Palabras sobre el cumplimiento del deber (Fragmento 36)

La letra de la canción “Qué alegría ser una persona honesta” es toda ella bastante práctica, y he escogido algunos versos para compartir. Hablemos primero sobre el verso “Me aferro a mi deber con todo el corazón y la mente, y no tengo preocupación por la carne”. ¿Qué estado es este? ¿Qué tipo de persona es aquella que puede aferrarse a su deber con todo el corazón y la mente? ¿Acaso tiene conciencia? ¿Ha cumplido con su responsabilidad como ser creado? ¿Ha recompensado a Dios de alguna manera? (Sí). El hecho de que pueda aferrarse a su deber con todo el corazón y la mente significa que puede cumplir con él de forma seria, responsable, sin ser superficial, sin ser astuta ni holgazanear y sin eludir la responsabilidad. Tiene una actitud adecuada y su estado y su mentalidad son normales. Tiene razón y conciencia, es considerada con Dios, y leal y devota con su deber. ¿Qué quiere decir “no tener preocupación por la carne”? Aquí también hay varios estados. Fundamentalmente quiere decir que a esa persona no le preocupa el futuro de su carne, y no hace planes para lo que está por venir. Quiere decir que no tiene en cuenta qué es lo que hará más adelante cuando sea vieja, quién se ocupará de ella o cómo vivirá entonces. No tiene en cuenta estas cosas, y en su lugar se somete a las instrumentaciones y las disposiciones de Dios en todas las cosas. Cumplir bien con su deber es la primera tarea y la principal: aferrarse a su deber y a la comisión de Dios son las cosas más importantes. Si las personas son capaces de desempeñar bien su deber como seres creados, ¿acaso no tienen cierta semejanza humana? Eso es tener semejanza humana. La gente debe al menos cumplir bien con su deber, ser leal y poner en ello todo el corazón y la mente. ¿Qué significa “aferrarse al deber de uno”? Significa que, sean cuales sean las dificultades con las que la gente se encuentre, no renuncia, no se convierte en desertora ni elude su responsabilidad. Hace todo lo que puede. Eso es lo que significa aferrarse al deber de uno. Supongamos, por ejemplo, que se ha dispuesto que hagas algo, y no hay nadie que te vigile, te supervise o te anime. ¿Qué sería aferrarte a tu deber? (Sería aceptar el escrutinio de Dios y vivir en Su presencia). Aceptar el escrutinio de Dios es el primer paso; ese es un aspecto. El otro aspecto es cumplir tu deber con todo el corazón y toda la mente. ¿Qué debes hacer para poder hacerlo con todo el corazón y toda la mente? Debes aceptar la verdad y ponerla en práctica; es decir, debes aceptar y someterte a todo lo que Dios exija; debes abordar tu deber como abordarías tus asuntos personales, de manera que no exija que nadie te vigile, te supervise ni controle si lo estás haciendo bien, te siga, supervise lo que haces, o incluso te pode contigo. Debes pensar para ti mismo: “Cumplir con este deber es mi responsabilidad. Es mi papel, y ya que se me ha encomendado hacerlo y se me han explicado los principios y los he captado, continuaré haciéndolo con firmeza. Haré todo lo que pueda para que se haga bien”. Debes perseverar en la realización de este deber, y no verte constreñido por ninguna persona, acontecimiento o cosa. Esto es lo que significa aferrarte a tu deber con todo el corazón y toda la mente, y la gente debe tener esta semejanza. Entonces, ¿de qué debe estar dotada la gente para aferrarse a su deber con todo el corazón y toda la mente? En primer lugar, debe tener la conciencia que deben tener los seres creados. Eso es lo mínimo. Además de eso, debe ser leal. Como ser humano, para aceptar la comisión de Dios, uno debe ser leal. Debe ser completamente leal a Dios