Solo con la búsqueda de la verdad se pueden corregir las nociones y los malentendidos propios acerca de Dios (Parte 2)
Algunos individuos actúan según su propia voluntad. Vulneran los principios y, tras ser podados, admiten únicamente de palabra que son arrogantes y que cometieron un error solo porque no tienen la verdad. Sin embargo, para sus adentros, se quejan: “Nadie más que yo se juega el cuello y, al final, cuando algo va mal, me cargan a mí toda la responsabilidad. ¿No es una estupidez por mi parte? La próxima vez no puedo hacer lo mismo, jugarme el cuello de ese modo. ¡Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen!”. ¿Qué te parece esta actitud? ¿Es una actitud de arrepentimiento? (No). ¿De qué actitud se trata? ¿Acaso no se han vuelto evasivos y falsos? Piensan para sus adentros: “Tengo suerte de que esta vez no se convirtiera en un desastre; por así decir, de los escarmentados nacen los avisados. He de tener más cuidado a partir de ahora”. No buscan la verdad, y tratan la cuestión y se encargan de ella con tretas mezquinas y maquinaciones astutas. ¿Pueden recibir la verdad de esta manera? No pueden, porque no se han arrepentido. Lo primero que hay que hacer al arrepentirse es reconocer qué has hecho mal y ver en qué has errado, cuál es la esencia del problema y el carácter corrupto que has revelado; debes reflexionar sobre estas cosas, aceptar la verdad y luego practicar de acuerdo con ella. Solo esta es una actitud de arrepentimiento. Si, por el contrario, consideras exhaustivamente maneras astutas, te vuelves más escurridizo que antes, tus técnicas son más ingeniosas y ocultas y tienes más métodos para abordar las cosas, el problema no se resume solo en que seas falso. Estás empleando medios solapados, tienes secretos que no puedes sacar a la luz. Eso es perverso. No solo no te has arrepentido, sino que te has vuelto más escurridizo y falso. Dios te considera excesivamente intransigente y perverso, ve que admites superficialmente que estabas equivocado y aceptas la poda, pero en realidad no tienes la más mínima actitud de arrepentimiento. ¿Por qué digo esto? Porque mientras ocurría este acontecimiento, o después de que hubiera sucedido, no buscaste para nada la verdad, no reflexionaste y procuraste conocerte y no practicaste de acuerdo con la verdad. Tu actitud consiste en emplear las filosofías, la lógica y los métodos de Satanás para resolver el problema. En realidad lo estás soslayando, le estás poniendo un pulcro envoltorio para que otros no vean ni rastro de él, no dejas que nada se escape. Al final, te crees muy listo. Dios ve estas cosas, y no es que realmente hayas reflexionado, hayas confesado y te hayas arrepentido de tu pecado a la luz de lo que te ha sucedido, ni que después hayas buscado la verdad y hayas practicado de acuerdo con ella. Tu actitud no es de búsqueda o práctica de la verdad ni de sumisión a la soberanía y las disposiciones de Dios, sino una actitud que emplea técnicas y métodos de Satanás para resolver tu problema. Das una falsa impresión a los demás, te resistes a que Dios te revele y te pones a la defensiva, y eres desafiante con respecto a las circunstancias que Dios ha instrumentado para ti. Tienes el corazón más cerrado que antes y separado de Dios. De tal manera, ¿puede surgir algo bueno de ello? ¿Puedes seguir viviendo en la luz, en paz y gozo? No puedes. Si rechazas la verdad y a Dios, caerás sin duda en la oscuridad, y llorarás y rechinarás los dientes. ¿Es frecuente ese estado en la gente? (Sí). Algunas personas suelen advertirse a sí mismas, diciendo: “Me han podado esta vez. La próxima he de ser más calculador y tener más cuidado. Tengo que ser precavido en todos los asuntos para no acabar perjudicado; los que no son calculadores, son tontos”. Si siempre te guías y te adviertes así, ¿llegarás alguna vez a ser capaz de lograr buenos resultados? ¿Podrás recibir la verdad? Si te ocurre un problema, debes buscar y comprender un aspecto de la verdad y asimilarlo. ¿Qué se consigue al comprender la verdad? Cuando comprendes un aspecto de la verdad, comprendes un aspecto de las intenciones de Dios; comprendes por qué Él te hizo esto, por qué te exigió algo semejante, por qué instrumentó unas circunstancias que te castigaron y disciplinaron, por qué utilizó este asunto para podarte y por qué has caído, fracasado y quedado en evidencia en esta cuestión. Si entiendes estas cosas, serás capaz de perseguir la verdad y alcanzarás la entrada en la vida. Si no las entiendes ni aceptas estos hechos, sino que te empeñas en oponerte y resistirte, en emplear tus propias técnicas para simular, y en presentarte ante todos los demás y ante Dios con una falsa apariencia, nunca podrás recibir la verdad. Si tienes una actitud honesta, de aceptación y sumisión a la verdad, y ocurra lo que ocurra, por mucho dolor que haya en tu corazón o por mucha humillación que sientas, eres siempre capaz de aceptar y someterte a la verdad, y orar a Dios diciendo: “Todo lo que hace Dios está bien y debo aceptarlo”, entonces tienes una actitud sumisa. Sin embargo, durante el proceso de aceptación, has de reflexionar en todo momento sobre ti mismo, sobre dónde radican los errores en tus actos y en tu comportamiento y qué aspectos de la verdad has vulnerado. Además, debes diseccionar tus propias intenciones para observar con claridad tu estado y estatura reales. Si luego buscas la verdad, aprenderás a practicarla de acuerdo con los principios. A través de la práctica y la experimentación, siguiendo este camino, progresarás sin darte cuenta. La verdad arraigará en tu interior; florecerá, dará frutos y se convertirá en tu vida. Todos los problemas surgidos de las revelaciones de tu corrupción