¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir? (Parte 3)

Hay otro tipo de estado, que es vivir según las filosofías para los asuntos mundanos. A la mayoría de la gente le gusta perseguir la fama, la ganancia y el estatus en su fe en Dios, sin centrarse en perseguir la verdad. En tanto que alguien tiene un poco de calibre y algunas ideas, posee un conjunto de filosofías y reglas para vivir de Satanás. Cada uno tiene sus propios trucos en lo que respecta a cómo vivir felizmente y de una manera que lo distinga, honre el nombre de su familia y consiga la aclamación de todos. ¿Cuáles son estos trucos? Son filosofías “supremas” para los asuntos mundanos. Algunos podrían extrañarse: “supremas” y “filosofías para los asuntos mundanos” no se corresponden. Son una combinación inusual. Así pues, ¿por qué se utiliza la palabra “supremas” en este caso? En general, alguien que tiene una filosofía para los asuntos mundanos cree que para vivir debe contar con algunas reglas para la existencia, es decir, algunos secretos para sobrevivir. Piensa que esa es la única manera de lograr sus objetivos en la vida. Para esa persona, estas reglas para la existencia, que son filosofías para los asuntos mundanos, son sus principios más elevados, como esas consignas que la gente suele decir. Defiende su filosofía para los asuntos mundanos y se ciñe a ella como si fuera la verdad, sin excluir siquiera al pueblo escogido de Dios de este tratamiento. Piensa: “Ningún humano puede separarse de los temas mundanos. Creéis en Dios, ¿verdad? Seguís los principios, ¿no? Entendéis la verdad, ¿cierto? Bien, pues tengo una filosofía para los asuntos mundanos con la que trataros. Sois meticulosos, ¿verdad? Os atenéis a los principios-verdad, ¿cierto? Bien, yo no entiendo los principios-verdad, pero todavía puedo predisponeros a que me hagáis caso y haceros ir de acá para allá. Os mantendré a todos en mi órbita; diréis que soy una buena persona y no hablaréis mal de mí a mis espaldas. Incluso os juzgaré cuando no estéis presentes, os haré trastadas, os traicionaré y no os enteraréis de nada”. Esa es una persona que vive según filosofías para los asuntos mundanos. ¿Qué encierran estas filosofías? Subterfugios, engaños y tácticas, así como enfoques y métodos. Por ejemplo, al ver a alguien con estatus, alguien que podría servirles de algo, algunos se muestran muy educados, les hacen la pelota y se deshacen en alabanzas. A aquellos de quienes piensan que no pueden ofrecer mucho y que no son tan buenos como ellos, les hablan con condescendencia y los menosprecian en todo momento, cosa que hace que sientan que son superiores y que siempre se les debe admirar. En su mundo interior, cuentan con un sistema para jugar con la gente y manipularla y con una manera de tratar a cada tipo de persona. Cuando se encuentran con alguien, saben a simple vista qué tipo de persona es y cómo deben tratarlo y relacionarse con él. Elaboran la fórmula de inmediato en su mente. Son sofisticados y tienen práctica en esto. No les hace falta pensar en implementar estas filosofías para los asuntos mundanos: no necesitan esbozos preliminares ni las instrucciones de nadie. Tienen sus propios métodos, algunos de los cuales se les han ocurrido, mientras que otros los han aprendido de terceros, los han observado en los demás o los han adquirido de la influencia de otras personas. También puede ser que nadie les hablara de estos métodos, pero sean capaces de inferir los detalles, de manera que aprenden sus filosofías para los asuntos mundanos, técnicas, enfoques, métodos, argucias y cálculos. ¿Tiene la verdad la gente que vive según estas cosas? ¿Puede vivir según la verdad? (No). No puede. Por tanto, ¿cómo influye en otras personas? Suele engañarlas, embaucarlas, utilizarlas, jugar con ellas, etcétera. Estas filosofías para los asuntos mundanos no son necesariamente el ámbito exclusivo de intelectuales o de un grupo determinado de individuos, la realidad es que están presentes en todo el mundo.

¿De qué otras maneras se manifiestan las filosofías satánicas? Algunos son grandes oradores. Sonsacan felicidad y satisfacción a la gente, que se siente aliviada al haberlos oído hablar, pero no realizan ninguna obra real en absoluto. ¿Qué clase de persona es esta? Una que manipula a los demás con palabras hermosas. Después de trabajar un rato, algunos líderes y obreros piensan: “¿Me entiende lo Alto? ¿Me conoce Dios? Debo informar de algunos problemas para que lo Alto sepa que estoy trabajando. Si lo Alto ve que los problemas de los que informo son bastante reales y sustanciales, que son cuestiones clave, tal vez lo Alto me tenga en estima al ver que puedo hacer obra real”. Por tanto, encuentran la oportunidad para mencionar problemas. Están justificados al mencionar problemas, eso es de sentido común, y el trabajo lo requiere. Pero esto no debería contaminarse con sus intenciones personales. ¿Podéis ver las intenciones que tienen estas personas al informar de estos problemas? ¿Cuál es realmente el problema con sus intenciones? Esta cuestión requiere reflexión y discernimiento. Si mencionaran los problemas para cumplir bien su deber y satisfacer a Dios, eso estaría justificado; significaría que son personas responsables que hacen obra real. Sin embargo, actualmente hay algunos líderes y obreros que no hacen obra real, más bien son oportunistas y se van por lo fácil, mienten a sus superiores y ocultan cosas a quien está por debajo de ellos. Y, aun así, les gustaría ser astutos y hábiles y satisfacer a todo el mundo. Al practicar de esta manera, ¿acaso no viven según filosofías satánicas? Si es así, ¿cómo se debería resolver el problema? Es necesario aclarar qué verdades deben buscarse y cómo debe conocerse y discernirse esto antes de poder resolver el problema de sus intenciones corruptas. Os pondré otro ejemplo. Dos personas se emparejan para cumplir un deber. Irán a una iglesia de otra zona para ocuparse de un problema que hay ahí. Las condiciones de vida de ese lugar son relativamente pobres, la seguridad pública no es buena y es un sitio un poco arriesgado. Una de ellas dice: “No le caigo bien a la gente de esa iglesia. Aunque fuera allí, no hay ninguna garantía de que pudiera resolver su problema. Sin embargo, tú les caes bien a todos. Sería provechoso que fueras a resolver el problema”. Al otro le parece que esto es cierto y se dirige hacia el lugar. Al margen de todo lo demás, ¿acaso no hay un problema con el que encontró razones y puso excusas para no ir? Tanto si sus excusas y razones son válidas o no, ¿practica la verdad en esto? ¿Piensa en sus hermanos y hermanas? No; está mintiendo. Pronuncia palabras hermosas para lograr sus propios fines. ¿Acaso no es esto una técnica? Si piensas y actúas así, no te has rebelado contra la carne. Sigues viviendo según filosofías satánicas. Pero ¿qué pasaría si fueras capaz de rebelarte contra ti mismo y no vivieras según filosofías satánicas? Inicialmente no querrías ir a esa iglesia a ocuparte de sus problemas, pero después reflexionarías: “Eso no está bien. El hecho de que piense de esa manera significa que soy una mala persona, que soy inmoral. Tengo que retirar lo que dije, tan pronto como pueda. Debo pedirle disculpas y mostrarme abierto respecto a la corrupción que he revelado. Debo ir a ese lugar hoy, aunque muera en el intento”. En realidad, no es seguro que vayas a morir allí. ¿Desde cuándo la muerte sobreviene tan fácilmente? Dios predestina la vida y la muerte. Al fin y al cabo, en un caso como este, debes tener determinación y la capacidad de rebelarte contra ti mismo. Solo entonces podrás vivir según la verdad. Te pondré otro ejemplo: dos personas se emparejan para cumplir un deber. Las dos temen asumir la responsabilidad del asunto, de modo que se convierte en una batalla de ingenio. Uno dice: “Ve a ocuparte de esto”. El otro responde: “Sería mejor que te encargaras tú. Tengo peor calibre que tú”. Lo que realmente piensa es: “No habrá ninguna recompensa por hacer esto bien y, si lo hago mal, me podarán. No voy a hacerlo, ¡no soy tan estúpido! Sé lo que pretendes. Deja de intentar que vaya yo”. ¿Cuál es el resultado de su discusión? Ninguno de los dos va, y en consecuencia el trabajo se retrasa. ¿Acaso no es eso inmoral? (Sí). ¿Acaso no es retrasar el trabajo una consecuencia grave? Es un mal resultado. Así pues, ¿según qué viven estas dos personas? Ambas viven según filosofías satánicas; estas filosofías y sus propias argucias las constriñen y las rigen. No han logrado practicar la verdad y, por tanto, no han cumplido su deber a la altura de las expectativas. Lo han hecho de una manera superficial, y en ello no hay testimonio alguno. Supongamos que otras dos personas se emparejan para cumplir un deber. Una intenta adoptar una posición dominante en todo y siempre quiere tener la última palabra, y la otra podría pensar: “Es un tipo duro; le gusta mandar. Bien, que lo dirija todo y, así, cuando algo salga mal, será él a quien poden. ¡‘El cazador dispara al pájaro que asoma la cabeza’! Yo no voy a asomarla, pues. Lo que pasa es que tengo un calibre pobre y no me gusta que me importunen con cosas. Le gusta mandar, ¿verdad? ¡Bien, si hay algo que hacer, que lo haga él!”