La senda para corregir un carácter corrupto (Parte 2)

¿Cómo os va siendo personas honestas? ¿Habéis conseguido algún resultado? (A veces practico la honestidad, a veces me olvido). ¿Os podéis olvidar de practicar la verdad? Si podéis hacerlo, ¿qué problema refleja? ¿Amáis o no la verdad? Si no la amáis, os será difícil acceder a la realidad-verdad. Debéis tomaros en serio practicar la verdad y la honestidad. Debéis meditar con frecuencia sobre cómo ser personas honestas y qué razón debéis poseer. Dios exige que la gente sea honesta y es de suma importancia que esta persiga la honradez. Debe tener claro y comprender qué verdades debe poseer y qué realidades debe alcanzar para ser honesta y vivir a semejanza de Pedro. Debe encontrar una senda de práctica. Solo entonces habrá esperanza de que llegue a ser honesta, merecedora del amor de Dios. Si desprecias a las personas honestas, a las que hablan abiertamente y, sobre todo, a aquellas que aceptan y persiguen la verdad, si siempre las desdeñas, tu carácter no se manifiesta de manera positiva y formas parte de la categoría de los perversos. Si miras por encima del hombro a quienes cumplen fielmente sus deberes y a quienes están dispuestos a pagar el precio de practicar la verdad, tu carácter se habrá vuelto negativo y ciertamente no poseerás un carácter positivo. Que una persona pueda ser salva depende de si tiene un carácter positivo o no. La clave a la hora de determinar si alguien posee un carácter positivo son sus aspiraciones y las preferencias de su corazón. Tienes que saber distinguir lo positivo de lo negativo, trazar una línea clara, adoptar la postura correcta y estar de lado de Dios y de la verdad. Si eres capaz de hacerlo, tu mentalidad será completamente normal y serás una persona con conciencia y razón. Si siempre menosprecias a los que persiguen la verdad, están dispuestos a pagar un precio y se entregan con sinceridad a Dios, habrás tomado partido por Satanás y tu carácter será negativo. Algunos desprecian y miran con altanería a las personas honestas. Siempre tienen en gran estima a los elocuentes, manipuladores y hábiles a la hora de engañar a los demás con palabras floridas, así como a quienes predican sermones grandilocuentes desde un lugar de superioridad. Si ese es tu caso, no podrás ser una persona honesta. Al contrario, serás como los fariseos, incapaz de emprender la senda correcta para la búsqueda de la verdad. Pertenecerás a los hipócritas fariseos. Las personas persiguen aquello que prefieren y desean. ¿Cuál es en este momento el deseo de vuestros corazones? Me temo que ni vosotros lo tenéis claro. Los objetos de vuestro amor y odio no están bien definidos y no sabéis en qué cuestiones estáis de parte de Satanás. A veces vuestras palabras se ajustan a la verdad, pero en cuanto actuáis, os desviáis de ella. Eso demuestra que, sin la verdad, no podéis manteneros firmes, dais bandazos continuos y vais de izquierda a derecha. Nada más acabar la predicación parece que entendéis la verdad y que queréis seguir la senda correcta. Pero, con el tiempo, la oscuridad se asienta en vuestro interior y os volvéis a desviar de la senda. ¿Las personas así pueden elegir la senda correcta? Aunque puedan, no pueden recorrerla porque su estado no es normal. No comprenden ninguna verdad en absoluto, están confundidas y van de un lado a otro todo el día obnubiladas. Puede que digan que aprecian a las personas buenas, pero en cuanto se topan con un problema las menosprecian. Aunque clamen que les gusta ser honestas, cuando les sucede algo se comportan con falsedad. Siguen a quienquiera que las guíe, sea bueno o malo… ¿puede Dios perfeccionar a alguien así? Por supuesto que no, porque está muy lejos de reunir los requisitos necesarios. Cualquiera que menosprecie a las personas buenas, honestas, que llevan a cabo sus deberes con diligencia y que persiguen la verdad y están dispuestas a pagar y sufrir por ello, no es una buena persona. Carece de la más mínima conciencia y razón y es incapaz de alcanzar la salvación. A las personas con corazón amable y amor por la verdad les gustan las cosas positivas y disfrutan relacionándose con personas positivas, lo que les aportan mucho. Por otra parte, aquellos que no aman las cosas ni a las personas positivas no alcanzarán la verdad aunque crean en Dios. Porque en su corazón no aman la verdad y no la persiguen. Aunque quieran, no serán capaces de llegar a la verdad.

