Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad (Parte 2)

En el momento presente, cuando cumplís vuestro deber, ¿es todavía posible que os limiten toda clase de personas, acontecimientos y cosas? ¿Sois capaces de ateneros a la verdad y de hacer las cosas de acuerdo con los principios? (No). Entonces, ¿con qué dificultades soléis encontraros? (A veces, cuando veo que otras personas hacen cosas que dañan los intereses de la casa de Dios, lo señalo, pero, cuando veo que no lo aceptan o que su actitud es mala, temo que surja una discusión, así que doy mi brazo a torcer). ¿Ceder es bueno o malo? (Es malo, pero temo que si insisto en el asunto se desencadenará una discusión y se destruirá la paz, y la gente no tendrá una buena impresión de mí). Si quieres evitar discusiones, ¿es ceder la única vía? ¿En qué situaciones se puede ceder? Si se trata de asuntos menores, como tu interés o tu orgullo, no hay necesidad de discutir por ellos. Puedes optar por ser tolerante o por ceder. Sin embargo, en asuntos que pueden afectar el trabajo de la iglesia y perjudicar los intereses de la casa de Dios, hay que atenerse a los principios. Si no observas este postulado, no eres leal a Dios. Si optas por ceder y abandonar los principios-verdad para cubrir las apariencias o preservar tus relaciones interpersonales, ¿no es egoísta y vil de tu parte? ¿No es una señal de ser irresponsable en tu deber y desleal a Dios? (Sí). Por tanto, si llega un momento en el transcurso de tu deber en que todo el mundo está en desacuerdo, ¿cómo debes practicar? ¿Discutir con todas tus fuerzas va a resolver el problema? (No). Entonces, ¿cómo debes resolverlo? En esta situación, una persona que comprenda la verdad debe dar un paso adelante para resolver la cuestión, poniendo, en primer lugar, el asunto sobre la mesa y dejando que ambas partes digan lo que piensan. Luego, todos deben buscar la verdad juntos y, tras orar a Dios, destacar la verdad pertinente en Sus palabras para hablar de ella. Una vez que hayan hablado de los principios-verdad y hayan ganado en claridad, ambas partes podrán someterse. Han de aprender a someterse a la verdad. Si la mayoría de la gente es capaz de someterse a la verdad, pero hay unos pocos que no se someten a ella o a los que no se les puede hacer entrar en razón, entonces se trata de personas que no aceptan la verdad y su naturaleza es la de las personas malvadas, y el pueblo escogido de Dios las discernirá con facilidad. Esta es la mejor manera de resolver el problema de las discusiones en la iglesia. Usar la verdad para resolver los problemas es un principio importante, y uno no puede ceder sin principios. Si, a fin de preservar tus relaciones personales, tu orgullo y tus propios intereses, eres capaz de sacrificar los intereses de la casa de Dios, estás cediendo ante Satanás. Esto carece de principios y es desleal a Dios. Si cada persona lucha para salvar sus propias apariencias y enfatiza sus propias razones, ¿es esta la actitud de buscar la verdad? ¿Se trata de la actitud que uno debe tener en su deber? (No). Para que una persona alcance la lealtad en su deber, no debería luchar por reputación o por el interés propio, debería permitir que Dios posea la autoridad y dejar que la verdad sea su dueña; los intereses de la casa de Dios y la eficacia de la obra son lo primero y lo principal. ¿No es correcto este principio? (Sí). Si todos sois capaces de ceñiros a este principio, ¿qué queda por discutir con la gente? No habrá discusiones. Aquellos que siempre protegen sus propios intereses y no practican en absoluto la verdad no son buenas personas, y aquellos que siempre venden los intereses de la casa de Dios para ganarse el favor de otros son incluso peores. Todos son unos incrédulos y son personas que traicionan a Dios. Si una persona entra en conflictos y debates con otras para proteger los intereses de la casa de Dios y la eficacia del trabajo de la iglesia, y su actitud es un poco inflexible, ¿os parece un problema? (No). Porque su intención es correcta: proteger los intereses de la casa de Dios. Es una persona que está del lado de Dios y se atiene a los principios-verdad, una persona en la que Dios se deleita. Una actitud fuerte y decidida a la hora de proteger los intereses de la casa de Dios es señal de una postura firme y de adhesión a los principios, cosa que recibe la aprobación de Dios. La gente puede creer que hay un problema en esta actitud, pero no es gran cosa; no tiene nada que ver con la revelación de un carácter corrupto. Recordad que lo más importante es atenerse a los principios-verdad.

La entrada en la vida es lo más fundamental. ¿Con qué está conectada principalmente la entrada en la vida? (Con perseguir la verdad). Eso es. Está conectada principalmente con perseguir la verdad. Solo aquellos que persiguen la verdad tienen entrada en la vida. Si la gente quiere tener entrada en la vida, eso atañe a practicar la verdad. ¿Cómo discierne uno si alguien persigue la verdad? ¿Qué tipo de persona no persigue la verdad? ¿Lo sabéis? El primer tipo del que hablé fue el de las personas que no tienen entendimiento espiritual. ¿Cuál es la esencia de las personas que no tienen entendimiento espiritual? (Después de leer palabras de Dios que desenmascaran las actitudes corruptas de las personas, son incapaces de asociar las palabras de Dios con sus propios estados y manifestaciones; creen que Dios habla sobre otra gente). Lo fundamental es que son incapaces de compararse con las palabras de Dios, ¿pero esto lo saben? (No). Los que no tienen entendimiento espiritual son incapaces de darse cuenta de estas cosas. Aún tienen alegre el corazón, creen que entienden muchas de las palabras de Dios, pero en realidad para ellos cada palabra es un mero precepto. Piensan: “Si Dios me obliga a hacer algo, lo haré. Si me hace renunciar a algo, renunciaré; si hace que me gaste, eso haré. Al someterme a Dios de este modo, estoy salvado”. Tras creer de esta manera durante varios años, creen que tienen capital, tal como dijo Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia” (2 Timoteo 4:7-8). Da igual cómo lo plantees, Pablo carecía de entendimiento espiritual. Es una auténtica pena. Ya suponía un problema que no tuviera entendimiento espiritual, pero además no perseguía la verdad. Trataba toda su doctrina, consignas, figuraciones, nociones, conocimiento y filosofías propias como si fueran la verdad, y los usaba como base para expandir sus propias búsquedas. En consecuencia, hiciera lo que hiciera, no vivía las realidades-verdad ni estaba de acuerdo con las intenciones de Dios. ¡Su problema era grave! Pablo se lleva la palma en lo que se refiere a falta de entendimiento espiritual, ¿verdad? (Sí). ¿Aman la verdad aquellos que no tienen entendimiento espiritual? En absoluto, porque los que no tienen entendimiento espiritual son incapaces de captar la verdad y, si no la captan, de ninguna manera pueden amarla. ¿Cómo se manifiestan los que no tienen entendimiento espiritual? La principal manifestación es que, por mucho que la gente hable con ellos sobre las palabras de Dios, siguen sin entender y, por muy claramente que hablen sobre la verdad con ellos, siguen siendo incapaces de captarla. Esto está directamente conectado con poseer un calibre demasiado bajo. ¿Pueden las personas que no tienen entendimiento espiritual perseguir la verdad? No podrían ni aunque quisieran. Aquellos que no tienen entendimiento espiritual no son capaces de entender de qué está hablando Dios, no saben qué estados desenmascara Él ni pueden establecer comparaciones consigo mismos. Tratan todas las palabras de Dios como preceptos, frases, consignas y doctrina, y nunca saben qué palabras de Dios son la verdad. ¿Qué problema hay aquí? Que su calibre es demasiado bajo, no poseen capacidad de comprensión en absoluto y manifiestan una carencia de entendimiento espiritual.

