Solo si se resuelven las propias nociones es posible emprender el camino correcto de la fe en Dios (3) Parte 4
Existen cuatro condiciones para aceptar el castigo y juicio de Dios: el cumplimiento adecuado del deber, tener una mentalidad de sumisión, ser fundamentalmente honesto y tener un corazón de arrepentimiento. Recordad estas cuatro condiciones y comparaos con ellas cuando os encontréis con estas situaciones. Si una situación implica sumisión, entonces practica la sumisión. La palabra de Dios requiere que las personas tengan una actitud sumisa; si te comparas con las palabras de Dios y encuentras una enorme disparidad, ¿qué deberías hacer? Haz lo que dice Dios, sigue Sus palabras sin analizar ni discutir. Si tratas de discutir, Dios se sentirá disgustado contigo. ¿Qué harás en ese caso? Existe una medida para remediarlo, que es cambiar de rumbo de inmediato. No lastimes el corazón de Dios por un asunto trivial y luego sigas haciéndole daño e ignorándolo. Los seres humanos no son nada; si ignoras a Dios, no te seguirá queriendo. ¿Qué haces si Dios te ignora y no te quiere? Dices: “Cambiaré de rumbo. No me abandones, Dios. No puedo salir adelante sin Ti”. Sin embargo, de nada sirve solo decir esto. Dios no necesita tus zalamerías; se fijará en tu actitud, en tu práctica, en la senda que caminarás después y en tu desempeño. No creas que Dios es una persona corriente a la que puedes conmover con unas pocas zalamerías; Dios no es así, se fija en tu actitud. Una vez que has cambiado de rumbo, Dios percibe que has pasado de ser intransigente a sumiso y que puedes aceptar la verdad, que ya no entras en disputas con Dios. Tu intransigencia ha sufrido un cambio, sabes quién eres y reconoces a tu Dios; al poco después Dios empezará a llevar a cabo algo de obra en ti. Hay quien dice: “No he sentido que Dios pretenda hacer nada”. No confíes en tus sentimientos. ¿Acaso son precisos? Dios ha hecho mucha obra en ti, ¿has sentido algo de ella? ¿Te diste cuenta cuando Dios estaba desolado? No sabías nada, tal vez hasta eras feliz en otro lugar. Así que no interpretes ni midas los sentimientos de Dios en función de los tuyos propios; resulta inútil. Si Dios te ignora y no sientes nada, ni recibes esclarecimiento ni reconocimiento, ¿qué deberías hacer? Recuerda una cosa: debes continuar cumpliendo bien con las responsabilidades y deberes que corresponden a un ser creado, y has de seguir hablando con sinceridad, como es debido. No recaigas en tus propias mentiras solo porque Dios te ignore o ya no te quiera, no hables ahora como hablabas antes; si lo haces, estás totalmente acabado. Supone entrar en conflicto con Dios y oponerte a Él. Necesitas aferrarte a tu deber y someterte como es debido. ¿Qué beneficio trae esto? Cuando Dios ve que has cambiado de rumbo, se le ablandará el corazón y Su ira y Su rabia se aplacarán poco a poco. ¿Para ti es una buena señal que se aplaque Su rabia? Significa que ha llegado tu punto de inflexión. Cuando dejas de vivir en función de tus sentimientos, cuando paras de intentar observar las expresiones de Dios y de hacerle exigencias extravagantes para conocer Su posición, pero en su lugar vives de acuerdo con las palabras que dice Dios, con los deberes y los principios de práctica que Él te ha encomendado y con la senda que Dios te ha dicho que practiques y recorras, si vives conforme a todo esto y, al margen de cómo te trate Dios o de si te presta atención, continúas haciendo lo que debes, entonces Dios te dará Su aprobación. ¿Por qué? Porque, al margen de lo que te haga Dios, de si te presta o no atención, te concede gracia, bendiciones, iluminación, esclarecimiento, cuidado o protección, y sin que importe cuánto de esto sientas, todavía puedes seguirlo hasta el final. Te has aferrado a la posición que le corresponde a un ser creado sin ningún cambio; has considerado las palabras de Dios como el objetivo y la dirección de tu vida, y como la verdad y las palabras de mayor sabiduría en ella. ¿Cuál es la esencia de tal comportamiento? La de reconocer en tu corazón que el Creador es tu vida, que Él es tu Dios. De este modo, Dios se apacigua y tú te conviertes en una persona normal que vive en presencia de Dios; alguien así posee las condiciones básicas para un cambio de carácter. De acuerdo con esto, ¿pueden considerarse un cambio de carácter la comprensión y los cambios que logran las personas? Siguen siendo insuficientes. Por tanto, debes reconocer la identidad del Creador y además tener una actitud responsable hacia tu propio deber. Asimismo, es necesario que poseas una actitud que pueda aceptar y someterse a la verdad. Una vez que poseas estas cualidades, Dios empezará entonces la obra de juicio y castigo en ti. Salvarse empieza por este punto. Hay quien dice: “Si poseemos estas cualidades, ¿significa que nuestro carácter ya ha cambiado? Tras cambiar tanto, ¿qué queda para que Dios lo juzgue y castigue?”. ¿Qué juzga y castiga Dios? La esencia-naturaleza de las personas, que es su carácter corrupto. Si alguien posee estas cuatro condiciones y es capaz de satisfacerlas, ¿qué aspecto de su carácter corrupto ha cambiado profundamente? Ninguno. Se ha producido un ligero cambio de comportamiento, pero no es suficiente. No ha habido un cambio fundamental. Es decir, antes de que Dios empiece Su obra de juicio y castigo sobre ti, tu autoconocimiento siempre será superficial y poco profundo. No va a coincidir con tu esencia corrupta, está lejos de ella, la brecha es bastante significativa. Por tanto, antes de que Dios empiece Su obra de juicio y castigo, por muy bueno, cándido y cumplidor de las normas que creas ser, o por mucha actitud sumisa que creas tener, has de saber una cosa: tu carácter aún no ha empezado a cambiar formalmente. Tus maneras de practicar y estos métodos tuyos solo indican un cambio de comportamiento, y constituyen la humanidad básica que debe poseer una persona a la que Dios va a salvar. La honestidad, la sumisión, la capacidad para cambiar de rumbo, la lealtad: esas son cosas que deberían estar presentes en la humanidad de alguien. Por supuesto, esto también incluye conciencia y razón; debes poseer estas cualidades antes de que Dios lleve a cabo Su obra de juicio y castigo. Una vez que alguien posea estas cuatro condiciones —el adecuado cumplimiento del deber, una mentalidad sumisa, ser fundamentalmente honesto y tener un corazón de arrepentimiento—, Dios comenzará Su obra de juicio y castigo en esa persona.