se resolverán paulatinamente. Cuando ocurra algo, tu actitud, tus puntos de vista y tus estados tenderán cada vez más hacia lo positivo. ¿Aún seguirás entonces distanciado de Dios? Puede que sí, pero cada vez menos, y las dudas, las especulaciones, los malentendidos, las quejas, la rebeldía y la reticencia que albergas hacia Él también se reducirán. Al disminuir, cuando ocurra algo, te resultará más fácil guardar silencio ante Dios y orarle, buscar la verdad y buscar una senda de práctica. Si no logras percibir el fondo de las cosas que te ocurren, si estás por el contrario completamente confundido y sigues sin buscar la verdad, entonces habrá problemas. Seguramente recurrirás a soluciones humanas para manejar la situación y saldrán a la luz tus filosofías para los asuntos mundanos, tus métodos poco fiables y tus tácticas ingeniosas. Así es como el corazón humano reacciona inicialmente a las cosas. Hay individuos que, cuando les ocurre algo, nunca se esfuerzan de corazón en alcanzar la verdad y, en su lugar, solo piensan en lidiar con la situación usando medios humanos. Como resultado, dan tumbos durante largo tiempo, se atormentan hasta que sus rostros palidecen de cansancio, pero ni aun así ponen en práctica la verdad. Por eso dan tanta lástima quienes no la persiguen. Aunque quizá ahora cumplas de buen grado con tu deber, y aunque quizá renuncies a cosas y te esfuerces de buena gana, si todavía albergas malentendidos, especulaciones, dudas o quejas con respecto a Dios, o incluso rebeldía y reticencia hacia Él, o si empleas métodos y técnicas diversos para oponerte a Él y rechazar Su soberanía sobre ti, si no resuelves estas cuestiones, será casi imposible que la verdad se convierta en dueña de tu persona y llevarás una vida agotadora. A menudo, la gente brega y se atormenta en estos estados negativos, como si estuviera hundida en un cenagal, y está siempre preocupada por los conceptos del bien y el mal. ¿Cómo pueden descubrir y comprender la verdad? Para buscar la verdad, primero hay que someterse. Después, tras un período de experiencia, lograrán adquirir cierto esclarecimiento, momento en el cual resultará fácil comprender la verdad. Si uno está siempre tratando de averiguar qué está bien y qué está mal y se queda atrapado en el dilema de qué es verdadero y qué es falso, no tendrá forma de descubrir la verdad ni de comprenderla. ¿Y qué ocurre si uno nunca llega a comprenderla? No comprender la verdad provoca la aparición de nociones y malentendidos acerca de Dios; en tal caso, lo más es probable es que se queje de Él. Las protestas, cuando estallan, se convierten en oposición a Dios, lo cual equivale a resistirse a Él y constituye una transgresión grave. Si uno ha cometido muchas transgresiones, ha cometido múltiples males y debe ser castigado. Este es el tipo de consecuencias que conlleva el hecho de no llegar a comprender jamás la verdad. Por lo tanto, la búsqueda de la verdad no está encaminada simplemente a que cumplas bien con tu deber, que seas obediente, que te comportes según las normas, que parezcas devoto o muestres el decoro de un santo. No se trata solo de conseguir esto; más que nada, está encaminada a corregir los distintos puntos de vista erróneos que albergues hacia Dios. El propósito de comprender la verdad consiste en enmendar el carácter corrupto de los individuos; una vez solucionado, la gente ya no tendrá malentendidos acerca de Dios. Las dos cosas se hallan vinculadas. Al mismo tiempo que las personas resuelven su carácter corrupto, la relación entre ellas y Dios mejorará gradualmente y se hará cada vez más normal. Por lo tanto, una vez enmendado el carácter corrupto, los recelos, las sospechas, las tentaciones, los malentendidos, las preguntas y las quejas de la gente con respecto a Dios, e incluso su oposición a Él, se solventarán poco a poco. ¿Qué manifestación inmediata se produce cuando se enmienda el carácter corrupto de una persona? Su actitud hacia Dios cambia. Es capaz de enfrentarse a cualquier cosa con un corazón sumiso a Dios, lo que mejorará su relación con Él. Si comprende la verdad, sabrá ponerla en práctica. Posee un corazón sumiso a Dios, por lo que no cumplirá con su deber de manera superficial, y mucho menos lo engañará. De esta forma, albergará cada vez menos nociones y malentendidos acerca de Dios, su relación con Él se irá normalizando y será capaz de someterse por completo a Él a la hora de cumplir con su deber. Si no resuelve el problema de su carácter corrupto, jamás podrá alcanzar una relación normal con Dios y jamás tendrá un corazón sumiso. Al igual que los no creyentes, será demasiado rebelde, siempre negando y resistiéndose a Dios en su corazón, y le resultará imposible cumplir bien con su deber. ¡Por eso perseguir y practicar la verdad es tan crucial! Y si quieres resolver tus quejas, nociones y malentendidos acerca de Dios, pero no persigues la verdad, ¿lo puedes conseguir? Desde luego que no. Hay gente que dice: “Soy una persona sencilla, no albergo nada parecido a quejas, nociones y malentendidos. No pienso en esas cosas”. ¿Puedes garantizar que no tienes ninguna noción si no piensas en ello? ¿Puedes evitar revelar tus actitudes corruptas no pensando en ello? Da lo mismo el tipo de corrupción que manifieste alguien, esta siempre viene determinada por su naturaleza. Todas las personas se guían por su naturaleza satánica; el carácter satánico se encuentra profundamente arraigado en ellas y se ha convertido en su esencia-naturaleza. Las personas carecen de medios para erradicar su carácter satánico; solo valiéndose de la verdad y las palabras de Dios lograrán resolver de forma gradual todos los problemas derivados de sus actitudes corruptas.
