Sus palabras. Debes tener claras estas cosas en tu corazón. Sea cual sea tu deber, sea lo que sea lo que estés haciendo, debes empezar por pensar en la obra y los intereses de la casa de Dios, en difundir Sus palabras o en lo que se pretende conseguir con el cumplimiento de tu deber. Eso es lo primordial. Nunca hay margen para la ambigüedad en esto, ni para ceder. Si cedes en momentos como estos, no estás cumpliendo tu deber con sinceridad ni practicando la verdad; y, lo que es peor, es justo decirlo, es que te estás ocupando de tus propios asuntos. Haces las cosas para ti en lugar de cumplir el deber de un ser creado. Si una persona completara la comisión de Dios y cumpliera adecuadamente el deber del hombre, la primera verdad que debería entender y practicar es que debe satisfacer las intenciones de Dios. Debes tener esta visión. Cumplir un deber no consiste en hacer las cosas para ti ni en ocuparte de tus propios asuntos, ni mucho menos en dar testimonio de ti mismo y promocionarte; tampoco se trata de tu fama, tu ganancia ni tu estatus. No es ese tu objetivo. Tu objetivo es cumplir bien tu deber y dar testimonio de Dios; es asumir tu responsabilidad y satisfacer a Dios; es vivir la conciencia y la razón de la humanidad normal, vivir con la semblanza de un ser humano, vivir ante Dios. Con este tipo de mentalidad correcta, una persona puede superar fácilmente el obstáculo de vivir de su conocimiento. Aunque sigan existiendo algunos desafíos, progresivamente se despejarán durante el proceso y las circunstancias cambiarán para mejor. Bien, ¿cuál es vuestra experiencia actualmente? ¿Está mejorando o está estancada? Si siempre actuáis apoyándoos en vuestro conocimiento y vuestro cerebro y nunca buscáis los principios-verdad, ¿seréis capaces de crecer en la vida? ¿Habéis llegado a alguna conclusión sobre esto? Parece que seguís todos bastante confusos acerca del tema de la entrada en la vida y no tenéis principios específicos al respecto, lo que significa que carecéis de una experiencia más profunda o más genuina de los principios y de la senda para practicar la verdad. Algunas personas actúan siempre basándose en su conocimiento, pase lo que pase. Tan solo defienden de forma general unos pocos principios-verdad en asuntos sencillos, dejando que su conocimiento tome constantemente las riendas y relegando los principios-verdad a un papel subordinado. Practican de forma mediada y transigente; no se exigen a sí mismas estrictamente una sumisión plena ni que sus actos sean totalmente acordes con los principios-verdad. ¿Se comportan de forma correcta o no? ¿Qué peligro tiene este tipo de práctica? ¿No corren el riesgo de desviarse del rumbo? ¿De resistirse a Dios y ofender Su carácter? Esto es lo que la gente debería preocuparse realmente de averiguar. ¿Tenéis claro ahora cuál es la diferencia entre cumplir un deber en la casa de Dios y conseguir un empleo y enredarse en la vida mundana? ¿Tenéis conciencia clara de esto en vuestro corazón? Deberíais reflexionar sobre esta cuestión y meditarla a menudo. ¿Cuál es la mayor diferencia entre estas dos cosas? ¿Lo sabéis? (Cumplir un deber en la casa de Dios consiste en ganar la verdad y en lograr un cambio en nuestro carácter corrupto; conseguir un trabajo en el mundo es pertinente a la vida de la carne). Eso se acerca bastante a la respuesta correcta, pero hay algo que no has mencionado: cumplir un deber en la casa de Dios es vivir de acuerdo con la verdad. ¿Qué significa vivir de acuerdo con la verdad? Para la gente, que su carácter pueda cambiar y obtener finalmente la salvación; para Dios, poder ganarte a ti, un ser creado, y que reconozcas que Él es tu creador. Entonces, ¿de qué vive la gente cuando consigue un empleo en el mundo? (De las filosofías de Satanás). De las filosofías de Satanás; en términos globales, esto significa que esas personas viven de acuerdo con el carácter corrupto de Satanás. Da igual si lo que buscas es la fama, la ganancia, el estatus, la riqueza o simplemente conseguir sobrevivir día a día: vives de acuerdo con caracteres corruptos. Cuando obtienes un empleo en el mundo, tienes que devanarte los sesos para ganar dinero. Para ascender por la escalera de la fama, la ganancia y el estatus, debes depender por completo de cosas como la competencia, la pelea, la lucha, la crueldad, la malicia y el asesinato; es la única manera de permanecer en pie. Para cumplir un deber en la casa de Dios, debes vivir de acuerdo con Sus palabras y entender la verdad. Las cosas negativas de Satanás no son solo inútiles, también es preciso despojarse de ellas. Ninguna de las cosas satánicas es admisible. Si alguien vive de cosas satánicas, debe ser juzgado y castigado; si alguien vive de cosas satánicas y se mantiene firme en su impenitencia, debe ser descartado y abandonado. Esta es la mayor diferencia entre cumplir un deber en la casa de Dios y obtener un empleo en el mundo.
