Principios de práctica de la sumisión a Dios (Parte 1)

La razón por la que todos están celosos de Job hoy en día es porque él tenía una fe verdadera. Pero ¿habéis hablado sobre los detalles de sus experiencias y sobre por qué él pudo testificar de verdad? ¿Cómo era su día a día? ¿Cómo se relacionaba con Dios en su vida? ¿Cómo se puede ver, a partir de cada uno de sus actos, que buscaba la verdad, que se sometía a Dios y que aceptaba Sus disposiciones e instrumentaciones? ¿Esas cosas involucran los detalles? (Sí). Esas cosas involucran los detalles de la búsqueda de la verdad, que es algo que le falta a la gente hoy en día. Las personas solo conocen el famoso dicho de Job: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Todas pueden recitar esa frase, pero no tienen claro por qué Job llegó a decirla. Ese dicho tan famoso no vino a él fácilmente: fue necesaria antes toda una vida de experiencia. Durante esta, vio las disposiciones e instrumentaciones de la mano de Dios y Su proceder en muchas cosas, y vio que todas las riquezas que poseía venían de Él. Un día, todo eso desapareció y Job supo que Dios se lo había quitado. La conclusión a la que llegó fue que, sin importar lo que Dios hiciera, Su nombre debía ser bendecido. ¿Y cómo llegó a ella? ¿No es necesario un proceso para llegar a tal conclusión? Se trata de la senda que toman hoy las personas para perseguir la verdad, y es la manera de llegar a esos resultados, de obtener esos beneficios. Los beneficios no se logran en cuestión de días, ni siquiera de unos pocos años; involucran cada aspecto y cada detalle de la vida de las personas.

La fe en Dios de Job no era solo de palabra: él era el modelo representativo de un creyente sincero. Por todo oraba a Dios. Cuando estaba preocupado por las celebraciones de sus hijos, oraba y se los encomendaba a Él, y sin duda oraba frecuentemente sobre cómo criar a su ganado. Todo lo encomendaba a las manos de Dios. Si hubiera actuado como un no creyente, siempre planeando y calculando la forma de criar a su ganado con la voluntad del hombre, confiando en su propia mente e imaginación y devanándose los sesos para cumplir sus objetivos, ¿hubiese podido ver la mano de Dios, Su soberanía y Sus planes incluso tras vivir aquellos fracasos y contratiempos? (No). Si no hubiese orado a Dios a menudo, no habría experimentado Sus bendiciones; con frecuencia se hubiera sentido negativo y débil, como un creyente ordinario, y un humor renuente hubiera surgido en él. “La gente siempre dice que Dios existe. Yo creo en Él, ¡pero no me bendice de acuerdo con mis planes! Yo Lo adoro y le ofrezco sacrificios todos los días. Si existe, Sus bendiciones deberían ser mayores de lo que yo podría pedir o imaginar jamás. ¿Cómo puede ser que aún no haya podido lograr ese objetivo? Es difícil decir si Dios existe realmente o no”. Job le hubiese escrito un signo de interrogación a la existencia de Dios, y eso tiene un efecto negativo. Por un lado, no hubiera podido ver Su mano, Su soberanía ni Sus planes. Además, se hubiera quejado de Dios y habría comenzado a malinterpretarlo y a desarrollar antipatía y rebelión hacia Él. Si las personas que creen en Dios siguen su propio camino, siempre persiguiendo bendiciones, ¿podrán decir, al final, como dijo Job: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”*? ¿Nacerá en ellos esa clase de conocimiento vivencial? (No). Claro que no. ¿Por qué? ¿De dónde viene el problema? (De que no creen en la soberanía de Dios ni Lo buscan; por el contrario, resuelven las cosas con métodos humanos). ¿Por qué las personas se devanan los sesos usando métodos humanos para lograr sus metas en lugar de confiar en Dios? ¿Buscan los deseos de Dios cuando hacen planes? ¿Tienen una actitud sumisa, diciendo: “No sé qué es lo que Dios hará. Haré este plan, este cálculo, pero no sé si con él conseguiré lo que me propongo o no. Es solo un plan. Si logro mi objetivo, entonces será una bendición de Dios. Si no, habrá sido por mi propia ceguera; mi plan no era conforme a Sus intenciones”? ¿Tienen