Solo si se resuelven las propias nociones es posible emprender el camino correcto de la fe en Dios (3) Parte 2
Alguna gente piensa: “Cuando los seres humanos piensan o actúan de forma inadecuada vulnerando los decretos administrativos de Dios y ofendiendo Su carácter, Él debería intervenir para impedírselo. Esta es la salvación de Dios, esto es Su amor”. ¿Acaso no se trata de las nociones y figuraciones de las personas? ¿Es así como obra Dios para salvarlas? Dios las salva al expresar la verdad. La posibilidad de salvación de alguien depende de si puede aceptar la verdad. Aparte de esto, hay una cosa que Dios considera incluso más importante, y es la conciencia y humanidad de las personas. Si dentro de tu humanidad no hay conciencia, integridad ni razón, es decir, si cuando te sucede algo tu conciencia y tu racionalidad no pueden funcionar con normalidad, ni pueden contenerte y regular tus acciones, ni rectificar tus intenciones y puntos de vista, sin duda Dios no hará nada. Para que Dios te cambie, primero permite que funcionen tu conciencia y tu racionalidad. Cuando tu conciencia sienta reproche, reflexionarás: “Lo que hago está mal, ¿cómo me contemplaría Dios?”, y esto conducirá a más búsqueda y a una entrada proactiva y positiva. Sin embargo, si alguien carece siquiera de este paso inicial, no posee conciencia y básicamente no existe reproche en su corazón, cuando se enfrente a algo, ¿qué hará Dios? Él no hará nada. Por tanto, ¿cuál es el fundamento en el que se sustentan todas estas palabras que dice Dios y todas las exigencias y verdades que Él les enseña a las personas? Se basan en la premisa de que las personas tienen conciencia y racionalidad. En cuanto al hombre que mencionamos antes, si hubiese tenido conciencia y poseído cierto nivel de racionalidad, ¿qué acciones habría tomado después de ver esa botella de jarabe para la tos? ¿Qué comportamientos habría exhibido? Cuando pensó: “Esto se lo han dado a Dios, así que debe ser bastante bueno; en lugar de dejar que se lo tome Dios, ¿por qué no me lo tomo yo?”, ¿qué habría hecho de haber tenido conciencia? ¿Habría abierto la botella y dado el primer sorbo? (No). ¿De dónde habría salido ese “no”? (De tener sentido de la conciencia). Bajo el control de su conciencia, esta habría entrado en juego y no habría ido más allá en este asunto; no hubiera dado ese primer sorbo. El resultado de este asunto sería el completo opuesto, y el desenlace sería enteramente diferente. Sin embargo, por el contrario, no tenía conciencia y racionalidad, carecía de ellas por completo, así que, ¿qué consecuencia se produjo? Después de concebir tales pensamientos y sin la contención de su conciencia, abrió la botella sin ningún escrúpulo y dio el primer sorbo. No solo no sintió ningún reproche ni se acusó después a sí mismo, sino que en realidad lo disfrutó. Pensó que se había salido con la suya: “Mira lo listo que soy, he aprovechado la oportunidad. Sois todos idiotas, no entendéis estas cosas. ¡La experiencia siempre triunfa sobre la juventud! A ninguno de vosotros se os ocurrió ni os atrevisteis a hacerlo, pero yo sí. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Ya he dado el primer sorbo, ¿quién se va a enterar?”. Le pareció que había salido ganando, y sentía satisfacción en su interior; incluso pensó que se le había privilegiado, que esto era la gracia de Dios. Una vez que cometió este error, lo siguió repitiendo, y escapó a su control, continuando hasta que se terminó la botella entera. Todo ese tiempo, su conciencia nunca lo acusó ni sintió reproche. Su conciencia y racionalidad nunca le dijeron: “Esto no te pertenece; aunque Dios no se lo beba, aunque Dios lo tire o se lo dé a un perro o a un gato, mientras Dios no haya dicho que es para ti, no deberías usarlo; no es para tu disfrute”. Su conciencia no le dijo nada porque carecía de ella. ¿Qué es una persona sin conciencia? Se las define como bestias. Las personas sin conciencia se comportan de ese modo; conciben tales pensamientos desde el principio, y continúan de la misma manera hasta el final, sin un ápice de reproche en su conciencia. Puede que, llegado este punto, el tipo haya olvidado ya hace mucho el incidente o, si tiene buena memoria, puede que todavía lo recuerde y le parezca que hizo lo correcto en su momento. Nunca piensa que fuera incorrecto, y no se da cuenta de la gravedad y naturaleza de lo que hizo. Es incapaz de reconocerlo. ¿Resulta precisa la clasificación que hace Dios de esta gente? (Sí). Cuando Dios clasifica, revela y descarta a tales personas y les da esta clase de desenlace, ¿sobre qué principios y sobre qué base los clasifica? (Sobre la base de su esencia-naturaleza). ¿Alguien que carece de un sentido de la conciencia y de racionalidad posee las condiciones para aceptar y practicar la verdad? ¿Tiene esa esencia? (No). ¿Por qué decimos que no? Cuando empieza a expresar sus puntos de vista sobre este asunto, en el fondo de su corazón, ¿dónde está su Dios? ¿Quién es el Dios en su corazón? ¿Dónde se encuentra Él? ¿Lo lleva en su corazón? Podemos decir con total certeza que una persona así no lo lleva en su corazón. ¿Qué implicación tiene no llevar a Dios en el corazón? (Se trata de un incrédulo). Eso es. No es un auténtico creyente en Dios, no es un hermano o una