Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios (Parte 1)

Dios pide a las personas que lo traten como tal porque la humanidad está profundamente corrompida, y la gente no lo trata como a Dios, sino como a una persona. ¿Qué problema hay con que las personas siempre le pongan exigencias a Dios? ¿Y qué problema hay con que siempre tengan conceptos sobre Dios? ¿Qué contiene la naturaleza del hombre? He descubierto que, independientemente de lo que les ocurra, o de aquello que estén afrontando, las personas siempre protegen sus propios intereses, prestan atención a su propia carne, y siempre buscan razones o excusas que les sirvan. No buscan ni aceptan la más mínima verdad, y todo lo que hacen tiene como fin defender su propia carne y conspirar en aras de sus propias perspectivas. Todas solicitan la gracia de Dios, y tratan de sacar todo el provecho posible. ¿Por qué le hacen tantas exigencias a Dios? Esto demuestra que las personas son codiciosas por naturaleza y que, ante Dios, no poseen sentido alguno. En todo lo que hacen —ya sea que oren, compartan enseñanzas o prediquen—, sus búsquedas, pensamientos y aspiraciones son todas exigencias a Dios e intentos de ganar algo de Él; la gente hace todas estas cosas con la esperanza de obtener algo de Dios. Algunos dicen que “la naturaleza humana es así”, lo que es correcto. Además, que las personas le pongan demasiadas exigencias a Dios y tengan demasiados deseos extravagantes demuestra que son muy carentes de conciencia y razón. Todos exigen y solicitan cosas por su propio bien, o tratan de discutir y buscar excusas por su propio beneficio; hacen todo esto para sí mismos. En muchas cosas se puede ver que lo que hacen carece totalmente de sentido, y esto es una prueba plena de que la lógica satánica de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” ya se ha convertido en la naturaleza humana. ¿Qué problema ilustra el hecho de que la gente formule exigencias excesivas hacia Dios? Que la gente ha sido corrompida por Satanás hasta cierto punto y que, en su fe en Dios, no lo tratan en absoluto como tal. Algunas personas afirman: “Si no tratamos a Dios como tal, ¿por qué seguiríamos creyendo en Él? Si no lo tratamos como tal, ¿podríamos haberlo seguido hasta hoy? ¿Podríamos haber resistido todo este sufrimiento?”. En apariencia, crees en Dios y eres capaz de seguirlo, pero en tu actitud hacia Él, y en tus opiniones sobre muchas cosas, no lo tratas en absoluto como al Creador. Si trataras a Dios como tal, como Creador, deberías mantenerte firme en tu posición de ser creado, y te sería imposible ponerle más exigencias a Dios o tener deseos extravagantes. Por el contrario, en tu corazón, serías capaz de tener una sumisión verdadera, y serías plenamente capaz de creer en Dios conforme a Sus exigencias y de obedecer toda Su obra.