Cuando la gente vive de su conocimiento, ¿en qué tipo de estado vive? ¿Qué es lo que experimenta más profundamente? En cuanto aprendes algo en un campo, piensas que eres competente, que eres fantástico, y como resultado de ello quedas preso de tu conocimiento. Haces del conocimiento tu vida y, cuando te sucede algo, ese conocimiento emerge para dictarte que hagas esto o aquello. Te gustaría despojarte de él, pero no puedes, porque está grabado en tu corazón y nada puede reemplazarlo. Esto es lo que significa la frase “la primera impresión es la que queda”. Hay algunos corpus de conocimiento que sería mejor no haber estudiado en absoluto. Haberlos aprendido es una carga y una molestia. El conocimiento abarca numerosos campos: educación, derecho, literatura, matemáticas, medicina, biología, etc., todos los cuales se derivan de la experiencia práctica de la gente. Son formas de conocimiento práctico; las personas no pueden vivir sin ellas y deberían estudiarlas. Pero también existen algunas formas de conocimiento que son ponzoñosas para la humanidad; son venenos satánicos, proceden de Satanás. Tomemos, por ejemplo, las ciencias sociales, cuyas enseñanzas incluyen cosas como el ateísmo, el materialismo y la teoría de la evolución, así como el confucionismo, el comunismo y las supersticiones feudales: todas ellas son formas negativas de conocimiento que provienen de Satanás, y el principal fin al que sirven es la infestación, la corrosión y la tergiversación del pensamiento humano; doblegando y controlando el pensamiento de la gente para corromper, dañar y destruir a las personas. La transmisión del apellido familiar, por ejemplo, así como la piedad filial y la glorificación de la propia familia, o la fórmula consistente en “cultivarse a uno mismo, poner en orden la familia, gobernar la nación y traer la paz a todos”, son enseñanzas de la cultura tradicional. Y más allá de ellas están las diversas teorías teológicas, actualmente presentes en la sociedad civil, del budismo, el taoísmo y la religión moderna. Estas también entran dentro del ámbito del conocimiento. Algunas personas, por ejemplo, han servido como pastores o predicadores, o han estudiado teología. ¿Cuál es el resultado de haber adquirido esos conocimientos? ¿Es una bendición o una maldición? (Una maldición). ¿Por qué motivo es una maldición? Si esas personas no hablan, no pasa nada, pero, en el momento en que abren la boca, brota de ella doctrina religiosa. Siempre están tratando de predicar doctrina espiritual; inculcan en la gente los métodos hipócritas de los fariseos, en lugar de dejar que comprenda la verdad. El conocimiento teológico se basa principalmente en teoría teológica. ¿Cuál es el rasgo más notable de la teoría teológica? Que inculca cosas que la gente considera espirituales, y, una vez que la gente ha aprehendido esas cosas pseudoespirituales, esa es su primera y última impresión. Incluso si has escuchado las palabras que expresa Dios, no serás capaz de entenderlas en ese momento y te constreñirás por el conocimiento y las teorías de los fariseos. Eso es algo muy peligroso. ¿No le resultará muy difícil aceptar la verdad a una persona así? Para resumir, si vives de doctrina y conocimiento, y si cumples tu deber y actúas apoyándote en tus dones, tal vez seas capaz de hacer algunas cosas buenas a ojos de los demás. Pero, cuando vives en un estado así, ¿eres consciente de ello? ¿Puedes reconocer que estás viviendo de tu conocimiento? ¿Puedes darte cuenta de las consecuencias que puede tener el hecho de vivir de tu conocimiento? ¿No acabarás con una sensación de vacío en tu corazón, de que una vida así carece de sentido? ¿Y por qué es así, exactamente? Es preciso aclarar estas cuestiones. Este es el punto en que nos encontramos en lo que respecta al conocimiento.