únicamente, y no puede serlo a medias ni dejar de asumir responsabilidad; actuar según sus propios intereses o estados de ánimo está mal, eso no es ser leal. ¿Qué significa ser leal? Significa que cumples tus deberes y no estás influenciado ni constreñido por tu estado de ánimo, el ambiente u otras personas, acontecimientos y cosas. Debes pensar para tus adentros: “He recibido esta comisión de parte de Dios; Él me la ha dado. Esto es lo que debo hacer, así que lo haré igual que lo haría con mis propios asuntos, de la manera que dé mejores resultados, dándole importancia a satisfacer a Dios”. Cuando estás en este estado, no solo tu conciencia está en control, sino que la lealtad también está presente en tu interior. Si te conformas con simplemente cumplir la tarea, no aspiras a ser eficiente o lograr resultados, y sientes que basta con solo dedicarle tu mayor esfuerzo, entonces esto es meramente cumplir el criterio de la conciencia de la gente, y no puede considerarse lealtad. Ser leal a Dios es un requisito y criterio superior al de la conciencia. No se trata solo de dedicarle tu mayor esfuerzo; también debes poner todo el corazón en ello. En interior, siempre debes considerar tu deber como el trabajo que te corresponde hacer, aceptar las cargas de esta tarea, sufrir reproches si cometes el menor error o si te encuentras en un estado en el que eres superficial y debes sentir que no puedes comportarte así porque eso te hace estar muy en deuda con Dios. Las personas que de verdad tienen conciencia y razón cumplen con su deber como si fuera su propio trabajo, sin importar si alguien los controla o supervisa. Ya sea que Dios esté contento con ellos y sin importar cómo Él los trate, siempre se exigen estrictamente a sí mismos cumplir bien con sus deberes y completar la comisión que Dios les confió. Esto se llama lealtad. ¿No es este un criterio más elevado que el de la conciencia? Cuando la gente actúa según el criterio de la conciencia, a menudo está influenciada por cosas externas, o piensa que basta con dedicar su máximo esfuerzo a su deber; el nivel de pureza no es tan alto. No obstante, si hablamos de lealtad y de ser capaz de aferrarse lealmente al deber de uno, el nivel de pureza es más elevado. No se trata solamente de hacer un esfuerzo; requiere que pongas todo el corazón, la mente y el cuerpo en tu deber. Para desempeñar bien tu deber, en ocasiones debes soportar una pequeña adversidad física. Debes pagar un precio, y dedicar todos tus pensamientos a cumplir con tu deber. No importa a qué circunstancias te enfrentes, estas no afectan a tu deber ni hacen que te demores en cumplir con él, y eres capaz de satisfacer a Dios. Para hacer esto, debes ser capaz de pagar un precio. Debes abandonar a tu familia en la carne, tus asuntos personales y tu propio interés. Tu vanidad, orgullo, sentimientos, placeres físicos e incluso cosas como los mejores años de tu juventud, tu matrimonio, tu futuro y tu destino, todo ello debes abandonarlo, y debes desempeñar bien tu deber por propia voluntad. Entonces, habrás alcanzado la lealtad, y tendrás semejanza humana por vivir así. Las personas así no solamente tienen conciencia, sino que emplean el criterio de conciencia como la base desde la cual exigirse a sí mismas la lealtad que Dios exige al hombre y usar esta lealtad como un medio a través del cual se evalúan a sí mismas. Se esfuerzan con afán por alcanzar esta meta. Las personas así son escasas en la tierra. Por cada mil o diez mil elegidos de Dios, tan solo hay una. ¿Acaso las personas así viven vidas valiosas? ¿Son personas que Dios aprecia? Por supuesto que viven vidas valiosas y son personas que Dios aprecia.

