Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona (Parte 2)
¿Cuáles son vuestros principios para comportaros? Debéis comportaros conforme a vuestro puesto, buscar el lugar adecuado para vosotros y cumplir el deber que os corresponde; solo alguien así posee razón. A modo de ejemplo, hay personas que dominan ciertas competencias profesionales y captan los principios, y son ellas las que deberían asumir la responsabilidad y hacer las revisiones finales sobre ese tema; hay personas que pueden brindar ideas y percepciones, inspirando a los demás y ayudándoles a cumplir mejor con su deber, y, luego, deberían ser ellas las que brindasen ideas. Si eres capaz de encontrar el lugar indicado para ti y de trabajar en armonía con tus hermanos y hermanas, estarás cumpliendo con tu deber y te estarás comportando acorde a tu puesto. En principio, puede que solo seas capaz de aportar algunas ideas, pero si tratas de ofrecer algo más y terminas haciendo un gran esfuerzo, pero sigues sin lograrlo, y, luego, cuando alguien aporta esas cosas, te sientes incómodo, no estás dispuesto a escuchar y tu corazón está acongojado y oprimido y culpas a Dios y dices que es injusto, entonces eso es ambición. ¿Cuál es el carácter que engendra ambición en una persona? El carácter arrogante engendra ambición. Estos estados pueden, sin duda, surgir en vosotros en cualquier momento, y si no buscáis la verdad para resolverlos y no tenéis entrada en la vida y no podéis cambiar en este sentido, entonces el nivel de aptitud y pureza con el que cumplís con vuestros deberes será bajo, y los resultados tampoco serán muy buenos. Esto es no cumplir con vuestro deber de un modo satisfactorio y significa que Dios no ha obtenido gloria de vosotros. Dios ha dado a cada persona diferentes talentos y dones. Algunas personas tienen talentos en dos o tres áreas; algunas tienen talento en un área y, otras, no tienen talento alguno; si podéis abordar estas cuestiones de manera correcta, entonces tienes sentido. Una persona con sentido sabrá encontrar su lugar, comportarse de acuerdo con este y cumplir bien con su deber. Una persona que jamás puede encontrar su lugar es una persona que siempre tiene ambición. Siempre buscan estatus y beneficios. Nunca están satisfechos con lo que tienen. A fin de obtener más beneficios, tratan de tomar todo lo que pueden; siempre aspiran a satisfacer sus deseos extravagantes. Piensan que si tienen dones y son de buen calibre, deberían disfrutar de más gracia de Dios, y que albergar algunos deseos extravagantes no es un error. ¿Este tipo de persona tiene sentido? ¿No es una desvergüenza tener siempre deseos extravagantes? Quien tiene conciencia y razón se da cuenta de que es una desvergüenza. Las personas que entienden la verdad no hacen estas tonterías. Si esperas cumplir con tu deber con lealtad para retribuir el amor de Dios, eso no es un deseo extravagante. Esto se ajusta a la conciencia y a la razón de la humanidad normal. Esto hace feliz a Dios. Si de verdad deseas cumplir bien con tu deber, lo primero que debes hacer es encontrar el puesto adecuado para ti, y luego hacer todo lo posible con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, y hacerlo lo mejor que puedas. Eso es satisfactorio, y cumplir de esa manera con el deber tiene una dosis de pureza. Esto es lo que un verdadero ser creado debería hacer. En primer lugar, debes entender lo que es un verdadero ser creado. No se trata de un superhumano, sino de una persona que vive de una manera honesta y práctica en la tierra; no es extraordinario en absoluto y no tiene nada de excepcional, es igual a cualquier persona corriente. Si siempre deseas superar a los demás y tener un rango más alto que ellos, eso es producto de tu carácter arrogante y satánico, y es una fantasía causada por tu ambición. De hecho, es algo que no puedes alcanzar y te es imposible hacer. Dios no te concedió tal talento o habilidad, ni tampoco semejante esencia. No olvides que, a pesar de que tu apariencia, tu familia y tu educación puedan ser diferentes, y que puede que existan algunas diferencias en tus talentos y dones, eres un miembro corriente de la humanidad, en nada diferente a los demás. Sin embargo, no olvides esto: no importa lo singular que seas, solo lo eres en estos pequeños detalles, y tu carácter corrupto es el mismo que el de los demás. La actitud que debes tener y los principios a los que debes atenerte en el cumplimiento de tu deber son