. Alguien que dice estas cosas disfruta siendo una persona complaciente, un seguidor. ¿Qué opinas de su manera de cumplir un deber? ¿Según qué vive? (Filosofías para los asuntos mundanos). También piensa algo más: “¿Acaso no se enfurecerá conmigo si le robo el protagonismo? ¿Acaso no estaremos desavenidos en adelante? Si esto afectara a nuestra relación, nos costaría llevarnos bien. Será mejor que le deje hacer las cosas a su manera”. ¿Acaso no es esta una filosofía para los asuntos mundanos? Su manera de vivir le ahorra problemas. Le permite evitar asumir responsabilidades. Se limitará a seguir en cualquier cosa que le hagan hacer, sin tener que mandar ni sobresalir ni pensar en problemas. Otra persona ya se encarga de todo, de modo que no se fatigará. Su voluntad de ser un seguidor demuestra que no tiene sentido de la responsabilidad. Vive según filosofías para los asuntos mundanos. No acepta la verdad ni mantiene los principios. Eso no es cooperación armoniosa, sino ser un seguidor, una persona complaciente. ¿Por qué eso no es cooperación? Porque no asume su responsabilidad en nada. No actúa con todo el corazón ni toda la mente, y posiblemente tampoco con toda su fuerza. Por eso digo que vive según filosofías para los asuntos mundanos, en lugar de según la verdad. Otro ejemplo más: alguien comete una mala acción mientras cumple su deber, algo que supone una pérdida para los intereses de la casa de Dios. Tú lo ves, pero piensas: “Eso no es asunto mío. No ha perjudicado mis intereses. Además, no soy el responsable. ¿Qué hago entrometiéndome en los asuntos de otros? Que se ocupe alguien más, quien quiera hacerlo. Lo único que tengo que hacer es seguir haciendo muy bien mi trabajo. No es cosa mía si los demás cometen malas acciones. No me importa si lo veo; no me importa si otros se descarrían y, si se produce una pérdida en la obra de la iglesia, eso no tiene nada que ver conmigo”. ¿Acaso no es esta una filosofía para los asuntos mundanos? (Lo es). ¿Son buenas las intenciones de esta persona? (No). Vive según filosofías satánicas. Algunos se comportan así ocasionalmente en algún asunto; otros lo hacen a menudo, sin buscar la verdad ni reflexionar sobre sí mismos en ningún momento y sin resolver sus actitudes corruptas. Estos dos tipos de personas se encuentran en posiciones distintas. Pero, independientemente de si esto ocurre solo en incidentes aislados o en todos los asuntos, alude al problema de un carácter corrupto. No es una cuestión simple relacionada con los métodos de uno: es vivir la propia vida según filosofías satánicas. ¿Qué otras filosofías para los asuntos mundanos ve y presencia la gente habitualmente? (Sobornar a otros con favores insignificantes, complacer sus preferencias, elogiarlos y consentirlos). Complacer las preferencias de alguien es una técnica, un tipo de filosofía para los asuntos mundanos. ¿Qué más? (No informar directamente después de ver a alguien hacer algo que infringe los principios, por miedo a herir sus sentimientos). Otro tipo de filosofía para los asuntos mundanos es ser indirecto al hablar, siempre eludiendo ir al grano y eligiendo palabras agradables que no conllevan los principios o el problema esencial. ¿Alguna filosofía más? (Adular a alguien con estatus y congraciarse con él). Eso es ganarse su favor y también es un tipo de filosofía para los asuntos mundanos. Por su naturaleza, algunos siempre buscan manipular a otros y aprovecharse de ellos. Son particularmente traicioneros. Otros son astutos y hábiles vayan donde vayan. Lo que dicen depende de a quién se lo digan. Su mente reacciona muy rápidamente: saben cómo manejar a alguien desde el primer momento en el que se cruzan sus miradas. Estas personas son sumamente taimadas, no pueden vivir según la verdad. ¿De qué otras maneras se manifiestan las filosofías para los asuntos mundanos? (No atreverse a opinar después de ver un problema por miedo a asumir la culpa si resulta que se trata de un error, observando lo que otros dicen y hacen y sin expresar lo que uno piensa hasta que la mayoría ya lo ha hecho). La gente suele seguir la corriente y pensar que la ley no puede aplicarse cuando todo el mundo la incumple. ¿Qué tipo de problema es ese? ¿Qué tipo de carácter? ¿Acaso no es un carácter falso? No te atreves a mantener los principios-verdad porque siempre quieres ser complaciente y tienes miedo de ofenderlos, y a la vez también temes que te dejen en evidencia y te descarten por no practicar la verdad: ¡menudo dilema! Esa es la situación lamentable de las personas complacientes. Cuando la gente no practica la verdad, así son las condiciones adversas que vive; todas ellas tienen la semejanza demoníaca de Satanás. Algunas de estas personas son insidiosas, traicioneras, despreciables, viles, de mala calaña o patéticas. ¿Vivís según filosofías satánicas? Adular a cualquiera que sea un líder e ignorar a los líderes a quienes se ha sustituido o descartado; congraciarse con cualquiera elegido como líder, independientemente de quien sea; decir todo tipo de cosas repugnantes como: “¡Dios mío! Eres hermoso y de muy buena complexión, la viva estampa de la belleza. Tienes la voz de un presentador de televisión y cantas como una alondra”, buscando maneras de ganarse su favor; halagarlo cada vez que tengáis la oportunidad; sobornarlo con favores insignificantes; estar pendiente habitualmente de lo que hace y dice y pensar en maneras de satisfacerlo cuando veis que le gusta algo. ¿Utilizáis estas tácticas? (Sí. A veces veo que un líder o un obrero tienen problemas o carencias, pero no me atrevo a decir nada por miedo a que me culpen y se pongan en contra de mí). Eso es una falta de principios. ¿Sabes, pues, si has identificado correctamente esos problemas y si notificarlos beneficiaría a la obra de la iglesia? (Un poco). Sabes un poco; así que ¿qué debes hacer para ajustarte a los principios-verdad? Si estás seguro de que has observado un problema y entiendes en el corazón que este problema debe resolverse para que no se retrase el trabajo, pero no eres capaz de seguir los principios y tienes miedo de ofender a otros, ¿qué problema hay en juego? ¿Por qué tendrías que temer acatar los principios? Se trata de una cuestión importante de naturaleza, y está relacionada con si amas la verdad y si tienes sentido de la rectitud. Debes expresar tu opinión, aunque no sepas si es correcta. Si tienes una opinión o una idea, debes manifestarla y dejar que los demás la valoren. Esto te beneficiará y contribuirá a resolver el problema. Si piensas: “No me voy a involucrar. Si lo que digo es correcto, no recibiré el reconocimiento y, si es incorrecto, me podarán. No merece la pena”. ¿Acaso no es eso egoísta y despreciable por tu parte? La gente siempre tiene en cuenta sus propios intereses, y es incapaz de practicar la verdad. Eso es lo más difícil respecto a la gente. ¿Acaso no tenéis todos un gran número de tales filosofías para los asuntos mundanos y argucias dentro de vosotros? Hay bastantes elementos de las filosofías de Satanás en cada persona y hace tiempo que han invadido a todas ellas. No es de extrañar, entonces, que la gente escuche sermones durante años sin entender la verdad, que su entrada en la realidad-verdad sea lenta, y su estatura permanezca siempre tan baja. La razón es que esas cosas corruptas les estorban y perturban. ¿De qué vive la gente cuando necesita practicar la verdad? Viven de estas actitudes corruptas, de nociones, figuraciones y filosofías para los asuntos mundanos, así como de dones. Al vivir según estas cosas, es muy difícil que la gente se presente ante Dios. ¿A qué se debe esto? A que su carga es demasiado grande y su yugo demasiado pesado. El hombre que vive según estas cosas está muy alejado de la verdad. Tales cosas te impiden entender la verdad y practicarla. Si no entiendes la verdad, ¿aumentará tu fe en Dios? (No). Sin duda no lo hará, ni mucho menos tu conocimiento de Él. Esto es algo muy lamentable y aterrador.