¿Dónde se manifiesta la mejoría en la relación de una persona con Dios, o la falta de ella? Se manifiesta en la actitud y la visión que tengas frente a personas, acontecimientos y cosas. Si tu actitud y tus puntos de vista provienen de filosofías satánicas para los asuntos mundanos, o del conocimiento y de teorías, y lo conviertes en tu lema y filosofía de vida, ¿eres alguien que persigue la verdad? ¿La has ganado? (No). No puede afirmarse categóricamente que no persigas la verdad; quizá hayas emprendido el camino de hacerlo, pero indica como mínimo que no has entrado en las realidades-verdad. Si, al verte frente a algo que no concuerda con tus nociones, enseguida te enfadas, aporreas la mesa y gritas a la gente, te niegas a aceptarlo y no te sometes, ¿qué problema se está dando aquí? ¿Se trata de una persona que vive ante Dios? ¿Por qué eres incapaz de buscar la verdad? ¡Esto indica que la verdad aún no manda sobre tu corazón! El hecho de que ni siquiera logres mantener la calma ante semejante trivialidad, y que tal nimiedad desenmascare tu feo estado, demuestra que no se te da bien solucionar problemas usando la verdad y que, cuando pierdes los estribos, abandonas su búsqueda. En ese caso, ¿cómo puedes conseguir la entrada en la vida? Algunas personas creen en Dios a lo largo de muchos años, pero da igual lo que pase, se comportan como no creyentes, viven conforme a filosofías satánicas y nunca buscan la verdad ni cambian la manera en la que interactúan con los demás y manejan las cosas. Aunque no hayan perpetrado ningún acto malvado evidente ni cometido errores atroces, y aunque aparenten ser buenas personas, llevan muchos años creyendo en Dios, pero no tienen entrada en la vida y nunca han puesto en práctica la verdad. ¿Las personas así pueden alcanzar la salvación de Dios? Me temo que les será difícil. Algunos individuos creen en Dios durante muchos años y, pase lo que pase, siempre dicen: “En mi opinión, bla, bla, bla…”, “Tengo prevista tal o cual cosa…” y “Creo esto y lo otro…”; o bien: “Ya lo dice el refrán…” y “Es como dijo aquel famoso…”. La gente que siempre habla así tiene un problema, pues demuestran ser personas de Satanás, personas que no poseen ni una pizca de verdad en el corazón. Si, cuando ocurre algo, solo dices cosas como “Recuerdo que las palabras de Dios nos enseñan…”, “Dios una vez dijo…” o “En uno de los sermones de la casa de Dios, se predicaba que…”, “Hay un verso en un himno de las palabras de Dios que dice…”, si piensas en todo momento en los problemas y hablas así, eso demuestra que amas la verdad y que posees parte de la realidad-verdad. Cuando le ocurra algo a una persona que cree en Dios, sea lo que sea, primero debe entender qué expresan las palabras de Dios, confrontarlo todo con ellas y usarlas como fundamento, base y punto de partida. ¿No se trata acaso de la actitud que se debería tener cuando se persigue y se practica la verdad? Es lo mínimo indispensable. Hoy en día, aunque la gente escuche sermones y lea a diario las palabras de Dios, cuando sucede algo siguen diciendo: “Mi madre contaba…”, “Hay un refrán…”, “Tal o cual famoso decía…”, “Según un proverbio…” y “Como reza el dicho…”. ¿Dónde han ido las palabras de Dios que comieron y bebieron? Por las reacciones y la actitud de estas personas, se nota que aún no han ganado la verdad ni entrado en las realidades-verdad, y que no poseen un corazón temeroso de Dios y hablan siempre con el tono de los no creyentes. Tales personas tienen un semblante adormecido y embotado. ¿Qué lo causa? (Lo causa el hecho de que no persiguen la verdad). Puede que la gente parezca adormecida y embotada por fuera, pero ¿cómo son por dentro? Están marchitas en su interior; en otras palabras, no han sido regadas ni nutridas por la verdad. Siguen hambrientas y aún no han ganado la verdad. Por lo tanto, llevan vidas cansadas y adormecidas, son lentas de reacción y, cuando les ocurre algo, se sienten particularmente indefensas y exclaman de vez en cuando: “¡Dios, no sé qué hacer!”, “¡Estoy confundido!” o “¡No tengo una senda!”