El siguiente verso de la canción dice: “Aunque mi calibre es bajo, tengo un corazón honesto”. Estas palabras parecen muy reales y hablan de un requerimiento que Dios hace a las personas. ¿Qué requisito? Que si las personas tienen deficiencia de calibre, no es el fin del mundo, pero deben poseer un corazón honesto, y, si es así, serán capaces de recibir la aprobación de Dios. No importa cuál sea tu situación o cuáles tus antecedentes, debes ser una persona honesta, hablar con honestidad, actuar con honestidad, poder llevar a cabo tu deber con todo el corazón y toda la mente y ser leal en el cumplimiento de tu deber, no intentar buscar atajos, no ser una persona escurridiza ni falsa, no mentir ni engañar, y no hablar con rodeos. Debes actuar de acuerdo con la verdad y ser alguien que la busque. Muchas personas piensan que son de bajo calibre, y que nunca cumplen bien con su deber o con el nivel requerido. Hacen las cosas lo mejor que pueden, pero nunca pueden captar los principios ni son capaces todavía de obtener resultados demasiado buenos. En definitiva, lo único que pueden hacer es quejarse de ser de calibre demasiado bajo, y se vuelven negativas. Entonces, ¿no hay un camino a seguir para una persona que sea de bajo calibre? Ser de bajo calibre no es una enfermedad mortal, y Dios nunca dijo que Él no salva a aquellos que sean de bajo calibre. Como Dios dijo anteriormente, Él está apenado por quienes son honestos pero ignorantes. ¿Qué quiere decir ser ignorante? En muchos casos, la ignorancia proviene del hecho de ser de bajo calibre. Cuando la gente es de bajo calibre, tiene una comprensión superficial de la verdad. No es lo bastante específica ni práctica, y a menudo se limita a una comprensión literal o somera, se queda en la doctrina y los preceptos. Esa es la razón por la que esa gente no puede entender numerosos problemas, y nunca puede captar los principios al cumplir con su deber ni pueden cumplir bien con él. Entonces, ¿Dios no quiere personas de bajo calibre? (Sí las quiere). ¿Qué senda y qué dirección indica Dios a la gente? (La de ser una persona honesta). ¿Puedes ser una persona honesta solo con decirlo? (No, debes mostrar las manifestaciones de una persona honesta). ¿Cuáles son las manifestaciones de una persona honesta? Primero, no tener dudas acerca de las palabras de Dios. Esa es una de las manifestaciones de una persona honesta. Además de esto, la manifestación más importante es buscar y practicar la verdad en todo: esto es crucial. Dices que eres honesto, pero siempre pasas por alto las palabras de Dios y simplemente haces lo que te parece. ¿Acaso es esa la manifestación de una persona honesta? Dices: “Aunque tengo poco calibre, tengo un corazón honesto”. Y, sin embargo, cuando te llega un deber te da miedo sufrir y asumir la responsabilidad si no lo haces bien, por eso pones excusas para evadir tu deber o sugieres que lo haga otro. ¿Es esta la manifestación de una persona honesta? Claramente, no lo es. Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir, y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él, y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber. Si no llevas a cabo lo que conoces y entiendes, y si solo dedicas un esfuerzo del 50 o 60 por ciento, entonces no estás poniendo todo el corazón y la fuerza en ello. En cambio, eres astuto y holgazaneas. ¿Son honestas las personas que cumplen con su deber de esta manera? En absoluto. A Dios no le sirven de nada las personas escurridizas y falsas; estas deben descartarse. Dios solo usa a las personas honestas para cumplir deberes. Incluso los trabajadores leales han de ser honestos. Los que son siempre superficiales, astutos y que buscan maneras de holgazanear, son todos gente falsa, y son todos unos demonios. Ninguno de ellos cree de verdad en Dios y todos deben descartarse. Alguna gente piensa: “Ser una persona honesta es sencillamente decir la verdad y no contar mentiras. En realidad es fácil ser una persona honesta”. ¿Qué te parece esta opinión? ¿Ser una persona honesta es algo tan limitado? En absoluto. Debes revelar tu corazón y dárselo a Dios; esta es la actitud que una persona honesta debe tener. Es por ello que un corazón honesto es muy valioso. ¿Qué implica esto? Que un corazón honesto puede controlar tu comportamiento y cambiar tu estado. Te puede conducir a hacer las elecciones correctas y a someterte a Dios y ganar Su aprobación. Un corazón como este es verdaderamente preciado. Si tienes un corazón honesto como este, entonces ese es el estado en el que debes vivir, así es como debes comportarte y así es como debes entregarte. Debes considerar esta letra exhaustivamente. Ninguna frase es tan simple como su sentido literal, y te habrá aportado algo si realmente la entiendes después de considerarla.