El segundo tipo es el de las personas que tienen entendimiento espiritual. Las personas que tienen entendimiento espiritual pueden entender la verdad, establecer comparaciones consigo mismas cuando comen y beben de las palabras de Dios y comprender lo que estas desenmascaran, qué verdades hay en ellas y qué exige Dios. ¿Equivale la capacidad de comprensión a tener entrada? (No). Entonces, ¿a qué me refiero cuando digo que son capaces de entender? ¿A qué alude? (Pueden establecer comparaciones entre las palabras de Dios y ellos mismos). La capacidad de establecer comparaciones consigo mismos es parte de ello. Admiten las actitudes corruptas del hombre y todas las clases de estados que desenmascara Dios. Por tanto, ¿son capaces de saber qué exige Dios? En cierta medida, deberían conocer las exigencias de Dios, conocer qué principios se expresan en Sus palabras y cuáles son Sus intenciones. Tienen claras estas cosas y las entienden; por eso se dice de ellas que tienen entendimiento espiritual. Cuando las personas que tienen entendimiento espiritual comen y beben de las palabras de Dios, son capaces de establecer comparaciones consigo mismas, entienden a qué se refieren las palabras de Dios y cuáles son Sus exigencias. Esto demuestra que este tipo de persona posee el calibre y la capacidad para comprender la verdad. Por tanto, ¿poseer este calibre y capacidad significa necesariamente que tengan entrada en la vida? (No). Existen varios supuestos diferentes. Hay quienes pueden entender las palabras de Dios y poseen el calibre y la capacidad para comprender Sus palabras, pero nunca han establecido comparaciones consigo mismos. Tan solo establecen comparaciones entre las palabras de Dios y otras personas, buscan defectos en los demás, les echan en cara sus deficiencias, les critican sus estados e intentan leerles la mente, como si fueran un detector. Cuando no tienen nada más que hacer, le dan vueltas a lo que piensan los demás, tratan de detectar lo que piensan en el corazón, qué pensamientos e ideas albergan en él, cuál es su intención, su objetivo, su motivación, qué esperanzas tienen y qué actitudes corruptas revelan al hacer las cosas. ¿Cuál es su objetivo al detectar todo esto? Establecer comparaciones entre las palabras de Dios y otras personas, a fin de resolver luego los problemas de estas. Por ejemplo, el entorno en el que vive Fulano de Tal, cómo son sus antecedentes familiares, cuántos años ha creído en Dios, qué problemas suele tener, con qué debilidad cuenta al perseguir la transformación de su carácter, con qué dificultades se encuentra a menudo cuando suceden las cosas, en qué situaciones le resulta fácil volverse negativo, cómo de bien cumple su deber, cómo aborda las palabras de Dios y si tiene una vida espiritual normal; captan todas esas cosas con claridad. Son muy inteligentes, pero por desgracia no aplican esa inteligencia en los lugares adecuados. Resuelven los problemas de otras personas, pero ellos mismos no practican la verdad. Este tipo de persona es a menudo un líder u obrero, o alguien con cierto grado de responsabilidad. ¿Resulta problemático el método de búsqueda que tiene esta clase de persona? (Sí). Este método de búsqueda es problemático y de una manera muy grave. ¿Cómo de grave? Deberíamos hablar sobre ello. Este tipo de persona tiene entendimiento espiritual, es capaz de comprender las palabras de Dios y sabe cómo establecer comparaciones con ellas, pero nunca las ha comparado consigo misma; en su lugar, las compara con otros. ¿Cuál es su objetivo al hacer esto? (Alardear). Eso es. Alardea para satisfacer sus deseos y ambiciones, para asegurar más su estatus, y para volverse más capaz de capturar los corazones de la gente. El hecho de que pudiera hacer esto tiene conexión con su naturaleza, y está directamente vinculado a lo que persigue al creer en Dios. Si se le juzgara por el hecho de dedicarse de todo corazón a las cosas y desempeñar al máximo su trabajo, así como por el hecho de ser capaz de captar muy bien todos los diversos estados que tienen los demás, ¿se podría decir que se trata de una persona que persigue la verdad? No necesariamente. Entonces, ¿cómo se puede distinguir si alguien persigue la verdad? Si se muestra especialmente responsable en lo que respecta a la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, si pone mucho corazón y empeño en las cosas, si realiza muy bien sus tareas, si busca la verdad a menudo en cuanto a cualquier tipo de estado que tengan los hermanos y hermanas, y luego resuelve los problemas, al poder cumplir su deber así, ¿se trata de un líder cualificado? A juzgar por estas manifestaciones y revelaciones suyas, ¿puede uno estar seguro de que persigue la verdad? (No necesariamente). ¿Por qué? (Puede resolver los problemas de otras personas, pero nunca se ha comparado con las palabras de Dios). Si nunca ha resuelto sus propios problemas, ¿cómo resuelve los de los demás? (Confía en palabras y doctrinas para resolverlos). Entiende algunas palabras y doctrinas, tiene algo de inteligencia, de buena memoria, reacciona rápido a las cosas y, en cuanto oye un sermón, es capaz de acudir de inmediato a alardear ante los demás. A juzgar por estas cosas, ¿tiene entrada? (No). Resolver las dificultades de otras personas sin resolver nunca las propias no es una manifestación de perseguir la verdad. Solo se sirve de doctrina y de las palabras de Dios, o de toda clase de tácticas y métodos, para persuadir y convencer a otros; se sirve de las palabras y doctrinas que entiende, o imita y copia palabras de experiencia vital para ayudar a la gente a salir de la adversidad. Emplea estos métodos para resolver las dificultades de otros, en lugar de recurrir a lo que él mismo ha sufrido y a sus experiencias reales para hacerlo. Esto prueba que esta persona no es alguien que persiga la verdad. ¿Qué es lo que aporta a otras personas? (Doctrina). ¿Por qué lo consideramos doctrina? Porque no proviene de sus propias experiencias, no es algo por lo que haya pasado realmente y no se trata de su verdadero entendimiento. ¿Con qué riega realmente a los demás? Con doctrina, frases y palabras que los persuaden y consuelan. Usa además métodos, tácticas e inteligencia humanas y, pase lo que pase, cree que responder las preguntas de las personas es resolver problemas y que esto es llevar a cabo la obra. A juzgar por sus manifestaciones, por las cosas que aporta a los demás, por la manera que tiene de obrar y por la senda que sigue, ¿es esta persona alguien que persiga la verdad? (No). No se trata de alguien que persiga la verdad. ¿Acaso no es un poco deshonesto servirse de la verdad para resolver problemas cuando él mismo no tiene entrada? (Sí). Es deshonesto, es hipócrita y engaña a los demás. Por tanto, ¿pueden