Acabo de hablar sobre dos cuestiones: los sentimientos y las nociones y figuraciones. Pero hay una tercera, la impulsividad, que también es una manifestación del carácter corrupto del hombre. Todos los humanos corruptos son impulsivos. ¿Qué comportamientos reflejan esa impetuosidad? ¿La impulsividad tiene elementos propios de los sentimientos y las emociones? ¿Y de la arrogancia y la santurronería? La impulsividad abarca todos esos aspectos; todos ellos guardan relación con el carácter de la persona. “Ojo por ojo, diente por diente”, ¿es un ejemplo de impulsividad? “Si eres desagradable conmigo, yo te haré daño” y “Toma una dosis de tu propia medicina”, ¿son también ejemplos de impulsividad? (Sí). ¿Qué otros ejemplos se os ocurren? (“Yo no ataco a menos que me ataquen; si me atacan, claro que contraataco”). Todos esos ejemplos muestran impulsividad. Las personas no solo se vuelven impetuosas cuando están enfadadas, sino también cuando no lo están. Por ejemplo, viven de acuerdo con su carácter satánico y a menudo desean reprender a quienes hablan o actúan de una manera que les resulta desagradable y quieren vengarse de quienes les perjudican con sus acciones. ¿No es eso impulsividad? (Sí). ¿Qué más ejemplos de impulsividad os vienen a la cabeza? (Hablar o reprender a otros desde una posición de estatus). Cuando una persona se aprovecha de su estatus para hacer lo que quiere o descargar su ira con los demás mediante reprimendas, eso también manifiesta impetuosidad. De hecho, es muy habitual que las personas se muestren impulsivas. La mayoría de las veces que las palabras o las acciones no se ajustan a la verdad la causa es el egoísmo, los deseos, el resentimiento, el odio y la ira de las personas, y todo nace de la impulsividad. Las muestras de impetuosidad no solo provienen del odio, la ira o la sed de venganza, sino que tienen que ver con muchas otras cosas, pero hoy no entraremos en aspectos concretos. Los humanos corruptos son todos impulsivos y esa impetuosidad deriva de su carácter satánico; la impulsividad se aleja de la razón de la humanidad normal y mucho más aún de la verdad, por lo que comportarse de acuerdo con un carácter corrupto es impulsividad. ¿Devolver mal por mal no es una forma de impulsividad? (Sí). ¿Y devolver bien por mal? También es impetuosidad. ¿Y enfadarse tanto que se eriza el pelo? Eso también es impulsividad. La impulsividad no es más que responder a los problemas a los que te enfrentas de manera irracional, pensando: “No importa la situación, me voy a quitar esa espina. Sean cuales sean las consecuencias, o los principios en juego, o a quién vaya dirigida mi ira, primero necesito desahogarme”. De eso se trata la impulsividad. Así que, ¿qué es exactamente la impulsividad, en resumidas cuentas? Representa un carácter corrupto, un carácter satánico, una falta absoluta de racionalidad. La impetuosidad es algo propio de salvajes, la esencia de un estallido de bestialidad y carece de la más mínima razón de la humanidad normal. El despliegue de irracionalidad implica perder los estribos y el autocontrol y ser incapaz de refrenarse y reprimirse. En eso consiste la impulsividad.