hermana, es simplemente un incrédulo. ¿Qué comportamientos muestran que lo es? Sin Dios en el corazón, actúa y habla completamente de acuerdo con sus propios caprichos, se basa en sus propias nociones, figuraciones y preferencias, sin la influencia de la conciencia. Cuando no entiende la verdad, no se le remueve la conciencia; actúa puramente en función de sus propias preferencias, solo para su ventaja y beneficio personal. ¿Hay espacio alguno para Dios en su corazón? Ninguno. ¿Por qué lo digo? Porque la motivación, el origen, la dirección e incluso las manifestaciones de sus acciones y palabras van todas dirigidas a servir a sus propios intereses. Obra y habla conforme a lo que cree que le va a suponer un beneficio. Todas sus consideraciones se inclinan hacia sus propios intereses y objetivos, y opera sin sentimiento alguno de reproche y sin ejercer la contención. A juzgar por este comportamiento, ¿cómo trata a Dios? (Como si fuera aire). Exacto, justo en el clavo. Si pudiera sentir Su presencia, que Dios escruta el corazón del hombre, que Él está junto a las personas, sin parar de escrutarlas, ¿carecerían de contención sus acciones? ¿Mostraría esa audacia tan imprudente? En absoluto. Aquí surge una pregunta: ¿existe en realidad el dios en el que cree? (No). Esa es la esencia del problema. El dios en el que cree no existe, su dios es simplemente aire. Por tanto, da igual que afirme verbalmente cómo es Dios, da igual cuánto le ore, al margen de cuántos años lleve creyendo o lo que haya hecho o lo mucho que haya sacrificado, su naturaleza se pone totalmente en evidencia en base a su discurso y su comportamiento, su actitud hacia Dios y hacia todo aquello relacionado con Él. Trata a Dios como aire, ¿no es eso blasfemar contra Él? (Sí). ¿Por qué esto se considera blasfemia? Piensa: “Dicen que Dios escruta el corazón del hombre, pero ¿dónde está Dios? ¿Por qué yo no he sentido eso? Dicen también que Dios castigará el robo de ofrendas, pero no he visto que nadie sufra ninguna retribución por robarlas”. Niega la existencia de Dios, lo que supone blasfemar contra Él. Dice: “Dios ni siquiera existe, ¿cómo iba a estar haciendo obra alguna? ¿Cómo iba a estar salvando a nadie? ¿Cómo ha reprochado a las personas? ¿A quién ha castigado alguna vez? Nunca he visto que ocurra, así que cualquier cosa que se le ofrezca a Dios se puede usar libremente. Si resulta que hoy me encuentro algo, mío es; lo consideraré la manera que tiene Dios de favorecerme. Quienquiera que lo vea o que se tope con ello, suyo es, porque Dios lo ha favorecido”. ¿Qué clase de lógica es esta? La de Satanás, la de los ladrones; es la naturaleza diabólica de uno que aflora al exterior. ¿Tiene una persona así auténtica fe? (No). Tras escuchar tantos sermones, sueltan ese aluvión de palabras endiabladas. ¿Cuentan con siquiera la menor base en la verdad? (No). Entonces, ¿qué sacan de escuchar todos esos sermones? No han aceptado las palabras de Dios, no las consideran la verdad ni tratan a Dios como tal. Eso es todo, no hay más.
Alguna gente cree de veras en su corazón que hay un Dios y no tienen la menor duda sobre Su encarnación. Sin embargo, aunque lo hayan seguido durante varios años, hayan sufrido algunas penurias y pagado algún precio, no tienen la menor comprensión sobre Él en el fondo de su corazón. En realidad, aquello en lo que creen sigue siendo un dios vago, imaginado; su definición de dios es mero aire. ¿Cómo trata Dios a estas personas? Simplemente las ignora. Alguna gente pregunta: “Si Dios las ignora, ¿por qué permanecen en la casa de Dios?”. Están siendo mano de obra. ¿Cómo se debe conceptualizar ser mano de obra? Alguien que contribuye con mano de obra no tiene interés en la verdad, o más bien tiene un calibre tan pobre que no puede alcanzarla. Trata a Dios y la verdad como algo vacío y vago, pero, a fin de obtener bendiciones, solo puede confiar en realizar algo de esfuerzo a cambio. Aunque en apariencia no se resiste directamente a Dios, ni lo maldice ni se opone a Él, su esencia sigue siendo la de la calaña de Satanás, la que niega y se resiste a Dios. Cualquiera que no ame la verdad no es bueno, Dios ha decidido en Su corazón no salvar a tales personas. En cuanto a aquellos que Dios no pretende salvar, ¿se seguiría poniendo serio con ellos? ¿Les diría lo siguiente?: “No entiendes este aspecto de la verdad, hace falta que escuches atentamente; no entiendes este aspecto de la verdad, has de dedicar más esfuerzo y reflexionar sobre ello”. Asimismo, Dios sabe que estas personas no entienden la verdad y no tratan a Dios como tal. ¿Debería mostrarles algunos milagros y prodigios para que reparen en Su existencia, o esclarecerlos e iluminarlos más para que sepan que hay un Dios? ¿Actuaría Él de esta manera? (No). Dios cuenta con principios para hacer estas cosas; Él no actúa de este modo con cualquiera. Por aquellos que pueden aceptar la verdad, Dios está siempre obrando. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellos que no pueden aceptar la verdad ni son capaces de alcanzarla? (Los ignora). De acuerdo con las nociones de las personas, si Dios ignora a una, esta vaga de un lado a otro como un mendigo. No se la puede ver persiguiendo la verdad, ni se percibe en ella ninguna acción de Dios; meramente es mano de obra y no entiende la verdad. ¿Eso es todo? De hecho, estas personas también pueden disfrutar de algo de la gracia y las bendiciones de Dios. Cuando se encuentren en situaciones peligrosas, Dios también las mantendrá a salvo. Cuando estén gravemente enfermas, Dios también las sanará. Puede que incluso les conceda algunos talentos especiales o, en circunstancias especiales, puede que lleve a cabo algunos actos milagrosos sobre ellas o haga ciertas cosas singulares. Es decir, si pueden gastarse de veras para Dios y contribuir bien con mano de obra sin causar perturbaciones, Él no las discrimina. ¿Cuáles son las nociones de la gente respecto a este tema? “Dios no va a salvar a tales personas, así que solo las va a usar como le plazca y descartarlas luego”. ¿Es así como va a actuar Dios? No. No olvides quién es Dios; Él es el Creador. Entre todo el género humano, ya sean creyentes o no creyentes, de cualquier denominación o etnia, a ojos de Dios, son todos Sus seres creados. Por eso el Señor Jesús dijo: “Porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos”. Este enunciado es un principio según el que actúa Dios, el Creador. Al margen de qué desenlace acabe por concederle Dios a alguien en función de su esencia, o de si Dios lo salvará o no antes de proporcionarle tal desenlace, sea cual sea su esencia, mientras pueda realizar algunas tareas y desempeñar algo de mano de obra en la casa de Dios y para Su obra, la gracia de Dios permanece inmutable; Él lo seguirá tratando de acuerdo con Sus principios, sin ninguna parcialidad. Este es el amor de Dios, el principio de Sus acciones y Su carácter. Sin embargo, de acuerdo con la esencia de estas personas, sus puntos de vista y actitudes hacia Dios son siempre los de considerarlo indefinido y difuso, como si existiera y al mismo tiempo no. No pueden reconocer la existencia real de Dios ni tampoco experimentarla, y en última instancia no están todavía seguros sobre Su verdadera existencia. Entonces, al considerarlos, Dios solo puede hacer lo que debe, concederles algo de gracia, darles algunas bendiciones y protección en esta vida, permitirles sentir la calidez de la casa de Dios y disfrutar de Su gracia, misericordia y cariño. Y eso es todo, esas son todas las bendiciones que van a recibir a lo largo de su vida. Algunos dicen: “Ya que Dios es tan tolerante y además disfrutan de la gracia de Dios y sus bendiciones, ¿no sería mejor ir un paso más allá y permitir que reciban también Su salvación?”. Esa es una noción humana, Dios no actúa así. ¿Por qué no? ¿Puedes poner a Dios en el corazón de alguien cuyo corazón no tiene espacio para Él? No puedes. Da igual cuánta verdad compartas con ellos o cuántas palabras digas, no importa, no cambiará sus nociones y figuraciones sobre Dios. Por tanto, lo único que puede hacer Él por esta clase de personas es aportarles algo de gracia, bendiciones, cuidado y protección. Hay algunos que dicen: “Ya que pueden disfrutar de la gracia de Dios, si Él los esclarece e ilumina más, ¿acaso no reconocerán entonces Su verdadera existencia?”. ¿Puede esa gente entender la verdad? ¿Pueden practicarla? (No). Si no pueden, esto los confirma como aquellos que no se pueden salvar. Por tanto, Dios no va a participar en ninguna obra inútil o inservible. Hay quien dice: “Eso no es cierto. A veces también encuentran la disciplina o tienen algo de esclarecimiento de Dios y ganan algo de verdad de Él”. Esto vuelve a guardar relación con la obra de Dios. ¿Qué deben poseer aquellos a los que Dios quiere salvar para que Él los salve, para que sean objeto de Su salvación? Es algo que la gente ha de comprender. Dios también lo sabe; no salva a cualquiera. Aunque Dios exhiba algunos milagros, prodigios y poder para que la gente lo reconozca, ¿se puede salvar así a esta gente? No funciona de esa forma. Dios tiene estándares para salvar a las personas, uno debe poseer auténtica fe y además amar la verdad. Por tanto, la obra que hace Dios en las personas implica juicio, castigo, pruebas y refinamiento, y además tiene sus estándares. Alguna gente dice: “A menudo nos encontramos con el juicio y el castigo. ¿Acaso afrontar el juicio y el castigo, las pruebas y el refinamiento, es una señal de que Dios nos va a salvar?”. ¿Es así? (No). ¿Cómo puedes estar seguro de que no? Dado que algunas personas no cumplen las condiciones para que Dios las salve, ¿seguiría Dios imponiendo el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento sobre ellos? Esto genera una pregunta respecto a quién le impone Dios tales cosas; también tiene que ver con los malentendidos de la gente. Decidme, ¿puede recibir Su juicio y castigo alguien que ni sabe quién es Dios, dónde está o si tan siquiera existe? ¿Puede alguien que considera a Dios mero aire recibir el juicio y el castigo de Dios? ¿Puede alguien cuyo corazón carece por completo de Dios recibir Sus pruebas y Su refinamiento? Desde luego que no. Por tanto, ¿con qué podrían encontrarse a veces estas personas? (Con disciplina). Eso es, con disciplina. Aquellos que consideran a Dios mero aire, que fundamentalmente no reconocen ni creen en la existencia de Dios, sin duda no recibirán Su juicio y castigo ni Sus pruebas y refinamiento. Se puede decir que las personas con esa esencia y comportamientos no son el objeto