Solo si se buscan los principios-verdad es posible cumplir bien el deber (Parte 1)
El hecho de que pueda alcanzarse la verdad a través de la creencia en Dios depende de si uno puede aceptar o no que se le pode mientras cumple su deber, de si uno puede proceder según el principio, y de si uno es capaz de someterse siempre a las instrumentaciones y disposiciones de Dios; esto es lo más crucial. ¿Qué significa someterse a las instrumentaciones y disposiciones de Dios? Significa que, independientemente de lo que la casa de Dios disponga que hagas, o de dónde disponga que cumplas tus deberes, tú seas capaz de aceptarlo de parte de Dios. Aceptarlo de parte de Dios es fe verdadera, y este es un aspecto de la práctica. ¿Y cómo se acepta de parte de Dios? Tú dices: “Aunque fueron personas las que lo dispusieron, es mi deber. Sean cuales sean los deberes que la iglesia disponga para que yo los cumpla, son con el consentimiento de Dios. Debo aceptarlos y someterme. Así pues, ¿cómo debo tratar mi deber?”. ¿Tiene Dios algún requisito sobre la manera en la que debes tratar tu deber? ¿Cuál es la verdad que Dios exige que las personas pongan en práctica? (Dedicar el corazón, la mente y el esfuerzo de uno a cumplir bien su deber). Siguiendo este principio, cuando sientas pereza y no quieras cumplir tu deber, o cuando tengas quejas, deberías preguntarte: “¿Dónde está el problema? ¡No estoy practicando tal como Dios lo exige! Debo dejar de lado mis ideas, dejar de lado mis exigencias y deseos. Debo revertir mi estado interior incorrecto”. Debes ser capaz de dejarlos de lado. Pero a veces hay cosas que impiden que las personas dejen todo esto de lado. ¿Qué tipos de cosas? Por ejemplo, algunas personas sienten siempre envidia porque los deberes de otras son más glamurosos, porque les permiten interactuar con muchas personas. Siempre creen que su propio deber es insignificante, que las personas con las que se encuentran al cumplirlo son demasiado pocas, y esto les provoca descontento. Además, debido a la dimensión pequeña de la responsabilidad de su deber y al reducido número de personas que tienen que gestionar, sienten que no tienen ningún estatus. ¿Qué tipo de pensamientos son estos? ¿De dónde proceden estas ideas? (De actitudes corruptas). Todas proceden de actitudes corruptas. ¿Cuáles son las cosas que las actitudes corruptas producen? Son designios, planes, deseos y ambiciones personales. ¿Cómo deben resolverse estas cosas? En primer lugar, debes dejarlas de lado y, después, con un análisis minucioso, debes darte cuenta de que en tu corazón aún estás buscando estatus en lugar de cumplir sinceramente tu deber para satisfacer a Dios; aún tienes ambiciones y deseos, codicias los beneficios del estatus, tienes unas exigencias excesivas y no te has sometido a Dios. Así pues, preséntate ante Dios y ora: “Dios, mi estado no es correcto. Por favor, disciplíname y repréndeme, deja que Tu juicio y Tu castigo recaigan sobre mí para que pueda conocerme y arrepentirme”. Si tienes un corazón arrepentido, cuando te presentes ante Dios y le pidas que te reprenda y discipline, Él responderá de acuerdo con tu estatura. Puede que te discipline, o quizás te guíe poco a poco. Si te disciplina, es porque tienes una cierta estatura. Pero es posible que no te discipline, y esto es porque eres débil, en cuyo caso puede que Él te apoye y guíe poco a poco para que llegues a ser capaz de someterte en el curso del cumplimiento de tu deber. ¿Qué prerrequisitos son necesarios para que Dios haga esto? Dios te juzgará, castigará y purificará solo si tienes un corazón arrepentido, un corazón que se somete a Dios y coopera con Él, y un corazón que anhela y ansía la verdad. Si te falta la determinación para ello y no oras, sino que sigues a tu carne y no dejas de lado tus designios, ambiciones y deseos, ¿Dios