. Siempre están con estas expresiones en la boca. ¿Son buenas palabras? (No, no lo son). Entonces, ¿por qué algunas personas siempre las aprenden? Incluso han llegado a ponerse de moda. ¿Por qué me suenan tan poco elegantes? No son buenas palabras y no hay necesidad de aprenderlas. No prestes atención a las cosas populares, presta atención a la verdad y a resolver tus problemas prácticos. Debes reflexionar sobre si tu punto de vista, tu actitud, tus intenciones y tu punto de partida revelan un carácter corrupto cuando te sucede algo. Debes reflexionar al respecto. Pase lo que pase, ¿confías en filosofías satánicas y aplicas métodos humanos para resolverlo, o buscas la verdad y lo solucionas de acuerdo con las palabras de Dios, o adoptas un enfoque intermedio conformista? Tu elección es lo que mejor revela si amas y persigues la verdad. Si siempre te decantas por resolver los problemas confiando en filosofías satánicas y métodos humanos, la consecuencia será que no podrás ganar la verdad, ni el esclarecimiento, la iluminación y la guía del Espíritu Santo. Por encima de todo, surgirán en ti nociones y malentendidos acerca de Dios y Él terminará desdeñándote y descartándote. Sin embargo, si puedes buscar la verdad en todas las cosas y solucionar los problemas conforme a las palabras de Dios, serás capaz de alcanzar el esclarecimiento, la iluminación y la guía del Espíritu Santo. Tu comprensión de la verdad se hará progresivamente más clara y llegarás a conocer a Dios cada vez más. De esta manera, podrás someterte a Dios y amarlo de verdad. Después de practicar y experimentar de esta forma durante un cierto período, tus actitudes corruptas se limpiarán cada vez más y dispondrás de menos ocasiones de rebelarte contra Dios, hasta que, al final, alcanzarás una completa compatibilidad con Él. Si siempre optas por permanecer en una posición intermedia conformista, en realidad sigues confiando en filosofías satánicas para manejar los problemas. Viviendo así nunca obtendrás la aprobación de Dios, solo conseguirás que te revele y te descarte. Si has elegido la manera errónea de creer en Dios, el camino religioso, tienes que revertir tu rumbo enseguida, alejarte del precipicio y tomar el camino correcto. Entonces puede que aún haya esperanza de alcanzar la salvación. Si quieres encontrar el camino correcto para creer en Dios, debes buscarlo y tantearlo por ti mismo. Quien posea un entendimiento espiritual hallará la senda correcta tras un período de experiencia.
Bien, ¿sobre qué acabamos de hablar? (Hemos hablado sobre las cosas que se resuelven principalmente con la búsqueda de la verdad; es decir, las distintas visiones erróneas que tiene la gente acerca de Dios y el carácter corrupto de las personas. También hemos hablado de cuáles son las ideas, actitudes e intenciones que tienen cuando les pasa algo, y sobre si abordan las situaciones usando filosofías satánicas y nociones y figuraciones humanas, o si las resuelven con la búsqueda de la verdad). Resulta fácil recordar esto, pero la clave radica en ser capaces de compararse con las palabras de Dios cuando algo suceda y de encontrar los principios de práctica. Si sabes aplicar los principios, podrás poner en práctica la verdad, y si sabes poner en práctica la verdad, poseerás las realidades-verdad. Entender la verdad no implica haberla ganado. Solo cuando la pongas en práctica serás realmente capaz de entenderla. Ganar la verdad consiste en ponerla en práctica con frecuencia y hacerlo en completa consonancia con los principios. Hablar simplemente de palabras y doctrinas no puede considerarse un buen calibre. Solo tendrás capacidad de comprensión si puedes buscar la verdad para resolver problemas cuando te ocurra algo. El aspecto más crucial radica en ser capaz de resolver problemas prácticos. Por ejemplo, si tienes buena relación con un hermano o hermana y te pide que le señales lo que le pasa, ¿cómo debes hacerlo? Esto tiene que ver con cómo te plantees el asunto. ¿Se basa tu enfoque en los principios-verdad o utilizas filosofías para los asuntos mundanos? Si ves claro que tiene un problema, pero no se lo comentas directamente para evitar dañar la relación, e incluso te excusas diciendo: “Ahora mi estatura es escasa y no tengo un entendimiento profundo de tus problemas. Cuando lo tenga, te lo diré”, ¿cuál es el problema? Esto está relacionado con una filosofía para los asuntos mundanos. ¿Acaso no es esto tratar de engañar a los demás? Debes hablar de cuanto puedas ver claramente; y si algo no te resulta evidente, menciónalo. En eso consiste decir lo que hay en tu corazón. Si tienes ciertos pensamientos y algunas cosas te resultan evidentes, pero te da miedo ofender a la persona, te aterra herir sus sentimientos, y por eso eliges no decir nada, eso es entonces vivir según una filosofía para los asuntos mundanos. Si descubres que alguien tiene un problema o se ha desviado, aunque no puedas ayudarle con amor, al menos debes señalarle el