Cuando se empezó a dar testimonio de la encarnación, todas las personas se quejaron: “Dios, no nos esclareciste antes de hacerte carne para que pudiéramos prepararnos mentalmente. Si nos hubiéramos preparado mentalmente, seríamos capaces de aceptarte, y no nos rebelaríamos y resistiríamos. ¿No eres omnipotente? Nos rebelamos contra Ti y nos resistimos a Ti porque hemos sido corrompidos por Satanás y no podemos evitar hacerlo. ¿No puedes hacer algo para que dejemos de resistirnos y podamos transitarlo fácilmente?”. ¿No es esto lo que las personas pensaban? Muchas también pusieron condiciones, y decían: “Nada podemos hacer contra nuestra rebeldía y resistencia. La encarnación de Dios es demasiado incompatible con nuestras nociones. Si la encarnación de Dios fuera un poco más alto, o tuviera una apariencia destacable, si tuviera abundante conocimiento y hablara con elocuencia, o pudiera materializarse a voluntad e hiciera señales y prodigios, o si Dios apareciera y obrara encarnado más en consonancia con las fantasías de las personas, entonces, no nos resistiríamos a Él”. Muchas personas hicieron estas exigencias en esa época, pero Dios no actuó de acuerdo con las figuraciones o nociones del hombre. Al contrario, reaccionó y actuó completamente en contra de las nociones humanas. ¿Qué demostró esto? Demostró que las nociones y exigencias humanas son irracionalmente problemáticas. Algunas personas se convirtieron en líderes de iglesia, pero no hacían nada de trabajo real, y solo se ocupaban con asuntos externos. Cuando traté con esas personas y les podé, y les dije solo unas palabras de reproche, ellas se sintieron tristes por dentro, lloraron amargamente y se volvieron negativas. Se dijeron a sí mismas: “¿Dios no es misericordioso y amable? Yo estoy sufriendo mucho, ¿por qué no me dice algunas palabras agradables para consolarme? ¿Por qué no me otorga ni siquiera una sola palabra de bendición?”. Las personas hacían exigencias de este calibre a Dios, y se justificaban a sí mismas por completo. Algunas personas sentían que tenían capital porque habían difundido el evangelio con éxito a muchas otras personas, por lo que, después de hacer algo mal y ser tratados, argumentaban: “He difundido el evangelio con éxito a tanta gente sin recibir ninguna recompensa, y ahora me han podado y han tratado conmigo así. He sufrido mucho, y, al final, aun así trataron conmigo. ¿Por qué a Dios no le importan mis sentimientos?”. ¿Las personas que piensan así tienen la verdad en sus corazones? ¿Son razonables estas exigencias? Si consolara a alguien después de tratar con él, él pensaría: “Dios es muy bueno, nunca creí que Él me consolaría”. Pero si Yo tratara con otra persona, y esa persona estuviera especialmente alterada, y Yo no le consolara, ella pensaría: “¿Por qué Dios consuela a otros tras tratar con ellos, pero no me consuela a mí? Dios no está siendo justo conmigo”, y habría nociones en su corazón. Las personas albergan en sus corazones muchas exigencias, fantasías y deseos irracionales que, en cierto momento y en las condiciones correctas, surgirán repentinamente. Porque ningún pensamiento, ninguna idea y ninguna exigencia que el hombre revela es compatible con Dios, y la naturaleza del hombre está llena de cosas satánicas: todo lo que hace es por sí mismo, es egoísta y codicioso, tiene demasiados deseos extravagantes, es demasiado inmundo y está demasiado profundamente corrompido.

Las personas siempre le hacen exigencias a Dios, no importa cuál sea la situación. ¿Cuál es el problema con esto? Algunos oran a Dios cuando disfrutan la comodidad, y dicen: “Oh, Dios, protégeme, déjame vivir en este estado todo el tiempo”. Las personas también tienen exigencias cuando están infelices o desanimadas: “Dios, ¿por qué no me demuestras amabilidad? ¿Por qué no me esclareces? ¿Por qué las cosas son tan buenas para otros, pero tan malas para mí?”. Cuando las personas enfrentan la adversidad, le exigen firmemente a Dios que cambie la situación; cuando las cosas van bien, sus exigencias se vuelven aun más excesivas. Cuando obtienen algo, codician más, y cuando no lo obtienen, quieren obtenerlo desesperadamente. ¿Qué quieren obtener? Quieren obtener las cosas que les gustan y lo que sus intereses carnales requieren. Por lo tanto, ninguna de las exigencias del hombre está justificada ni es merecida. Cuando les di a algunas familias pobres algo de ropa y cosas para que usaran, algunos estuvieron descontentos. Pensaron: “¿Por qué Dios siempre les cuida a ellos, pero a mí no? ¡Dios no es justo!”