de la salvación de Dios. No pueden recibir la salvación de Dios, pero no es que Él no las salve, sino que lo decide su esencia-naturaleza, que siente aversión por la verdad y la odia. Carecen de la actitud correcta de amar y aceptar la verdad y, así, no cumplen con las condiciones para salvarse. Entonces, ¿cómo las trata Dios cuando se infiltran en Su casa con la esperanza de obtener bendiciones? Aparte de concederles algunas bendiciones, gracia, y de ofrecerles cuidado y protección, ¿qué métodos usa Dios para cumplir bien con Su papel como Creador? Dios emite recordatorios, advertencias y exhortaciones mediante Sus palabras. En consecuencia, Él las poda, las reprocha y las disciplina; la obra que hace Dios en ellas termina ahí, todo queda dentro de este ámbito. ¿Qué efecto tienen estos actos de Dios en las personas? Les permiten acatar diligentemente las restricciones, comportarse con decencia mientras contribuyen con mano de obra en la casa de Dios, sin causar perturbaciones ni hacer el mal. ¿Puede lo que hace Dios lograr que esas personas cumplan bien y lealmente con su deber? (No). ¿Por qué no? ¿Pueden la gracia, las bendiciones, el cuidado y la protección que reciben, junto con los recordatorios de las palabras de Dios, la poda, la reprensión y la disciplina, etcétera, producir un cambio en su carácter? (No). No es posible provocar que su carácter cambie, por lo que ¿qué efecto consigue la obra de Dios en ellas? Hace que se contengan un poco en su comportamiento, las ayuda a seguir las reglas y les hace tener cierta semejanza humana por fuera. Además, provoca que sean obedientes en comparación; aceptarán con reticencia que se las pode en aras de la gracia y las bendiciones de Dios, y serán capaces de hacer cosas de acuerdo con los preceptos y los decretos administrativos de la casa de Dios, y eso es todo. ¿Lograr todo esto significa que practican la verdad? Se siguen quedando cortas, porque lo que hacen solo se ajusta básicamente a los principios en los decretos administrativos de la casa de Dios, además de a ciertas rígidas directrices. Es solo un cambio de comportamiento, sin más. Por tanto, ¿puede uno decir que, ya que estas personas han cambiado su comportamiento, sería incluso mejor permitirles cambiar también su carácter? (No son capaces de hacerlo). No lo son, no pueden conseguirlo, esa es una razón. ¿Y cuál es la razón principal? Que fundamentalmente no tienen a Dios en su corazón, no creen en Su existencia. Por tanto, ¿pueden tales personas entender las palabras de Dios? Algunas pueden y dicen: “Las palabras de Dios son buenas, pero por desgracia no las puedo poner en práctica. Practicarlas es más angustioso que someterse a una cirugía a corazón abierto”. Cuando sus propios intereses se ven comprometidos, o cuando tienen que actuar contra su propia voluntad, se sienten completamente desorientadas y no pueden seguir. Aunque se agoten hasta el extremo, no pueden poner las palabras de Dios en práctica. Además, nunca reconocen ni aceptan el hecho de que las palabras de Dios son la verdad. No pueden absorber esto, no entienden por qué las palabras de Dios son la verdad. Por ejemplo, cuando Él les pide que sean honestas, replican: “Vale, seré una persona honesta si Tú me lo pides, pero ¿por qué ser una persona honesta se considera la verdad?”. No lo saben y no pueden aceptarlo. Cuando Dios dice que la gente debería someterse a Él, se preguntan: “¿Se gana dinero al someterse a Dios? ¿Concede Dios bendiciones por someterse a Él? ¿Puede alterar el destino de uno?”. No creen que nada que diga o haga Dios sea la verdad. No tienen idea de cuál es el significado de las palabras y las exigencias de Dios para el hombre y no pueden discernir qué acciones son correctas y conformes a los principios-verdad. En su opinión, todo lo que viene de Dios —Su identidad, Su esencia, Sus palabras, Sus exigencias— no se puede definir como las posesiones y el ser de Dios. No saben que Dios es el Creador; no entienden qué es el Creador ni qué es Dios. ¿Acaso no es problemático? Sin embargo, así es exactamente como se comportan algunas personas. Otras dicen: “Eso no puede ser correcto. Si tienen estos pensamientos y puntos de vista, ¿cómo pueden seguir cumpliendo sus deberes voluntariamente en la casa de Dios?”. El término “voluntariamente” debería estar entrecomillado. ¿Cómo se debe explicar? En un sentido, cumplen sus deberes porque las circunstancias los obligan o por su necesidad de bendiciones; en otro, sienten que por el momento no les queda más remedio que seguir adelante de mala gana, cumpliendo algunos deberes y esforzándose un poco. En sus corazones, creen que eso es lo que deben hacer, pero, como no están interesados en la verdad, solo pueden realizar esfuerzo y cumplir sus deberes a cambio de las bendiciones de Dios. Con esta mentalidad, ¿pueden aceptar la verdad? (No). Ni siquiera entienden qué es la verdad, ¿cómo van a aceptarla?