problema para que pueda reflexionar al respecto. Si lo ignoras, ¿acaso no le estás haciendo daño? Si lo ayudas una vez y descubres que no acepta la verdad, que está siendo irracional, que tiene un carácter despiadado y que, básicamente, no ama la verdad, entonces lo aconsejable sería no señalarle los problemas. Pero si tampoco se los señalas a alguien capaz de aceptar la verdad, es que careces de amor. Si interactúas de este modo con tus hermanos y hermanas, es que solo te andas con juegos, engañas a la gente con palabras ingeniosas y quieres siempre reírte de los demás. Quienes actúan así no son buenas personas y esto conlleva un cierto carácter. Tales personas guían su vida exclusivamente por filosofías satánicas, no hablan ni actúan desde la razón de la humanidad normal ni se comportan de acuerdo con los principios-verdad. Entonces, según principios-verdad, ¿cómo debes plantearte este asunto? ¿Qué actuación concuerda con la verdad? ¿Cuántos principios son de aplicación? En primer lugar, como mínimo, no hagas tropezar a los demás. Antes debes considerar sus debilidades y qué manera de hablar con ellos no les hará tropezar. Esto es lo mínimo que debe tenerse en cuenta. Luego, si sabes que se trata de alguien que realmente cree en Dios y puede aceptar la verdad, cuando adviertas que tiene un problema, debes tomar la iniciativa de ayudarlo. Si no haces nada y te ríes de él, eso supone lastimarlo y perjudicarlo. Quien hace algo así no tiene conciencia ni razón, y no tiene amor al prójimo. Quienes tengan un poco de conciencia y razón no pueden considerar a sus hermanos y hermanas como si fueran un chiste. Deben pensar en diferentes maneras de ayudarlos a resolver su problema. Deben hacer entender a la persona lo ocurrido y cuál fue su error. Que se arrepienta o no es cosa suya; nosotros habremos cumplido con nuestra responsabilidad. Aunque no se arrepienta ahora, tarde o temprano llegará el día en que entre en razón y no se quejará de ti ni te acusará. Como mínimo, el trato que dispenses a tus hermanos y hermanas no puede estar por debajo de los criterios de la conciencia y la razón. No te endeudes con los demás; ayúdalos en la medida de tus posibilidades. Esto es lo que debe hacer la gente. Los que son capaces de tratar a sus hermanos y hermanas con amor y según los principios-verdad son la mejor clase de personas. También son las más bondadosas. Por supuesto, los auténticos hermanos y hermanas son aquellas personas capaces de aceptar y practicar la verdad. Si una persona solo cree en Dios para comer hasta saciarse o para recibir bendiciones, pero no acepta la verdad, no es hermano ni hermana. Debes tratar a los auténticos hermanos y hermanas según los principios-verdad. Sin importar cómo crean en Dios ni por qué senda vayan, debes ayudarlos con espíritu de amor. ¿Cuál es el resultado mínimo que uno debe lograr? En primer lugar, no hacerles tropezar y no dejar que se vuelvan negativos; en segundo lugar, ayudarlos y regresarlos de la senda equivocada; y en tercer lugar, hacer que comprendan la verdad y elijan la senda correcta. Estos tres tipos de resultados solamente pueden lograrse ayudándolos con espíritu de amor. Si no tienes amor verdadero, no puedes lograr estos tres tipos de resultados y, en el mejor de los casos, únicamente podrías lograr uno o dos. Estos tres tipos de resultados son también los tres principios de ayuda al prójimo. Tú conoces estos tres principios y los dominas, pero, de hecho, ¿cómo se ponen en práctica? ¿Entiendes realmente la dificultad del otro? ¿No es este un problema añadido? Asimismo, debes pensar: “¿Dónde se origina su dificultad? ¿Le puedo ayudar? Si mi estatura es demasiado escasa y no sé resolver su problema y hablo con imprudencia, a lo mejor le señalo la senda equivocada. Además, ¿cómo es la capacidad de comprensión de esta persona y qué aptitud tiene? ¿Es terca? ¿Tiene entendimiento espiritual? ¿Puede aceptar la verdad? ¿La persigue? Si ve que tengo más capacidad que ella y le hablo, ¿surgirá en ella la envidia o la negatividad?”