Ahora deberíais tener algún concepto en mente sobre cómo Dios lleva a cabo en concreto la obra de juicio y castigo en las personas. Por ejemplo, en lo que respecta a la perversidad, la gente a menudo verifica a Dios, quiere escrutarlo de manera inexplicable y alberga sospechas, dudas y preguntas sobre Sus palabras. Especula sobre cuál es en realidad la actitud de Dios hacia las personas, siempre quiere saberlo. ¿Acaso no es perverso? ¿Sabe la gente en este momento cuáles de sus estados o comportamientos exhiben esta clase de carácter? No lo tienen claro. A lo largo del periodo en que te juzga y castiga, Dios hará que te abras y te expongas, así como a tus diversos estados, de modo que adquieras claridad sobre ellos en el corazón. Por supuesto, puede que no te avergüences demasiado a la hora de exponerte; al menos, eso te hará saber por qué Dios te juzga y castiga. Percibirás que las palabras de juicio de Dios y Su exposición son hechos, te convencerán por completo y te harán ver que son acertadas, sin excepción. Entonces tendrás claro que todas estas cosas existen dentro de ti; no son comportamientos ni revelaciones momentáneas, sino tu propio carácter. A continuación, durante el periodo en el que Dios lleva a cabo Su obra de juicio y castigo, se te revelará continuamente y se te podará debido a tu carácter corrupto, provocándote que sufras y padezcas refinamiento. Por ejemplo, sospechar de Dios es una expresión de perversidad. La gente sospecha a menudo de Dios, pero nunca se da cuenta de que eso es perverso; es un asunto que se debe resolver. Cuando Dios te juzga y castiga, si sospechas de Dios, Él te hará saber que eso es perverso. Vives según un carácter perverso, te sirves de él para tratar al Dios en el que crees, para competir contra tu Dios y despertar sospechas respecto a Él; y tu corazón sufrirá una agonía. No quieres hacer tales cosas, pero no puedes evitarlo. Dado que cuentas con este carácter corrupto, Dios dispondrá circunstancias para refinarte, hará que sin darte cuenta abandones tus nociones y figuraciones, tu pensamiento lógico y tus pensamientos y teorías. Llegado este punto, sufrirás; este es el verdadero refinamiento, y se te refina debido a este carácter corrupto. ¿Cómo surge el refinamiento? Si te parece que no se trata de un carácter corrupto, si crees que no tienes tales manifestaciones o estados ni eres esa clase de persona, y si sientes que no reside en ti este aspecto de un carácter corrupto, entonces, cuando Dios te juzgue, ¿se te refinará? (No). El refinamiento surge cuando admites que lo que has revelado es un carácter corrupto, sabes que Dios te ha juzgado y puedes asociar dicho carácter corrupto a Su juicio, pero todavía racionalizas y sigues viviendo en ese carácter corrupto, incapaz de liberarte. Sabes que a Dios le desagrada tu carácter corrupto y que lo detesta, y estás lejos de satisfacer las exigencias de Dios; tienes claro que estás equivocado y que Él tiene razón, pero no puedes poner la verdad en práctica ni seguir el camino de Dios; en ese momento surge tu dolor. ¿Sufrís ya ese dolor? (No). Entonces, como poco, no habéis sufrido el refinamiento relativo a vuestro carácter corrupto; solo experimentáis algo de dolor porque se os ha reprochado y disciplinado cuando cometéis errores o transgresiones, pero eso no es en absoluto refinamiento. Supongamos que podéis entrar en semejante vida, embarcaros en tal senda y decir: “Ya no sufro afectos ni estatus, sino que soporto realmente el refinamiento. Me he dado cuenta de que en realidad soy incompatible con Dios, mi carácter corrupto está profundamente arraigado y no puedo despojarme de él. Voy a permitir que Dios me refine y me revele”. Cuando vives en este estado, te hallas en la senda de la salvación. Ahora, al decir esto, puede que todos anheléis y esperéis la llegada de ese día, pero no sé cuántos de vosotros estaréis realmente tan bendecidos como para disfrutar de ese trato. Es algo tremendamente positivo y una enorme bendición. Salvarse no es fácil. Si el Creador de verdad te valora, te elige y te permite ser seguidor Suyo, ese es solo el primer paso para ser salvado. Si el Creador te valora y asegura que eres apto para recibir Su juicio y castigo, ese no es más que el segundo paso. Si puedes emerger del juicio y castigo de Dios, alcanzar un estado en el que tu carácter cambie y llegar a ser compatible con el Creador, al tiempo que tomas la senda de temer a Dios y evitar el mal, ese es el desenlace final. Ahora bien, ¿quién entre vosotros va a estar lo bastante bendecido para llegar a ese día? ¿Quién recibirá la bendición de obtener semejante salvación? ¿Se puede discernir a partir de tu apariencia, de tu calibre? ¿Y a partir de tu nivel de educación? (No se puede). ¿Se puede determinar en función de los deberes que cumples ahora? ¿O de la familia en la que naciste? Ninguno de estos factores puede revelarlo. Hay quien dice: “Mi familia ha creído en el Señor desde hace tres generaciones; yo creo desde que estaba en el vientre de mi madre, así que seguro que me voy a salvar”. Esto es un discurso necio e increíblemente ignorante; Dios no se fija en esas cosas. Los fariseos creían en Dios desde hacía generaciones, ¿y qué ha sido ahora de ellos? Dios ni siquiera los quiere como Sus seguidores; se los ha descartado por completo; son irrelevantes para la obra de salvación de Dios y no forman parte de ella.