Para cambiar tu carácter lo fundamental es reconocer de qué manera se manifiestan sobre todo tus actitudes corruptas a la luz de las palabras de Dios y tomar conciencia de lo que piensas y del estado en que te encuentras cuando revelas tu carácter corrupto. Muchas veces los distintos estados que surgen en una persona son producto de un carácter corrupto; en algunos casos, un carácter corrupto puede provocar estados muy distintos en diferentes circunstancias. Debes ser capaz de discernir todo esto. No basta con haber aprendido algo gracias al discernimiento; también debes ser capaz de diseccionar el problema y de saber qué lo causa, en qué circunstancias se revelan tus actitudes corruptas y de qué tipo de problema se trata. Una vez que hayas comprendido todo eso con claridad, sabrás cómo debes practicar. ¿Tendrás la capacidad de practicar algo solo porque sabes cómo deberías hacerlo? (No). ¿Por qué? Porque tus actitudes son corruptas. Si el carácter corrupto impide que alguien practique la verdad, debe buscarla, aceptar ser podado por Dios, aceptar Su juicio y castigo y corregir su carácter corrupto. Si hace esas cosas le será fácil practicar la verdad. ¿La capacidad de practicar la verdad implica que alguien se ha transformado? No. Que alguien haya corregido una faceta de su carácter corrupto en concreto no significa que no vaya a aparecer de nuevo. Seguirá resurgiendo, perturbando y obstaculizando su práctica de la verdad, de manera que seguirá teniendo que buscar la verdad para enderezar dicha faceta. Puede que una persona subsane un carácter corrupto en concreto, pero que, al cabo de un tiempo, se manifieste otro en una situación diferente y sea un freno a la práctica de la verdad. ¿Qué problema revela? Indica que las actitudes corruptas están fuertemente arraigadas en las personas y que estas siguen teniendo que buscar la verdad y las respuestas a sus problemas en las palabras de Dios. Solo corrigiendo una y otra vez esas actitudes corruptas, estas empezarán a remitir poco a poco. Ningún carácter corrupto se puede atajar de una tacada —así no funcionan las cosas—, sino que primero hay que llegar a comprender la verdad y aprender a discernir. Debes plantearte: “Mi estado ahora mismo no es el correcto, ¿cómo ha aparecido? ¿Por qué surge en mí este tipo de estado? ¿Cómo lo ponen al descubierto las palabras de Dios? ¿Qué carácter corrupto ha dado pie a este estado?”. Debes reflexionar sobre estas cuestiones para profundizar en ellas y discernirlas con claridad. Una vez comprendas tus actitudes corruptas podrás rebelarte contra ellas y, de esta manera, aquello que obstaculiza la práctica de la verdad irá poco a poco desapareciendo y te será más fácil ponerla en práctica. Recorrer la senda de la búsqueda de la verdad implica ir corrigiendo así, constantemente, tus actitudes corruptas. La senda de la práctica de la verdad irá ensanchándose y abriéndose paulatinamente y los obstáculos disminuirán; serás capaz de practicar la verdad en todos sus diferentes aspectos y cada vez revelarás menos actitudes corruptas. Pero eso no significa que te hayas despojado por completo y para siempre de tu carácter corrupto. Puede que sigas mostrando ciertas actitudes corruptas en circunstancias especiales, pero ya no te impedirán la práctica de la verdad. Habrás cambiado en la buena dirección. La senda de entrada en la vida es larga, es decir, la senda de perseguir la verdad es larga. En la vida real todos podemos ver cómo un tipo de carácter corrupto puede conducir a una gran variedad de estados en diferentes circunstancias. Tanto da si en la superficie esos estados parecen ser correctos o incorrectos, positivos o negativos y adversos, todos pueden controlar a las personas durante un tiempo, influir en su forma de hablar y actuar y afectar a su visión de las cosas y a cómo tratan a los demás. Y ¿cómo aparecen esos estados? En realidad, todos ellos lo hacen por la naturaleza satánica y las actitudes corruptas de las personas. Por fuera parece que les influyan los estados, pero en lo esencial son las actitudes corruptas las que las controlan. Por tanto, todas las personas viven de acuerdo con su naturaleza satánica interior y sus actitudes corruptas, lo que las conduce a quebrantar la verdad y resistirse a Dios. Si no te vales de la verdad para corregir tus actitudes corruptas y remediar tus estados incorrectos, no serás capaz de liberarte de las limitaciones y las cadenas de tu carácter satánico. Pongamos un ejemplo: eres un líder y hay una persona en la iglesia que es adecuada para realizar un determinado deber, pero tú no quieres emplearla porque la desprecias. Sabes que es una injusticia, así que ¿cómo deberías solucionar el problema? Debes considerar lo siguiente: “¿Por qué estoy comportándome así? ¿Por qué la trato injustamente? ¿Qué es lo que me está influyendo?”