Aquello según lo que la gente vive tiene que ver con sus ideas sobre las cosas, así como con sus actitudes. Algunos siempre se esfuerzan por hacer realidad sus sueños y deseos. Son personas con sueños. Algunos viven siempre según sus deseos. ¿Qué incluyen sus deseos? Existe el deseo de obrar y hacerse conocer, y existe el deseo de alardear. Por ejemplo, aquellos a los que les gusta tener estatus. Sin estatus, no creerían en Dios, no tendrían la mentalidad de hacer cosas y creer en Dios les resultaría aburrido también. Viven según su deseo de perseguir el estatus, que los domina un día tras otro. Cualquier estatus que puedan tener les resulta bastante valioso. No hacen nada que no sea por el estatus: mantenerlo, afianzarlo y ampliar su jurisdicción: todo lo que hacen, de todas las maneras, gira en torno a este deseo. Viven según el deseo. Otros tienen vidas penosas en el mundo. Son ingenuos a quienes siempre acosan, que provienen de hogares desestructurados y entornos sociales desfavorecidos, con nadie de quien depender. Están solos y abandonados, hasta que llegan a creer en Dios, momento en el que sienten que por fin han encontrado un pilar de apoyo. Tienen una aspiración, que los dirige en su fe en Dios. Su aspiración nunca ha cambiado, ni siquiera en el presente. Piensan: “Al creer en Dios, vivo con dignidad, tengo una personalidad fuerte, puedo mirar a los demás por encima del hombro y tener una vida superior a la suya. Cuando me haya ido al cielo, todos deberéis tenerme en estima. Nadie volverá a menospreciarme”. Este deseo y esta esperanza son muy vacíos y vagos. Estas personas sienten que tenían una vida muy desgraciada en el mundo, ya fuera por sus circunstancias familiares o por otro motivo. Al vivir en la casa de Dios, tienen algo en lo que confiar. Los hermanos y hermanas no las acosan. Ya no son unos desdichados; cuentan con un pilar de apoyo. Además, su mayor esperanza es que podrán ganarse un destino maravilloso después de morir, o en esta vida, donde tendrán la oportunidad de ir con la cabeza bien alta. Ese es su objetivo. Viven para esta aspiración, y en todas partes, en todas las cosas, utilizan este pensamiento, este deseo, como su motivación. Les cuesta bastante vivir según la verdad. Estas personas viven de un modo penoso. Otras tienen el deseo de alardear o de hacerse notar. Debido a ello, les gusta mucho vivir dentro de un grupo, hacer esto y lo otro para que el resto del grupo las tenga bien consideradas, lo que satisface su vanidad. Creen: “Tal vez no sea un líder, pero, mientras pueda mostrar mi talento al grupo y parezca destacar con glamur, envuelto en un halo, me compensará creer en Dios. Vivo para eso; no es peor que estar en el mundo”. Por tanto, eso es para lo que viven a partir de ese momento. Pasan los días y los años de esa manera, sin cambiar su intención original. ¿Es esto vivir según la verdad? De ninguna manera. Viven según sueños y deseos, al igual que los no creyentes. Este es un problema relacionado con las ideas propias sobre las cosas, así como con las actitudes corruptas. Si este problema no se resuelve, no hay manera de entender ni de practicar la verdad, y entonces cuesta bastante vivir según la verdad.

También hay algunas mujeres que viven según su apariencia física, que siempre se creen hermosas y piensan que, vayan donde vayan, gustarán a todo el mundo y que todos las tendrán en alta estima y las aprobarán. Vayan donde vayan, ven que la gente las elogia y les sonríe. Viviendo de esa manera, se sienten bastante satisfechas de sí mismas y están llenas de confianza. Por tanto, creen que vivir de esa manera les confiere un capital y que tiene mucho valor o, como mínimo, que mucha gente las aprecia. ¿Acaso no hay hombres también que se dedican a vivir según su aspecto físico? Supongamos que eres bien parecido y, al hablar con las hermanas, eres ingenioso, elegante y romántico. Estás bastante satisfecho de ti mismo y todo el mundo te tiene bien considerado y está en tu órbita. “No es que intente tener una cita con alguien. ¡Simplemente vivo así y me encanta! Practicar la verdad… ¡qué soso!”. Otros viven de cierto tipo de capital y, para ello, por supuesto hace falta tener algo real de alguna clase. ¿Qué cosas reales podrían ser? Por ejemplo, algunos sienten que nacieron creyendo ya en Dios. Se han pasado cincuenta años o más creyendo en Dios y ese es su capital. Cuando ven a un hermano o una hermana, le preguntan: “¿Cuánto tiempo hace que crees en Dios?”. “Cinco años”, responde el otro. El primero lleva creyendo en Dios diez veces más de tiempo que esta persona y, al observar este hecho, piensa: “¿El tiempo que llevas creyendo en Dios acaso se acerca al mío? Eres demasiado joven. Será mejor que te comportes: ¡todavía te queda mucho camino por hacer!”. Esta es su manera de vivir su capital. ¿Qué otros tipos de capital hay? Algunos han servido como líderes y obreros en todos los niveles. Han estado fuera mucho tiempo, obrando, yendo de un lado para otro y de iglesia a iglesia, y tienen mucha experiencia. Están bastante familiarizados con los arreglos de la obra de lo Alto, así como con los diversos tipos de personas y ámbitos de trabajo en la iglesia. Por tanto, creen: “Soy un líder veterano con un capital de veterano. He trabajado durante mucho tiempo y tengo experiencia. ¿Qué sabéis todos vosotros? Sois niños. ¿Cuántos días habéis trabajado? Estáis muy inmaduros. No sabéis nada. ¡Sí, escuchadme, eso es!”. De modo que se pasan el día predicando, sin que ello conlleve nada práctico: todo son palabras y doctrinas. De todas maneras, ponen excusas: “Hoy estoy de mal humor. Hay un anticristo que trastorna y perturba, y eso me molesta. La próxima vez predicaré de manera adecuada”. Esto muestra sus verdaderas intenciones, ¿verdad? Viven según su capital veterano y son presumidos como ninguno, nada menos. ¡Verdaderamente, qué desagradable y repugnante! Ese es un tipo de capital. Otros han estado en prisión por creer en Dios, han tenido alguna otra experiencia excepcional o han cumplido deberes extraordinarios. Han sufrido y eso, también, les sirve como una especie de capital. ¿Por qué las personas siempre viven de su capital? Aquí hay un problema: la gente cree que ese capital es su vida. Mientras viva de su capital, es capaz de admirarse y de deleitarse consigo misma a menudo y de utilizarlo para dar indicaciones e influir a otros, lo que resulta práctico para ganarse sus elogios. Cree que, con su capital como base, mientras persiga un poco la verdad o haga bien su deber y haya hecho algunas buenas obras, al igual que Pablo, podrá tener reservada una corona de justicia. Sin duda, sobrevivirá y llegará a un buen destino. Al vivir de su capital, a menudo se encuentra en un estado de engreimiento, inmensa presunción y complacencia satisfaciente. Estas personas sienten que Dios acepta su capital y que Él se deleita con ellas y les permitirá permanecer hasta el final. ¿Acaso no es esto vivir del capital? Revelan esta mentalidad a cada oportunidad. Puede verse qué tienen en la mente con toda claridad en las cosas que revelan, en las cosas según las que viven y en las cosas que predican a los demás