Solo si se corrige el propio carácter corrupto es posible lograr una auténtica transformación (Parte 3)
Hay bastante gente joven entre vosotros, además de personas que todavía no han formado una familia. Todos habéis abandonado vuestros hogares para cumplir con vuestro deber hace varios años. ¿Echáis de menos vuestro hogar? ¿Echáis de menos a vuestros padres? ¿Vivís a menudo en el estado en el que echáis de menos a vuestros padres? Oigamos algo sobre este estado, se trata de una experiencia real. (Cuando acababa de llegar al extranjero, echaba de menos sobre todo a mi madre y mi hermana; siempre solía depender de ellas, así que cuando me quedé sola, las echaba siempre de menos. Sin embargo, con tanta experiencia fuera de mi país, me parece que al que no puedo dejar atrás ahora es a Dios; cuando algo sucede, le oro y ya no las echo de menos). Estos son dos estados diferentes. ¿Cuál es el primer estado? Echar siempre de menos el hogar, a tu madre y hermana. ¿Cuáles son los detalles de esta clase de estado? Cuando algo sucede, no sabes cómo hacer esto o aquello, así que te sientes impotente; no puedes estar sin tus seres queridos a tu lado y no tienes a nadie en quien confiar. Cuando abres los ojos por la mañana, empiezas a echarlos de menos, y antes de dormirte por la noche piensas en ellos; estás atrapada en esta clase de estado en el que echas de menos a los seres queridos. ¿Y por qué los echas tanto de menos? Porque tus circunstancias han cambiado y los has dejado atrás. Te preocupas por ellos y, además, te habías acostumbrado a confiar, a vivir y a depender de ellos para sobrevivir. Os habíais vuelto inseparables en muchos aspectos de la vida, así que los echas mucho de menos. Esta es la clase de estado en el que te hallas. Entonces, ¿en qué clase de estado te hallas ahora que no los echas de menos? (Me parece que dejar mi casa y hacer mi deber es el amor de Dios, Su salvación, que me ha permitido aprender a depender de Él. Mi carácter corrupto ha cambiado en cierto modo y mi alma se siente reconfortada; además, al reconocer la soberanía de Dios, sé que los destinos de todas las personas están en Sus manos. Mi madre y mi hermana tienen su misión y yo tengo la mía, así que ya no las echo de menos). ¿Ha quedado resuelto el problema? (Me parece que sí). ¿Qué pensáis los demás? ¿Ha quedado resuelto? (Se ha resuelto temporalmente). Así es. Si un día te cruzas con una hermana que se parece mucho a tu madre o a tu hermana físicamente, en el tono de voz o en el modo en el que te trata, ¿cómo te sentirías? (Volvería a echarlas de menos). Volverías a caer en el estado en el que piensas en ellas, así que el problema no estaría resuelto. Entonces, ¿cómo resuelves este problema de raíz? Cuando echáis de menos a vuestros seres queridos, ¿qué echáis de menos? Normalmente, cuando echas de menos a alguien, a un ser querido o tu hogar, seguramente no echas de menos las cosas que te entristecen; echas de menos las cosas que te gustaban, las que te hacían sentir feliz y bien, las que disfrutabas, como cuando tu madre te cuidaba, te mimaba y te valoraba, o las cosas bonitas que tu padre te compraba. Echas de menos todas estas cosas buenas, así que no puedes dejar de echar de menos a tus seres queridos. Cuanto más piensas en ellos, más te cuesta renunciar a ellos, y no puedes refrenarte. Algunas personas dicen: “En todos estos años, nunca me había separado de mi madre. La seguía a todas partes, soy la niña de sus ojos. ¿Cómo no voy a echarla de menos después de tanto tiempo?”. Echarla de menos es natural; así es la carne de la gente. Los seres humanos corruptos viven en sus sentimientos. Piensan: “Solo de esta manera se vive a semejanza de un ser humano. Si ni siquiera echo de menos a mis seres queridos ni los recuerdo ni encuentro sustento en ellos, ¿soy siquiera humano? ¿No sería lo mismo que un animal?”