. ¿No te da eso información concreta? ¿Cuál es el problema que te lleva a no querer tratar a esa persona justamente? No es otro que tus prejuicios, tus favoritismos y tus antipatías. Las personas tienen un carácter arrogante y estas cosas pueden surgir en ellas. Así que, sin ningún tipo de duda, se debe a tu carácter arrogante. Es ese carácter lo que ha provocado que aparezcan en ti estos estados, el despreciar a esa persona en tu corazón, el no querer decir nada bueno de ella, el no juzgarla de una manera justa y ecuánime, el no querer asignarle un deber aunque esté capacitada para hacerlo… todo ello es consecuencia de tu carácter arrogante. Como las personas tienen actitudes arrogantes, cobijan la oscuridad en su interior, su opinión está sesgada y muestran prejuicios hacia las cosas. Estos problemas deben resolverse reflexionando, conociéndose mejor. Si percibes y ves con claridad tus estados corruptos y tus actitudes corruptas y luego buscas la verdad para ponerles remedio y tratar a las personas conforme a los principios-verdad, serás capaz de darles la vuelta a tus prejuicios y opiniones incorrectas sobre la gente y conseguirás tratarla de una manera justa. Y ¿cómo puedes darles la vuelta? Debes presentarte ante Dios para orar y buscar la verdad, percibir la esencia de los problemas y lograr comprender las intenciones de Dios. Tienes que mostrar disposición a colaborar y rebelarte contra ti mismo. Debes decirte: “No voy a actuar así en adelante. Puede que su aptitud no sea del todo adecuada, pero debo tratar a esa persona como corresponde. Si es apta para llevar a cabo este deber, debo encomendárselo. Si tengo una buena relación con otra persona, pero esa persona no es adecuada para la labor, no recurriré a ella, sino a la que está capacitada”. ¿No se ha corregido así el estado? ¿No es acaso una forma de práctica? Sí, es una forma de práctica. Ahora bien, ¿cómo has sido capaz de practicar de esa manera? Si no hubieras colaborado, y si no te hubieras rebelado contra tus intenciones subjetivas, ¿podrías haber llegado al mismo resultado? Es evidente que no. Por tanto, la colaboración de las personas es crucial. Debes colaborar de verdad; es decir, debes esforzarte por la verdad y por cumplir las exigencias de Dios. Si no eliges actuar así, si no te esfuerzas por obtener la verdad, entonces no estarás colaborando. La verdadera colaboración consiste en la sumisión absoluta a la verdad. Solo mostrando la actitud y la resolución de someterte a la verdad podrás rebelarte contra tus intenciones, preferencias y razonamientos personales y, de esta manera, tu estado incorrecto se corregirá. Tratar a las personas de manera justa implica ser capaz de aceptar y someterte cuando alguien dice lo correcto y conforme a la verdad, independiente de cuál sea su situación. Si siempre tienes prejuicios contra una persona, la miras por encima del hombro y apenas quieres hablarle incluso después de haber recurrido a ella porque en tu corazón sigues menospreciándola y porque no has restablecido por completo tu estado, eso demuestra que la raíz podrida de tu carácter corrupto sigue en ti. Un estado pequeño e insignificante puede provocarte mucho sufrimiento… ¿es problema de tu carácter? Es un problema de la esencia-naturaleza humana. Debes remediar este estado incorrecto. No encasilles a esa persona solo porque has visto que tiene ciertas debilidades, porque sin duda también tendrá ciertas cualidades y puntos fuertes; deberías hablar más con ella e intentar conocerla mejor. Cuando veas sus puntos fuertes y descubras que, en efecto, es apta para el deber en cuestión, te irás dando cuenta de tu propia infamia y vergüenza y de que encomendarle la labor y tratarla así es justo