idénticos a los de los demás. La gente difiere meramente en sus fortalezas y dones. En la iglesia, algunas personas saben tocar la guitarra, otras el erhu y otras la batería. Si te interesa alguna de estas disciplinas, puedes aprender. Sea cual sea la habilidad o tecnología específica, siempre que te guste aprender y seas diestro, puedes aprender. Una vez que hayas aprendido una nueva habilidad, puedes servirte de ella para realizar un deber adicional, con lo cual no solamente complaces a la gente, sino también a Dios. Es una gran bendición adquirir más habilidades y contribuir más a la obra de la casa de Dios. No hay nada malo en aprender cosas nuevas mientras uno es joven y tiene buena memoria. Esto solo es beneficioso y no causa ningún daño. Es ventajoso para el cumplimiento de los deberes y la obra de la casa de Dios. Concentrarse en aprender varias cosas nuevas mientras se cumple con el deber significa que uno es diligente y responsable; es mucho mejor que aquellas personas que no se comprometen con su trabajo. Sin embargo, si llevas un tiempo aprendiendo algo y aún no lo entiendes, eso indica que no posees aptitudes en ese campo. Al igual que algunas personas que saben bailar bien pero cantan desafinado o carecen de musicalidad, esto es innato y no se puede cambiar. Esta situación debe afrontarse con la actitud adecuada. Si sabes bailar, baila bien. Si tienes un corazón de alabanza a Dios, aunque desafines, a Dios no le importa. Mientras tengas alegría en tu corazón, con eso basta. No importa cuáles sean tus talentos personales, siempre y cuando los utilices, es algo bueno. Cumple con tus deberes a conciencia, y eso es lo que significa comportarse conforme a tu puesto.
Que nadie se crea perfecto, distinguido, noble o diferente a los demás; todo eso está generado por el carácter arrogante del hombre y su ignorancia. Pensar siempre que uno es especial sucede a causa de tener un carácter arrogante; no ser nunca capaz de aceptar sus defectos ni enfrentar sus errores y fallas es a causa del carácter arrogante; no permitir nunca que otros estén más altos o sean mejores que ellos, eso lo causa el carácter arrogante; no permitir nunca que las fortalezas de otros superen o sobrepasen las suyas se debe a un carácter arrogante; no permitir nunca que otros tengan mejores ideas, sugerencias y puntos de vista y, cuando descubren que otros son mejores que ellos, volverse negativos, no querer hablar, sentirse afligidos, desalentados y molestos, todo eso lo causa el carácter arrogante. El carácter arrogante puede volverte protector respecto a tu reputación, volverte incapaz de aceptar las correcciones de los demás, incapaz de asumir tus defectos e incapaz de aceptar tus propias fallas y errores. Es más, cuando alguien es mejor que tú, esto puede provocar que surja odio y celos en tu corazón y te puedes sentir oprimido, tanto, que ni siquiera sientes ganas de cumplir con tu deber y te vuelves superficial al hacerlo. El carácter arrogante puede hacer que estas conductas y prácticas surjan en ti. Si sois capaces de indagar poco a poco en todos estos detalles, lograr avances y obtener un entendimiento de ellos, y si sois gradualmente capaces de abandonar esos pensamientos, de renunciar a esas nociones, puntos de vista e incluso conductas, erróneos todos ellos, y estos no os limitan, y si, al cumplir con vuestro deber, sois capaces de encontrar el puesto indicado para vosotros y actuar según los principios y cumplir con el deber que podéis y debéis cumplir; entonces, con el tiempo, seréis capaces de llevar a cabo mejor vuestro deber. Esto constituye la entrada en la realidad verdad. Si puedes entrar en la realidad verdad, parecerá que tienes semejanza humana y la gente dirá: “Esta persona se comporta según su puesto y lleva a cabo su deber de forma sensata. No se basa en la naturalidad, en la impulsividad o en su carácter corrupto satánico para realizar su deber. Actúa con control, tiene un corazón temeroso de Dios, ama la verdad y su conducta y expresiones revelan que ha renunciado a su propia carne y sus preferencias”. ¡Qué maravilloso es comportarse de esa manera! En las ocasiones en las que las personas traen a colación tus defectos, no solo eres capaz de aceptarlos, sino que eres optimista, y afrontas tus defectos y fallas con aplomo. Tu estado de ánimo es bastante normal, sin extremos, libre de impulsividad. ¿Acaso no es esto tener semejanza humana? Solo tales personas tienen sentido.