. Hay que tener en cuenta todas estas cuestiones. Tras haberlas tenido en cuenta y haberte aclarado con ellas, ve a hablar con esa persona, lee varios pasajes de las palabras de Dios que sean de aplicación a su problema y haz que comprenda la verdad en las palabras de Dios y encuentre la senda de práctica. Entonces se resolverá el problema y la persona saldrá de su dificultad. ¿Es sencillo? No lo es. Si no comprendes la verdad, por mucho que digas, no servirá de nada. Si la comprendes, puedes esclarecerla y beneficiarla con tan solo unas pocas frases. La clave para ayudar a las personas con amor consiste en compartirles algunos pasajes de las palabras de Dios acerca del problema, que es el método más eficaz. Si tratas de usar solo palabras humanas en lugar de compartir las de Dios, nunca resolverás ningún problema práctico, por muchas palabras que pronuncies. Hay personas solo saben exhortar a otras y, sean cuales sean los problemas que afronten, dicen: “Lee más las palabras de Dios y busca la verdad en ellas, así te será fácil resolver el problema” o “Deberías amar a Dios, con eso basta. Nunca te volverás negativo, pues amando a Dios se solucionarán todos tus problemas”. No es tan simple, ni mucho menos. ¿Amar a Dios es algo que puedas empezar a practicar en cuanto lo expresas? ¿Cómo puede una persona amar a Dios si no entiende la verdad? ¿Cómo puede amarlo si no conoce Su obra? La gente que lo ama de verdad nunca se volverá negativa ni tendrá dificultad alguna. Amar a Dios no es una cuestión sencilla, ¿y se logra únicamente predicando unas cuantas doctrinas o pregonando consignas? Someterse a Dios resulta más complicado aún, no es que unas pocas exhortaciones puedan propiciar que alguien se someta a Él. Aunque compartir las palabras de Dios pueda aportar algún pequeño beneficio en el momento, no es como si pudieras resolver el problema de su rebeldía y llevarlos a someterse a Dios solo con compartir la verdad una vez, y tampoco es como si la gente fuera a ser capaz de someterse a Él en cuanto se le habla con claridad de la verdad. Las personas deben experimentar el juicio, el castigo y la poda a fin de obtener resultados. La gente que siempre habla de palabras y doctrinas para exhortar a los demás son las más insustanciales. No poseen las realidades-verdad, confían siempre en ayudar a la gente con palabras y doctrinas, y no obtienen resultados. Esto se llama ser superficial y no es un modo sincero de tratar a las personas; es demasiado falso, carente de bondad. En resumen, esta clase de personas son unas hipócritas. Si no tienes un corazón compasivo ni albergas amor hacia el prójimo, ¿cómo vas a ayudar a la gente? No es fácil solucionar efectivamente un problema. Debes entender la verdad, captar la esencia del problema y luego compartirlo con otros claramente conforme a los principios-verdad, y ser capaz de enseñar la senda de la práctica de una forma que los demás comprendan. De este modo, la gente no solo entenderá la verdad, sino que, además, dispondrá de una senda para ponerla en práctica, y solo entonces el problema podrá considerarse resuelto. Debes pasar por esto; la comprensión llegará a través de tu experiencia práctica personal. Cuanto más hables de la verdad, más transparente se volverá esta, más seguro se sentirá tu corazón y más transitable se hará la senda. Cuando entiendas realmente la verdad, sabrás ponerla en práctica. Los creyentes en Dios deben experimentar de este modo, deben resolver sus problemas de uno en uno, lo que les obligará en cada caso a corregir un tipo de carácter corrupto. Cuando hayan solucionado un buen número de problemas, sus actitudes corruptas quedarán también más o menos enmendadas. De esta manera, cuantos más problemas se solucionen, más se reducirán las actitudes corruptas y más realidades de sumisión a Dios se poseerán. Así, las personas entrarán en las realidades-verdad sin siquiera saberlo. Cuantos más problemas solucione la gente, y cuanto mayor sea su comprensión de la verdad, más sendas de práctica tendrán; cuantos más problemas solucionen, y más actitudes corruptas purifiquen, mayor será el número de realidades-verdad en las que entren. En esto consiste el proceso de creer en Dios, en descubrir constantemente problemas y resolverlos; una vez que solucionas uno, descubres otro y lo resuelves, y al final, después de repetir esto muchas veces, llegarás a entender la verdad y, si reaparece un problema, serás capaz de solucionarlo rápido tú mismo. Así es como, poco a poco, se crece en estatura. Al tener cada vez menos problemas y dificultades, sin duda revelarás menos corrupción, te someterás aún más a Dios y contarás con más testimonios vivenciales. De esta forma, sin darte cuenta siquiera, tu carácter-vida cambiará y a la larga alcanzarás la compatibilidad con Dios. No tendrás ninguna rebeldía y serás capaz de poner en práctica la verdad y someterte a Dios en cualquier asunto. Esto implica que habrás crecido en estatura y alcanzado por completo la salvación.