las personas así cumplir bien su deber? (No). ¿Por qué no? Porque no persiguen la verdad, y existe una conexión directa entre cumplir bien el deber de uno y entender la verdad. Por ejemplo, uno debe entender la verdad para regar la iglesia, para resolver problemas y para lidiar con ellos; y entenderla es incluso más necesario para tener discernimiento sobre las personas. Cada faceta de la obra de la iglesia tiene que ver con la verdad; si alguien no la entiende, tampoco realizará bien la obra esencial de la iglesia y su desempeño solo resultará aceptable en las tareas generales. Por tanto, si un líder no persigue la verdad, por muy ocupado que esté, por mucho que vaya de aquí para allá o por mucho que sufra, no hará una buena labor y será incapaz de cumplir bien su deber en la plena medida de sus funciones y responsabilidades. En su trabajo, corre de un lado a otro sin motivo, observa dónde hay problemas y luego los arregla de una manera simplista. Cuando alguien tiene algún tipo de dificultad, le comparte un poco de doctrina y, cuando otro está negativo y débil, lo anima y lo exhorta; estas son las cosas que hace. Cree que, si está pendiente de las personas a las que lidera, siempre y cuando todos se mantengan ocupados y nadie permanezca ocioso, está llevando bien a cabo su trabajo, y que, si puede ir por todas partes inspeccionando y dirigiendo el trabajo, sin nadie que lo denuncie ni lo desenmascare, si le es posible predicar y hablar dondequiera que vaya y si logra que todo funcione con fluidez y sin impedimentos, eso significa que está cumpliendo bien sus responsabilidades y su deber. Esto es hacer el trabajo desde una posición de estatus, sin usar la verdad para resolver los problemas en un sentido práctico. Le concede importancia a realizar el trabajo y, a la vez, es posible que no se preocupe por su estatus; lo único que hace es obcecarse en emplear doctrina y consignas para exhortar a tal persona o animar a tal otra, se obceca en mantenerse ocupado con esta tarea. Piensa que, mientras no esté ocioso, no pasa nada. Lo primero es no holgazanear, lo segundo es ser hacendoso y lo tercero es ser capaz de soportar el sufrimiento. Se pasa el día de un lado a otro; si hay algún problema en alguna parte, hay que resolverlo lo antes posible, y siempre debe preguntar por ahí si alguien tiene algún problema. Cree que hacer esto es perseguir la verdad. En realidad, ¿poseer estas manifestaciones significa necesariamente que persiga la verdad? ¿Implica necesariamente que tenga entrada en la vida? Esto todavía es cuestionable. Es la primera manifestación de las personas que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad.

La segunda manifestación de las personas que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad es que, si bien son capaces de entender las palabras de Dios, de comprender el lado práctico de lo que dicen Sus palabras, y pueden compararse con ellas, pero nunca ponen nada de eso en práctica. Este tipo de gente no hace las cosas de acuerdo con las palabras de Dios ni conforme a los principios-verdad, ni tampoco se restringe. Cuando algo sucede, simplemente quieren que la gente se someta a ellos y los escuche, pero no quieren someterse a la verdad. Tratan la práctica de la verdad y someterse a ella como la responsabilidad, la obligación y el deber de otras personas, y como algo que deben hacer los demás. Se tratan a sí mismos como si estuvieran aparte. No importa cuánto entiendan ni cuántas palabras de Dios sean capaces de relacionar consigo mismos, consideran que todo lo que dice Dios va dirigido a otros y no tiene nada que ver con ellos. Entonces, ¿qué es lo que hacen? También están muy ocupados. Acuden a la iglesia y ven quién los critica, y después toman nota de ello. Luego, se devanan los sesos para pensar en maneras de “arreglarlo”. Dicen: “Vamos a abrirnos y a compartir. Cualquier cosa que pienses en tu interior, cualquier opinión que tengas sobre mí y cualquier crítica que me hagas, házmelo saber y haré todo lo posible por cambiar y hacer las cosas de otra manera”. ¿Cuál es su objetivo al cambiar? Agradar a los demás. Además de esto, observan quién los critica y quién no se somete a ellos, y luego buscan pasajes relevantes de las palabras de Dios para “arreglarlo”. Dicen: “Dios es el amo cuando la casa de Dios elige líderes y obreros. En la casa de Dios, la verdad es la autoridad. A quienquiera que los hermanos y hermanas elijan líder, es lo que deseaba Dios y debéis someteros a ello. No te sometes a mí, sino a la guía del Espíritu Santo y a la verdad. ¡Si no te sometes, se te castigará!”. Al oír esto, hay quienes saben que el líder malinterpreta las palabras de Dios y tergiversa los hechos para desorientar a la gente, y no lo escuchan. Cuando el líder nota que estas personas no se someten lo bastante a él, piensa: “Te niegas a someterte a mí, ¿verdad? Tengo otras maneras de tratar contigo. No voy a andarme con remilgos”. El líder le dice a la gente que no se somete a él: “¿Has terminado la tarea que te encomendé?”. Y alguien le responde: “Falta un poco para terminarla. No va a producirse ninguna demora”. El líder dice: “¿Cómo no va a haber demora si falta un poco aún? A ojos de Dios, un poco es mucho. Esta es una manifestación de deslealtad. ¿A esto llamas llevar a cabo tu deber?”. ¿Es esto lo que quiere decir el líder en realidad? ¿Qué objetivo tiene en el corazón? Quiere forzar a los demás a la sumisión, derrotarlos y bajarles los humos, pero no puede expresarlo de manera explícita. Si lo hiciera, los hermanos y hermanas lo calarían y desenmascararían, así que ha de buscar una razón y una excusa honradas para hacer las cosas; debe reprimir a las personas de manera “respetable y razonable”, de modo que después de haberlo hecho no sea evidente para los demás, la gente en cuestión obedezca y el líder logre su objetivo de fortalecer su posición y consolidar su estatus. ¿Qué carácter es este? (Es insidioso y retorcido). Es insidioso, retorcido, venenoso y hace las cosas en aras del estatus. No presta atención a aquello que no tiene relación con su estatus y no le dedica su corazón, pero, en lo que respecta a las cosas que afectan a su fama, ganancia, estatus, orgullo y a su posición en la iglesia, se aferra a ellas y no las suelta, y empieza a ponerse serio. Cuando habla sobre la verdad en las reuniones habituales, a veces se conoce a sí mismo, se compara con las palabras de Dios y desenmascara su propio carácter corrupto, pero detrás existe un objetivo, una intención: lo hace todo para que los demás lo admiren, lo envidien y lo veneren, y para consolidar su estatus. Posee ambiciones y un objetivo. Si no es en aras de su estatus, no dice ni una palabra; si no es con el fin de asegurar ese estatus, no hace nada; todo