y acorde con la verdad. Entonces te sentirás mejor. Cuando esa persona sea mencionada, sentirás que tienes la conciencia tranquila, que no has defraudado a Dios y que has practicado la verdad. Con el tiempo, tu concepción de esa persona cambiará. ¿Cómo se consigue todo esto? Es Dios quien lo hace; la verdad trabaja en tu interior poco a poco y transforma y corrige tu estado. Pero no es más que el principio, porque si te encuentras con el mismo problema otra vez no necesariamente vas a poder aplicar el mismo método que te funcionó anteriormente con aquella persona. Puede que experimentes otros estados distintos o entornos, personas, acontecimientos y cosas diferentes que pongan a prueba hasta qué punto amas la verdad y tu determinación de rebelarte contra tus actitudes corruptas y tu propia voluntad. Son pruebas que Dios te pone. Cuando en el trato con otras personas, sin importar quiénes sean, que tu relación con ellas sea buena o mala, que sean o no personas cercanas o que te adulen o no, e independientemente de su aptitud, seas capaz de tratarlas de una manera justa y correcta, tu estado habrá cambiado sustancialmente. Cuando no trates a los demás basándote en tus figuraciones, tus sentimientos o tu impulsividad, habrás alcanzado este aspecto de la verdad. Pero todavía no estás en ese punto, ya que hay en ti todo tipo de actitudes corruptas que controlan tu comportamiento, tu manera de pensar y tu mente. Esas cosas que llevas dentro ya se han convertido en tu naturaleza, te controlan y la verdad aún no centra tu vida. Solo demuestras cierto buen comportamiento, pero detrás de ese buen comportamiento, todos los diferentes estados y pensamientos que revelas y que acoges en tu corazón emergen a causa de tus actitudes corruptas, y son incompatibles con la verdad. Cuando esos estados y pensamientos que hay en ti sean todos racionales y se ajusten a los principios y a la verdad, tus actitudes corruptas ya no ejercerán control sobre tus pensamientos ni tu comportamiento; entonces tu carácter habrá cambiado realmente. Ya no tendrás que rebelarte contra tus actitudes corruptas ni refrenarte, sino que serás capaz de comportarte directamente de acuerdo con los principios-verdad. Simplemente sabrás qué es lo que tienes que hacer y pensarás que practicar la verdad no resulta agotador. Cuando esto suceda, la verdad se habrá asentado en tu vida. Pero aún os queda camino por recorrer; debéis continuar la búsqueda durante un tiempo. No sirve con entender un poco la doctrina y mostrar algo de entusiasmo, vuestra estatura sigue siendo demasiado escasa. Debéis ser capaces de experimentar las palabras de Dios, practicar la verdad y hablar de vuestro testimonio vivencial y vuestro verdadero entendimiento; entonces llegaréis a la realidad. Eso es lo que significa alcanzar la verdadera estatura. Ahora mismo, la mayoría de las personas son incapaces de dar testimonio; su experiencia es aún demasiado superficial y deben leer más las palabras de Dios, escuchar más sermones y estudiar más himnos. Cuando su experiencia se enriquezca lograrán entender realmente las palabras de Dios y sentirán que Sus palabras son tan increíblemente prácticas, tan capaces de servir como nuestra vida, que permiten a las personas vivir completamente a semejanza humana y sirven para hacer frente a todo tipo de tentaciones de parte de Satanás. Solo quienes alcanzan este grado de comprensión tienen estatura y se han convertido realmente en el pueblo de Dios. Muchas personas son incapaces de compartir la verdad o su testimonio vivencial. Esto se debe a que la verdad todavía no se ha convertido en su vida y, como resultado, sus vidas son extenuantes y miserables, viven una situación deplorable y trágica. ¿Qué aportan las actitudes corruptas a las personas? Sufrimiento, odio, resentimiento y negatividad, además de arrogancia, santurronería, mentiras, engaño, falsedad y sentimiento de superioridad. Algunas veces las llevan a resignarse a la desesperanza, a hablar irracionalmente y a resistirse; otras, a pensar lo miserables que son y lo solas y desamparadas que están, además de a mostrar un semblante desdichado y apesadumbrado. Aunque llevan muchos años creyendo en Dios, siguen sin comprender la verdad, solo hablan sinsentidos y aseguran sentirse solas