todavía hará esto por ti? Dios no obrará en ti. Dios se esconderá de ti, ocultará Su cara de ti. En las reuniones, todos los demás se sentirán alentados por los sermones, pero tú te sentirás siempre soñoliento, sin posibilidad de revigorizarte. Independientemente de todo, no serás capaz de absorber nada, y este estado persistirá interminablemente, llegando a durar un año o dos, o incluso de tres a cinco años. Esto significa que Dios ya te ha desdeñado, Él te ha ocultado Su cara, y esto es muy peligroso. Algunos dirán: “¿De qué manera es peligroso? Estoy cumpliendo mi deber. No he abandonado a Dios. Aún leo las palabras de Dios, escucho himnos y tengo una vida espiritual. Aún soy miembro de la casa de Dios”. Estas son meras manifestaciones de cara al exterior que no deciden nada. ¿Qué es lo que, en cambio, sí tiene un efecto decisivo? Es si Dios vela por ti y te guía; si el Espíritu Santo está obrando en ti y disciplinándote. Esto es lo esencial. ¿Y de qué dependen la guía de Dios y la obra del Espíritu Santo? (Dependen de los corazones de las personas). Es así. Dependen de la actitud de las personas hacia Dios, de sus corazones, de sus anhelos y ansias y de lo que buscan. Dependen del camino que toman las personas. Estos son los aspectos más críticos, y Dios trata a las personas basándose en ellos.
La cuestión más urgente que hay que resolver ahora es cómo atender al deber que se tenga. Porque el cumplimiento del deber es lo que mejor revela si la creencia de una persona es verdadera o falsa, si esta ama la verdad o no, si elige el camino correcto o el equivocado, y si posee conciencia y razón o carece de ellas. Todas estas cuestiones pueden ponerse al descubierto en el cumplimiento del deber. Para tratar la cuestión de cómo atender al deber, ante todo debes entender qué es el deber, así como la manera de cumplirlo adecuadamente y qué debes hacer cuando te encuentras con dificultades al cumplirlo: qué principios seguir y practicar y de acuerdo con qué verdades. Debes entender qué hacer cuando no comprendes a Dios y cuando no puedes dejar de lado tus designios. Además, mientras estés cumpliendo tus deberes, deberás reflexionar a menudo sobre los pensamientos incorrectos de tu corazón, que son pensamientos y opiniones que pertenecen a Satanás, que influyen en el cumplimiento de tu deber y lo obstruyen, que pueden hacer que te rebeles contra Dios y Lo traiciones al ejecutar tu deber, y que hacen que fracases al hacer lo que Dios te encomienda; todo esto debes saberlo. ¿Es importante el deber para una persona? Es sumamente importante. Ahora debéis tener clara esta visión: cumplir vuestro deber es de vital importancia para creer en Dios. El aspecto más crucial de creer en Dios ahora es cumplir el deber. Si no se cumple bien el deber, no puede haber ninguna realidad. Al cumplir el deber, las personas son capaces de entender las intenciones de Dios, y pueden ir construyendo de forma gradual una relación normal con Él. Al cumplir el deber, las personas identifican poco a poco sus problemas y llegan a reconocer su carácter y su esencia corruptos. Al mismo tiempo, al reflexionar sobre sí mismas, las personas pueden descubrir progresivamente lo que Dios les exige. ¿Entendéis ahora en qué creéis cuando creéis en Dios? De hecho, es una creencia en la verdad, una consecución de la verdad. Cumplir el deber permite alcanzar la verdad y la vida. La verdad y la vida no pueden alcanzarse sin cumplir el deber. ¿Puede haber realidad si uno cree en Dios sin cumplir el deber? (No). No puede haber ninguna realidad. Así pues, si no cumples bien tu deber, no puedes alcanzar la verdad. Una vez estás descartado, esto demuestra que has fracasado en creer en Dios. Aunque digas que crees en Él, tu creencia ya carece de sentido. Esto es algo que hay que entender en toda su dimensión.