lo que hace es en aras de su estatus. Se romperá la espalda por ello, pero, si es en aras de la obra de la iglesia, cuando descubre problemas, no los resuelve ni los aborda cuando otros los denuncian, y no levanta un dedo para ocuparse de nada; ve que hay otra gente ocupada cumpliendo su deber, pero no hace nada en absoluto. ¿Qué clase de persona es esta? (Alguien rastrero y vil que solo vive por la fama, la ganancia y el estatus). ¿Aquellos que solo viven por el estatus persiguen la verdad? ¿Son capaces de hacerlo? (No). Es difícil de decir. Si cuentan con un poco de sentido de la conciencia, de sentido de la vergüenza, de dignidad y de talante, y son capaces de aceptar la verdad después de experimentar algo de castigo y juicio que los poden o que los pongan a prueba y los refinen, entonces es posible que den un giro a las cosas. Sin embargo, si son insensibles, memos, intransigentes y no aceptan la verdad en absoluto, por mucho que entiendan, ¿les sirve de algo? (No). Por mucho que entiendan, no se les conmoverá el corazón. Por muy ocupados que parezcan desde fuera, por mucho tiempo que se pasen corriendo por las calles, por mucho que se sacrifiquen, renuncien y se esfuercen, ¿se puede considerar que los que solo hablan y actúan en aras del estatus son los que persiguen la verdad? De ninguna manera. Por el estatus, pagarán cualquier precio. Por el estatus, padecerán cualquier dificultad. Por el estatus, no se detendrán ante nada. Intentarán encontrar los trapos sucios de otros, incriminarlos o hacérselo pasar mal, pisoteando a los demás. Ni siquiera temen el riesgo de recibir castigo o represalias; actúan en aras del estatus sin pensar en las consecuencias. ¿Qué buscan estas personas? (Estatus). ¿Dónde está la similitud con Pablo? (En que van en pos de la corona). Van en pos de la corona de justicia, del estatus, la fama y la ganancia, y, en vez de perseguir la verdad, consideran legítima la búsqueda de estatus, la fama y la ganancia. ¿Cuál es la principal característica de estas personas? Que, en todos los sentidos, actúan en aras del estatus, la fama y la ganancia. Este tipo de persona, que hace las cosas en aras de la fama, la ganancia y el estatus es la más capaz de desorientar a los demás. Cuando la conoces, no puedes calarla. Ves que la doctrina de la que habla suena bien, lo que dice parece práctico, el trabajo que organiza es muy adecuado, parece que tiene algo de calibre y lo admiras bastante. Este tipo de persona también está dispuesta a pagar un precio cuando cumple su deber. Trabaja duro todos los días, pero nunca se queja de cansancio. No tiene ni un ápice de fragilidad. Cuando los demás se muestran débiles, él no. Además, no ansía las comodidades de la carne ni es quisquilloso con la comida. Cuando la familia anfitriona le prepara algo especial, lo rechaza y no se lo toma. Solo come platos corrientes. Quien ve a personas así las admira. Entonces, ¿cómo se puede discernir si hacen cosas en aras del estatus? Primero, hay que fijarse en si es una persona que persigue la verdad. ¿Dónde quedará esto patente? (En su intención y punto de partida al hacer las cosas). Eso es una parte de ello. Quedará patente sobre todo en la meta que persigue. Si es en aras de obtener la verdad, le dará importancia a leer las palabras de Dios a menudo, a entender la verdad y a conocerse a sí mismo por medio de las palabras de Dios. Si habla con frecuencia sobre conocerse a sí mismo, le será posible darse cuenta de que carece de demasiadas cosas, de que no posee la verdad, y se esforzará con naturalidad para perseguirla. Mientras más se conozca la gente a sí misma, más podrá perseguir la verdad. Es obvio que aquellos que siempre dicen y hacen cosas en aras del estatus no son personas que persiguen la verdad. Cuando los podan, no lo aceptan; tienen mucho miedo de dañar su reputación. Por tanto, ¿son capaces de aceptar las palabras de juicio y castigo de Dios y hacer introspección? ¿Pueden entender realmente las desviaciones en su propia experiencia? Si no cuentan con ninguna de estas manifestaciones, se puede tener la certeza de que no son personas que persiguen la verdad. Decidme, ¿qué otras manifestaciones tienen aquellos que no aman la verdad y que persiguen estatus? (Cuando otros los critican, no lo aceptan y en su lugar se ponen a la defensiva, se justifican y alegan razones. Hablan con el fin de mantener su orgullo y preservar su estatus. Si alguien no los apoya, lo atacan y lo juzgan). Cuando la gente ataca y juzga a los demás, y habla y se defiende en aras de su propio orgullo y estatus, la intención y el objetivo detrás de sus acciones están claramente equivocados, y viven por entero para el estatus. ¿Puede el tipo de persona que dice y hace todo en aras del estatus ser considerado con las intenciones de Dios? ¿Puede aceptar la verdad? En absoluto. Creen que, si tienen consideración con las intenciones de Dios, deben practicar la verdad y si practican la verdad han de sufrir y pagar un precio. Entonces, perderán el goce que proviene del estatus y serán incapaces de disfrutar de los beneficios de este. Por tanto, eligen limitarse a perseguir la fama, la ganancia y el estatus, y persiguen obtener recompensas. ¿De qué otras maneras se manifiesta la gente que persigue el estatus? ¿Qué otras cosas hacen? (Si ven a algunos individuos con talento a su alrededor que son más propensos a perseguir la verdad y a los que merece la pena formar, y a los que los hermanos y hermanas se sienten más inclinados a apoyar, entonces, movidos por miedo a que tales sujetos se alcen y los sustituyan y amenacen su estatus, piensan maneras de reprimir a estos individuos con talento y buscan toda clase de razones y excusas para derribarlos. La manera más común es etiquetarlos de demasiado arrogantes y sentenciosos, de que siempre constriñen a los demás, y obligan a la gente a creer que tales cosas son ciertas, y no permiten que la casa de Dios ascienda o cuide a tales individuos). Esta es la manifestación más común. ¿Quieres añadir algo más? (Siempre les gusta dar testimonio de sí mismos y alardear. Siempre hablan sobre cierta cosa maravillosa sobre sí mismos; nunca mencionan su lado más feo y, si hacen algo mal, no reflexionan sobre sus acciones ni las diseccionan). Siempre se refieren a cómo sufren y pagan un precio, a cómo las guía Dios, y muestran la obra que han realizado. Esto forma parte también de la forma en que se manifiesta la protección y la consolidación del estatus. Los que persiguen el estatus y hacen las cosas en aras de este poseen otro rasgo muy llamativo, y es que, pase lo que pase, deben tener la última palabra. Persiguen el estatus porque quieren tener la última palabra. Quieren ser los que lleven la voz cantante y la única persona con autoridad. Sea