y abandonadas. Dios es la verdad, Él sustenta al hombre, pero las personas no se apoyan en Él, se alejan de Él, siguen a Satán y viven según las filosofías satánicas. ¿Acaso no están completamente confundidas? Las personas que no persiguen la verdad son todas así. En cambio, los que comprenden la verdad cada vez están más cerca de Dios, así que, si no entiendes la verdad y no has alcanzado ni una pequeña parte de ella, estás muy lejos de Dios y tal vez no tengas siquiera una relación normal con Él. Si comprendes la verdad, puedes practicarla y, por dentro, se ha convertido en tu vida, entonces Dios está en tu corazón. Si no entiendes la verdad, no has logrado alcanzarla y tampoco puedes practicarla, entonces Dios no es tu Dios y no habita dentro de ti. Si la verdad no es tu ama y no dicta todo lo que haces, eso equivale a que Dios no dicta todo lo que haces, que no te has entregado a Él y que tú sigues estando al mando. Y cuando tú estás al mando, ¿quién te domina realmente? Tus actitudes corruptas, no la verdad. Cuando ya no tengas que cuestionarte constantemente tus palabras, tus acciones, tu conducta, cómo respondes ante las situaciones, cómo estás desempeñando tu deber, cómo tratas a la gente e incluso los aspectos de la vida cotidiana como qué comes o cómo te vistes, etc., cuando puedas conducirte en todos tus asuntos de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad, entonces vivirás realmente a semejanza humana y habrás alcanzado la verdad.

Ahora mismo, practicar la verdad es una cuestión de máxima importancia y no lograr hacerlo es de ignorantes y necios. Quienes no practican la verdad son incapaces de experimentar la obra de Dios, creen que solo tienes que creer en Dios para obtener bendiciones y que no es necesario practicar la verdad y pagar un precio. Muchas personas religiosas piensan así. En la casa de Dios la mayoría sabe cómo realiza Él Su obra y salva a los hombres y cuáles son Sus intenciones y exigencias hacia las personas. Cada vez hay menos gente en la casa de Dios que no practica la verdad. En este momento todos entendéis, desde un punto de vista doctrinal, que solo lograréis transformar vuestro carácter y alcanzar la salvación si perseguís y practicáis la verdad, pero aún no tenéis clara cuál es la senda para practicar la verdad y entrar en la realidad-verdad. Como resultado, vuestra entrada en la vida avanza con lentitud. Practicar la verdad es la clave para entrar en la realidad-verdad, y no ser capaz de hacerlo es un gran problema. ¿Seguís predicando todos las palabras y doctrinas? (Sí). Entonces, después de haberlo hecho, ¿podéis poner esas palabras y doctrinas en práctica? Si no podéis, eso demuestra que todavía no entendéis la verdad, solo las doctrinas, y que aún no estáis en posesión de la realidad-verdad. Algunas personas saben que deberían ser honestas, pero no logran liberarse de las ataduras de la mentira y el engaño. Algunos aseguran que están dispuestos a someterse a Dios, pero cuando se les poda no son capaces de hacerlo. Otros hablan de las doctrinas correctamente en apariencia y dan la impresión de vivir la realidad, pero en verdad no se conocen a sí mismos. Otras personas se consideran muy espirituales porque son capaces de hablar de la teoría espiritual, pero son incapaces de conocerse realmente a sí mismas y les falta verdadero sometimiento, ya sea en sus deberes o en su vida diaria. ¿Cuál es la raíz de todos estos problemas? No ser capaces de aceptar la verdad. Si un creyente no acepta la verdad, ¿realmente cree en Dios? Si no puede aceptar la verdad, no podrá solucionar ninguno de sus problemas. Solo los que aceptan la verdad están capacitados para practicarla y llegar a conocerse. No importa cuántas palabras o doctrinas pueda alguien recitar; lo esencial es ser capaz de practicar esa doctrina, eso es lo más importante. Las verdades que se llevan a la práctica son la realidad; cuando las personas no son capaces de practicar la verdad, la realidad no está en ellas. Puede que algunas prediquen las palabras y doctrinas con mucha claridad, pero en realidad les falta claridad en muchas de las verdades y no tienen la capacidad de discernir algunas cosas ni de calarlas, y la cantidad de verdades que pueden practicar es muy limitada. Como consecuencia, a