Los principios que debes entender y las verdades que has de poner en práctica son los mismos, con independencia de qué deber estés cumpliendo. Ya se te haya pedido que seas líder u obrero, o si estás cocinando como anfitrión o se te pide que te encargues de asuntos externos o hagas algo de trabajo físico, los principios-verdad que se deben observar a la hora de cumplir con estos diferentes deberes son los mismos, en cuanto a que deben basarse en la verdad y en las palabras de Dios. ¿Cuál es entonces el mayor y más importante de estos principios? El de consagrar el corazón, la mente y los esfuerzos a cumplir bien con el deber, y hacerlo con el estándar requerido. Para cumplir bien con tu deber y desempeñarlo a la altura del estándar, has de saber qué es el deber. ¿Y qué es el deber en realidad? ¿Es el deber tu propia carrera? (No). Si tratas el deber como tu propia carrera, estando dispuesto a dedicarle todos tus esfuerzos a hacerlo bien, para que otros contemplen el éxito y la categoría que tienes, pensando que eso le da significado a tu vida, ¿sería ese el punto de vista correcto? (No). ¿En qué se equivoca? Se equivoca en cuanto que se toma la comisión de Dios como una empresa propia. Si bien esto parece correcto para los humanos, para Dios supone caminar por la senda incorrecta, vulnerar los principios verdad, y Él lo condena. El deber se debe cumplir de acuerdo con los requerimientos de Dios y los principios-verdad para ser conforme a las intenciones de Dios. Contravenir los principios-verdad y, en vez de eso, obrar según las inclinaciones humanas es pecaminoso. Se opone a Dios y exige castigo. Este es el destino de aquellos necios e ignorantes que no aceptan la verdad. Los que creen en Dios deben tener claro lo que Él exige de las personas. Hay que dejar clara esta visión. Hablemos primero sobre qué es el deber. Un deber no es tu propia empresa, tu propia carrera ni tu propio trabajo, sino la obra de Dios. La obra de Dios requiere de tu cooperación, lo cual da lugar a tu deber. La parte de la obra de Dios con la que debe cooperar el hombre es su deber. Este es una parte de la obra de Dios, no se trata de tu carrera, de tus asuntos domésticos ni de los temas personales de tu vida. Ya sea que tu deber consista en lidiar con asuntos externos o internos, ya impliquen labores físicas o mentales, este es el deber que debes cumplir, es el trabajo de la iglesia, forma parte del plan de gestión de Dios, y es la comisión que Dios te ha encomendado. No es un asunto personal tuyo. Entonces, ¿cómo debes tratar tu deber? Cuanto menos, no debes cumplirlo como te venga en gana, no debes actuar de manera temeraria. Por ejemplo, si estás al cargo de prepararles la comida a tus hermanos y hermanas, ese es tu deber. ¿Cómo has de tratar semejante tarea? (Debo buscar los principios-verdad). ¿Cómo haces tal cosa? Tiene relación con la realidad y la verdad. Debes pensar en cómo poner la verdad en práctica, cómo cumplirlo bien y qué aspectos de la verdad implica tal deber. El primer paso es saber esto antes que nada: “No estoy cocinando para mí. Lo que estoy haciendo es mi deber”. El aspecto aquí involucrado es la visión. ¿Qué hay del paso dos? (Debo pensar en cómo cocinar bien la comida). ¿Cuál es el criterio de cocinar bien? (Debo buscar los requerimientos de Dios). Eso es. Solo los requerimientos de Dios son la verdad, el estándar y el principio. Cocinar de acuerdo con los requerimientos de Dios es un aspecto de la verdad. Primero que nada, debes considerar este aspecto de la verdad y luego contemplar esto otro: “Dios me ha encargado este deber para que lo cumpla. ¿Qué estándar requiere Dios?”. Este fundamento es un requisito. Entonces, ¿cómo has de cocinar para cumplir con el estándar de Dios? La comida que prepares ha de ser saludable, sabrosa, limpia y no resultar dañina para el cuerpo; tales son los detalles relevantes. Mientras cocines de acuerdo con este principio, se preparará la comida de acuerdo con los requerimientos de Dios. ¿Por qué digo esto? Porque buscabas los principios de este deber y no has excedido el ámbito que ha delimitado Dios. Esta es la manera correcta de cocinar. Has cumplido bien con tu deber, y lo has hecho satisfactoriamente.