cual sea la situación, todo el mundo debe escucharlos, y cualquiera que tenga un problema debe acudir a ellos para buscar y pedir orientación. Lo que quieren es disfrutar de los beneficios del estatus. Sea cual sea la situación, deben tener la última palabra. No importa si lo que dicen está bien o mal, aunque esté mal, han de tener la última palabra igualmente y hacer que los demás los escuchen y obedezcan. Este es un problema grave. Sea cual sea la situación, han de tener la última palabra; no importa si se trata de una situación que entiendan o no, han de meter las zarpas y tener la última palabra. Con independencia del asunto que estén compartiendo los líderes y obreros, deben tomar la decisión y no queda margen para que nadie más hable. Sea cual sea la situación que sugieran, han de obligar a todo el mundo a aceptarla y, si otros no la aceptan, se enfadan y los podan. Si alguien tiene alguna crítica u opinión, aunque sea correcta y conforme a la verdad, piensan en toda clase de maneras de ponerle objeciones. Se les da especialmente bien la sofistería, persuaden a los demás con labia hasta que al final los obligan a hacer las cosas a su manera. Han de tener la última palabra en todo. Nunca pactan con sus colaboradores ni con sus compañeros de trabajo, no son democráticos. Basta con esto para demostrar que son demasiado arrogantes y sentenciosos, no pueden aceptar la verdad en absoluto y no se someten a ella para nada. Si pasa algo importante o fundamental y son capaces de dejar que todo el mundo haga una evaluación y exprese su opinión, y al final se decide un método de práctica acorde a la opinión de la mayoría y se asegura que no va a dañar a la obra de la casa de Dios, que será beneficioso para la obra al completo; si esta es su actitud, se trata entonces de alguien que protege la obra de la casa de Dios y que puede aceptar la verdad, puesto que hay principios detrás de hacer las cosas de esta manera. Sin embargo, ¿harían las cosas de esta manera aquellos que persiguen estatus? (No). ¿Cómo las harían? Si algo ocurriera, no les importaría el consejo que les dieran los demás. Ya habrían tenido una solución o una decisión en mente mucho antes de que nadie diera ningún consejo. En el fondo, ya habrían decidido que iban a hacer eso. Llegado este punto, diga lo que diga la gente, les importa un comino. Aunque alguien los reprenda, les trae sin cuidado. No tienen consideración alguna por los principios-verdad, ya beneficie a la obra de la iglesia o los hermanos o las hermanas sean capaces de aceptarlo. Ni se les pasa por la cabeza considerar tales cosas. ¿Qué es lo que consideran? Han de tener la última palabra, quieren ser los que tomen las decisiones en este asunto; debe hacerse a su manera; han de tener en cuenta si este asunto beneficia o no a su estatus. Esta es la perspectiva desde la que contemplan los asuntos. ¿Se trata de alguien que persigue la verdad? (No). Cuando alguien que no persigue la verdad hace las cosas, siempre se preocupa por su propio estatus, fama y ganancia; siempre tiene en cuenta en qué le benefician. Este es su punto de partida a la hora de hacer las cosas.

Algunas personas tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad. Desde luego, hay alguna gente así. En cuanto a sus manifestaciones principales, el primer tipo consiste en hacer cosas por hacerlas; les gusta trabajar y no pueden quedarse quietas. Mientras estén ocupadas haciendo algo, son felices, se sienten realizadas y les parece que son reales. El segundo tipo de manifestación es hacer las cosas en aras del estatus. La gente de este tipo tiene ambiciones y deseos particularmente fuertes. Siempre quieren controlar y ganarse a los demás, y siempre desean reemplazar a Dios. ¿Con cuál de las búsquedas de Pablo tiene que ver el deseo de reemplazar a Dios? (Con su búsqueda de convertirse en Cristo). Su objetivo al perseguir estatus no es simplemente ser alguien que destaque por encima del resto, alguien con estatus al que los demás veneran. Su objetivo final es ser capaz de ganarse a la gente y controlarla, hacer que los demás los veneren y los traten como a Dios, y lograr que todo el mundo los siga, se someta a ellos y crea en ellos. ¿Qué implica todo esto? Que en el corazón de las personas se convertirán en Dios. Esta no es la búsqueda de la verdad, sino más bien la búsqueda de Satanás. Obviamente, perseguir el estatus no es la búsqueda de la verdad, así como tampoco lo es perseguir obra o reputación. ¿Qué otras manifestaciones existen? (Persiguen bendiciones). Eso es. Pagan un precio, se gastan, sufren y pueden renunciar a su propio interés en toda clase de asuntos, pero lo hacen a fin de ser bendecidos. Solo se manifiestan de esta manera en aras de ser bendecidos y de tener un buen destino. Esto tampoco es la búsqueda de la verdad. Es la tercera manera en la que se manifiestan las personas que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad. Igual que Pablo, hacen las cosas y sufren para ser bendecidos y en aras de su destino, sin escatimar en ningún gasto. Está claro cuál es su objetivo al hacer las cosas: se centran exclusivamente en aquello que sea lo más importante y esencial para recibir bendiciones. Mientras logren la aprobación y el apoyo de los hermanos y hermanas, no pasa nada. Se concentran únicamente en cómo los ve todo el mundo, en cómo los ve lo Alto y en si se encuentran en el corazón de Dios. Mientras sea seguro que van a ser bendecidos y recompensados, no pasa nada. Sin embargo, nunca se sirven de la verdad para evaluar lo que hacen ni tampoco renuncian nunca al deseo de ser bendecidos. No se someten a las instrumentaciones y disposiciones de Dios. Si hacen algo mal y los podan, si lo Alto no está satisfecho con ellos y perciben que no hay esperanzas de que los bendigan ni tal vez de recibir un buen destino, se volverán negativos y se rendirán, no querrán llevar a cabo su deber. Los hay incluso que simplemente no quieren creer; consideran que no tiene sentido creer en Dios. Los tres métodos de búsqueda que acabo de mencionar son todos sendas que siguen aquellos que no persiguen la verdad. Hay un buen número de personas así en todas las iglesias, y ninguna de ellas ama la verdad. Da igual qué deber cumplan, siempre lo vinculan a su propio interés personal, a recibir bendiciones y recompensas, y nunca a su entrada en la vida, a entender la verdad o a transformar su carácter. Da igual durante cuántos años hayan creído en Dios o cuántos lleven cumpliendo sus deberes, nunca han perseguido el autoconocimiento ni la entrada en la vida, ni tampoco amar a Dios ni someterse a Él. Hagan lo que hagan, no buscan la verdad. Da igual qué corrupción revelen, no establecen conexiones entre esto y la verdad en las palabras de Dios. Hagan lo que