esa actitud? (No). Entonces, ¿cómo surgen estas formas de proceder? Son nociones y figuraciones humanas, deseos humanos, exigencias irracionales de los humanos hacia Dios, y nacen de actitudes corruptas. Ese es un aspecto. Además, ¿tienen esas personas un corazón sumiso a Dios? (No). ¿Cómo os dais cuenta de que no lo tienen? (Sienten una necesidad imperiosa de cumplir los planes que hacen). ¿Qué actitud es esa? Es arrogancia y rebelión. Creen que Dios las bendice, pero, cuando aparecen sus propios deseos y cálculos, lo apartan. Es un carácter arrogante. ¿Están siendo sumisos cuando apartan a Dios? No, y no tienen a Dios en su corazón. No tienen en cuenta en absoluto que Dios dispone las cosas y es soberano sobre ellas, y mucho menos tienen en cuenta de qué manera Él quiere hacerlas. No valoran estos temas. ¿Qué se infiere de eso? Que no buscan nada, ni se someten, ni tienen un corazón temeroso de Dios. Primero hacen sus propios planes y luego actúan y se esfuerzan en pos de estos, confiando en métodos humanos, figuraciones y nociones, sin pensar para nada en las intenciones de Dios. Cuando se trata de criar a su ganado, las personas al menos deberían saber en su corazón que “el hombre debe esforzarse por hacer lo que debe y someterse a la voluntad del cielo”, que es lo mismo que decir: “Cumpliré con mi responsabilidad de alimentar al ganado; no permitiré que los animales estén malnutridos ni que pasen frío o hambre o se enfermen. La cantidad de crías que tengan el próximo año está en manos de Dios. No lo sé, no tengo exigencias y no haré planes. Todas esas cuestiones dependen de Dios”. Si persisten en actuar basándose en nociones y figuraciones humanas, ¿tienen una actitud sumisa a Dios? (No). ¿Cuál de estas dos formas de proceder viene de la voluntad del hombre y cuál es sumisa a Dios? (La primera viene de la voluntad del hombre y es la forma de proceder de los incrédulos; la segunda es la de aquellos que creen en Dios sinceramente y buscan la verdad). Todos ellos creen en Dios y todos hacen lo mismo, pero la motivación, la raíz y el objetivo de sus acciones son diferentes, así como también sus principios. De esa manera, la senda de las personas queda a la vista. ¿No hay una diferencia? La esencia de los incrédulos es la misma que la de los no creyentes. ¿Cuál es la raíz y el objetivo de sus acciones? Todo obedece a sus propios intereses y el beneficio es lo primero en su mente. Por eso al actuar no confían en otra cosa que en su propia voluntad. ¿Y por qué digo que confían en su propia voluntad? Trazan sus planes por su cuenta después de un análisis minucioso. No actúan de manera impulsiva o a ciegas, sino que tienen propósitos y objetivos. No tienen en cuenta las intenciones de Dios; actúan a partir de su propia determinación. Nadie más hace los planes por ellos ni los obliga a actuar de esta manera. Son ellos mismos quienes están decididos a actuar de acuerdo con sus propios planes, por lo que están confiando en su propia voluntad. Entonces, siguiendo su plan, se devanan los sesos y actúan, cueste lo que cueste, para satisfacer sus deseos y lograr los objetivos de sus planes. Mientras lo hacen, además, tienen esta vaga idea: “Yo creo en Dios, así que Él de seguro me bendecirá”. ¿No es eso vergonzoso? ¿En base a qué te bendeciría Dios? ¿Cómo sabes que lo hará? ¿Dios hará que las cosas sucedan solo porque tú lo has decidido? ¿No es una idea irracional? ¿Creer que, sin duda, Dios te bendecirá es lo mismo que someterse a Su soberanía y a Sus planes? (No). Pero mucha gente tiene esa confusión. Dicen: “¡Creo que Dios me bendecirá, que protegerá todo lo que tengo y que satisfará mis deseos!”. Creen que esa es una actitud sumisa ante Dios. ¿No se trata de un error? No solo es un error, también es rebelión y blasfemia contra Dios. Creer que Dios te bendecirá no significa someterte a Su soberanía y a Sus disposiciones; son dos cosas diferentes. Cuando hablas así, tu naturaleza arrogante te está controlando por completo, y esa forma de hablar no se alinea con los principios-verdad.