Sea cual sea el deber que cumplas, debes buscar los principios-verdad, comprender las intenciones de Dios, conocer Sus exigencias respecto al deber en cuestión y comprender lo que has de alcanzar por medio de ese deber. Ese es el único modo de que lleves a cabo tu trabajo según los principios. Al desempeñar tu deber, definitivamente no puedes guiarte por tus preferencias personales y hacer lo que te gustaría hacer, aquello que te cause felicidad o cualquier cosa que te haga quedar bien. Eso es actuar según tu propia voluntad. Si dependes de tus preferencias personales en el cumplimiento del deber, pensando que eso es lo que exige Dios, y que es lo que hará feliz a Dios, y si le impones a Él tus preferencias personales por la fuerza o si las practicas como si fueran la verdad, acatándolas como si fueran los principios-verdad, entonces ¿acaso no es eso un error? Eso no es cumplir con tu deber, y de esta forma no serás recordado por Dios. Algunas personas no entienden la verdad y no saben lo que significa cumplir bien con su deber. Les parece que se han esforzado y le han dedicado a ello el corazón, que se han rebelado contra su carne y han sufrido, entonces, ¿por qué nunca pueden cumplir con su deber de manera satisfactoria? ¿Por qué está Dios siempre insatisfecho? ¿Qué han hecho mal? Su error fue no buscar los requerimientos de Dios, y en su lugar actuar según sus propias ideas; esta es la razón. Tomaron sus propios deseos, preferencias y motivaciones egoístas como la verdad, y los trataron como si fueran lo que Dios amaba, como si fueran Sus estándares y requerimientos. Percibieron como verdad lo que creían correcto, bueno y maravilloso; eso es un error. De hecho, aunque la gente pueda pensar algunas veces que algo es correcto y que concuerda con la verdad, eso no significa necesariamente que concuerde con las intenciones de Dios. Mientras más correcto lo consideren, más cautos deben ser y más han de buscar la verdad para comprobar si lo que piensan cumple con los requerimientos de Dios. Si precisamente contradice Sus requerimientos y Sus palabras, entonces es inaceptable incluso si piensas que es lo correcto, no es más que un pensamiento humano y no concuerda con la verdad, por muy correcto que creas que es. Lo correcto o incorrecto que sea algo debe venir determinado en base a las palabras de Dios. Da igual lo correcto que creas que es algo, es incorrecto a menos que tenga como base las palabras de Dios, así que debes descartarlo. Solo es aceptable cuando concuerda con la verdad, y tu cumplimiento del deber solo puede estar a la altura del estándar si defiendes de esta manera los principios-verdad. ¿Qué es pues el deber? Es una comisión que Dios les ha confiado a las personas, es parte de la obra de la casa de Dios, y es una responsabilidad y obligación que debería estar a cargo de cada uno de los escogidos de Dios. ¿Es el deber tu carrera? ¿Es un asunto familiar personal? ¿Es acertado decir que una vez que te han encargado un deber, este se convierte en tu asunto personal? No es así en absoluto. Entonces, ¿cómo debes cumplir con tu deber? Actuando en concordancia con las exigencias, las palabras y los estándares de Dios, y basando tu comportamiento en los principios-verdad en lugar de en unos deseos humanos subjetivos. Algunas personas dicen: “Una vez que se me ha encargado un deber, ¿acaso no es asunto mío? Mi deber es mi responsabilidad, ¿no es entonces asunto mío ese encargo? Si gestiono mi deber como un asunto propio, ¿no significa eso que lo haré bien? ¿Lo haría bien si no lo tratara como un asunto propio?”