Acabamos de abordar las cuestiones del conocimiento y los dones. Hay un asunto más: muchas personas han llegado al presente, desde su creencia inicial en Dios, sin saber jamás cuál es la verdad, ni cómo deben practicarla y perseguirla. Han vivido todo este tiempo de una convicción, o de nociones y figuraciones humanas. Por expresarlo de forma sencilla, viven de cosas que creen que son correctas. Andan por ahí defendiéndolas de manera obsesiva e incluso las toman por la verdad. Piensan que, con tal de que perseveren en su práctica hasta el final, vencerán y, en adelante, lograrán sobrevivir. Creen en Dios en virtud de dicha noción. Pueden sufrir, abandonar a sus familias y sus carreras profesionales y dejar de lado todo lo que aman, y continúan resumiendo todo en unos pocos preceptos que practican como si fuesen la verdad. Por ejemplo, cuando ven que alguien lo está pasando mal, o que la familia de alguien está atravesando un momento difícil, se responsabilizan y les tienden la mano para ayudarlos. Preguntan por ellos, cuidan de ellos y los atienden. Allí donde hay un trabajo sucio o exigente que hacer, acuden de forma proactiva para ocuparse de él. La suciedad y la exigencia no les molestan. No son remilgados. No discuten con otras personas cuando tratan con ellas, y hacen todo lo posible por alcanzar acuerdos amistosos con todo el mundo. No discuten con los demás y aprenden a ser benevolentes y tolerantes con la gente, de modo que cualquiera que pase tiempo con ellos dirá que son buenas personas y auténticos creyentes. Con respecto a Dios, hacen todo lo que Él les ordena hacer y van donde les dice que vayan. No se resisten. ¿En qué se apoyan para vivir? (Con el celo). No se trata tan solo de una forma simple de celo; viven con la convicción de que están en lo cierto. Estas personas no entenderán la verdad ni siquiera después de creer en Dios durante años, ni sabrán qué es practicar la verdad, someterse a Dios o satisfacerle, ni tampoco qué es buscar la verdad, o cuáles son los principios-verdad. No sabrán nada de esto. Ni siquiera sabrán qué es una persona honesta ni cómo serlo. Piensan: “Todo lo que tengo que hacer es vivir de esta manera y seguir adelante. Sean cuales sean los sermones que predique la casa de Dios, me aferraré a mi forma de actuar; sea cual sea la forma en que Dios me trate, siempre creeré en Él y nunca lo abandonaré. Puedo cumplir cualquier deber que se me pida”. Tienen la impresión de que pueden salvarse practicando así. Sin embargo, es una pena que, a pesar de que su actitud no suponga ningún problema grave, no comprendan ninguna verdad, ni siquiera después de haber escuchado sermones durante tantos años. No entienden la verdad de la sumisión ni saben cómo practicarla, no comprenden la verdad de ser una persona honesta, ni la verdad de cumplir su deber con lealtad, ni qué significa ser superficial. Desconocen si mienten o si son personas falsas. ¿No hay que sentir lástima de esas personas? (Sí). ¿En qué se apoyan para vivir? ¿Podría decirse que viven de su corazón desnudo e infantil? ¿Por qué? Porque, según su creencia, “Mi corazón está ahí para que el universo lo vea. No está claro para la gente; no pueden verlo, pero el cielo lo sabe”. Así de “sincero” es su corazón: nadie puede entenderlo, está fuera del alcance de todos. ¿Por qué llamar a esto un corazón desnudo e infantil? Porque tienen alguna clase de estado de ánimo, un sentimiento, y utilizan ese sentimiento personal o esa ilusión que tienen para interpretar qué debería hacer una persona creyente en Dios y en qué consiste un deber. También usan esos sentimientos para codificar las exigencias de Dios. Creen que “En realidad, Dios no exige a nadie hacer nada, ni que posea grandes aptitudes o comprenda en gran medida la verdad. Basta con que una persona tenga un corazón desnudo e infantil. ¡Qué fácil es creer en Dios! Lo único que hay que hacer es seguir actuando con la fortaleza de un corazón desnudo e infantil”. Sin embargo, sus mentiras no cesan, ni su resistencia, su rebeldía, sus nociones ni su traición. Hagan lo que hagan, no creen que importe, sino que piensan: “Tengo un corazón amante de Dios. Nadie puede romper mi relación con Él, nadie puede empañar mi amor por Dios ni entrometerse en mi lealtad a Él”. ¿Qué clase de mentalidad es esta? Absurda, ¿no? Lo es, y hay que sentir lástima de ella. En el espíritu de esas personas hay un estado desértico, empobrecido y penoso. ¿Por qué “desértico”? Porque, cuando se enfrentan a algo sencillo —si han mentido, por poner un ejemplo—, no lo saben o no se percatan de ello. Nunca se reprochan nada a sí mismas; no tienen sentimientos de ningún tipo. Hasta ahora han seguido a Dios sin criterios rigurosos para medir nada de lo que hacen. Ignoran qué clase de personas son, o si son personas falsas, o si han sido realmente capaces de ser personas honestas, o si son capaces de someterse a las exigencias de Dios. No saben nada de esto. Así de penosas son, y su espíritu está desértico. ¿Por qué decimos esto? Porque desconocen qué les pide Dios, por qué creen en Él o qué clase de persona deben tratar de ser. No saben qué actos carecen de razón o cuáles vulneran los principios-verdad. No saben qué actitud adoptar con las personas malvadas ni con las personas bondadosas; no saben con quién deben relacionarse ni a quién deberían acercarse. Cuando su ánimo es negativo ni siquiera saben en qué estados han caído. Esto es tener un espíritu desértico. ¿Vosotros sois así? (Sí). No me gusta oíros decir eso, pero esa es la clase de estado en que os encontráis. Siempre sois emocionales, y nadie sabe cuándo cambiará eso.