La obra de juicio de Dios en los últimos días tiene como fin llevar a esta era a su fin. Que alguien se pueda salvar o no depende de si puede aceptar el juicio y castigo de Dios, y de si puede aceptar la verdad. Algunas personas reconocen que las palabras de Dios son la verdad, pero no la aceptan. Para ellos, aceptar la verdad es como someterse a un trasplante de corazón; así de agónico les parecería. Si consideramos el modo en el que esta clase de persona trata la verdad, rechazando aceptarla de ninguna manera, Dios no es Aquel al que se debe culpar por no salvarla; solo esta tiene la culpa de no aceptar la verdad; no tiene esta bendición. Que Dios salve a las personas de la influencia de Satanás no es tan simple como estas se imaginan. Por un lado, aquellos que creen en Dios deben aceptar que los reprendan y poden mediante las palabras de Dios; esta es una etapa. Por otro, también deben aceptar el juicio y castigo de Dios, así como Sus pruebas y refinamiento. El juicio y castigo son una etapa; las pruebas y refinamiento son otra más. Algunos pueden aceptar a regañadientes que se los pode, pensando que han logrado la sumisión, y luego no progresan más y ya no se esfuerzan por la verdad. Otros aman especialmente la verdad y pueden soportar cualquier padecimiento para obtenerla. No solo son capaces de soportar la reprensión y corrección de las palabras de Dios, sino que también pueden entrar en la etapa de aceptar el juicio y castigo de Dios. Sienten que aceptar el juicio y castigo de Dios es la exaltación y el amor de Dios y un asunto glorioso; no temen al sufrimiento. Tales personas, después de experimentar el juicio y el castigo, pueden también aceptar las pruebas y el refinamiento y perseguir todavía la verdad. Al margen de lo grandes que sean las pruebas y el refinamiento, aún les resulta posible percibir el amor de Dios y pueden ofrecerse a sí mismas para satisfacer a Dios. Por mucho que se las pode, no lo consideran una dificultad; sino que incluso les parece un mayor amor de Dios. Después de experimentar muchas más pruebas y refinamiento, al final logran la purificación y la perfección a fondo. Esto es experimentar la obra de Dios hasta la fase más alta. Ahora decidme, ¿hay alguna diferencia entre aquellos que creen en Dios y solo experimentan la etapa de la reprensión y la corrección de Dios mediante Sus palabras, y aquellos que experimentan dos etapas, tanto el juicio y el castigo como las pruebas y el refinamiento? Sin duda hay diferencia. Para algunas personas, Dios se detiene después de solo reprenderlos y corregirlos, deja el resto a su propia elección y percatación. Si no aceptan la verdad y no eligen la senda correcta, ¿qué indica esto? Se puede decir que Dios no tiene manera de salvar a esas personas. Algunas hablan a menudo sobre sufrir el trabajo, sufrir las perspectivas, sufrir una casa, sufrir a un compañero, sufrir los afectos; todo para ellos es una cuestión de sufrimiento, ¿y cuál es el resultado final? (No guarda relación con la verdad). Eso es, no tiene relación con la verdad ni con la obra de Dios. Lo único que haces en este caso es sufrir sin el menor sentido; solo padeces y dejas que el tiempo pase, sin ningún proceso de orar a Dios ni buscar la verdad. Esa no es la clase de “sufrimiento” que implica el refinamiento, porque no se trata de la obra de Dios ni tiene nada que ver con Él. Estás sufriendo por tu cuenta, no estás experimentando el refinamiento de Dios. Sin embargo, te sigue pareciendo que te refina; eres demasiado optimista. ¡Es un mero pensamiento ilusorio! No eres siquiera apto para que Dios te refine. No has pasado ni por la etapa de castigo y juicio, ¿y esperas que Dios te someta a pruebas y refinamiento? ¿Cabe siquiera esa posibilidad? ¿No es una quimera? ¿Puede la gente corriente soportar las pruebas y el refinamiento? ¿Es algo que una persona ordinaria pueda aceptar? ¿Es algo que Dios le concede a alguien corriente? En absoluto. Después de que Dios corrige a una persona, si debido a su carácter arrogante, su intransigencia, su falsedad, su perversidad o cualquier otro carácter, se la juzga, se la disciplina o Dios la reprende explícitamente en uno o varios asuntos, con lo que se da cuenta de por qué Dios la está disciplinando y, a consecuencia de ello, desarrolla un entendimiento auténtico de Dios y de sí misma, su carácter sufre una auténtica transformación y luego obtiene gradualmente una genuina sumisión a la verdad: este es el único proceso según el que Dios juzga y castiga a las personas. ¿En qué se basa Dios para desempeñar esta obra? Hay una condición: una persona que recibe esta obra debe ser capaz de cumplir su deber de manera idónea en la casa de Dios. Esta idoneidad requiere solo dos cosas: sumisión y lealtad. En primer lugar, el individuo ha de tener conciencia y razón; solo las personas con conciencia y razón cumplen con las condiciones para aceptar la verdad. Una vez que tales personas reciben la reprensión y la corrección de Dios, son capaces de buscar la verdad y someterse. Solo después de esto procede Dios con la obra de juicio y castigo. Esta es la secuencia de la obra de Dios. Sin embargo, si alguien en la casa de Dios nunca puede cumplir su deber con lealtad, ni muestra la menor sumisión a la soberanía de Dios, ni cumple sus deberes de manera adecuada, cuando se enfrenta a las adversidades, a quedar al descubierto o a ser podado, lo que experimenta es a lo sumo la corrección y la disciplina de Dios. No está sujeto a Su juicio y castigo, ni mucho menos a las pruebas y al refinamiento. En otras palabras, no participa fundamentalmente en la obra de Dios de perfeccionar a las personas.