. ¿Son estas palabras acertadas o equivocadas? Son equivocadas, no están en consonancia con la verdad. El deber no es un asunto tuyo particular, es asunto de Dios, pertenece a Su obra, y debes hacerlo como Dios te pide; solo cumpliendo con tu deber con un corazón sumiso a Dios puedes estar a la altura del estándar. Si siempre cumples con tu deber según tus propias nociones y figuraciones, y según tus propias inclinaciones, así nunca vas a estar a la altura del estándar. Cumplir siempre con tu deber como te da la gana no es cumplir con tu deber, porque eso que haces no está en el ámbito de gestión de Dios, no es la obra de la casa de Dios. En vez de eso, vas por tu cuenta, haces tus propias tareas, y por tanto no es algo que Dios recuerde. ¿Tenéis ahora claro el concepto de deber? ¿Cuál es la verdad más básica y fundamental que se debe poner en práctica al cumplir el deber? Dedicar tu corazón, tu mente y tu esfuerzo a cumplirlo bien. En el transcurso del cumplimiento de sus deberes, ¿por qué tantas personas siguen realizando toda clase de actos malvados y trastornan y perturban el trabajo de la iglesia, de tal modo que al final son descartadas? Porque no se están gastando sinceramente por Dios. Siempre están intentando negociar con Él y no aceptan siquiera un poco de la verdad. Da igual cuánta corrupción revelen o cuánta maldad hagan, nunca buscan resolverlo mediante la verdad. No se arrepienten con sinceridad tras pasar muchas veces por la poda, sino que continúan obrando mal sin escrúpulos y realizando todo tipo de actos malvados, dejando por completo en evidencia su malvada esencia. El pueblo escogido de Dios desentraña esto, y son puestas en evidencia y descartadas. Resulta del todo insoportable observar la manera en la que estas personas cumplen sus deberes. No son solo mediocres, sino totalmente inadecuadas. Ni siquiera pueden lavar un plato sin romper un cuenco. Su trabajo hace más mal que bien. Por más que se les comparta la verdad, no la aceptan, y no se arrepienten ni siquiera después de que se les poda. Si se continúa usando a una persona así, se convertiría en un obstáculo en la senda, un impedimento que obstruye y trastorna todo el trabajo de la iglesia. Decidme, ¿no deberían ser sustituidas y descartadas tales personas? (Sí). Mientras alguien tenga un poco de conciencia y razón, puede ocuparse de las tareas que le corresponden, ocuparse de los asuntos a su cargo y ser capaz de reflexionar sobre sí mismo al tiempo que cumple con sus deberes. Al reparar en sus errores e identificar sus problemas, podrá rectificarlos enseguida. Tras tres o cinco años experimentando esto, tendrán lugar cambios. De esta forma, tendrá una base y estará relativamente seguro; salvo en circunstancias excepcionales, es imposible que esta persona acabe descartada. Pero los que creen en Dios durante años sin aceptar ni un ápice de la verdad no tienen manera de desempeñar bien sus deberes, e incluso pueden llegar a hacer cosas que causen trastornos y perturbaciones. A este tipo de persona se la descartará de un modo natural, ya que preferiría morir antes que arrepentirse. Lleva muchos años creyendo en Dios, pero no es muy diferente de los no creyentes. Todos son incrédulos.