¿De qué clase de carácter se trata cuando la gente monta siempre una fachada, se blanquean a sí mismos, se dan aires para que los demás los tengan en alta estima y no detecten sus defectos o carencias, cuando siempre tratan de presentar a los demás su mejor lado? Eso es arrogancia, falsedad, hipocresía, es el carácter de Satanás, es algo malvado. Tomemos como ejemplo a los miembros del régimen satánico: por mucho que se peleen, se enemisten o se maten en la oscuridad, nadie puede denunciarlos o exponerlos. Temen que la gente vea su rostro demoniaco, y hacen todo lo posible para encubrirlo. En público, se esfuerzan al máximo para blanquearse, diciendo lo mucho que aman al pueblo, lo grandes, gloriosos e infalibles que son. Esta es la naturaleza de Satanás. La característica más notable de la naturaleza de Satanás son las artimañas y los engaños. ¿Y cuál es el objetivo de estas artimañas y engaños? Engañar a la gente, impedir que vean su esencia y su verdadera cara, y lograr así el objetivo de prolongar su gobierno. Puede que la gente común carezca de tal poder y estatus, pero ellos también desean hacer que los demás tengan una visión favorable de ellos, que los tengan en alta estima y les otorguen un estatus elevado en su corazón. Eso es un carácter corrupto, y si las personas no entienden la verdad, son incapaces de reconocerlo. Las actitudes corruptas son las más difíciles de reconocer. Reconocer tus propios defectos y carencias es fácil, pero reconocer tu carácter corrupto no lo es. Los que no se conocen a sí mismos nunca hablan de sus estados corruptos, siempre creen que están bien. Y, sin darse cuenta, empiezan a presumir: “En todos mis años de fe he sufrido mucha persecución y muchísimas dificultades. ¿Sabéis cómo lo superé todo?”. ¿Es este un carácter arrogante? ¿Cuál es su motivación para exhibirse? (Hacer que la gente los tenga en alta estima). ¿Qué motivación tienen para hacer que la gente los tenga en alta estima? (Que se les otorgue estatus en la mente de esas personas). Si se te otorga estatus en la mente de alguien, cuando te encuentras en su compañía te trata con deferencia y es especialmente educado cuando habla contigo. Siempre te admira, siempre te deja ser el primero en todo, te cede el paso, te adula y te obedece. Te consulta y te deja decidir en todo. Y tú tienes una sensación de gozo con esto: te parece que eres más fuerte y mejor que los demás. A todo el mundo le gusta esta sensación. Es la sensación de tener estatus en el corazón de alguien; la gente desea disfrutar de esto. Por eso compite por el estatus y todo el mundo desea que se le otorgue estatus en el corazón de los demás, ser estimado e idolatrado por otros. Si no pudieran disfrutar de ello, no irían en pos del estatus. Por ejemplo, si no tienes estatus en la mente de alguien, se relacionará contigo en igualdad de condiciones, y te tratará como a un par. Te llevará la contraria cuando sea necesario, no será cortés ni respetuoso contigo e incluso puede que se marche antes de que termines de hablar. ¿Te sentirás excluido? No te gusta que te traten así; te gusta que te adulen, te admiren y te adoren en todo momento. Te gusta ser el centro de todo, que todo gire a tu alrededor y que todos te escuchen, te admiren y se sometan a tus directrices. ¿Acaso no es esto un deseo de mandar como un rey, de tener poder? Tus palabras y acciones están motivadas por la búsqueda y adquisición de estatus, y pugnas, te aferras y compites con otros por él. Tu meta es apoderarte de un puesto, y que el pueblo escogido por Dios te escuche, te apoye y te adore. Una vez que te has apoderado de ese puesto, has adquirido poder y puedes disfrutar de los beneficios del estatus, la admiración de los demás y el resto de ventajas que conlleva ese puesto. La gente siempre disimula, se exhibe ante los demás, aparenta, finge y se embellece para hacer creer a otros que es perfecta. Su objetivo es ganar estatus, para poder disfrutar de las ventajas de este. Si no te lo crees, piénsalo con detenimiento: ¿Por qué siempre quieres que la gente te tenga en alta estima? Quieres que te adoren y te admiren, para poder acabar haciéndote con el poder y disfrutar de las ventajas del estatus. El estatus que buscas tan desesperadamente te traerá muchos beneficios, y