El contenido que acabamos de compartir se corresponde con la obra de Dios de salvar y perfeccionar a las personas, con los métodos y objetivos de la obra de Dios, así como con las personas en las que Dios lleva a cabo Su obra de juicio y castigo, pruebas y refinamiento. También ha abordado el grado de entrada en la vida de las personas cuando se ven sometidas a esta obra de Dios, y la clase de esencia y condiciones que, como mínimo, deben poseer para aceptar Su juicio y castigo. Por tanto, ¿qué nociones tienen aquí las personas? Piensan: “Mientras sigas a Dios, mientras hayas aceptado este paso de Su obra, estás abocado a someterte a Su juicio y castigo. Entonces, las pruebas y refinamientos de Dios vendrán también poco después. Por tanto, a menudo afrontamos pruebas, refinamientos y podas, y se nos priva de la familia, los afectos, el estatus y expectativas. En consecuencia, sufrimos continuamente en materia de afectos, estatus y expectativas”. ¿Son acertadas estas afirmaciones? (No). La gente puede convertir un simple vocablo de las palabras de Dios y de Su obra en lo que ellos creen que es un término espiritual; ¿por qué? De hecho, su manera de sufrir es una simple lucha, se limita a dejar que pase el tiempo; no tiene el menor significado. Sin embargo, lo consideran como pruebas y refinamientos, dicen que es el refinamiento de Dios. Este es un grave error; es algo que la gente impone en Dios por la fuerza, y no representa Sus intenciones en absoluto. ¿Acaso no es malentender a Dios? No cabe duda. ¿Y cómo se desarrolla un malentendido como este? Como la gente no entiende la verdad, desarrollan tales malentendidos en función de sus propias figuraciones. Por consiguiente, las propagan y difunden con descaro por todas partes, lo que acaba por conducir a diversas afirmaciones sobre el “sufrimiento”. Así, a menudo oigo decir a algunas personas: “Alguien se volvió negativo después de que lo sustituyeran, ¡está ‘sufriendo el estatus’!”. Sufrir el estatus no es experimentar pruebas y refinamientos; es solo que una persona pierde estatus, sufre frustración emocional y padece dolor en su interior durante el fracaso. Dado que lo que la gente llama “sufrimiento” y lo que Dios llama refinamiento son cosas diferentes, ¿a qué se refiere realmente el auténtico refinamiento? Para empezar, se ha de entender que Dios lleva a cabo un montón de obra preparatoria antes de someter a las personas a pruebas y refinamientos. Por Su parte, Él selecciona a las personas; elige a los individuos correctos. Antes hemos comentado qué tipo de persona se considera correcta a ojos de Dios y qué condiciones debe cumplir. En primer lugar, debe tener al menos conciencia y razón en su humanidad. En segundo, ha de poder cumplir sus deberes adecuadamente, ejercerlos con lealtad y sumisión. Luego, tiene que soportar años de poda, disciplina y reprensión. Es posible que no tengáis muy claro qué significan disciplina y reprensión, ya que puede que no sean conceptos muy sólidos para vosotros. A la gente le pueden parecer relativamente intangibles y abstractos. Sin embargo, a la hora de la poda, es algo que pueden oír y sentir; existe un lenguaje específico e implica un tono definido, de modo que la gente sabe lo que está pasando. Si alguien hace algo mal, si va en contra de los principios, si actúa de manera imprudente o toma decisiones unilaterales que perjudican los intereses de la casa de Dios o de la obra de la iglesia y se le poda, entonces eso es lo que significa que te poden. ¿Y qué hay de la corrección y la disciplina? Por ejemplo, si alguien no es apto para ser líder de grupo y carece de lealtad, hace cosas que vulneran los principios-verdad o los preceptos de la iglesia y como consecuencia es sustituido, ¿es eso corrección? Ciertamente es una forma de corrección. Aunque desde fuera parezca que la iglesia se ocupa de ellos o algún líder los sustituye, a ojos de Dios, es Su hacer y forma parte de Su obra; es una forma de corrección. Asimismo, cuando las personas se hallan en un buen estado, suelen estar llenas de luz y pueden tener percepciones nuevas; sin embargo, cuando su trabajo se viene abajo debido a algunos estados o razones específicas y quedan en evidencia, ¿no es esto una forma de corrección? También lo es. ¿Cuentan como juicio y castigo? En este momento todavía no cuentan como juicio y castigo, por lo que desde luego no pueden considerarse refinamientos y pruebas. No son más que correcciones recibidas durante el cumplimiento del propio deber. A veces las manifestaciones de corrección incluyen padecer una enfermedad o equivocarse repetidamente en las tareas, o despistarse en asuntos en los que antes era competente y no saber qué hacer. Todo esto es corrección. Por supuesto, en ocasiones la corrección proviene de pistas que dan personas cercanas o de lo que cierto acontecimiento revela y lo hace a uno avergonzarse, y causa que se retire a una profunda introspección y reflexión. Esto también es corrección. ¿Recibir la corrección de Dios es algo bueno o malo? (Es bueno). En teoría es algo bueno. Ya puedan las personas aceptarlo o no, es algo bueno, ya que al menos prueba que Dios se responsabiliza de ti, que no te ha abandonado y obra en ti, avisándote y orientándote. El hecho de que Dios obre en ti confirma