En realidad, es sencillo poner en práctica la verdad, pero si no posees suficiente capacidad de comprensión, o lo haces desganado, y siempre eres descuidado y superficial, no alcanzarás la verdad nunca. Así pues, ¿cómo puede alguien ganar la verdad? ¿Usando ardides discutibles o por la fuerza? No. Se obtiene gradualmente, poco a poco, por acumulación, con la búsqueda y las experiencias de primera mano, tanteando a medida que discurres por tu vida real. Esta también es la forma en que el Espíritu Santo te guía, a veces ofreciéndote solo unas palabras, que en el momento no entiendes, pero que llegas a comprender al cabo de varios días buscando la verdad, y entonces se te ilumina el corazón y hallas una senda. Tú ganas, pero otros no, y creces en este aspecto de la verdad. Significa que uno es favorecido. Algunos de los detalles de la verdad deben sentirse y experimentarse y, a medida que tu experiencia se hace más profunda y detallada, percibirás tu senda con mayor precisión. Sin siquiera saberlo, seguirás esta senda en la búsqueda y práctica de la verdad. Se te esclarecerán los fundamentos de tu compresión de la verdad y entenderás más detalles de ella y más realidades-verdad. Esta es la senda de la búsqueda de la verdad. Si esto lo puedes experimentar y practicar, te dará la sensación de que poner en práctica la verdad no resulta complicado, pero si no practicas de esta manera, entonces siempre te parecerá abstracto y difícil, más difícil que asistir a la universidad o investigar cualquier tecnología avanzada. Pero, en realidad, es solo cuestión de usar el corazón. El aprendizaje de cualquier teoría o conocimiento profesional se basa en la memoria, en el análisis intelectual y la investigación, pero para ganar la verdad solo se requiere usar el corazón. Debes usarlo para experimentarla y saborearla, y poner todo tu empeño en pensar cómo hacerlo. Poco a poco llegarás a encontrar y alcanzar la senda correcta para poner en práctica la verdad. Entonces habrás ganado un tesoro. ¿Cuál es el secreto para alcanzar la verdad? En primer lugar, no uses razonamientos satánicos, lógicas, filosofías para los asuntos mundanos o técnicas para lidiar con las cosas que suceden a tu alrededor. Es un callejón sin salida, pue si te riges por filosofías satánicas, nunca serás capaz de ganar la verdad. Si, cuando ocurren cosas, tu primera reacción consiste en manejarlas y solucionarlas usando técnicas y métodos humanos, y siempre quieres proteger tus intereses personales y tu imagen, eso te conducirá a un callejón sin salida. Si, a la hora de enfrentarte a un problema, eres capaz de buscar la verdad, eres capaz de orar a Dios y buscar Sus intenciones, y sabes qué lecciones deberías aprender y qué verdades deberías comprender ateniéndote a las disposiciones de Dios, es que sigues el camino correcto. Por lo tanto, no importa lo que les ocurra a quienes no persiguen la verdad, están en todo momento adormecidos y desamparados, se muestran torpes y vacilantes, y carecen de una senda. De hecho, Dios concede a las personas numerosas oportunidades de ganar la verdad, pero, como no la aman, eligen la senda equivocada y fracasan.
Los individuos que viven inmersos en actitudes corruptas viven por el estatus, la vanidad, el beneficio y el deseo. Toda la humanidad corrupta es así, prácticamente idéntica, solo presentan algunas diferencias menores. No importa cuántas actitudes corruptas tenga la gente, una vez que llegan a creer en Dios, quienes aman a la verdad pueden adquirir una comprensión de las actitudes corruptas propias comiendo, bebiendo y experimentando las palabras de Dios, y así un buen número de tales actitudes irán corrigiéndose poco a poco y revelarán cada vez menos corrupción. Difieren totalmente de los no creyentes, son dos tipos de personas muy distintos, ¿y este cambio acaso no se consigue con la búsqueda de la verdad? Pasan de ser diablos no creyentes a transformarse en personas reales que han ganado la verdad y que viven una semejanza humana una vez que llegan a creer en Dios; tal es el beneficio y el fruto de creer en Él. Pero quienes no persiguen en lo más mínimo la verdad una vez que han llegado a creer en Dios no cambian ni siquiera después de muchos años de fe y siguen siendo iguales que los no creyentes; este tipo de persona será descartada. ¿Por qué existe una diferencia tan grande entre personas que, de forma similar, creen en Dios y cumplen con sus deberes? El aspecto crucial radica en que tienen actitudes distintas hacia la verdad. El corazón de quienes aman la verdad se hará cada vez más luminoso cuanto más lean las palabras de Dios y, cuanto más escuchen los sermones, mayor será su comprensión; su progreso es constante. Pero quienes no aman la verdad no disfrutan leyendo las palabras de Dios ni realizan ningún esfuerzo por poner en práctica la verdad, de modo que no logran enmendar sus actitudes corruptas ni despojarse de ellas. No pueden disfrazarlas, aunque lo intenten, ni pueden esconderlas, aunque quieran. Esto se debe a que todos los seres humanos corruptos se han visto corrompidos por Satanás, ya sean creyentes o no creyentes, la esencia de su carácter satánico corrupto es en realidad la misma y todos viven por el estatus, la imagen, el beneficio y el deseo. ¿A cuenta de qué discute la gente? ¿Por qué se machacan a golpes unos a otros por algo? Es todo por esos motivos, y no importa el método, la técnica o la forma, en realidad se persigue el mismo objetivo. ¿Por qué fue Satanás arrojado por los aires? (Porque competía con Dios por el estatus). Este es el auténtico rostro de Satanás. Hoy en día, sus “genes” se han heredado, corrompiendo a la humanidad, de modo que la gente se ha convertido en la calaña de Satanás, ha adoptado su apariencia y vive lo mismo que este. Si puedes reconocer las actitudes corruptas dentro de la esencia-naturaleza de Satanás y luego solucionarlas una por una, recibirás la salvación y serás capaz de liberarte de su influencia. ¿Es difícil resolver el problema