Tener demasiados propósitos personales es el mayor impedimento para el cumplimiento del deber de uno. ¿Cuál es, pues, la condición previa para cumplir bien el propio deber? Es que debes desprenderte de tus propósitos varios. Por ejemplo, cuando ha ocurrido algo que te afecta de verdad, pero también tienes un deber que cumplir, se te presenta un dilema. Este es un momento crítico, uno muy importante. Aunque estés disgustado y sensible, o te preocupen algunos asuntos personales, debes ser capaz de desprenderte de todas estas cosas y, ante todo, cumplir bien con tu deber. Solo entonces, cuando te encuentres en unas circunstancias que no afecten a tu deber, deberás tener en cuenta tus cuestiones propias. ¿Cómo se llama cuando antepones sistemáticamente tu deber? Se llama “respetar tu deber”, y eso es ser leal a Dios. Desprenderte de tus propósitos y deseos, de tus emociones y tus asuntos personales; ejecutar bien tu deber sin sentirte constreñido y llevar a cabo la comisión de Dios: esto es lo que significa “desprenderse”, esto es lo que implica “rebelarse contra la carne”. Cuando algunas personas todavía no han cumplido con ningún deber, piensan: “Dios no me ha dado ningún deber que cumplir, pero mi corazón es plenamente sincero. ¿Por qué Dios no lo ve?”. Pero después, cuando la iglesia dispone algún deber para ellas, se ponen quisquillosas. Hay personas que no pueden desempeñar el papel de líder u obrero, ni difundir el evangelio, y tampoco tienen ninguna otra habilidad especial. Así pues, la iglesia les encarga que ejecuten deberes de acogida y piensan: “Evidentemente, la acogida es algo que soy capaz de hacer, pero, dados mi aptitud y mis dones, ¿no estará la iglesia subestimándome al asignarme esta función? ¿No estoy un poco sobrecalificado para este deber?”. A simple vista, aceptan las disposiciones de la iglesia, pero sus emociones reticentes impiden que trabajen a conciencia en sus deberes. Solo llevan a cabo una parte de estos cuando están de buen humor, pero no los cumplen cuando están de mal humor, ignorando a sus hermanos y hermanas. ¿Por qué tienen estas emociones y reacciones? ¿Es esta la actitud que hay que tener ante el deber de uno? Estas personas no están conformes con sus deberes. ¿Cuál es el origen de su descontento? (El deber que se les ha encomendado no satisface sus preferencias carnales). Y si estuvieran satisfechas, ¿serían felices? No necesariamente. Quizá tampoco estarían contentas aunque estuvieran satisfechas, porque son personas cuyos corazones nunca están conformes con nada. Así trata su deber la gente que no persigue la verdad. Las personas siempre quieren cumplir con deberes solemnes que les hagan quedar bien, y también quieren que estos deberes sean fáciles y físicamente cómodos. No están dispuestas a soportar las inclemencias del tiempo ni a padecer ningún sufrimiento de tipo alguno en sus deberes. Y, además, siguen queriendo ser capaces de entender la verdad y recibir la gracia y la bendición de Dios a través de sus deberes. Quieren todas estas cosas. En última instancia, incluso quieren que Dios les diga que han cumplido bien con sus deberes. ¿Acaso no es esto una ilusión vana por su parte? Si no puedes desprenderte de esta ilusión, no serás capaz de cumplir bien con tu deber. En el pasado, a menudo Yo simplemente decía que este tipo de personas no persiguen la verdad, pero ahora, hablando de una manera más precisa, afirmo que son demasiado codiciosas y rebeldes, que no son leales en absoluto a su deber y que no se someten de verdad a la comisión de Dios. Así pues, ¿cómo debes practicar el desprenderte de tus propósitos? Por un lado, debes ser comedido y rebelarte contra ellos. Por otro, debes orar y tener el deseo de someterte. Debes decir: “Dios, Tú has instrumentado y dispuesto este deber para mí. Aunque tengo una preferencia carnal y no quiero cumplir con este deber, en mi voluntad subjetiva deseo someterme a Ti. Es solo que soy demasiado corrupto y rebelde y la calidad de mi humanidad no es buena. Por favor, ¡disciplíname!”