Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad (Parte 3)
Perseguir la verdad no es un asunto fácil. La gente debe aprender a ver las cosas de acuerdo con las palabras de Dios. En el pasado, las personas tenían muchos puntos de vista incorrectos. Si no buscan la verdad, no serán conscientes de ellos y seguirán como antes, creyendo que están en lo cierto y siendo arrogantes y sentenciosos, sin admitir su error ni siquiera después de podarlos. Es muy difícil cambiar la perspectiva desde la que las personas que no persiguen la verdad contemplan las cosas. Por ejemplo, cuando algunos se enteran de que hay alguien en la iglesia que solía dirigir una empresa, surgen en su corazón sentimientos de respeto y admiración. Envidian, encumbran, admiran e incluso veneran a una persona así. Esa persona tiene estatus en sus corazones. ¿Qué se debería hacer ante esta situación? Deberías discernir a tal persona y tratarla de acuerdo con los principios-verdad, y comprobar si es alguien que ama y persigue la verdad, alguien que merezca respeto. Si, tras relacionarte con ella y discernirla, descubres que no es esa clase de persona, dejarás de admirarla en tu corazón y no la tendrás en alta estima. Deberías tratarla y relacionarte con ella de manera normal. ¿Qué significa tratarla de manera normal? Significa que puedas hacerlo correctamente. Los corazones de las personas están llenos de sus propias preferencias, deseos y búsquedas, y sus valores quedan en evidencia por muchos pequeños comportamientos. Si hay alguien al que veneran, al referirse a él, sus palabras serán especialmente consideradas y educadas, y se expresarán de una manera particularmente respetuosa. ¿Qué indica esto? Que tal persona tiene estatus en sus corazones y la admiran. Aparte de estas cosas, dicen otras. A menudo aseguran: “Esta persona solía ser un alto cargo. No sería adecuado tratarla como a alguien corriente si viene a la casa de Dios”. En su mente, creen que la casa de Dios no da importancia a los individuos con talento. Semejante personaje de la élite fue capaz de volverse humilde y acudir a la casa de Dios, de ser creyente y cumplir con un deber, sin embargo, nadie lo admiraba ni lo ascendió, y lo Alto no le dio una importancia especial al presentárselo a los hermanos y hermanas. Al preguntarles cómo van los deberes de esta persona, dicen: “Antes era dueña de una empresa y tenía varios miles de subordinados. Hacer este poco de trabajo no le supone nada. No hay nadie en la casa de Dios con un mayor calibre. Pertenece a la élite. En la casa de Dios no hay élites”. ¿Qué manera de hablar es esa? Creen que el mundo secular tiene élites, pero la casa de Dios no. La gente en la casa de Dios posee la verdad; ¿la posee la gente del mundo secular? Dices que en el mundo secular existen las élites, entonces, ¿por qué no crees en ellas? ¿Por qué has acudido aquí para creer en Dios? Tienes nociones acerca de Él y deberías volver a toda prisa al mundo secular. ¿Acaso el hecho de ser capaces de decir cosas semejantes significa que se trata de la voz de Satanás? Es la voz de Satanás. Creen en Dios y vienen a Su casa, pero ensalzan a Satanás. Casi han dicho: “Si cierta persona famosa cree en Dios, será el que tenga un mayor calibre. Si no se le puede perfeccionar, entonces al resto de nosotros no nos quedan esperanzas. No somos nada para ellos”. Según su corazón y sus ojos, la gente que cree en Dios no es tan buena como la gente famosa, los empresarios y altos cargos del mundo secular. Solo ellos son élite y los que tienen peso. Cuando lees entre líneas lo que dicen, ¿acaso se trata de gente que persiga la verdad? (No). No importa cuántos sermones escuchen; sus puntos de vista, pensamientos y opiniones del mundo y de las personas famosas y las élites no cambian. ¿Han obtenido la verdad? ¿Tienen entrada en la vida? (No). ¿Qué es esta persona? (Un incrédulo). Es un incrédulo. ¡Es un Judas y un traidor! En su mente, ni Dios ni la verdad son lo más elevado, sino el poder, el prestigio, la fama y la ganancia mundanos. Una persona así es un traidor. Estos son los pensamientos y puntos de vista de Judas. Son los pensamientos y la lógica de Satanás. Aunque estas personas son capaces de entender la verdad, sus pensamientos y puntos de vista no van a cambiar. Lo que persiguen es reputación, estatus y poder. Cuando estás cerca de alguien así, la expresión que tiene al hablar contigo no es la adecuada y te despierta cierta sensación: que es difícil acercarse a él y que la gente común le parece invisible. Por eso es capaz de tener tantas nociones sobre Dios. Por muchas verdades que Dios pueda expresar, en su corazón siempre existe una barrera entre él y Dios. Piensa que la humanidad normal del Dios encarnado es corriente, que no es en absoluto genial ni poderosa. Por eso es capaz de venerar el conocimiento y los dones, y de idolatrar a los grandes personajes. Cuando personas arrogantes, engreídas y vanidosas como esta, llenas de un carácter satánico, ven a Cristo, que tiene una humanidad normal y está lleno de verdad, ¿cómo pueden inclinarse y adorarlo? En su interior, piensan: “Eres Dios. Solo tienes la verdad. No tienes conocimiento. Yo tengo dones; mi conocimiento es más avanzado que el Tuyo; mis talentos son más avanzados que los Tuyos; mi capacidad para lidiar con las cosas es más fuerte que la Tuya, y se me da mejor que a Ti hablar con el mundo exterior”. Cuando llevan a cabo alguna obra en la iglesia, poseen algo de capital o hacen alguna contribución, tienen incluso una menor consideración de Dios. ¿Es esta una persona que persigue la verdad? (No). Aquellos que no persiguen la verdad exhiben un sinfín de feos comportamientos y no poseen ni pizca de razón. Así que suelen quedarse atrapados en los fenómenos externos de las personas, los acontecimientos y las cosas. A veces piensan que Dios tiene razón, y otras veces creen que está equivocado; a veces creen que Dios existe, y otras veces que no hay Dios; a veces creen que Dios es Aquel que es soberano sobre los cielos, la tierra y todas las cosas, y otras veces dudan de que lo sea. Su corazón siempre se encuentra en conflicto y en lucha. Aunque el segundo tipo de persona tiene entendimiento espiritual y comprende la verdad en el sentido más superficial de su significado —el de las meras palabras y doctrina, lo cual cuenta todavía como tener algo de capacidad de comprensión—, aunque sean capaces de entender algunas verdades, nunca las ponen en práctica. ¿Cuáles son sus manifestaciones? La búsqueda de obra, de ser bendecidos, de satisfacer su propia fe imprecisa, de sustento espiritual, y de reputación y estatus. Este es el segundo tipo de persona.