de las actitudes corruptas? (Para quienes persiguen la verdad, no es difícil, pero la mayor parte del tiempo no estamos dispuestos a ponerla en práctica y nos limitamos a actuar según nuestra propia voluntad. Cuando somos podados, nos volvemos negativos y nos disgustamos una temporada antes de empezar a regañadientes a practicar de acuerdo con la verdad). Todos los individuos que no aman la verdad son así, y son otros los que tienen que instarlos, persuadirlos y empujarlos a poner en práctica aunque solo sea una pequeña fracción de la verdad. ¿Dónde está la mayor dificultad para poner en práctica la verdad? Ahora hay personas que advierten claramente que la mayor dificultad se encuentra sobre todo en los obstáculos que derivan de las actitudes corruptas. Es debida al amor de la gente por la fama, el beneficio, el estatus, la vanidad y la imagen. Las conversaciones, los debates y las discusiones entre unas personas y otras no son más que una competición por ver quién es superior; el que logra convencer al otro al final deja una mejor impresión. Todos compiten por ver quién tiene la perspicacia, la competencia o la autoridad, y por decir la última palabra. Se trata de una competición interminable, detrás de la cual se esconde el carácter de Satanás, que se rige por la fama, el beneficio y el estatus. Si se percibe esto, el problema puede solucionarse fácilmente. Como mínimo, resuelve primero esos asuntos superficiales que son sencillos de solventar, y luego, de forma gradual, los malentendidos, las especulaciones, las dudas y las quejas acerca de Dios que residen en lo más recóndito de tu corazón, así como la oposición, las tentaciones y la competitividad que se ocultan allí. Una vez solucionado esto en su totalidad, serás como Job, una persona perfecta a ojos de Dios. ¿Por qué dijo Dios que Job era una persona perfecta? Por las pruebas a las que lo sometió, vemos que no albergaba oposición ni tentación alguna hacia Dios. A lo largo de su vida, y durante el período en el que experimentó la soberanía de Dios sobre todas las cosas, actitudes como su rebeldía y su resistencia quedaron podadas y resueltas. Una vez solucionados estos aspectos negativos, cuando afrontó las pruebas de Dios, su comportamiento fue totalmente distinto al de toda la humanidad corrupta. Lo que declaró durante las pruebas: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”,* ¿constituye una doctrina? Definitivamente no. Son palabras de peso que nunca había dicho nadie; Job fue el primero en pronunciarlas, y provenían de sus experiencias personales.
¿Os preocupáis cuando veis que a diario reveláis demasiada corrupción y vivís siempre inmersos en un carácter satánico, sin muchos cambios? (Sí, me preocupo y a veces me siento atormentado). Es normal preocuparse, así como sentirse atormentado. Pero por muy preocupado o atormentado que te sientas, es preciso que te calmes y averigües cómo solucionar tus actitudes corruptas. Este estado mental es el acertado. Si pasas varios años atormentado y tus actitudes corruptas siguen sin resolverse, no servirá de nada, por lo que esta sensación de tormento es inútil. Debes ponderar: “¿Cuáles de mis problemas se han solucionado? ¿Cuáles de mis actitudes corruptas se han resuelto? ¿En qué asuntos ya no me quejo de Dios?”. Esto es lo que debes preguntarte siempre. Si dices: “Antes, constantemente me quejaba y refunfuñaba al afrontar este tipo de cosas, y albergaba malentendidos acerca de Dios, pero ahora, cuando ocurren de nuevo, ya no lo hago”, eso indica que no has malgastado el tiempo. Una vez que entiendas y hayas ganado la verdad, tendrás una actitud diferente hacia Dios y tendrás de forma natural un corazón temeroso de Dios y un estado mental de sumisión. No se trata de una deferencia ordinaria, ni de mostrar respeto desde lejos, ni de anhelo, amor, apego o dependencia; no se trata solo de estas cosas, se trata de un temor real. Para la humanidad corrupta de la actualidad, aún es demasiado pronto para hablar del temor a Dios, es demasiado distante. Así pues, ¿ahora a qué deberíais aspirar primero? A no desconfiar de Dios, pase lo que pase. ¿Cómo puedes evitar ser desconfiado? Primero, debes conocer cuáles son las intenciones de Dios y cuál es la verdad. Segundo, cuando sucedan cosas que no concuerdan con tus nociones, no te quejes de Dios ni albergues ningún malentendido acerca de Él. ¿Cómo puedes evitar los malentendidos? Tienes que comprender la verdad y luego, de manera gradual, derrumbar y enmendar tus nociones y malentendidos acerca de Dios de uno en uno. Llegará el día en que, por muy grandes que sean las pruebas o tribulaciones que padezcas, no te resistirás, sino que, en su lugar, tendrás un corazón temeroso de Dios y serás capaz de someterte, da igual de qué forma te ponga Él a prueba. Entonces lo habrás conseguido. ¿En qué etapa os encontráis ahora mismo? Cuando ocurre algo, te preguntas: “¿Esto es obra de Dios? ¿Es correcto que Él haga esto?”, o incluso piensas a veces: “¿Dónde está Dios? ¿Existe siquiera un Dios? ¿Cómo es que no puedo sentirlo?”. Hay muchos estados y pensamientos así, lo que no está bien, pues aún te hallas de lejos de emprender la senda que te haga ser perfecto. Debes esforzarte en tu búsqueda, pues en este momento tu estatura sigue siendo demasiado escasa, no llega al nivel exigido para poseer las realidades-verdad. No te pienses que, como eres bueno y estás en posesión de algunas realidades, puedes ir al Cielo y convertirte en un ángel. Tus pocas realidades aún no bastan; aunque estuvieras dotado de alas, seguirías sin ser un ángel. No pienses demasiado bien de ti ni te tengas en alta estima, deberías tener un poco de conciencia de ti mismo. ¿Puedes dar testimonio de Dios? ¿Eres apto para el uso de Dios? Medido con este patrón, aún te hallas lejos de cumplir Sus requisitos y te hacen falta varios años más de experiencia.
11 de marzo de 2018
La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.
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