. ¿Acaso no te permitiría esto cumplir con tu deber con mayor pureza? Si alguien persiste en aferrarse a sus propios deseos y se niega a desprenderse de ellos, si siempre ve la gloria de los escogidos para ser líderes y que los elegidos para difundir el evangelio llegan a conocer a mucha gente y adquieren conocimiento y experiencia, y luego no quiere ejecutar su propio deber, ¿es esta una actitud de sumisión? ¿Es esta una actitud de aceptación de las instrumentaciones y disposiciones de Dios? (No). Tú vas hacia el oeste cuando Dios te dice que vayas hacia el este, y te quejas de Dios y Lo malinterpretas porque no te ha permitido ir hacia el oeste. Estás siempre luchando contra Dios, así que, ¿el Espíritu Santo aún obrará en ti? Desde luego que no. ¿Qué estados y manifestaciones afloran cuando el Espíritu Santo no obra en alguien? Esa persona no entenderá las palabras de Dios cuando las lea. Cuando escuche la enseñanza o los sermones, nada tendrá sentido para ella e incluso se irá adormeciendo. No será capaz de ver más allá de nada que le ocurra. Estará siempre especulando y dudando: “Otras personas pueden entender las palabras de Dios muy bien, ¿por qué yo no adquiero entendimiento alguno al leerlas? Siempre permanecen en un estado muy puro y liberado, ¿por qué yo siempre me siento tan agraviado, susceptible y a disgusto? Todo les va bien. Dios las guía. ¿Por qué a mí no?”. Estas personas no pueden comprender la causa de todo esto. No tienen una actitud de sumisión a Dios. Siempre están exigiendo que Dios satisfaga sus deseos antes de esforzarse en su deber. Si no consiguen lo que quieren, se vuelven negativas y reticentes y no cumplen con su deber. ¿Dios va a obrar en una persona así? Carecen de fe verdadera y están llenas de rebeldía y resistencia. Dios no tiene otra opción que dejarlas de lado.
¿Cómo deben las personas tratar sus deberes? Deben someterse a las instrumentaciones y disposiciones de Dios y desprenderse de sus propios propósitos. ¿Qué propósitos tienen las personas? (Sus intenciones, sus planes y sus preferencias carnales). Por ejemplo, pongamos que hay una familia anfitriona a la que te gusta mucho visitar. Preparan buena comida, su casa es bonita y tienen aire acondicionado y calefacción. Tú piensas: “¡Ojalá pudiera vivir allí!”. Y entonces oras: “Dios, ¿podrías dejarme vivir con esa familia anfitriona? Sé que estoy codiciando el bienestar y la comodidad, pero no soy capaz de rebelarme contra este deseo. ¡Ten consideración por mi pequeña estatura y déjame ir allí! Prometo que me esforzaré en mi deber, seré leal y no Te traicionaré ni Te entristeceré”. Oras así durante unas dos semanas y entonces te encargan que vayas a algún lugar con unas condiciones pésimas, y te sientes triste. Te quejas para tus adentros: “¿Acaso no se supone que Dios debe escrutar en lo más profundo de nuestros corazones? Dios no tiene ni la más mínima idea de lo que hay en mi corazón. Le he pedido algo bueno y me ha dado una cosa terrible. Parece como si se estuviera poniendo a propósito en mi contra”. Y entonces crece tu resistencia y dices: “Si Tú, Dios, no vas a satisfacerme, entonces yo no voy a satisfacerte a Ti. No voy a esforzarme en mi deber, y no lo haré hasta que no obtenga lo que quiero”. ¿Esto es creer en Dios? ¿Esto es cumplir tu deber? Esto es rebelarse contra Dios, es un carácter intransigente. Tú dices: “Si Dios no va a satisfacerme, yo tampoco Le satisfaré. Esa será mi actitud hacia el cumplimiento de mi deber. Si debo ejecutar mi deber, Dios tiene que complacerme un poco. ¿Cómo es posible que otras personas vivan en casas bonitas, pero yo no? ¿Cómo es posible que otras personas cumplan sus deberes en entornos agradables, pero que yo tenga que cumplir el mío en uno miserable? ¿Por qué Dios no satisface mis peticiones aun cuando yo cumplo mi deber?”