. ¿Acaso no piensa así la gente? Si no tienen afecto ni amigos ni piensan en otros, los demás piensan que no tienen humanidad y que no pueden vivir así. ¿Es correcto este punto de vista? (No). De hecho, echar de menos o no a tus padres no supone un gran problema. No está mal echarlos de menos ni tampoco no hacerlo. Algunas personas son muy independientes, mientras que otras son muy apegadas a sus padres, pero todos habéis sido capaces de dejar vuestros hogares y a vuestros padres para cumplir con vuestro deber. En primer lugar, tenéis la disposición y la voluntad de cumplir con vuestro deber, la voluntad de gastaros y de dejar de lado las cosas por Dios; pero vuestras dificultades no pueden resolverse con un único arranque de esfuerzo, ni podéis resolver vuestras actitudes corruptas con un solo arranque de buenas obras y buena conducta a base de esfuerzo. Comprendéis esta doctrina, ¿verdad? Entonces, ¿cómo se ha de resolver de raíz el asunto de echar de menos a vuestros padres? Algunas personas se han ido de casa y llevan dos o tres años viviendo por su cuenta; ya han crecido y no echan tanto de menos a sus padres. ¿Se resuelve así el problema? No. Si les preguntas a quién están más unidos, te contestan con una respuesta de manual: “Estoy más cerca de Dios, Él es para mí lo más querido”. Pero en su corazón piensan: “Dios no está a mi lado, no es capaz de cuidar de mí. Mi madre continúa siendo la persona a la que me siento más unida. Vengo de su misma carne. Ella es la que más me consiente y la que más me entiende y comprende. Cuando las cosas se ponen más difíciles y amargas, mi madre siempre está ahí para consolarme, ayudarme y cuidarme. Ahora, al haberme ido de casa, no hay nadie que me cuide como ella cuando estoy enfermo. Dices que Dios es bueno, pero yo no puedo ver Su rostro, así que ¿dónde está? Eso no es práctico”. Piensan que no es práctico depender de Dios, y cuando dicen que es con Él con quien están más unidos, sus palabras suenan un poco forzadas, un poco hipócritas. De hecho, en el fondo de su corazón, piensan que su madre es la que está más cerca de ellos. ¿Por qué? “Creo en Dios porque mi madre me acercó al evangelio; sin ella, no estaría aquí”. ¿No es así como piensan? (Sí). ¿Creéis que estas personas entienden la verdad? (No). Tu madre simplemente te dio a luz y te cuidó durante veintitantos años. ¿Puede concederte la verdad? ¿Puede concederte la vida? ¿Puede salvarte de la influencia de Satanás? ¿Puede purificar tu carácter corrupto? No puede hacer nada de eso. Por tanto, la bondad y el amor de los padres son muy limitados. ¿Qué puede hacer Dios por ti? Dios puede concederle a la gente la verdad, puede salvarla de la influencia de Satanás y de la muerte, y puede concederle la vida eterna, ¿acaso no es esto un gran amor? Este amor es tan alto como los cielos y tan profundo como la tierra. Es increíblemente grande: cien, no, mil veces mayor que el amor de un padre. Si las personas llegan a conocer realmente lo grande que es el amor de Dios, ¿seguirán sintiendo tanto afecto por sus padres? ¿Seguirán pensando en ellos todo el día durante el Año Nuevo y las vacaciones? Si entienden la verdad, pensarán más en el amor de Dios. Cuando alguien cree en Dios durante años y todavía piensa que el amor de sus padres es mayor que el de Dios, esa persona está ciega, y no tiene fe en Dios en absoluto. Si alguien cree en Dios, pero no persigue la verdad, ¿puede resolver su carácter corrupto? ¿Puede alcanzar la salvación? No puede. Si tu carácter corrupto no se ha resuelto y tu vida espiritual no ha crecido hasta una cierta estatura, puedes gritar algunas consignas, pero no serás capaz de llevarlas a cabo porque no tienes estatura. Las cosas que puedes hacer son tan grandes como el poder que tienes para hacerlas. Las pruebas que puedes superar son tan grandes como tu estatura para soportarlas. Puedes entrar en tanta realidad-verdad como puedas comprender; esa es la medida de realidad-verdad que puedes vivir. De la misma manera, esto también se corresponde con el grado de revelación de tu carácter corrupto y con la cantidad de dificultades que puedes resolver; son proporcionales.