¿Qué es ser emocional? Veámoslo con un ejemplo. Algunas personas creen que aman mucho a Dios. En particular, se sienten muy honradas y doblemente bendecidas por haber nacido en los últimos días, por haber aceptado esta etapa de la obra de Dios y por poder escuchar Sus palabras con sus propios oídos y experimentar Su obra en persona. En consecuencia, piensan que deberían encontrar algún modo de expresar sus corazones desnudos e infantiles. ¿Y cómo lo hacen? Sus emociones afloran, su ardor está a punto de estallar, se vuelven algo irracionales y sus emociones se vuelven anormales. De todo ello emerge la fealdad. En la China continental, el entorno era absolutamente hostil para creer en Dios y la gente vivía oprimida. Sentían un gran ardor y deseaban gritar: “¡Dios Todopoderoso, Te amo!”. Pero no tenían dónde hacerlo, de modo que no podían, por temor a ser arrestados. Ahora están en el extranjero y tienen libertad para creer; finalmente tienen un lugar para dar rienda suelta a su corazón desnudo e infantil. Necesitan expresar cuánto aman a Dios. Por ello, salen a las calles y buscan un lugar en el que no haya mucha gente alrededor para poder gritar a sus anchas. Sin embargo, antes de poder hacerlo, sienten que no tienen la suficiente confianza. Miran a su alrededor y el grito no les sale. ¿Qué es lo que les pasa por la mente? “Esto no basta. No es suficiente con tener un corazón desnudo e infantil. Mi corazón no ama aún a Dios. Con razón no tengo nada que gritar”. Y así, tristes y llenos de dolor, se marchan a sus casas y oran a Dios con lágrimas en los ojos, diciendo: “Oh, Dios, antes, cuando me encontraba en un entorno que no lo permitía, no me atrevía a gritar ‘Te amo’. Ahora me encuentro en un entorno que lo permite, pero me sigue faltando la confianza. Soy incapaz de gritar. Parece que mi estatura y mi confianza son demasiado insignificantes. No tengo la vida”. A partir de ese momento, oran por este problema, hacen preparativos y se dedican a ello. Leen a menudo las palabras de Dios, que los conmueven hasta el llanto, y las emociones y el entusiasmo que sienten bullen y se acumulan en su corazón. Y continúan así hasta que un día se sienten tan llenos de emoción que se ven capaces de ir a una plaza pública con capacidad para varios miles de personas y gritar: “Te amo, Dios Todopoderoso” delante de la multitud, pero, cuando van a la plaza y ven allí toda la gente que hay, de nuevo, el grito no les sale. Puede que todavía no lo hayan gritado, incluso ahora. Pero, lo hayan hecho o no, ¿qué significaría eso? ¿Gritar así es practicar la verdad? ¿Es dar testimonio de Dios? (No). Entonces, ¿por qué se empeñan en proferir esos gritos? Creen que ese grito sería más fuerte y eficaz que cualquier otro método de difundir las palabras de Dios y dar testimonio de Él. Eso es lo que significa ser una persona con un corazón desnudo e infantil. ¿Es bueno o malo que una persona sienta esas emociones? ¿Es normal o anormal? ¿Puede calificarse como algo que entra dentro del ámbito de la humanidad normal? (No). ¿Por qué no? ¿Qué objetivo persigue Dios al hacer a la gente cumplir deberes y entender y practicar la verdad? ¿Acaso aumentar la emoción del amor que sienten por Él o su emoción por cumplir su deber? (No). ¿Sentís a veces esas emociones, tal vez a menudo? (Sí). Cuando las sientes, ¿notas que surgen de manera repentina y anormal, o que son difíciles de eliminar? Debes contenerlas, por complicado que sea eliminarlas. Dejando de lado todo lo demás, eso son simplemente emociones, no los logros que llegan una vez que la gente entiende y practica la verdad, o una vez que ha seguido el camino de Dios. Se encuentran en un estado anormal. ¿Puede ese estado anormal calificarse entonces de obstinación radical? Depende del caso. Hay diferentes grados; algunos pueden calificarse de obstinación radical, y algunos llegan al nivel de lo absurdo. Es normal que alguien desprenda ese estado de ánimo en ocasiones. Entonces, ¿qué manifestaciones de ello son anormales? Hacer algo por una emoción imposible de reprimir. Cuando una persona vive y se afana cada día por un