hagan, sus intenciones son egoístas y vulgares, todas apuntan a asegurarse bendiciones y ganancia personal. No importa cómo los poden, no reflexionan sobre sí mismos y todavía piensan que tienen razón. La gente de este tipo rara vez se muestra negativa. No les asusta ningún grado de sufrimiento si eso significa que van a ser bendecidos y entrar en el reino. Sin duda son perseverantes, pero les resulta muy difícil aceptar la verdad. Prefieren morir que hacer introspección y ganar conocimiento sobre sí mismos, y a ellos les parece que lo hacen bastante bien. Aquellos que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad exhiben otra manifestación. Hay quienes han escuchado muchos sermones, pero no están interesados en las verdades que expresa Dios ni en Sus palabras que desenmascaran los diversos estados de las personas. Aunque entienden estas cosas, no les interesan. Por tanto, ¿por qué creen todavía en Dios si no les interesa? No cabe duda de que en su interior tienen una especie de pensamiento impreciso y nada realista. Afirman: “No sé qué es capaz de hacer el Dios en la tierra. No sabría decirlo. Parece que sobre todo puede hablar sobre la verdad. No acabo de entender estas supuestas verdades, pero, en cualquier caso, las cosas que Él dice están bastante bien y hacen que la gente siga la senda correcta. Sin embargo, no sabría decir si en realidad Él es Dios o no”. Si dudan tanto de Dios, ¿por qué permanecen en Su casa en lugar de marcharse? Porque mantienen un punto de vista y una fantasía indefinidos en el corazón. Piensan: “Si sigo matando el tiempo aquí, puede que al final escape de la muerte y acabe entrando en el cielo y recibiendo grandes bendiciones”. Por tanto, mientras los demás persiguen un cambio de carácter y aceptan la poda, ellos están allí orando al Dios en el cielo mientras dicen: “Oh, Dios, guíame entre estas dificultades y haz que sea capaz de aceptar que me poden. Estoy dispuesto a someterme a Tus instrumentaciones y disposiciones”. Oyes las palabras con las que oran y no están mal, pero nunca admiten tener un carácter corrupto o haberse equivocado. En su corazón, solo reconocen al Dios en el cielo. En cuanto al Dios en la tierra —el Dios encarnado— y a Sus palabras de juicio, no les prestan ninguna atención, como si tales cosas no tuvieran nada que ver con ellos. Así de simple y vacía es su fe en Dios. No importa cómo hablen los demás sobre el carácter corrupto de los humanos y la necesidad de perseguir un cambio en el carácter, ellos reflexionan: “¿Cómo es que vosotros estáis tan corrompidos y yo no?”. Creen que son perfectos e intachables, que no tienen un carácter corrupto. A veces tienen prejuicios o menosprecian a los demás, pero eso lo consideran normal, creen que solo es un mal pensamiento y que desaparecerá si lo reprimen. O, cuando ven a otras personas rebelarse contra Dios, piensan: “Yo nunca me he rebelado contra Dios. El amor que siento por Él en mi corazón nunca ha flaqueado”. Solo dicen estas pocas frases y no hacen introspección ni saben cómo comportarse de acuerdo con los principios. ¿Persiguen la verdad las personas así? (No). Entonces, ¿por qué aún tienen tan buena opinión sobre sí mismos y creen que esta forma de creer en Dios no es mala? ¿Qué pasa aquí? Esto demuestra que no aman la verdad. De acuerdo con las nociones de las personas, ¿qué tipo de personas son? ¿De qué manera se manifiestan? Son elocuentes, astutos, aprenden rápido y tienen una gran capacidad para entender las cosas. Comprenden lo que dices en cuanto las palabras salen de tu boca, y son especialmente rápidos para comprender doctrina. Sin embargo, no importa lo que entiendan, la dirección y el objetivo de su búsqueda de recibir bendiciones permanecen inalterados. Además, tratan las verdades que entienden como teorías teológicas, o como una especie de dogma o enseñanza. No creen que sean la verdad, y por tanto no las practican ni experimentan, ni mucho menos las aplican a su vida. Solo aceptan y predican las doctrinas que les gustan y que concuerdan con sus nociones y figuraciones, pensando que han obtenido algo. Lo que más ganan de creer en Dios es el hecho de ser capaces de predicar doctrinas e impresionar a mucha gente. En cuanto a si practican la verdad o cuentan con algo de autoconocimiento, creen que esos son asuntos triviales de poca importancia, y que ser capaz de predicar doctrinas espirituales, responder a preguntas y hacer que otros los admiren es lo más fundamental y lo que los cualifica para disfrutar de los beneficios del estatus. Por tanto, no prestan atención a practicar la verdad, no hacen introspección y solo están satisfechos por ser capaces de predicar sermones elevados. Este problema es relativamente grave, incluso lo es más en aquellos que no tienen entendimiento espiritual, porque saben claramente que se trata de la verdad, pero no la practican ni la experimentan. Se trata de alguien que siente aversión por la verdad y juega con ella. ¿Acaso la naturaleza de este problema no es muy seria?

Ahora sois capaces de discernir a las personas que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad, ¿no es cierto? ¿Os manifestáis de algún modo como este tipo de persona? (Sí, sobre todo porque hago cosas en aras del estatus). Decir cosas por estatus y hacerlas por estatus; todo gira en torno al estatus, esto es problemático. ¿Es posible perseguir la verdad así? ¿Cuáles son las manifestaciones de hacer cosas en aras del estatus? Principalmente, implica concentrarse en el propio rostro, imagen y dignidad, además de en el estatus que uno mantiene en el corazón de los demás; es decir, en si los demás lo admiran y lo veneran. Haga lo que haga, solo presta atención a estos aspectos, nunca ensalza a Dios ni da testimonio de Él. Por ejemplo, cuando alguien que no persigue la verdad conoce a un nuevo creyente, por dentro piensa: “Apenas llevas unos años creyendo en Dios, no entiendes nada”, y lo menosprecia. Si el nuevo creyente quiere buscar la verdad, primero le valorará su apariencia, su manera de hablar y si es de su agrado. Si el nuevo creyente tiene escaso calibre, no estará dispuesto a hablar con él sobre la verdad; solo le ofrecerá unas pocas palabras de ánimo y ahí quedará todo. ¿Qué problema se da aquí? (Cree que lleva muchos años siendo creyente y posee capital, así que saca a relucir su veteranía). Este capital es una manifestación para reafirmar su estatus. Al tener capital, se siente legitimado para hablar desde una posición de estatus, un estatus que se ha concedido a sí mismo y que nadie le ha otorgado. ¿Aquellos que obran y hablan de esta manera son los que persiguen la verdad? (No). ¿Os manifestáis vosotros de este modo? Decís: “Creo en Dios desde hace diez años. ¿Acaso no es un insulto que me pongan de compañero a alguien que solo cree desde hace dos? Ni siquiera quiero hablar con él. Una única palabra bastaría para dejarme agotado. ¡No entiende nada!”