en cada ocasión que se les presenta. Otros han obtenido una gracia o un cuidado especiales de Dios, algo que nadie más tiene, solo ellos. Por eso piensan que son especiales y diferentes a todos los demás. Dicen: “Vuestra fe en Dios es distinta a la mía. Él comienza dándoos mucha gracia y dirigiéndoos. Después, cuando ya habéis llegado lentamente a entender algunas verdades, Dios os poda, juzga y castiga. Así es como es para todos vosotros. En mi caso es diferente: Él me concede una gracia especial. Me trata con una preferencia especial, que es mi capital: es mi vale y mi billete para entrar en el reino”. ¿Qué sentís al oírlos decir estas cosas? ¿Conocen la obra de Dios? ¿Se conocen a sí mismos? De ninguna manera. Es justo decir que no entienden la verdad y que creen que pueden salvarse sin perseguir o buscar la verdad o sin aceptar el juicio y el castigo. ¿Qué personas son las que tienen estados como este? Son de esos pocos que han presenciado alguna visión, que han recibido alguna protección especial y que han sobrevivido a calamidades. O han muerto y han vuelto a la vida, con un testimonio o una experiencia especiales. Se toman estas cosas como su vida, como la base de su forma de vivir, y las utilizan como sustituto de practicar la verdad. Además, se toman estas cosas como signos y estándares de salvación. Eso es un capital. ¿Tenéis este tipo de cosas? Tal vez no tengáis este tipo de experiencia especial, pero, si habéis cumplido un deber concreto durante mucho tiempo y habéis logrado resultados, asumiréis que tenéis un capital. Supongamos que has cumplido el deber de director durante mucho tiempo y has realizado algunas obras buenas. Eso toma la forma de un capital para ti. Es posible que no tengas ninguno todavía porque no hayas realizado ninguna obra. O puede que hayas filmado dos películas que pienses que no son malas, pero aún no te atrevas a considerarlas como tu capital. No confías tanto en ellas; sientes que todavía no tienes bastante experiencia o capital, de modo que te muestras precavido, reservado y refrenado. No te atreves a meterte en ningún embrollo, mucho menos a ser arrogante y pavonearte. Aun así, estás sumamente satisfecho y te admiras a ti mismo en todo momento, y estas son las cosas según las que vives. ¿Acaso no es esa la situación penosa del género humano corrupto?

Algunos tienen apariencias muy malévolas. Son grandes, corpulentos y fuertes, y siempre buscan acosar a otros. Al hablar, son bastante dominantes y arrogantes; se muestran inflexibles con todo el mundo, sean quienes sean. Por tanto, la gente los teme un poco al verlos, los trata con deferencia e intenta congraciarse con ellos. De esta manera se sienten profundamente orgullosos. Piensan que la vida es muy sencilla y creen que todo esto es un talento suyo, que nadie se atrevería a acosarlos, viviendo como viven. Si quieres mantenerte firme en una multitud, tienes que ser independiente, dueño de ti mismo, fuerte y duro: este es su dogma en la vida. Para mantenerse firme entre los demás, sin que nadie se atreva a acosarlos, jugar con ellos, engañarlos ni aprovecharse de ellos, lo reducen todo a un dogma como este: “Debo ser fuerte y duro si quiero vivir bien: cuanto más fiero sea, mejor. De esa manera, a nadie se le ocurrirá nunca acosarme”. Así pues, viven de este modo unos cuantos años y, efectivamente, resulta que nadie se atreve a acosarlos. Al final han conseguido su objetivo. Al margen del grupo dentro del que estén, lucen una expresión seria, con cara de póquer, y exageran su seriedad y su ceño fruncido con un frío desprecio. Nadie se atreve a hablar alrededor de ellos; los niños lloran solo al verlos. Demonios, renacidos: ¡eso es lo que son! Vivir según la fuerza bruta: ¿qué carácter es ese? Es un carácter de maldad. Vayan donde vayan, lo primero que hacen es aprender cómo manipular a la gente y aprovecharse de ella. También quieren controlarla y someterla. Piensan en maneras de echar la bronca a cualquiera que no los respete y buscan oportunidades de castigar a cualquiera que les hable de forma descortés con palabras punzantes. ¿Acaso no es una maldad vivir según estas cosas? Resolver las cosas con el puño, como ellos hacen, tiene un efecto: mucha gente los teme, lo que les abre una senda. Pero ¿pueden estas personas aceptar la verdad, dado que viven según un estado de impetuosidad y un carácter malicioso? ¿Pueden arrepentirse verdaderamente? Eso sería imposible, porque respaldan filosofías satánicas y el uso de la fuerza. Viven tan solo según filosofías satánicas y el uso de la fuerza; hacen que todo el mundo los obedezca y los tema para poder ir impúdicamente fuera de control y hacer lo que quieran. Lo que los preocupa no es tener mala reputación, sino que dicha reputación no sea malvada. Ese es su principio. Una vez conseguido su objetivo de esta manera, piensan: “He logrado mantenerme firme en la casa de Dios y entre estos grupos. Todo el mundo me teme; nadie se atrevería a meterse conmigo. Todos me tratan con deferencia”. Creen haber ganado. ¿Es realmente el caso que nadie se atrevería a meterse con ellos? No atreverse a meterse con ellos es algo externo. ¿Cómo contempla todo el mundo, en el fondo del corazón, a estas personas? No hay ninguna duda al respecto: está harto de ellas, disgustado, indignado, se aparta de ellas y las evita. ¿Estaríais dispuestos a tener tratos con alguien así? (No). ¿Por qué no? Siempre estaría pensando en maneras de atormentarte. ¿Serías capaz de soportarlo? A veces, en lugar de amenazarte con la fuerza, empleará algunas técnicas para confundirte y después amenazarte. Algunos no pueden aguantar las amenazas, de modo que suplican piedad y se rinden a Satanás. Las personas malvadas hablan y actúan por cualquier medio necesario. Los tímidos y los miedosos se rinden a ellas y luego las siguen en su manera de hablar y actuar. Son cómplices de la persona malvada, ¿no? ¿Qué haríais al ver a una persona malvada así? En primer lugar, no tenerle miedo. Debéis encontrar una manera de podarla y dejarla en evidencia. También podéis uniros a los hermanos y hermanas que creen verdaderamente en Dios y denunciarla. El miedo es inútil: cuanto más temas a alguien, más te acosará y te hostigará. Formar un equipo para denunciar a la persona malvada es la única manera de infundirle miedo y de que se sienta avergonzada. Si eres demasiado tímido y te falta sabiduría, estás condenado a que esa persona malvada te trate sin piedad. Qué poca fe tiene la gente, ¡es penoso! ¿Qué puede hacer realmente una persona malvada a la gente si va a por todas? ¿Se atrevería a pelearse alegremente y pegar a alguien hasta matarlo? Actualmente, vivimos en una sociedad con leyes. No se atrevería. Además, los que tienen una crueldad diabólica son una pequeña minoría aislada. Si alguien tuviera la audacia de acosar a los demás y tratar a patadas a la iglesia, solo haría falta que dos o tres personas se unieran para denunciarlo y dejarlo en evidencia. Así se encargarían de él. ¿Acaso no es así? Solo con que unos pocos miembros del pueblo escogido de Dios compartan un mismo pensar y sentir, pueden ocuparse fácilmente de una persona malvada. Debes creer que Dios es justo y todopoderoso, que aborrece a las personas malvadas y que apoyará a Su pueblo escogido. Mientras alguien tenga fe, no debería temer a una persona malvada y, con un poco de sabiduría y estrategia, si puede unirse a otros, esta se rendirá de manera natural. Si no tienes una fe verdadera en Dios, pero temes a las personas malvadas y crees que pueden atraparte en sus garras y dirigir tu destino, entonces estás acabado. No tendrás testimonio ni nada que ofrecer, y tu vida será cobarde y miserable. ¿Qué se tiene que hacer en esta situación? Algunos siempre viven según su ingenio mezquino y piensan: “No sé dónde está Dios y no estoy seguro de si lo Alto está al corriente de este asunto. Si denuncio a la persona malvada y esta lo descubre, ¿no me atormentará aún más por ello?”