Un día, cuando comprendas algo de la verdad, ya no pensarás que tu madre es la mejor persona ni tus padres las mejores personas. Te darás cuenta de que ellos también son miembros de la raza humana corrupta y de que sus actitudes corruptas son iguales. Lo único que los diferencia es su consanguinidad contigo. Si no creen en Dios, son lo mismo que los no creyentes. Ya no los mirarás desde la perspectiva de un familiar ni desde la de tu relación carnal, sino desde el lado de la verdad. ¿Cuáles son los principales aspectos en que debes fijarte? Debes fijarte en sus opiniones sobre la fe en Dios, en sus opiniones sobre el mundo, en sus opiniones acerca de cómo abordar los asuntos y, ante todo, en sus actitudes hacia Dios. Si evalúas estos aspectos con precisión, verás claro si son buenas o malas personas. Puede que un día veas con claridad que son personas con actitudes corruptas, igual que tú. Puede quedarte incluso más claro que no son las personas bondadosas, con verdadero amor por ti que imaginabas que eran, y que en absoluto saben guiarte hacia la verdad ni hacia la senda correcta en la vida. Puede que veas claro que lo que han hecho por ti no te resulta de gran provecho y que no te sirve de nada a la hora de tomar la senda correcta en la vida. Puede que también descubras que muchas de sus prácticas y opiniones son contrarias a la verdad, que son de la carne y que esto hace que los desprecies y sientas repulsión y aversión. Si llegas a ver estas cosas, entonces podrás considerar a tus padres en tu interior de la manera correcta y ya no los echarás de menos, no te preocuparán, ni serás incapaz de vivir separado de ellos. Habrán concluido su misión como padres, así que ya no los considerarás las personas más cercanas a ti ni los idolatrarás. Por el contrario, los considerarás gente normal, y en ese momento te librarás por completo de la esclavitud de los sentimientos y te desprenderás verdaderamente de ellos y del afecto familiar. Una vez que lo hayas hecho, te darás cuenta de que no merece la pena valorar tales cosas. Llegado ese punto, verás a los parientes, la familia y las relaciones carnales como impedimentos para comprender la verdad y para liberarte de los sentimientos. Debido a la relación de familia que te une a ellos, esa relación carnal que te paraliza, te descarría y te hace creer que ellos son los que mejor te tratan, que son los más allegados a ti, que te cuidan mejor que nadie y son los que más te aman, no puedes discernir claramente si son buenas o malas personas. Una vez que te hayas alejado de verdad de tales sentimientos, aunque sigas pensando en esas personas de vez en cuando, ¿seguirás echándolas de menos con todo tu corazón, preocupándote por ellas y añorándolas como lo haces ahora? No. Nunca dirás: “La persona sin la que realmente no puedo estar es mi madre; es la que más me ama, me cuida y se preocupa por mí”. Cuando alcances este nivel de percepción, ¿seguirás llorando cuando pienses en ellos? No. El problema quedará resuelto. Así pues, si afrontas problemas o asuntos que te causan dificultades y no has obtenido ese aspecto de la verdad ni has entrado en ese aspecto de la realidad-verdad, quedarás atrapado en tales dificultades o estados y nunca podrás salir de ellos. Si consideras que este tipo de dificultades y problemas son cruciales para la entrada en la vida y buscas la verdad para resolverlos, podrás entrar en este aspecto de la realidad-verdad; sin saberlo, estas dificultades y problemas te permitirán aprender la lección. Cuando los problemas se resuelvan, te parecerá que no estás ligado tan estrechamente con tus padres y