. Esto surge de estar dominado por un carácter arrogante. Si no contaras con un corazón que valora el estatus, no clasificaras a las personas de acuerdo con la experiencia o la veteranía ni pensaras que tienes capital, ¿los tratarías entonces de esta manera? Resulta claro que, debido al carácter corrupto en tu interior, las manifestaciones de tu manera de tratar a las personas no benefician a los demás, lo cual deja en evidencia tu carácter corrupto, tus búsquedas y lo que habita en el fondo de tu corazón. Hay otra manifestación de actuar en aras del estatus. Por ejemplo, algunas personas han adquirido conocimiento profesional o son expertas en cierto campo. Sin embargo, al debatir sobre ese campo, si otros hablan primero, se alteran y piensan: “¿Cómo podéis hablar sin sentido? ¡No reconoceríais la grandeza ni aunque la tuvierais delante!”. Afirman: “Me he graduado en esa materia en la universidad y he dedicado toda mi investigación a esos temas. Después de graduarme, trabajé varios años en ese campo. Hace más de diez años abandoné esta profesión, desde que creo en Dios, pero recuerdo todo al respecto con los ojos cerrados. No me gusta hablar de ello, parece que esté alardeando”. ¿Qué te parecen estas palabras? Son propias de académicos no creyentes, y se dicen en base a filosofías satánicas, por lo que parecen unos entendidos y se ganan la aprobación de todos. Aseguraban que no querían alardear, pero eso es exactamente lo que están haciendo, solo que de una manera más hábil. Mencionaron el capital que tienen, la cantidad de años que estudiaron esta profesión y lo que obtuvieron; usan este método para enviar el mensaje de que son expertos en ese campo. ¿Ser un experto en un campo implica necesariamente que lo entiendas? ¿Es este el enfoque que debes tomar si eres un experto que obra en la casa de Dios? (No). Entonces, ¿qué deberías hacer? (Buscar la verdad, conversar y buscar junto a los hermanos y hermanas). Todo el mundo debe buscar en comunión. Dices: “He de ser honesto. Trabajé en esta profesión durante varios años y sé un poco al respecto, pero desconozco los principios relativos a cómo hace uso la casa de Dios de esta profesión. No sé si el conocimiento que tengo es útil en la casa de Dios, podemos hablarlo juntos. Os contaré un poco acerca de los fundamentos de este campo”. Esta es una manera racional de hablar. Aunque son unos entendidos en la profesión, son humildes y no son orgullosos. No fingen, de verdad quieren hacer un buen trabajo y compartir con todo el mundo lo que han aprendido y lo que saben, sin guardarse nada. Esto lo hacen en aras de cumplir bien su deber, con independencia de cómo otros los vean o los traten. Cumplen su deber completamente en aras de satisfacer a Dios, y de obtener la verdad y vivir una semejanza humana. Por tanto, en cualquier aspecto del cumplimiento del deber, consideran los intereses de la casa de Dios y tienen en mente la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. Hagan lo que hagan, primero comparten con todo el mundo y luego lo debaten colectivamente para llegar a un consenso, dejando que los hermanos y hermanas contribuyan con sus ideas y su esfuerzo, todos unidos para completar bien la tarea. ¿Qué os parece este enfoque? Solo las personas que persiguen la verdad lo harían de esta manera. Aunque creen en Dios de igual modo, aquellos que persiguen la verdad se manifiestan de manera diferente a aquellos que no. ¿Qué clase de persona es repugnante? (Los que no persiguen la verdad son repugnantes). No hace falta alardear si sabes un poco sobre alguna profesión, como tampoco hace falta menospreciar o limitar a otros por ello. Algunas personas se colocan a sí mismas en un pedestal cuando se convierten en líder u obrero, caminan y hablan con un porte pretencioso, hasta se dan aires de autoridad. Su manera de hacer las cosas es incluso más repugnante. Aunque tengas algo de estatus, no hace falta jactarse ni ser altanero. Deberías actuar con responsabilidad para guiar a los hermanos y las hermanas a cumplir bien su deber. Esta es tu responsabilidad y lo que deberías conseguir. Además, si tienes humanidad y eres leal, debes responsabilizarte a la hora de hacer las cosas. ¿Cómo debes hacerlo? Al hablar con claridad sobre estos ámbitos que la gente no entiende, ámbitos donde las personas son propensas a cometer errores y desorientarse, y al rectificar cualquier error y desviación que surjan, te aseguras de que todo el mundo pueda hacer las cosas con el método correcto, de forma que ya no cometan errores ni los limiten los demás. De este modo, habrás cumplido bien con tu responsabilidad. Esto es ser responsable y leal en tu deber. Una vez que hayas logrado esto, ¿podría decir todavía alguien que persigues estatus? No. Los principios que practicas ya son correctos, como lo es tu senda. Estas son las manifestaciones de aquellos que persiguen la verdad; así es como deben practicar. Lo contrario no es más que un sinfín de comportamientos deplorables. El hecho de querer alardear y que los tengan en alta consideración, pero también contenerse y ocultar lo que saben, por miedo a que si otros obtienen conocimientos respecto a tales cosas no puedan exhibirse ni volver a ser tenidos en alta consideración, ¡demuestra mucha rebeldía! Se desentienden de los intereses de la casa de Dios e incluso se quedan a observar y se ríen para sus adentros: “¡Si no hablo yo, a ver si alguien puede explicar este asunto con claridad! Si digo algo, no va a ser todo. Hoy diré un poco, mañana otro poco, y no os diré la verdad todavía. Os dejaré reflexionar por vuestra cuenta. ¡A mí no es tan fácil sacarme algo! Si os digo todo lo que comprendo, si os ayudo a comprenderlo a vosotros, entonces me quedaré sin nada y seréis mejores que yo. ¿Cómo me contemplaréis entonces?”. ¿Qué clase de criatura pensaría así? ¡Esta persona es venenosa! No es buena para nada. ¿Es una persona honesta? (No). ¿Alguno de vosotros ha hecho esto? (Yo sí. Sobre todo, después de haber difundido el evangelio durante un periodo más largo y obtenido algunos resultados, sentía que tenía capital y algunos activos. Cuando otros me preguntaban si sabía de algún buen método o disponía de alguna buena experiencia que compartir, me negaba a hacerlo. Vivía según el dicho venenoso de Satanás: “A veces, el alumno supera al maestro”. Temía que otros me sobrepasaran y luego perder el estatus). Tener miedo de que otros te roben el protagonismo no es algo fácil de superar. La reputación y el interés propio son objetivos por los que la gente lucha toda su vida, pero son también como dos puñaladas en el corazón, ¡te costarán la vida!