Echemos un vistazo a otro verso de la letra: “En todas las cosas cumple las intenciones de Dios con toda tu lealtad”. Hay una senda para practicar en estas palabras. Algunas personas se vuelven negativas cuando se enfrentan a dificultades durante el cumplimiento de su deber, y esto hace que se vuelvan reacias a cumplir con él. Algo les ocurre a estas personas. ¿Acaso se están entregando con sinceridad para Dios? Deberían reflexionar sobre por qué se vuelven negativas cuando se enfrentan a dificultades, y por qué no pueden buscar la verdad para resolver los problemas. Si pueden reflexionar sobre sí mismas y buscar la verdad, entonces podrán ver los problemas que tienen. En realidad, la mayor dificultad que tiene la gente es principalmente el problema de tener un carácter corrupto. Si puedes buscar la verdad, entonces tu carácter corrupto será fácil de arreglar. En cuanto arregles tu carácter corrupto, serás capaz de poner toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer las intenciones de Dios. “Todas las cosas” quiere decir que sea lo que sea, tanto si es algo que Dios te dio, algo que un líder o un obrero dispuso para ti o algo que encontraste por casualidad, siempre que sea lo que estás destinado a hacer y puedas cumplir con tu responsabilidad, pones toda tu lealtad en la tarea, cumples con las responsabilidades y con el deber tal y como debes y haces que satisfacer las intenciones de Dios sea tu principio. Este principio suena un tanto grandilocuente y un poco difícil para que la gente pueda estar a su altura. Hablando en términos más prácticos, significa cumplir bien con tu deber. Aferrarte a tu deber y cumplirlo bien no son tareas fáciles. Tanto si se trata de ser líder u obrero, o de algún otro deber, debes entender algunas verdades. ¿Puedes cumplir bien con tu deber sin comprender la verdad? ¿Puedes hacerlo bien sin aferrarte a los principios-verdad? Si entiendes todos los aspectos de la verdad y puedes llevar a la práctica los principios-verdad, entonces habrás cumplido bien con tu deber, te habrás aferrado a él, habrás entrado en la realidad-verdad, y puedes satisfacer las intenciones de Dios. Esa es la senda que hay que practicar. ¿Acaso es fácil de hacer? Si el deber con el que cumples es algo en lo que eres bueno y te gusta, entonces sientes que es tu responsabilidad y tu obligación, y que hacerlo es algo perfectamente natural y justificado. Te sientes alegre, feliz y a gusto. Es algo que estás dispuesto a hacer, algo en lo que puedes poner toda tu lealtad, y sientes que estás satisfaciendo a Dios. Pero si un día te enfrentas a un deber que no te gusta o que nunca antes has hecho, ¿serás capaz de dedicarle toda tu lealtad? Esto pondrá a prueba si practicas la verdad. Por ejemplo, si tu deber está en el grupo de himnos, y si sabes cantar y es algo que te gusta hacer, entonces estás dispuesto a cumplir con ese deber. Si se te asignara otro deber en el que tuvieras que difundir el evangelio y la tarea fuera un poco difícil, ¿serías capaz de obedecer? Lo consideras y dices: “Me gusta cantar”. ¿Qué significa esto? Significa que no deseas difundir el evangelio. Eso es claramente lo que quiere decir. Te limitas a repetir “Me gusta cantar”. Si un líder u obrero razona contigo: “¿Por qué no te capacitas para difundir el evangelio y te armas con más verdades? Será más beneficioso para tu crecimiento en la vida”, tú sigues insistiendo y dices: “Me gusta cantar, y me gusta bailar”. No deseas ir a difundir el evangelio, digan lo que digan. ¿Por qué no deseas ir? (Por falta de interés). Te falta interés, y por eso no quieres ir. ¿Cuál es el problema con esto? El problema es que eliges tu deber en función de tus preferencias y gustos personales, y no te sometes. Te falta sumisión, y ese es el problema. Si no buscas la verdad para resolver este problema, entonces no muestras realmente mucha sumisión verdadera. ¿Qué deberías hacer en esa situación para mostrar sumisión verdadera? ¿Qué puedes hacer para satisfacer las intenciones de Dios? Es en este momento que necesitas meditar y compartir sobre este aspecto de la verdad. Si deseas dedicar toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer las intenciones de Dios, no puedes hacerlo simplemente realizando un deber; debes aceptar toda comisión que Dios te encomiende. Ya sea que esta sea de tu agrado o concuerde con tus intereses, o que sea algo que no disfrutes, que nunca hayas hecho o sea difícil, aun así, debes aceptarla y someterte. No solo debes aceptarla, sino que además debes cooperar proactivamente y aprender de ella mientras que adquieres experiencia y ganas entrada. Incluso si sufres dificultades, estás cansado, eres humillado o excluido, igualmente debes dedicarle toda tu lealtad. Solo practicando de esta manera serás capaz de dedicar toda tu