. Otros no lo tomaron de forma personal y pensaron: “Ya es por gracia de Dios que yo pueda transitar la senda de creer en Él, y que pueda seguirla hasta ahora. Yo no debería perseguir esas cosas materiales”. Pero tras considerarlo más adelante, se sintieron alterados. Cuando se sintieron incapaces de superar ese sentimiento, oraron sin cesar, y, por un tiempo, dejaron de cavilar, pero esas cosas seguían en sus corazones; sin importar cómo lo sopesaran, por dentro seguían sintiéndose decaídos, y pensaron: “¿Dónde está la justicia de Dios? ¿Por qué no puedo verla? Dios no maneja ninguno de estos asuntos externos de manera justa ni razonable, entonces, ¿dónde se manifiesta Su justicia?”. Luego cambiaron de opinión y pensaron: “La justicia no es lo mismo que la equidad o la razonabilidad, y no hay que confundirlas”, pero seguían alterados e incapaces de dejar el tema. Las personas están muy preocupadas por un poco de interés material; sería grandioso si pudieran preocuparse de igual manera por la verdad. Más allá de eso, hacer exigencias constantes a Dios en su interior es parte de su naturaleza, y todas las personas que no aman la verdad aman los beneficios materiales. En conclusión, todas las exigencias y tramas de la gente, exigirle esto o aquello a Dios, tramar aquí y allá, son incompatibles con la verdad, y se oponen a las exigencias de Dios y a Su voluntad. Dios no ama a ninguna de ellas, a todas las odia y las desprecia. Las exigencias que las personas le hacen a Dios, todo lo que persiguen y las sendas que transitan no tienen nada que ver con la verdad. Algunos piensan: “He trabajado para la iglesia por muchos años; si me enfermo, Dios debería sanarme y bendecirme”. En particular, quienes han creído en Él por mucho tiempo le exigen aun más; quienes han creído por poco tiempo no se sienten dignos, pero después de un tiempo, empezarán a sentirse con derecho. Esta es la forma de ser de las personas, está en la naturaleza del hombre, y nadie es excepción a esto. Algunas personas dicen: “Nunca he hecho una exigencia excesiva a Dios porque soy un ser creado, y no soy digno de pedirle nada”. No te apresures a decir eso, el tiempo lo revelará todo. La naturaleza y las intenciones de la gente serán expuestas con el tiempo y un día saldrán a la luz. Las personas no le hacen exigencias a Dios porque no creen que sea necesario, porque no es el momento oportuno, o porque ya le han exigido mucho, pero no se dan cuenta de que es una exigencia. En síntesis, tienen este tipo de naturaleza, por lo que les resulta imposible no revelarla. En las circunstancias correctas, o dada la oportunidad, se revelará de forma natural. ¿Por qué enseñar sobre esto hoy? Para que las personas comprendan lo que hay en su propia naturaleza. No creas que creer en Dios unos años o trabajar para la iglesia unos días significa que te has esforzado, te has dedicado o has sufrido mucho por Él y que mereces obtener algunas cosas, como el disfrute de las cosas materiales, el alimento del cuerpo, o ser más respetado y valorado por otros, o que Dios te hable con amabilidad o se preocupe más por ti, pregunte a menudo si estás comiendo bien y te vistes adecuadamente, cómo estás físicamente y demás. Estas cosas surgen inconscientemente en las personas cuando se han esforzado por Dios mucho tiempo, y llegan a pensar que merecen exigirle cualquier cosa. Cuando solo se han esforzado por Dios un corto tiempo, creen que no tienen el derecho y no se atreven a hacerle exigencias a Dios. Pero, con el tiempo, pensarán que tienen capital y sus exigencias comenzarán a surgir, y estos aspectos de su naturaleza quedarán expuestos. ¿No son así las personas? ¿Por qué las personas no meditan si está bien realizar exigencias así a Dios? ¿Mereces estas cosas? ¿Dios te las prometió? Si algo no te pertenece, pero lo exiges con terquedad, esto se opone a la verdad, y nace por completo de tu naturaleza satánica. ¿Cómo se comportó el arcángel al principio? Se le había dado una posición muy alta, se le había dado demasiado, por lo que pensó que merecía todo lo que deseara y obtuviera, hasta que, al final, llegó el punto en que dijo: “¡Quiero estar en pie de igualdad con Dios!”. Por eso las personas creen en Dios con demasiadas exigencias, deseos demasiado grandilocuentes. Si no se examinan a sí mismas, si no notan la gravedad del problema, un día dirán: “Renuncia, Dios. Yo mismo podría ser Dios, más o menos”, o “Dios, vestiré lo que vistas, comeré lo que comas”. Las personas que han llegado a este nivel ya tratan a Dios como si fuera un ser humano. Aunque, de palabra, reconocen que Dios encarnado es Dios mismo, estas solo son palabras superficiales. En realidad, sus corazones no tienen ni una pizca de sumisión a Dios ni temor de Dios. Algunas personas incluso quieren ser Dios, y habrá problemas si sus ambiciones y deseos crecen a este nivel. Es posible que les acontezca una calamidad, e incluso si las expulsan de la iglesia, aun así serán castigadas por Dios.