El tercer tipo son las personas que tienen entendimiento espiritual y persiguen la verdad. Las personas que tienen entendimiento espiritual pueden comprender lo que dicen las palabras de Dios, tomar los diversos estados que se desenmascaran en ellas y compararlos consigo mismas, así como reconocer qué tiene de problemático su estado. Sin embargo, ser capaz de establecer comparaciones no significa que seas alguien que persigue la verdad. Si después de establecer comparaciones contigo mismo, practicas y entras, solo entonces eres alguien que persigue la verdad. Si las personas son capaces de comprender las palabras de Dios y usar los principios de aquellas que comprenden como fundamento para entrar verdaderamente, ¿cómo se manifiesta la gente así en cuanto a perseguir la verdad? Por un lado, pueden aceptar la comisión de Dios y cumplir bien su deber. Por otro, pueden buscar la verdad a la hora de enfrentarse a las circunstancias que disponga Dios y lograr la sumisión. Otro aspecto es que le dan importancia a examinar cada aspecto de sus estados y revelaciones en su vida diaria, y entonces son capaces de establecer comparaciones consigo mismos conforme a las palabras de Dios, de resolver problemas y ser capaces de llegar a un punto en el que cuenten con principios en su manera de abordar toda clase de asuntos, y tengan una senda de práctica en todos ellos. Por ejemplo, en la vez anterior que compartí y diseccioné los siete grandes pecados de Pablo, debéis establecer comparaciones con vosotros mismos, entenderlo realmente, así como practicar y entrar. Establecer comparaciones y la entrada en la vida están estrechamente conectados lo uno a lo otro. Ser capaz de establecer comparaciones contigo mismo es la puerta a la entrada en la vida. Cómo entres después de atravesar esa puerta es algo que dependerá de si comprendes este aspecto de la verdad. Cuando entiendes un aspecto de la verdad, puedes entrar en un aspecto de la realidad y, cuando entiendes dos aspectos de la verdad, puedes entrar en dos aspectos de la realidad. Si solo entiendes la doctrina y no tienes los principios de entrada, entonces serás incapaz de entrar en la realidad. Por tanto, es fundamental que antes entiendas muchas verdades. ¿Cómo puedes entenderlas? Debes leer muchas palabras de Dios, meditarlas, establecer conexiones entre ellas y tu vida real y los deberes que cumples, y encontrar principios de práctica y una senda de práctica. Entonces, será fácil entrar en la realidad. Si existe algún problema real, debes compararlo con pasajes relevantes de las palabras de Dios y resolverlo. Si tienes nociones o malentendidos sobre Dios, entonces es incluso más necesario establecer comparaciones con Sus palabras, ser capaz de discernir de qué manera estas nociones o malinterpretaciones son realmente equivocadas, y de qué naturaleza son los problemas. Has de ser capaz de diseccionar estos problemas, y luego buscar las verdades correspondientes para solucionarlos. Esta es la senda a la entrada en la vida. Pablo hizo mucha obra, ¿pero contaba con una senda a la entrada en la vida? En absoluto. ¿Cuál fue el primero de los siete grandes pecados de Pablo? Consideró como objetivos adecuados la búsqueda de una corona y de bendiciones. ¿En qué sentido es un error tratar la búsqueda de bendiciones como un objetivo? Se opone completamente a la verdad y no es congruente con la intención de Dios de salvar a las personas. Dado que recibir bendiciones no es un objetivo adecuado al que la gente deba aspirar, ¿cuál es un objetivo adecuado? La búsqueda de la verdad, la búsqueda de la transformación del carácter y la capacidad de someterse a todas las instrumentaciones y disposiciones de Dios: estos son los objetivos a los que la gente debe aspirar. Supongamos, por ejemplo, que ser podado suscita en ti nociones y malinterpretaciones y que te vuelves incapaz de someterte. ¿Por qué no puedes someterte? Porque crees cuestionado tu destino o tu sueño de recibir bendiciones. Te vuelves negativo, te acongojas y tratas de evitar cumplir con el deber. ¿Por qué? Porque hay un problema en tu búsqueda. ¿Y cómo se debe resolver? Es imprescindible que, de inmediato, abandones estas ideas erróneas y busques la verdad para resolver el problema de tu carácter corrupto. Debes decirte: “No debo desistir, he de seguir cumpliendo bien el deber de un ser creado y hacer a un lado el deseo de recibir bendiciones”. Cuando renuncias al deseo de recibir bendiciones y recorres la senda de perseguir la verdad, se te quita un peso de encima. ¿Y podrás estar negativo todavía? Aunque aún haya momentos en que lo estés, no dejas que esto te constriña, en el fondo sigues orando y luchando, cambiando del objetivo de tu búsqueda —de recibir bendiciones y tener un destino, a la búsqueda de la verdad—, y piensas para tus adentros: “La búsqueda de la verdad es el deber de un ser creado. No hay mayor cosecha que comprender ciertas verdades hoy día, esta es la mayor bendición de todas. Aunque Dios no me quiera, yo no tenga un buen destino y mis esperanzas de recibir bendiciones se hagan añicos, continuaré cumpliendo adecuadamente con el deber, tengo esa obligación. Sea cual sea el motivo, no afectará a mi cumplimiento del deber ni a mi cumplimiento de la comisión de Dios; este es mi principio de conducta”. Con esto, ¿no has trascendido las limitaciones de la carne? Algunos pueden decir: “Bueno, ¿y qué si sigo siendo negativo?”