. Cuanto más piensan en la cuestión, más se asustan y quieren esconderse debajo de la mesa. ¿Puede alguien que hace eso seguir practicando la verdad y manteniendo los principios? (No). Son unos personajillos cobardes, ¿verdad? Así es como sois la mayoría de vosotros. Hace un tiempo, hubo un anticristo que atormentaba a algunos. Esas personas eran lo bastante cobardes como para dejarse atormentar. ¿El hecho de que te atormenten es bueno o malo? Es malo desde la perspectiva del hombre: significa que te hagan daño, que te causen dolor. Pero uno puede aprender una lección y beneficiarse de todo ello, y eso no es malo, es bueno. De todos modos, hay algunos que carecen de sabiduría y son debiluchos. Cuando alguien los atormenta y los acosa, no se resisten, aunque tengan el derecho. Saben que esa persona es un falso líder, un anticristo, pero no la denuncian ni se atreven a contrariarla ni a dejarla en evidencia. ¡Basura cobarde! Si alguien puede constreñirse en lo que respecta a estas cosas, eso demuestra que tiene muy poca estatura y una fe lastimosa: no sabe cómo confiar en Dios ni piensa en preservar la obra de la iglesia. No entiende Sus intenciones. El pueblo escogido de Dios tiene el derecho de pronunciarse en contra de las personas malvadas y los anticristos. Él aprueba y bendice que se haga eso. ¿Acaso no es penoso que no luches contra Satanás y lo venzas? Esa persona es claramente un malhechor, una fuerza negativa; es Satanás, un diablo, un espíritu sucio y malvado y, sin embargo, te atormenta. Y no solo a ti: también hace lo mismo a muchos otros. ¿Acaso no es eso cobardía? ¿Por qué no podéis unir fuerzas para combatirla? Cuánta inteligencia y sabiduría os falta. Encontrad a algunas personas capaces de discernir y que entiendan la verdad para diseccionar el comportamiento de esa persona. Haced eso y la mayoría del pueblo escogido de Dios será capaz de ver las cosas como son y de alzarse. ¿Acaso no será entonces fácil de resolver el problema? Cuando os volváis a encontrar con algo así, ¿seréis capaces de alzaros y combatir a los anticristos? (Sí). Me gustaría ver de cuántos anticristos sois capaces de ocuparos y encargaros. Ese es el testimonio de los vencedores. Decís que podéis ahora, pero ¿podréis mantener los principios cuando ocurra realmente? De nuevo, es posible que os asustéis tanto que os escondáis debajo de la mesa. ¡La imagen penosa y lamentable que dan los que no entienden la verdad cuando les pasan cosas es muy desagradable! ¡Es muy patética! No se atreven a decir nada cuando los atormentan y después el miedo se apodera de ellos. Están muertos de miedo. Qué poca estatura tiene alguien que ni siquiera sabe reconocer a una persona malvada cuando la ve. No entiende ninguna verdad en absoluto. ¿Acaso no es penoso? Las personas malvadas viven según la fuerza bruta, oprimen a la gente, acosan a los buenos y se benefician a costa de otros; viven según sus naturalezas maliciosas y sus actitudes mezquinas, hacen que los demás las teman, se ganen su favor y les rindan tributo. Piensan que vivir de esa manera es fabuloso. ¿Acaso no son unos forajidos redomados? ¿Unos bandoleros y unos bandidos? Vosotros no sois personas malvadas, pero ¿tenéis estos estados? ¿También vivís según estas cosas? Cuando algunos de vosotros colaboráis con otro y veis que es joven, pensáis: “No entiendes nada. Puedo acosarte y no puedes hacer nada para evitarlo. Soy más fuerte que tú y tengo superioridad; soy más grande que tú y mis puñetazos son más fuertes, de modo que puedo acosarte”. ¿Eso es vivir según qué? Según la fuerza bruta; es vivir y actuar según un carácter malicioso. Cuando algunos ven a una persona ingenua, la acosan y, cuando ven a alguien formidable, se esconden. Asedian a los débiles y temen a los fuertes. Algunas personas malvadas tienen miedo de que las aíslen cuando ven que la gente las evita, de modo que eligen a individuos ingenuos y cobardes para relacionarse y trabar amistad con ellos. De esta manera crece su poder. Después utilizan a esas personas ingenuas y cobardes para que atormenten a gente buena, ataquen a los que persiguen la verdad y martiricen a todos los que no estén de acuerdo con ellas o las desobedezcan. Está claro en este punto que una persona malvada tiene una intención y un propósito al hacer amistad con algunos ingenuos. En resumen, si no puedes aceptar la verdad o reflexionar sobre si haces el bien o el mal en tus comportamientos y acciones, entonces no importa si eres una persona buena o mala ni cuántos años hayas creído en Dios: no serás capaz de arrepentirte con sinceridad. Tal vez no tengas un carácter malicioso, simplemente vives según filosofías satánicas. Quizá no hayas cometido ninguna mala acción, o a lo mejor has hecho algunas buenas obras, pero aun así no vives según la verdad. Vives según cosas que no tienen nada que ver con la verdad. En pocas palabras, mientras tengas un carácter satánico corrupto, no importa cuántos años hayas creído en Dios, es posible que vivas según cosas que no tienen nada que ver en absoluto con la verdad. Puede que estas cosas sean tangibles o intangibles; puede que seas consciente de ellas o no; puede que provengan del exterior o que sean cosas que se han arraigado de manera profunda y sólida en tu carácter; en cualquier caso, nada de todo esto es la verdad. Todo ello surge del propio género humano corrupto o, para ser precisos, tiene sus orígenes en Satanás. Por tanto, cuando la gente vive según estas cosas satánicas, ¿en qué tipo de camino se encuentra exactamente? ¿Sigue el camino de Dios? De ninguna manera. Si alguien no practica la verdad en sus acciones y comportamientos, entonces, siendo rigurosos, no cumple el deber de un ser creado. Puede que cumpla un deber desde fuera, pero hay cierta distancia entre eso y el estándar de cumplir un deber, principalmente porque todo está adulterado por sus intenciones y la transaccionalidad. Tal vez cumpla un deber, pero no es leal ni tiene principios, y sin duda su cometido no produce ningún resultado práctico. De esta manera se demuestra que al cumplir su deber en realidad ha hecho muchas cosas que no tienen nada que ver con la verdad. Nada de todo esto alude a los principios-verdad; son cosas hechas según las propias figuraciones y preferencias de esa persona. ¿Cómo se puede recibir la aprobación de Dios al cumplir un deber de esa manera?