Poder aceptar o no el juicio y castigo de Dios está directamente relacionado con el asunto clave del cambio de carácter. Sin embargo, la gente tiende a tener muchas nociones sobre el juicio y castigo de Dios. Es esencial compartir la verdad con frecuencia de acuerdo con las palabras de Dios para resolver estos asuntos. Es algo muy necesario. ¿Por qué juzga y castiga Dios a las personas? ¿Hasta qué punto se ha convertido la humanidad en corrupta? ¿Qué problemas pretenden resolver el juicio y castigo y qué resultados consiguen? ¿Cuáles son los estándares que Dios exige de las personas? Sin entender estas verdades, no resulta fácil para nadie aceptar el juicio y castigo; desarrollarán con facilidad nociones sobre Dios, además de rebeldía y resistencia, y puede que incluso blasfemen contra Dios y se vuelvan hostiles contra Él. ¿Cómo salva Dios a las personas? ¿Quién puede aceptar el juicio y castigo de Dios? ¿Quién se puede embarcar en la senda de perseguir la verdad y ser perfeccionado? ¿Quién será descartado por la obra de Dios de los últimos días? Si estas verdades se comparten con claridad, ¿acaso no se van a resolver las nociones sobre el juicio y castigo? Como poco, se resolverán en lo fundamental; cualquier problema que perdure solo se podrá resolver a partir de la propia experiencia; se resolverá naturalmente una vez que se comprenda la verdad. Alguna gente dice: “Se han perdonado nuestros pecados, por tanto, ¿por qué necesitamos aún experimentar el juicio y castigo?”. Que perdonen tus pecados es la gracia de Dios; hace a la gente apta para presentarse ante Él. Sin embargo, el juicio y castigo apuntan a salvar meticulosamente a las personas del pecado y la influencia de Satanás; ambas cosas no se contradicen entre sí. En la Era de la Gracia, Dios redime a las personas y perdona sus pecados; en la Era del Reino, Dios juzga a las personas y purifica su carácter corrupto. Estas son dos etapas de la obra de Dios. Muchos individuos ridículos en la religión siempre albergan nociones sobre el juicio y el castigo; se aferran con rigidez a la frase “justificación mediante la fe una vez que se han perdonado los pecados”, y rechazan totalmente aceptar el juicio y castigo de Dios. ¿Deberías discutir con personas así? Si os las encontráis y son capaces de aceptar las palabras de Dios y la verdad, podéis compartir la verdad y leer las palabras de Dios con ellas. Si rechazan de pleno aceptar la verdad, no hace falta que os molestéis, no son en absoluto los receptores de la salvación de Dios. Él solo salva a aquellos que pueden aceptar Sus palabras y la verdad; Dios no va a salvar de ningún modo a aquellos a los que les es del todo imposible aceptar ambas cosas. Los que pueden aceptar la verdad son capaces de resolver fácilmente sus nociones, no importa cuántas tengan; solo les hace falta leer más de las palabras de Dios y buscar más la verdad. Las personas que pueden aceptar la verdad son aquellas con humanidad y con conciencia y razón. Antes de que acepten el juicio y castigo, desarrollarán muchas nociones y pensamientos incorrectos, además de algunos estados negativos. El estado negativo más común es: “Me he gastado para Dios y he cumplido mis deberes; Él debería protegerme y bendecirme en todo. ¿Por qué han caído desgracias sobre mí?”. Este es el estado más común. Hay además otro tipo de estado: al ver a otros vivir en buenas condiciones y disfrutando, mientras que ellos viven entre dificultades y pobreza, se quejan de que Dios es injusto. Puede ser incluso porque ven que otros logran mejores resultados al cumplir su deber, y les entra envidia y se ponen negativos. También se vuelven negativos si otras familias tienen armonía y están unidas, si otros tienen un calibre superior al suyo, si cumplir con el deber resulta agotador o si algo no sucede como desean. En resumen, se vuelven negativos bajo cualquier circunstancia que no se ajuste a sus nociones y figuraciones. Si esta persona tiene algo de calibre y puede aceptar la verdad, se la debería ayudar. Mientras entienda la verdad, el problema de su negatividad se puede resolver con facilidad. Si no busca la verdad y se mantiene en la negatividad, si siempre alberga nociones sobre Dios, entonces Él lo dejará de lado y no le prestará atención, ya que el Espíritu Santo no realiza obra inútil. Esas personas son demasiado obstinadas, no aceptan la verdad, siempre tienen nociones sobre Dios, así como sus propias exigencias; esto es una enorme falta de sentido y los hace en cierto modo impermeables a la razón. Son capaces de entender la verdad, pero no la aceptan. ¿No es esto similar a cometer ofensas a sabiendas? Por tanto, Dios no les presta atención. Hay quien dice: “A menudo soy negativo y Dios me ignora. ¡Esto significa que Dios no me ama!”. Semejante enunciado es absurdo. ¿Sabes a quién ama Dios? ¿Sabes cómo se manifiesta el amor de Dios? ¿Sabes a quién no ama y a quién disciplina? El amor de Dios tiene principios; no es como lo imaginan los humanos, soportando constantemente a las personas y mostrándoles misericordia y gracia, salvando a todo el mundo sean quienes sean, perdonando a todo el mundo al margen de los pecados que cometan y, en última instancia, llevando a todos sin excepción al reino de Dios. ¿Acaso no son estas solo nociones y figuraciones de las personas? Si así fuera, no habría necesidad de desempeñar la obra de juicio. Hay unos principios sobre cómo se comporta Dios con las personas habitualmente negativas. Cuando la gente es constantemente negativa, hay un problema. Dios ha dicho muchísimas cosas, ha expresado muchísimas verdades y, si una persona cree verdaderamente en Dios, entonces, tras leer Sus palabras y comprender la verdad, las cosas negativas serán cada vez menos en ella. Si la gente es siempre negativa, seguro que no acepta la verdad en absoluto, por lo que, en cuanto se tope con algo que esté en desacuerdo con sus propias nociones, se volverá negativa. ¿Por qué no busca la verdad en las palabras de Dios? ¿Por qué no acepta la verdad? Sin duda, porque tiene nociones y malentendidos sobre Dios y, además, nunca busca la verdad. ¿Y le seguirá prestando atención Dios cuando aborde la verdad de este modo? ¿No son esas personas insensibles a la razón? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellos que son insensibles a la razón? Los descarta e ignora. Tú cree de la manera que quieras; creer o no creer depende de ti. Si realmente crees y persigues la verdad, la alcanzarás; si no persigues la verdad, no la alcanzarás. Dios trata a toda persona justamente. Si no tienes una actitud de aceptación de la verdad, si no tienes una actitud de sumisión, si no te esfuerzas por cumplir las exigencias de Dios, puedes creer de la manera que quieras; asimismo, si prefieres irte, puedes hacerlo de inmediato. Si no quieres cumplir el deber, la casa de Dios no te obligará a ello; puedes ir adonde quieras. Dios no insta a la gente así a quedarse. Esa es Su actitud. Está claro que eres un ser creado, sin embargo, nunca quieres serlo. Siempre quieres ser el arcángel, sin querer someterte a Dios, y siempre deseas estar de igual a igual con Él. Esto es resistirse descaradamente a Dios; es algo que ofende Su carácter. Es obvio que no eres más que una persona corriente, sin embargo, siempre deseas un tratamiento especial, tener estatus y ser alguien, quieres ser mejor que los demás en todos los sentidos, recibir grandes bendiciones y superar a todos los demás. Esto demuestra falta de razón. ¿Cómo contempla Dios a las personas a las que les falta razón? ¿Cómo las evalúa? Son impermeables a la razón. Algunos dicen: “Si afirmas que soy impermeable a la razón, ¡entonces ya no voy a trabajar más!”. ¿Quién te ha pedido que trabajes? Si no estás dispuesto a hacerlo, Dios no te va a obligar; date prisa y vete, la casa de Dios no te va a retener. Aunque estés dispuesto a trabajar, la casa de Dios tiene exigencias. Si tu trabajo no está a la altura del estándar y tu cumplimiento del deber causa demasiados problemas a la casa de Dios, haciendo más mal que bien, la casa de Dios sin duda te va a descartar; aunque desees trabajar, la casa de Dios no te va a querer. Si la gente está dispuesta a trabajar y es capaz de aceptar la verdad y la poda, es que es apta para permanecer en la casa de Dios. Si puede perseguir la verdad, aceptar el juicio y castigo de Dios y es capaz de salvarse y ser perfeccionada, eso supone una inmensa bendición. No pienses que Dios te está suplicando y necesita juzgarte y castigarte; Él no te va a suplicar. Dios salva y perfecciona a las personas de manera selectiva, con un objetivo específico en mente y con principios; no todos los que creen en Dios pueden lograr que Él los salve: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Has de cumplir varios de los estándares de Dios; cumplir tu deber de manera adecuada, tener una mentalidad sumisa, ser fundamentalmente honesto y poseer un corazón de arrepentimiento; y solo entonces empezará Dios formalmente a juzgarte y castigarte, a purificarte y perfeccionarte. Hay quien dice: “¡Experimentar el juicio y castigo implica sufrimiento!”. Si bien es verdad que vas a sufrir, tienes que ser apto para ello. Si no lo eres, ¡ni siquiera vales para sufrir! ¿Crees que la obra de Dios y Su perfeccionamiento de las personas son tan simples? Aquellos que rechazan aceptar el juicio y castigo, o que huyen de ellos, van a tener que acabar rindiendo cuentas de sus acciones. Al margen de quién sea o qué actitud adopte alguien ante Dios, si esta actitud no concuerda con lo que exige Dios, Él no intervendrá y lo dejará tomar su propio camino. Justo ahí están todas las palabras de Dios; si puedes hacer lo que Él dice, entonces hazlo. Si estás dispuesto a hacerlo, entonces hazlo. Si no estás dispuesto o no puedes hacerlo, Dios no te va a obligar. ¿Crees que Dios te va a suplicar? ¿Crees que te va a disciplinar? Puedes estar seguro de que Dios no hará eso en ningún caso. Él dirá: “Si no te gusta aceptar la verdad, si sientes aversión por el juicio y castigo de Dios, pues bien. Ya has disfrutado de algo de gracia, así que date prisa en regresar al mundo, date prisa y márchate; no se te va a obligar. No eres apto para disfrutar de las bendiciones del reino del cielo, y no puedes obtenerlas aunque lo desees”. ¿Qué significa que Dios no obliga a nadie a aceptar Su juicio y castigo? Significa que, si la gente no acepta el juicio y castigo de Dios, Él ni la disciplina, ni la reprende, ni se lo recuerda ni la exhorta; no se producirá el esclarecimiento ni la iluminación por parte del Espíritu Santo. En apariencia, estas personas parecen tener unas vidas muy cómodas. No se las disciplina por cumplir su deber de manera superficial, ni por su desidia negativa en el trabajo, tampoco por juzgar a Dios alegremente. Ni siquiera sienten nada en sus corazones por malinterpretar a Dios, quejarse de Dios y resistirse a Él, hasta que cometen una gran maldad como robar o malversar ofrendas, y aun así continúan sin ser conscientes. La gente que comete tan grandes maldades se pasa años sin hacer introspección, sin una mínima pizca de arrepentimiento, sin ningún presentimiento de qué castigo o desenlace les espera. Una persona normal debería tener alguna clase de presentimiento, pero no lo tiene porque Dios no hace absolutamente nada en ella. La inacción de Dios es una especie de actitud. ¿Qué representa? ¿Podéis imaginar qué está pensando Dios en Su corazón? Se ha rendido por completo ante tales personas. ¿Por qué hace Dios tal cosa? Las desprecia; son más insignificantes que una pluma, que una hormiga, no son siquiera dignas de mención y es así como se decide su desenlace. Un día, una persona así dirá: “Quiero ser un ser creado de Dios, te acepto como mi Señor y mi Dios”, ¿y Dios la querrá? No lo hará. Hay quienes dicen: “Me arrepiento, ahora estoy dando marcha atrás”, ¿es demasiado tarde para ellos? Lo es. Porque su naturaleza es la de un diablo y nunca van a cambiar. Dios no salva a tales personas. No importa lo arrepentidos que estén ni lo patético de sus llantos, ¿pueden cambiar? ¿Se pueden arrepentir de verdad? En absoluto. Entonces, persigas o no la verdad, mientras creas de veras en Dios, deberías entender los decretos administrativos de la casa de Dios. No puedes disponer en ningún caso de las ofrendas de Dios, incluso albergar pensamientos de robarlas o usarlas es inaceptable. En cuanto realices tales actos, caerán sobre ti grandes calamidades, afectando a tu desenlace. Una vez determinado tal desenlace, no servirá de nada rememorar lo que Dios ha dicho o cuáles son Sus requerimientos, ni tampoco sentir arrepentimiento, pues ya será demasiado tarde. Ahora mismo, la obra de Dios aún no ha concluido, pero ya se han decidido los desenlaces de ciertas personas. Dios no ha pregonado este asunto ni se lo ha dicho a nadie. Esta gente aún cree que lo está haciendo bien y dejan pasar el tiempo. Aun con la muerte llamando a su puerta, no son para nada conscientes; son una manada de personas atolondradas e inútiles.