familiares, percibirás con mayor claridad su esencia-naturaleza, y te darás cuenta de la clase de personas que en realidad son. Cuando veas a tus seres queridos con claridad, dirás: “Mi madre no acepta la verdad en absoluto. En realidad, siente aversión por la verdad y la odia. En esencia, es una persona malvada, un diablo. Mi padre es una persona complaciente y se pone del lado de mi madre. No acepta ni practica la verdad en lo más mínimo, no es alguien que persiga la verdad. A juzgar por el comportamiento de mi madre y de mi padre, los dos son incrédulos; ambos son diablos. Tengo que rebelarme contra ellos por completo y trazar unos límites claros con ellos”. De esta manera, te pondrás del lado de la verdad y podrás renunciar a ellos. Cuando puedas discernir quiénes son, qué clase de personas son, ¿seguirás sintiendo algo por ellos? ¿Les seguirás teniendo afecto? ¿Seguirá existiendo una relación carnal entre vosotros? No. ¿Tendrás que refrenar tus sentimientos? (No). Entonces, ¿en qué te apoyas para resolver estas dificultades? Te apoyas en entender la verdad, en depender de Dios y admirarlo. Si tienes claras estas cosas en tu corazón, ¿todavía necesitas refrenarte? ¿Aún te sientes agraviado? ¿Todavía necesitas sufrir un dolor tan grande? ¿Sigues necesitando que otros hablen contigo y realicen un trabajo ideológico? No, porque ya has resuelto las cosas por tu cuenta, es pan comido. Volviendo al tema, ¿cómo debes resolver esta cuestión para evitar pensar en ellos y echarlos de menos? (Para resolverlo, debes buscar la verdad). Usas palabras grandilocuentes que suenan muy formales; habla más bien de forma un poco más práctica. (Debemos usar las palabras de Dios para desentrañar su esencia; es decir, discernirlas con base en su esencia. Entonces, podremos dejar a un lado nuestro afecto y nuestra relación carnal). Así es. Debes basar tu discernimiento de la esencia-naturaleza de las personas en las palabras de Dios. Sin el desenmascaramiento de la palabra de Dios, a las personas no les es posible desentrañar la esencia-naturaleza de los demás. Únicamente si nos apoyamos en las palabras de Dios y en la verdad, podremos desentrañar la esencia-naturaleza de las personas; solo entonces podremos resolver el problema de los sentimientos humanos desde la raíz. Empieza por dejar atrás tus afectos y relaciones carnales; quienquiera que sea la persona que te despierte sentimientos más profundos, esa es la que debes diseccionar y discernir primero. ¿Qué te parece esta solución? (Es buena). Hay quien dice: “Discernir y diseccionar a las personas a las que me unen sentimientos más profundos, ¡qué cruel!”. El objetivo de que las disciernas no es que rompas tu relación con ellas ni que cortes tus relaciones paternofiliales ni que las abandones totalmente para no volver a relacionarte con ellas. Debes cumplir con tus responsabilidades hacia tus seres queridos, pero no puedes permitir que te limiten ni que te traigan problemas, porque sigues a Dios; debes poseer este principio. Si aun así te limitan y te traen problemas, no podrás cumplir bien con tu deber ni podrás garantizar que puedes seguir a Dios hasta el final del camino. Si no siguieras a Dios ni amaras la verdad, nadie te lo exigiría. Algunas personas dicen: “En este momento no comprendo la verdad; no sé cómo discernir a los demás”. Si no tienes suficiente estatura, deja a un lado el discernimiento por ahora. Cuando tu estatura sea la apropiada y seas capaz de superar tales pruebas y de tomar tú mismo la iniciativa para practicar de esta manera, no será demasiado tarde para que practiques este aspecto de la verdad.