¿Cuál es la esencia de la conducta rebelde hacia Dios que acabo de compartir? Diseccionad en detalle la raíz del asunto. ¿Hay en ella alguna práctica de la verdad? ¿Hay sumisión? ¿Hay un lugar para Dios en el corazón de esas personas? ¿Tienen un corazón temeroso de Dios? (No). Todos decís que no, así que, para ser específicos: ¿de qué manera se manifiestan estas cosas? Debes compararlo contigo mismo y saber diseccionarlo. Si sabes hacerlo, podrás juzgar tu estado interno, así como si tu práctica está alineada con los principios y si estás practicando la verdad o no. Para empezar, si las personas hacen sus planes antes que nada, sin buscar la verdad, ¿hay sumisión? (No). Viendo que no hay sumisión; ¿cómo debería practicar una persona para ser sumisa? (Buscar, primero, los deseos de Dios). En muchos asuntos, Dios no te muestra claramente Sus deseos, así que ¿cómo puedes estar seguro de que estás practicando la verdad? (Debemos confiar en nuestras oraciones a Dios para estar seguros). Si oras algunas veces y sigues sin entender cuáles son los deseos de Dios, ¿qué debes hacer? No actuar a ciegas. Primero, fíjate si es necesario actuar así o no, si esas acciones son parte de las disposiciones de Dios, si se dan las condiciones para actuar así y si es posible que puedas cumplir tu plan. Si no es posible, pero sigues aferrándote a él, ¿no es una forma de proceder poco racional? Es crucial saber si tus planes e ideas son realistas o no. En tu interior, piensas: “Primero voy a hacer este plan y, si Dios me bendice, ¡quizás mis beneficios sean aún mayores!”. Tu mentalidad se basa en la suerte, por eso confías en tu propia voluntad y quieres mantenerte en tu postura; tus deseos y ambiciones son enormes y eres tan arrogante como bárbaro. Los planes y las decisiones de las personas siempre tienen fallas y no deberían ponerlos en práctica. Cuando las personas no comprenden la verdad ni las intenciones de Dios, ¿pueden ser correctos sus planes y decisiones? ¿Pueden ser conformes a las intenciones de Dios? No se puede saber, ya que hay muchas cuestiones que las personas no pueden entender y sobre las que no pueden decidir; los planes y las decisiones de las personas son figuraciones, conjeturas y juicios humanos. Quienes no entienden la verdad no pueden ver que todas las cosas están en las manos de Dios y que es Él quien las dispone e instrumenta. Debes ver lo que están haciendo las manos de Dios, cuáles son Sus intenciones y cuál es el trabajo que Él está haciendo en las personas en ese momento. Si tus planes y decisiones van en contra de la obra que Dios quiere hacer o son contrarios a Sus deseos, ¿cuál será el resultado? Sin duda, fallarán. A partir de esto deberías ver con claridad que las personas no deben hacer planes. Planificar es, de por sí, un error. ¿Cómo debería la gente practicar correctamente? Las personas deberían aprender a aceptar las cosas como vienen, sin actuar a ciegas o planificar en torno a cosas que no pueden comprender. Hay muchas cuestiones que escapan a tu comprensión y tampoco sabes qué problemas podrían surgir en el camino. ¿Están esas situaciones inesperadas en los planes de la gente? Claro que no, por eso los planes no son otra cosa que figuraciones humanas, asuntos vacíos e inviables. Entonces, ¿qué deberían hacer las personas? Por un lado, deben tener un corazón sumiso a Dios y no deben hacer sus propios planes; por otro, también deben cumplir sus deberes y responsabilidades sin ser superficiales. Y el que puedas o no lograr las cosas que planeas y decides, está en las manos de Dios. Puede que planifiques poco, pero Él te dé mucho; puede que planifiques mucho y no recibas tanto. Después de pasar por muchas experiencias similares, te darás cuenta de que nada cambia en función de la voluntad o los planes del hombre. Todo depende de cómo Dios haya dispuesto las cosas y ejercido Su soberanía sobre ellas. Todo está en Sus manos. De esa manera, acumulando experiencias, las personas terminan descubriendo que Dios de verdad tiene soberanía sobre todas las cosas. Si compruebas el hecho de que Dios tiene soberanía sobre todo lo que hay en tu corazón, habrás obtenido la verdad, que se gana con la experiencia. A veces, tus planes pueden ser bastante buenos, pero pueden ocurrir imprevistos en cualquier momento; no puedes imaginarte las cosas excepcionales que podrían ocurrir, que sobrepasan tus figuraciones y tus planes en todos los aspectos. Muchos asuntos te hacen sentir que te han pillado desprevenido y no sabes dónde se encuentra la falla en tus planes, si saldrán bien o mal y qué es lo que las personas pueden hacer o dejar de hacer. De manera