Voy a continuar con otros dos casos. El anterior trataba de un hombre, mientras que sendas protagonistas de estos otros son dos líderes femeninas. Al calificarlas así, cualquiera entendería enseguida que el estatus de estas mujeres no es bajo y, sin embargo, la gente de semejante estatus puede cometer grandes maldades. Una de estas dos mujeres tenía tratos con un no creyente cuyo negocio estaba a punto de quebrar debido a un capital insuficiente. Dado que esta mujer servía como líder en la iglesia y tenía el control sobre los recursos financieros, el no creyente le pidió dinero prestado. Sin buscar en lo Alto, ella accedió de manera unilateral a prestarle cientos de miles de yuanes. El dinero que pertenece a las personas se puede prestar, pero el dinero de Dios es una ofrenda, y cualquiera que toca las ofrendas de Dios debe afrontar el castigo. Se apropió indebidamente de las ofrendas a título privado, y el importe no era insignificante. Tras la apropiación indebida, la iglesia tomó medidas contra ella, y le exigió que trabajara para devolver el dinero. La iglesia lidió así con el asunto, es la forma en que lo afronta la gente. La mujer fue capaz de devolver el dinero y por fuera parecía tener una actitud decente. ¿Significa eso que había dado un giro? (No). Sus acciones fueron bastante osadas, como las de una idiota imprudente, indicativas de su carácter y su actitud hacia Dios. ¿Puede una persona así comprender la verdad con pureza? ¿Le es posible actuar con razón? Se atrevió a tocar las ofrendas de Dios, las trató como su propio dinero. Sin que Dios le diera instrucciones sobre cómo asignar los fondos ni le dijera que no debía tocarlos, carecía de principios y límites en su corazón. Creía que, como líder, tenía derecho a controlar ese dinero, y se atrevió a apropiárselo indebidamente. ¿Cómo lidió Dios con esa apropiación indebida? Él ni siquiera tuvo que mover un dedo; la iglesia la castigó. Esos cientos de miles de yuanes determinaron su destino: Dios la apartó y la dio de lado para siempre. ¿Por qué lo hizo? Esto representa la ira de Dios; por supuesto, también es un aspecto de Su carácter. Dios no tolera ninguna ofensa; si ofendes el carácter de Dios, te has pasado de la raya. ¿Se estipula esto en los decretos administrativos? (Sí). El pueblo escogido de Dios lo tiene claro: apropiarse indebidamente de las ofrendas es una ofensa contra el carácter de Dios. Cuando esta mujer se apropió indebidamente de la ofrenda, ¿intervino Dios? No, no intervino, no la detuvo, no dijo nada ni la frenó, reprendió ni advirtió mientras lo hacía: el dinero se prestó sin más. Se sentía bastante satisfecha de sí misma antes de que el asunto se pusiera al descubierto y la iglesia se ocupara de ella. Empezó a llorar y a lamentarse, y enseguida se puso a trabajar para devolver el dinero. De hecho, ¿acaso era el dinero lo que le importaba a Dios? No; lo que a Él le importaba no era el dinero, sino la actitud que la mujer mostró hacia Él en este asunto. Eso era lo que le importaba a Dios. Ofender el carácter de Dios precisamente a causa del dinero, ¿acaso no merece eso la muerte? ¡A esto se le llama recibir lo que uno se merece! Si eres un poco negativo o débil, o a veces tienes algún descuido mientras cumples tu deber, o en ocasiones ocupas una posición de cierto estatus y disfrutas de sus beneficios, Dios ve esto como una revelación de un carácter corrupto. Pero, cuando manipulas las ofrendas de Dios sin consultarle, o haces mal uso de ellas sin Su permiso, ¿de qué clase de problema se trata? Eso es robar ofrendas. ¿Y de qué clase de carácter es indicativo? Del carácter del arcángel, el de Satanás. ¿Acaso no es traición robar las ofrendas de Dios? (Lo es). ¿Qué hizo Satanás que Dios consideró una traición? (Tratar de convertirse en Dios). En cuanto a la mujer de la que estamos hablando, quería controlar las ofrendas de Dios. ¿Quién se creía que era? (Se creía Dios). Así es, se veía a sí misma como Dios, y ahí fue donde se equivocó. Por eso decimos que ofendió el carácter de Dios. ¿La naturaleza de esto es grave? (Sí). ¿Nuestra descripción es exacta? (Lo es). Ahora ella ya no tiene un desenlace. Ahora, por lo que parece, ya no tiene desenlace. Tal como lo define Dios, en cuanto a qué castigos va a experimentar después, se trata de un tema para el futuro. Esta es la historia de la primera mujer. Era realmente osada, capaz de engañar a aquellos por encima y por debajo de ella, de actuar de manera imprudente sin considerar las consecuencias, era tan necia como insolente. ¿Poseía la menor sumisión o deseo de buscar? (No). Quería controlar las ofrendas de Dios, Sus posesiones, sin el consentimiento de nadie y sin hablar ni compartir el asunto con nadie más. Se encargó de abordar este asunto unilateralmente, y estas fueron las consecuencias. Habrá quien diga: “¿El mero hecho de tocar las ofrendas de Dios significa que uno está ofendiendo Su carácter?”. ¿Es así? No. La iglesia cuenta con principios para distribuir las ofrendas de Dios y, si actúas de acuerdo con ellos, Dios no intervendrá. Si ya posees los principios y no los sigues, sino que insistes en actuar de manera imprudente y hacer las cosas a tu manera, gestionando estos asuntos en privado por tu cuenta, entonces estás ofendiendo el carácter de Dios. Esa es la historia de la primera mujer.
La historia de la segunda líder también trata sobre ofrendas. Fue así: la iglesia compró una casa para que sirviera como lugar de culto y que requería algunas renovaciones. Eso implica diseños y compra de materiales, cosa que cuesta dinero. Dado que se trata de la obra de la casa de Dios, que implica Su gestión, el dinero que se gasta procede naturalmente de la casa de Dios, y es Su ofrenda. Este dinero se utiliza razonable, legítima y adecuadamente de acuerdo con los principios de la casa de Dios. En aquel momento, esa mujer era la líder y la responsable de ese proyecto. Para que viniera a supervisarlo escogió a un nuevo creyente al que nadie conocía. Aquel hombre era igual que un no creyente. Más adelante, la mujer conspiró con este no creyente para comprar multitud de artículos de lujo y malgastar gran cantidad de dinero. ¿Acaso esto no es defraudar el dinero de la casa de Dios? ¡Es defraudar y despilfarrar las ofrendas de Dios! Este no creyente ganó bastante dinero con ello. ¿Tuvo la mujer algo que ver con esto? (Sí). Ella lo propició, al permitir que el no creyente hiciera tales cosas. Cuando alguien descubrió el problema y quiso denunciarlo, ella se lo impidió con vehemencia y lo amenazó. Traicionó los intereses de la casa de Dios, los perjudicó y causó también una pérdida considerable de las ofrendas. ¿La reprendió Dios durante este período? (No). Ella no era consciente. ¿Cómo sabemos que no lo era? Algunos hechos lo prueban; ella veía desde el principio con claridad lo que estaba planeando hacer el no creyente, pero no lo paró, en su lugar lo consintió y lo aprobó tácitamente, sin cesar de aportar dinero. El resultado fue que los costos se dispararon y el trabajo final fue mediocre. La mujer lo vio muy claro, pero siguió invirtiendo más dinero. ¿Actuó Dios en ese momento? No lo hizo. ¿Cuáles son las nociones y figuraciones de las personas sobre este asunto? La gente cree que Dios debería ser responsable de Su propio dinero y debería haberla detenido. Esta es una noción humana, pero Dios no actuó de ese modo. Una vez que se completó la reforma y tras una investigación, la casa de Dios descubrió que muchas de las ofrendas se habían perdido. ¿Qué se debería hacer con esta mujer? Dios no hizo nada; la iglesia se ocupó de ella y otra mujer empezó a devolver el dinero. ¿Cuál fue la naturaleza de sus acciones? Como líder, no solo fue irresponsable y no comprobó el gasto de las ofrendas, sino que también se confabuló con una persona ajena para engañar a la casa de Dios y malversar Sus ofrendas. Este caso es incluso más grave que el anterior. Por tanto, ¿cuál es el desenlace de una persona así a ojos de Dios? La destrucción; si se la castiga o no es una cuestión para el futuro. Es posible que un día Dios coloque a esa persona en una morada de espíritus malvados y demonios inmundos, que su cuerpo físico sea destruido en esta vida y que su alma sea mancillada y profanada por ellos; en cuanto a la vida venidera, eso queda demasiado lejos para siquiera hablar de ello. Este es el desenlace. ¿Por qué Dios trata de esta manera a tal persona? Porque ofendió el carácter de Dios. Al haber ofendido el carácter de Dios, ¿podría Él seguir amándola? No queda amor, ni misericordia ni cariño, solo ira. Cuando se mencionan sus acciones, Dios odia y detesta a esta mujer. ¿Por qué la detesta hasta tal extremo? Porque cometió pecados a sabiendas a pesar de ser consciente del camino verdadero. No es solo que ya no habrá ofrenda por el pecado para ella, sino que también ha de enfrentarse al castigo de la ira de Dios. No cuenta con desenlace, ni con destino, ni con oportunidad de salvación. Esto es lo que significa ofender el carácter de Dios y lo que sucede cuando alguien lo hace.