Hemos hablado sobre estos estados en todos sus aspectos. ¿Podéis ahora evaluar según qué vivís? Tanto si es al cumplir vuestro deber o en vuestra vida cotidiana, ¿vivís mucho tiempo según la verdad? (No). En nuestra charla, siempre os dejo en evidencia a fondo y sentís que habéis tenido una vida vergonzosa. Habéis perdido la confianza en vosotros mismos; ya no sois tan glamurosos. Hay muchas cosas que os avergüenza expresar y ya no sentís que esté tan justificado el estar bendecidos o llegar a un buen destino en el futuro. ¿Qué hay que hacer respecto a eso? ¿Es bueno que os deje en evidencia de la manera en que lo he hecho? (Sí). Entonces, ¿cuál es la finalidad de dejaros en evidencia a fondo? La gente debe conocer bien los tipos de estados en los que vive, en cuáles vive, qué camino recorre, cuál es su modo de vivir, qué comportamientos anormales tiene, qué cosas inadecuadas hace y si puede obtener la verdad y presentarse ante Dios al vivir de la manera en que lo hace. Estas son las cosas más importantes. Puede que digas: “Tengo la conciencia limpia sobre cómo vivo. Nunca me he sentido inquieto, infeliz ni vacío por ello”. Pero ¿qué resulta de eso? El descontento de Dios. No sigues Su camino. Vas por una vía que no es el camino verdadero de la vida humana, el que Él te señala; en su lugar te desvías por un camino que, en tus ilusiones, has encontrado con tus figuraciones. Aunque has estado felizmente ajetreado y has ido mucho de acá para allá, ¿cuál será tu desenlace al final? Serán tus intenciones y deseos, así como el camino que recorres, los que te perjudiquen y te arruinen: tu fe en Dios está condenada al fracaso. ¿Qué significa que fracase la fe en Dios de uno? (Que no tendrá ningún desenlace). Viéndolo ahora, será una consecuencia del hecho de que no hayas obtenido la verdad. Habrás creído en Dios durante años, pero sin centrarte en obtener la verdad, de manera que llegará el día en el que, por una razón o por otra, te pondrán en evidencia y te descartarán. Y entonces será demasiado tarde para arrepentirse. Dices: “¡Para mí, esta forma de vivir es razonable! Tengo confianza en mí mismo al vivir así y me siento completo y pleno en el corazón”. ¿Servirá para algo eso? El hecho de si son correctas tu manera de recorrer el camino de la fe en Dios y tu forma de vivir, así como las cosas según las que vives, depende de los resultados. Es decir, depende de si finalmente obtienes la verdad, de si tienes un testimonio real, de si tu carácter-vida ha cambiado y de si tu vida ha tenido valor. Si has logrado todos estos resultados, recibirás la aprobación de Dios y el reconocimiento de Su pueblo escogido, lo que demuestra que estás en el buen camino. Si no has logrado estos resultados positivos ni tienes ningún testimonio vivencial auténtico ni experimentas ningún cambio real en tu carácter-vida, eso demuestra que no vas por el buen camino. Expresado así, ¿se entiende esto fácilmente? En resumen, vivas como vivas, por muy cómoda que sea tu vida y al margen de la aprobación de los demás, este no es el quid de la cuestión. Dices: “Hay mucho que disfrutar en la manera en que vivo y practico. Tengo una gran sensación de bienestar, de que me honran, y eso es un hecho corroborado”. ¿Acaso no te estás engañando? Supongamos que alguien te pregunta: “¿Has practicado ser una persona honesta? ¿Qué te ha costado en esa práctica? ¿Qué circunstancias hacen que te resulte difícil ser una persona honesta? Háblame un poco de eso, si tienes experiencia al respecto. ¿Tienes testimonio de amar a Dios? ¿Tienes experiencia en amarlo y someterte a Él? ¿Tienes experiencia en que tu carácter haya cambiado después de que hayas aceptado el juicio, el castigo y la poda? ¿Qué cosas especiales has experimentado a lo largo de tu senda de crecimiento en la vida que han hecho que tu vida esté siempre girando y que constantemente te acerques cada vez más al objetivo que Dios te ha marcado y que Él requiere que cumplas?”. Si no eres capaz de responder con claridad a estas preguntas, o si no sabes, eso demuestra que no vas por el buen camino. Eso está claro como el agua.

Las palabras que acabamos de compartir son simples enunciados. Hay cuestiones menores sobre las que no hace falta profundizar en detalle. El hecho de que la gente haga cosas con perseverancia, por ejemplo, o por la bondad de su corazón, o por su voluntad de sufrir, o según sus nociones y figuraciones, etcétera; nada de esto es vivir según la verdad. Todo ello son ejemplos de que la gente vive según sus ilusiones, sus actitudes corruptas, su bondad humana y las filosofías de Satanás. Todas estas cosas provienen del cerebro del hombre, es más, de Satanás. Al vivir según estas cosas, no es posible satisfacer a Dios. Él no las quiere, por muy buenas que sean, porque no representan la práctica de la verdad. Vivir según estas cosas es vivir según las filosofías y actitudes corruptas de Satanás. Eso es un insulto hacia Dios, no es un testimonio real. Si dijeras: “Sé que estas acciones solo son bondad, lo que no se ajusta a los principios-verdad; no es así como debería practicar” y lo entendieras realmente en el corazón, sintiendo que no está bien actuar de esa manera, entonces tendrías conocimiento. Tu perspectiva cambiaría. Ese es el resultado que Dios quiere. Debes saber dónde están tus distorsiones. Cambia tu perspectiva, despréndete de tus nociones y llega a entender la verdad y las intenciones de Dios. Cuando lo hayas hecho, practica cada vez más en esa dirección y toma la senda correcta. Esa es tu única esperanza de lograr el objetivo que Dios te ha dado. Si no practicas ni entras a lo largo de la senda que Él requiere, y en cambio dices: “Esto es lo que hago. No es que esté de brazos cruzados: he estado cumpliendo mi deber. Sé con certeza que soy un ser creado y he reconocido a mi Creador”, ¿servirá para algo eso? No, de nada. ¡Te resistes a Dios, intransigente! Ahora es el momento de elegir un camino en la vida. Lo fundamental es lo que tienes que hacer para seguir el camino que Dios requiere que recorras. Primero, no te rijas por nociones y figuraciones humanas; segundo, no te rijas por la aspiración humana; tercero, no te rijas por las preferencias humanas; y cuarto, no te rijas por la emocionalidad humana. Pero lo más importante es que no te rijas por un carácter corrupto. No debes tardar en despojarte de estas cosas. Al margen del capital que tengas, para Dios, todo ello es material sin valor, porquería barata que no se acerca en absoluto a la realidad. Debes deshacerte de estas cosas una a una y desprenderte de todas ellas, de esta manera entenderás cada vez más que solo lo que se obtiene mediante la práctica de la verdad tiene valor y se ajusta a los estándares de los requisitos de Dios para el hombre. Todo lo que proviene del hombre no tiene ningún valor: es inútil a la postre, por mucho que aprendas de ello. Todo es porquería y basura baratas; solo la verdad que Dios concede al hombre es un tesoro y la vida. Tiene un valor eterno. Siempre te aferras a tus cosas y piensas: “Para adquirir mis habilidades me pasé años estudiando hasta la extenuación. Mis padres se esforzaron mucho por mí, gastaron mucho dinero y pagaron un precio muy alto, en sangre, sudor y lágrimas, ¿cómo puedo diseccionar y condenar eso, así sin más? Eso es muy importante, ¡una cuestión de vida o muerte! ¿Según qué viviré sin esas cosas?”. Qué estúpido eres. Vive según esas cosas y estarás destinado al infierno. Debes vivir según las palabras de Dios. Cambia tu manera de vivir, deja que entren Sus palabras y haz limpieza general de esas cosas viejas tuyas. Debes diseccionarlas y conocerlas, abrirte y mostrarlas para que todo el mundo las vea y el grupo pueda obtener discernimiento. Sin que te des cuenta, llegarás a detestarlas, aborrecerás las cosas que en un tiempo amaste, de las que otrora dependiste para sobrevivir y que creías que eran tu vida y lo que más apreciabas. Esa es la manera de aislarlas y apartarte de ellas por completo, de entender realmente la verdad y de conocer el camino de practicarla. Por supuesto, este proceso es complicado y difícil, y doloroso también. Pero el hombre debe pasar por él. No servirá no hacerlo. Experimentar la obra de Dios es como recibir un tratamiento para una enfermedad: si tienes un tumor, la única manera de solucionarlo es en la mesa de operaciones. Si no te tumbas en esa mesa y te sometes al cuchillo que disecciona el tumor y lo saca, no te curarás de tu enfermedad ni mejorarás.