esas personas les cuesta mucho escribir sobre su testimonio vivencial; solo pueden escribir unas pocas palabras y doctrinas, pero sin utilizar un lenguaje cotidiano ni compartir experiencia práctica. ¿Contáis ya con una senda para resolver este problema de recitar palabras y doctrinas? Consiste en practicar la verdad; cuanto más la practiques, cuanto más te esfuerces en la verdad y en la práctica, más palabras de la experiencia y la práctica vendrán a ti. Y cuantas más poseas, menos palabras y doctrinas recitarás. ¿Cómo se alcanza la realidad? Cuando practican la verdad, las personas viven experiencias y se ven expuestas a determinadas circunstancias, revelan actitudes corruptas, generan todo tipo de estados y, entonces, buscan la verdad, diseccionan sus diversos estados corruptos y hallan los principios y la senda de la práctica. Llegan a comprender y practicar la verdad. Esa es la verdadera experiencia de la vida. Si no persigues la verdad y no deseas practicarla, no pasarás por este proceso y, sin él, no lograrás la entrada en la vida. Si, en cambio, experimentas este proceso durante mucho tiempo, llegarás a comprender con nitidez la verdad, podrás discernir con claridad las actitudes corruptas y la senda de la práctica de la verdad que debes seguir cada vez será más manifiesta. Si no has pasado por este proceso de práctica y experiencia y solo entiendes y comprendes las palabras de Dios desde un punto de vista literal y doctrinal, entonces solo predicarás doctrinas, ya que tu interpretación literal y tu experiencia directa entrarán en contradicción. ¿Cómo surgen las doctrinas? Surgen cuando alguien no practica las palabras de Dios y no posee experiencia vital, sino que simplemente comprende, analiza e interpreta el significado literal de Sus palabras y, aun así, lo predica. ¿Las doctrinas pueden llegar a ser la realidad? Si no practicas ni vives la verdad, nunca la entenderás. Las meras interpretaciones literales de la verdad no pasarán nunca de doctrinas. En cambio, si practicas la verdad, sentirás y percibirás que te despojas de parte de tu corrupción, das un paso más hacia la salvación y te acercas a los requisitos de Dios. El conocimiento, los pensamientos, las ideas, los sentimientos, etc., que se generen serán prácticos. ¿Cómo se llega a la realidad? A través de la experiencia de practicar la verdad; si no se practica la verdad, nunca se alcanzará la realidad. Tal vez haya quien diga: “No practico la verdad, sin embargo, sé predicar sermones prácticos”. Puede que lo que prediques les suene correcto y bastante práctico a los demás en el momento, pero seguirán sin tener una senda de práctica después. Esto demuestra que todo lo que comprendes continúa siendo doctrina. Si no pones en práctica las palabras de Dios ni tienes experiencia práctica o conocimiento de la verdad, cuando surja en otra persona un estado que nunca te has planteado anteriormente, no sabrás resolverlo. Cuando uno no practica casi nunca la verdad, le resulta imposible comprenderla realmente. Solo si amplía su práctica de la verdad podrá comprenderla realmente, momento en el cual sabrá captar los principios de práctica de la verdad. Si no tienes experiencia de la verdad, es natural que solamente sepas predicar doctrinas. Les dirás a los demás que se atengan a los preceptos como lo haces tú. Sin experiencia de vida genuina, nunca sabrás predicar la realidad de la verdad. Practicar la verdad no es lo mismo que estudiar. Estudiar siempre implica dedicar esfuerzo a las palabras y las frases; basta con, simplemente, tomar notas, memorizar, analizar, investigar. La práctica de la verdad es exactamente lo contrario: debes basarte en la experiencia práctica para, como resultado, comprender la verdad y enfocar las cuestiones de acuerdo con los principios. Cualquiera que tenga la voluntad de practicar la verdad podrá despojarse de sus actitudes corruptas en cuanto logre comprenderla; así, cuantas más verdades practique, más actitudes corruptas desechará. Los que entienden la verdad pero no la practican nunca podrán liberarse de sus actitudes corruptas. Buscar, comprender y practicar la verdad es, pues, la senda que lleva a corregir las actitudes corruptas.

11 de diciembre de 2017

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