. Entonces busca de nuevo la verdad para resolverlo. Por muchas veces que caigas en la negatividad, si simplemente sigues buscando la verdad para resolverla, y sigues esforzándote por ella, poco a poco saldrás de tu negatividad. Y un día, sentirás que no sientes el deseo de obtener bendiciones y que no estás constreñido por tu destino y desenlace, y que es más fácil y eres más libre viviendo sin estas cosas. Sentirás que la vida que tenías antes, en la que cada día vivías con el propósito de obtener bendiciones y tu destino, era agotadora. Todos los días, hablando, trabajando y devanándote los sesos con el fin de ganar bendiciones… ¿y al final qué te habría conseguido eso? ¿Qué valor tiene una vida así? No buscaste la verdad, sino que desperdiciaste los mejores días en cosas insignificantes. Al final, no obtuviste ninguna verdad, y no pudiste hablar de ningún testimonio vivencial. Hiciste el ridículo, te avergonzaste y fracasaste por completo. ¿Y cuál es realmente la causa de esto? Tu intención de obtener bendiciones era demasiado fuerte, tu desenlace y tu destino ocupaban tu corazón y te limitaban demasiado. Sin embargo, cuando llegue el día en que salgas de la esclavitud de tus perspectivas y tu destino, podrás dejarlo todo atrás y seguir a Dios. ¿Cuándo serás capaz de abandonar por completo esa esclavitud? A medida que tu entrada en la vida se vaya profundizando sin cesar, lograrás un cambio en tu carácter, y será entonces cuando podrás abandonarla por completo. Algunos dicen: “Puedo liberarme de esas cosas cuando quiera”. ¿Es esto coherente con la ley natural? (No). Otros dicen: “Me he dado cuenta de todo esto de la noche a la mañana. Soy una persona sencilla, no soy complicada ni frágil como el resto de vosotros. Tenéis demasiadas ambiciones y deseos, lo que demuestra que estáis más profundamente corrompidos que yo”. ¿Es esa la situación? No. Toda la humanidad tiene la misma naturaleza corrupta, sin diferencia de profundidad. La única diferencia entre ellos radica en si tienen o no humanidad, y en qué tipo de persona son. Aquellos que aman y aceptan la verdad son capaces de tener un conocimiento relativamente profundo y claro de su propio carácter corrupto, y otros piensan erróneamente que tales personas están profundamente corrompidas. Los que no aman ni aceptan la verdad siempre piensan que no tienen corrupción, que con unos cuantos comportamientos buenos más, serán personas santas. Este punto de vista es evidentemente inválido: no es, de hecho, que su corrupción sea superficial, sino que no entienden la verdad y no tienen un conocimiento claro de la esencia y la verdad de su corrupción. En resumen, para creer en Dios, uno debe aceptar la verdad, practicarla, entrar en su realidad y lograr cambios en su carácter-vida antes de poder alterar la dirección y la senda incorrectas de su búsqueda, y antes de poder resolver por completo el problema de buscar las bendiciones y caminar por la senda de los anticristos. De esta manera, uno puede ser salvado y perfeccionado por Dios. Todas las verdades que Dios expresa para juzgar y purificar al hombre obran con este fin.
¿Hay algunos ahora entre vosotros que todavía albergáis el deseo de ser Dios? (No). ¿Eso es porque no os atrevéis o porque no os quedan esperanzas ni disponéis de los antecedentes y el entorno adecuados? Es difícil de decir. Para empezar, está claro que no hay nadie que desee perseguir activamente ser Dios. Sin embargo, si en circunstancias especiales hubiera personas que te veneraran, te ensalzaran, te hicieran cumplidos a menudo y te elogiaran, si tuvieras estatus a sus ojos y, de manera inconsciente, te instauraran como una especie de imagen perfecta y poderosa —aunque no dieran testimonio de que fueras Dios y supieran que eras humano, te seguirían venerando, obedeciendo y tratando como si fueras Dios—, ¿cómo te sentirías en tu interior? ¿Acaso no sentirías un goce y una satisfacción excepcionales? (Sí). Esto es suficiente para probar que todavía tienes este deseo. Todo aquel con un carácter corrupto tiene el deseo de ser Dios. Es solo que, cuando nadie te trata como Dios, te parece que no eres apto. Cuando sientes que estás cualificado, que el entorno es correcto y las condiciones son suficientes, te encumbrarás hasta esa posición. O tal vez no lo hagas tú mismo, pero, cuando otros te encumbren de un modo unánime, ¿seguirás siendo modesto? Aceptarías que te encumbren “sin reservas”. ¿Qué está pasando aquí? La naturaleza de Satanás se ha afianzado muy en el fondo de las personas, y sigue sin resolverse; las personas nunca quieren ser personas, sino que siempre quieren ser Dios. ¿Puede alguien ser Dios solo con desearlo? Satanás siempre quería ser Dios, ¿y qué ocurrió? Se le expulsó del cielo a la tierra. Tal fue el destino de Satanás por querer ser Dios. Decidme, ¿cómo me siento respecto a Mi propia identidad, estatus y esencia? Desde luego que no lo sabéis. No siento nada; todo es muy normal. Dios encarnado es especialmente práctico y normal. No hay nada de sobrenatural en Él, no tiene ningún sentimiento en particular. Tú sabes lo que piensas, sabes lo que te gusta, sabes en qué familia naciste, la edad que tienes y cuánta educación has recibido, sabes qué aspecto tienes. Pero ¿lo normal es saber cuál es tu esencia interior o no saberlo? (Lo normal es no saberlo). Lo normal es no tener sentimiento alguno al respecto. Tener sentimientos al respecto sería sobrenatural. No sería propio de la carne ni sería humanidad normal. La sobrenaturalidad es anormal. Aquellos que siempre se comportan de maneras anormales y tienen sentimientos anormales son espíritus malvados, no seres mortales. Algunos me preguntan si sé quién soy. Decidme, ¿acaso lo sabría yo? ¿Debería saberlo? Dispongo de la lógica y de las maneras de pensar de la humanidad normal. Tengo pensamientos normales y una vida rutinaria normal de la carne. Tengo la conciencia, la racionalidad y el juicio de la humanidad normal, y cuento con los principios para comportarme, lidiar con los asuntos y relacionarme con otros que tiene la humanidad normal. Todo esto está claro. En cuanto a cómo hacer las cosas, cómo tratar a las diferentes personas, cómo ayudarlas y a cuáles, poseo todos esos principios. Vivir con humanidad normal y hacer las cosas que me corresponden es humanidad normal. No hay nada de sobrenatural en ello. Dios no hace cosas sobrenaturales. Es normal que Yo no lo sepa. Si lo supiera, eso sería un problema. ¿Por qué? Si lo supiera, llevaría una carga; hay demasiadas cuestiones involucradas, y unas estarían reñidas con otras. La parte con ese conocimiento no pertenece a la carne ni al mundo material; es sobrenatural y está reñida con los asuntos de este mundo. Del mismo modo que algunas personas pueden observar estas cosas que ocurren en el reino espiritual. Viven en la carne y en el mundo material, sin embargo, ven un mundo no humano, inmaterial. Son capaces de ver dos mundos y de decir algunas cosas extrañas. Esto no es normal. Esto influirá en los pensamientos y el trabajo de otras personas. Aparte de esto, para las personas que