Decidme, ¿es fácil ofender el carácter de Dios? En realidad, no hay muchas oportunidades ni tantas situaciones donde esto pueda ocurrir. Las oportunidades son contadas, las probabilidades, ínfimas; sin embargo, ¿por qué la gente aún se las arregla para ofender el carácter de Dios a pesar de contar con tan pocas oportunidades y unas probabilidades tan bajas? Ambas mujeres llevaban creyendo en Dios más de dos décadas, escucharon muchos años de sermones y sirvieron como líderes y obreros. ¿Cómo pudieron cometer errores tan graves? Desde la perspectiva de la humanidad, carecían de esta, de conciencia y de racionalidad; desde la perspectiva de su fe en Dios, no poseían auténtica fe, no llevaban a Dios en el corazón. ¿Cómo se manifestó esta ausencia de Dios en sus corazones? En sus acciones no había sensación de miedo ni tenían unos mínimos; no consideraron: “¿Qué me ocurrirá después de hacer esto? ¿Habrá repercusiones? Puede que la gente no se entere, pero ¿y si se entera Dios? He de responsabilizarme de este asunto, ya que repercute en mi desenlace”. No pensaron en estas cosas, ¿no es eso problemático? Si no las consideraron, ¿tuvieron conciencia o razón? (No). De este modo, fueron capaces de ofender el carácter de Dios, de cometer errores de semejante magnitud. Si alguien posee un pensamiento humano normal, tendrá esta mentalidad; cuando alguien pida dinero prestado, su consideración sería: “¿Dinero prestado? Este dinero pertenece a Dios. Si presto el dinero de Dios para ganarme una estima momentánea, ¿qué pasa si no les es posible devolverlo? ¿Cómo compensaré este dinero? Aunque lo haga, ¿qué clase de comportamiento implica prestar este dinero? ¿Se puede tocar el dinero tan a la ligera? No se puede; si lo hago, ¿qué naturaleza tendría ese acto?”. Considerarían estas cosas y no prestarían dinero por impulso solo porque alguien se lo pidiera. Si no lo consideraran, o incluso si lo hicieran, pero obviaran las consecuencias, ¿qué dice esto sobre su punto de vista acerca de Dios? ¿De qué forma creen? Fundamentalmente, no reconocen la existencia de Dios, ¡lo cual es aterrador! Ya que no admiten la existencia de Dios, no reconocen que Él vaya a determinar su desenlace e infligir en ellos Su retribución; no les asusta, pues no creen en ella. En general, si alguien cree entre un cincuenta y un sesenta por ciento, actuaría con cautela y demostraría contención. Si creyese un treinta por ciento podría mostrarse en cierto modo contenido, pero, en cuanto se presentara la oportunidad, iría a por ella igualmente; o bien, si las oportunidades son pocas o no están a punto, podrá ser capaz de contenerse y limitarse un poco. Sin embargo, aquellos que carecen de un mínimo de creencia se atreverían a hacer toda clase de cosas malas, a obrar de manera imprudente sin considerar las consecuencias; es lo que haría una bestia. En apariencia son humanos, pero no hacen lo que deberían hacer los seres humanos; como poco, se puede decir que son bestias y, lo que es más grave, puede que sean demonios inmundos y espíritus malvados que vienen a trastornar y perturbar la obra de Dios, que se especializan en sabotearla. ¿Es certera la clasificación que hace Dios de esas personas? (Sí). Es extremadamente certera; lo que hace Dios no tiene nada de malo, todo ello es preciso. Además, las acciones de Dios y Su determinación de los desenlaces de las personas no se basan en un desempeño momentáneo. Estas dos mujeres creían en Dios desde hacía veinte años y, sin embargo, acabaron de algún modo en este punto, sellando su propio desenlace de esta manera. ¿Cómo se dio esto? No es algo que sucediera de la noche a la mañana. Desde la perspectiva de su búsqueda de la fe y de la senda que eligieron, no fueron personas que persiguieran la verdad; ese es un aspecto. El otro es que no tenían interés de ningún tipo en la verdad. Si hubieran tenido un mínimo interés, su humanidad habría sufrido cambios. ¿Y qué les habría conllevado ese cambio en su humanidad? Significaría que actuarían con contención y atendiendo a los límites, tendrían un estándar de evaluación y calibrarían las cosas con la razón y los procesos de pensamiento de un ser humano normal. Si percibieran que hacer algo era inapropiado, se abstendrían. Sin embargo, estas dos mujeres nunca persiguieron la verdad; carecían incluso de este límite básico y esta manera de pensar. Se atrevieron a hacer cualquier cosa, y fue su propia naturaleza la que las llevó a la ruina, incluso a la muerte. Esta es la razón por la que su periplo de creer en Dios terminó de ese modo.