lealtad en todas las cosas y satisfarás las intenciones de Dios. Debes verlo como el deber que tienes que cumplir; no como un asunto personal. ¿Cómo debes entender los deberes? Como algo que el Creador, Dios, le encarga a alguien; así es como surgen los deberes de las personas. La comisión que te encarga Dios es tu deber, y es perfectamente natural y justificado que cumplas con tu deber como Dios lo exige. Si tienes en claro que este deber es la comisión de Dios y que es el amor y la bendición de Dios que recaen sobre ti, entonces podrás aceptar tu deber con un corazón amante de Dios, podrás ser considerado con Sus intenciones mientras realizas tu deber y podrás superar todas las dificultades para satisfacerle. Aquellos que verdaderamente se esfuerzan por Dios nunca podrían rechazar Su comisión; nunca podrían rechazar ningún deber. Sea cual sea el que Dios te confíe, independientemente de las dificultades que conlleve, no debes rechazarlo, sino aceptarlo. Esta es la senda de práctica, que consiste en practicar la verdad y dedicar toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer a Dios. ¿Cuál es el eje central de esto? Es la frase “en todas las cosas”. “Todas las cosas” no significa necesariamente las cosas que te gustan o que se te dan bien y, mucho menos, las cosas con las que estás familiarizado. Algunas veces serán cosas en las que no eres bueno, cosas que tienes que aprender, que son difíciles o con las que debes sufrir. Sin embargo, independientemente de la cosa de que se trate, siempre y cuando Dios te la haya confiado, debes aceptarla de parte de Él; debes aceptarla y cumplir bien el deber, dedicarle toda tu lealtad y satisfacer las intenciones de Dios. Esta es la senda de práctica. Sin importar lo que ocurra, siempre debes buscar la verdad, y una vez que estés seguro de qué tipo de práctica conforme a las intenciones de Dios, eso es lo que debes hacer. Solo si haces esto estás practicando la verdad, y solo así puedes entrar en la realidad-verdad.

Hay un verso más de la canción que dice: “Soy sincero y recto, sin engaño, y vivo en la luz”. ¿Quién otorga esta senda al hombre? (Dios). Si alguien es sincero y recto, entonces es honesto. Le ha abierto por completo a Dios su corazón y su alma, y no tiene nada que esconder ni de lo que esconderse. Le ha entregado su corazón a Dios y se lo ha mostrado, es decir, le ha entregado a Él todo su ser. Así pues, ¿puede seguir distanciado de Dios? No, no puede, y, por lo tanto, le resulta fácil someterse a Dios. Si Dios dice que es falso, esa persona lo admite. Si Él dice que es arrogante y santurrón, también lo reconoce; y no se limita a admitir estas cosas y ya está: es capaz de arrepentirse, de luchar por los principios-verdad, de rectificarse al darse cuenta de que está equivocado y de corregir sus errores. Sin darse cuenta, habrá corregido muchos de sus hábitos erróneos, y será cada vez menos falso, engañoso y superficial. Cuanto más tiempo viva así, más sincero y honrado se volverá y más cerca estará de la meta de convertirse en una persona honesta. Eso es lo que significa vivir en la luz. ¡Toda esta gloria va para Dios! Cuando las personas viven en la luz, eso es obra de Dios, no es algo de lo que puedan jactarse. Cuando viven en la luz, comprenden todas las verdades, tienen un corazón temeroso de Dios, saben que deben buscar y practicar la verdad en cada asunto con el que se encuentran, y viven con conciencia y razón. Aunque no se les puede llamar personas justas, a ojos de Dios tienen cierta semejanza humana y, como mínimo, sus palabras y actos no compiten con Él, pueden buscar la verdad cuando algo les sucede y tienen un corazón sumiso a Dios. En consecuencia, están relativamente a salvo y seguros, y no podrían traicionar a Dios. Aunque no tienen una comprensión muy profunda de la verdad, son capaces de obedecer y someterse, tienen un corazón temeroso de Dios y pueden evitar el mal. Cuando se les asigna una tarea o un deber, son capaces de hacerlo de todo el corazón y con toda la mente, y lo hacen lo mejor que pueden. Este tipo de persona es digna de confianza y Dios confía en ella; la gente así vive en la luz. ¿Son capaces de aceptar el escrutinio de Dios aquellos que viven en la luz? ¿Le seguirán ocultando su corazón a Dios? ¿Todavía tienen secretos que no pueden contarle? ¿Siguen teniendo algún truco turbio bajo la manga? Nada de eso. Se han sincerado por completo con Dios, y no hay nada que sigan escondiendo o que hayan ocultado de la vista. Pueden confiar sinceramente en Dios, hablar con Él acerca de cualquier cosa y contárselo todo. No hay nada que no le digan a Dios y que no le muestren. Cuando las personas son capaces de alcanzar este nivel, sus vidas se vuelven fáciles, libres y liberadas.

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