creen en Dios y persiguen la verdad, todavía es necesario que sepan algo respecto a los asuntos del reino espiritual. Hay muchas cosas que las personas no tienen manera de saber, pero no pierden nada por no saberlas; está bien tanto saberlas como no. Dios ya ha acotado el rango de cosas que los seres mortales pueden entender, saber y sentir. Dios no dice ni una frase menos de lo que necesitas saber; te lo dice todo y no deja carencias en tu conocimiento. Sin embargo, bloquea por completo aquello que no necesitas saber. No te lo dirá, ni tampoco inquietará tus pensamientos ni tu mente. Otro aspecto es que, para los seres mortales, los asuntos del reino espiritual son una especie de misterio, un fenómeno extraño o cuestiones de un mundo diferente. En su corazón, la gente quiere saber un poco sobre ellos, ¿pero que puedes hacer con ese conocimiento? ¿Lo puedes constatar? ¿Puedes ser parte de ello? Muchos asuntos del reino espiritual son secretos y no se pueden revelar antes de tiempo. Esto es algo en lo que nadie puede tomar parte, basta con conocer una cantidad limitada. Dios es soberano sobre este mundo y esta raza humana, y hay demasiados misterios. Lo que debemos entender son las palabras y las verdades de Dios, así como Sus intenciones; debemos entrar en las realidades-verdad, alcanzar la sumisión a toda la soberanía de Dios a la que pueden tener acceso las personas, entenderla y reconocerla y luego ser capaces de temer a Dios, reconocerlo como tu Creador, admitir el hecho de que Dios es soberano sobre todas las cosas y, en definitiva, ser capaces de pronunciar esas palabras que dijo Job: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* ¿Qué deben experimentar las personas para lograr este resultado? Deben experimentar el juicio y castigo, la poda, las pruebas y el refinamiento, así como toda clase de circunstancias que disponga Dios y, por medio de ellas, conocer Sus acciones, Su carácter, entender la esencia del Creador y ser capaces de extraer comparaciones entre ellos mismos y las palabras de Dios que han leído o los sermones que han oído. Al final, da igual cómo los trate Dios, ya les dé o les quite, alcanzan un justo y preciso entendimiento de las acciones de Dios, y se someten a ellas y las aceptan de una manera adecuada a la racionalidad de los seres creados. Esto es lo que Dios aspira a conseguir.
Volvamos al tema de la charla de hoy. Las manifestaciones de las personas que persiguen la verdad y las de aquellas que no la persiguen pertenecen básicamente a estos tres tipos. He realizado una detallada distinción entre estos tres tipos de personas: el primer tipo son aquellos que no tienen entendimiento espiritual, el segundo son las personas que tienen entendimiento espiritual pero no persiguen la verdad, y el tercer tipo son las que tienen entendimiento espiritual y persiguen la verdad. De estos tres tipos de personas, ¿cuál tiene esperanzas de entrar en las realidades-verdad y puede lograr la salvación? (El tercer tipo). ¿Qué tipo de persona mantiene esperanzas de entrar en las realidades-verdad, lo que implica que pueden desarrollarse y cambiar para ser una persona que tenga las realidades-verdad? (El segundo tipo). En este caso, ¿se ha sentenciado a muerte a efectos prácticos al primer tipo de persona? ¿Pueden los que no tienen entendimiento espiritual llegar a tenerlo, o al menos tener un entendimiento a medias? Existe algo de esperanza en que aquellos que no tienen entendimiento espiritual pasen a tenerlo a medias; en cierto modo, eso es mejor que no tenerlo en absoluto. De estos tres tipos de personas, ¿cuál tiene mayores esperanzas de salvarse? (El tercer tipo). ¿Qué pasa con el segundo tipo? (Depende de su búsqueda personal. Si realmente es capaz de darle la vuelta a las cosas, de arrepentirse y perseguir la verdad, es posible que le queden esperanzas de salvarse). Permitidme que me sincere con vosotros. Todavía no tenéis del todo claro el segundo tipo de persona. Aunque el segundo tipo tiene entendimiento espiritual, ninguna de esas personas persigue la verdad, y eso es crucial. Al margen de si tienen entendimiento espiritual o no, mientras no persigan la verdad, no pueden lograr la salvación en absoluto. Lo que quiero enfatizar aquí es al primer tipo de personas, aquellos que no tienen entendimiento espiritual. Digamos que no tienen entendimiento espiritual, pero tienen una buena humanidad y se gastan para Dios voluntariamente, prestan atención a lo que Él dice y tienen un corazón sumiso, lo que pasa es que no tienen capacidad de comprensión respecto a la verdad, pero pueden entender algunas de las palabras de Dios y compararse con ellas, así como luego practicarlas y entrar en ellas. Tales personas tienen esperanzas de salvarse. Pueden llegar poco a poco a tener entendimiento espiritual al pasar por tal experiencia durante un tiempo. A medida que leen con mayor detenimiento las palabras de Dios, más los esclarece el Espíritu Santo; son capaces de comparar cualquier cosa que entiendan de las palabras de Dios con sus propios estados, aceptar la poda, el juicio y el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios, pagar el precio por esto y, al final lograr alguno de los cambios correspondientes en su carácter. Tales personas también se cuentan entre los que persiguen la verdad. Dado que se considera que persiguen la verdad, ¿tienen esperanzas de salvarse? (Sí). Así es, por tanto, no se puede relegar a la muerte a tales personas. Al contrario, es difícil de decir cuál será el desenlace para esta clase de personas que pueden entender la verdad y compararse con ella pero nunca entran en ella. ¿Cuál es la raíz de este problema? (Su actitud hacia la verdad). Es su actitud hacia la verdad, que es de irreverencia y desdén. ¿Qué significa “desdén”? Significa no aceptar la verdad, menospreciarla. Significa no reconocer las palabras de Dios como la verdad y no tomárselas en serio. Da igual cuánto entiendan o lo que oigan, no practican la verdad y, por mucho que se comparen con ella, incluso aunque sepan qué clase de personas son, siguen sin arrepentirse. Pese a que saben que el aspecto más crucial de creer en Dios es practicar la verdad, la palabra “práctica” es irrelevante para tales personas. Salvarlas no resulta fácil.