Los creyentes en Dios deberían tratar a Dios como tal, y solo al hacer esto están creyendo en Dios verdaderamente. No deberían limitarse a reconocer la posición de Dios, deberían tener una verdadera comprensión y verdadero temor de la esencia y el carácter de Dios, y ser completamente obedientes. Os diré algunas formas de practicar esto. Primero, ten devoción y una actitud sincera dentro cuando interactúes con Dios, sin ninguna noción ni fantasía, y ten un corazón obediente. Segundo, lleva ante Dios las intenciones detrás de todo lo que digas, de cada pregunta que hagas, de todo lo que hagas, para examinarlas y orar. Solo si sabes cómo practicar de acuerdo con los principios verdad y con base en la palabra de Dios podrás entrar en la realidad verdad. Si no buscas la verdad, no solo no podrás entrar en la realidad verdad, sino que acumularás cada vez más nociones, y eso traerá problemas. Si consideras a Dios como una persona, entonces, crees en un Dios vago en el cielo; habrás negado por completo la encarnación y ya no reconocerás al Dios práctico en tu corazón. En este momento, te convertirás en un anticristo y caerás en la oscuridad. Cuantas más justificaciones tengas, más exigencias le harás a Dios, y más nociones tendrás sobre Él, lo que te pondrá en creciente peligro. Cuantas más exigencias le hagas a Dios, más se demostrará que, simplemente, no tratas a Dios como tal. Si siempre albergas exigencias a Dios en tu corazón, con el tiempo, es probable que empieces a tratarte a ti mismo como Dios, y darás testimonio para ti mismo cuando trabajes en la iglesia, e incluso dirás: “¿Acaso Dios no da testimonio para sí mismo? ¿Por qué no puedo yo?”. Porque tú no comprendes la obra de Dios, tendrás nociones sobre Él, y no tendrás un corazón temeroso. Tu tono de voz cambiará, tu carácter se volverá arrogante y, al final, comenzarás gradualmente a exaltarte y dar testimonio para ti mismo. Este es el proceso del declive del hombre, y se genera por completo porque este no busca la verdad. Todos los que recorren la senda de los anticristos se exaltan y dan testimonio para sí mismos, se promueven a sí mismos, se lucen en cada oportunidad y no se preocupan por Dios en absoluto. ¿Habéis experimentado vosotros estas cosas de las que hablo? Muchas personas dan testimonio de sí mismas persistentemente, hablan de que han sufrido esto y lo otro, de cuánto trabajan, cuánto Dios las valora y les confía tal trabajo, y cómo son; usan tonos particulares al hablar y emplean ciertos modos, hasta que, al final, otros probablemente comiencen a pensar que son Dios. El Espíritu Santo hace mucho que ha abandonado a quienes alcanzan este nivel, y aunque tal vez no hayan sido descartados o expulsados, sino que se los deja para que presten servicio, su destino ya está sellado y solo están esperando su castigo. Esto ya ha sucedido en algunos lugares. Un nuevo creyente vio que cierta hermana hablaba y parecía bastante digna, y la confundió con Dios. Cuando llegó el momento de que ella partiera, este nuevo creyente se aferró a ella y exclamó: “¡Oh, Dios! ¡No te vayas! ¡Oh, Dios! ¡Te extrañaré!”. Ella tenía claro que no era Dios, pero no lo negó ni corrigió esto. ¿Acaso posee razón una persona así? (No). No posee nada de razón y, sin dudas, ¡no es buena! Algunas personas están confundidas y son ignorantes, y tratan a alguien así como Dios; ¡esto es, verdaderamente, algo terrible! ¡Y aferrarse a ella llorando es tan ignorante que resulta irremediable! Si puedes tratar como Dios a un ser humano corrupto que es de Satanás, entonces, ¿de qué forma crees en Dios? ¿Eso no es creer en Satanás? ¿Cuán confundido debe estar alguien para tratar a una persona como Dios? Si crees en Dios, pero no puedes aceptar o perseguir la verdad, es posible que otros te engañen, y serás proclive a hacer tonterías y descarriarte. Las personas tontas e ignorantes están verdaderamente en peligro, son capaces de hacer cualquier estupidez.