que todavía no tiene intención de rendirse contigo. Una implicación de esto es que Dios puede continuar corrigiéndote y disciplinándote o que, si tu desempeño es bueno y te hallas en la senda correcta, te va a someter a juicio y castigo. Pero no nos adelantemos demasiado; por ahora, Dios te corregirá y te disciplinará varias veces. Entonces, dado que persigues la verdad, como tienes sumisión y eres la persona adecuada, Dios te someterá al juicio y castigo; este es el paso inicial. La mayoría ya han experimentado simplemente una poda; solo los recién llegados no lo han experimentado aún. Las personas actúan casi todo el tiempo en función de los sentimientos de su conciencia, sintiendo un reproche interno, sintiendo los avisos de las palabras de Dios en sus oídos o sus corazones: “No debería hacer esto, es rebelde”; estas son las palabras de Dios que las avisan, las exhortan y las advierten. La gente experimenta varias formas de poda: puede que provengan de los líderes y obreros, de los hermanos y hermanas, de lo Alto e incluso directamente de Dios. Muchos han experimentado esto, pero no tantos la corrección de Dios y Su disciplina. ¿Qué implica que sean no tantos? Que muchos más están lejos de recibir el juicio y castigo de Dios; ¿y qué hay de Sus pruebas y refinamiento? Están incluso más lejos de ellos; la brecha es aún más grande, la distancia es aún mayor. Antes pensaron: “Dios me ha juzgado y castigado, y me ha salido una ampolla en la boca”, “Dios me ha juzgado y castigado, he cometido un error, dije algo equivocado y sufrí dolor de cabeza durante varios días; ahora entiendo qué son el juicio y castigo de Dios”, ¿acaso no son esto malentendidos? Esta clase de malentendidos sobre Dios son de lo más común; la mayoría de la gente malinterpreta a Dios de esta manera. Esto también produce algunos efectos negativos, haciendo que a la gente le parezca que decir una única palabra equivocada dará lugar a la disciplina de Dios. Esto es sencillamente malinterpretar a Dios, y resulta del todo incoherente con lo que Él hace. Con tales malentendidos respecto a Dios, ¿puede uno acabar por satisfacer Sus exigencias? No hay duda de que se quedará corto.
Ahora la mayoría de la gente ha experimentado la corrección y disciplina de Dios, así como la poda, y han recibido los avisos y la exhortación de Sus palabras, pero eso es todo. Aquí surge una pregunta: ¿por qué no han experimentado el juicio y castigo de Dios ni siquiera después de llegar hasta este paso? ¿Por qué no cuentan como juicio y castigo el hecho de ser podado, los avisos de las palabras de Dios o la disciplina y la corrección? Desde la perspectiva de los avisos de las palabras de Dios, la poda y la corrección y la disciplina que han experimentado, ¿qué resultado se ha conseguido? (Han adoptado contenciones en su comportamiento externo). Han ocurrido algunos cambios en su comportamiento, pero ¿indica esto un cambio de carácter? (No). No representa un cambio de carácter. Hay quien dice: “Hemos creído muchos años en Dios y escuchado muchos sermones, sin embargo, nuestras actitudes no han cambiado todavía. ¿Acaso no se nos ha agraviado? Solo hemos sufrido un pequeño cambio de comportamiento; ¿no es lamentable? ¿Cuándo empezará Dios a salvarnos? ¿Cuándo recibiremos la salvación?”. Hablemos entonces sobre qué han ganado y qué cambios han realizado aquellos que han experimentado estos diversos aspectos de la obra de Dios. Alguien acaba de mencionar los cambios en el comportamiento; se trata de un enunciado general. Para ser más específicos, cuando llega a la iglesia y asume sus deberes, la gente no ha sido podada y tiene tantas espinas como un cactus, quieren tener la última palabra en todo. Piensan para sus adentros: “Ahora que creo en Dios, tengo derechos y libertad en la iglesia, así que actuaré como me parezca”. Con el tiempo, una vez que han recibido una ronda de poda y disciplina y que han leído las palabras de Dios, escuchado sermones y oído charlas sobre la verdad, ya no se atreven a comportarse de esa manera. En realidad, no se han vuelto obedientes del todo; solo han adquirido una pizca de sentido y han alcanzado a entender algunas doctrinas. Cuando otros dicen cosas que se ajustan a la verdad, pueden reconocer que son correctas y, aunque puede que no las entiendan bien, son capaces de aceptarlas. ¿Acaso no son mucho más complacientes de lo que eran? Que sean capaces de aceptar estas cosas demuestra que su comportamiento ha sufrido algunos cambios. ¿Cómo han surgido estos? Por la exhortación, el aviso y también el consuelo de las palabras de Dios. A veces, esa gente necesita algo de disciplina, de poda, así como alguna charla acerca de los principios, que les diga que una cosa se debe hacer de cierta manera y no de otra. Piensan: “Tengo que aceptarlo. La verdad está ahí expuesta, ¿quién va a atreverse a ponerle objeciones?”