Bueno, ¿cómo deberíamos definir perseguir la verdad? ¿Qué es exactamente perseguir la verdad? ¿Quién me lo puede decir? (Ser capaz de aceptar las palabras de Dios, usarlas para hacer introspección y establecer comparaciones con uno mismo, así como tener entrada en la vida. Solo esto cuenta como perseguir la verdad). Eso es. Alguien solo es una persona que persigue la verdad si es capaz de aceptarla y practicarla. Si no acepta las palabras de Dios ni es capaz de reflexionar sobre sí mismo, entonces no tendrá entrada en la vida ni se trata de una persona que persiga la verdad. Por tanto, hay una relación directa entre perseguir la verdad y la entrada en la vida. Si una persona es capaz de decir muchas palabras y doctrinas, pero nunca ha practicado la verdad, ni tiene verdadera fe en Dios y, aunque sepa con claridad que algo es Su soberanía y Sus disposiciones y proviene de Dios, no se somete, sino que se resiste, juzga y se sigue rebelando, y vive todavía de acuerdo con filosofías satánicas y hace las cosas en función de sus propias preferencias, entonces no es alguien que persiga la verdad. Algunas personas tienen entendimiento espiritual y pueden comprender las palabras de Dios, pero no aman la verdad, así que no la practican; tales personas no persiguen la verdad. Algunas están dispuestas a hacerlo, pero su calibre es demasiado escaso y no pueden llegar a la verdad. En consecuencia, pese a creer en Dios durante muchos años, no pueden entender la verdad. ¿Son tales personas las que persiguen la verdad? No. ¿Qué principales manifestaciones tienen las personas que no persiguen la verdad? Las manifestaciones más destacadas son que no leen las palabras de Dios ni están dispuestas a orarle, y mucho menos a hablar sobre la verdad, e incluso no están dispuestas a asistir a las reuniones o escuchar los sermones. Cuando escuchan sermones, les parece que cada palabra va dirigida a ellos y los desenmascara, como si les clavaran algo en el corazón, y se sienten incómodos. Por tanto, cada vez que es momento de escuchar un sermón, solo quieren dormir o mantener conversaciones triviales. Hay bastante gente así. Solo creen en Dios para ser bendecidos, no para aceptar la verdad, ganarla, desechar su propia corrupción, vivir una semejanza humana o alcanzar la salvación por parte de Dios. La raíz del problema es, sobre todo, que no aman la verdad ni les interesa. Creen en Dios solo para obtener bendiciones. Este es el único foco de su anhelo. En aras de obtener bendiciones, pueden contribuir con mano de obra y renunciar a cosas, pero no pueden aceptar la verdad ni están interesados en ella. Creen que basta con entender doctrinas, que hacer menos malas acciones significa que han cambiado, y que contribuir con mano de obra, renunciar a cosas y encima sufrir los cualifica para ser bendecidos. Este es su punto de vista de creer en Dios. Por tanto, por muchos años que crean, por mucha doctrina que entiendan y puedan predicar, y por muchas palabras que se alinean con la verdad que salgan de su boca, nunca son capaces de practicar la verdad, las actitudes que revelan siguen siendo obstinadas, indulgentes y desatadas, protegen su propio orgullo e intereses a cada ocasión, son especialmente egoístas y vulgares e, incluso cuando las reprenden o las podan, no pueden aceptarlo y no tienen ni un ápice de sumisión. Tales personas hacen lo que les place; no lo consultan con nadie antes de pasar a la acción, y si lo hacen es porque no les queda otro remedio y solo en aras de la formalidad. Hablan de manera indirecta, yéndose por las ramas y, al final, obligan igualmente a los demás a hacer lo que dicen. ¿Qué carácter se revela en esta manera de hacer las cosas? (Falsedad). Esto no solo es falsedad, es algo incluso más grave. Da igual lo agradables que suenen sus palabras cuando aconsejan a los demás, al explicarles que se trata de las disposiciones de la casa de Dios y hacer que otros se sometan, en lo que respecta a ellos mismos, no es así como se desempeñan. En su lugar, son intransigentes y rebeldes, no son sumisos y son incapaces de someterse a las instrumentaciones y disposiciones de Dios. Aparte de esto, ¿cómo se manifiestan al relacionarse con los demás? Obran de acuerdo con filosofías para los asuntos mundanos, buscando una ventaja en cada ocasión y protegiendo sus relaciones personales. Las personas de este tipo tienen un carácter especialmente traicionero. ¿A qué se reduce eso? A perversidad. No suele ser fácil para nadie reconocer sus actitudes perversas. Cuando aquellos con actitudes perversas hablan con otros, siempre hay un elemento de verificación y de sondeo de información. No dicen las cosas directamente e, incluso si llegan a abrirse, su único objetivo es que digas lo que piensas; nunca divulgan nada sobre sí mismos que sea real. Hay quien dice: “¿Cómo puedes decir que nunca divulgan nada sobre sí mismos que sea real? Siempre comparten con los demás acerca del carácter corrupto que revelan”. ¿De qué vale ese rato de charla? No le dicen a nadie lo que de verdad tienen en mente. Además, se sirven de toda clase de tácticas y métodos, de palabrería de toda índole para encubrir y disfrazar