inconsciente, adviertes que hay muchas cosas que los humanos no pueden predecir, cosas que están fuera de los límites de sus planes y figuraciones. En este punto, ¿a qué conclusión llegas? (A que Dios tiene soberanía sobre todas las cosas). Hay un detalle en esa soberanía absoluta: si Dios no te da nada, no importa cuánto vayas de aquí para allá, cuánto te esfuerces o luches: no valdrá la pena. Si Dios te bendice, todo fluye sin contratiempos y nadie puede detenerte. Te das cuenta de que, en este asunto, Dios tiene la última palabra; que puede ver con claridad todos tus planes y que el asunto está completamente en Sus manos. Con esta experiencia, sin darte cuenta, tu corazón comenzará a tener una percepción y un conocimiento correcto de la soberanía de Dios. ¿Qué percepción y conocimiento? Que Dios es quien te lo concede. Si Él quiere quitártelo, no importará cuánto te sometas a Él o cuánto Lo conozcas. Si debe quitártelo, lo hará. Todo está en Sus manos, todo está predeterminado y dispuesto por Él. Tú no debes decidir por ti mismo. En este punto, ¿tus planes, cálculos y objetivos personales siguen ocupando un lugar preponderante en tu corazón? No. Esos planes y cálculos humanos irán disminuyendo sin que te des cuenta y los dejarás atrás. ¿Con qué serán reemplazados? Para ti, experimentar la soberanía de Dios equivale a verla. Aunque Dios no diga por qué te ha quitado esas cosas, tú, sin saberlo, lo entenderás aun así. Cuando Dios te bendice de alguna manera, dándote muchas riquezas, no te dice por qué lo hace; pero en tu corazón tienes una sensación y eres consciente de que se trata de una bendición de Él y no de algo que una persona puede ganarse. Un día, te quitarán algunas cosas y tú sabrás con certeza, en tu interior, que eso viene de Dios. Cuando tengas una conciencia clara de estas cosas, ¿no sentirás que Dios te guía en cada paso que das, en cada día que vives y en cada año que pasa? A medida que Dios te guía, inconscientemente sentirás que estás con Él frente a frente, que interactúas con Él cada día, que cada vez tienes más conocimiento y cada año tu cosecha es grande. Sin que te des cuenta, tu comprensión de la soberanía de Dios y Sus disposiciones se volverá más profunda. Cuando tienes una experiencia de ese nivel, ¿no tiene Dios un lugar en tu corazón? Si Dios ocupa un lugar en tu corazón, tienes un corazón temeroso de Él, así que ¿es posible que otras cuestiones, pensamientos o teorías te desorienten, confundan o hagan que te vayas de Su lado? Es imposible. Solo si tienes un conocimiento verdadero de Dios, si la verdad se ha arraigado en tu corazón, puede Dios morar en él para siempre. Si la verdad no ha echado raíces en tu corazón, ¿puede Dios permanecer allí por mucho tiempo? Desde luego que no, pues tu corazón podría distanciarse de Él y traicionarlo en cualquier momento. Si las personas siempre dirigen su vida en función de sus propias figuraciones, nociones, planes, cálculos y deseos, ¿pueden lograr un conocimiento de Dios como ese? (No). Entonces, para lograr una sumisión a Dios como la de Job, tu senda de experiencia y práctica debe ser correcta. Si hay una falla en tu senda de práctica, no importará cuánta fe o voluntad tengas, no servirá de nada, así como tampoco importará lo nobles que sean tus ambiciones. En muchos de los asuntos de la vida, las personas utilizan métodos de práctica erróneos. Desde fuera, ellas parecen capaces de soportar mucho sufrimiento y de pagar un alto precio; parecen tener una gran determinación y el corazón en llamas, pero ¿por qué resulta que al final, después de acumular tantas experiencias, no obtienen un conocimiento vivencial de la soberanía de Dios y de Sus disposiciones? Es porque usan métodos de práctica equivocados, y su conciencia subjetiva, sus nociones y figuraciones, así como sus planes, tienen el control. Y como esas cosas están en control, Dios se esconde de ellas. Las palabras de Dios dicen: “Me aparezco ante el reino santo y me oculto de la tierra de la inmundicia”. ¿A qué se refiere con “la tierra de la inmundicia”? Se refiere a los diversos deseos, planes y determinaciones de las personas e incluso a sus buenas intenciones y a los propósitos que creen que son correctos. Esas cosas son un obstáculo para que Dios lleve a cabo Su obra en ti y son como una pared en tu rostro que te sella por completo para que no puedas ver o experimentar la soberanía de Dios. Y, si no puedes verla ni experimentarla, ¿podrás llegar a conocerla? (No). Nunca llegarás a conocer la soberanía de Dios.

Las citas bíblicas marcadas (*) han sido traducidas de AKJV.

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