tales beneficios son precisamente lo que otros envidian y desean. Cuando la gente prueba los muchos beneficios que confiere el estatus, se intoxica y se entrega a esa vida de lujo. La gente piensa que solo esta es una vida que no se ha desperdiciado. La humanidad corrupta se deleita complaciéndose con estas cosas. Por tanto, una vez que una persona alcanza cierto puesto y empieza a disfrutar de los diversos beneficios que le reporta, codiciará sin descanso esos placeres pecaminosos, hasta el punto de no desprenderse nunca de ellos. En esencia, la búsqueda de fama y estatus viene impulsada por el deseo de disfrutar de las ventajas que conlleva un determinado puesto, de mandar como un rey, de ejercer control sobre el pueblo escogido de Dios, de tener dominio sobre todo y de establecer un reino independiente donde poder deleitarse con los privilegios de su puesto y entregarse a placeres pecaminosos. Satanás utiliza métodos de toda clase para engañar a las personas, embaucarlas y tomarlas por tontas, presentándoles falsas impresiones. Incluso utiliza la intimidación y las amenazas para hacer que la gente lo admire y tema, con el objetivo final de que se sometan a él y lo adoren. Esto es lo que complace a Satanás; es también su objetivo al competir con Dios para ganarse a la gente. Entonces, cuando lucháis por el estatus y la reputación entre los demás, ¿por qué estáis luchando? ¿Es realmente por el renombre? No. En realidad, estás luchando por los beneficios que te proporciona el renombre. Si siempre quieres disfrutar de estos beneficios, entonces tendrás que luchar por ellos. Sin embargo, si no valoras estos beneficios y dices: “No importa cómo me trate la gente. Solo soy una persona corriente. No soy merecedor de tan buen trato ni deseo adorar a una persona. Dios es el único a quien realmente debo adorar y temer. Solo Él es mi Dios y mi Señor. No importa lo bueno que alguien pueda ser, lo magníficas que sean sus habilidades, lo vasto de su talento, o lo espléndida o perfecta que sea su imagen, no son objeto de mi veneración porque no son la verdad. No son el Creador; no son el Salvador, y no pueden orquestar ni reinar soberanos sobre el destino del hombre. No son objeto de mi adoración. Ningún ser humano merece mi adoración”, ¿no se ajusta esto a la verdad? En cambio, si no adoras a los demás, ¿cómo debes tratarlos si ellos empiezan a adorarte a ti? Debes encontrar la manera de impedir que lo hagan y ayudarles a liberarse de esa mentalidad. Debes encontrar la manera de mostrarles tu verdadera imagen y hacerles ver tu fealdad y tu verdadera naturaleza. La clave está en hacer comprender a la gente que, por muy buenas que sean tus cualidades, la gran educación que hayas tenido, tus conocimientos o tu inteligencia, no dejas de ser una persona corriente. No eres objeto de admiración ni de adoración para nadie. Antes que nada, debes mantenerte firme en tu puesto y no retirarte después de cometer errores o avergonzarte. Si, después de cometer errores o avergonzarte, no solo no lo reconoces, sino que además utilizas el engaño para ocultarlo o restarle importancia, entonces agravas tu error y muestras aún más fealdad. Tu ambición se vuelve aún más evidente. Los seres humanos corruptos saben enmascararse bien. Hagan lo que hagan, o sea cual sea la corrupción que expresen, siempre se tienen que disfrazar. Si algo sale mal o hacen algo malo, quieren culpar a los demás. Desean ser reconocidos por las cosas buenas y culpar a los demás por las cosas malas. ¿Acaso no se da mucho este fenómeno de disfrazarse en la vida real? Demasiado. Equivocarse o disfrazarse: ¿cuál de las dos cosas se relaciona con el carácter? Disfrazarse es una cuestión de carácter, implica un carácter arrogante, maldad y astucia, es desdeñado especialmente por Dios. De hecho, cuando te disfrazas a ti mismo, todo el mundo entiende lo que está pasando, pero piensas que los demás no lo pueden ver e intentas por todos los medios discutir y justificarte a ti mismo para guardar las apariencias y hacer que todos piensen que no hiciste nada malo. ¿Acaso no es una tontería? ¿Qué piensan los demás de esto? ¿Cómo se sienten? Asqueados y despreciados. Si tras cometer un error puedes tratarlo correctamente, y eres capaz de permitir que todo el