vigorosamente quiénes son, mostrando una falsa imagen a los demás. Si alguien llega a conocer cómo son de verdad y las cosas malas que han hecho, se limitan a fingir y pronunciar unas pocas palabras de remordimiento, adoptando métodos que desorientan a las personas para hacerles creer que se han arrepentido y han cambiado. Si vuelven a hacer algo malo y se ponen al descubierto sus malas acciones, con lo que la gente ve que en realidad son personas malvadas, se devanarán los sesos y pensarán en todo tipo de maneras de ocultar este hecho y hacer que los sigan tratando como a un hermano o hermana. ¿Qué carácter es este? Uno perverso. No solo es que las personas que tienen este tipo de carácter perverso no acepten la verdad de ninguna manera, sino que se les da bien fingir y siempre se les ocurre una defensa o una justificación inteligente. Son unos fariseos hipócritas. Lo que más temen las personas así es que la gente hable sobre la verdad, que abra su corazón para conocerse a sí misma y diseccionarse, o que pongan al descubierto la verdad sobre un determinado asunto, y de este modo las desenmascaren. Cada vez que alguien habla sobre la verdad, se molestan especialmente y no quieren escuchar; su corazón se resiste a ello y les echa para atrás. Esto pone por completo al descubierto el feo aspecto que poseen de sentir aversión por la verdad. Además de entender la verdad pero no practicarla, este tipo de persona tiene otro problema, que es el de adoptar una actitud de resistencia y desdén hacia las cosas positivas y los puntos de vista correctos, en especial hacia las palabras que coinciden con la verdad. En lo que respecta a cualquier cosa positiva o palabras que se ajusten a la verdad, no las aceptarán mientras no sea lo que ellos consideran bueno o no lo hayan dicho ellos sino otra persona. ¿Qué carácter es este? Se trata de necedad, intransigencia y estupidez. ¿Cómo se debe evaluar si una persona persigue la verdad? Lo primero en lo que hay que fijarse es en lo que revela y manifiesta en su cumplimiento común de su deber y en sus acciones. A partir de esto, puedes ver el carácter de la persona. A partir de su carácter, se puede ver si ha logrado algún cambio o ha ganado alguna entrada en la vida. Si alguien no revela más que actitudes corruptas cuando actúa y no posee ninguna de las realidades-verdad, sin duda no es alguien que persiga la verdad. ¿Los que no la persiguen tienen entrada en la vida? No, desde luego que no. Las cosas que hacen cada día, cuando corren de un lado a otro, sus esfuerzos, sufrimientos, el precio que pagan, da igual lo que hagan, todo es ser mano de obra, y son contribuyentes de mera mano de obra. Independientemente del número de años que una persona haya creído en Dios, lo que más importa es si ama la verdad. Lo que una persona ama y busca se puede ver en lo que más le gusta hacer. Si la mayoría de las cosas que una persona hace se ajustan a los principios-verdad y a las exigencias de Dios, entonces es alguien que ama y persigue la verdad. Si pueden practicar la verdad, y las cosas que hacen cada día son para cumplir con su deber, entonces tienen entrada en la vida, y poseen las realidades-verdad. Sus acciones pueden ser inapropiadas en ciertos asuntos, o pueden no comprender los principios-verdad con exactitud, o pueden tener prejuicios obstinados a este respecto, o a veces pueden ser arrogantes y sentenciosos, insistir en sus propios métodos y no aceptar la verdad, pero, si después son capaces de arrepentirse y practicarla, esto demuestra sin duda que tienen entrada en la vida y persiguen la verdad. Si lo que alguien revela en el cumplimiento de su deber no es más que actitudes corruptas, una boca llena de mentiras, soberbia, capricho, una altanería abrumadora, que es una ley para sí mismo y que hace lo que le da la gana, etcétera, y, si por muchos años que haya creído en Dios o muchos sermones que haya oído, al final no se produce el más mínimo cambio en estas actitudes corruptas, entonces ciertamente no se trata de alguien que persiga la verdad. Hay muchas personas que han creído en Dios durante muchos años, que no son exteriormente personas malvadas, y que hasta tienen algunas buenas conductas. Creen en Dios con bastante pasión, pero su carácter-vida no cambia en absoluto, y no tienen ni siquiera un pequeño testimonio vivencial que compartir. ¿Acaso no son lamentables estas personas? Después de tantos años de creer en Dios, no pueden hablar del más mínimo testimonio vivencial. Esto es ser estrictamente la mano de obra. ¡Son verdaderamente lamentables! En resumen, para evaluar si una persona persigue la verdad y tiene entrada en la vida, debes fijarte en su carácter y esencia, tal como los revelan y expresan, y ver si hay algún cambio en su carácter. Decir siempre palabras y doctrinas y recurrir al disfraz y al engaño no es algo que pueda sostenerse durante mucho tiempo. Solo se hacen daño a sí mismos, sin engañar a nadie. Los que no aceptan la verdad ni la persiguen tarde o temprano serán revelados y descartados. Solo aquellos que aceptan y practican la verdad pueden obtener la entrada en la vida y experimentar un cambio de carácter.