propósito, leyendo las palabras de Dios y predicando el evangelio también con ese propósito, y cumpliendo todos y cada uno de sus deberes por él, cuando todo gira en torno a ese propósito y se convierte en el valor y el significado de su existencia y de su vida, es evidente que hay un problema. El objetivo y la dirección de esa persona se desvían. Hay cierta fealdad en las personas que viven de sus corazones desnudos e infantiles. Hay algo obstinado en ellas y sienten emociones anormales. Si alguien vive de estas cosas y se encuentra a menudo en ese estado, ¿puede entender la verdad? (No). Si no puede entender la verdad, ¿cuál es su estado de ánimo cuando escuchan los sermones? ¿Qué intención tienen cuando leen las palabras de Dios? ¿Puede alguien que cree siempre en Dios con un corazón desnudo e infantil y una ceremonia religiosa entender la verdad y ganarla? (No). ¿Por qué no? Nada de lo que hace está basado en la verdad, sino en teoría religiosa y en nociones y figuraciones. Tampoco consiste en la búsqueda y la práctica de la verdad. No le importa en absoluto qué es realmente la verdad o qué dicen las palabras de Dios. No se preocupa de eso, como si todo lo que se necesitara para creer en Dios fuese un corazón desnudo e infantil, como si todo lo que tuviera que hacer fuera ocuparse de las cosas y esforzarse en la iglesia. Así de simple es para estas personas. No entienden lo que es comprender y practicar la verdad, ni qué hay que buscar para salvarse. Puede que a veces piensen en estas cosas, pero son incapaces de resolverlas. Piensan constantemente del siguiente modo: “Mientras tenga celo, alcance un alto nivel de emoción y pueda perseverar hasta el final, podré salvarme” y, por consiguiente, arrastrados por sus exacerbadas emociones, no hacen más que cosas estúpidas, que van en contra de los principios-verdad. Al final, quedan en evidencia y son descartados. Parece que las emociones exacerbadas no son tan buenas, después de todo.
Vivir de un corazón desnudo e infantil conlleva otro estado bastante atroz: el hecho de que algunas personas se basan siempre en el entusiasmo para creer en Dios. El fuego de sus corazones jamás se extingue; piensan que todo lo que necesitan para creer en Dios es un corazón desnudo e infantil. “No necesito entender la verdad, no necesito examinar sobre mí mismo y no necesito ponerme delante de Dios para confesar mis pecados y arrepentirme; y, ciertamente, no necesito aceptar juicio ni castigo alguno, ni ser podado, ni ser censurado ni criticado por nadie”, piensan. “No necesito esas cosas. Todo lo que necesito es un corazón desnudo e infantil”. Este es el principio en el que se basa su creencia en Dios. Piensan: “No tengo que aceptar juicio ni castigo alguno. Me basta con sentirme bien conmigo mismo. Creo que Dios definitivamente estará contento conmigo si lo hago. Si soy feliz, Dios es feliz; eso es todo. Si creo en Dios de esta manera, me salvaré”. ¿No es esta una forma de pensar terriblemente ingenua? Solíais encontraros en un estado así, ¿verdad? (Sí). Si vivís hasta el final en un estado así, incapaces de cualquier transformación, entonces es justo decir que no entendéis la verdad lo más mínimo. La verdad no tiene nada que ver con vosotros. No conocéis el objetivo o el significado de la salvación del hombre por Dios, y no entendéis en qué consiste creer en Dios. ¿Cuál es la diferencia entre la fe en Dios y creer en la religión? Todo el mundo tiene la idea de que si una persona cree en la religión es porque carece de medios para su subsistencia y puede que tenga dificultades en casa. Si ese no es el caso, lo que quieren es encontrar algo en lo que apoyarse, buscar un sustento espiritual. A menudo la creencia en la religión no es más que procurar que la gente sea buena, benevolente, ofrezca ayuda y sea amable con los demás, haga más buenas obras para acumular virtudes, no cometa asesinatos ni incendios, no incumpla la ley ni cometa delitos, no haga nada malo, no golpee a la gente ni la maldiga, no robe o hurte ni engañe o estafe a los demás. Tal es el concepto de “creencia en la religión” que existe en la mente de todos. ¿Cuánto de este concepto de creencia en la religión existe hoy dentro de vuestros corazones? ¿Son acordes con la verdad estas cosas que están relacionadas con la creencia en la religión? ¿De dónde proceden exactamente? ¿Lo sabéis? Si creéis en Dios con un corazón que alberga creencias en la religión, ¿cuál será el resultado? ¿Es esa la forma adecuada de creer en Dios? ¿Hay alguna diferencia entre el estado de creer en la religión y el estado de tener fe en Dios? ¿Cuál es la diferencia