. Este es el tipo de justificaciones que no dejas de repetirte a ti mismo. ¿Es esta una actitud de sumisión a Dios? ¿Es esto cumplir tu deber con conciencia y razón? Ya lo he dicho antes: “No debes competir de ningún modo con Dios”. Esto es competir con Dios. Cuando lo haces, ¿qué actitud adoptará Dios hacia ti? (Dios no obrará. Me dejará de lado). Dios te dejará de lado y te ignorará. ¿Dios será severo contigo? No. Si has hecho un mal menor, que no es grave, Él te retendrá y te hará trabajar durante algo más de tiempo. Pero, si has cometido demasiados actos malvados y has trastornado y perturbado gravemente la obra de la iglesia, entonces te echará. Cuando se te mantiene para que trabajes, si en algún momento te arrepientes, Dios te esclarecerá. Si no te arrepientes en ningún momento ni dejas de competir con Dios, entonces es que ciertamente eres demasiado perverso y obstinado, ¿y quién será el que, al final, va a salir perdiendo? Serás tú. Debes tenerlo claro: competir con Dios es lo más problemático y la mayor complicación. Cuando todo va bien, las personas piensan que creer en Dios es fantástico y no tienen ninguna noción de Dios. Pero, cuando les ocurre un desastre o una desgracia, empiezan a tener nociones sobre Dios, hasta el punto de que incluso se quejan de Él y se atreven a levantarle la voz: “¿Existe siquiera Dios? ¿Dónde está? Yo soy el soberano supremo. Soy el más grande. Y me atrevo a competir con Dios. ¿Acaso puede hacerme algo?”. Dios no te hará nada, pero se ha puesto en evidencia que eres sórdido, intransigente y problemático. ¿Qué quiere decir que seas problemático? Significa que no amas las cosas positivas. No estás dispuesto a someterte a Dios y, aun sabiendo que Él es Dios, no eres capaz de someterte a Él. Es muy difícil que aceptes la verdad. Eres intransigente, ignorante y obstinado. Dios siente una gran aversión por las personas así. Será muy difícil que sigas cumpliendo tu deber y podrías verte revelado y descartado antes de poder trabajar hasta el final. Este es el resultado. Ya se ve muy claro. ¿Es esto peligroso? (Sí). Y, sabiendo que es peligroso, ¿qué deben hacer las personas? Ante todo, deben saber quiénes son. Deben saber cuál es su lugar y también saber qué son. Los humanos son seres creados, que no deben de ninguna manera competir con Dios; hacerlo no dará ningún resultado. Si Dios quiere darte algo, incluso aunque tú no lo desees ni lo hayas pedido, Él te lo dará de todas formas; esta es la justicia de Dios. Si Dios no tiene previsto darte algo, si no se fija en ti con preferencia, entonces no sirve de nada pedírselo. Si Él tiene previsto darte algo, si ve que debes ser guiado, ayudado y bendecido, entonces te lo dará sin que siquiera se lo pidas. Si tiene previsto ponerte a prueba o revelarte, lo hará a propósito, y no sirve de nada suplicarle. Este es el carácter de Dios. Las personas no deben decidir cómo tratar a Dios en función de la actitud de Dios. ¿Qué deben hacer, pues? (Someterse a Dios en todas las cosas). Así es, deben someterse. Someterse a las instrumentaciones y disposiciones de Dios es la sabiduría máxima y quien lo hace es quien más razón posee. Las personas arrogantes y santurronas se creen muy inteligentes y calculadoras. Una cosa es intentar engañar a otras personas —lo cual revela tu corrupción—, pero no debes luchar de ninguna manera contra Dios con pequeñas argucias. No debes conspirar contra Dios. Una vez invoques Su ira, la muerte caerá sobre ti.
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