Mucha gente considera que los honestos son tontos y piensa: “Siguen cualquier cosa que diga Dios. Él les dice que sean personas honestas y ellos realmente lo hacen; expresan la verdad, sin pronunciar ni una sola palabra falsa. Son idiotas, ¿verdad? Puedes ser honesto, pero solo mientras ello no te suponga ninguna pérdida ni ningún perjuicio. ¡No puedes decirlo todo! Mostrar todas tus cartas es una estupidez, ¿cierto?”. Esa gente piensa que ser honesto es una idiotez. ¿Lo es? Las personas honestas son las más inteligentes, porque creen: “Todas las palabras de Dios son la verdad, y ser honesto es la verdad, de modo que, para obtener la aprobación de Dios, la gente debería ser honesta. Por tanto, hago todo lo que Dios diga; atravesaré cualquier distancia que Él me haga recorrer. Dios requiere que me someta, de modo que lo hago, y me seguiré sometiendo para siempre. No me importa que alguien diga que soy estúpido, me basta con la aprobación de Dios”. ¿Acaso no es una persona así la más inteligente? Ha visto con precisión qué es importante y qué no lo es. Algunos tienen intenciones ocultas y piensan: “Someterse en todas las cosas sería una tontería, ¿no? Hacer eso es carecer de autonomía, ¿verdad? ¿Tiene alguien dignidad si ni siquiera es dueño de sí mismo? Sin duda, tenemos margen para mantener un poco de dignidad para nosotros mismos, ¿no? No podemos someternos por completo, ¿cierto?”. Así pues, la sumisión que practican se ve reducida de una manera drástica. ¿Puede eso estar a la altura de los estándares de practicar la verdad? No, ¡se queda muy corto! Si no practicas la verdad según los principios y, en su lugar, siempre optas por formas de ceder que no apuntan hacia la verdad ni hacia Satanás, sino que se mantienen en un término medio, ¿la practicas en ese caso? Esto es la filosofía de Satanás, lo que Dios más desdeña. Él detesta esta actitud del hombre hacia la verdad, que la gente siempre dude y desconfíe de ella y de Sus palabras o que adopte en todo momento una actitud discriminatoria, despectiva e impertinente. Tan pronto como el hombre toma esta actitud hacia Dios, dudando de Él, mostrándose desconfiado, inquisitivo y analítico, malinterpretándolo, siempre estudiándolo e intentando evaluarlo con la mente, Dios Se te ocultará. ¿Y podrás seguir obteniendo la verdad una vez que Dios se te haya ocultado? “¡Sí, puedo!”, dices. “Leo las palabras de Dios cada día, siempre asisto a reuniones, escucho sermones todas las semanas y después reflexiono al respecto y tomo notas a diario. También canto himnos y oro. Creo que el Espíritu Santo está obrando en mí”. ¿Servirá eso? Esas maneras de creer en Dios están bien, pero no son lo fundamental; lo esencial es que tú eres el tipo adecuado de persona y que tu corazón está en lo correcto; solo entonces Dios no te ocultará Su rostro. Si Él no te oculta Su rostro, sino que te esclarece y te guía en todo momento, y hace que entiendas Sus intenciones y la verdad en todas las cosas, de tal forma que finalmente obtengas la verdad, serás bendecido sobremanera. Pero, si tu corazón no está en lo correcto y siempre dudas de Él, te pones a la defensiva contra Él, lo pones a prueba y lo malinterpretas con tu inteligencia insignificante y tus opiniones, o con tu aprendizaje y filosofías satánicas, tienes un problema. Algunos van más allá de ponerse a la defensiva con Dios, de ponerlo a prueba, de dudar de Él y de malinterpretarlo, y llegan a resistírsele y rivalizar con Él. Se han convertido en satanases; su problema es mayor. No entenderás la verdad solo por comprender el significado literal de sus palabras y de la simple doctrina. Entender la verdad no es una cuestión sencilla. La mayoría de la gente parte de este malentendido y no cambia de opinión ni siquiera después de que se lo hayan dejado bien claro una y otra vez. Piensa: “Cada día leo las palabras de Dios, escucho sermones y charlas, y cumplo mi deber año tras año. Soy como una semilla en un campo: aunque no la riegues ni la fertilices, crecerá poco a poco por su cuenta gracias a la lluvia y dará fruto en otoño”. Las cosas no funcionan así. El componente cooperativo de una persona, su manera de colaborar, su corazón y su actitud hacia la verdad y hacia Dios son lo fundamental. Estos son los aspectos de suma importancia. ¿Acaso no conciernen también a las cosas según las que vive una persona? (Sí). Si siempre vives según las preferencias humanas y las filosofías satánicas, si te guardas de Dios y no aceptas Sus palabras como la verdad, Él dejará de molestarse por ti. ¿Y qué serás capaz de obtener entonces, cuando Dios no se moleste por ti? Si el Creador te ignora, ya no eres Su ser creado. Si te considera un diablo y Satanás, ¿todavía serás capaz de presentarte ante Dios? ¿Aún serás objeto de Su salvación? ¿Seguirás teniendo la esperanza de ser salvado? Eso sería imposible. Por tanto, no importa cómo sea tu vida familiar, el tipo de calibre que tengas, cuán fabulosos sean tus dones, el trabajo que hagas en la iglesia, el deber que cumplas ni el papel que desempeñes. Dan igual el tipo de transgresiones que hayas cometido en el pasado, en qué clase de estado te encuentres en estos momentos, hasta qué punto hayas crecido en la vida o cuán grande sea tu estatura. Nada de esto es lo más importante. Lo que más importa es cómo es tu relación con Dios, si dudas de Él y lo malinterpretas constantemente o si siempre estás estudiándolo, o si tu corazón está en el lugar correcto. Estos aspectos son fundamentales. ¿Cómo puede conocer la gente estas cosas esenciales? Para ello, siempre debe examinarse a sí misma, sin andar confusa como los no creyentes, mirando vídeos, jugando y perdiendo el tiempo cuando no hay nada que hacer. ¿Cómo cumplirá un deber alguien cuyo corazón no puede presentarse ante Dios? Si no haces el esfuerzo de presentarte ante Él, no te obligará, porque no obliga a nadie a nada. Dios expresa la verdad para que la gente pueda entenderla y aceptarla. Si las personas no se presentan ante Él, ¿cómo aceptarán la verdad? Si siempre son pasivas, si no buscan a Dios o lo necesitan en el corazón, ¿cómo obrará el Espíritu Santo en ellas? Así pues, ya que crees en Dios, ¿acaso no es fundamental que lo busques y cooperes con Él de manera proactiva? ¡Ese es tu trabajo! Si creer en Dios solo es algo accesorio para ti, una afición extracurricular, ¡tienes un problema! Algunos siguen siendo creyentes en la actualidad y han escuchado muchos sermones, pero aún piensan que creer en Dios es creer en la religión, que se trata de un hobby para el tiempo libre. ¡Con qué frivolidad consideran la fe en Dios! Incluso ahora, en esta etapa, todavía mantienen este punto de vista. En su fe en Dios, no es solo que no hayan establecido una relación normal con Él; no tienen ninguna relación con Él en absoluto. Si Dios no te reconoce como Su seguidor, ¿sigues teniendo una esperanza de ser salvado? No, no la tienes. ¡Por eso es importante establecer una relación normal con Dios! Así pues, ¿sobre qué base se establece esa relación normal? La de la cooperación de la gente. Por tanto, ¿qué tipo de postura o punto de vista deben adoptar las personas? ¿Cuál debería ser su estado? ¿Qué tipo de voluntad deben tener? ¿Cómo tratas la verdad en el corazón? ¿Con duda? ¿Con estudio? ¿Con desconfianza? ¿Con rechazo? ¿Está tu corazón en lo correcto si albergas estos sentimientos? (No). Si