entre creer en la religión y tener fe en Dios? Cuando comenzaste a creer en Dios, puede que pensaras que creer en la religión y tener fe en Dios eran la misma cosa. Pero, ahora que llevas creyendo en Dios varios años, ¿en realidad qué consideras que es tener fe? ¿Hay alguna diferencia con la creencia en la religión? Creer en la religión significa seguir algunos rituales religiosos para proporcionar felicidad y consuelo al espíritu. No tiene que ver con cuestiones como qué senda recorre la gente o cómo viven sus vidas. No hay ningún cambio en tu mundo interior; sigues siendo tú, y tu esencia-naturaleza sigue siendo la misma. No has aceptado las verdades que vienen de Dios y las has convertido en tu vida, sino que te has limitado a hacer algunas buenas obras o a seguir ceremonias y preceptos. Te has limitado a realizar algunas actividades relacionadas con la creencia en la religión; solo eso, nada más. Entonces, ¿a qué se refiere la fe en Dios? Significa un cambio en tu forma de vivir, significa que ya se ha producido un cambio en el valor de tu existencia y tus objetivos en la vida. Al principio, vivías para cosas como honrar a tus antepasados, destacar entre los demás, tener una buena vida y luchar por la fama y la fortuna. Hoy has abandonado esas cosas. Ya no sigues a Satanás, sino que deseas renunciar a él, dejar a un lado esa tendencia malvada. Sigues a Dios, lo que aceptas es la verdad, y la senda que recorres es la de perseguir la verdad. La dirección de tu vida ha cambiado completamente. Tras creer en Dios, enfocas la vida de manera diferente, llevando una forma de vida distinta, siguiendo al Creador, aceptando y sometiéndote a la soberanía y designios del Creador, aceptando Su salvación y, finalmente, convirtiéndote en un verdadero ser creado. ¿Acaso no es eso cambiar tu forma de vida? Es lo absolutamente opuesto a tu búsqueda anterior, a tu forma de vida y a las motivaciones y el significado detrás de todo lo que hacías; se opone completamente, ni siquiera juega en el mismo campo. Terminaremos aquí con la diferencia entre la fe en Dios y la creencia en la religión. ¿Podéis observar en vosotros mismos el estado de tener un “corazón desnudo e infantil” del que hemos hablado? (Sí). Entonces, ¿vivís la mayor parte del tiempo de un corazón desnudo e infantil, o solamente presentáis ese estado de cuando en cuando? Si es algo ocasional, eso demuestra que ya te has despojado de ese estado y has comenzado a perseguir la verdad, que has empezado a emerger de ese estado; si sigues viviendo de un corazón desnudo e infantil la mayor parte del tiempo y no sabes cómo vivir de las palabras de Dios ni de la verdad, ni cómo deshacerte de las limitaciones de un corazón desnudo e infantil y emerger de ese estado, eso demuestra que no estás viviendo ante Dios, que todavía no sabes qué es la verdad o cómo buscarla. ¿Es grande la diferencia? (Sí). Si sigues viviendo de ese modo, sin comprender la verdad lo más mínimo, estás en peligro; deberás ser descartado antes o después. Por lo que respecta a la forma en que surge ese corazón desnudo e infantil, tendrás que buscar la verdad, diseccionar el estado y modificarlo. Debes tener muy claras las cuestiones de por qué tendría alguien un corazón desnudo e infantil, qué consecuencias tendrá el hecho de apoyarse en el fervor para creer en Dios, si se puede ganar la verdad creyendo en Dios de esta manera o si estimulará eso tu fe en Dios. Para ello es necesario que te sometas a comparación, que reflexiones y que busques la resolución.
Un tipo de persona es entusiasta de corazón en su creencia en Dios. Le va bien cualquier deber, al igual que cierto grado de adversidad, pero su temperamento es inestable: es emocional, caprichosa e inconsistente. Actúa únicamente según su estado de ánimo. Cuando está feliz, hace correctamente el trabajo que le hayan encargado y se lleva bien con quien se relacione y se asocie. También está dispuesta a asumir más deberes: sea cual sea el deber que cumpla, lo hace con sentido de la responsabilidad. Así es como actúa cuando está de buen humor. Puede que haya una razón por la que lo esté: tal vez recibió elogios por hacer bien su deber y se ganó la estima y la aprobación del grupo, o quizá muchísima gente apreció la obra que hizo, de modo que se hincha como un globo que se llena cada vez más con cada soplo de alabanza. Por eso, sigue cumpliendo el mismo deber cada día, y sin embargo nunca llega a captar las intenciones de Dios ni a buscar los principios-verdad. Siempre actúa basándose en la experiencia. ¿Es la experiencia la verdad? ¿Es fiable actuar según la experiencia? ¿Se corresponde con los principios-verdad? Actuar de acuerdo con la experiencia no es conforme a los principios; habrá necesariamente momentos en los que esto falle. Por tanto, llega un día en el que ya no cumple bien su deber. Muchas cosas salen mal y se la poda. El grupo está insatisfecho con esta persona, quien adopta una postura negativa: “Ya no voy a cumplir más este deber. Lo hago mal. Todos vosotros sois mejores que yo. Soy yo el que no es bueno. ¡Quien quiera hacerlo, adelante!”