. Dios es grande en la casa de Dios, en ella reina la verdad y esta también es grande. Con semejante fundamento teórico, algunas personas han despertado y ganado entendimiento sobre en qué consiste tener fe en Dios. Pensemos en alguien que solía ser bárbaro y disoluto, sin ninguna contención, e ignorante respecto a las reglas, la creencia en Dios, la casa de Dios, la iglesia y los principios de cumplir con el propio deber: cuando una persona así, que no sabe nada, acude a la casa de Dios con amabilidad y entusiasmo, rebosante de “grandes” aspiraciones y esperanzas, y allí se le avisa y exhorta, se la riega y alimenta, se la poda con las palabras de Dios y es reprendida y disciplinada una y otra vez, en la humanidad de esa persona se sucederán poco a poco algunos cambios. ¿Qué cambios son esos? Alcanza a comprender algo de los principios de la conducta humana, y llega a comprender que, en el pasado, carecía bastante de semejanza humana; era bárbara, arrogante, desafiante y estaba indignada; no hablaba como un humano real y actuaba sin reglas, y no sabía buscar la verdad; pensaba que tener fe en Dios era una simple cuestión de hacer lo que Él pidiese y acudir adonde Él indicara; es decir, llevaba consigo un vigor bárbaro, al mismo tiempo que creía que eso era lealtad y amor a Dios. Ahora bien, esta persona niega todas aquellas cosas y sabe que eran productos de la figuración humana, un simple buen comportamiento, y que algunas incluso procedían de Satanás. Los creyentes en Dios deben hacer caso a Sus palabras y anteponer la verdad a todo lo demás, dejando que esta ejerza su poder en todas las cosas. En resumen, en teoría todo el mundo ya ha comprendido y reconocido y ha aceptado en lo más profundo de sus corazones que estas palabras que Dios ha pronunciado son correctas —que son la verdad, la realidad de las cosas positivas—, sin tener en cuenta lo profundamente que hayan arraigado en sus corazones ni el gran papel que hayan desempeñado. Posteriormente, después de sufrir cierto grado de reprensión y disciplina intangibles, surge en su consciencia un nivel de verdadera fe. Desde sus iniciales figuraciones indefinidas de Dios hasta el sentimiento que tienen ahora —que hay un Dios y que Él es bastante práctico—, una vez que las personas han tenido estos sentimientos en su fe en Dios, sus pensamientos y puntos de vista, su modo de ver las cosas y sus estándares morales, así como su manera de pensar, comenzarán a cambiar de forma gradual. Por ejemplo, Dios exige a las personas que sean honestas. Aunque aún seas capaz de mentir y ser falso, en el fondo sabes que el engaño está mal y que mentir y engañar a Dios es un pecado, un carácter perverso, pero no puedes evitarlo. Por ejemplo, pongamos que todavía tienes un carácter arrogante. A veces no puedes contenerte, a menudo revelas este carácter y te sueles rebelar contra Dios, siempre quieres ser dominante y actuar unilateralmente, tener la última palabra. Sin embargo, también sabes que se trata de un carácter corrupto, y puedes orar a Dios al respecto. Aunque no haya una transformación perceptible, tu comportamiento ha empezado a cambiar poco a poco. Incluso sin sufrir el juicio y castigo y aunque tu carácter no haya cambiado, la verdad y las palabras de Dios están iluminando paulatinamente las profundidades de tu corazón, a la vez que guían y alteran tu comportamiento, haciéndote vivir cada vez más como un humano, despertando poco a poco tu conciencia. Si haces algo que traiciona tu conciencia, sentirás incomodidad en el corazón. Sacar a relucir ese asunto te hace sentir algo; ya no estás tan insensible como antes, sientes arrepentimiento y estás dispuesto a corregirte. Aunque no puedas cambiar de inmediato tu carácter en este sentido, si toca a tu estado, puedes ser consciente de que tienes dicho estado; albergas una consciencia interior, y esta cambia tu comportamiento. Este cambio es un mero cambio de conducta. Aunque suceda y lo siga haciendo, no representa un cambio de carácter, no lo es en absoluto. Habrá quienes se sientan intranquilos después de oír esto, y digan: “¿Un cambio tan significativo y sigue sin ser un cambio de carácter? Entonces, ¿qué es un cambio de carácter? ¿Qué cambios se corresponden con ello?”. De momento vamos a dejar eso a un lado, continuemos debatiendo los cambios que ya ha conseguido la gente, que son los efectos y resultados de las palabras de Dios y todo lo que Él ha llevado a cabo en las personas. La gente trabaja duro para cambiar sus pensamientos y puntos de vista que no se ajustan a la verdad. Cuando se enfrenten a estos temas, cobrarán una consciencia, compararán el asunto con la verdad y dirán: “Este asunto no es conforme a la verdad, pero no me puedo desprender todavía de mi punto de vista; permanece aquí”. Solo has tomado consciencia y has aprendido que tu punto de vista no concuerda con las palabras de Dios; ¿puede esto probar que tu punto de vista ya ha cambiado o que te has desprendido de él? No puede. Tu punto de vista no ha cambiado ni te has desprendido de él, lo cual demuestra que tu carácter corrupto permanece intacto y no ha empezado a cambiar; es solo que tu consciencia, el fondo de tu corazón, ya ha aceptado las palabras de Dios y las ha considerado la verdad. Sin embargo, esto es meramente teórico y un deseo subjetivo; las palabras de Dios no se han convertido todavía en tu vida ni en tu realidad. Cuando las palabras de Dios se conviertan en tu realidad, te desprenderás de tus puntos de vista y tratarás a todas las personas, acontecimientos y cosas, así como a todo lo que sucede a tu alrededor, en función de los puntos de vista de las palabras de Dios.
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