Las personas siempre le hacen exigencias a Dios, le piden que haga esto o lo otro de acuerdo con sus propias nociones. Le pides a Dios que te salve, que te tenga lástima, que te ame, que te demuestre gracia, todo según tus ideas. Al hacer esto, usas tus propias ideas y tus propios métodos para hacerle exigencias a Dios, y para hacer que Dios te obedezca. ¿Cuál es el problema con esto? ¿Es esto creer en Dios? Simplemente, crees en ti mismo. Dios no está en tu corazón, como tampoco lo está ninguna de las verdades. Alguien, generosamente, me compró un par de zapatos, pero no me servía, por lo que quise regresarlo. Pero pensé que, si lo regresaba, él podría malinterpretarlo, así que se los di a otra hermana para que los usara. Cuando él se enteró, no pudo aceptarlo, y dijo: “¿Sabes cuánto esfuerzo y dinero invertí, cuánto viajé para comprarlos? Los regalaste con facilidad, ¿crees que me resultó fácil ganar ese dinero? Si no quieres usarlos, devuélvemelos, ¿cómo pudiste dárselos a otro?”. Le dije: “No te pedí que me compraras zapatos. Tú los compraste y me los diste, pero no me quedaban, por lo que se los di a otra persona. ¿Es un problema? Si te los hubiera devuelto, ¿no te habrías vuelto negativo y débil, y me habrías malinterpretado? ¿No puedo hacer arreglos razonables?”. ¿Es apropiado que la gente me trate así? Parece que las personas tienen intenciones y exigencias incluso cuando le ofrecen algo a Dios. ¿Es esa persona alguien que comprende la verdad? Cuando le ofreces algo a Dios, ya no es tuyo, le pertenece a Él. Dios puede hacer lo que quiera con ello, y cómo Él lo maneje es asunto Suyo. Las personas deberían tener un poco de sentido, aprender a someterse y no interferir siempre con los asuntos de Dios. ¿Tiene sentido pelear con Dios constantemente? Cuando las personas me compran cosas, parecen llenas de gran amabilidad y amor hacia Dios, pero después exigen que me gusten esas cosas y se quejan si no es así. Es más, no está bien si no las uso, las personas restringen a quién se las puedo dar, y no permiten que Yo haga esto o aquello. Escrudiñan a Dios y piensan así en Él todo el día, y se preguntan: “¿Por qué no puede Dios complacer los deseos del hombre?”. Las personas carecen de sentido por completo, ¡son muy irracionales! He descubierto que todos dicen: “Debo amar bien a Dios y retribuirle Su amor”, pero no tienen la menor comprensión en sus corazones de lo que significa amar a Dios. Los corazones de las personas están llenos de sus actitudes corruptas, por lo que ¿cómo puede haber amor ahí? ¿Hablar de amar y obedecer a Dios no son solo palabras vacías si la gente está tan corrompida que ni siquiera tiene el sentido de una persona normal? Las únicas cosas que hay dentro de las personas son nociones y fantasías, resentimiento, deseos extravagantes y exigencias irracionales. Simplemente, no hay amor ni obediencia en ellas. Para las personas, el amor es un objetivo a perseguir, solo un requisito de Dios. ¿Cuántas de ellas lo logran? ¿Cuántas tienen un testimonio vivencial real?