. Alguien habla con ella sobre la verdad, pero no consigue abrirle los ojos; esta persona no entiende nada y dice: “¿Qué se puede compartir sobre esto? No me importa si es la verdad o no: haré mi deber cuando esté feliz y no lo haré cuando no lo esté. ¿Por qué hay que complicarlo tanto? Ahora no voy a hacerlo; me esperaré a un día en el que esté feliz”. Estas personas son así, sistemáticamente. Ya se trate de cumplir su deber, leer las palabras de Dios, escuchar sermones, asistir a reuniones o interactuar con otros, en todo lo que conlleva cualquier aspecto de su vida, lo que revelan es nublado un momento y soleado al siguiente, elevado un momento y deprimido al siguiente, frío un momento y cálido al siguiente, negativo un momento y positivo al siguiente. En resumen, su estado, ya sea bueno o malo, siempre es bastante pronunciado. Puedes verlo enseguida. Son inconsistentes en todo lo que hacen y simplemente se entregan a su temperamento. Cuando están felices, hacen mejor el trabajo y, cuando no, son chapuceros; es posible que incluso dejen de hacerlo y abandonen la tarea. Hagan lo que hagan, deben hacerlo de acuerdo con su estado de ánimo, con el entorno y con sus exigencias. No tienen ninguna voluntad de afrontar adversidades; están mimadas y consentidas, son histéricas e insensibles a la razón y no hacen nada para refrenarlo. Nadie puede ofenderlas; quien lo haga será el blanco de su mal genio, que llega como una tormenta, y, en cuanto pasa todo, se vuelven negativas y se sienten emocionalmente abatidas. Es más, lo hacen todo según sus preferencias. “Si me gusta este trabajo, lo haré; si no, no lo haré nunca. Quienquiera de vosotros que esté dispuesto, puede hacerlo. Eso no tiene nada que ver conmigo”. ¿Qué tipo de persona es esta? Cuando está feliz y su estado es bueno, está exaltada de corazón y dice que quiere amar a Dios. Está tan exaltada que llega a derramar lágrimas apasionadas que le caen por la cara y a sollozar enérgicamente. ¿Ama su corazón a Dios verdaderamente? El estado de amar a Dios de corazón es normal, pero, al observar su carácter, sus conductas y sus revelaciones, pensarías que se trata de un niño de unos diez años. Su carácter y su manera de vivir son caprichosos. Es inconsistente, desleal, irresponsable e ineficaz en todo lo que hace. Nunca afronta la adversidad y no está dispuesta a asumir responsabilidades. Cuando está feliz, le va bien hacer cualquier cosa; puede soportar algunas adversidades y también que sus intereses sufran un revés. Pero, si se siente infeliz, no hará nada. ¿Qué tipo de persona es esta? ¿Es normal un estado como este? (No). Esta cuestión trasciende incluso un estado anormal: es una manifestación de un grado extremo de capricho, estupidez, ignorancia e inmadurez. ¿Cuál es el problema del capricho? Algunos pueden decir: “Es una inestabilidad del temperamento. Son demasiado jóvenes y han sufrido muy pocas adversidades; su personalidad todavía no está definida, de modo que suelen comportarse de manera caprichosa”. La realidad es que el ser caprichoso no entiende de edades: personas cuarentonas y septuagenarias también son caprichosas a veces. ¿Cómo debe explicarse esto? El capricho es en realidad un problema del carácter de uno, ¡y sumamente grave! Si cumplen un deber importante, es posible que retrasen ese deber y el progreso del trabajo, causando pérdidas a los intereses de la casa de Dios y, si cumplen deberes ordinarios, también los afecta en ocasiones, lo que entorpece el desarrollo de las cosas. Nada de todo esto beneficia ni a uno ni a otros ni a la obra de la iglesia. Las pocas tareas que lleva a cabo y los precios que paga resultan en una pérdida neta. La gente particularmente caprichosa no es apta para cumplir deberes en la casa de Dios, y hay muchas personas así. El capricho es la manifestación más habitual entre las actitudes corruptas. Prácticamente todo el mundo tiene este tipo de carácter. ¿Y en qué consiste ese carácter? De manera natural, cada carácter corrupto es una variedad de las actitudes de Satanás, y el capricho es un carácter corrupto. En palabras moderadas, no es amar ni aceptar la verdad; en palabras más duras, es sentir aversión por la verdad y odiarla. ¿Pueden los caprichosos someterse a Dios? De ninguna manera. Pueden hacerlo momentáneamente, cuando están felices y obtienen algún beneficio, pero cuando este no es el caso se enfurecen y se atreven a resistirse a Él y a traicionarlo. Se dirán a sí mismos: “Me da igual si es la verdad o no, lo que importa es que estoy feliz y contento. ¡Si me siento infeliz, no me servirá nada de lo que diga nadie! ¿Para qué vale la verdad? ¿Para qué vale Dios? ¡Yo soy quien manda!”