Muchas personas padecen un innecesario sufrimiento emocional; de hecho, todo esto es un sufrimiento innecesario e inútil. ¿Por qué digo esto? Las personas siempre están limitadas por sus sentimientos, así que son incapaces de practicar la verdad y someterse a Dios. Además, estar constreñido por sentimientos no es en absoluto beneficioso para cumplir el deber propio o seguir a Dios, y por si fuera poco es un enorme obstáculo para la entrada en la vida. Por tanto, sufrir las limitaciones de los sentimientos no tiene sentido, y Dios no lo recuerda. Entonces, ¿cómo te liberas de este sufrimiento sin sentido? Has de entender la verdad y desentrañar y comprender la esencia de esas relaciones carnales; entonces te resultará fácil liberarte de sentirte constreñido por los sentimientos de la carne. Algunas personas que creen en Dios sufren la grave persecución de sus padres no creyentes. Si no les fuerzan a buscar pareja, les hacen buscarse un trabajo. Pueden hacer lo que quieran, pero no se les permite creer en Dios. Algunos padres incluso blasfeman contra Él, así que los hijos detectan el auténtico aspecto diabólico de sus padres. Solo entonces claman de corazón: “Son verdaderos demonios, así que no puedo tratarlos como a seres queridos”. De ahí en adelante, quedan liberados de las limitaciones y los grilletes de sus sentimientos. Satanás quiere usar el afecto para constreñir y atar a las personas. Si estas no entienden la verdad, resulta fácil engañarlas. Muy a menudo, son infelices, lloran, sufren adversidades y hacen sacrificios, todo por causa de sus padres y de sus seres queridos. Están sumidos en la ignorancia; lo asumen y cosechan lo que siembran. Sufrir estas cosas carece de valor, es un esfuerzo inútil que Dios no recordará en absoluto, y se podría decir que están viviendo un infierno. Cuando comprendas realmente la verdad y desentrañes la esencia de esas cosas, serás libre; sentirás que tu sufrimiento anterior era ingenuo e ignorante. No culparás a nadie más, solo a tu propia ceguera, a tu necedad y al hecho de que no comprendiste la verdad ni viste las cosas con claridad. ¿Resulta fácil resolver el problema de los sentimientos? ¿Lo habéis resuelto ya? (Aún no. Todavía no hemos practicado ni entrado en la senda de práctica que Dios ha señalado. Lo que sucede es que contamos con una base de referencia cuando suceden este tipo de cosas). Al decir todo esto, ya sea hablando de asuntos prácticos o de las cosas que habéis interpretado como sendas, os digo: cuando os encontréis con este tipo de cosas, el mejor método para gestionarlas es orar a Dios y buscar la verdad, y entonces tendréis una manera de resolverlas. Cuando hayáis desentrañado la esencia de los sentimientos de la carne, os será fácil gestionar los asuntos de acuerdo con los principios-verdad. Si siempre estáis limitados por las relaciones carnales con vuestros seres queridos, entonces no tendréis forma de practicar la verdad; aunque entendáis la doctrina y gritéis consignas, seguiréis siendo incapaces de resolver vuestros problemas reales. Algunas personas simplemente no saben cómo buscar la verdad. Otras son capaces de buscarla, pero cuando los demás se la comunican claramente, no se la creen del todo y son incapaces de aceptarla totalmente; se limitan a escucharla como si fuera doctrina. Entonces, el problema de estar constreñido por tus sentimientos nunca se va a resolver; si resulta imposible de resolver, jamás podrás escapar de él y seguirás constreñido y atado. Si crees en Dios, pero eres incapaz de seguirlo o de cumplir con el deber que te corresponde, al final no serás digno de recibir la promesa de Dios, hasta que un día te precipites al desastre y seas castigado; el llanto y el crujir de dientes no servirán de nada, y nadie podrá salvarte. ¿Te quedan ahora claras las consecuencias de no resolver las actitudes corruptas?