Algunas personas que han hecho algo que beneficia a la obra de la iglesia y a los hermanos y hermanas creen que han realizado una contribución y poseen algo de estatus en la iglesia. Cada vez que se hallan delante de otros, mencionan estas cosas buenas que han hecho para que todo el mundo tenga una percepción y un entendimiento completamente nuevos acerca de ellos, una comprensión de su capital y su estatus, de su reputación y de su lugar en la iglesia. ¿Por qué hacen esto? (Para alardear y hacer ostentación). ¿Y qué sentido tiene hacer ostentación? El de consolidarse. ¿Y qué pueden lograr al consolidarse? (Que los demás los admiren). Lograr que la gente los admire, hable bien de ellos y los venere. Después de conseguir estas cosas, ¿cómo se sienten por dentro? (Lo disfrutan). Disfrutan de los beneficios del estatus. ¿Perseguís vosotros también estas cosas? ¿Qué causa estos pensamientos, ideas y maneras de pensar que tiene la gente? ¿Qué hace que surjan? ¿Cuál es su origen? El origen es el carácter corrupto del hombre. Es el carácter corrupto del hombre el que causa que la gente se revele a sí misma de este modo y hace surgir esta clase de búsquedas. Algunos suelen sentirse superiores en la casa de Dios. ¿De qué maneras? ¿Qué provoca que se sientan así de superiores? Por ejemplo, algunos saben hablar una lengua extranjera y creen que eso significa que tienen un don y talento, y que, si la casa de Dios no contara con ellos, es probable que le resultara muy difícil expandir su obra. En consecuencia, quieren que la gente los admire dondequiera que vayan. ¿Qué método emplea este tipo de persona cuando conoce a otros? En su interior, les asignan toda clase de rangos diferentes a las personas que cumplen diferentes deberes en la casa de Dios. Los líderes están en la cúspide, aquellos con talentos especiales van en segundo lugar, luego las personas con talentos promedio y, en la base, aquellos que cumplen toda clase de deberes de apoyo. Algunos tratan la capacidad de cumplir los deberes importantes y especiales como capital, como si equivaliera a poseer realidades-verdad. ¿Qué problema hay aquí? ¿Acaso no es absurdo? Cumplir algunos deberes especiales los vuelve arrogantes y altaneros, y menosprecian a todo el mundo. Cuando conocen a alguien, lo primero que hacen siempre es preguntar qué deber cumple. Si esa persona cumple un deber corriente, la menosprecian y creen que no es digna de su atención. Cuando esta persona quiere compartir con ellos, de cara a la galería se muestran de acuerdo, pero por dentro piensan: “¿Quieres compartir conmigo? Eres un donnadie. Mira el deber que cumples, ¿cómo vas a ser digno de hablar conmigo?”. Si el deber que la persona cumple es más importante que el suyo, la adulan y la envidian. Cuando ven a los líderes u obreros, son serviles con ellos y los adulan. ¿Tienen principios a la hora de tratar a las personas? (No. Las tratan de acuerdo con el deber que cumplen y los distintos rangos que les asignan). Clasifican a las personas según su experiencia y veteranía y en función de sus talentos y dones. ¿Qué hecho se revela en cómo clasifican a las personas de este modo? Revela las búsquedas de una persona, su entrada en la vida, su esencia-naturaleza y la calidad de su humanidad. Cuando algunos ven a un líder superior, lo saludan con un gesto de cabeza, se inclinan un poco y se muestran educados. Al ver a alguien que tiene algunas capacidades, que posee dones, al que se le da bien hablar, que ha cumplido deberes importantes en la casa de Dios o al que lo Alto ha ascendido y lo considera importante, hablan de una manera especialmente educada. Cuando ven a alguien de bajo calibre o que lleva a cabo un deber corriente, lo menosprecian y lo tratan como si fuera invisible; su trato es diferente. ¿Qué piensan por dentro? “Alguien como tú sigue siendo de clase baja aunque crea en Dios, pero pretendes hablar como si estuvieras al mismo nivel que yo y compartir conmigo acerca de la entrada en la vida y sobre ser una persona honesta. ¡No eres apto para hacer eso!”. ¿Qué carácter es este? Arrogancia, crueldad y perversidad. ¿Hay muchas personas de este tipo en la iglesia? (Sí). ¿Pertenecéis vosotros a ese tipo? (Sí). Tratar a las personas de manera diferente en función de quién sean; ninguna de estas cosas es una manifestación propia de aquellos que persiguen la verdad. ¿Qué persiguen? (Estatus). El comportamiento, las revelaciones y las manifestaciones habituales de las personas pueden mostrar todos los pensamientos, puntos de vista, intenciones y búsquedas que tienen, además de la senda en la que se encuentran. Lo que persigues es aquello que revelas y manifiestas regularmente, tu búsqueda se deja en evidencia. Aunque las personas de este tipo tengan entendimiento espiritual, puedan entender las palabras de Dios, establezcan conexiones con Sus palabras y las comparen con sus propios estados, pase lo que pase no buscan la verdad ni lo abordan usando la verdad de las palabras de Dios como sus principios. En su lugar, lo abordan y actúan en función de sus propias nociones, figuraciones, intenciones, objetivos y deseos, así como de sus propias preferencias. ¿Pueden las personas así entrar en las realidades-verdad? (No). Su corazón todavía alberga los principios y métodos que tienen los no creyentes para lidiar con el mundo; todavía clasifican a las personas de acuerdo con su experiencia y veteranía, y les asignan toda clase de rangos diferentes en la casa de Dios. No usan la verdad para evaluarlas, sino que en su lugar lo hacen mediante los puntos de vista y los estándares de aquellos que no creen. ¿Es esto la búsqueda de la verdad? (No). Aunque parezca que entienden la verdad cuando hablan y predican, ¿se puede ver el menor ápice de realidad-verdad en cómo cumplen su deber? (No). Entonces, ¿son personas con entrada en la vida? (No). Hay demasiadas cosas corruptas dentro de ellos, y se quedan demasiado cortos a la hora de cumplir bien con los requerimientos para la salvación. Si siempre tratan estas cosas como capital, ¿cuántas de las palabras de Dios que comprenden pueden poner en práctica? ¿Contiene realmente su corazón la verdad o las palabras de Dios? Para ellos, ¿qué peso tiene la entrada en la vida y transformar su carácter? ¿Qué es lo que se ha arraigado exactamente en su corazón? Desde luego, son todas filosofías satánicas y cosas heredadas del hombre, así como sus nociones y figuraciones sobre creer en Dios. Si estas cosas se arraigan demasiado profundamente en el corazón de las personas, les resultará extremadamente difícil aceptar la verdad. Siempre consideran cómo los ve lo Alto, si lo Alto los aprecia, si están en el corazón de Dios y si Él los conoce. Contemplan a otras personas de la misma manera, se fijan en si lo Alto los aprecia y en si Dios está complacido con ellos; tratan a las personas de manera diferente en función de quiénes sean. Si su corazón siempre da importancia a estas cosas, ¿cuánto efecto puede tener la verdad en ellos? ¿Qué persigue en realidad la gente que siempre vive en estos estados y en estas filosofías para los asuntos mundanos? ¿Pueden entrar en las realidades-verdad? (No). Entonces, ¿acorde a qué viven su vida? (A las filosofías satánicas para los asuntos mundanos). Viven de acuerdo con filosofías satánicas, pero piensan que tienen conocimiento, que son eruditos y sabios, y sienten bastante goce en su interior. ¿Cómo ven la casa de Dios? (Como una sociedad). La ven como una sociedad. No han abandonado todavía este punto de vista. Por tanto, ¿cómo arreglan estos asuntos? No es solo una cuestión de que las personas lean las palabras de Dios y sean capaces de reconocer los hechos que Dios pone al descubierto. Deben también experimentar la poda, las pruebas y el refinamiento. Necesitan además conocer su esencia-naturaleza, observar con claridad la esencia del capital, los dones, el conocimiento y las cualificaciones, desprenderse de estas cosas, aceptar las verdades en las palabras de Dios y vivir de acuerdo con la verdad. Solo entonces se puede solucionar el problema de una naturaleza corrupta.

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