. ¿Qué tipo de carácter corrupto es este? (Odiar la verdad). Es un carácter que odia la verdad, que siente aversión por ella. ¿Conlleva algún elemento de arrogancia y vanidad? ¿De intransigencia? (Sí). Aquí reside otro estado atroz. Cuando están de buen humor, son simpáticos con todo el mundo y cumplen su deber con responsabilidad; la gente piensa que son personas buenas y sumisas, que están dispuestas a pagar un precio y aman realmente la verdad. Pero, tan pronto se vuelven negativas, lo dejan estar todo, se quejan e incluso se muestran insensibles a la razón. Aquí es donde emerge su lado malicioso. Nadie puede reprocharles nada. Incluso dirán: “Entiendo cada verdad, solo que no la practico. ¡Con estar a gusto conmigo mismo ya me bastará!”. ¿Qué tipo de carácter es este? (Malicia). Estas personas malvadas no solo están dispuestas a contraatacar a quienes puedan podarlas, sino que incluso los lastimarían y les harían daño, como un demonio malvado. Nadie se atrevería a meterse con ellas. ¿Acaso no se comportan de un modo muy caprichoso y malicioso? ¿Es este un problema relacionado con una edad joven? ¿Acaso no serían caprichosas si fueran mayores? ¿Serían más reflexivas y racionales si tuvieran más años? No. Esta no es una cuestión de su personalidad ni de su edad. Ahí se oculta un carácter corrupto profundamente arraigado que las gobierna y por el que viven. ¿Hay sumisión en alguien que vive en un carácter corrupto? ¿Puede buscar la verdad? ¿Alguna parte de él ama la verdad? (No). No, no hay nada de eso. ¿Habéis tenido todos vosotros un estado caprichoso? (Sí). ¿Habríais sentido que era un problema si no hubiéramos hablado de ello? (No). Ahora, después de haber hablado del tema, ¿sentís que es un problema bastante grave? (Sí). Algún capricho ocasional surge de causas objetivas. Eso no es un problema de carácter. Todos los problemas de carácter y todas las revelaciones de un carácter corrupto en las acciones de uno tendrán consecuencias negativas. He aquí un ejemplo de una causa objetiva: supongamos que hoy alguien tiene un dolor de estómago terrible. Le duele tanto que apenas tiene fuerzas para hablar. Solo quiere echarse un rato. Justo en ese momento, alguien se le acerca y charla con él un rato, quien al responder utiliza un tono un poco áspero. ¿Es este un problema con su carácter? No, no lo es. Solo se muestra de esa manera porque está enfermo y siente dolor. Si fuera ese tipo de persona en una situación normal, si siempre hablara de esa manera, ese sería un problema de carácter. En ese caso, emplea un tono inadecuado al hablar porque su dolor ha traspasado cierto umbral. Eso es normal que ocurra. Si hay una causa objetiva y todo el mundo reconoce que hablar o actuar de esa forma es excusable y razonable dadas las circunstancias, que solo es la naturaleza humana, se trata de una conducta y una revelación de humanidad normal. Pongamos el ejemplo de alguien que ha perdido a un familiar y comienza a llorar en su duelo. Eso es bastante normal. Sin embargo, hay gente que lo juzgaría y diría: “Esta persona es sentimental. Ha creído en Dios durante todos estos años y aún no es capaz de desprenderse del afecto hacia su familia. Incluso llora al morir un pariente. ¡Qué ridículo!”. Lo más grave es que, cuando quien muere es la madre del que dice estas cosas, él llora más desconsoladamente que nadie. ¿Cómo debería contemplarse esto? No se pueden aplicar preceptos irreflexivamente o hacer generalizaciones al respecto: algunas cosas tienen causas objetivas y son conductas y revelaciones de humanidad normal. Lo que son y no son conductas y revelaciones de una humanidad normal varía según las circunstancias. Cuando se menciona aquello por lo que uno vive, lo que se dice alude, por un lado, a problemas en las actitudes de las personas y, por otro, a problemas en sus puntos de vista, así como en sus modos y sendas de búsqueda. No se trata en absoluto de una cuestión de su mal genio o su personalidad, ni de su manera exterior de hacer las cosas.
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