Ahora que todos vosotros estáis dispuestos a buscar la verdad y a esforzaros por cambiar vuestras actitudes, ¿cómo deberías hacer introspección cuando le haces exigencias a Dios? ¿Tus exigencias están en línea con la verdad? ¿Cuál debería ser tu actitud hacia Dios? ¿Alguna vez pensaste en estas preguntas? Algunas personas se vuelven arrogantes tras liderar algunas iglesias, creen que la casa de Dios no puede prescindir de ellas y que merecen un trato especial. Las personas tienen una naturaleza satánica y, cuanto más alta es la posición de alguien, mayores son sus exigencias a Dios, cuanto más comprende alguien las doctrinas, más ocultas y traicioneras son sus exigencias. Tal vez no las diga en voz alta, pero están escondidas en su corazón. Otras personas no las descubren con facilidad, pero ¿quién sabe cuándo pueden surgir las quejas y la resistencia dentro de una persona? Eso implicaría aun más problemas, y sería probable que ofendiera el carácter de Dios. ¿Por qué los líderes religiosos y las celebridades que son anticristos corren más peligro? Cuanto más alta es la posición de alguien, mayores son sus ambiciones, cuanto más comprende las doctrinas, más arrogante se vuelve su carácter. Es peligroso, entonces, creer en Dios pero perseguir el estatus en vez de la verdad. Dios ha expresado muchas verdades, y ha puesto en evidencia y descartado de Su casa a todos los que no aman la verdad, por no hablar de aquellos en círculos religiosos. ¿Veis la necesidad de Dios de juzgar y castigar a las personas? Cuando las personas realmente comprendan la verdad y tengan entrada en la vida, verán la realidad de su propia corrupción y sentirán que sería peligroso para ellas no perseguir la verdad. Ahora mismo, las personas no comprenden para nada su propia naturaleza, e incluso si tienen una comprensión superficial, es solo de las doctrinas, y no han ganado la verdad. Por lo tanto, no creen estar en peligro, ni saben que deben tener miedo o preocuparse por sí mismas. Algunos nuevos creyentes se atreven a decir y hacer cualquier cosa, pero aquellos que han experimentado el juicio y el castigo son diferentes. Su corazón es un poco temeroso de Dios, e incluso si albergan algunas nociones, no se atreven a decirlas en voz alta, saben que deben apresurarse a orar: “Oh, Dios, Te he ofendido…”. Algunos nuevos creyentes se atreven a pronunciar palabras blasfemas sin pensarlo siquiera, dicen: “¿Dios sufre? ¿Qué sufre? Come y viste bien, las personas le albergan en todos lados, ¡eso no es sufrir! Pero a mí no me importan esas cosas. Yo creo en el Espíritu de Dios, no en una persona”. Se atreven a negar la encarnación. Esas personas tienen mucha audacia. No tienen un corazón temeroso de Dios para nada, no temen a nada, se atreven a decir cualquier cosa y albergan naturalezas demoníacas y bestiales. Si lo Alto tiene alguna buena impresión u opinión de alguien, algunos dicen: “Esta persona es popular y es favorecida en la iglesia, es bien recibida en la casa de Dios”. ¿Esta clase de persona comprende la verdad? En lo más mínimo. Su forma de ver las cosas ha expuesto por completo que todo en su corazón sigue siendo de este mundo. Es un punto de vista y un enfoque totalmente secular. ¿Creer en Dios y leer Sus palabras puede tener algún efecto en estas personas? No aceptan la verdad para nada, y su forma de ver las cosas es la misma que la de los incrédulos. De hecho, son no creyentes.

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