He terminado de hablar sobre qué es la entrada en la vida, qué es perseguir la verdad y todas las diferentes manifestaciones de las personas que persiguen la verdad. La gente debería comparar estas cosas consigo misma y, una vez que entienda la verdad, ha de ponerlas en práctica. ¿Cuál es la dificultad más grande para la mayoría de los que creen en Dios? El hecho de que entienden la verdad, pero no la practican. Aunque pueden compararse con las palabras de Dios tras leerlas y son capaces de obtener algo de conocimiento sobre sí mismos, ¿por qué no pueden poner la verdad en práctica? La mayoría de las personas no pueden encontrar el motivo. Por ejemplo, todo el mundo tiene actitudes arrogantes, todos son especialmente arrogantes y sentenciosos. Casi todos son capaces de reconocer esto, ¿pero pueden evitar revelar arrogancia? Conseguirlo no es sencillo. Aunque puedan compararse con las palabras de Dios cuando las leen, reconozcan que tienen un carácter corrupto y tengan una senda de práctica, lo complicado es que, cada vez que hacen algo, a menudo tienen sus propias preferencias, intenciones y metas, y son incapaces de ver que están todas conectadas a su carácter corrupto. Han de aprender a discernir estas cosas y deben entender la verdad, solucionar lo que haga falta y desprenderse de lo necesario. Es decir, no deberían seguir haciendo nada en aras de sus intenciones, deseos, orgullo, estatus e intereses. Deben interrumpir el rumbo de sus maldades y abstenerse de pronunciar ninguna otra frase o realizar ningún otro acto por su propio interés. Si haces esto, ya habrás ganado un corazón de arrepentimiento y habrás empezado a transformar tu faceta negativa. Si tomas incluso más la iniciativa y, aparte de no hablar para tu propio beneficio, también te es posible diseccionarte, permitiendo que los hermanos y hermanas perciban la manifestación de tu carácter arrogante de modo que puedan aprender de ello, extraigan algunas lecciones, se beneficien de ello y encuentren una senda de práctica, eso sería incluso mejor. ¿Qué es lo difícil? Desprenderte de todas tus intenciones, objetivos, ambiciones, deseos e intereses, no hacer las cosas por tu propio beneficio y ni andar ocupado y de un lado para otro por el mismo motivo. Pablo dijo que había finalizado su carrera. ¿Para quién corría la carrera? (La corría para poder ser bendecido y obtener una corona). Sin embargo, Pablo carecía de este entendimiento. Es probable que siguiera pensando que corría la carrera para Dios y para completar Su comisión, desde luego no para su propio beneficio. Por eso se atrevió a alardear y dar testimonio de sí mismo de una manera tan jactanciosa y descarada. Resultaba obvio que se defendía y se justificaba a sí mismo. Al mismo tiempo, esta es también la misma prueba de que daba testimonio de que, para él, vivir era cristo. Estaba dando testimonio de sí mismo descaradamente y se resistía a la verdad; estaba blasfemando contra la verdad. Ahora hay muchas personas que veneran a Pablo, cuyos corazones están llenos de ambiciones y deseos, y todos quieren dar testimonio de sí mismos: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia” (2 Timoteo 4:7-8). Al hacer esto, ¿acaso no están dando rienda suelta a sus deseos y ambiciones, dejando que se inflen continuamente, revelándolos en toda situación para que se hagan realidad? Si no puedes sobreponerte a tus deseos, estás completamente acabado; serás incapaz de entrar en las realidades-verdad. ¿Cuál es el quid de esta cuestión? (Debemos rebelarnos contra nuestras intenciones). Rebelarte contra tus intenciones es una manera negativa de practicar. Debes también ser capaz de desenmascararlas de un modo activo, como se desenmascara a otras personas. Si dices algo como: “Os diré la verdad sobre mí: tengo excesivas ambiciones y deseo conquistaros. Ahora mismo me estoy abriendo a todos vosotros. Estoy dispuesto a rebelarme contra la carne; no seré el cómplice de Satanás. Mi objetivo al ponerme al descubierto de esta manera es permitiros ver con claridad mi verdadera cara, de modo que no me veneréis”. ¿Qué efecto tendría esta manera de practicar? No cabe duda de que te admiraría todo el mundo. ¿No sería esto mucho mejor que la reverencia y la alta estima que conseguirías a cambio de usar toda clase de tácticas vulgares? (Sí). Al menos esto es positivo. Aunque todo el mundo sintiera algo de admiración por ti, ¿serías un ejemplo para ellos? Tal vez para algunos, pero debes buscar maneras de obligarlos a abandonar ese comportamiento. Ponte siempre al descubierto y di: “Además soy rebelde, y mi rebeldía es más grave que la vuestra. También soy falso y perverso. Aquella vez que hablé tenía un objetivo en mente, hacer que me admirarais y no me menospreciarais”. Cuando todo el mundo oye esto, no solo no te menospreciarán en su corazón, sino que van a respetarte más si cabe. Esta es una forma de practicar de manera abierta. Solo los que aman la verdad harán esto; los que no la aman son incapaces de hacerlo, pase lo que pase. Si piensas en tu corazón que hacer esto es realmente bueno y un gran privilegio, que agrada a Dios, y aspiras a actuar de esta manera; si tienes un fuerte deseo en tu corazón, crees que debes hacerlo y que este es el tipo de persona que debes ser, una persona abierta, honesta y que no dice mentiras, alguien que se rebela completamente contra su carácter corrupto y contra Satanás, solo entonces serás el tipo de persona que vive realmente en la luz. Y si te atrae y te encanta ser este tipo de persona, entonces podrás amar la verdad, entrar en ella, y desprenderte de aquellas cosas que son de Satanás. Sin embargo, si sigues interesado en tus intenciones, objetivos, ambiciones, deseos e intereses, y aún tienes un persistente apego a perseguir el conocimiento, la fama, la ganancia y el estatus, entonces estas cosas todavía ocupan un lugar en tu corazón. Dices: “Deja que me lo tome con calma hasta que tenga la estatura apropiada, y luego veremos”. A esto se le llama ser indulgente contigo mismo y ser incapaz de rebelarte por completo contra ti. Al ser indulgente contigo mismo de esta manera, tu entrada en la vida se hace lenta, y no solo no se han resuelto tus problemas de ansiar los placeres carnales y los beneficios del estatus, sino que se han vuelto cada vez más obstinados. Entonces, ¿se puede depurar a fondo aquello que pertenece a Satanás dentro de tu corazón? ¿Se puede volver todavía más profunda tu experiencia de vida y que tu vida siga creciendo? ¿Puedes lograr aún ser perfeccionado por Dios? Ya has caído en los placeres carnales y los beneficios del estatus te han atado con fuerza, ¿todavía eres capaz de liberarte de ellos? No quieres liberarte, te conviertes lentamente en alguien que desorienta a los demás. Eso resultará problemático y tu pecado será grave. ¿Por qué acabaron las cosas de esa