mundo hable de él, permites sus comentarios y que lo disciernan, puedes exponerte al respecto y analizarlo, ¿qué opinión tendrá todo el mundo de ti? Dirán que eres una persona honesta, porque tu corazón está abierto a Dios. Podrán ver tu corazón mediante tus acciones y comportamientos. Pero si intentas disfrazarte y engañar a todo el mundo, la gente te tendrá en poca estima y dirá que eres un necio y una persona poco prudente. Si no intentas fingir ni justificarte, si admites tus errores, todos dirán que eres honesto y prudente. ¿Y qué te convierte en prudente? Todo el mundo comete errores. Todo el mundo tiene fallos y defectos. Y en realidad, todo el mundo tiene el mismo carácter corrupto. No te creas más noble, perfecto y bondadoso que los demás; eso es ser totalmente irracional. Una vez que tengas claro el carácter corrupto de la gente y la esencia y el verdadero rostro de su corrupción, no intentarás cubrir tus propios errores ni les reprocharás a los demás los suyos; podrás afrontar ambas cosas correctamente. Solo entonces te volverás perspicaz y no harás necedades, lo cual te convertirá en prudente. Aquellos que no son prudentes son gente necia y siempre insisten en sus pequeños errores mientras se esconden entre bastidores. Es repugnante de presenciar. De hecho, lo que haces les resulta obvio al instante a otras personas, pero sigues actuando con total descaro. A los demás les parece la actuación de un payaso. ¿Acaso no es una tontería? Sí. La gente necia carece de sabiduría. No importa cuántos sermones oigan, siguen sin entender la verdad ni ver nada tal y como es realmente. Nunca se bajan de su púlpito, pensando que son diferentes de todos los demás y son más respetables; esto es arrogancia y santurronería, es necedad. Los necios carecen de comprensión espiritual, ¿verdad? Los asuntos en los que te muestras necio e imprudente son aquellos en los que no tienes comprensión espiritual y no puedes entender la verdad fácilmente. Esta es la realidad del asunto.
La transformación de un carácter corrupto no ocurre de la noche a la mañana. Uno debe reflexionar continuamente y examinarse en todos los asuntos. Debe examinar sus acciones y conductas a la luz de las palabras de Dios, tratar de entenderse a sí mismo y encontrar la senda de practicar la verdad. Esta es la manera de abordar un carácter corrupto. Es necesario reflexionar y explorar las actitudes corruptas que se manifiestan en la vida diaria, practicar el análisis y el discernimiento según el entendimiento propio sobre la verdad, y poco a poco hacer progresos, de modo que se sea capaz de practicar la verdad y hacer concordar todas las acciones de uno con ella. Mediante esa búsqueda, práctica y autocomprensión, estas manifestaciones corruptas empiezan a disminuir, y hay esperanza de que el carácter se acabe transformando en algún momento. Esta es la senda. La transformación del carácter es una cuestión de crecimiento en la vida. Se debe captar la verdad y practicarla. Solo practicando la verdad se puede abordar el problema de un carácter corrupto. Si un carácter corrupto continúa manifestándose constantemente, hasta el punto de manifestarse en cada acción y palabra, significa que el carácter no se ha transformado. Cualquier asunto relacionado con un carácter corrupto debe ser analizado y explorado con seriedad. Hay que buscar la verdad para desenterrar y abordar las causas profundas de un carácter corrupto. Esta es la única manera de resolver por completo este problema. Una vez que hayas encontrado esta senda, hay esperanzas de que tu carácter se transforme. No se trata de cuestiones vacías; son relevantes para la vida real. La clave está en si los individuos pueden aplicarse de todo corazón y con diligencia a las realidades verdad, y en si pueden practicar la verdad. En la medida en que sean capaces de practicar la verdad, podrán comenzar a despojarse poco a poco de su carácter corrupto. Entonces podrán comportarse de acuerdo con las exigencias de Dios y conforme a su puesto. Si encuentran su lugar, se mantienen firmes en su papel de seres creados y se convierten en personas que realmente adoran a Dios y se someten a Él, entonces serán elogiados por Dios.
20 de febrero de 2020
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