¿Qué pensáis tras oír estos dos casos? Hay quien dice: “Hoy he ganado mucho. He obtenido la mayor verdad, que no hay que tocar las cosas de Dios; que esa idea no se te pase siquiera por la cabeza, no te pongas a manipularlas. Si lo haces, de ahí no saldrá nada bueno”. ¿De veras es así? ¿Es esta la verdad? (No). Lo que importa no es si manipulas las cosas de Dios, sino qué actitud tienes hacia Él en el corazón. Si temes a Dios y sientes miedo hacia Él, si de verdad crees en Su existencia y consideras tu propio desenlace, hay cosas que no harás; ni siquiera pensarás en ellas. Por tanto, no estarás sujeto a esta clase de tentación; nunca recaerá sobre ti. ¿Es útil el temor? No sirve para nada. ¿Cómo actuó Dios mientras estas dos mujeres cometían estos actos? Dios permitió que las cosas siguieran su curso, colocando a estos dos diablos, estos dos no humanos cuyos corazones no sentían temor alguno de Dios, ante la tentación de Satanás, de modo que se las pudiera revelar y destruir completamente. ¿Es esa la actitud de Dios? Es el carácter justo de Dios, ¡y no se puede tomar a la ligera! La gente se sirve de medios humanos para lidiar con los demás y ejercer represalias contra ellos, dan maldad a cambio de maldad. Sin embargo, Dios no hace eso; Él tiene Su propio fundamento, Sus propios principios y caminos. Cuando Dios le inflige a alguien retribución, Él lo hace de tal modo que esa persona no sienta nada; esta no es consciente, pero, a ojos de Dios, el problema ya se ha resuelto. Años después, el sufrimiento consecuente aflorará poco a poco. Después de que Dios haya despojado a esa persona de Su gracia, bendiciones, esclarecimiento, iluminación y de todo el tratamiento que Él le ofrece a un ser humano normal, queda profundamente deshumanizada; a ojos de Dios, ya no es un ser creado sino una bestia, es algo diferente por completo. Dios dice: “Él hace salir su sol sobre malos y buenos”. ¿Son estas personas buenas o malvadas? Ninguna de las dos cosas. A ojos de Dios, esta clase de personas se han eliminado de Sus registros, ya no existen, son no humanas. ¿Cuál es la definición de no humanas? (Salvajes, bestias con piel humana). Algunos puede que incluso les tengan envidia y digan: “Trabajan y ganan dinero en el exterior, viven con no creyentes; sus vidas son mucho más cómodas que tener que sufrir en la iglesia cumpliendo el deber desde el amanecer hasta la noche”. Te aseguro que sus días de sufrimiento están por llegar. Si los envidias, adelante, imítalos; la casa de Dios no impone restricciones. El sufrimiento no se limita al dolor físico de la enfermedad; si el sufrimiento interno de alguien llega a determinado punto, resulta indescriptible, como los golpes a su psique, especialmente cuando se somete al castigo de Dios. Es peor que la muerte, causa mayor agonía; es una especie de angustia mental. Estas dos mujeres acabaron en tal situación porque ofendieron el carácter de Dios mediante la imprudencia de sus acciones. En las nociones de las personas, parece que no importa qué errores cometen ni lo que hacen; mientras vuelvan a presentarse ante Dios para confesar y arrepentirse, Él puede perdonarlas; esto demostraría que Su amor es grande, que de verdad ama al género humano. Esta es una noción humana, y demuestra que el entendimiento que las personas tienen de Dios está lleno de demasiadas figuraciones y de demasiada voluntad humana. Si Dios estuviera acotado por las nociones humanas, Sus acciones no tendrían principios y Él no tendría ningún carácter; semejante Dios no existe. Dios posee diferentes manifestaciones precisamente porque existe de veras, porque está vivo y es dinámico, además de ser real de una manera innegable y concreta. Estas manifestaciones se presentan en Sus diversas acciones y actitudes respecto a las personas, y se muestran como una evidencia de Su auténtica existencia. Algunos dicen: “Estas mismas personas no son conscientes cuando lidian con ellas, entonces, ¿cómo podemos ver la existencia de Dios?”. Solo los casos que he mencionado permiten a las personas percibir la actitud y el carácter de Dios, y también las ayudan a observar Sus principios a la hora de hacer las cosas y lidiar con las personas. ¿Acaso no prueba esto la existencia real de Dios? (Sí). Si este Dios no existiera, si realmente solo fuera aire, entonces cualquier cosa que haga carecería de principios y límites; sería indetectable, intocable, hueco, no estaría implementado en las vidas de las personas, y sería irrelevante para estas, para sus acciones y para cualquiera de sus manifestaciones. Solo sería una teoría, un argumento, palabrería vacía. Precisamente porque este Dios existe, las muchas cosas que hace permiten a las personas percibir Su actitud.
La parte principal de las diversas nociones y figuraciones que tienen las personas sobre la obra de Dios ha quedado básicamente cubierta en nuestra charla. ¿En qué se enfoca la parte principal? En las diversas nociones, figuraciones e ideas que las personas tienen referentes al juicio y castigo de Dios, además de sus distintas nociones y figuraciones acerca de qué constituye un cambio de carácter. Asimismo, la gente también tiene numerosas figuraciones acerca de los principios detrás de la obra de juicio y castigo de Dios y los estándares que Él requiere de las personas. Para estas, tales conceptos suelen ser confusos y poco claros. ¿Qué representa esta falta de claridad? Que las personas todavía no entienden la verdad ni las verdades involucradas en la obra que Dios hace en ellos. Mediante la charla de hoy, ¿tenéis ahora básicamente una definición general del juicio y castigo, además de los estándares que Dios requiere de las personas? (Sí). Con este entendimiento, ¿qué deberíais hacer a continuación? Para empezar, necesitáis reconocer que Dios tiene tales estándares. ¿Son estos estándares flexibles? ¿Pueden ser más altos o bajos de lo que son en realidad? (No). ¿Por qué no? Desde la Era de la Gracia hasta ahora, podemos observar a partir de aquellos a los que Dios ha perfeccionado que estos estándares son estrictos y están bien definidos; Dios nunca los va a cambiar. No los cambió hace dos mil años ni los ha cambiado hasta ahora. Es solo que ahora habrá más personas perfeccionadas, debido a lo mucho que ha hablado Dios. En aquel entonces, obró a más pequeña escala y no les contó de manera explícita más verdades a las personas. Ahora les ha dicho más verdades y las ha hecho más conscientes de Sus intenciones, y Dios ha expresado todos los estándares que Él requiere y las verdades que han de conocer las personas. Al mismo tiempo, el Espíritu de Dios también obra así de manera coordinada entre ellas. Estos dos aspectos combinados prueban que, durante este