¿Sobre qué hemos hablado hoy? Hemos hablado sobre los estados de las personas y sus actitudes corruptas, además de la manera de entrar en la realidad-verdad y abordar correctamente los asuntos que debas enfrentar, qué clase de puntos de vista debes defender, y sobre cómo conocer, diseccionar y resolver tu propio carácter corrupto. La lección de la entrada en la vida debe aprenderse siempre; nunca es demasiado tarde para aprender ni demasiado tarde para empezar. ¿Cuándo es demasiado tarde? Si has muerto, es demasiado tarde; si sigues vivo, no lo es. Ahora mismo estáis todos vivos, no estáis muertos, pero ¿tenéis realmente claro lo que son los vivos y los muertos? En inglés, la gente siempre dice: “I’m still alive”, (aún estoy vivo). ¿Qué significa eso? Es como cuando te sientes perdido ante las cosas que te suceden o cuando te ves arrastrado por la tendencia de la sociedad, o te parece que eres un degenerado, y luego te pinchas con una aguja y puedes sentirlo, sientes que sigues vivo, que tu corazón no ha muerto todavía. Si sigues vivo, entonces debes perseguir y vivir a semejanza humana. Antes, eras un degenerado, seguías las cosas mundanas y vivías en una tendencia de maldad; ¿no es el momento ahora de recobrar la compostura y evitar degenerarte más? Fíjate, los occidentales no han encontrado el camino verdadero y se sienten desesperados en lo que respecta a la vida humana y a su estilo de vida, así que sus palabras están impregnadas de una profunda emoción, y sienten una especie de abatimiento y desesperanza. Es decir, albergan un sentimiento de impotencia contenido en ellos. Mientras viven, a menudo les parece que no son humanos, pero deben vivir así; aunque se sientan como fantasmas, animales o bestias, deben seguir viviendo así. ¿Qué se puede hacer? No hay nada que hacer. Si no mueren, deben vivir así; no existe otra senda para ellos, y viven penosamente. ¿Sois todos así? Si un día os embarga una profunda emoción, y pensáis: “Ah, todavía estoy vivo, mi corazón aún no ha muerto”, si una persona llega hasta ese punto en su vida, ¿qué será de ella? ¡Está en grave peligro! Para un creyente, esto resulta muy peligroso. De ningún modo podéis decir algo como “Sigo vivo, pero mi carne es una carcasa y soy un cadáver andante. Mi corazón está vivo, y solo los escasos deseos e ideales de mi corazón apuntalan mi carne”. No lleguéis a ese punto. Si lo hacéis, será muy difícil salvaros. Puedo observar que vuestra situación no es mala. Si le lees la palabra de Dios a un no creyente, no alcanzará ningún grado de conciencia; así que, si ahora uso palabras duras para podaros, ¿seréis siquiera conscientes de ello? (Sí). Algunos solo llegáis a conoceros a vosotros mismos después de ser podados; solo entonces sentís remordimiento. Eso significa que aún sois conscientes, y que vuestros corazones aún no han muerto del todo, lo que demuestra que seguís despiertos, ¡seguís vivos! Si podéis aceptar la verdad y ponerla en práctica, entonces os queda esperanza de salvaros. Si alguien llega al punto en que simplemente no acepta la verdad, entonces ha muerto del todo y está más allá de la salvación. Existen más de unas pocas personas en la iglesia que simplemente no aceptan la verdad. Aunque respiran, en realidad carecen de espíritu. Son muertos sin espíritu, cadáveres andantes. Tales personas han sido completamente reveladas y descartadas.
5 de octubre de 2016
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