pretendes que tu corazón esté en lo correcto, ¿qué tipo de actitud debes tener? Debes tener un corazón sumiso. Diga lo que diga Dios, requiera lo que requiera Él, debes estar resuelto a someterte a ello, sin dudas ni justificaciones. Esa es la actitud correcta. Debes creer, aceptar y someterte sin excepciones. ¿Se puede lograr de inmediato no hacer excepciones? No, pero debes intentar entrar en ello. Imagina que Dios te dijera: “Estás enfermo”, y le contestaras: “No, no lo estoy”. Eso no sería ningún problema; tal vez no te lo creas. Pero, a continuación, Dios te dice: “Estás bastante enfermo. Tómate un medicamento”, y le respondes: “No estoy enfermo, pero podría tomarme un medicamento, como Tú dices. Tampoco me hará ningún daño y, si estoy enfermo, podría ser mejor. Me lo tomaré”. Te lo tomas y te sientes distinto físicamente; sigues tomándotelo en la dosis asignada y al cabo de un tiempo te sientes cada vez mejor físicamente. Entonces crees que la enfermedad de la que Dios hablaba era efectivamente real. ¿Qué resultado arroja este tipo de práctica? Te has curado de tu enfermedad porque creíste en las palabras de Dios y te sometiste a ellas. Aunque al principio no te tomaste la cantidad de medicamento que Dios te indicó, y en su lugar te permitiste una pequeña excepción, desconfiaste un poco y te mostraste algo reticente y reacio, al final te tomaste el medicamento como Dios te había dicho y después experimentaste sus beneficios. Así pues, seguiste tomándotelo y, cuanto más lo hiciste, más creció tu fe y llegaste a sentir cada vez más que las palabras de Dios eran acertadas, que tú estabas equivocado y que no deberías haber dudado de ellas. Y, al final, después de tomarte toda la medicina que Dios te había requerido, recuperaste la salud. En ese punto, ¿acaso no se volvería tu fe en Dios más genuina que nunca? Sabrías que las palabras de Dios eran acertadas y que deberías haberte sometido a Él y practicado Sus palabras sin excepciones. ¿Cuál es el sentido de este ejemplo? La enfermedad y tomarse el medicamento representan, respectivamente, el carácter corrupto del hombre y aceptar el juicio y el castigo de Dios. El mensaje principal es que, si la gente puede aceptar Su juicio y Su castigo, es posible que se limpie su corrupción y que pueda alcanzar la salvación. Esto es lo que se logra al experimentar la obra de Dios. ¿Teméis fracasar? Tal vez digas: “Tengo que aspirar a la perfección. Dios dijo que debo someterme por completo, sin excepciones. De modo que debo lograr la sumisión absoluta a Sus palabras en cuanto comience a practicarlas. Si no lo consigo ahora, esperaré a la siguiente oportunidad y sencillamente no practicaré la sumisión esta vez”. ¿Es bueno este enfoque? (No). Desde la perspectiva de Dios, hay un proceso para que la gente practique la verdad. Él da oportunidades a la gente. Cuando alguien tiene un estado corrupto, Dios lo dejará en evidencia y dirá: “Has hecho excepciones, eres insumiso y rebelde”. Así pues, ¿cuál es Su objetivo al poner al descubierto esto? El propósito es que cada vez hagas menos excepciones y practiques más la sumisión, que tu comprensión sea cada vez más pura y cercana a la verdad, de modo que puedas someterte realmente a Dios. ¿Te castigó Él mientras te dejaba en evidencia? Cuando te poda y te pone pruebas, solo te disciplina y te reprende. Te pone al descubierto y te reprocha un poco, y hace que sientas algo de dolor, pero ¿te arrebató Dios la vida? (No). No lo hizo ni te entregó a Satanás. En ese aspecto, puede verse Su intención. ¿Y cuál es Su intención? Él te salvaría. A veces, después de algunas adversidades, la gente se muestra reacia y piensa: “No le caigo bien a Dios. No hay ninguna esperanza para mí”. Tienes un problema si siempre lo malinterpretas así. Es un gran retraso de tu crecimiento en la vida. Por tanto, sea cuando sea, tanto si te sientes débil o fuerte, tanto si tu estado es bueno o malo, sea cual fuere tu grado de crecimiento en la vida, no hace falta que te preocupes por esas cosas ahora. Limítate a practicar las palabras que Dios ha dicho, aunque solo lo intentes. Eso también está bien. Esfuérzate por cooperar y haz lo que seas capaz de hacer; entra en el estado del que hablan las palabras de Dios; comprueba cómo te sienta practicar las verdades que Él ha expresado, si te has beneficiado de ello y si tienes entrada en la vida. Debes aprender a esmerarte por la verdad. La gente no entiende el proceso de crecer en la vida. Siempre espera construir Roma en un día y piensa: “Si no puedo lograr la sumisión completa, no me someteré. Solo lo haré cuando sea del todo. No seré un sinvergüenza en ese sentido. ¡Eso muestra cuanta determinación, personalidad y dignidad tengo!”. ¿Qué tipo de “determinación” es esa? ¡Es rebeldía e intransigencia!

Pensad bien en aquello que acabamos de compartir. Hemos terminado nuestra charla sobre cuatro subtitulares de la pregunta “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”. Para vivir, las personas se basan en sus dones, en su conocimiento, en su corazón desnudo e infantil y en las filosofías de Satanás. ¿Habéis entendido lo que habéis oído sobre estos cuatro estados? ¿Podéis ver en qué medida están presentes en vosotros? ¿Sois capaces de comprender esto? ¿Hemos hablado sobre estas cosas antes? Es posible que entendáis algunos estados y que los conozcáis un poco, pero no de una manera que concierna a la práctica de la verdad o al tema de nuestra charla de hoy, en la que hemos hablado sobre estos estados desde la cuestión y la perspectiva de “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”. Esto se acerca un poco más a practicar la verdad y a vivir según ella. Tengo otra pregunta. Tomad nota: ¿qué es lo que más amas? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellas cosas que más amas? En el futuro, dedicaremos tiempo a hablar sobre este asunto. Hoy, principalmente, hemos puesto al descubierto varios estados negativos que provienen de las cosas según las cuales vive la gente; no hemos hablado sobre cómo practicar la verdad en referencia concreta a esos estados negativos. A pesar de ello, ¿sabéis dónde recaen los errores en estos estados? ¿De dónde surgen los problemas? ¿De qué actitudes forman parte? ¿Cómo debería practicarse la verdad? Cuando estas cosas salen de la nada, cuando tenéis estos estados y métodos, ¿sabéis cómo deberíais utilizar la verdad para sustituirlos? ¿Qué verdades deberíais practicar? Lo importante y preliminar que debes hacer ahora es comenzar a captar estos estados y a diseccionarte. Cuando vives en estos estados, al menos deberías saber de corazón que son erróneos. Cuando lo sabes, el paso siguiente es revertirlos. Si no sabes si son correctos o erróneos ni dónde recaen sus errores, ¿cómo puedes revertirlos? Por tanto, el primer paso es que seas capaz de discernir si estos estados son correctos o erróneos. Solo después de eso puedes saber cómo se debe poner en práctica el paso siguiente. Nos hemos limitado a hablar sobre algunos de los diversos estados corruptos actuales del hombre, y ha habido mucho que decir al respecto. Así pues, en lo que respecta a los detalles de cómo podéis exactamente llegar a vivir según la verdad, meditad algo más sobre el tema por vuestra cuenta. Deberíais ser capaces de lograr resultados.

5 de septiembre de 2017

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