manera para Pablo? Porque no persiguió la verdad en absoluto. Siempre perseguía sus ideales y anhelos, y quería controlar al pueblo escogido de Dios de modo que todos lo siguieran e hicieran lo mismo que él. También quería servirse del trabajo arduo y de pagar un precio como una ventaja para hacer un trato con Dios y obtener recompensas y una corona. Al final, Dios lo castigó. Si la senda que alguien sigue es exactamente la misma que la senda de Pablo, entonces ya es un caso perdido y está completamente acabado. Cualquiera que sea del mismo tipo de persona que Pablo es un anticristo que no se arrepentirá pase lo que pase. Si solo tienes alguno de los estados que tenía Pablo, pero el objetivo que persigues es ligeramente diferente al suyo, entonces debes arrepentirte de inmediato y tal vez lo hagas a tiempo. Si haces como Pablo, lo veneras y eres exactamente lo mismo que él, entonces no solo eres un incrédulo, sino que quieres ser Dios y ser Cristo. ¿No es esto querer colocarse al mismo nivel que Dios? En tu corazón, adoras a un dios vago en el cielo; quieres estar al mismo nivel que Cristo, e incluso tratas tus dones y tu conocimiento como vida, y las búsquedas inadecuadas como adecuadas. Los objetivos que persigues y la forma en que lo haces se acercan cada vez más a lo que era Pablo y coinciden con sus búsquedas con cada vez una mayor perfección. Esto te augura problemas; no tienes remedio alguno ni se te puede salvar. Debes hacer como hizo Pedro y seguir la senda de perseguir la verdad, rebelarte a conciencia contra la carne y contra esas cosas que pertenecen a Satanás, y solo entonces tendrás esperanzas de ser salvado. ¿Disponéis ahora de una senda para recibir la salvación? (Ponernos al descubierto constantemente y desprendernos de nosotros mismos). Primero, debes desprenderte de tus intenciones, objetivos, ambiciones y deseos personales. Ya busques de forma activa o de forma negativa y pasiva, debes desprenderte de estas cosas y aprender a someterte. Esto es de suma importancia. Si cuando algo te sucede decides actuar de cierta manera, primero debes evaluar para qué actúas así. Si es por orgullo y estatus, entonces detente ahí y aminora los pasos que estás dando para pasar a la acción. Debes orar: “Dios, no estoy dispuesto a hacer esto. Quiero rebelarme contra ello, pero no soy lo bastante fuerte. Te ruego que me concedas fortaleza, me protejas y detengas en seco mis fechorías”. Entonces, sin darte cuenta, dispondrás de la fortaleza. A veces, la capacidad de algunos para superar el pecado, rebelarse contra la carne y contra su carácter corrupto viene de su deseo y su voluntad, y de su aspiración de amar la verdad. A veces, requiere de la obra de Dios y de confiar en Él; la gente no puede abandonar a Dios. A veces entiendes la verdad, tienes una senda que seguir y crees que vives con independencia, pero, cuando te enfrentas a nuevas circunstancias, no sabes cómo practicar; debes orarle a Dios y confiar en Él. Las vidas de las personas están llenas de altibajos. Es posible decir que no pueden estar nunca sin Dios. Da igual cuántas verdades comprendan, no pueden dejar a Dios. Da igual cuántos momentos de negatividad tengan, o cuántos de pasividad, al final no pueden abandonar el liderazgo y la guía de Dios. Cuantas más veces te sometas a Dios, más aumentarán tus realidades-verdad. A medida que aumenten, esto implica que tu entrada en la vida se volverá más y más profunda. Cuanto más profunda sea, eso significa que tu carácter está cambiando cada vez más. Cuando se haya transformado mucho tu carácter, eso significa que has ganado estatura. Tu estatura es representativa de tu entrada en la vida. Cuando tienes estatura, puedes superar el control y las ataduras que ejerce sobre ti tu carácter corrupto, tu capacidad para superar el pecado se volverá más fuerte y en tu corazón habrá fortaleza. No solo vas a tener un deseo, una esperanza y una aspiración emocionales, sino que no vas a permanecer en este nivel. En cambio, ascenderás y te harás adulto, te convertirás en alguien con la verdad y con humanidad. Esta es la senda de perseguir la verdad, y es además el resultado de hacerlo. ¿Sois capaces de ver adónde os dirigís? ¿Percibís esperanza? (Sí). Eso es bueno.
La entrada en la vida es un proceso que nunca termina. Debes experimentar una vida entera para beneficiarte de ella y experimentar cambios. Aunque camines por la senda de perseguir la verdad, si todavía ansías los placeres carnales y los beneficios del estatus, tropezarás y te caerás igualmente. Ahora tu senda es correcta y has encontrado tu rumbo. Ya has discernido con claridad esas cosas que son incorrectas, pasivas, opuestas y negativas. Existe una barrera entre tales cosas y tú. En cuanto a las positivas, también las has entendido y has obtenido bastante de ellas, y ya puedes comprender y aceptar muchas. Lo que falta después de obtener discernimiento sobre estas cosas y acciones equivocadas, perversas y negativas es desterrarlas de tu corazón, abandonarlas y rebelarte contra ellas por completo, y luego practicar de acuerdo con los principios de la verdad. De esta manera, tendrás entrada en la vida. En realidad, la entrada en la vida no es difícil; solo depende de si realmente amas la verdad. Si es así, estas cosas negativas no podrán derrotarte. Puede que estés pasivo y débil durante un tiempo, pero te seguirá siendo posible continuar avanzando. Si no amas la verdad o no lo haces con mucha fuerza, centrándote solo en las formalidades externas, gastándote un poco y entregando una parte de ti, pudiendo levantarte temprano e irte a dormir tarde para cumplir tu deber; si solo permaneces en la etapa de contribución de mano de obra, sin querer alcanzar un entendimiento de la verdad ni entrar en la realidad, conformándote solo con gastarte para Dios y no cometer transgresiones importantes, y te encallas y no avanzas, ¿cuáles serán las consecuencias de todo esto? No recibirás en absoluto la aprobación de Dios. Si quieres que tu búsqueda de la verdad tenga éxito y realmente quieres ganar la vida, no se trata de un asunto sencillo. Has de desprenderte de tus propios intereses y abandonar todas las búsquedas inadecuadas, como perseguir la fama, la ganancia y el estatus, perseguir bendiciones o perseguir una corona o recompensas. Hay que desprenderse de todo esto. Si realmente amas la verdad y disfrutas al reflexionar sobre las palabras de Dios, para ti la entrada en la vida no será un tema difícil. Mientras entiendas la verdad, dispondrás naturalmente de una senda y no tendrás demasiadas dificultades.
21 de junio de 2018
La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.
El fin de todas las cosas se está acercando, ¿quieres saber cómo el Señor recompensará el bien, castigará el mal y determinará el fin de cada uno? Bienvenido a contactarnos para descubrir la respuesta.