periodo, Dios pretende perfeccionar a más personas; se trata de un grupo de ellas, no solo de una o dos. A juzgar por esta información, ¿tenéis la mayoría de vosotros esperanzas de ser perfeccionados? Algunos dicen no estar seguros, pero, aunque no lo estemos, lo vamos a intentar; es mejor fracasar que suplicar ahora misericordia. ¿Qué clase de comportamiento es el de suplicar misericordia en este momento? Es un comportamiento cobarde, inútil, incompetente, despreciable y deshonroso para Dios. ¡No debéis ser cobardes! A la gente le han contado las condiciones y estándares para ser perfeccionados de manera clara y sencilla; lo que prevalece es cómo practicar y cómo cooperar con la obra de Dios. No importa cuántas veces fracases durante este periodo, mientras no ofendas el carácter de Dios, no deberías desanimarte ni rendirte; sigue esforzándote para ascender. Algunos dicen que su calibre es pobre. ¿Acaso Dios no lo sabe? El hecho de que lo admitan ya es bueno a ojos de Dios porque el género humano corrupto es arrogante y sentencioso, y muy pocos admiten que su calibre es pobre. Es bueno reconocerlo, una buena expresión. Algunos hablan sobre sus experiencias y se dan cuenta de que su humanidad es pobre y mala. ¿Por qué otros no toman conciencia de ello? Reconocer tu pobre humanidad, tu mala humanidad, indica que has entendido las palabras de Dios y las has asociado a tu persona; demuestra que tienes fe en la obra de salvación de Dios, que posees la determinación y la voluntad de satisfacerlo; como poco, fuiste capaz de admitir este sincero enunciado. ¿Quién entre los no creyentes se denomina ahora como malo? Aunque lo sea, asegura que es bueno; afirma que sus malas acciones son grandes buenas obras y un comportamiento virtuoso, y así distorsiona con descaro el bien y el mal. Por tanto, no importa con qué contratiempos te encuentres, con qué fracasos y tropiezos, has de ser capaz de ver las esperanzas que hay ante ti. ¿A quién tienes delante? ¡A Dios! La gente se puede embarcar en la senda correcta si Dios la guía y dirige.
Hoy hemos compartido tres casos de estudio, con los que hemos aclarado las diversas nociones y figuraciones de las personas sobre la obra de Dios. ¿Habéis entendido todos lo que se ha transmitido? (Sí). Vuestra habilidad para entender demuestra que poseéis el calibre y las facultades para aceptar la verdad; existe esperanza de que entendáis y obtengáis la verdad. ¿Por qué no se pueden explicar con claridad estas verdades en solo una o dos horas, ni en dos o tres? Porque hay que exponer muchos contenidos preliminares a fin de hablar de los detalles que vienen a continuación. Sin sentar ciertas bases de antemano, no podréis mantener el ritmo de los contenidos sucesivos. Si hablara de manera concisa, sin ningún contenido preliminar, os resultaría complicado seguirlo. Por tanto, hablo acerca de algunos ejemplos, luego los trato desde perspectivas tanto positivas como negativas para ayudaros a entender y discernir, a saber qué está pasando exactamente con tales asuntos y cómo debe uno comprenderlos puramente. Si podéis lograrlo, Mi charla no ha sido en vano. A partir del momento en que empiezas a tener cierto concepto de estas verdades una vez que las oyes, hasta el punto en el que tienes un entendimiento profundo, donde te das cuenta desde el fondo de tu corazón de por qué dice Dios estas cosas, qué parte de tu propio carácter corrupto está involucrado en estas verdades que expresa Dios, y por qué Él quiere decirte todo eso, se requiere cierta etapa para alcanzar este nivel de entendimiento. Has de asociar estas verdades con tu propio carácter corrupto, discurso, comportamiento, pensamientos e ideas, es decir, aplicarlo a tu situación real, e inconscientemente poco a poco llegarás a entender y captar estas verdades. Si no las comparas con tu propio caso, sino que hoy tomas notas y mañana las revisas y memorizas para luego pregonárselas a aquellos que nunca las han oído, podrías pensar que has obtenido estas verdades, pero en realidad no ha sido así. Desde el día en que escupes doctrinas, estas verdades dejan de serlo para ti y se te hace difícil captar la verdad, como si esta hubiera desaparecido por completo. Una vez que la verdad se vuelve mera doctrina para ti, resulta difícil que te produzca algún efecto. Tienes que convertir la verdad en tu propia realidad, implementar poco a poco el aspecto práctico de cada verdad en ti mismo por medio de buscar y compartir, y acabar por llegar a entender qué estados incluye esta verdad y qué abarca, para entender el significado detrás de que Dios diga estas palabras. Este es el comienzo del entendimiento de la verdad. ¿Qué entendéis ahora? (Doctrinas). Cuando las personas entran por primera vez en contacto con la verdad, lo que entienden es una especie de doctrina. Sin embargo, entender doctrina no es sencillo; también requiere cierto calibre y habilidad para comprender. Además, requiere que tengas un corazón calmado y concentrado, de modo que puedas escuchar sermones con plena atención. He notado que, al escuchar sermones, hay quienes piensan: “Lo que estáis diciendo no sirve para nada, no estoy dispuesto a escuchar. Quiero oír sermones, no que me cuenten acontecimientos”. Creen que hablo acerca de lo que está bien y lo que está mal. Puesto que tienen este punto de vista, no pueden asimilar lo que oyen; les entra sueño, son incapaces de comprender y de seguir el ritmo. Tales personas no poseen la capacidad de comprender la verdad; su calibre es deficiente. Algunos que se llaman a sí mismos espirituales no están dispuestos a escuchar cuando me oyen contar historias. Beben agua, bostezan y no se están quietos. Piensan: “Las historias que cuentas tratan sobre asuntos externos; son demasiado superficiales, no las puedo asimilar. Deberías hablar más del reino espiritual; eso sí me gustaría”. Esta es la actitud exacta que tienen algunas personas. Cuando llevan muchos años ejerciendo de líderes, les gusta hablar de sermones elevados, de grandes teorías y de palabras del tercer cielo; cuanto más hablan, mayor es su entusiasmo. No obstante, si se tratan asuntos de la iglesia, de experiencias prácticas o, sobre todo, de diseccionar las dinámicas de la psique humana, siempre les parece superficial y aburrido. ¿Qué tipo de carácter es este? ¿Poseen estas personas la realidad-verdad? ¿La gente así es capaz de resolver problemas reales en su trabajo? ¿Os agrada esta gente? Compartir la verdad no puede desligarse de la realidad. ¿Pueden amar la verdad aquellos que no están interesados en la realidad? No lo creo; tales personas sienten aversión por la verdad, y eso es muy peligroso.
8 de noviembre de 2018
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